Matt había esperado a Mello como todos los días en la entrada de su casa, pero no fue sino hasta que su mamá Jean le dijo que ya se había ido que supo que había salido mucho antes. El comportamiento de Mello era extraño y supuso que algo tenía que ver con su nueva novia Marie, tal vez había dejado algo abandonado a su hermano aquella semana, debía de hacer algo para compensárselo. Tomó la bicicleta y se dispuso a ir a la escuela, no tenía caso buscarlo a esa hora, ya iría por él a la salida y podrían tener una tarde de hermanos como solían hacerlo.
El día transcurrió con normalidad, en la escuela pública todo era muy diferente que en el lugar donde Mello estudiaba, la personalidad de sus compañeros le parecía más ligera que los compañeros del rubio, aunque podía ser solo su imaginación. Durante el día asistió a sus clases normales, así como la clase de deporte donde siempre gustaba de jugar basketball, era uno de sus deportes favoritos pero en realidad se consideraba bueno casi en cualquier otro; Matt además era un estudiante excelente y ejemplar que gustaba de ayudar a sus compañeros cuando no entendían sobre algún tema.
Todos estos aspectos eran parte de la vida del pelirrojo, le gustaba ayudar a los demás y ser un buen estudiante, pero a pesar de ello siempre había sido algo solitario con excepción de su hermano Mello, fuera de eso no tenía muchos amigos con quienes pasara su tiempo; sin embargo todo eso cambio al conocer a Marie.
Aquel día en que las dudas asaltaban su cabeza Matt pedaleó con fuerza por la calle, llegando por muy poco a atropellar a la chica de cabellos negros, pero en el último momento logró dar vuelta a la bicicleta evitándola pero llevándolo a él directo al pavimento.
Ella había ido a auxiliarle de inmediato y él supo cuando vio esos grises ojos que aquella chica era especial. Desde ese día ambos habían quedado de verse varias tardes a la semana hasta que al fin a la segunda semana él le había pedido ser su novia a lo que gustosa aceptó.
Casi acababa el día de escuela mientras él seguía rememorando aquellos primeros días de su noviazgo con Marie, ella era dulce y graciosa, sentía que a su lado el tiempo no pasaba, en verdad que le gustaba mucho y ella parecía gustar también de él. La campana lo sacó de sus pensamientos y se dispuso a guardar con rapidez sus cosas, colocarse de nuevo la bufanda para el frío y apresurarse si quería alcanzar a Mello antes de irse de la escuela privada, por lo que subió a la bicicleta estacionada afuera y pedaleó con fuerza.
El aire gélido le dio en la cara así que se reacomodó la bufanda para taparse un poco. Aquel era el primer día del mes de Noviembre y además del clima frío parecía que fuese a llover pues el cielo mostraba unas nubes bastante oscuras. Unas calles adelante pasó por la otra escuela pública donde Marie estudiaba y la vio parada justo en frente esperándolo en la acera.
-¡Hola Marie! – saludó él con alegría al tiempo que frenaba la bicicleta.
-Hola cariño – dijo ella melosamente mientras le daba un beso en la mejilla – ¿qué tal hoy?
-Nada nuevo – dijo encogiéndose de hombros – pero sabes, Mello hoy no me esperó para llevarlo a la escuela, temo que pueda estar molesto ¿te molestaría si hoy voy un rato con él? Pasaré a verte por la tarde.
-Claro, no hay problema cielo, iré entonces con unas amigas al parque y te veré más tarde.
-Perfecto, te veré luego – comenzó él de nuevo con su ruta pero antes de hacerlo ella depositó otro beso en su mejilla.
-Te quiero – soltó ella justo después y él mirándola con algo de sorpresa no supo muy bien que contestar así que no lo hizo, haciendo como que no la escuchó siguió su viaje.
