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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Happy Birthday Nezal! Espero que este año esté plagado de yaoi ;)

 

 

No sabía cómo había sucedido, la última imagen que recordaba era estar persiguiendo al tarado que  había ayudado a Mary Sue a birlarle el libro, iba en una furgoneta de hippy trasnochado mientras él iba en una moto con uno de los hijos de perra de la puta noche cuando chocaron con algo que los mandó a volar, después de eso todo era un borrón.

Despertó en un lugar frío, que debía tener la mejor acústica de la ciudad porque podía oír desde ratones mordiendo cables hasta gente hablando en susurros, pero estaba solo. Se preguntaba a dónde coño habría ido a parar el maldito chupóptero. Tenía hambre, le dolían las encías y le molestaba la luz de los coches. Decidió levantarse y buscar un teléfono para llamar a Neumann, necesitaba que fueran a buscarlo a donde quiera que estuviese.

El olor a salitre le estaba saturando las fosas nasales, que parecían haber adquirido la facultad de captar todos los olores en un excesivamente amplio radio en kilómetros a la redonda. Se estaba comenzando a agobiar, intentó centrarse en localizar una cabina telefónica, curiosamente a los pocos segundos le vino la imagen a la cabeza de una que estaba unas calles más arriba, su primer impulso fue plantearse el porqué, pero decidió seguir obviando las señales.

Llamó a cobro revertido y casi rezó para que le cogiera la llamada Ilych.

-COVISEM, acechamos y siempre vamos armados, ¿en qué puedo ayudarle?

-Me cago en la puta, cómo coño tengo que explicar que no digan eso –bramó Vince crispado.

-Relájese Señor –dijo la recepcionista acostumbrada al temperamento del director.

-Y una mierda, cierra la puta bocaza y vete a buscar a Neumann cagando leches, y ni se te ocurra venirme con alguna parida como que es su día libre, porque te juro que me planto ahí y te despellejo viva.

-Voy...

Tres minutos que se le hicieron eternos pasaron hasta que escuchó la voz del estratega.

-Jefe, ¿está bien?

-Estoy hecho una puta mierda.

-Concrete un poco más, por favor.

-Me molestan las luces fuertes, todo huele mal, me duelen las encías y parece que le hubieran subido el volumen al mundo, y tengo hambre y sed…

-¿Con quién está?

-Con uno de los hijos de perra de la puta noche, aunque el muy cabrón me dejó solo.

-¿Cuál de ellos?

-El mamón de Aster.

-¿Sin ánimos de ser indiscreto, qué estaba haciendo con Aster?

-Persiguiendo al hippy mariconazo que parece que se viste con la ropa de su madre.

-Deduzco que se refiere al líder de los caminantes del amor.

-Sí, al gilipollas ese.

-¿Cómo acabó en una persecución con Aster?

-Al principio estaba solo, pero se me pinchó la puta rueda y ese majadero pasó en moto y paró.

-Y creyó que era buena idea seguir con un vampiro neófito bastante…

-Capullo.

-Iba a decir inconsciente, pero eso me vale –suspiró Neumann-. ¿Cómo acabó la persecución?

-Chocamos con algo, volamos y cuando desperté estaba solo.

-Y hecho una mierda…

-Menos cachondeo mamoncete, ven a buscarme.

-¿Dónde está?

-Cerca del muelle, el olor a pescado y marinero cachondo es infumable.

-¿Dijo que le dolían las encías?

-Siento como si me hubiera mamado un cochino entero con mucha sal, estoy muerto de sed y me duele la puta boca –dijo Vince mientras se pasaba la lengua por los labios para refrescarse, justo entonces sintió un pequeño pinchazo y gruñó.

-¿Qué le pasa jefe?

Vince saboreaba su propia sangre y le gustaba, cosa que en su opinión era una “puta guarrería” y entonces todo encajó.

-Maldito bastardo de mierda, me cago en todo lo que se menea, ese puto despojo me ha jodido.

-¿Jefe?

-Pero qué cagada, joder, si se creen que esto va a quedar así van de puto culo, más les vale prepararse a esa manada de soplapollas, porque va a arder Troya.

-¿Qué le han hecho?

-Cabrearme que jode, pero no te preocupes voy a cargarme a esas putizorras dementes, estaré unas noches fuera, si necesito ayuda llamaré, y me harán caso sin joderme la paciencia, ¿entendido?

