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Siempre junto a mi por Betsa

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Notas del capitulo:

Hooooola!!!

Ya se ya se tarde años!!! :S casi el mes para actualizar pero si bueno cuanto he tardado con THE CURSE? mas de un mes eso es seguro :S gome por eso, tengo bloqueos con ese fic TwT

Pero lo que si es seguro que para los que lo leen se estrena hoy a mas tardar mañana en la madrugada el último episodio 8D YEIIII y a la vez NOOOOO TwT no quiero que se acabe... ejem bueno vayamos a lo de este fic...

Quedó un poco más larguito pero espero les guste, vamos avanzando en cosas más serias caray :S pero al fin mis dos pequeños bebes espero que sigan juntitos ^w^

Algo mas? AH SI COMO OLVIDARLO!

Capitulo dedicado a mi buenisima amiga Kmy Lee que escribe preciosisisisimos fics y que me animó a seguir escribiendo a pesar que me estaba durmiendo feamente por tanta desvelada :P (ejem al final me terminé durmiendo pero hice el intento y terminé el cap :P)

Ahora si LECTURA

y les dejo la imagencita de siempre.

 

Los días se habían tornado grises... tan grises y solitarios como pocas veces lo había sentido. La primera fue aquella ocasión cuando vio marchar a su madre a un nuevo trabajo, día desde el cual la había visto escasamente un día a la semana, es decir los domingos, sin embargo ese único día no le parecía ni medianamente suficiente para lo mucho que a veces la extrañaba; aunque aquí la palabra clave es "a veces" y sí realmente a ella la extrañaba "a veces", pero la sola presencia de su hermano Matt lo hacía simplemente mucho más alegre y llevadero, entonces... ¿Qué hacer ahora que tampoco lo tenía a él?

Los días pasaron lentos, y conforme los segundos se añadían a los minutos, los minutos a las horas y las horas a los días cada vez se le hacía más lento el transcurrir del tiempo, fue así que sin darse cuenta había pasado apenas una semana de la cual sintió como si hubiera pasado todo un mes completo, más no por eso Matt se aparecía o le contestaba alguna de las 20 llamadas que le hacía al día; y Jean, su nana, realmente no ayudaba mucho al no contestarle sus preguntas "Tiene algunos problemas pero te aseguro que volverá" decía ella sin más, no entendía cual era exactamente el problema pero tenía la hipótesis de que el padre de Matt posiblemente se lo habría llevado y Jean no se lo quería decir; sin embargo cuando le expuso su hipótesis ella simplemente negó diciendo que eso no había pasado pero que por ciertas razones aún no podía venir a visitarlo.

Durante aquella semana los días fueron no solo aburridos sino por demás desanimados, tanto que los últimos dos días ni siquiera fue a jugar futbol como ya lo acostumbraba desde hace poco, no le veía realmente la emoción ya que su amigo Matt no podía compartir su alegría, ni podía ver esa sonrisa que siempre le dedicaba y le hacia sonreír también.

La situación no mejoró para nada cuando por fin cayó el día domingo; el día domingo era un día bastante extraño para Mihael, primeramente se sentía feliz de que fuera el día en que finalmente podía ver a sus padres pero por otro lado el hecho de ver a su padre no siempre era del todo agradable desde hacía algunos años. Es algo inevitable... conforme uno crece las cosas se complican y el pequeño Mihael se iba  haciendo menos pequeño, lo que también significaba que su padre no solo lo veía ahora como su niñito sino como su hijo el cual debía de ser siempre perfecto; ya fuera porque se le había enseñado a ser siempre bien portado o simplemente porque él quería que su padre así lo viera en el escaso tiempo que convivían, Mihael siempre debía comportarse apropiadamente o de lo contrario su padre se molestaría.

