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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Happy Birthday Anne! Qué este año traiga mucho y muy buen yaoi *-*

 

 

 

 

Los hijos eternos de la noche oscura estaban de enhorabuena, volvían a estar todos juntos, habían decidido que Marty fuera su mánager, y para celebrarlo, este les había conseguido una actuación en Hot Blood, tuvo la suerte de que el grupo que tenían contratado para esa noche cancelara y la vacante fuera suya.

-Parece que las cosas van mejorando –suspiró Izhan.

-Tenemos un buen lugar para dormir, unos cuantos bolos y ninguno está secuestrado–concordó Julian.           

-Bueno, tenemos que asegurarnos de que Elliot ha sido liberado, llamaré al Covisem cuando acaben la actuación –dijo Marty pensativo.

-No sé yo, esos dos se traían un rollito… -negó con la cabeza Salem.

De repente sonó el timbre y se miraron unos a otros verificando que estaban todos.

-¿Quién podría ser? –preguntó Izhan extrañado.

-El cartero, no te jode –respondió Misael.

-¿Será la madre de Randy? –sopesó Aster.

-Salem, ábreme la puta puerta ya –gritó Jair desde el jardín.

-Vaya Marty, la rubita a la que le pegaste el muerdo viene a visitarnos, seguro que te lo quiere agradecer –rio Misael.

-Fue una urgencia –se excusó Marty.

-Claro que sí, seguro que si se lo explicas lo comprende –sonrió Aster.

-No creo que haya venido por eso –dijo Salem mientras se dirigía a la puerta.

Al abrirla se encontró con un Jair con cara de pocos amigos y un sonriente Aleix.

-Buenas noches –saludó Salem para romper la tensión.

-Mi padre está secuestrado por un vampiro que está más pirado de lo normal, aún tengo síntomas del síndrome PMV y Aleix también –dijo mientras fulminaba a su amigo con la mirada-. Por ahora no tienen nada de buenas…

-Era una formalidad Jair, ¿no crees que sería mejor entrar y hacer lo que habíamos planeado?

-¿Y eso es? –preguntó Salem antes de que Jair pudiese girarse y agredir a Aleix –Detestaba cuando su amigo se ponía en modo “voz de la razón”.

-Que nos ayuden a buscar a Roy –aclaró Aleix.

-Oh entiendo, pasen –pidió Salem abriendo más la puerta para que entraran.

A Aleix le sorprendió que todos los mirasen como si estuvieran envueltos en papel de caramelo.

-Vaya, parece que esta noche no ha cenado nadie –saludó sonriente.

-Como alguno nos acerque sus malditos colmillos se los arrancaré aunque sea lo último que haga –advirtió Jair en tono amenazador.

-No es nuestra intención, simplemente es la hora de comer… -se justificó Aster.

-¿Creen que podrían esperar unos minutos? –preguntó Aleix cauteloso.

-Haremos un esfuerzo, habla –Pidió Salem.

-Necesito su ayuda para encontrar a Roy, ¿podrían contactar con el pirado que lo secuestró? –dijo Jair sin andarse con rodeos.

-¿Quién es Roy? –preguntó Izhan.

-Su viejo –sonrió Misael.

-Oh vaya, lo siento, no podemos contactar con él a voluntad, pero si deja filtrar pensamientos te lo diremos –respondió Izhan apenado.

-Es un vampiro muy antiguo, puede crear ilusiones muy realistas, ya viste lo del falso incendio, y a veces predice cosas –apuntó Salem.

-¿Hay alguna manera de llamar su atención? –indagó Aleix.

-Podemos pasar el mensaje de que lo estamos buscando, normalmente no serviría de mucho, pero con este tío puede que funcione –Observó Julian.

-Podríamos preguntarle a nuestra casera –sugirió Marty.

-O a Dante –ironizó Misael.

-De momento creo que la de Marty es la mejor sugerencia –lo secundó Salem.

-¿Qué haces? –preguntó Jair al ver que Julian comenzaba a marcar en su móvil.

-Llamar a nuestra casera –respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

-¿No es una vampiresa? –preguntó Jair confuso.

-Sí.

-¿No puedes conectar con ella telepáticamente? –se extrañó Aleix.

-Eso agota y estoy sin cenar –se justificó Julian.

-Además no viene mal ser mundanos de vez en cuando –lo apoyó Salem.