-Vale, ¿pero no sería mejor que fuéramos a buscarlo y trazáramos un plan?

-De momento no, hazte cargo de la bola de pendejos del COVISEM, no quiero que se desmadren más de lo normal…

-Bien, ya me contará qué ha pasado, confío en que no se vuelva a repetir lo de la selva…

-No seas comemierda Neumann, juré que no volvería a meterme en líos con esos perracos.

-No sé porqué, pero tengo la impresión de que va a ser incluso peor…

-Exageras, anda a joderte a los novatos y date una alegría ahora que nadie te vigila.

-Voy a coordinarme con Cat para cubrirle, tiene tres noches, si no regresa daremos la alarma.

-Cojonudo, voy a ponerme hasta el culo de sangre, ciao.

Al colgar Ilych esperó que esa última frase no fuera literal, había podido lidiar con un jefe con problemas de disciplina y coprolalia, pero sumarle a eso el vampirismo era demasiado.

Vince estaba, como él mismo decía: “hasta los cojones de todo”, en su casi medio siglo de existencia había experimentado muchos tipos de situaciones límite, sobre todo por su trabajo y su peculiar personalidad. Pero eso de pasar de observar, perseguir, matar… a seres sobrenaturales para convertirse en uno, era demasiada ironía, cargante y de mal gusto. Pero eso nunca había sido impedimento para frenarle, era un hombre de acción y ahora que tenía nuevas “facultades” iba a reventarles la puta chayota a esos chupópteros, aunque él mismo fuera uno.

Después de encontrar un espejo y ver su deplorable aspecto decidió que debía ir a por algo de ropa, la birló de unos grandes almacenes, y volvió al muelle para buscar su documentación, uno de los errores más comunes de los vampiros eran los referentes a la burocracia, por eso habían pillado a muchos, y caer en ello sería jodidamente ridículo.

Afortunadamente la vista se agudizaba muchísimo, así que podía husmear por la carretera con rapidez, cuando por fin localizó su cartera y estaba a punto de cogerla, un grito hizo que se sobresaltara y la tirase por los aires de nuevo.

-Heyyy tío por fin despiertas –saludó Aster en un tono demasiado alto para el gusto de Vince.

Vince parpadeó enfocando la figura del metalero con nitidez, podía oler su sangre que bombeaba deprisa, debía haberse alimentado hacía poco. Ese rubor en las mejillas de pronto le hacía mucha gracia, era más propio de una pendeja como Mary Sue, por ese rollo de chica buena, y por eso le resultaba hilarante ver a ese bujarra desvergonzado pasearse con las mejillas sonrosadas en una de las zonas más chungas del muelle en mitad de la noche. Pero no era el momento apropiado para echarse unas risas tontas, tenía que ponerlo firme si quería que ese memo atendiera a lo que iba a preguntarle.

-Ven aquí pedazo de gilipollas, que me vas a contar un par de cositas.

-Deberías pegarle un muerdo a alguien, te noto tenso –observó Aster.

-Me cago en mi puta vida, sigue tocándome los cojones y el muerdo te lo pego a ti y te dejo seca hasta la minga.

-La última parte estaría de lujo, pero ahora no hay tiempo para eso…

-Explícame cómo coño he acabado siendo un jodido chupóptero –lo cortó Vince.

-Nos metimos una hostia contra un deportivo, salimos volando y aterrizamos en la carretera. Quedaste hecho una mierda, estabas sangrando mucho, iba a llamar a emergencias justo cuando el tipo que conducía el deportivo se bajó, te la chupó y te dio de su sangre, y aquí estamos…

-¿Quién fue el bastardo que me lo hizo?

-El mismo que me lo hizo a mí, ahora que lo pienso debemos ser algo así como hermanos vampíricos.

-Céntrate coño, ¿qué estábamos haciendo antes de que nos fregaran por el asfalto?

-Íbamos tras el gordo hortera ese que tiene una secta.

-¿Por qué?

-Porque cuando pasé a su lado en la moto, me gritó como un poseso que teníamos que trincar a… ¿cómo lo llamó? El mamarracho del hippy meapilas, creo.

-¿Te di alguna razón?

-Quitarles el puto libro rojo.

-Por casualidad no habrás filtrado esa mierda a los colgados que tocan contigo…

-Puede que se me escapara algo, aún no termino de controlarlo.