Por esta razón al llegar cada domingo se sentaban todos a la mesa para el desayuno y el niño Mihael comía con los mejores modales, permanecía sentado y muy calladito contestando a las preguntas de su padre con cortesía, eso si es que se dignaba a hablarle directamente; si bien no era esta la mejor forma de convivir con su padre era la única que conocía y con la cual siempre lo tendría contento, según decía su madre,  si seguía con esa rutina cada domingo y seguía sacando excelentes calificaciones,  esperaba algún día recibir de su padre tan ansiadas palabras que desde siempre buscaba "Estoy orgulloso de ti hijo"... sin embargo estas nunca llegaban.

Las preguntas cada fin de semana eran las mismas:

-¿Como le ha ido a Mihael en la escuela?- pregunta su padre a su madre sin siquiera preguntárselo a él directamente.

-Sus calificaciones son perfectas, es el primero en todas las clases- contestaba su madre.

-Bien así es como debe ser el heredero de la familia Keehl- y esa era la siempre respuesta de su padre, una respuesta en la cual nunca pudo encontrar por más que busco una palabra real de felicitación hacia su hijo, simplemente era "debe ser así".

Sin embargo... este domingo después de una semana entera de no ver a su hermanito Matt, las respuestas serían diferentes...

-¿Como le ha ido a Mihael en la escuela?- la misma pregunta de siempre.

-Esta semana llamó la directora a mi oficina y me comentó que bajó su promedio en unas cuantas decimas, además de que parece no haber entregado tareas la última semana- el pequeño Mello que escuchaba aterrado a su madre dejó caer la cuchara de la impresión, no estaba enterado de que la directora le hubiera llamado; miró a su madre que le dirigió una mirada severa y seguidamente miró a su padre que endureció completamente su gesto ante estas palabras pero no se dignó a mirarle.

-Mihael levántate y ve a tu cuarto inmediatamente- le ordenó secamente con la voz aunque pasiva ligeramente amenazante.

-Pero papi, es que yo...- intentó explicar.

-¡He dicho que subas! ¡No toleraré que dejes de prestarle atención a la escuela, es tu obligación!  ¡Y mucho menos toleraré que me contestes así!- su padre alzó la voz de tal manera que al pequeño niño rubio le recorrió un escalofrió por toda la espalda y un ya conocido miedo a los gritos de su padre le invadió por todo el cuerpo impidiéndole volver a responder o tratar de explicar algo.

Se levantó con cuidado manteniendo la cabeza baja para ocultar las lagrimas que empezaban a salir de sus ojos, al pasar junto a su madre la miró como pidiéndole un poco de comprensión pero ella simplemente movió negativamente la cabeza y siguió comiendo, resignado el pequeño Mello siguió camino a su habitación en la planta alta, al llegar abrió la puerta lentamente y así mismo la volvió a cerrar tras él para luego recargarse en ella intentando contener las lágrimas que salían insistentes una por una recorriéndole el rostro para ir a caer al suelo abatidas. Una tras otra salieron sin cesar y sin que él las pudiera evitar, se sintió sin fuerzas y sus piernas poco a poco le fueron haciendo deslizarse hacia abajo aún recargado en la puerta, al quedar sentado en el suelo se abrazó las piernas con fuerza y dejó salir todas y cada una de las lágrimas de su tristeza ya sin poder resistirlas, mientras fuertes sollozos se le escapaban entre cada una.

En la planta baja ambos padres seguían con su comida como si nada hubiera pasado mientras los sollozos de un pequeño niño se escuchaban desde la planta alta, ante los cuales su padre no parecía inmutarse en lo absoluto mientras que su madre dejó momentáneamente la comida  y miro a su esposo.

-John ¿realmente piensas que está bien? Tal vez la manera de hacerlo entender que debe estudiar no sea castigándolo de esa manera- el rostro de la joven y rubia mujer mostraba preocupación en su mirada.

-¿Insinúas que fui duro con él? Sabes perfectamente que él no tiene porque faltar a sus responsabilidades- contestó duramente el hombre sentado frente a ella para después tomar un vaso con agua y empezar a beberla.