-En momentos como este me dan ganas de llamar a tu abuela y darle tu dirección –sonrió Jair.

-Tampoco es para ponerse así –dijo Aster horrorizado ante la idea de que la señora Prym les visitara.

B. estaba algo sorprendida por ver el nombre de Julian en la pantalla del móvil, estaba claro que no podía  dejar solos a esos neófitos, tendría que mandar a Jarek a chupársela a alguno para tener una conexión que le permitiera saber qué estaban haciendo a cada momento, Izhan le parecía la mejor opción, dos rubitos con esos delicados rasgos serían un lindo espectáculo… el timbre del teléfono la sacó de sus ensoñaciones.

-¿Estás bien querido? –preguntó al descolgar.

-Sí, es que no he cenado… tenemos un problemilla.

-Dime.

-¿Conoces a Livius?

-¿El vidente?

-Sí, me lo he encontrado alguna vez.

-Pues está en la ciudad y se llevó el libro rojo y al padre de un amigo.

-Oh no sabía que le interesara ese libro ni la compañía de los mortales…

-Está algo ido de la olla, y tememos que Randy vaya tras él para recuperar el libro o que se meriende a Roy.

-En cuanto lo localice os aviso, vigilad a Randy.

-Genial, hasta pronto-se despidió Julian.

-Listo, ella se encarga de dar con Livius y nos avisa, ya podemos irnos a cenar y actuar.

-¿Tocan esta noche? –preguntó Aleix emocionado.

-Sí, y estrenamos un tema nuevo –asintió Aster.

-Genial, podemos ir a verlo y así nos entretenemos –dijo Aleix mirando suplicante a Jair.

-Ni loco, ¿es que no te acuerdas de cómo fue el último concierto al que fuimos? –se negó Jair.

-Oye, solo nos ha pasado esa vez, ya controlamos –se defendió Aster.

-Aún me pregunto cómo es que acabaron todos convertidos –dijo Jair mirándolos recelosos.

-Créeme, es mejor que no lo sepas –suspiró Marty.

-Y a ti te la tengo guardada, ya podías haberle hincado el diente a otro –le recriminó Jair.

-Lo siento, te prometo que haré lo que pueda para ayudar a Roy.

-Vale, pero no lo muerdas.

-¿Y quién se encarga de vigilar a Randy?

-Por esta noche no se preocupen, iba a pasarla en casa de Jordan –dijo Aleix sonriente.

-¿Y si se escapan? –cuestionó Misael.

-No creo que tengan eso en mente… -respondió Aleix alzando las cejas.

-Oh –corearon Izhan y Aster asintiendo.

-Será mejor que nos piremos, o llegaremos tarde a la actuación –Apremió Salem.

-Yo me voy con ellos –anunció Aleix.

-Vale, pero como te muerdan de nuevo le diré a Vince que te ate y te deje solo en el sótano del Covisem –dijo Jair enojado.

-¿Sabes que después de que te muerdan tres veces si te dan sangre te conviertes? –preguntó Misael con la esperanza de que no dejara a su amiguito solo.

-Está bien, pero si alguien quiere usarnos como cena le zurraré con lo que pille –advirtió Jair, haciendo que Aleix sonriera.

 

Mientras tanto Edsel estaba totalmente harto de explicarle a Athanasius la evolución que había sucedido desde que él se echara la siesta. Al principio había sido hasta divertido, después comenzó a preguntarse por qué un vampiro que se comunicaba telepáticamente alucinaba tanto con inventos como el teléfono móvil, y ahora estaba en ese punto de frustración en el que haría cualquier cosa para que el otro se callara. Así que decidió que ya era hora de salir a hacer algo que no fuera tan educativo como ir a un centro comercial y explicarle cómo funcionaba eso del comercio ahora. Se conectó a internet buscó la oferta de ocio para esa noche y no pudo más que sonreír cuando leyó que en un antro llamado Hot Blood actuaba un grupo llamado Los hijos eternos de la noche oscura, estaba claro que el universo le estaba enviando una señal para que le enseñase a Athanasius cómo eran los conciertos que les gustaban a los jóvenes ahora.

Ya era hora de salir a divertirse, estaba harto de limitarse a hacerle de tata, y de que su ¿cómo lo llamaba van der Rohe? ¿Fulana?, no apareciera. Era consciente de que ya era bastante complicada la situación, pero dejarlo solo ante Athanasius y su interminable lista de dudas era una tortura.