-Eso me pasa por confiar en retrasados, seguro que el mamón del pelirrojo se enteró y vino a joder.

-Pero a él no le importa el libro…

-Para ser un chupóptero no estás muy puesto en lo que les mola a esos cabrones. Una de las cosas que les parecen cojonudas es encontrarse a un montón de tontos del culo que se pasan el día haciendo chorradas. Les encanta chulearlos quitándoles sus juguetes, no entiendo por qué, pero les parece jodidamente divertido cabrear a los idiotas. Así que lo de menos es que al pelirrojo se la sople el libro rojo, va a ir a por él para tocarle las pelotas a un montón de gente.

-¿Y eso es peligroso?

-Pues claro, no te jode, no hay nada más peligroso que una manada de estúpidos cabreados intentando conseguir lo que quieren, aunque no tengan ni puta de idea de para qué.

-¿Qué vamos a hacer?

-Ir a por el puto libro.

-¿Vamos a cabrearlos nosotros?

-No seas merluzo coño, el punto es que ya que los van a cabrear aprovechemos la situación para hacer algo útil.

-Y después vamos a tener que pelear entre nosotros por el libro…

-¿Para qué coño quieres tú el jodido libro?

-Para dárselo al viejo y que nos devuelva a Marty.

-¿Aún tiene retenido a ese memo? Pues sí que tiene aguante... En fin, primero centrémonos en recuperarlo de una puta vez.

-Vale, pero insisto en que se la chupe a alguien primero.

-Pero si hago esa mierda voy a extender el puto síndrome.

-Eso no es tan malo, seguro que mejora la vida sexual de la gente.

-Deja de soltar chorradas, tenemos que pillar un coche…

-Me parece que no soy el único que dice chorradas, somos vampiros, podemos ir a la casa de los tarados a pie, saltando de tejado en tejado llegaremos en 5 minutos.

-De puta madre, para esto usan la fuerza sobrenatural, así les va… tienen demasiado tiempo libre.

-Y cuidado al tomar impulso, una vez Marty cogió demasiado y acabo estampándose contra una puerta, se partió un colmillo, menos mal que vuelven a crecer…

-Menuda chusma va dejando el pelirrojo por ahí –bufó Vince mientras sopesaba la distancia entre el suelo y el primer tejado, ya tenía su traje perdido, no importaría demasiado terminar de embarrarlo.

Fue más fácil de lo que pensó, tuvo que reconocer que ser un chupasangre contaba con buenas ventajas en lo que a movilidad se refería. Además podía captar todos los sonidos y divisar posibles amenazas mientras se movía a toda velocidad.

Por una vez Aster no lo decepcionó, tal y como predijo llegaron en cinco minutos, estaban intactos y sin cansancio alguno, aunque a Vince le estaba empezando a dar mucha hambre.

-¿Y ahora por dónde entramos? –preguntó Aster sacando a Vince de su mutismo.

-Por la primera ventana del último piso empezando por la derecha.

-Vale –aceptó Aster mientras se deslizaba del tejado a la cornisa.

Una vez en el interior Vince tuvo que parar, se sentía embriagado por el potente olor a sangre que emanaba de los caminantes, que pasaron de estar en la categoría de seres humanos perturbados a ser meros borrones llenos de tentadora sangre, básicamente eran comida, y estaba tan hambriento…

-Te dije que tenías que…

-No me jodas con eso ahora.

-No hay nada que nos atonte más que saltarnos la comida, así que déjate de mariconadas y vete a merendarte a un memo de estos –dijo Aster pensando que pasar tiempo con Vince le estaba afectando al habla.

-Qué asco joder –se quejó Vince.

-Considéralos como el Mefistófeles de los vampiros, no son un manjar pero van a saciarte el apetito.

-Vale, pero si ves que pierdo el control y voy a matarlos interrúmpeme.

-¡¿Estás flipado?! No pienso quitarte la comida de la boca ni harto de grifa, si ya al natural tienes mal carácter no quiero saber cómo te pones cuando te joden las necesidades básicas.

-No seas mariconazo, si mato a alguien y no haces nada para evitarlo sí que te voy a machacar.

-Vale, venga, híncale el diente a quien sea de una vez.

