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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Con un terrible retraso, pero aquí está el punto que inspiró la historia y el regalo atrasado de Akisuki, espero que te guste ^^

 

 

 

A Elliot le había costado escaparse de la sede del COVISEM, no sabía bien quién era el encargado de contratar al personal ni de dónde lo sacaban, pero todos tenían un polvo, la mayoría más de uno. Y aunque Benjamin le había puesto una inyección para mitigar los efectos del SPMV, ver a tanto maromo en ropa de combate había ralentizado y hecho muy dura su fuga.

Pero tenía que hacer algo, prefería morir luchando contra vampiros, que a manos de van der Rohe por ponerle la zarpa encima a sus hermanos. Había conseguido evitarlos, aunque si permanecía junto a ellos unos minutos más acabarían muy mal.

Respiró hondo cuando consiguió escabullirse del dormitorio donde estaba, separado por una mísera pared de esos maquiavélicos chicos; lástima que el alivio le durase poco, nada más salir de la habitación acabó siguiendo a unos chulazos que no se percataron de que él no formaba parte de su grupo, tuvo que abandonarlos cuando repartieron las ballestas y no había para él, pero por muy tentado que estuviera de hacerles un mesalina, tenía que dominar sus instintos, y buscar ayuda en otro lugar. Solo se le ocurría una persona a la que recurrir, su mentor, Rosario Vandone. Reservaba esa opción para casos de absoluta emergencia, a sus “jefes” no les hacía ninguna gracia que mantuviera el contacto con un ex comulgado con antecedentes penales, y es que Rosario era un hombre de miras demasiado amplias para la iglesia y la legalidad.

Normalmente lo llamaba desde una cabina pública, pero con lo difícil que era encontrar una y más en su lamentable estado, optó por lajarle el móvil a uno de los niñatos que fumaban en el parque. Marcó el número de móvil que sabía de memoria y rezó para que no estuviera demasiado lejos.

-Diga –respondió Rosario con su marcado acento italiano, en el tono ronco que lo caracterizaba.

-Buenas noches, soy Elliot.

-Caro, qué agradable sorpresa, ¿cómo estás?

-Metido en un buen lío, ¿podemos quedar?

-A las cuatro de la mañana tengo que coger un vuelo, puedo dedicarte unas horas.

-Vale, ¿dónde nos vemos?

-¿En qué clase de lío estás metido?

-Vampiros…

-Madonna mia, cómo se te ocurre, ¿qué te he dicho siempre?

-Qué el voto de castidad es una pérdida de tiempo, que comer pasta que no esté hecha por un italiano es una blasfemia y que no me acerque a un bebedor de sangre aunque esté tan borracho que no me acuerde ni de mi nombre, esté cayendo el diluvio universal y sea el único ser en kilómetros a la redonda.

-Veo que aunque no me hagas caso lo tienes claro. Ven al lugar donde nos vimos la última vez.

-Esa casa da más miedo que el COVISEM.

-Porca miseria, no quiero ni saber por qué conoces el nombre de esa peligrosa institución.

-Puedo omitir esa parte, será lo mejor teniendo en cuenta que tenemos poco tiempo. Pero me gustaría saber de qué los conoces tú…

-Soy un hombre de mundo, ¿cuánto tardarás en llegar?

-Media hora, por curiosidad ¿qué tal te llevas con el director?

-Digamos que le he enseñado mucho vocabulario italiano. Cuando llegues no toques el timbre, te estaré esperando en el jardín trasero.

-Ok –colgó y se encaminó en búsqueda de un taxi. No podía dejar de pensar que seguramente van der Rohe fuera políglota, y su loro también…

No volvería a subirse en un taxi con el SPMV, encontrarle el punto a un tipo que vive con su madre, lleva gorra aunque sea de noche y mueve la cabeza como si tuviera atrofiado el cogote mientras escucha a MC Hammer, era peor que lo de Viktor y Virgil.

-Pues ya hemos llegao tío –dijo el taxista en un tono que Elliot consideró inapropiado, pero se limitó a dejarle el móvil del niñato a modo de pago, y a evitar pensar en tirarle del pelo y  enseñarle a tratar a los clientes.

-No me jodas, dame pasta, a esto tengo que quitarle la mierda de seguridad…

-Tengo cosas importantes que hacer, sé un buen chico y acéptalo, o iré a casa de tu madre y le contaré que eres un cretino que ha intentado timarme, y me creerá, soy cura.

El taxista se giró para mandarlo a paseo, pero algo en la expresión de Elliot le hizo saber que lo peor que iba a pasarle no iba a ser que hablara con su madre. No entendía por qué de pronto ese rubio, menos alto y seguramente fuerte que él, le inspiraba temor, pero había aprendido a hacerle caso a su instinto después de los cuatro primeros atracos que había sufrido. Así que aceptó el móvil y se limitó a despedirse con un escueto ciao.

-Buenas noches Rosario –saludó Elliot al cruzar la verja del jardín trasero.

-No sé para quién lo serán, mírate, tienes una calentura encima tan enorme que podrías cepillarte a la legión extranjera enterita.

-Es que me ha mordido un vampiro y tengo…

-Ya sé lo que pasa cuando un vampiro te muerde, ¿era antiguo?

-Creo que sí.

-¿Cómo era?

-Se llama Edsel von Loar.

Rosario abrió sus rasgados ojos oliva como si le hubieran mentado al diablo, suspiró con fastidio mientras se pasaba la mano por la sien, poblada por brillantes canas, y meditaba qué decir. Elliot empezaba a asustarse, normalmente su mentor no se andaba con rodeos, era bastante espontáneo y solía largar lo primero le viniera a la boca.

-Di algo, lo que sea, no me voy a extrañar.

-Parece que últimamente has visto mucho mundo –afirmó Rosario con un deje socarrón.

-Más del que hubiera querido.

-Bueno, una vez metido en el lío es mejor vivir la experiencia que lloriquear. Me gustaría quedarme para ayudarte, pero de verdad tengo que irme, es algo urgente –se lamentó.

-Lo supongo, sé que no me dejarías tirado si pudieras evitarlo. Y no quiero saber de qué trata esa urgencia, ya voy sobrado con la mía.

-Algún día quedaremos para un café y nos reiremos de esto.

-Lo dudo…

-Verás cómo sí. Pero ahora centrémonos en El señor von Loar.

-Él ha sido… un daño colateral, dado el poco tiempo del que disponemos deberíamos ir a la raíz del problema, el vampiro por el que empezó todo este lío.

-Y por su puesto sabes el nombre… -suspiró Rosario.

-Dante Mattia, ¿por qué te extraña que sepa sus nombres?

-Esto mejora por momentos –ironizó Rosario ignorando la pregunta.

-¿Lo conoces?

-Hay rumores de que custodiaba cierto libro…

-El libro rojo, pero se lo robaron, ahí empezó todo el lío.

-¿Quién te metió  en esto? –preguntó Rosario preocupado.

-Secuestraron a un amigo de unos chicos de mi parroquia, cuando el vampiro perdió el libro chantajeó a su marchante, creyendo que este se lo había llevado…

-Entiendo. Y crees que Dante tiene la clave para ponerle fin al embrollo.

-Sí, además tiene un rehén. Hay que darle una lección para que deje de mangonear a otros para que solucionen lo que él ha jodido.

-Noto cierto resquemor en tus palabras…

-Cuando lo vi acababan de morderme, y en lugar de intentar liberar a su rehén me comporté como una zorra necesitada…

-No podías controlarte.

-Exacto, eso es lo que sentí cuando lo tuve cerca, una pérdida total del poco control que tenía, y aunque en esos momentos era la leche, ahora no me parece nada bueno.

-Muy bien, si lo que necesitas es asesoramiento para darle caza a ese bastardo, te daré unas pautas a seguir, pero si no funcionan no te hagas el héroe y huye. Y si te llevas refuerzos mejor, no vaya a ser que te vuelvan las ansias carnales y cambies de objetivo.

-Cierto, sería conveniente tener a alguien que en ese caso me frenara.

-Caro, me refería a que tuvieras a alguien de tu equipo a quien cepillarte.

-Qué pragmático…

-Ya sabes lo que pienso de la castidad.