-Eso es cierto amor pero sabes que él siempre ha sido de buenas calificaciones tal vez haya algo que le incomode- en ese momento se escuchó como el vaso fue colocado abruptamente en el comedor signo de la molestia del padre de Mihael.

-Esthela... cuando contratas a un trabajador no te la pasas diciéndole todo el tiempo que hace bien su trabajo, no tienes porque elogiarlo por ello ya que esa es su obligación, sin embargo hay que ser duros cuando cometen errores así te aseguras que no los vuelven a cometer.

El lugar quedó en silencio por unos segundos, el tono de voz de Johnathan Keehl dejaba muy en claro que la conversación estaba terminada y su esposa sabiendo que no lo haría cambiar de parecer simplemente permaneció callada; sin darse cuenta una mujer los escuchó desde la cocina sintiendo algo de pena por el pequeño niño, sin embargo ella no era nadie para opinar sobre ese asunto, Mary entró en el comedor recogiendo los platos vacios y sirviendo más agua al hombre de la casa, no había más que pudiera hacer, solo lo que le correspondía como criada de la casa

Después de un rato ambos padres se levantaron y se dirigieron al acostumbrado "momento familiar" en la sala de la casa en la que normalmente el señor leía el periódico mientras ella pretendía bordar una prenda que nunca terminaba y si el día hubiera sido como los domingos normales Mihael hubiera estado en medio de los dos leyendo algún libro ya que así se lo imponía su padre, sin embargo aun permanecía sentado frente a la puerta de su cuarto intentando respirar después de una cantidad importante de sollozos durante un buen rato...

Esthela Keehl a pesar de aparentemente estar bordando con interés, se encontraba realmente preocupada por su hijo, ella misma sabía que Mihael se sentía abandonado por su padre e incluso por ella misma, y al tomar esa actitud de querer reprenderlo frente a su padre tal vez solo estaba empeorando las cosas. Dejando su bordado a un lado se levantó de su lugar y caminó hacia la cocina, al entrar se encontró con Mary quien le miró un tanto extrañada pero un momento después dejó lo que hacía y se dirigió a su jefa.

-¿Se le ofrece que haga algo señora?- preguntó cortésmente.

-Mary necesito que me hagas un favor...

 

oooOOOoooOOOooo

 

La mañana fue transcurriendo hasta llegar la hora de la comida en la que Mihael decidió no bajar, aunque en realidad sus padres tampoco hicieron por llamarlo, ahora se encontraba en el borde de su ventana como siempre lo hacía, miraba hacia los jardines recordando cómo algunos años atrás había visto llegar por esa puerta a un pequeñín de rojos cabellos que de verdad le cambió la vida en ese entonces e incluso ahora, siempre sabía cómo hacerle sonreír y justo en ese momento eso era lo que más necesitaba.

¿Por qué para su padre nunca era suficiente nada de lo que hacía como para decirle "estoy orgulloso"? ¿Por qué nunca le interesaba saber el porqué estaba fallando? ¿Por qué nunca le interesaba conocerlo de verdad?

Cada pregunta era más dolorosa que la otra y le dejaba con un nudo en la garganta incapaz de encontrar respuesta para ninguna de ellas, tan solo atinaba a dejar salir más y más lagrimas conforme su tristeza se acumulaba y conforme iba sintiendo como el hueco en su corazón se hacía más y más grande.

-Matt...- susurró entre lágrimas aun mirando hacia el jardín. En ese momento alguien tocó la puerta- Pase- dijo secándose con la manga las lagrimas.

-Soy yo, tu madre me dijo que te trajera esto- era Mary quien le llevaba una bandeja con comida, entró en la habitación y llevó esta bandeja hasta el escritorio- quiero que lo comas todo ya que no toleraré que desperdicies mi comida ¿entendiste?- su típico gesto despectivo se hizo notar en sus palabras.