Era extraño todo lo que estaba pasando, Marie era una chica tan linda y sin embargo él nunca le había dicho que la quería, de hecho era la primera vez que ella lo decía y por otro lado jamás se habían besado, más que aquellas demostraciones de cariño en la mejilla. Pensaba que quizá era cuestión de tiempo y conocerse para que pronto tuvieran una relación más estrecha, tal vez debería hablar más con Mello sobre ese tipo de cosas, después de todo eran confidentes y hermanos, debía compensarlo por tenerle tan olvidado y no haberle contado antes.
Poco más adelante estaba la escuela privada y apenas la vislumbró notó esos rubios cabellos esperando a la entrada de la escuela.
-¡Mello! – gritó levantando una mano mientras terminaba de acercarse, el aludido volteó a mirarle con sorpresa, pareciera que no esperaba verlo en ese momento.
-¿Matt? – preguntó aún con sorpresa.
-Pues claro ¿a quién esperabas? - saludó el pelirrojo alegremente - Vamos te llevare a casa y podremos jugar algo divertido hoy - el chico hizo espacio atrás de la bicicleta para que Mello subiera pero este no lo hizo.
-Ehm… verás Matt es que…
-¡Ya regresé! - en ese momento Eli llegó abrazando efusivamente al rubio y plantándole un amoroso beso en los labios a lo que el chico de la bicicleta se quedó pasmado, sabía que ellos dos eran amigos, ¿pero cuando había sucedido aquello?
-Oh, cielos - Eli enrojeció al mirar a Matt - lo siento mucho Mail no te vi, que pena me da - ella realmente parecía apenada, al parecer era tanta su emoción de ser la nueva novia de Mello que no se detuvo a mirar alrededor.
-Ehm… hola Eli - Matt simplemente no supo que más decir, luego miro a Mello con expresión de preguntar ¿cuándo paso esto?
-Matt, ya conoces a Eli, veras ella es ahora mi novia - todo aquello lo dijo el rubio sin mirar al chico pelirrojo que tenía en frente, no podía hacerlo, era como si se sintiera avergonzado, aunque realmente no tenía por qué sentirse así. El aludido simplemente miró a uno y luego a otro con incredulidad, hasta que un momento después notó el silencio incómodo.
-Oh, pues… ¡qué bien! Felicidades, eso es genial - intentó que sonara “genial” pero algo le decía que su tono no era precisamente de emoción.
-Y pues hoy teníamos pensado hacer algo juntos, lo lamento no pensé que pasarías hoy, creí que verías hoy a Marie.
-Bueno, lo haría pero… - no supo que decir, se sentía algo desplazado a decir verdad, de hecho justo empezaba a entender como era que Mello debió sentirse cuando él mismo le presentó a su novia y no era agradable - bueno creo que debo irme, supongo que te veré luego - dicho eso tomó la bicicleta y se alejó.
Mello vio como aquel chico que, debía decirlo, amaba, se alejaba por aquel camino dejándolos a ellos atrás, sabía que lo que acababa de pasar era incómodo y sabia también que algo entre ellos dos se había roto, parecía que ambos hubieran defraudado la confianza del otro pero no sabría explicar exactamente el por qué; después de todo ambos eran adolescentes, ambos estaban experimentando cosas nuevas, pero también era cierto que ambos siempre habían sido la persona más importante para el otro y al ocultarse algo tan importante parecía que eso hubiese desaparecido.
-Quizá eso sea lo mejor - dijo Mello en un susurro.
-¿Que dices Mello? - pregunto extrañada Eli.
-No es nada - dijo el depositando otro pequeño beso en sus labios - solo pensaba algunas cosas. Vámonos ya, quiero invitarte a esa nueva fuente de sodas, te encantará la nueva malteada que venden ahí.
-¡Claro! Adoro las malteadas - ella tomó su mano y caminaron juntos por la acera, más de una chica de la escuela los miró con rabia, el rubio era bastante popular en la escuela ya fuera por ser el capitán del equipo de football o porque empezaba a ponerse bastante apuesto, eso sin mencionar que ese día se había esmerado en su arreglo y aquella coleta le daba un aire más maduro.