Mientras se dirigían al aeropuerto Rosario le dio a Elliot una lista detallada de los puntos débiles de los vampiros, no eran su especialidad, pero se lo había pedido a un amigo que trabajaba para el Vaticano, se la había enviado al e mail y después de leerla, se la había explicado a Elliot como si hubiera hecho uso de ella miles de veces. Rosario siempre tuvo claro que la intención es lo que cuenta, y si haces creer que estás seguro de algo, los demás suelen confiar. De poco le iba a servir a Elliot que le contara que jamás había comprobado que nada de eso surtiera efecto, contaba con que el chico se llevara a alguien de refuerzo, y si no que lo peor que le pasara fuera cepillarse al vampiro, después de todo si hubiera querido matarlo lo habría hecho cuando se le insinuó, era muy extraño que le huyera…

Después de despedir a Rosario y desearse suerte mutuamente, Elliot estaba más confiado. Siempre había visto a Rosario como un hombre aguerrido que se enfrentaba a lo que viniera sin recular, ya era hora de que dejara de lado su enorme lista de reparos y se decidiese a actuar. Lástima que desconociera que el arrojo de Rosario se debía a una temeraria inclinación por la aventura y la improvisación.

Estaba decidido a liberar a Salem, se preguntaba qué diría su abuela si supiera que ahora era un vampiro, ya llevaba bastante mal que se delineara los ojos…

 

Otro que tramaba cómo rescatar a Salem era Marty, se sentía terriblemente culpable, además de estar preocupado por cómo iban a llevarse Dante y Salem, el primero no era muy paciente y su amigo tenía problemas para controlar su sentido del humor ante personas autoritarias, básicamente le encantaba provocarlas, con su abuela se lo pasaba en grande discutiendo, y no había ido a verla desde su conversión, estaba seguro de que ella se daría cuenta y llamaría a un exorcista o algo por el estilo.

Marty no quería involucrar al resto del grupo por si algo salía mal, pero tampoco iba a ir solo y desprotegido, así que decidió tomar prestadas unas armas del almacén donde Roy guardaba la mercancía de “coleccionista especial”. Su sorpresa fue toparse con Elliot, que no acababa de decidirse entre una ballesta y una estaca.

-Buenas noches –saludó Marty sobresaltando a Elliot.

-Hola… vaya no esperaba compañía –replicó Elliot algo confuso-. ¿Has venido solo?

-Sí, los chicos tenían una actuación. ¿Y usted?

-Tutéame, por favor. También estoy solo.

-Parece que ambos venimos a por armas, en mi caso para visitar a un congénere ¿y el suyo?

-Voy a ir a rescatar a Salem.

-Yo también, ahora podremos hacer frente común –celebró Marty.

-Supongo que es mejor tener refuerzos, aunque estar rodeado de vampiros no me acaba de parecer una gran idea.

-Al único que debe temer es a Dante, tiene la fea manía de coleccionar rehenes, parece que no pudiera hacer nada solo.

-Tendremos que ser precavidos para que no vuelva a retenerte.

-A mí no me va a pillar de nuevo, no somos compatibles para convivir.

-Entiendo, ¿qué arma crees que será más efectiva?

-En mi caso la estaca, tengo muy mala puntería, con la ballesta podría acabar disparándole a cualquier cosa. Pero déjame mirar en esas estanterías, si no la ha vendido ya, había una maza morgensten ideal.

-Vale, te espero fuera –dijo Elliot algo preocupado por el entusiasmo que mostraba Marty ante las armas.

Cinco minutos después el neófito aparecía sonriente con la maza y un par de dagas.

-Estamos listos-anunció-. ¿Cuál es el plan?

-Mi mentor me dio una lista de recursos, pero tú eres un vampiro, así que deberías decidir qué sería más efectivo.

-Eso sería lo lógico, pero lo único que tengo es una muy corta experiencia, llevo pidiendo asesoramiento desde que me convirtieron pero nadie me hace caso.

-Por eso se hicieron con el libro rojo…

-Sí, pero ahí no sale casi nada, salvo historias de vampiros célebres que están jodidísimos de la chota y tienen poderes especiales, o son unos psicópatas de cuidado. Por lo visto hay que tenerlos controlados porque suponen un peligro para la especie… No tengo intenciones de ir a socializar con esas locas, solo quiero saber qué puedo hacer, qué debo evitar…

-Y para eso ¿no hay libro?

-Una guía para neófitos llena de obviedades, cuando la leí ya había probado todas las cosas a evitar, y solo llevaba un mes convertido, no me sirvió para un carajo.

-Entonces solo te queda hablar con algún vampiro antiguo.

-Sí, pero el único que conozco es Dante, y dice que eso se va aprendiendo, que no tenga tanta prisa y sí más sentido común.

-Madre mía, habla como una abuela.

-Ya te digo, pero se va a joder, lo vamos a dejar sin rehenes y con el culo al aire, a ver si espabila.

-Entonces volvemos a la lista, a ver qué te parece mejor opción.

-Ok, pásamela.

Después de quince minutos Marty tenía el ceño fruncido, y una mueca de disgusto en la boca. Elliot seguía afilando las dagas sin decir palabra.

-Eso de echarte esencia de ajo creo que resultaría aterrador para cualquiera, humano o vampiro, mejor lo descartamos –dijo Marty rompiendo su silencio y obteniendo un efusivo asentimiento por parte de Elliot.

-Sí, además la ropa que me compré en esa tienda a la que me mandó Rosario tiene un olor muy particular, mezclarlo con el del ajo sería asqueroso.

-Sí, olerías como una fulana salida de un italiano de mala muerte, a Dante le podría horrorizar, pero no para palmarla del susto precisamente… Ya que estamos, podrías explicarme qué tienen esas prendas tan ajustadas de ventajoso para luchar contra un vampiro, porque no parecen dar mucha movilidad, de hecho juraría que en un par de horas acabarán dificultándote la circulación.

-Es un nuevo diseño en prendas ignífugas.

-Oh… pero avisa antes de ponerte en plan Nerón, se supone que vamos a rescatar a Salem, no a morir como barbacoa.

-Descuida, es solo precaución, tengo un par de latas de gasolina, si no está por lo menos le joderemos la casa.

-En ese caso genial. Conozco bien la zona.

-En lo que yo me encargo de neutralizar a Dante, tú vas a por Salem.

-¿Estás seguro de quedarte a solas con él?

-A ti también podría matarte.

-Y tú eres un ministro de Dios…-sopesó Marty.

-Si tardo mucho en salir avisad al COVISEM.

-Vale.

-Pues manos a la obra, llama a un taxi –dijo Elliot mientras guardaba las armas en una maleta.

 

Mientras tanto Salem intentaba provocar a Dante, no le molaba que después de secuestrarlo se hiciera la estrecha y no quisiera responder sus razonables preguntas. Además  era preocupante que su lista de rehenes fuera bastante joven, empezaba a dudar de que lo hiciera para tener una moneda de cambio, lo mismo su abuela tenía razón y era un jodido pervertido. Lo mejor era hacerle mostrar sus cartas, y si había aprendido algo en su trayectoria musical era que no había nada mejor que ponerse en modo “diva creativa” para joderle la paciencia a los demás.

Así que había decidido usar a Dante como fuente de inspiración, sería su nueva “musa”.

-Ya que no quieres contarme nada para ayudarte a trazar un plan, y no parece que vayas a ponerte en marcha de momento, sino que vas a seguir paseándote de un lado al otro del salón maldiciendo en italiano, serías tan amable de dejarme papel y boli, porque supongo que un ordenador sería mucho pedir –habló Salem haciendo que Dante frenara en seco y lo fulminara con la mirada.

-¿Para qué coño quieres eso? –siseó Dante ofuscado.

-Para componer, en algo tendré que entretenerme, si tienes alguna sugerencia…

-Podrías quedarte calladito y sin molestar –replicó Dante.

-Dame papel y boli, y estaré calladito.

-¿Nada más?

-Si pudieras pasear con algo menos de ímpetu, y sustituir los bufidos ocasionales por melancólicos suspiros, sería estupendo –sugirió Salem con tono adoctrinador.

-Creía que lo tuyo era el metal…

-Dijo el tipo que después de perder el libro rojo se equivocó secuestrando a su rehén.