Vince salió del dormitorio vacío en busca de una víctima, escuchó una débil respiración  tres puertas más adelante. Estaba cerrada con llave así que tuvo que forzarla. El panorama era alentador, un rubio de poco más de dieciocho dormía plácidamente, solo tuvo que acercarse y deslizar la boca por su palpitante yugular, antes de darse cuenta sus caninos habían atravesado la dorada piel haciendo que la sangre se derramara en su ansiosa garganta, debió perder la noción del tiempo porque Aster lo zarandeó y los sueños húmedos del rubio en los que estaba dejándole el culo como una zambomba a un compañero, pararon de repente.

Tuvo que taparle la boca para que no gritara, mientras Aster le indicaba que le diera un poco de su sangre, cosa que calmó al rubio haciendo que retomara el sueño.

-Tío eres un poco salvaje, eso te pasa por esperar tanto, cuanta más hambre tengas más burro te vas a poner.

-Sigo hambriento.

-Pues busca a otro y procura relajarte más.

La siguiente víctima fue una mujer que también dormía, esta vez consiguió que no se despertara. Vince se preguntó si estaba soñando con el rubio o era él quien lo había introducido en el sueño. La parte en la que los pensamientos de la víctima se filtraban por su mente mientras succionaba la sangre le resultaba un tanto inquietante.

-Joder sí que estabas tieso, has tenido que chupársela a cuatro –resopló Aster impaciente por acabar-. ¿Dónde está el libro?

-No tengo ni puta idea.

-¿Me estás vacilando?

-Como si no tuviera nada mejor que hacer que romperle las pelotas a un mamoncete pasado de rosca…

-¿Qué hacemos?

-¿No notas como si nos estuvieran espiando?

-Sí, pero ya contábamos con que íbamos a tener compañía.

-Creo que está en el jardín trasero.

-¿Y el libro dónde crees que está?

-Menos cachondeo mamarracho, como te pases voy a patear tu puto culo y después se lo echaré a mi cena de esta noche para que lo muela a polvos hasta dejarlo en carne viva, así que cierra la puta bocaza y vamos a ver quién está en el jodido jardín.

Salieron de la zona de los dormitorios buscando uno de los balcones de las fachadas, pensaban bajar una  escalera de incendios, pero lo único que había eran unas enormes columnas.

-Vaya mierda –dijo Aster negando con la cabeza.

-No seas mariconazo, se supone que podríamos tirarnos desde aquí.

-Sí, eso mismo dijo Marty antes de matarse como una perra.

-Ese retrasado está enterito.

-Sí, pero le dolió que jode, que nos recuperemos rápido no significa que no sintamos dolor.

-Joder, ¿oíste eso?

-¿La tía que canta como una hiena?

-Sí, ¿viste la imagen del chupóptero?

-Ahora que eres un vampiro deberías dejar de llamarnos así –sugirió Aster.

-Eso sería como dejar de llamar gilipollas a los humanos…

-Como digas… ¿qué hacemos?

-Vamos a buscar al chupóptero, y si nos encontramos con la hiena cantora la matamos.

-¿Por qué? ¿Detectaste que es peligrosa?

-Pues claro, con esa mierda de entonación es una puta tortura.

-Qué delicadito.

-Delicadito será la zorra de tu madre, como te coja te vas a enterar de lo delicadito que soy jodiendo, bestia de carne bautizada.

-Parece que están en el sótano, bajemos por las escaleras.

Durante las tres plantas de trayecto se encontraron con varios caminantes que los miraban extrañados y se presentaban, tomándolos por nuevos miembros.

-Menuda panda de soplapollas, como me vuelvan a parar te meto mano y les digo que tenemos prisa por ir a tirar –bufó Vince.

-Mejor déjeme hablar a mí, no queremos levantar sospechas –sugirió Aster.

Cuando llegaron a la primera planta y se disponían a buscar las escaleras que daban acceso al sótano, un hombre de mediana edad vestido con una túnica de color rosa, los abordó.

-Buenas noches, soy el caminante Randall, ¿puedo ayudaros en algo?

-Buenas noches, somos nuevos y estábamos familiarizándonos con las instalaciones –saludó Aster, esperando que se diera por satisfecho con la explicación.

-Bienvenidos, si tienen alguna duda pidan ayuda. Ahora vamos a meditar en el salón azul.

-Cojonudo, nosotros vamos a seguir recorriendo la choza y cuando acabemos vamos a meditar con el resto de los caminantes amorosos.