-Si Mary lo haré- contesto algo hastiado dirigiéndose hacia el escritorio donde Mary colocó la comida y luego se dirigió a la salida del cuarto.

-Por cierto...- se detuvo en el umbral tomando la perilla de la puerta, Mello volteó el rostro para mirarla -necesito ir al mercado a comprar algunos víveres que necesitan en la despensa, necesitaré que me acompañes porque son muchas cosas, así que cuando termines baja a la cocina que te estaré esperando- sin esperar respuesta cerró la puerta al salir.

Mello miró desanimado la comida, no tenía hambre pero ya había escuchado a Mary, que no era precisamente muy comprensiva como para saber que no tenía apetito, así que sin quejarse empezó a comer lentamente y sin prisas, bocado por bocado se sentía a cada minuto más desanimado que antes pero qué más daba. Terminando su comida tomó la charola y se dirigió escaleras abajo, para llegar a la cocina tenía que pasar junto a la sala donde seguramente estaban sus padres, sin embargo bajó su mirada evitando cualquier contacto visual y siguió caminando hacia la cocina, al entrar vio a Mary que había terminado de lavar los platos.

-¿Estás listo?- dijo ella secándose las manos.

-Si...- contestó el niño cabizbajo dejando la charola en el lavaplatos.

-Bien, entonces andando chiquillo- al decir esto ella tomó una bolsa que se encontraba en una de las sillas y se dirigió hacia la salida seguida del niño rubio. Al ir hacia la salida pasaron junto a la sala una vez más- Señor... señora, ya nos vamos regresaremos en un momento- se dirigió a ambos padres de manera respetuosa a lo que ambos respondieron con un gesto de su cabeza.

El viaje no fue demasiado largo pero si fastidioso, no era que no le gustara... bueno la verdad es que Mary no le agradaba ni en lo más mínimo, pero no era culpa de él, simplemente a ella no le gustaba cuidar niños, ¿entonces porque se lo habría llevado al mercado? Pensó que ella preferiría cargar lo que fuera con tal de no tener al niño cerca. Pero ya fuera por las razones que fuera iban en camino.

Se bajaron en una esquina en una colonia que él no conocía, se veía pasando señoras con sus bolsas donde cargaban verduras, niños corriendo por la calle sin supervisión de sus padres, algunos jugando futbol usando un par de piedras para delimitar una improvisada portería, un lugar bastante diferente a lo que Mello conocía pero no por eso le pareció malo, al contrario le parecía bastante interesante; los niños jugando y riendo alegres y libres, como a él a veces le gustaría ser, normalmente no salía mucho de los límites de su casa por lo que esto era bastante nuevo para él.

-Muévete chiquillo que no tengo todo el día- esa era Mary que lo tomaba del brazo sacándolo de su inspección a los alrededores.

Después de caminar algo así como una cuadra llegaron a un muy concurrido lugar donde había puestos y puestos de comida, verduras, carnes, pescados, dulces, juguetes, ropa, es decir de todo. El lugar olía extraño, tal vez por la cantidad de comida y cosas extrañas que vendían pero no era algo demasiado desagradable, solo extraño; pasaron junto a varios puestos pero Mary no se detuvo a comprar nada, de hecho más bien cruzó lo que parecía ser el enorme terreno donde estaba el mercado, luego de eso se dirigió hacia una calle empedrada alejándose así de aquel lugar abarrotado de gente. El pequeño niño miró hacia atrás sin entender porque se alejaban del lugar a donde supuestamente iban a ir, pero no dijo ni una palabra por temor a recibir una mala respuesta que no necesitaba; finalmente a un par de cuadras de donde se encontraba el mercado Mary se detuvo frente a una casa, a su parecer algo antigua debido a la pintura que literalmente se caía de la barda.