-Lo irónico es que empiezo a echar de menos a Aleix, Marty y tú son jodidamente susceptibles.

-Mira el lado positivo, yo no estoy cachondo –argumentó Salem antes de recibir unas imágenes por la vampironet que lo dejaron estupefacto.

-¿Qué pasa? –preguntó Dante al ver la cara de sorpresa de Salem.

-¿No recibiste las imágenes?

-Estoy bloqueándolo todo, necesito pensar sin interrupciones –respondió Dante como si fuera lo más obvio del mundo.

-Oh, pues sigue pensando, tampoco creo que vaya  a interesarte, habrás visto algo así cientos de veces, al ser un neófito me flipo con mucha facilidad –explicó Salem.

-Toma, papel y bolígrafo, voy a tomar algo, vuelvo en unos minutos, no hagas tonterías, puedo atraparte con mucha facilidad pero no tengo ganas de jueguecitos.

-¿Tienes cadáveres en el sótano o algo por el estilo?

-Nada que sea de tu incumbencia, sé bueno y no rompas nada.

Cuando Dante salió Salem respiró tranquilo, por fin podría comunicarse con los chicos sin que lo pillara.

-¿Se puede saber qué coño hace Marty con el cura? –preguntó Salem a través de la vampironet, sobresaltando a Misael y a Izhan.

-No tengo ni puta idea, anoche nos cenamos a un grupo de pijas, debían ir colocadísimas porque no nos hemos despertado hasta ahora –respondió Misael somnoliento.

-Por lo que he oído van a buscarte –dijo Izhan efusivo.

-¿Soy al único al que le parece una locura que Marty esté con el cura? –preguntó Salem frustrado.

-No lo sé, espera –pidió Izhan.

Momentos después se acercaba a Julian, que seguía dormido, y le berreaba al oído:

-Tu primo se ha largado con el cura, despiértate yaaa

Julian se puso en pie de un salto, mirando a su alrededor como si acabaran de decirle que la casa estaba ardiendo. Parpadeó asimilando la información.

-¿Que mi primo qué…? –preguntó en tono alarmado.

-Creo que a él tampoco le hace gracia –sentenció Izhan.

-Ya veo, intentemos contactar con Marty –propuso Salem asustado, por lo que veía estaban en el jardín trasero de Dante, no les quedaba mucho tiempo para  elaborar un plan de emergencia, si cada uno iba a su bola aquello iba a desembocar en un completo desastre.

-¿Por qué coño no nos detecta? –preguntó Misael.

-Ya sabes que es un tanto… distraído, ¿no te acuerdas de cuando le decíamos que no trepara por la fachada de la mansión y seguía como si nada? Cuando está concentrado puede bloquear la vampironet –dedujo Julian.

-No jodas, es lo único que atina a controlar –bufó Misael.

-Tomé prestados unos libros sobre vampiros de la mansión del tipo para el que tocamos el viernes –intervino Izhan-. Hay uno que se titula El vampiro y sus habilidades, porque chupar es solo la punta del iceberg.

-Con ese título tiene que ser coña, pero mola –rio Aster que acababa de despertar.

-El autor es Vince van der Rohe –aclaró Izhan, haciendo que todos corearan un “ahh” de asentimiento.

-Pues venga, ilústranos, de perdidos al río –pidió Salem resignado.

-Capítulo doce: Cómo chismorrean psíquicamente –comenzó a leer Izhan.

-Su editor tiene que pasárselo bomba –sonrió Misael.

-“Los chupópteros a la hora de ponerse en contacto son como los putos ordenadores, solo tienen que pillar wi-fi y engancharse a la red. Si están cerca es más fácil, pero también pueden cubrir largas distancias. Como son unas chismosas de mierda han tenido que aprender a ocultarse, desarrollando la capacidad de bloquear sus pensamientos y repeler los del resto. Cuando hacen esto se desconectan, pero pueden localizarse, porque dejan un rastro, como las putizorras con sus apestosos perfumes. Esos mamones se detectan unos a otros concentrándose en el olor.- Izhan hizo una pausa, meditando sobre que su especie apestara literalmente.

-¿Tenemos que seguirle el rastro a Marty como si fuéramos perras? –cuestionó Julian simplificando.

-¿Tienes una opción mejor? –replicó Salem.

-Si ese hombre es el director del COVISEM será por algo…- dijo Aster más para sí mismo que como respuesta.

-Intentémoslo –propuso Izhan.

Los hijos eternos de la noche oscura visualizaron a Marty,  concentrándose en su presencia, que sentían a poca distancia, de pronto comenzaron a recordar su olor, Marty solía usar una colonia suave, que al mezclarse con su piel se dulcificaba. A Izhan le recordaba a toallas recién lavadas, suaves y limpias, suspiró con nostalgia y entonces ocurrió.

-Hey qué le pasa a Izhan, ¿quiere ir a hacer la colada? –preguntó Marty preocupado, no era muy normal, ni siquiera para él, recibir ese tipo de imágenes. Era un tanto turbador eso de ver a Izhan restregándose encima de un montón de toallas, como si de un anuncio porno de suavizante se tratara.

Aster se cayó del taburete en el que estaba sentado, Misael negó con la cabeza y Salem decidió ignorar la pregunta e ir al tema que les interesaba.

-Marty, presta atención, tienes que mantener la comunicación con nosotros.

-Salem, estoy con Elliot, el cura, en los jardines de Dante.

-Lo sé, deberías haberme avisado.

-Pero no quería alertar a nadie.

-¿Y el cura?

-Venía de camino, fue casualidad.

-¿Para qué venía?

-Para liberarte y darle lo suyo a Dante.

-Eso sonó fatal… en fin, ¿qué tienen planeado?

-Yo te ayudo a Salir y él se ocupa de que Dante no nos encuentre.

-¿Cómo va a conseguir eso?

-Es un ministro de Dios, tiene sus recursos.

-Deberíamos ponernos de acuerdo, para que el plan salga bien para todos.

-Vale, ¿dónde está Dante? No lo localizo.

-Teniendo en cuenta que no podíamos localizarte a ti, eres tú el que estaba bloqueando la vampironet, y si Dante está haciendo lo mismo, pero conscientemente, no creo que logremos dar con él. Pero no debe haberse ido muy lejos, aprovechemos que está desconectado para reunirnos, estoy en el salón de la planta alta, bajaré a abrir, no quiero que vuelvas a repetir la hazaña de trepar por la fachada…

-Vale, pero no fue culpa mía que abrieran la ventana en ese momento, yo llegué hasta arriba.

-Y abajo de golpe –dijo Salem al abrirles la puerta, encontrando a un sonriente Elliot y un enfurruñado Marty.

-Buenas noches –saludó Elliot.

-Hola, vayamos al salón.

-¿Tienes algo pensado? –preguntó Marty.

-Sí, espero que funcione. Yo distraeré a Dante mientras tú y Elliot van a por las llaves que están en el sótano, al lado del cuadro de luces. Dante tiene allí artilugios para tratar con vampiros molestos: grilletes, látigos de púas…

-Eso suena a depravado sádico –dijo Marty con expresión de disgusto.

-Es la única oportunidad que tenemos de escapar los tres. Ustedes preparan los grilletes y las cuerdas mientras yo entretengo a Dante, cuando estén listos hacen ruido, y bajaremos a ver qué sucede. Entonces atamos a Dante y nos piramos.

-Vale –aceptó Marty.

-Mierda, ya volvió –advirtió Salem-. Bajen al sótano por la escalera de incendios, yo iré a su encuentro, sean sigilosos.

-Dalo por hecho –dijo Marty mientras Elliot empezaba a descender por las escaleras.

Salem fue raudo a las escaleras principales que Dante terminaba de subir.

-Sí que has tardado.

-¿Me has echado de menos? –preguntó Dante mientras ladeaba la cabeza con escepticismo.

-La verdad es que estoy atorado con la canción, y es frustrante, ¿te importaría ayudarme a seguir?

-¿Quieres que me ponga a suspirar mientras dejo vagar la mirada perdida en el horizonte? –ironizó Dante.

-No, pero podemos dejar eso para otra ocasión, solo siéntate y ayúdame a elegir la mejor opción.

