Ha pasado un mes desde que me conocí con Claudia. Es realmente interesante pasar el tiempo con ella.
Paramos risa y risa mientras estudiamos, ya faltan sólo dos meses para que terminen las clases en la academia. Y yo que pensé extrañar los días de playa. Ahora agradezco mucho a mi mamá por elegir justo esa academia.
Somos tan buenas amigas. En mi casa ya la conocen, cada día a la salida, se pasa un par de horas para “estudiar” algo extra. Al final acabamos viendo televisión, o cuchicheando sobre los chismes de nuestros demás compañeros.
Es agradable encontrarte con alguien que sea tan animada y lanzada. No se amilana ante nadie, quiero ser como ella. No tener miedo.
Cris, mira lo que encontré – me despierta de mis pensamientos – esta revista es buenísima.
Las dos estamos en mi habitación. No hay nadie en casa, como siempre. Mi mamá debe estar en su trabajo, mi hermana en alguna de sus clases en la universidad; no se cómo pero ya le falta sólo un par de días para graduarse.
Mi cuarto es pequeño, mi cama al costado de mi closet, un escritorio para mi computadora. Y la mesita que mi madre colocó recientemente para estudiar sin distracciones.
Que hay en la revista Claudia – Añadí. Sonriéndole a mí amiga. - enséñame…
Esta chica; cuando no, recortando cualquier foto de chico guapo que ve; debería fijarse más que en cuerpo y músculo. Puede que ese pobre, sea tan tonto que ni deletrear lo haga bien. Le pagan sólo para posar en fotos. Que ingenua en pensar que detrás de eso, había un carismático muchacho.
Es lo único que me molesta de Claudia, no puede pasar un día sin comentar sobre algún chico. Hay tantos temas para hablar, por ultimo, hasta prefiero cuando me cuentas de la novela que vio.
Que tiene de bueno –le recalco viendo hacia otro lado – vamos a estudiar mejor.
Pero mírale Cris, estás ciega – Me dijo. Aproximándose hacia mi con la revista en mano – Si es el modelo del mes.
Ya lo vi, no tienes que taparme la cara con la revista – le inquirí, alejando esas paginas de mis ojos – no es mi tipo, simplemente eso.
Se dibujo curiosidad en sus facciones. Claudia se sentó al lado mío, dejando a un lado la revista y a su protagonista.
Nunca me has dicho cual es tu tipo – agregó toda interesada – cuéntame, hay alguien que te gusta en la academia.
No sé qué responder, sin duda hay muchos chicos simpáticos. Pero no me llaman la atención, les falta algo. No es que no atraiga a nadie, todo lo contrario; me cansa cuando mis amigos me presentan a un nuevo chico diciendo que es ideal para mi. Como si supieran lo que yo deseo. Una no puede estar sola y tranquila. Es mucho pedir. No todas queremos novio.
No lo se…sólo que él de ahí, no es – sentencié ante la mirada inquieta de Claudia – no me llama la atención.
Bueno, ya encontraremos en la universidad quien te deje loquita – me abrazó efusivamente. Me hace sonreír – total, eres muy joven y bonita.
Esa última palabra me hizo sentir algo incómoda. No estoy acostumbrada a que otra chica resalte mi belleza. Me separe de sus brazos, parándome. Le dije que traería un poco de agua, hace mucho calor.
Mi cocina esta en el primer piso, bajo lentamente las escaleras, analizando porqué me comporte así, es extraño como me intimido el abrazo.
Mejor preparo algo – me dije en voz alta – que será bueno.
Entré a mi cocina, retirando un poco de jugo del refrigerador. Buscando los vasos y una bandeja para subir con todo, hasta mi habitación.
Escucho unos pasos detrás de mí y es ella. Ha venido a ayudarme con las cosas. Ya ha estado tantas veces en mi casa, que me resulta tan familiar su presencia. Coge un par de vasos y los llena con jugo. Entre tanto yo llevo la jarra, es más fácil trabajar de dos.
