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Stormwind por zandaleesol

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Título: “Stormwind”


Pareja: Harry/Draco


Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a J.K. Rowling, yo sólo los tomo prestados para divertirme y espero que también para entretener a los lectores, no percibo ningún beneficio económico por este trabajo.




&&&


—Buenos días Potter —dijo el rubio, cerrando la puerta, miró lo que restaba del desayuno de Harry —. Me disculpo por llegar tan temprano.

—No, está bien… no hay problema —respondió Harry mirando el estropicio que había quedado en el escritorio.


Harry tardó un par de segundos en darse cuenta de que Malfoy acababa de disculparse.


—Bueno… eh… bienvenido a la oficina —dijo Harry tendiéndole sorpresivamente la mano al rubio.


Draco algo extrañado también levantó la mano para coger la de Harry, sintió como esa mano cálida y fuerte envolvía la suya, experimentó una pequeña sacudida involuntaria que no pudo nombrar ni reconocer. La verdad era que le había extrañado no encontrar algo presumido en la expresión de Potter, ya que se trataba del “héroe”. En lugar de eso encontraba una extraña cordialidad y apreciaba un destello de inteligencia en esos ojos verdes, la palabra “peligro” le vino a la mente, pero la ignoró. Retiró la mano para cortar el contacto.


—Acabo de encontrarme a una mujer que me dijo que era tu secretaria… dijo que me ayudaría a acomodar mis cosas.


Harry sintió una punzada de fastidio, pues apreciaba mucho la intimidad que le daba esa oficina, ahora debería compartirla con Malfoy, la perspectiva no le resultaba fascinante.


—Ah… esa es Agatha, pero la verdad no me gusta que husmee mucho por aquí —dijo Harry.

—¿Pero cómo? ¿No es tu secretaria? —preguntó Draco.

—Sí… se supone que lo es… bueno al menos es lo que dice Larkin, pero la verdad es que ayuda a todos, yo lo prefiero así, no necesito a alguien que organice mis cosas.


Draco miró a Harry medio extrañado, era evidente que necesitaba un poco de orden ese lugar.


—Creo que me sentiré como un intruso invadiendo tu espacio Potter… tal vez sería mejor que le pida a Larkin un escritorio de los que están afuera —dijo Draco dando otra mirada en derredor.


Harry sintió algo de culpa y vergüenza por haber pensado hacía un segundo que perdería su intimidad.


—No, hay aquí espacio suficiente para los dos —dijo Harry, dando otra mirada al lugar —. Si hay algo que desees traer… ya sabes algo personal… fotografías cosas así, sólo hazlo, ni siquiera preguntes eres libre de hacer lo que desees en esta oficina.

—Bueno… aunque no creo que quieras tener a la vista una fotografía de mis padres —respondió el rubio.


Harry arrugó el ceño, no había pensado en que era probable de que Malfoy quisiera tener un retrato de su familia.


—Eh… bueno no creo que sean las únicas personas cercanas… tal vez quieras tener la fotografía de tu novia o esposa… si estás casado.

—No Potter, no tengo novia ni esposa —aclaró Draco —. Tampoco veo la fotografía de tu esposa por aquí.


Harry sintió algo parecido a un pinchazo, nadie aún sabía que sólo la tarde anterior su matrimonio de dos años había terminado.


—Acabo de quitarla del escritorio —dijo el moreno.


Draco lo miró algo sorprendido.


—Si lo hiciste porque venía yo… no era necesario, no tenía la intención de ofender a tu esposa.

—No lo hice por eso, no había razón para seguir teniéndola a la vista… mi matrimonio se acabó —dijo Harry con calma.


Draco abrió la boca asombrado y miró con más atención a Harry. Se dio cuenta de que un leve tinte avergonzado le había encendido las mejillas, que ahora su rostro mostraba una expresión ruda, pero completamente atractiva. La cicatriz en el mismo lugar, la mirada verde y profunda, mirada que parecía haber vivido demasiado y se erguía con cierta altivez como si esperara una burla de su parte.


—Lo siento… no lo imaginé… nos hacen creer que lo “héroes” tienen vidas perfectas —dijo Draco.


Harry no respondió, se pasó la mano por el desordenado cabello con gesto incómodo.


—No… no las tienen, aunque todos crean que sí, pero tal parece que a ti todo te ha ido muy bien —dijo Harry con tono medio picado —. Un brillante Auror con especialización en Francia.