-¿Y cuando lo haga dejarás de incordiar?

-Sí, tampoco es que fueras a hacer algo de provecho.

-Voy a cambiarme, acaba de empezar a llover y me he empapado la sudadera.

Mientras Dante se cambiaba Salem buscaba en su móvil una web que le había pasado Misael de chistes, había unos sobre componer que le servirían para entretener a Dante, y de paso divertirse un poco.

-Bien, acabemos con esto –dijo Dante al entrar en el salón.

-Mira esto –dijo Salem pasándole el móvil.

Dante lo examinó sin dar crédito a lo que leía, había un cuadro que rezaba: “Cómo componer metal”, y en él se indicaban varias opciones a combinar:

El veneno       arderá      impío/a           por la noche      sin control

La sangre     matará       fulminante       en el abismo       caótico/a

Ese maldito   correrá     desesperado/a    hasta el infierno  eterno/a

Esa zorra       caerá       desgarrado/a     en mi cuerpo       oscuro/a

 

-¿Qué se supone que quieres que hacer con… esto?

-Rellenar unas estrofas, la canción trata sobre un vampiro que sufre un anhelo inconsolable por su pérdida, pero no sé qué dirección tomar, si la furia causada por la frustración, y poner algo tipo: “La sangre correrá fulminante en mi cuerpo eterno” o el dolor lacerante con algo como: “El veneno arderá impío por la noche oscura”. ¿Qué opinas?

Dante parpadeó intentando asimilar la petición. No sabía qué respuesta haría más corta su agonía. Ya le parecían estrafalarias las letras de ese grupo, pero no se esperaba que usaran ese tipo de recursos para inspirarse, si es que a eso se le podía catalogar como inspiración.

-La primera resulta un tanto eufórica para hablar de pérdida, a no ser que te refieras a la pérdida de control del SPMV…

-Oh ese tema ya lo traté en I wanna be your sexual object.

-Genial, lo que faltaba eran canciones que airearan al mundo vampírico de una manera tan… ¿pragmática?

-Pues sí, porque ya está bien de idealismos, hay que llamar a las cosas por su nombre.

-En nuestro caso creo que sería más conveniente no llamarlas directamente, ya sabes, nos viene bien eso del anonimato –contradijo Dante.

-Así que eres un vampiro armarizado.

-Todos deberíamos serlo…

-Eso está muy bien para una canción, la lucha de cambiar de especie, dejar atrás la humanidad y convertirse en un ser que se sume en la oscuridad ocultando su condición. Cuéntame tu experiencia como ser nocturno que guarda celoso sus inclinaciones.

-¿Mis inclinaciones?

-Alimentarse de sangre, evitar la luz solar, las estacas…

-Todo el mundo evita las estacas.

-No son algo muy común…

-Afortunadamente no.

-Y qué me dices de secuestrar a jovencitos.

-¿Perdona?

-No va a ser casualidad que Aleix, Marty y yo seamos escandalosamente más jóvenes que tú, sin contar que originalmente ibas a por Jair, que incluso aparenta ser más joven de lo que es…

-Iba a por Jair porque pensaba que su padre me había robado el libro. Y el resto simplemente eran lo que tenía a mano…

-Claro –dijo Salem asintiendo enfáticamente, dando a entender que no creía una palabra-. ¿Entonces cuál es tu tipo ideal de rehén?

-No tengo uno porque no me gusta secuestrar gente.

-Solo lo haces como último recurso. Pero visto que es algo que te ves abocado a hacer a menudo, podrías estudiar qué tipo de candidato sería el ideal.

-¿En qué demonios te puede ayudar a componer que yo tenga un prototipo de rehén?

-Si lo tuvieras obviamente yo no cumpliría los requisitos, por lo que podría estar en mi casa componiendo, en lugar de aquí discutiendo contigo.

-Nunca creí que fuera a echar tanto de menos a Aleix.

-Pues lo siento por ti, creo que está tras el culo de Jair.

-Eso era un dato que no me hacía falta saber…

-Es mejor no hacerse ilusiones para no decepcionarse.

-No me gusta Aleix. Solo me parece más llevadero.

-Eso no se lo traga nadie, Aleix es despistado e impulsivo. Asume lo que sientes con dignidad.

Y como si las leyes del karma estuvieran de acuerdo con Salem un estruendo los puso alerta e hizo que bajarán al sótano, retomando el reencuentro entre Dante y Elliot.

Lo esperable hubiera sido que Dante se sorprendiera y Salem mirase resignado, pero fue al revés. Se suponía que Elliot y Marty debían estar esperando agazapados en la escalera, para hacer caer a Dante, dejándolo en una posición indefensa en la que podrían ponerle unos grilletes. Pero Marty estaba de cara a la pared haciendo palanca con sus piernas para intentar romper las sogas que habían rodeado su cintura. Mientras Elliot las rompía pacientemente con las dagas. Pero eran demasiado resistentes y se le había doblado una, así que iba con más cuidado, y demasiado lento.

Salem parpadeó confuso mientras le llegaban las sonoras carcajadas de sus compañeros de banda por la vampironet. Sabía que las cosas podían torcerse pero no pensaba que tanto, ni de esa manera tan… pintoresca.

-Cuánto tiempo Marty, para renegar tanto de tu estancia aquí has vuelto pronto –saludó Dante.

Marty y Elliot que estaban totalmente absortos en romper las sogas se sobresaltaron.

-La jodimos bien –dijo Elliot mientras volvía a mirar las dos sogas que quedaban por ceder.

-Pero qué blasfemo señor Bedgood –sonrió Dante al comprobar que Daniel seguía siendo de lo más pragmático a pesar de permanecer en el clero.

-Lo tomaré como un cumplido viniendo de un vampiro asaltacunas.

-¿Qué le ha hecho llegar a esa conclusión? –preguntó Dante alzando la ceja incrédulo.

-Pues lo mismo que a todo el mundo –bufó Salem.

-No te metas en las conversaciones de los mayores –dijo Dante con tono reprobador.

-Pues si no te importa, mientras charlas con el cura, voy a echarle una mano a Marty, ya ha hecho bastante el ridículo por hoy. Y como tú eres tan fuerte, rápido y divina de la muerte no te supondrá un problema que esté desatado. A todas estas, eso de tener ese tipo de mecanismos montados en las paredes deja entrever que sí te va el sadismo, y estás dispuesto a pescar a víctimas crédulas a como dé lugar –dijo Salem como si estuviera haciendo afirmaciones científicamente objetivas sobre el cosmos.

-Adelante –accedió Dante ignorando el resto de la perorata.

 Salem fue a una de las puertas laterales de madera que estaban en las paredes, tiró de ella haciendo que se girase mostrando un amplio surtido de armas blancas. Después de examinarlas brevemente tomo un puñal que parecía resistente y afilado, y procedió a cortar las sogas que atrapaban a Marty.

-Escúchame bien, esta es nuestra oportunidad de pirarnos.

-Dime.

-Tenemos que llegar al ventanuco que está al final de la pared.

-No se ve nada, está oscuro –dijo Marty cansado.

-Joder, eres un maldito vampiro, solo tienes que enfocar. Mientras yo devuelvo el puñal a la vitrina tú te deslizarás sigilosamente por allí, procura no caer como un jodido saco de papas. Lo último que nos faltaba era que cayeras mal, te levantaras cojeando y te echaras a correr como una gallina vieja.

-¿Y qué hacemos con el cura? –preguntó Marty mientras meditaba sobre cómo corrían las gallinas viejas.

-Llamaremos a los del COVISEM para que lo rescaten. ¿Estás listo?

-Sí. Pobrecillo…

-OK, si algo sale mal llama a los chicos –dijo Salem dándose la vuelta para distraer a Dante dándole tiempo a Marty para salir.

Todo sucedió muy rápido, Marty consiguió caer sin hacerse daño, solo tuvo un pequeño percance con el suéter y la camiseta, que se rajaron al engancharse en uno de los faroles de la fachada. Así que tuvo que irse haciendo topless.  Salem lo tuvo muy fácil para marcharse, Dante estaba enfrascado en su conversación con Elliot, cosa que le sorprendió bastante, tenía que haber algo para que esos dos pasaran por alto lo que estaba sucediendo. Era algo injusto dejar solo al cura con el vampiro, pero no había colaborado como acordaron, y si no se iban podrían acabar pringando todos, de esta manera tenían la oportunidad de ayudarlo desde fuera.