La chica caminó gustosa ajena a aquellas miradas envidiosas y aquel chico al que le sostenía la mano solo pudo mirar una vez más hacia el lugar donde la bicicleta se había perdido con aquel pelirrojo, sabía que a partir de ese día las cosas nunca más volverían a ser iguales.
oooOOOoooOOOooo
La tarde se estaba poniendo fría y algunas nubes negras comenzaban a nublar el poco sol de aquel día, el pelirrojo pedaleo con fuerza hasta que su bufanda se cayó, aquella bicicleta había sido su escape en muchas situaciones y al parecer lo seguía siendo. Su corazón latía rápido, tuvo una extraña sensación de deja vu, tal vez fuera como aquel día que conoció a Marie, ella apareció justo en un momento como ese, en que algo relacionado a Mello lo había confundido, sin embargo esta vez no quería verla, no la quería cerca, quería estar solo.
Sentía que no podía contarle a nadie lo que le pasaba, ni siquiera sabía si podía poner en palabras lo que le estaba ocurriendo, era una sensación de vacío, algo parecido a la tristeza o a la decepción y aunque nada de lo que había pasado era realmente algo malo en verdad no lograba entender porque le enojaba tanto. Solo podía pensar en Mello, sus risas, sus juegos juntos, aquellos momentos en que el rubio le contaba con tanto entusiasmo las cosas que le ocurrían a diario en la escuela.
Parecía que había sido ayer cuando Mello le contó sobre aquel primer día en que lo hicieron capitán del equipo, él mismo había saltado sobre la cama con alegría mientras Mello le contaba lo emocionante de aquel día; hacía apenas unas semanas que habían librado una guerra de almohadas, todas aquellas cosas las añoró y las extraño, esos gestos infantiles que los caracterizaban tanto. ¿Cuándo se habían vuelto ambos tan grandes? ¿Cuándo habían comenzado a pensar en las chicas? ¿Cuándo habían decidido dejar los juegos y risas de niños para convertirse en adolescentes? y es mas ¿cuándo Melllo había crecido tanto que incluso se besaba con su novia? ni siquiera él mismo se había besado con Marie.
Siguió pedaleando pensando en todo esto y en ese momento sintió una gotita rodar por su mejilla, pensó que había comenzado a llorar pero en ese momento el cielo trono y la lluvia comenzó a caer sobre él. Tuvo que detenerse en una parada de autobús para cubrirse de la lluvia, la casa de Marie aún estaba lejos y a decir verdad no quería verla en ese momento, así que agradeció la lluvia, así podría poner un pretexto para no llegar.
Miró alrededor y notó la soledad de la calle, siempre había sido nostálgico en cuanto a las lluvias, le recordaban las noches con su difunta abuela cuando era muy muy pequeño. Aun sentía aquello en el pecho y le lastimaba, le dolía bastante, tenía que sacarlo. Sintió algo en su pantalón y recordó que tenía consigo aquel reproductor, lo saco y se colocó los audífonos para luego escoger la canción, sabía que le venía en ese momento así que al encontrar la pista correcta dio play y comenzó a cantar, finalmente nadie lo escuchaba.
-When I look into your eyes I can see a love restrained, but darlin' when I hold you, don't you know I feel the same….Cause nothing lasts forever and we both know hearts can change, and it's hard to hold a candle in the cold November rain - Matt sintió la opresión en su pecho salir de a poco conforme su voz entonaba a los guns n roses con aquella canción tan atinada a su sentir.
-We've been through this such a long long time just tryin' to kill the pain… but lovers always come and lovers always go, and no one's really sure who's lettin' go today...Walking away… - para ese momento de la canción las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos sin parar pero no podía detenerse, no ahora que le estaba viniendo aquella certeza.