Las palabras de Harry se estrellaron como una piedra contra el acero, encendiendo el orgullo de Draco.


—No obtuve el puesto gracias a mi fortuna o apellido… como podrás imaginar el apellido Malfoy perdió su prestigio hace bastante rato —dijo Draco sosteniéndole la mirada, maquinalmente se acomodó el pelo que le caía en las mejillas.


Harry prefirió no decir nada más, deberían compartir el mismo espacio todos los días, era una tontería comenzar a discutir por cosas que ya no eran importantes.


—No he puesto en duda tu esfuerzo ni tus meritos —contestó Harry por fin.

—No Potter, claro que no —dijo Draco con tono algo mordaz.


Draco maldijo al jefe de Aurors y a toda su descendencia por haberle puesto junto a Harry Potter. Presentía que el asunto no iba a resultar tan interesante como había supuesto el día anterior, Potter seguía siendo tan arrogante como siempre.


—Mira Malfoy… lo siento… mi comentario fue estúpido y fuera de lugar lo sé… no tienes la culpa de mis problemas —dijo Harry, mirando la carta que le había enviado su amigo y desde el día anterior ex cuñado Ron.


Draco estuvo a punto de dejarse llevar por la tentación y hacer un comentario desagradable, pero la prudencia fue una buena consejera y se abstuvo.


—Creo que deberíamos hablar un poco sobre la forma como trabajamos aquí —dijo Harry decidido a llevar la relación con el rubio por el lado puramente profesional.

—Imagino que no es muy diferente a como lo hacen en Francia —respondió Draco.

—Me imagino que no, Larkin es quien asigna los casos que se van presentando… a decir verdad son cuestiones bastante tediosas la mayoría de las veces… ya imaginarás… robos, ventas de cosas ilegales, en fin… nada excesivamente grave que nos pueda quitar el sueño.

—Entiendo —dijo Draco.

—Larkin me acaba de… nos asignó la investigación de un grupo de gente que se está reuniendo para hacer duelos, algo completamente ilegal por supuesto, debe haber oro de por medio… apuestas con toda seguridad —explicó Harry.

—Ya veo, habrá que investigar… dónde, quiénes y cuando se reúnen y atrapar al que organiza dichos duelos —analizó Draco.

—Sí, efectivamente —asintió Harry.

—Bien Potter… entonces comencemos —dijo Draco con entusiasmo.


Harry miró al rubio con extrañeza, la buena disposición que mostraba no se condecía con el hecho de que se había convertido en Auror por obligación.


—Creo que sería bueno dar una vuelta por el Callejón Knockturn para comenzar por algún lado —dijo Harry.

—Sí, pero no creo que debamos ir con estos atuendos de Aurors… no conseguiremos mucho —razonó Draco.

—Pasaremos por el “Caldero Chorreante” primero ahí encontraremos ropa apropiada —dijo Harry.

—¿Ahí? —preguntó Draco extrañado.

—Sí… ¿Recuerdas a Tom? Él me presta una habitación para cambiarme ropa cuando hace falta.

—Entiendo… es muy amable ese cantinero. Vamos entonces.


&&&


La llegada del Auror Harry Potter siempre provocaba gran expectación y revuelo en la posada “El Caldero Chorreante”, y como siempre Harry se sintió incómodo, sin embargo, saludó cortésmente a todos los que se le acercaban.


Tom el cantinero, conversaba con un grupo de magos y brujas, al percatarse de la presencia de Harry de inmediato vino a saludarlo.


—Señor Potter… es un gusto verlo… hace semanas que no se le veía por aquí.

—Hola Tom… bueno todo había estado muy tranquilo, pero ya ve no puedo dejar de venir en algún momento es necesario regresar.


El cantinero asintió con una sonrisa.


—La habitación está a su disposición como siempre —dijo Tom.

—Gracias Tom.



Draco había permanecido un poco apartado fingiendo que no oía la conversación de Harry.


—¿El joven viene con usted? —preguntó Tom dándole recién una mirada al muchacho rubio.


El rubio se limitó a inclinar la cabeza, como señal de saludo. Tom naturalmente lo reconoció, el parecido con su padre era tan evidente que no requería presentación.


—Draco Malfoy es mi nuevo compañero —dijo Harry.