Una vez en la calle sin mayores percances, fue a dar con Marty, al que miró extrañado sin acabar de entender qué demonios hacía descamisado, no es que hiciera calor precisamente.

-Dime que no te han atacado –era la única explicación que encontraba.

-No, se me enganchó la ropa con una de las farolas -respondió Marty encogiéndose de hombros.

-Vayamos a por algo que ponerte y cuando estemos con los demás llamamos al COVISEM.

 

Elliot ni siquiera se dio cuenta de que Salem y Marty se habían marchado, estaba totalmente absorto observando a Dante mientras le hacía preguntas, no sabía porqué pero le costaba muchísimo más controlar su SPMV cuando estaba frente a él.

-¿Me estás escuchando? –preguntó Dante sonriendo malicioso, le encantaba jugar con ventaja. Estaba seguro de que Elliot aún no sabía quién había sido en su vida anterior, pero hay cosas que no cambian y Dante recordaba bien todos esos puntos clave de Daniel que había llegado a conocer.

Elliot parpadeó intentando aclararse, pero no le interesaba lo más mínimo la pequeña entrevista de la que le querían hacer víctima. Era mucho más lucrativo fijarse en los penetrantes ojos de Dante, en esos labios tan tentadores curvados en una sonrisa canalla que lucía un buen par de colmillos… Y ahí volvió en sí y recordó que se estaba enfrentando a un vampiro. Tenía que frenar esos impulsos y hacerse con el control o era hombre muerto. Debía aprovechar que el vampiro estaba confiado para atacar, si conseguía que se acercara a la pared lo mismo podía quedarse atrapado por esas malditas cuerdas.

-Me cuesta un poco concentrarme con la hormona alborotada –respondió Elliot moviéndose hacia donde había estado Marty.

-Oh pobrecito, se me olvidaba que te habían mordido, has perdido la cautela, tal vez deberías recuperarla un poco, si sigues jugando al ratón y al gato quién sabe cómo acabarás –dijo Dante arrastrando las palabras como si fuera una víbora a punto de atacar.

-No estoy jugando a nada –se defendió Elliot volteándose para intercambiar lugares.

A Dante le divertía ver cómo evitaba que se acercara más de la cuenta, disfrutaba viendo cómo Elliot sobrellevaba la pequeña tortura. Algo que le seguía fascinando era que no rehuía nada por peligroso o prohibido que le resultara, puede que siempre le hubiera gustado estar al borde del abismo, el problema era que había que darle un empujoncito final, para que saltara o se volviera a tierra firme. Pero esta vez no iba a dejarlo oscilando.

-¿Y qué estás haciendo?

-Buen punto…

-Vamos no seas tímido, cuéntamelo –le instó Dante tomándolo del brazo con suavidad.

Fue gentil, pero Elliot reaccionó como si le hubiera picado un escorpión, no supo de dónde sacó las fuerzas pero lo empujó pegándolo a la pared y activando el mecanismo de sogas, que rodearon su torso haciéndole perder movilidad. Quedó en una postura bastante incómoda al verse atrapado en medio de una caída, por lo que Elliot le acercó un taburete para que no estuviera más incómodo de la cuenta.

Dante se sorprendió ante la reacción, definitivamente a Daniel no le sentaba bien que le mordiesen, ni en la vida pasada ni en esta. Podría haberse desatado, pero quería saber hasta dónde llegaría el nuevo Daniel, así que decidió seguirle el juego.

Por su parte Elliot comenzó a buscar a Salem y Marty.

-Se fueron hace rato –suspiró Dante.

-Bien, pues lo haré solo –afirmó Elliot con decisión.

-¿Y qué es lo que vas a hacer?

-Reducirte y llevarte.

-¿A dónde? –preguntó Dante intentando evitar sonreír ante la determinación de Elliot, no había perdido ese rasgo, lo que parecía haber dejado atrás era su obsesión por controlar la situación, y esa combinación era muy divertida.

-Con un contacto del Vaticano, eres demasiado peligroso para dejarte en manos del COVISEM.

Dante comenzó a reír como no lo había hecho en años. Era pura ironía que un hombre que había renegado de sus compañeros del clero para darse al estudio de lo sobrenatural, porque según él eran unos malditos cobardes ignorantes, y  había que estudiar lo que se desconocía en lugar de limitarse a condenarlo. Ahora renegara de la institución que había ayudado a fundar indirectamente para volver a las faldas eclesiásticas.

-¿Qué te hace tanta gracia? –preguntó Elliot confuso, no había notado antes signos de desvaríos en el vampiro.

-Madre mía, esto es demasiado –Atinó a decir Dante entre risas.

-¿Demasiado qué?

-Irónico, pero dejémonos de cháchara y ven a reducirme –Pidió Dante sonriendo sardónicamente.

A Elliot no le gustaba nada esa confianza desmedida, pero no iba a pararse en ese momento a replantear la situación, además en ese maldito sótano no había cobertura, y así no podía  mandarle un sms a Rosario informándole de la situación. Optó por repasar la lista y empezar a probar las técnicas que le sugería.

Descartado lo del ajo, lo primero que utilizó fueron unos potentes minifocos que le había prestado Rosario. Se fue al otro extremo de la habitación poniéndose de espaldas a Dante para regularlos, una vez puestos a máxima potencia, volvió a acercarse. Dante lo miraba con curiosidad, esperaba que no fuera a dispararle uno de esos jodidos dardos que tanto le gustaban a van der Rohe.

Elliot lo miró, calibrando la altura a la que estaban los ojos, colocó los focos frente a estos y los encendió, haciendo que Dante maldijera por lo bajo y apartase la mirada, volviendo a mirar a Elliot unos segundos después.

-¿Qué coño haces? –increpó Dante molesto.

-Ya te lo dije, intento anular tus facultades vampíricas.

-¿Así?

-No finjas, he visto cómo apartabas la mirada.

-Y quién no lo haría si lo enfocas con eso.

-No ha sido suficiente, pero no tengo luces más potentes.

-Qué pena…

-Aún me quedan recursos.

Elliot le dio la espalda de nuevo mientras intentaba sacar algo de los bolsillos de los ajustados pantalones. Dante no acababa de captar a qué venía el modelito, pero era de agradecer tener algo atractivo a la vista mientras Daniel seguía con el numerito, en esta reencarnación también tenía un buen trasero.

Después de forcejear unos minutos Elliot pudo sacar el rosario, volvió junto a Dante y dejó caer la cruz frente a sus ojos. Dante ladeó la cabeza con gesto interrogador, mientras Elliot bufaba decepcionado. Se acercó un paso más para colocar el rosario alrededor del cuello del vampiro. Se sobresaltó al sentir un escalofrío cuando sus dedos entraron en contacto con la piel fría y suave. A Dante le estremeció el inesperado gesto, después de tanto tiempo volvía a sentir el tacto de Daniel, un Daniel algo distinto, pero que era capaz de despertar todas esas sensaciones que había olvidado, no era consciente de lo adormecido que había estado desde su pérdida. Estaba anestesiado y desde que se reencontraran comenzó a despertar, experimentando cosas que creía olvidadas, en el fondo sabía que era inevitable, Daniel volvería a sacudir su conciencia por mucho que quisiera evadirlo, así que esta vez pondría en práctica lo aprendido de su primera relación y no se lo negaría. De momento podía disfrutar dejándose llevar por su anhelante deseo carnal.

Lo siguiente de la lista era el agua bendita, Rosario le había dado una pequeña botella, que destapó mientras volvía a acercarse, después de pronunciar unas palabras en latín la derramó sobre Dante, empapándole la cara, el cuello y parte del torso. La camisa se pegó a su piel dejando a la vista que estaba  en buena forma y que tenía frío. A Elliot le gustó su aspecto mojado, pero lo que más le puso fue la mirada entre fiera y divertida que le dirigió, podría decirse que empezaba a tomarlo en serio, aunque sospechaba que era por lo molesto que le estaba resultando y no por temor.

-¿En serio vas a seguir con esos tópicos? –preguntó Dante impacientándose.

