La luz de la luna entraba por la pequeña ventana de madera de la habitación, dando un tinte blanco a todo lo que estaba allí dentro. La cama de una plaza y media se veía resplandecida por la suave luz blanca y junto a ella las sombras de los que descansaban allí. La luz de la luna dibujaba sombras sobre las dos armaduras que posaban en un rincón de la habitación. Se sentó en la cama y se pasó las manos por los ojos, otra vez había tenido aquella pesadilla que tanto le asustaba, pero esta vez no le despertó su acompañante, despertó solo y menos agitado, ya que en la pesadilla un valiente caballero de ropaje verde llegaba a su rescate, pero este se desvanecía de la nada. Se levantó en completo silencio y se colocó su calzado, salió de la habitación a puntillas de pies para ir al baño a lavarse la cara.
Llevaba más de una semana con aquellas pesadillas y desde hacía dos días en ellas aparecía un caballero de armadura verde, como los de las leyendas de Asgard, con una espada que brillaba con intensidad en su mano y una capa que lo cubría totalmente. Emocionado le veía luchar casi a ciegas contra el feroz oso, salvando a su padre de la última arremetida. El caballero siempre terminaba dándole su merecido a aquel oso, clavándole la espada en el pecho, la sangre siempre llegaba hasta el incluso y a su padre, que veía todo con gran sorpresa. Pero el sueño se trasformaba en pesadilla después de eso, cuando el joven caballero de armadura verde se acercaba a él, su cabeza estaba tapada por un sombrero oscuro y parte de la capa, cuando este se le acercaba siempre desaparecía junto a todos los que les rodeaban y lo envolvían en una gruesa oscuridad y nadie respondía a su llamado.
Después de lavarse la cara deambulo por la casa sin ningún otro motivo en mente, se sentó en el sillón más amplio y vio detenidamente una fotografía algo vieja, en ella había dos niños, una niña y un anciano, reconoció en la foto a su protector y a la chica que atendía la casa, por intuición propia supo que el anciano era el maestro de su defensor. A su pensar, los miembros de esa fotografía formaban una familia, no una convencional, pero lo eran, actuaba como padre el anciano y de hijos los tres niño, quizás una madre en esa situación no era necesaria, debido a que los dos infantes de la fotografía debían entrenar gran parte del día.
Recordó a su familia biológica con una sonrisa, su madre era cariñosa con el casi a todo momento, era su niñito especial, su consentido, de noche ella le solía leer un cuento antes de dormir, de día ella la pasaba solo con él, jugando en el gran pateo de la casa, haciendo carreras y hasta le ayudaba a estudiar los libros de sus maestro. Su padre era el hombre de la casa, él era quien más admiraba, siempre serio, siempre elegante y era amable, los pocos sirvientes que tenían sentían mucho aprecio por él, su padre era el ejemplo a seguir perfecto, era buena persona, inteligente, bondadoso y humilde, una vez al año juntaba toda la ropa vieja que tenía para dársela a los más necesitados de un pueblo cercano. No pudo evitar dejar caer una lágrima al pequeño retrato que tenía en sus manos, en cierta manera le recordaban a su familia.
Volvió a la habitación y vio en el mueble al lado de la cama su cinturón, aquel que le dio su padre para su cumpleaños, aquel que hacia un par de días fue mandado a pulir y que ahora relucía en un brillo plateado. Lo tomo con cuidado y toco el cuero detrás de la hebilla, se sentía como nuevo, como cuando su padre se lo regalo. Le dejo en su lugar y volvió a la cama, inmediatamente de recostarse fue abrazado posesivamente por los brazos del pelinegro, se reconforto ante aquella muestra de cariño, se acurruco entre en la cama y cerro sus ojos para seguir soñando.