El cantinero no pudo esconder su asombro ante semejante noticia. Le dio otra mirada a Draco, era demasiado extraño para él ver a un Malfoy sirviendo al lado del bien, pero sobretodo verlo junto a Harry Potter, el “Salvador”.


—Bueno Tom necesitamos la habitación para cambiarnos ropa —dijo Harry.

—Claro señor Potter… pase con toda confianza, usted ya sabe donde está.

—Gracias.


Draco le otorgó un leve saludo al cantinero y se fue tras Harry. Tom lo siguió con la mirada y cuando finalmente lo perdió de vista, se acercó al mismo grupo con el que estaba hablando antes para comentar un hecho tan asombroso como era el que Harry Potter tuviera de compañero de trabajo a Draco Malfoy, el hijo de un ex Mortífago.


Harry al llegar a la habitación se detuvo frente a la puerta. Se volvió para mirar a Draco.


—Malfoy… si te parece puedes entrar primero a cambiarte. Tengo algo de ropa extra, nada que sea de tu estilo pero creo que servirá de todas formas, espero que no te moleste usarla, será sólo por esta vez, supongo que luego podrás traer tu propia ropa.

—Esta bien Potter no hay problema.


Draco entró a la habitación y luego de dar un mirada en derredor se fijó en el armario que había en el cuarto, se dirigió hacia el y lo abrió, ahí estaba la ropa de Potter. Le dio una mirada acuciosa, no era nada elegante, definitivamente él y Potter tenían estilos diametralmente opuestos, pero sí concordaba que para el trabajo que harían esa mañana era más apropiada que los atuendos refinados que generalmente utilizaba él.


Procedió a quitarse la ropa y la fue doblando con cuidado para dejarla luego sobre una silla. Acto seguido se pudo la ropa de “trabajo” de su compañero, en la habitación no había ningún espejo donde pudiera darse una mirada, cosa que se moría por hacer. Cuando estuvo listo abrió la puerta y vio al muchacho apoyado en la pared con los brazos cruzados sobre el pecho.



—¿Bueno y qué tal me veo con tu ropa Potter? —preguntó Draco con naturalidad dando vueltas para que Harry lo apreciara desde todos los ángulos.


Harry un tanto asombrado por la actitud un tanto vanidosa de Draco lo miró con extrañeza en un comienzo, pero luego recordó que estaba frente al ser más presuntuoso que había conocido en su vida.


—Yo diría que te queda mejor que a mí.


Draco alzó una ceja con aire de suficiencia.


—Sí es cierto, no sé por que lo he dudado… hasta con harapos yo me veo bien —dijo Draco.


Harry apretó la mandíbula, no podía durar demasiado la cortesía de Malfoy.


Draco al ver la leve molestia que se dibujo en el rostro de su compañero recién se percató de que sus palabras no habían sido apropiadas. Iba a decir algo, pero Harry se metió en el cuarto y cerró de un portazo.


Cuando Harry salió otra vez de la habitación llevaba puesta una ropa bastante corriente según el parecer de Draco, pero naturalmente no iba a criticarlo, además la apariencia de Harry era totalmente diferente, tenía el cabello rojo encendido y los ojos negros una combinación poco acertada según el rubio, pensó con cierto fastidio que su compañero tenía una extraña afición por los cabellos rojos.


—Tienes que cambiar tu aspecto —indicó Harry —, me temo que tu apariencia es… demasiado Malfoy y no nos sirve para el sitió al que vamos.


Draco no hizo el menor comentario, sacó la varita de su bolsillo y cambió al instante su color de pelo. Harry pensó que el negro le sentaba bien, luego se recriminó su tontería.


Cuando salieron al callejón Diagon, nadie los tomó en cuenta, ahora eran seres anónimos en medio de la gente que caminaba en distintas direcciones. A Harry le gustaba el poder caminar por las calles sin ser reconocido, la libertad que le daba tener otra apariencia lo hacía sentirse muy relajado.


&&&


No era la primera vez que Harry tenía que recorrer el callejón Knockturn, lo hacía con cierta frecuencia cuando andaba en pos de algún criminal. Pero esta era la primera vez que lo recorría en compañía de Draco Malfoy, y le resultaba sumamente extraño. A su memoria vinieron esos recuerdos bastante lejanos de la primera vez que anduvo por ese sitio. Había sucedido a días de comenzar su segundo curso en Hogwarts, la primera vez que viajó usando polvos Flu. En esa ocasión había tragado cenizas de la chimenea de la familia Weasley y no pudo pronunciar correctamente el nombre del callejón Diagon. Terminó saliendo por la chimenea de Borgin y Burkes ubicada en ese callejón que recorría ahora.