-No tengo con qué clavarte la estaca –dijo Elliot encogiéndose de hombros al darse cuenta de que no había nada en la habitación que pudiera usar para martillear la estaca apropiadamente, no era un carnicero cutre, si había que cargarse a alguien lo haría con dignidad.

Dante volvió a reírse a carcajadas, jamás hubiera imaginado a Daniel diciendo algo así.

-A ver si te ríes con esto –contraatacó Elliot enseñándole unas pinzas metálicas bastante antiguas, aunque impecables, que se usaban para arrancar dientes.

Como bien suponía Elliot, la sonrisa del vampiro se borró, pasando a convertirse en un rictus lleno de tensión. Lo que desconocía era que Dante temía que tuviera práctica con esos artilugios por su pasado como inquisidor.

Esta vez cuando se acercó el vampiro giró la cara, huyendo del contacto.

-Abre la boca, chico –pidió Elliot sonriendo, le gustaba esa sensación de poder.

Dante forcejeó haciéndole notar lo fuerte que era, sabía que no podría obligarlo, pero le quedaban otros recursos. Tomó un látigo que estaba en uno de los estantes, enredó el cuello de Dante haciendo que volviera a mirarlo de frente, y entonces se quitó la camiseta y sacó una pequeña hojilla. Acortó la distancia y cuando estuvieron a escasos centímetros se hizo un corte superficial en el pectoral inferior, dejando que la sangre fluyera sobre la nívea piel.

Dante se mordió el labio y entrecerró los ojos dejando escapar un siseo que delataba lo mucho que le costaba contenerse. Respiró hondo cuando Elliot volvió a sacar las pinzas tentándolo con su sangre para que abriera la boca. Y fue en ese momento cuando decidió que iba a librarse de las sogas, de repente le estaban resultando sumamente molestas.

Con un par de tirones recuperó la movilidad por completo y pudo abalanzarse literalmente sobre Elliot, que cayó de espaldas sin tiempo a reaccionar. En un parpadeo había pasado de estar encima de un vampiro  que se negaba a abrir la boca, a estar debajo mientras este se relamía los labios y lo tomaba de las muñecas bajando la cabeza hasta el corte para aspirar el aroma a sangre. Sonrió ante la estampa del cura sorprendido pero no acobardado.

Dejó que su lengua asomara acercándose hasta lamer la sangre de una manera lenta y tortuosa que provocó que Elliot, más que asquearse o asustarse, se le pusiera muy dura, haciendo que esos pantalones ingnífugos tan ajustados se abultaran delatoramente.

-Aprovecharte de mi estado de vulnerabilidad por tener el SPMV es algo que no me esperaba, ¿además de vampiro es un maldito depravado?

-Venga ya, querías arrancarme los dientes y ahora te pones en plan mojigata, deja el numerito porque no te pega nada –replicó Dante mientras usaba esos colmillos que tanto quería ver Elliot para rasgarle los pantalones hasta romperlos.

Ver cómo Dante deslizaba los incisivos por sus piernas, y sentirlos sobre la piel arañándola, lo ponía a cien. Si alguien se lo hubiera dicho antes se habría reído, contestando que eso sonaba burdo y bastante trasnochado, pero Dante lo hacía con una ferocidad elegante que lo encendía. Sabía que era una idea nefasta dejar que un vampiro hiciera lo que le apetecía sin ni siquiera oponer resistencia, pero lo hacía tan bien y le gustaba tanto… Tenía que darle la razón, no le pegaba nada ir de estrecha. Prefería pasárselo bien, y si la palmaba por lo menos sería disfrutando, a esas alturas y con el SPMV nublándole la poca razón que le quedaba no iba a dar marcha atrás. Así que Carpe Noctem.

Dejados atrás los reparos Elliot tomó la cabeza del vampiro entre sus manos y lo besó. Le encantaban esos labios turgentes y entreabiertos para él, traspasarlos fue algo que sacudió sus sentidos, ese sabor le resultaba familiar, y sin saber cómo o por qué hizo que su anhelo se disparase, imprimiéndole una urgencia al beso que se le hacía desgarradora.

Dante sabía bien lo que estaba pasando, lo había escuchado de otros vampiros, Daniel le estaba reconociendo, le aliviaba saber que no lo había olvidado, y a juzgar por el ímpetu de sus movimientos lo echaba mucho de menos. El peligro llegó cuando sintió la lengua juguetear con sus colmillos, si continuaba acabaría sangrando y eso sería nefasto.

Con cuidado se separó, evitando zonas conflictivas como la yugular, se dedicó a deleitarse con los pectorales, los pezones, que notaba menos sensibles que los del antiguo Daniel, las piernas que también eran firmes y esbeltas, y sin darle tregua se dedicó a demostrarle las ventajas de alimentarse succionando.

Normalmente le gustaba ser más participativo, pero ese atropello de placer que no le daba tregua, se sentía demasiado bien para abandonarlo. Puede que dejarse hacer no estuviera tan mal. Estaba claro que Dante era capaz de hacerle cambiar de opinión en temas de sexo fácilmente, aunque tenía la sensación de que era por sus excepcionales habilidades, después de todo no creía que muchos combinaran esa mezcla de intensidad y profundidad, aderezada con una mirada maliciosa.

Estaba embelesado mirando cómo se deslizaba entre sus brazos hacia abajo, cuando llegó a sus muslos y puso las manos en sus caderas, la anticipación creció provocándole un placentero anhelo. ¿Pero quién en su sano juicio querría que un vampiro lo tomara en su boca?

Esa insignificante duda desapareció cuando notó el calor y la sofocante presión de la vampírica boca en su miembro. Los labios suaves y exigentes resbalaban ayudados por la humedad de la lengua alrededor de su erguido pene, engulléndolo sin piedad, haciendo que se arqueara ante las placenteras punzadas que recorrían su vientre.

Pero Dante quería que lo mirase, que fuese consciente de él, así que aumentó el agarre en sus caderas, dándole una sensación de inmovilidad que le gustó, como si no tuviera que preocuparse de perder el control porque no sería él el que eligiera el momento. Esa incertidumbre era algo que le resultaba cautivador, igual que la sonrisa lasciva que Dante le dedicó antes de volver a devorarlo.

Esta vez no volvió a mirarlo, estaba demasiado ocupado chupándosela, el balanceo de su cabeza era más intenso, arriba y abajo, succionando salvajemente, oscilando entre el placer y el dolor, aumentando sus ansias mientras agitaba las caderas contra la boca de Dante a pesar de la sujeción.

Cuando estaba a punto de acabar el vampiro redujo el ritmo, y Elliot aprovechó para apoyarse en los codos y recuperar el aliento. Soltó un ronco jadeo cuando Dante liberó su pene, el aire frío fue doloroso.

-¿Preparado? –preguntó Dante con el miembro de Elliot a escasos centímetros.

Elliot asintió silenciosamente mientras el vampiro ladeaba la cabeza y sonreía  pícaramente mostrando los colmillos, antes de lamer la punta con lentitud mientras lo miraba retorcerse, intentando contenerse, mordiéndose el labio inferior con fuerza. Dante tomó nota y volvió a succionar con ímpetu, haciendo que el calor volviera y el placer creciese con cada movimiento en el que su lengua se enredaba subiendo para volver a caer.

Elliot no le quitaba los ojos de encima, salvo cuando se veía obligado a entrecerrarlos por las oleadas de placer. De repente notó algo punzante y se incorporó abriendo bien los ojos. Dante separó los labios de la punta, le guiñó un ojo y deslizó los colmillos con delicadeza. Elliot hizo uso de todas sus fuerzas para quedarse totalmente quieto, la mezcla de dolor y placer lo estaba dejando sin aliento. Dante subió y lo engulló del todo, aplicando una presión más intensa en la hinchada punta, y Elliot perdió el control por completo gimiendo con fuerza y derramándose en la boca que seguía presionando sin piedad haciendo que se sacudiera con fuerza hasta quedarse seco.

Definitivamente las bocas de los vampiros estaban hechas para chupar, pensó Elliot mientras intentaba liberarse de esos labios demandantes que lo hacían seguir temblando. A penas tuvo fuerzas para mirar a Dante cuando este lo liberó, sonreía satisfecho mientras se lamía los labios.