El sol de la mañana lo despertó, era un día soleado, como los últimos cinco días, podía sentir una suave humedad en el aire, se sentó en la cama y miro por la venta, en el cielo había nubes oscuras que anunciaban una tormenta para el día siguiente, podía sentirlo. Miro por toda la habitación, percatándose de que las dos armaduras que la noche anterior yacían en un rincón ya no estaban. Salió de la habitación y a paso lento avanzo por la caza, llego hasta la cocina donde en la mesa había un pato con un líquido lechoso y blanquecino que emanaba un vapor caliente y un plato a su lado con dos masas alargadas. Se sentó a desayunar y miro por la ventana como el viento suave movía a los árboles, otra cosa nueva a la que se había acostumbrado desde su despertar en aquella pequeña casa que llamaba hogar.
Se había tenido que adaptado a muchas cosas en las últimas semanas, todo lo que alguna vez conoció ahora se encontraba solo en sus recuerdos. Ahora conocía el suave sonido del viento, días de sol con nubes blanquecinas, la lluvia de verano, el agua de una cascada corriendo a gran velocidad, pastos verdes, arboles altos de llenos de vida con hojas de diferentes tamaños, formas y hasta algunas con olores, conoció frutos nuevos que en Asgard jamás vio, algunos coloridos, otros con buen sabor, conoció comidas nuevas, músicas diferentes, aprendió de las estrellas, más de aquello que veía siempre en el cielo. A pesar de su largo tiempo allí aun solo confiaba en una persona, aquella que lo llevo hasta allí, que con paciencia le enseñaba las cosas rutinarias y que le acompañaba a todas partes desde su despertar aquella mañana.
Después de desayunar salió de la casa y camino por un pequeño sendero hasta un campo, se adentró a él, luego se sentó frente a un banco que había cerca con una gran canasta que ahora se encontraba llena de lo que era la cosecha del día. Suspiro calmado y luego bostezo, estaba a punto de dormirse de nuevo cuando sintió una mano en su hombro, miro hacia atrás y vio al pelinegro sonriéndole.
-Buenos días dormilón ¿Cómo amaneciste hoy?- le dijo revolviéndole el cabello.
-Bien- dijo sonriéndole.
-Me alegro ¿quieres ayudarme a cosechar?- le pregunto amablemente.
-¿enserio puedo ayudarte? ¿No hay nada peligroso?- pregunto sorprendido por la pregunta del pelinegro, recordando que en las últimas semanas no se le permitir hacer nada, no podía salir solo porque podía perderse, no podía meterse al rio por que podría resbalarse por el musgo al fondo, no podía acercarse a los animales de la zona porque eran peligrosos.
-No existe peligro entre las plantas de una cosecha.
-Digo, porque ayer no me dejaste acercarme a unos ciervos.
-Están en época de apareamiento, en este momento son peligrosos, cuando pase podrás acércateles Phenril.
-¿Qué hay de diferente en ellos en época de apareamiento?- pregunto intrigado, lo que vio ayer no le vio diferencia alguna con los que vio en Asgard cuando cazaba con los lobos.
-Veamos, en época de apareamiento los machos compiten entre sí por las hembras disponibles, pelean por quién se quedara con la hembra, son agresivos y pueden atacarte si te les acercas, cuando se pase esta época puedes acercárteles e incluso tocarlos- le dijo mirándole seriamente.
-¿Y el ave del otro día?
-Era un cernícalo del Amur, es carnívoro y peligroso, te pudo haber atacado si te le acercabas.
-¿Qué es carnívoro?
-Es un animal que se alimenta de carne solamente, como los lobos.
-A veces comían raíces- aclaro- no son carnívoros.
-Posiblemente cuando el alimento escaseaba, porque cuando el alimento es poco o casi nulo los animales son capaces de devorar hasta lo inimaginable, posiblemente tú le facilitabas algo de comida cazando, en todo caso en épocas de poco alimento te hubieran devorado- le sonrió.
-No serían capaces de eso- dijo molesto- ellos eran mi familia.