Mary tocó la puerta tres veces y esperó; unos pasos dentro les hicieron saber que alguien se acercaba a la puerta, más cuando por fin abrieron Mello abrió los ojos en seña sorprendida al encontrar frente a él nada más y nada menos que a su nana Jean.

-Mary? ¿Qué haces aq...? - cortó su frase al mirar al pequeño Mello junto a la chica, luego volvió a mirar a Mary con gesto interrogatorio.

-Fueron ordenes de la señora- contestó simplemente ocasionando que al pequeño rubio le llegara tanto el entendimiento de que era lo que estaba ocurriendo, así también como la sorpresa por saber que fue su madre la que lo ideo.

-¿Matt?- preguntó a su nana a lo que esta le dirigió una sonrisa pero sin alejar de sus ojos ese leve toque de preocupación, abrió la puerta dándole paso al niño.

- Está en el segundo cuarto a la derecha, se encuentra limpiando su habitación- contestó ella.

Sin perder tiempo el pequeño Mello entró en la casa dirigiéndose a la puerta que su nana le había indicado, para un momento después abrir la dicha puerta y encontrarse con quien hacía ya días tanto necesitaba ver.

 

oooOOOoooOOOooo

Había pasado de todo esa semana...

Había pasado tres días con su padre, días en los cuales aquel hombre desconocido lo llenó de regalos: ropa, juguetes, balones, zapatos deportivos nuevos, en fin de todo. Sin embargo a pesar de ser llenado de tantos regalos Mail se sentía de verdad vacío, porque ese hombre a pesar de ser su padre biológico seguía siendo precisamente un desconocido, uno que al pequeño niño pelirrojo le costaba aceptar como un padre. Si bien era cierto el señor Bernard, su padre, había intentado acercarse a él hablando, preguntándole sobre su vida y demás, la realidad es que nada de lo que hiciera iba a compensar esos 9 años en que le dejó solo, razón misma por la que a pesar de los esfuerzos el pequeño Mail no podía entablar una relación con él o siquiera interesarse en ese hecho. Fue por eso que al término de los tres días pidió ser llevado con su madre, el señor Bernard no se negó a pesar de haber acordado toda la semana, simplemente subió a su hijo al auto y llevó al pequeño de regreso con su madre, para después mirarle irse a los brazos de ella sin siquiera dedicarle una mirada de despedida, no así como Jean que le dirigió una mirada que claramente decía con tristeza "Te lo dije". Y pensar que aún su padre tenía intensiones de seguir llevándoselo algunos días a la semana.

Matt limpiaba cuidadosamente uno de sus libros favoritos, "Tom Sawyer", recordando todo lo acontecido esa semana y preguntándose cómo fue que después de estar viviendo una etapa tan feliz junto a su "hermano" Mello, finalmente terminó en casa de un total desconocido que se hacía llamar su padre. No entendía muy bien porque pero saber que su padre había ido a buscarle le había conmocionado, habría preferido vivir pensando que no tenía padre, pero ahora las cosas eran distintas y todos los acontecimientos le llenaban la cabeza de más y más preguntas.

¿Por qué me dejó? ¿No me quería? ¿Por qué ahora viene a buscarme? ¿Es que acaso ya me quiere? -¿Por qué...? - la pregunta se le escapó de los labios mientras una lagrima se le resbalaba por la mejilla cayendo sobre su libro.

Se apresuró a limpiarla, mirando cómo había manchado en la portada al mejor amigo de Tom Sawyer, Huckleberry Finn, le parecía que ambos eran algo parecidos, después de todo en la historia Huck era raptado por su padre después de mucho tiempo de no ocuparse de él, después el chico tuvo que escapar para poco después ser salvado y ayudado por su buen amigo Tom. Al pensar en esto no pudo evitar pensar cuanta falta le hacía el pequeño Mello, siempre dispuesto a estar con él pasara lo que pasara, compartiéndole sus alegrías y tristezas, entonces... ¿Por qué Matt no le estaba compartiendo su tristeza a Mello si tanto le necesitaba?