-Parece que no hemos perdido la chispa –dijo Dante socarrón.

Elliot no atinaba a comprender a qué demonios se refería, pero verlo con los labios hinchados y enrojecidos hacía que volviera a estremecerse, cosa que le achacó al SPMV.

Dante se acercó quedando a gatas sobre un desfallecido Elliot, besó sus labios y frotó la nariz por su cuello dejando que su depredador interior jugara un poco. Lo agarró por al cabello ladeando su cabeza, y pegando los labios a su oreja preguntó:

-¿Alguna preferencia?

-¿Me vas a dejar elegir? -preguntó Elliot recuperando algo de energía, la justa para imprimirle mordacidad a su tono.

-Qué puedo decir, esta noche me siento muy caballeroso…

-Nunca he podido negarme con un caballero, mientras le pongas la misma dedicación que antes va bien.

-Y más que le voy a poner –prometió Dante mientras lo ponía en pie llevándolo hasta el asiento que había bajo una de las ventanas.

Tomándolo de las muñecas lo puso de rodillas en el asiento, contra la pared, separándole las piernas mientras acariciaba su trasero con vehemencia. Lánguidos besos acompañados de alguna que otra mordida fueron serpenteando por su columna, y más allá. Cuando sintió la boca del vampiro deslizarse entre sus glúteos se fue endureciendo de nuevo. En su cabeza sentía retumbar la rasgada voz de Dante, instándolo a que se relajara. Si lo pensaba en frío, sentir cómo alguien intenta manipularte telepáticamente era más bien aterrador. Pero el sonido era envolvente y cálido, y la sugerencia bastante apetecible. Así que volvió a dejarse hacer, y cuando estuvo en el punto ideal de excitación y relax, Dante lo volteó, tomándolo por la nuca para susurrarle de nuevo si estaba preparado, pero esta vez la actitud era más anhelante y menos descarada.

-Sí… -logró balbucear mientras lo rodeaba con las piernas acercándolo aún más.

Dante suspiró, se acomodó y fue penetrándolo despacio, Elliot aprovechó para volver a besarlo mientras luchaba por no empujar sus caderas para empalarse. Cuando estuvo dentro del todo, intensificó el beso, disfrutando de la presión y calor del interior de Elliot. Volvió a frenar en seco cuando la juguetona lengua de Elliot contorneó sus colmillos, separándose un poco comenzó a mecerse, haciendo que el cura se concentrara en el placentero vaivén.

Había esperado mucho para volver a sentir esa calidez, que solo podía experimentar con él, esa tortuosa tensión que le impulsaba a ir más allá y perder el control. No era el mismo rostro, pero la expresión de abandono y placidez era igual de excitante. Ahí estaba Daniel, el único lo suficientemente valiente o inconsciente para disfrutar de la compañía de un desconocido del que el resto le aconsejaba que huyera.

La voz también había cambiado, antes tenía un acento más ligero, ahora era más ronca. Cosa que le daba a los jadeos un tono bajo muy sensual.

Sintió los dedos de Elliot aferrarse a su espalda en busca de más contacto, y se separó oponiendo resistencia para atrapar sus brazos tomándolo de nuevo por las muñecas, reduciendo su libertad de movimiento. Lo miró fijamente, asegurándose de que comprendiera lo que iba a suceder antes de clavarse en su interior con rudeza, arrancando un gemido que desataría embestidas salvajes.

Elliot se retorcía, agitando las caderas y las muñecas, intentando liberar la tensión que recorría su cuerpo, mientras Dante respiraba entrecortadamente disfrutando de la impúdica lucha, se inclinó hacia adelante, susurrando:

-Sube las piernas y sepáralas más, ¿necesitas que te suelte o podrás aguantar?

Elliot lo miró dudoso, le costaba respirar y pensar mucho más.

-Eres un jodido vampiro, apáñatelas.

Dante sonrió, y aumentó el ritmo sin soltarlo, colocando la mano libre en la cadera. Haciendo más certeras las embestidas, cosa que se traducía en incontroladas sacudidas, gemidos y maldiciones de un entregado Elliot.

El detalle de que siguiera maldiciendo cuando se lo pasaba realmente bien le encantó a Dante, y el toque que le añadía una voz más profunda, hizo que perdiera el control empujando con fuerza mientras alcanzaba el clímax y gritaba un sonoro:

-¡Daniel!

Elliot estaba disfrutando de su segundo orgasmo cuando escuchó a Dante gritar el nombre de Daniel y sonrió. Tanto él como el vampiro no habían estado muy atentos cuando ocurrió, les tomó unos minutos darse cuenta. Dante pensó que a lo mejor no se habría dado cuenta, y Elliot se cuestionaba por qué no le molestaba, no es que fueran a casarse pero era bastante violento que gritaran el nombre de otra persona en esas circunstancias. Era absurdo que hasta le hiciera gracia, sabía que algo no estaba bien con esa reacción, pero de momento prefería no hurgar en el tema. Estaba exhausto y necesitaba descansar.

-No es por ser aguafiestas, pero estoy demasiado cansado para moverme –dijo Elliot notando cómo el sueño se apoderaba de él.

-¿Literalmente?

-Sí.

-Vamos a tener que dormir juntos –anunció Dante.

-Pero si acabamos de conocernos –ironizó Elliot.

-Muy gracioso, pero como se te ocurra intentar joderme mientras duermo te vas a arrepentir.

-A pesar de tener el SPMV creo que me has dejado molido para lo que quede.

-Sabes a lo que me refiero…

-Vale, me portaré bien, además me has dejado indefenso, con que tengas un buen colchón y mantas me vale.

-Muy bien, subamos a mi dormitorio –dijo Dante mientras lo tomaba en brazos y se movía a velocidad sobrenatural por la casa.

Elliot pensó en hacer algún comentario sarcástico sobre que lo llevara como a una damisela, pero estaba reventado y por algo existía la expresión “más a gusto que en brazos”.

 

Mientras Dante y Elliot se reconocían, los ex rehenes del vampiro estaban teniendo una huída de lo más entretenida. Salem le sugirió a Marty que se birlara la camisa del tendedero que había en el balcón de unos apartamentos por los que pasaban, pero a Marty le pareció que la camisa no estaba bien lavada y el estampado era un asco, concluyendo que para ponerse esa horterada manchada mejor seguía como estaba. Cosa que les pareció muy divertida al resto del grupo, que los estaba esperando después de haber finalizado la actuación.

Se pararon en una cabina telefónica para dar parte al COVISEM de que el cura estaba en peligro. Mientras Marty marcaba el número que Salem le decía una limusina bajó la ventanilla y llamó su atención. Habían pasado tres tonos y nadie descolgaba cuando un hombre trajeado asomó la cabeza por la ventanilla y saludó. Marty le devolvió el saludo creyendo que estaría perdido, y entonces por fin atendieron su llamada.

-COVISEM, acechamos y siempre vamos armados ¿en qué podemos ayudarle?

-Buenas noches, quiero hacer una denuncia. El vampiro Dante Mattia tiene retenido al cura Elliot Bedgood.

-¿Puede revelarnos su identidad? Es para ver si es una fuente fiable, estamos muy ocupados para perder el tiempo con coñas –dijo la secretaria que estaba harta de que cada vez más gente llamara soltando chorradas.

-Soy Marty.

-¿Ha tenido contacto con nosotros anteriormente?

-Sí.

-¿Quién ha llevado su caso?

-Cat me persiguió con un rastrillo.

-Vaya, lo siento, a veces hay lamentables confusiones, es un trabajo muy estresante, disculpe. ¿Hay algún número en el que podamos localizarle?

-No, estoy llamando desde una cabina, mi móvil sufrió un pequeño percance cuando me tiré por la ventana.

-Si es tan amable de esperar, le llamaré a la cabina en cinco minutos, por si necesitamos algún dato más. Procure mantenerse a salvo y no tomar riesgos.

-Vale, esperaré, pero si pasan más de diez minutos me piro, tengo frío.

-Procuraremos ser muy rápidos, gracias por colaborar.

 Salem se había acercado a ver qué quería el tipo de la limusina, pero este le indicó que prefería tratar con Marty. Iba a aclararle que se estaba confundiendo cuando Marty se acercó.