-Hace unos años atrás, un investigador de osos siempre les filmaba y hasta pasaba días con ellos, un día, cuando una marejada acabo con lo que tenían de alimento los osos, unas valla silvestre creo, mataron al investigador, se suponía que los osos eran amigos del investigador, pero por hambre le mataron, Phenril, ¿entiendes a donde quiero llegar?
-No- dijo secamente- ellos eran mi familia, ellos me salvaron, nunca me harían daño.
-Está bien, los lobos que conoces a ti no te harían daño, pero otros animales que no te conocen si, los carnívoros tienen ese instinto de supervivencia de matar por alimento.
-¿Por qué no le llevas a la reserva herbívora?- dijo una vos femenina tras de ambos- si quiere conocer animales allí encontrara muchos que no le harán daño.
-¿Qué es herbívoro?- pregunto mirando inocentemente.
-Animales que se alimentan de cosas que dan plantas únicamente, como las hojas, frutos, semillas, raíces y tallos- respondió la muchacha.
-¿Cómo nosotros?- pregunto señalándose.
-Nosotros somos omnívoros Phenril- aclaro el japonés- comemos alimento que proviene tanto de animales como de plantas.
-Comemos animales y plantas- dijo mirando la plantación que tenía adelante.
Shiryu se agarró la cabeza y sonrió, en las últimas semanas esa escena se vio muy habitual, cada cosa nueva que el Asgardiano aprendía, este con sus propias palabras la retrataba. La muchacha miro la escena y sonrió, se tapó la boca para reír disimuladamente, ya se había acostumbrado a la escena que ambos montaban, normalmente en casa, era una de las cosas que le agradaba al Asgardiano, además del hecho de que todas las comidas que preparaban eran las comidas favoritas de Phenril. El Asgardiano miro sobrecogido la situación, no entendía que acababa de decir y porque de la mirada de los que le rodeaban, ciertamente había cosas que no entendían de los seres humanos, a pesar que Shiryu se la pasaba explicándole cosas para poder mantenerse en el que ahora era su hogar y él las explicaba a su manera, lo que sí, jamás él estaba equivocado en lo que decía, según el Dragón, sino que solo necesitaba ver las cosas de otro punto de vista, o al menos eso fue lo que le dijo el de caballera negra.
Phenril volvió su vista al campo y vio un pequeño animal que correteaba por los plantíos, sin dudarlo un momento salió corriendo tras el para atraparlo, lo que no tardó mucho en hacer, cuando lo tuvo firmemente entre sus brazos fue y lo mostro a la pareja que miraba muy impresionados con su accionar.
-Adivino, es peligroso- dijo con enfado.
-Una liebre no es peligrosa Phenril- le corrigió Shiryu- lo que me sorprendió fue tu rápido accionar.
-Soy un lobo después de todo- dijo sonriendo con picardía.
Shiryu perdió su sonrisa y miro fijamente, se cruzó de brazos y se acercó a él con una mirada seria y de enojo, Phenril miro al pequeño animal y comenzó a acariciarlo lentamente, Shiryu le quito el animal y le levanto el rostro- ¿Qué te he dicho acerca de creerte un animal Phenril?
-Que no lo soy a pesar que me creí como uno- dijo mirando al suelo.
-Phenril, quiero que entiendas, está bien que te hayas criado entre lobos pero eso no te hace uno, eres un ser humano, un hombre, no eres un lobo antropomorfo ni nada por el estilo, eres una persona, eres muy diferente a los animales.
-Ya me lo has repetido muchas veces- dijo mirando resentido- Yo me he desarrollado como animal…
El caballero de Dragón le devolvió la libre a las manos del dios guerrero y le tomo del brazo- Ven- Le llevo hasta una parte baja de la cascada donde había cientos de animales bebiendo el agua que caía de la cascada y seguía por un rio muy ancho, el caballero de Athena le comenzó a señalar cada animal- ¿Qué tiene ese venado que tengas Tu?
-Ojos- dijo mirando con picardía.
-Pero sus ojos son distintos a los tuyo ¿Qué más?
-Orejas.