Subimos las escaleras, ella delante de mí. Entonces, me percato de la ropa que usa Claudia, se ve bien. Debería preguntarle en que tienda consiguió esos jeans, marca tan perfecto la figura; no es ni ajustado ni suelto. Un poquito de ejercicio no le haría daño jajajaja…le puedo invitar a unirse a mi rutina de correr todo el parque en las mañanas. Justo, estoy entrenando para mi próximo maratón, cuando subamos le mostrare la medalla que gané el año pasado. Me felicitara.
¿Qué hará?
Estando en mi habitación colocamos todo en la mesa, es hora de repasar un poco. Luego ya veremos la nueva película que he conseguido, dicen que es la más terrorífica de este año. Vamos a ver si logra asustarme.
Que torpe...he derramado todo el jugo encima de las dos; ella no le da mucha importancia al asunto. Pero si supiera porque me distraje; ni se que veía en ella que me cautivó. Se pone tan seria cuando estudia, dan ganas de molestarla, pensé hacerle una broma y termine tan cerca de Claudia, que de los nervios le diera un golpe a la jarra, ahora ambas estamos tratando de limpiar el desastre.
Ya basta con las disculpas Cris – Comenta Claudia, retirando los libros de la mesa para evitar se mojen – ni que me hubieras matado…es sólo jugo.
Si ya se, pero te arruine el polo – le contesto toda deprimida – discúlpame, yo lo pagaré.
No quiero escucharte decir otra disculpa Ok – Me guiña el ojo, y sigue limpiando la mesa – además el polo se puede lavar.
Dicho eso, se retira esa prenda ante mis ojos. No sé el motivo pero giré la mirada instantáneamente, me puse colorada, y sudaba. Tengo que salir de aquí.
Ah este…haa…voy a… – no supe que agregar, hui de mi propia habitación – ya vengo.
Me he encerrado en el cuarto de baño, miro mi reflejo en el espejo, no me reconozco. Bueno, tengo el mismo cabello castaño ensortijado, los ojos marrones…no soy una diva pero ahora parece que vi un fantasma. Jum… ya encontré mi punto débil; no eran las películas de terror…es ella sin polo.
¿Pero qué tengo?, las dos somos chicas, tiene lo mismo que yo ¿no? Cómo puedo escaparme cuando se esta cambiando.
Me eché un poco de agua en la cara, a ver si se borra con eso, el color rojizo que ha adquirido mis mejillas. Vamos, no es para tanto. Falta de costumbre, eso debió ser.
Regreso como cachorro arrepentido, dubitativa si tocar la puerta antes de pasar o entrar sin avisar.
Ella esta sentada al pie de mi cama, sólo con sujetador y ojeando una revista.
Cris, ¿a donde fuiste? – Pregunta desviando su mirada de las páginas para observarme – préstame un momento tu baño para enjuagar mi polo.
Tengo la boca abierta, y trato que no se paren mis ojos en su sujetador. No se qué pasa con mi cuerpo. Esto es sumamente extraño. Irá a darme la gripe, mis síntomas son: fiebre, tembladera, mejillas rojas, ardor en la vista…tanta gaseosa helada iba a traerme problemas.
Deberías, tu también quitarte eso – me mira. Y yo sólo me cubro el pecho con las manos, como si ella pensara arrancarme la ropa – jajjaa…que vergonzosa eres.
Viene hacia mí, y mis piernas comienzan a retroceder.
Aun más curiosa, Claudia me distrae y de un salto me atrapa, obligándome a retirarme el polo. Entre que me quitaba la prenda, sentí sus dedos chocar con mi piel, me estremeció.
Ahora estoy totalmente avergonzada, cubriéndome con los brazos mi falta de ropa. Ella esta muy contenta y se ríe de mis reacciones.
Que tiene Claudia. O mejor aun que tengo yo.
Mi pulso se acelera.