-Buenas noches –saludó al llegar junto al coche.

-Hola –sonrió el hombre al observar que pese a tener tanto frío el chico hacía el esfuerzo de lucir la mercancía.

-¿Podemos ayudarle en algo?

-Ya lo creo –dijo el hombre asintiendo con la cabeza mientras ensanchaba la sonrisa.

En esos momentos la cabina comenzó a sonar, haciendo que Marty se sobresaltara y Salem suspirase aliviado.

-Disculpe un momento, es urgente, atiendo la llamada y vuelvo –se excusó Marty.

Salem fue tras él con la esperanza de que el tipo se cansase y diese media vuelta.

-¿Diga?

-Buenas noches, ¿con quién hablo?

-Con Marty.

-Estupendo Marty, Cat no está disponible, pero nuestro director está al tanto de su caso y querría verificar la información, le paso con él.

-Vale –Accedió Marty. Y tapando el auricular con la mano, le preguntó a Salem quién era el director, Salem simplemente se puso la mano en la frente y negó.

-¿Eres el puto retrasado? –preguntó Vince de mala gana.

-¿Cómo?

-Que si eres el memo rubio que trepó por la fachada de Irina para pegarse una hostia de cojones y huir como una nenaza de Cat.

-Sí, y no soy retrasado sino autodidacta.

-Se puede ser ambas cosas soplapollas, pero déjate de mamonadas y escupe. ¿Para qué mierda llamaste?

-Para informar de que Elliot Bedgood está siendo retenido contra su voluntad por Dante Mattia.

-¿El chupóptero pendejo que dejó que le lajaran el libro?

-Sí.

-¿Y qué coño hacía el meapilas en la puta casa de ese gilipollas? No me digas que sigue cachondo como una mona.

-Pues yo no le noté nada, la verdad.

-Claro, y como eres tan cojonudamente perspicaz sería la puta bomba que te equivocaras.

-Disculpe, pero eso no tiene nada que ver con mis recién adquiridas habilidades vampíricas. Puedo notar si alguien quiere tema ¿sabe?

En esos momentos el hombre de la limusina hizo aspavientos con las manos, atrayendo de nuevo la atención de Marty y entonces gritó:

-Eh niñato no tengo toda la noche, cuelga de una vez, si consigues que acabe antes de la reunión a la que tengo que ir te pago el doble.

Marty parpadeó ante el arrebato del desconocido y se giró hacia Salem.

-¿Ese tío se cree que somos putas?

-No seas imbécil, si te quieres echar un casquete creerá que eres un jodido chapero –bramó Vince.

-Ese es el término correcto, sí –concordó Salem.

En la vampironet se filtraban risas y maldiciones. Misael estaba partiéndose la caja, mientras Julian le pedía a su primo que mandara a la mierda a ese cerdo y que le partiera las piernas. Marty resopló descontento.

-Me temo que se ha confundido, no nos dedicamos a eso –replicó con total seriedad.

-Venga ya rubito, te paseas por la esquina de este barrio sin camisa con este frío y  unos vaqueros rotos, y con esa pinta de nenaza no me vengas con que solo te lo montas con tías.

-Retrasado, ponme con ese putero –pidió Vince.

-Bájese y venga –le dijo Marty sonriendo.

El hombre accedió y fue hacia la cabina, donde Marty le pasó el auricular.

-¿Si? –dijo el hombre apremiante.

-¿Eres el que está buscando marcha?

-Podría decirse así.

-Pues escúchame bien mariconazo, esa putita rubia es mi mercancía y esta noche no te la vas a trabajar, tiene otras cosas jodidamente importantes que hacer, así que larga tu cachondo culo de su vista, o me plantaré ahí para partirte la jeta, y después me ocuparé de que todos los chulos de la ciudad te veten, así que no volverás a mojar en muchos kilómetros a la redonda. Lárgate cagando leches bujarra de mierda –bramó Vince despectivo.

El hombre tenía los ojos como platos, ni siquiera replicó, le devolvió el teléfono a Marty, se metió en la limusina y desapareció.

-Gracias, se estaba poniendo muy pesado.

-A ver si espabilas reina, me cago en todo, ¿ves como no te enteras de una mierda? Seguro que el cura seguía con ganas de darle guerra a la minga.

-No exagere, no hay que generalizar porque no me haya dado cuenta esta vez, estaba distraído hablando con usted.

-Maldito bastardo, tú naciste distraído. ¿Dónde está la casa del chupóptero?

-Cerca de la bahía, el nº 32 de la Urbanización de los lamentos.

-No jodas, vaya nombre…  mandaré a alguien para que vaya a traer de vuelta al meapilas, ni se te ocurra volver por allí, mierdecilla.

-Oh descuide, no tengo la más mínima intención, solo quería rescatar a Salem y lo conseguí.

-¿El chupóptero no tiene yogurín al que retener?

-Al meapilas… digo a Elliot.

-¿Y por qué coño se metió en ese antro?

-Su mentor le dio una lista y me consultó, creía que estaba preparado para anular a Dante, puede que hasta lo haya logrado, pero por si acaso…

-¿Una puta lista de qué?

-De cosas para… ¿debilitarnos?

-Ponme un puto ejemplo gilipollas, pero qué lento eres coño.

-Lo primero era usar esencia de ajo, pero lo descartamos…

-La puta que los parió, si hasta tú te diste cuenta de que eso era una cagada no quiero ni saber el resto.

-No sonaba tan mal…

-¿Y quién fue el fucking crack que se la dio?

-Su mentor, era cura pero lo echaron, aún tiene contactos en el Vaticano, cómo se llamaba… tenía un nombre parecido a la madre de Jordan.

-Cuando te acuerdes llama y díselo a la petarda que atiende el teléfono, tengo que pirarme. Vuelve a casita con el resto de los hijos de perra de la puta noche y deja de ir jodiéndola por ahí, que eres un puto peligro.

-Alguien se está poniendo demasiado quejica, espero que vayan a ayudar a Elliot, si no tendré que volver a por él junto con los hijos eternos de la noche oscura, ustedes verán –amenazó Marty antes de colgar.

Salem le tendió una camiseta, esta vez no puso objeciones aunque le fuera grande. Quedaba media hora para el amanecer, así que se dieron prisa por llegar a donde les esperaban el resto.

-Ya era hora, nos vamos a calcinar si seguimos esperando –protestó Misael.

-Lo sentimos, hubo algunos imprevistos –se disculpó Marty.

-¿Qué coño llevas puesto? –preguntó Aster mirando la camiseta.

-Es lo único que le pude pillar, y tuve que noquear a un motero, si seguía enseñando cacha no nos dejarían en paz –explicó Salem.

-Por fin estamos todos juntos, hay que celebrarlo –exclamó Izhan emocionado.

-Tienes razón, deberíamos hacer algo –lo secundó Julian.

-De momento deberíamos irnos a la piltra –les recordó Misael.

-Vale, os va a encantar el nuevo sitio que hemos alquilado, está justo al lado de donde Marty se la pegó al trepar por la pared –anunció Aster.

-Por enésima vez, me caí porque abrieron la jodida ventana, y esa urbanización es desorbitadamente cara, ¿cómo podemos permitírnoslo?

-Oh, nos la ha alquilado la madre de Randy, nos habló cuando estábamos en la sede de los caminantes. Es muy amable –respondió Izhan.

-¿La vampiresa? –preguntó Salem sorprendido.

-Se llama B. –puntualizó Julian.

-¿Y quiere algo a cambio?

-Que le echemos un ojo a Randy, y le demos una perspectiva más amplia y positiva del vampirismo –respondió Izhan.

-Genial, vayamos a dormir, estoy agotado y parece que por fin podremos dormir en un lugar en condiciones –dijo Marty bostezando.

-Ya lo creo, te van a flipar las camas, son enormes y esas cortinas no dejan pasar un ápice de luz –dijo Aster convencido.

-Suena genial –concordó Salem.

Diez minutos después todos los vampiros dormían profundamente, había sido una noche agotadora, si hubieran sabido lo que les esperaba quizás no se hubieran despertado para la siguiente…

 

 

 

 

 

 

 

                                                                       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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