Tocó en la habitación de este para darle la buena noticia.

-Buenas noches –dijo al no recibir respuesta.

-Pasad, estoy tomando un baño –Invitó Athanasius.

-Me alegra que hayas atinado a regular el agua, esta vez sin maldecir –Celebró Edsel.

-Ninguno de los baños que hay es igual –se excusó Athanasius.

-¿Puedo saber por qué ha querido probarlos todos?

-Soy un vampiro de naturaleza curiosa.

-Bien, pues esta noche podrás saciar tu curiosidad asistiendo a un concierto bastante “moderno”.

-Excelente, ¿dónde se celebra?

-Un club con un nombre muy apropiado Hot Blood.

-Es ahí donde resurgí de mi sueño centenario, la música era excesivamente bulliciosa, y no había músicos, ese hecho me tenía totalmente perturbado, pero vos me descubristeis los adelantos de la radio y las grabaciones…

-Sí, fue un gran descubrimiento, pero esta noche sí habrá músicos.

-¿Quién dará el concierto?

-Un grupo de estilo metal, se llaman Los hijos eternos de la noche oscura.

-¿Os referís a esos rufianes que visten oscuros ropajes y se pintan exhibiendo el don oscuro  impúdicamente?

-La verdad es que no los conozco, pero no pasa nada, hoy no se toma en serio eso del aspecto, podrían incluso ir gritando por la calle que son vampiros y no les harían ningún caso, como mucho alguien llamaría a la policía para que dejaran de hacer escándalo.

-Así que puedo vestirme como una perdida y blasfemar a voz en grito, y la máxima acusación que recibiré es la de armar escándalo…

-Hay algunos países en los que sería más grave, pero eso ya lo hablaremos cuando decidas hacer algún viaje. De momento ponte algo apropiado, salimos en media hora.

-¿Qué atuendo debería lucir? Me temo que en ese antro de perdición usan prendas demasiado ajustadas y llamativas.

-Esa no es la actitud, no hay que ser tan radical, bastará con que te pongas unos vaqueros y una camiseta, y por favor esfuérzate un poco en actualizar tu vocabulario… te espero en la puerta en media hora.

 

Edsel sonrió aprobadoramente al ver que Athanasius había aceptado su sugerencia y vestía unos vaqueros, suponía que muy ajustados para su gusto, y una camiseta negra más holgada con cuello en v que dejaba bastante a la vista.

-Esa ropa te sienta muy bien –le piropeó Edsel.

-Si vos así lo creéis, por mí está bien. Por otra parte no pensáis que vuestro aspecto puede llamar la atención…

-Ya te dije que la gente ya no le da importancia a que se vaya de negro.

-Lo recuerdo, pero en vuestro caso, y a pesar de que vais cubierto del cuello para abajo, al vestir prendas tan justas, reveláis vuestra esbelta silueta, y al pintaros los ojos, lucís melancólico y misterioso, lo que sumado a vuestro aire aniñado os dota de un atractivo que atraerá a gente con indecentes intenciones.

-Oh gracias, nunca me habían hecho un cumplido de esa forma tan peculiar. Te recuerdo que soy un vampiro puedo frenar a cualquiera, pero si te quedas más tranquilo dejaré que seas mi guardaespaldas.

-No querría enfadar a Zurvan, bastante extraño es que tolere que conviva con vos siendo un damphir.

-No te preocupes por Oli, qué se joda por dejarme solo.

-¿Estáis enfrentados?

-Digamos que tenemos algunas diferencias que debemos solucionar.

-Habladlo con él antes de incitar a otros y despertar sus celos.

-Oli es un hombre de acción, necesito demostrarle que tengo razón para que haga lo que debe.

-¿Tan seguro estáis de estar en posesión de la razón?

-Es absurdo que se niegue a hablar de su trabajo, más de una vez me he visto en medio de un buen lío porque me ocultaba información.

-Es comprensible siendo lo que es…

-Al principio también creía que esa era la mejor opción, pero después de despertarme sin ropa rodeado de ménades  o que su jefe me presentase a uno de mis antepasados reencarnado y me dejara a cargo a otro… pues he cambiado de opinión.

-Visto así… espero que consigáis poneros de acuerdo.