-Ellos las tienen en punta y la nuestra es muy diferente ¿Qué otra igualdad vez?
-La boca.
-Ellos tienen hocicó Phenril, como todos los animales, el hocico les ayuda para poder comer, nosotros no tenemos hocico, tenemos boca ¿alguna otra igualdad?
-¿Por qué me pones a comprar con un venado? Yo fui criado por lobos- dijo mirándole con enojo.
-Los lobos y los venados pertenecen a nuestro mismo orden, los mamíferos, pero en vez entre nosotros y ellos hay muchas diferencias, quiero que entiendas, tú no eres un animal, al igual que los lobos y los venados, por dentro, nuestros cuerpos son idénticos, dos pulmones, riñones, estómago y todo lo que se te ocurra tenemos, pero por fuera tenemos otras cosas, tenemos una mejor visión, un oído de mucha percepción, inteligencia, podemos sentirle sabores a las comidas, mira a ese pequeño que tienes en tus brazos ¿Qué tienes tu que él no tenga?
Phenril miro a la liebre que tenía en sus manos, poseía una mirada tierna y unos enormes dientes que sobresalían, la miro detalladamente y se comparó así mismo- sus ojos son oscuros, tiene dos grandes dientes, sus orejas son hacia arriba, tiene uñas largas, su pelo es blanco y no tiene pulgares.
-Vez, entre los animales y nosotros, los seres humanos, hay muchas diferencias, cada diferencia es algo que nos hace especiales ante el resto, ¿de qué color son tus ojos Phenril?
-Según tú, de un lindo naranja.
-Un lindo naranja si, ¿De qué color los tiene el conejo?
-Negro.
-¿entiendes a donde voy con todo esto?
-Creo que si- dijo pensante- no soy un animal por más que fui criado como uno ¿puedo ser un lobo antropomorfo?
-Tú no te trasformas en lobo o en un mitad hombre mitad lobo de noche ¿O sí?- dijo mirándolo dulcemente.
-No.
-¿Entonces?
-No lo soy.
Shiryu se acercó a él y le abrazo- Tu eres único y especial, eres un ser humano con ciertas habilidades que desarrollaste gracias a tu vida con los lobos, pero no eres un lobo ¿entendiste pequeño?
-Si… ¿me puedo quedar con la liebre? Como mascota, tú dijiste que cuando me sintiera listo tendría mascota.
-Claro, vamos a casa, ya debe ser hora de almorzar.
-Gracias- dijo el lobo del norte sonriendo- ¿Dragón?
-Dime- dijo el pelinegro sonriéndole.
-¿Tengo lindos ojos? O ¿solo lo dijiste con otra intención?
-Tienes un lindo color- le sonrió- es un color muy anormal…
-¿anormal?- pregunto mirando con desilusión- entonces…
-No lo tomes como algo malo, es un color extraño y hermoso, único, eso te hace un chico muy especial- dijo reconfortándole y luego le abrazo.
-¿te gusta mi color de ojos?
-No me gustan, me encanta, tienes unos ojos hermosos- dijo sonriéndole abiertamente- vamos a casa.
Los dos regresaron hasta la pequeña casa y se sentaron en las sillas del comedor, miraron a la cocina, allí Shunrei se encontraba picando verduras para la comida. Phenril se detuvo a mirar cada cosa de la habitación, a pesar que vivía allí desde hacía un mes aun no memorizaba que tenía aquel cuarto y recordó la fotografía, se levantó y fue hasta donde estaba el pequeño portarretratos y lo tomo, volvió a la mesa y se lo mostro al caballero de dragón.
-¿Quiénes son?
-La pequeña es Shunrei- le señalo sonriendo el pelinegro- este de aquí soy yo.
-Ya lo sé, los reconocí, pero ¿Los otros dos?
-El anciano, como debes suponer, es mi maestro, el anciano de cinco picos ¿quieres que te cuente una anécdota que se?
-Dime.
-Mi maestro venció a un antepasado de Alberich, Alberich décimo tercero y yo vencí a Alberich decimonoveno.