Ese recuerdo le traía a la mente dos circunstancias que le resultaban ahora totalmente irónicas, la primera caminaba por aquel lugar con Malfoy a su lado, aquella vez le había visto entrar a esa tienda con su padre para vender artículos relacionados con las artes oscuras, y Malfoy casi lo había descubierto; y la otra, durante aquel verano había conocido a Ginny, con quien había terminado su matrimonio de dos años apenas el día anterior.


Draco sintió incomodidad al pasar junto a esa tienda que había visitado por primera vez junto a su padre cuando tenía doce años. Durante su sexto año también había estado por ahí con frecuencia, adquiriendo artículos que le permitieran cumplir con la orden de Voldemort, asesinar a Dumbledore para salvar a su familia. Ese recuerdo era odioso como tantas otras cosas de su pasado.


Harry le dio una mirada de soslayo a su compañero, se preguntó si el pasar cerca de esa tienda le había traído recuerdos al igual que a él. De seguro que sí, pero no quiso hacer comentario, de seguro a Malfoy esos recuerdos no le resultaban nada gratos.


**********

Draco comenzaba a tener serias dudas con respecto a que su compañero tuviera claro hacia donde se dirigían, aunque parecía caminar con bastante seguridad. Finalmente se detuvieron en una posada de aspecto bastante deteriorado cuya existencia Draco ignoraba. El lugar en cuestión no tenía aspecto muy decente, de seguro que estaba repleto de criminales pensó el muchacho rubio.


—¿Está pensando entrar en ese sitio?


Harry recién miró a su compañero y sonrió maliciosamente.


—¿Asustado Malfoy?


Draco dejó escapar un resoplido molesto.


—¿Por qué iba a temer Potter, estoy con el “Salvador” —dijo Draco con tono picado.


Harry no hizo caso del comentario, dio una mirada en derredor y luego se dirigió hacia la entrada del local.


El lugar tenía un olor nauseabundo que hizo que a Draco se le revolviera el estómago, pero claro que hizo todo lo posible por disimularlo, si se quejaba Potter diría que era delicado, y no quería ser humillado por el héroe.


Harry enfocó la vista para buscar un lugar donde sentarse, había poca gente a esa hora, no estaba seguro de que eso le sirviera de algo. Pero de todas formas pondría atención, aquel sitio era ideal para averiguar cosas, la gente que transitaba por ahí no se cuidaba mucho y a veces se podían oír conversaciones más menos interesantes que aportaban datos para detectar algún delito. En realidad en ese sitio abundaban los sujetos raros que andaban en pos de algún nuevo negocio ilegal, de seguro ahí sabría algo de aquellos duelos ilegales donde corría mucho oro.


—¿Qué vas a beber? —preguntó Harry al rubio una vez que ya se habían sentado.

—Nada… lo último que haría sería beber algo de este sitio…

—Tendrás que beber algo… sería sospechoso que sólo nos sentáramos aquí a mirar a todos estos sujetos, estamos de incógnito no lo olvides.

—Pide lo que quieras Potter, pero yo no voy a beber…

—¡Maldición! No me llames por mi nombre… si quisiera que me reconocieran no hubiese venido con este disfraz. Estás olvidando una regla de oro.


Draco sintió rabia, era cierto y le enfurecía parecer inepto a los ojos de Potter.


De pronto un sujeto de aspecto temible se acercó a la mesa.


—Buenos días… señores… ¿Se les ofrece algo para beber?


Harry lo miró con una sonrisa medio irónica.


—La verdad andamos en busca de algún buen negocio, pero si nos quiere ofrecer algo de beber no lo rechazaremos.


El hombre sonrió mostrando una corrida de dientes amarillos.


—Bueno aquí encontraran a muchos deseosos de hacer un buen negocio.

—La verdad andamos buscando un negocio especial, diferente, algo que nos haga ganar mucho oro… por supuesto que estamos dispuesto a invertir generosamente —dijo Harry con tono ladino.


El hombre lo miró desconfiado.


—Nunca los había visto antes ¿Están de paso o piensan quedarse un tiempo?

—Aún no lo hemos decidido, de haber algo interesante pues nos quedaríamos sin problema.


El hombre no respondió enseguida, volvió a mirar en derredor.