-Gracias, mientras tanto sigamos con tu exploración de las costumbres modernas. ¿Qué debes hacer si intentan ligar contigo?

-Aprovechar para cenar, y tomar con moderación.

-Si hay algo que no sabes, ¿cómo preguntas por ello a los desconocidos?

-Uso mi acento extranjero para hacerme pasar por turista.

-Si te preguntan por tu vocabulario anticuado.

-Me hago pasar por actor o por un jugador de rol.

-Perfecto, en caso de que por alguna razón no me encuentres ¿qué harás?

-Contactar con el Covisem y si no responden ocultarme en la casa familiar.

-Bien, pues vayamos a divertirnos –dijo Edsel al cerrar la puerta y encaminarse a la salida del jardín.

 

Livius estaba teniendo un sueño premonitorio, sabía diferenciarlos de los normales porque en estos siempre tenía la sensación de estar flotando por encima de las cabezas de la gente, observando lo que pasaba como un mero espectador.  Veía una calle oscura en la que había mucha gente haciendo cola, iban vestidos de colores oscuros y tanto hombres como mujeres tenían los ojos delineados y las uñas pintadas. Esperaban para entrar en un club nocturno llamado Hot Blood, había una foto del grupo que iba a tocar, esos chavales le sonaban de algo… Sí, eran esos simpáticos neófitos que había visto en el caserón donde estaba el libro rojo.

Dentro botaban al ritmo de la música, los neófitos tenían al público muy agitado. En una esquina podía ver al hijo de Roy junto a ese amiguito que disfrutaba del concierto entusiasmado, en la otra estaba el lacayo de B. que quería tomar de postre a uno de los del grupo, quería conectar con ellos, pero no tuvo tiempo de saber el motivo, porque de pronto todo se envolvió en una niebla densa y sólo podía escuchar lamentos desesperados que se mezclaban con risotadas… era caótico y entonces despertó.

Roy lo estaba observando desde la otra punta de la habitación, le resultó incómodo sentirse espiado, pero era culpa suya, hacía mucho que no dormía con nadie, mucho menos un mortal, pero no había tenido tiempo para ir a por un congénere, esos tipos del Covisem estaban armados y si titubeaba lo habrían herido. Así que tenía que ser muy cuidadoso.

-Buenas noches.

-¿En serio? Porque parecía que te estuvieran apaleando –dijo Roy sorprendido.

-No te preocupes solo fue un sueño.

-Parecía una pesadilla…

-Puede que sí, puede que no… no lo sabremos hasta que se haga realidad –respondió Livius con una sonrisa juguetona.

-¿Es una adivinanza o algo así?

-No, no, no… rubito travieso, no es momento para juegos, Livius está hambriento pero no te quiere comer.

-Me parece bien, será mejor que salgamos a que cenes.

-Sí, y después iremos a bailar.

-¿Perdona?

-O podemos escuchar la música, ¿No te gusta la música? Es el lenguaje del alma, las almas bailan para contar sus secretos.

Roy parpadeó dándose tiempo para asimilar lo que acababa de oír, no creía ser capaz de acostumbrarse a mantener una conversación con Livius, siempre salía con alguna parida a la que no le encontraba sentido.

-Creo que mi alma prefiere estar en silencio, y ahora podríamos centrarnos en qué vamos a hacer, por favor.

-Lo sé, Roy, pero a veces las cosas pasan así y hay que adaptarse.

-¿Qué es lo que sabes?

-Que estás incómodo y quieres volver. Y además tienes que cuidar de tu bebé.

-Quitando el detalle de que Jair no es ningún bebé estoy de acuerdo.

-No te preocupes, su amiguito lo cuidará y le hará mimos, porque tu bebé es su princesa –sonrió Livius batiendo sus espesas pestañas.

-Eso acaba de darme escalofríos…

-Tenemos que irnos, vamos a llegar a tarde a ver a los pequeños tocar.

-¿Quiénes son los pequeños? –preguntó Roy esperando que no fuera a llevarlo a un circo.

-Lo vampiros recién creados, ellos van a regalarnos sus secretos. Y ahora sé un buen chico y espérame aquí mientras como.

-Mejor dame la dirección y quedamos allí, no te ofendas, pero eso de ir agarrado a ti mientras revoloteas por los tejados me agobia bastante.

-No te preocupes, te sujetaré fuerte e iré más despacio, te va a encantar –dijo Livius guiñándole un ojo.