-Porque no quiero que me veas así, tú ya tienes bastantes problemas no quiero ser uno más- se respondió a su pregunta interna sin poder contener ya las lagrimas. Fue entonces cuando la puerta se abrió.

Ambos niños se miraron, Matt más sorprendido que nada y Mello con una expresión en tanto preocupada; una vez el pelirrojo se repuso de la impresión evitó la mirada del ojiazul y se apresuró a limpiar sus lágrimas tan discretamente como pudo, a pesar de que seguramente su amigo ya lo había notado.

-¿Q...Qué haces aquí Mello? No sabía que vendrías- dijo lo más natural que pudo sin mirarlo aun.

-Matt que es lo que te ha pasado, estaba preocupado por ti- contestó este sin moverse de donde estaba.

-¿Preocupado? Pero no entiendo porque, si yo estoy muy bien, es solo que he tenido cosas que hacer y...

-¿Es que acaso ya no me quieres en tu vida Matt? ¿Ya no quieres ir y jugar conmigo?- preguntó cabizbajo interrumpiendo las palabras del mayor que inevitablemente le miró sin poder creer lo que escuchaba.

-¿Qué? ¿Pero qué tonterías estás diciendo Mello? Sabes que eso no es verdad, sabes que somos hermanos ¿no?

-Entonces ¿por qué me has mantenido al margen de lo que te ocurre? ¿Es qué no confías en mí?- esta vez era Mello quien evitaba la mirada del niño de ojos verdes.

-Mello yo...- no sabía muy bien que decirle, era cierto, no había sido sincero con Mello pero era porque... - yo tan solo he querido evitar que te preocupes por mí, no quiero que me veas de esta manera, que pienses que soy un niño llorón y ya no me quieras más como tu hermano mayor que siempre te cuida

Se hizo una pausa en la que Matt pensó que finalmente el rubio decidiría irse, intentaba con todas sus fuerzas contener las lágrimas,  imaginando que su amigo pensaría que no valía la pena tener a un niño llorón como amigo.

-Matt... los hermanos pequeños también podemos escuchar los problemas de sus hermanos grandes- al mirar el rostro del pequeño niño de ojos azules Matt pudo apreciar algo que hacía mucho no tenía la oportunidad de ver, Mello sonriendo de esa manera tan tierna y cariñosa, de esa manera en la que de verdad parecía un ángel, una sonrisa dedicada tan solo a él a su hermano mayor.

No pudo aguantar más y sin importarle que el libro se cayera al suelo sin cuidado, el pequeño niño pelirrojo se lanzó a los brazos de su hermano pequeño que le recibió con total alegría de saber que sí le quería, tan solo estaba intentando hacerse el fuerte; Matt sin poder ocultar su tristeza comenzó a sollozar ocultando su rostro en el hombro del rubiecito, mientras este le acariciaba el cabello a manera de consuelo y sonreía feliz de tener al fin a su hermano cerca.

-Lo siento tanto Mello- dijo el chiquillo entre fuertes sollozos.

-Tranquilo, estoy aquí- le consoló cariñosamente-También estaré siempre aquí para ti... hermano Matty.

No sabía muy bien qué le habría pasado al pequeño Matt, o que pasaría a partir de entonces, pero por el momento no se preocupó sabiendo que tarde o temprano se lo contaría todo y que al final no iba a permitir que nada ni nadie los separara nunca más.

 

 

 

Notas finales:

Y que tal eh??? como siempre desbordando ternura estos dos xD que quieren que haga? la verdad es que el pobre Mellito de mi historia era bien tiernisimo de pequeño... ya veremos que sigue pasando en los siguiente :s

Bueno espero les haya gustado y ya que vienen las vacaciones espero de verdad escribir mucho mucho.

Dejen reviews 8D eso me hace sumamente feliz

BESOS CHOCOLATOSOS A TODOS XAO


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