—Sí vienen a eso de las diez de la noche tal vez puedan entrar a un negocio nuevo, en el callejón del costado hay una puerta roja, esperen ahí y yo les abriré.

—Bien —dijo Harry.

—¿Qué van a tomar? —dijo el hombre.

—Lo mejor que tenga para ofrecernos —dijo Harry.


El hombre sólo asintió con la cabeza y se alejó. Al poco regresó con dos copas de “algo” que tenía la consistencia del barro, a Harry le recordó la poción Multijugos.


Draco miró con evidente asco el contenido de la copa, pero se animó a beber al ver que Harry lo hacía como si tomara un jugo de frutas. Debió apelar a toda su fuerza de voluntad para tragar aquello, el sabor era repugnante tanto como el aspecto, sin embargo no quería ser víctima de la burla de Potter, estaba seguro que hacía todo eso a propósito, no había necesidad de beber nada en aquel sitio, la información que necesitaban ya la habían obtenido.


Harry disfrutó en grande al ver que su compañero hacía esfuerzos por beber aquella cosa repugnante y no mostrar la menor emoción, esperaba no terminara en San Mungo por causa de esa porquería que acababan de beber.


**********


Era de noche y llovía con inmutable persistencia. La cortina de agua cortaba el alcance de los faroles y había convertido el callejón en algo muy semejante a un túnel. Desde una posición estratégica dos Aurors espiaban la entrada del callejón para contabilizar el número de personas que desaparecían por el estrecho callejón que estaba a un costado del local que habían visitado por la mañana. Hasta el momento sólo unos pocos habían entrado al callejón, parecía que no cualquiera entraba al negocio, eso le hizo pensar a Harry que debían tener cuidado, con demasiado facilidad el sujeto los había aceptado, tal vez sospechaba que eran Aurors que andaban de incógnitos. Sería un buen cartel para cualquiera cargarse a dos Aurors, era mejor ir despacio con el asunto.


—¿Y bien Potter hasta cuándo estaremos aquí bajo esta agradable lluvia?

—El tiempo que sea necesario Malfoy.

—¿Qué te pasa? ¿A caso no quieres averiguar que tipo de negocio tiene montado ese sujeto?

—Claro que sí, pero no sé… se me hace raro que nos invitara a participar así de buenas a primeras.

—Sí, pienso lo mismo, fue demasiado rápido tal vez presentía quienes éramos.

—Por eso quiero observar quienes entran, hasta ahora no he visto a nadie que conozca.


Draco esbozó una sonrisa burlona.


—Es lógico Potter, con esta lluvia y esos anteojos es de esperarse que no veas nada.

—La lluvia no es problema y mis ojos tampoco lo son. Me hicieron un tratamiento en San Mungo hace dos años, veo perfectamente Malfoy.


Draco miró al moreno con extrañeza.


—¿Y por qué sigues usando esas gafas Potter?

—Las usé toda mi vida, son parte de mí… cuando me las quité sentía como si me hubiesen cortado un brazo, tuve que volver a usarlas aunque ya no las necesito.


Draco estaba a punto de decirle a Harry que era lo más extraño que había oído pero se detuvo abruptamente, justo se abría una puerta de aquel estrecho callejón y dos sujetos de mal aspecto salían de una vivienda, las luz del interior se proyectó sobre la pared iluminando las figuras de los dos Aurors. Draco de inmediato aprisionó a Harry contra la pared, para simular una situación íntima. Los dos sujetos que salían del interior rieron descaradamente y lanzaron comentarios vulgares mientras se alejaban hacia la salida de la callejuela. Durante unos cuantos segundos Draco permaneció cargado sobre el cuerpo de Harry, que a pesar de comprender la intención del rubio no dejó de sentir cierta incomodidad, aumentada por las palabras de los sujetos que se alejaban, sentir la respiración de Malfoy en su cuello no era algo que lo hiciera sentir grato.


Draco no pudo evitar que volviera a su mente de forma traicionera aquella imagen de Potter vistiendo aquellos calzoncillos tan ceñidos, reaccionó justo a tiempo apartándose y dejó caer una frase que a Harry le sonó extraña.


—Coco… tú cabello huele a coco Potter.


Harry sin reaccionar del todo miró al rubio con asombro, era la primera vez que alguien le hacía notar el aroma de su cabello, ni siquiera Ginny lo había hecho jamás.


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