-Curiosa vuestra forma de expresaros, pero descuidad, aquí no os juzgaremos, cada ser es único y debe tener libertad para desarrollarse.

Vince sonrió al sentir el pellizco que Aster le estaba dando para advertirle que no abriera la boca.

-Eso es genial. Por cierto dónde ha conseguido esa vestimenta tan ideal, nos gustaría lucir acorde a nuestra nueva condición de caminantes.

-La hermana Mirta es nuestra diseñadora, ahora debe estar en el jardín del estanque, suele relajarse con el sonido del agua antes de ir a meditar.

-Estupendo, nos pasaremos por allí ahora –se despidió Aster yendo hacia la puerta que Randall acababa de señalar, mientras este les sonreía retomando su camino hacia el salón.

Una vez llegaron al jardín vieron que la que debía ser Mirta se marchaba apresurando el paso. Por la cara que llevaba debía haber visto algo que no le gustaba.

-Esa tía o tiene mucha guasa o es una hortera de cuidado –sonrió Aster al recordar el color de la túnica de Randall y los estampados que lucía el líder.

-Menuda panda de pirados, dan ganas de llamar a tus colegas y exterminarlos a todos.

-Shhh te van a oír, se plantarán aquí y ya tenemos bastante lío.

-Vaya, vaya… parece que alguien quiere evitarnos –irrumpió Misael sobresaltándolos.

-No jodas, eran tus putos colegas la presencia que detectamos y tú no tenías ni zorra idea, zoquete de los cojones –bramó Vince cabreado.

-Normalmente avisan –se excusó Aster-. ¿Se puede saber qué  están haciendo? –preguntó a sus compañeros.

-Qué dices Aster, quedamos aquí hace dos horas –respondió Izhan extrañado.

-Joder es verdad, con el mamporro que me pegué en la moto me había olvidado –recordó Aster sorprendido.

-¿Para qué hostias quedaste con ellos? -preguntó Vince.

-¿Para qué quedamos? – le preguntó Aster a los metaleros.

-Para tocar, los caminantes amorosos nos contrataron para calentar el ambiente antes de la orgía, no te jode –respondió Misael.

-Aster, tesoro, intenta centrarte un poco. ¿Qué estás haciendo aquí con el lengua sucia? –indagó Salem.

-Sucia tendrá la concha la perra de tu madre, bastardo –se defendió Vince.

-Veníamos a buscar el libro… ¿burdeos? –dijo Aster recordando.

-Rojo, coño, es rojo –puntualizó Vince.

-Bueno, el burdeos es un tono derivado del rojo –dijo Julian restándole importancia.

-¿Lo encontraron?-preguntó Aster.

-No, pero nos hemos echado unas risas con los de la secta –sonrió Salem rememorando cierta escena en la que asustaron a un grupo en la sala de meditación.

Misael, Julian y él se colgaron boca abajo de las ventanas haciendo ventosa en los cristales mientras reptaban, haciendo que los caminantes salieran de su místico trance y comenzaran a correr mientras chillaban.

Por otro lado Izhan estaba muy hambriento debido a los esfuerzos que tuvo que hacer para abrir la cámara acorazada donde creyeron que estaba el libro, pero en la que sólo había CD, algunas joyas y obras de arte. Así que después del chasco se fue a cenar mientras los otros se dedicaban a hacer el ganso. Casi mata a la primera víctima, así que procuró tomar un poco del resto, teniendo al final una media docena de víctimas, que quedaron bastante entonadas.

-¿Y tú qué haces con el abuelete? –preguntó Misael en tono socarrón.

-Dime que no lo convertiste tú –suplicó Julian.

-Nos encontramos de camino, tuvimos un accidente de tráfico, y entonces apareció el pelirrojo que me convirtió a mí y…

-Oh por eso te perdimos la señal, con el golpe sólo nos llegaban fragmentos de imágenes, nada coherente -observó Izhan.

-Vamos a dejarnos de chorradas, joder. Moved vuestro puto culo a buscar el libro –exigió Vince.

-Qué coño te crees que hemos estado haciendo tío, hemos buscado de arriba abajo –bufó Misael.

-Con lo matados que son se habrán pasado por el forro más de un lugar –suspiró Vince.

-Yo paso de seguir buscando, he visto demasiadas atrocidades –protestó Salem.

-Ya te digo, lo de esas viejas y la palangana fue un shock de los chungos –asintió Julian.