-If we could take the time to lay it on the line I could rest my head just knowin' that you were mine...All mine… Mello - susurró su nombre conforme la canción avanzaba - So if you want to love me then darling don't refrain or I'll just end up walking in the cold November rain - comenzó a sentir demasiado frío y un nudo en la garganta que le impidió seguir cantando, para ese momento solo podía escuchar la canción.
La hipnotizante guitarra le transmitía la intensidad de aquel sentimiento, sabía lo que sentía, ahora lo sabía, después de aquel momento de soledad escuchando aquella canción, finalmente lo sabía. Todo lo que había pasado con Marie, todo lo que sentía respecto a ella, todo tenía que ver con él, con Mello, con lo mucho que lo necesitaba y ella solo había tratado de cubrir un hueco que inició el día en que lo vió a él besarse con Eli esa primera vez.
La canción siguió su curso hasta terminar pero cada acorde le hacía sentir con mayor fuerza aquello que ahora sabía y las lágrimas se mezclaron con sollozos, se llevó las manos a la cara con desesperación, queriendo arrancarse lo que sentía. No recordaba haber llorado así desde hacía tantísimo tiempo, comenzó a recordar todos aquellos momentos dolorosos, pero el mayor de ellos era su padre, el que más le dolía en el corazón, miro la bicicleta y la odió como a nada en el mundo y a pesar de haberla usado ya tantos años no podía mirarla más.
Se levantó del lugar y comenzó a correr, dejando atrás su bicicleta, la lluvia lo empapó de pies a cabeza y un charco lo hizo caer, sin embargo al instante se levantó, sentía dolor pero no le importaba, ahora ese dolor físico era insignificante. Corrió unas cuantas cuadras hasta llegar a su casa, su madre estaba ahí, en la sala sentada en el pequeño y mullido sofá, mirando la chimenea mientras leía un libro, al ver llegar a su hijo Jean se levantó tan deprisa que dejo caer lo que estaba leyendo.
-¡Matt! ¿Hijo estas bien? ¿Qué te ocurrió? - ella parecía preocupada y al instante tomó el chal que traía encima y le secó el cabello pelirrojo a su hijo. Él respiraba rápido y trataba de ganar algo de aire, sin embargo más que parecer cansado por la carrera parecía que estaba sollozando y las gotas al mezclarse con sus lágrimas hicieron que Jean no lo notara de inmediato. - Hijo respóndeme ¿qué paso? - él la miró sin saber que decirle, pero no podía engañarla, era su madre.
Al instante Matt se lanzó a los brazos de su madre y cual si fuera un pequeño niño comenzó a llorar con fuerza, los sollozos se convirtieron en gritos y pronto no pudo contener nada de lo que sentía.
-¡Mamá no puedo más! ¡No puedo más! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No quiero sentir esto, está mal!
-¿Hijo que pasa? Por el amor de Dios, ¿qué te paso?
-¡Mamá no quiero sentir esto! ¡Duele mucho! ¡No quiero sentir, no quiero amarlo!
-¿De qué hablas? no logro entenderte hijo dime - el seguía llorando en los brazos de ella y el dolor de su hijo casi era palpable conforme cada sollozo desconsolado se dejaba escapar de sus labios.
-¡Mamá no quiero amarlo, quiero dejar de sentirlo! Estoy muy confundido
-¿A quién hijo? - pregunto ella con desesperación.
-¡A Mello! ¡Quiero dejar de amarlo!
Ella no supo si entendió bien pero sí, era eso, Mail estaba sufriendo y lloraba sin consuelo, no sabía cómo actuar ahora, era algo que no se esperaba, después de todo ¿qué se hace en esos momento? Su hijo, su único hijo, estaba enamorado de Mello y sentir eso le estaba escociendo el alma, ella lo abrazó simplemente no habiendo otra manera de mostrarle que lo entendía, en ese instante una lágrima se escapó de Jean para caer en los pelirrojos y mojados cabellos de aquel chico.