-¿Cuántos años tenía tu maestro?
-Tiene, por designios de Atenea él está vivo en el santuario, ahora tiene 262 años y se ve muy diferente a la foto.
-¿Cómo se ve ahora?- pregunto intrigado.
Shiryu fue hasta un mueble del comedor de donde saco un manojo de cartas, busco una en especial y luego la saco, le quito al sobre su contenido y se acercó sonriendo- este de aquí, el séptimo contando de derecha a Izquierda.
-Se ve muy joven, como de mi edad- dijo sorprendido el Asgardiano- ¿Quiénes son los demás?
-De derecha a Izquierda, el primero, cabello color Lila es Mu de Aries.
-¿Por qué tiene esos puntitos en la frente?- dijo marcando los llamativos puntos en la fotografía.
-Él es el último descendiente de una civilización antigua, los Mu, esos puntos simbolizan a que civilización pertenece, el repara armaduras.
-¿Quién es el grandote? Parece Tholl- dijo recordando a su camarada.
-Él es Aldebarán de Tauro, como la estrella, le sigue Saga de Géminis, después esta DeathMask de cáncer…
-¿ese es su nombre?- pregunto asombrado.
-Así se ha hecho llamar, después esta Aioria de Leo, le sigue Shaka de virgo…
-¿Por qué tiene un puntito rojo en la cabeza?
-Es budista, es algo de los provenientes de la india, esta mi maestro Dohko de libra, sigue Milo de escorpio, Aioros de Sagitario, Shura de capricornio.
-Me suena familiar- dijo mirando con intriga la fotografía- no su cara, el nombre.
-¿Shura?- pregunto mirando con intriga al Asgardiano-¿Cómo puedes conocer a Shura? Él ha estado trece años en el santuario, tú has estado doce años en medio delos bosques de Asgard, no hay forma que se hallan conocidos.
-Ya recuerdo, en nuestra batalla, tú dijiste eso como grito de batalla.
-¿grito de batalla?
-Sí, te estaba pisoteando la cabeza y tú de pronto gritaste Shura…
-¿Pateándole la cabeza?- dijo la joven acercándose a la mesa.
-Sí y cuando grito Shura, se levantó y comenzó la verdadera batalla entre ambos- dijo emocionado Phenril-¿Por qué dijiste eso?
-Recordé en ese momento su promesa o sus últimas palabras como quieras llamarle, que fueron “Shiryu protege a la princesa Athena”
-¿Y tú le pisabas la cabeza?- dijo indignada la muchacha.
-Estábamos en guerra Shunrei, el solo cumplía órdenes- dijo Shiryu calmado- él ahora sabe que el bueno soy yo.
-Mi orden era acabar con todo santo de Atenea que pasara por mi cascada…
-¿Cascada?- dijo sorprendida.
-Cascada congelada- digo con orgullo- nadie tenía que pasar de ese punto, el muy ingenioso logro vencerme.
-A veces el ambiente te puede proporcionar herramientas inesperadas- dijo sonriendo el pelinegro- Shunrei prepáranos algo para merendar después del almuerzo, iremos a la reserva.
-Iré con ustedes, no serán los únicos que se diviertan hoy- dijo sonriéndoles.
-¿Qué animales herbívoros hay en esa reserva?- pregunto intrigado el Asgardiano.
-Osos panda- comento la china.
-¿osos?- dijo sorprendido el de ojos naranja.
-Sí, son lindos, deberías verlos- dijo sonriendo de par en par.
-¿Ya está el almuerzo Shunrei?- pregunto Shiryu interrumpiendo.
-Voy a ver, ya regreso- dijo sonriente y se fue.
-Tranquilo, son inofensivos, no te aran daño y si te dan miedo, yo estaré contigo para protegerte.
-¿Son carnívoros o herbívoros?- pregunto mirando con timidez al caballero de cabellos negros.
-Son herbívoros, comen plantas, a pesar de ser osos.
Continuara