-Separémonos en dos grupos, así podremos abarcar más terreno –sugirió Salem.

-Quietos ahí impíos, vuestra hora ha llegado, os ajusticiaré en nombre del amor universal –irrumpió Mary Sue, vestida de cuero y armada con algo que los vampiros no sabían bien cómo calificar.

-Cojonudo, como éramos pocos faltaba la mamarracha hortera –maldijo Vince.

-¿Quién es esa basta? –preguntó Misael extrañado.

-Por las pintas que lleva debe ser una prostituta –opinó Julian.

-Cómo se atreven, yo soy la elegida –berreó Mary Sue.

-¿La elegida para enseñarnos disciplina inglesa? –cuestionó Salem.

-Para cazaros, y reducir vuestro cuerpo impuro a cenizas –aclaró Mary Sue.

-Esta zorra quiere chamuscarnos y nos lo dice como si nada –se indignó Julian.

-Se la ve estresada, puede que el modelito que lleva le esté cortando la circulación –sugirió Izhan.

-Postraros ante mí y redimiros –dijo Mary Sue mientras los apuntaba con una linterna muy potente, deslumbrándolos.

-Apaga eso, pendeja –ordenó Misael mientras le atizaba con un rastrillo que encontró a mano, dejándola fuera de juego.

-Voy a tener que volver a chupársela a alguien para que se me pase la jaqueca –se lamentó Izhan.

-Oh no, aquí nadie va a chupársela a nadie más, ya tenemos suficiente con todos esos tarados que buscan satisfacción –dijo Salem señalando las puertas acristaladas que daban al jardín, donde un montón de caminantes se apelotonaban demostrando lo amorosos que eran con muestras tan efusivas como agitar sus caderas haciendo notar lo alegres que iban.

-Pero qué coño, están fuera de control, como nos pillen nos van a dejar secos –dijo Misael abrumado por ver  a tanta gente exhibiendo sus partes pudendas como si de mandriles se tratara.

-¿Qué le han hecho a mis compañeros de camino? –preguntó Mary Sue en tono reprobador, absolutamente espantada desde el suelo en el que seguía después del mamporro.

-Ahora no es momento de pedir explicaciones tía, tenemos que pirarnos –dijo Aster alterado. Puede que le encantara eso del amor libre y las orgías, pero de ahí a dejar que una horda de sectarios se lo pasara por la piedra iba mucho.

-La puta que nos parió, hay que salir cagando leches, guíanos a la salida zorra –dijo Vince enfilando a Mary Sue.

-No soy una zorra, visto así por trabajo.

-Vale, qué quisquillosas son las putas de ahora, mueve el culo de una jodida vez y  enséñanos donde coño está la maldita salida o te meto un muerdo y acabas pelándole la cebolleta a toda esa vasca –amenazó Vince señalando las puertas donde los caminantes seguían apretándose.

Y entonces consiguieron romper los cristales, dando de sí las cerraduras y corriendo hacia sus objetivos.

Los metaleros optaron por trepar por los muros, mientras Mary Sue corría hacia una puerta situada en el lateral izquierdo del jardín y Vince escalaba por las columnas hasta el balcón.

Una vez arriba siguió hasta el tejado, cuando iba a ponerse en pie notó que unas manos aferraban sus tobillos, estaba sacudiéndose mientras gritaba:

-Suéltame o te juro que te empalo y se te van a quitar las ganas de ir por ahí arrimando la chorra.

-Jefe despierte, tiene que prepararse para salir –dijo Ilych  zarandeando a Vince, que se agitaba en sueños armando escándalo.

-No me toques guarro –dijo Vince alarmado mientras se ponía en pie y miraba extrañado a su estratega.

-¿Se puede saber qué demonios estaba soñando?

Vince no contestó, simplemente buscó un espejo y se aseguró de no tener colmillos.

-Vaya mierda de siesta, necesito una putas vacaciones –se quejó Vince mientras iba hacia la ducha.

-Le esperaré abajo, pero antes de marcharme le agradecería que me explicara por qué se acaba de palpar los colmillos.

-Por un puto sueño, menos mal que me despertaste a tiempo, estaban a punto de romperme el culo.

Ilych parpadeó intentando encontrar la conexión entre eso y los colmillos, pero decidió dejarlo estar, hay cosas que es preferible seguir ignorando…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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