Roy quedó petrificado ante el tono socarrón y la mirada risueña que le dedicó. Decidió que mejor no volvía a quejarse.

 

A Zurvan no le gustaba que Edsel hubiera decidido salir de marcha con Athanasius, y que fueran a asistir al concierto de los neófitos era una provocación. Vince lo había llamado a su despacho para comunicarle cuál sería su tarea esa noche:

-Nos ha llamado el cabrón de Tiresias para decirnos que esta noche la van a montar en un antro del centro.

-¿Algún dato más? El centro está lleno de antros…

-Dijo que iba a estar petado de chusma vampírica, así que lleva tu puto culo a dar un garbeo por el centro y si son tantos como el soplapollas ese cree pide refuerzos.

-Y si no…

-Pues los vigilas tú solito reina, y si no tienen información sobre peces gordos te los ventilas.

-¿Si tengo alguna duda puedo consultar con Tiresias? –preguntó socarrón, sonriéndole con chulería.

-No, está muy ocupado tocándole el perrete a la guarra de tu madre.

-Perreteee guarra-coreó Baudelaire.

-Lárgate cagando leches y no me calientes, que aún me dan subidones del puto síndrome y lo mismo te enculo contra la mesa hasta que grites tan alto que el mamoncete al que te trajinas venga a buscarte.

-Cálmese jefe, la última vez que le hicimos caso a Tiresias, Edsel acabó rodeado de ménades, se cabreó mucho…

-Con razón, esas hijas de puta son un jodido peligro, pero ya sabes que trabajamos con gentuza de toda clase, ahora no te hagas el estrecho.

-Vale, pero como la vuelva a cagar dejaré que Edsel se lo meriende.

-Con menuda zorra más rencorosa te fuiste a liar.

-Por cierto, ¿eso que estaba en la sala de armas era un rastrillo?

-Sí, Cat tiene que devolvérselo a la perra de Irina.

-¿Se lo trajo?

-Con algo tenía que escoltar a esos chupópteros de mierda…

-Me voy,  cuídese de no atacar al personal que ya tenemos demasiadas demandas.

-Vete a mamarla cabronazo de mierda.

-A mamarla mierdaaa –coreó Baudelaire.

Y allí estaba Zurvan, cagándose en la madre de Tiresias al ver a su mamoncete entrar con Athanasius. Además los neófitos habían entrado acompaños por Jair y Aleix. Y el vampiro que se había llevado de fiesta a Virgil también estaba allí. Aunque sin duda lo peor fue ver entrar a Roy y Livius. Este último lo sacaba de quicio, eso de que pudiera poner a alucinar a los demás era exasperante. Ver cómo mientras él intentaba detener a Livius, todos salían del caserón sin hacerle ningún caso, como si los persiguieran con lanzallamas, fue completamente delirante.  

Cuando le explicó lo que había ocurrido al resto tiraron de archivo, Livius tenía una ficha de lo más completita, era un vampiro fuera de lo común con una fama pésima. No les había hecho ninguna gracia que los vacilara de esa manera, les resultaba insultante. Presentía que iban a buscar la forma de vengarse, pero tendrían que esperar, estando tanto vampiro de por medio, especialmente Edsel, no pensaba arriesgarse a montarla a lo grande, esta vez optaría por ser prudente.

Así que decidió romper su regla de no hablar del trabajo con Edsel y se acercó a la barra donde estaba charlando con Athanasius.

-Hola, ¿qué tal va la noche? –saludó Zurvan sonriendo.

-Vaya, mira quién está aquí –replicó Edsel girándose hacia él.

-Buenas noches –saludó Athanasius.

-¿A qué debemos el honor? –preguntó Edsel.

-Cuando te pones romántico me desarmas –ironizó Zurvan.

-Puede que haya perdido algo de práctica teniendo en cuenta que últimamente no apareces.

-No ha sido tanto tiempo-se defendió Zurvan.

-Desde que me acogió como huésped no os he visto frecuentar la casa –puntualizó Athanasius.

-Mira-dijo Zurvan señalando a Jair y Aleix- son los amigos de Tommy, ¿Por qué no vas a saludarlos?

-Excelente idea, desconozco cómo va la recuperación de Tommy, además no he podido agradecerle lo que hizo por mí.

-Cierto, despertarte en todos los sentido fue muy generoso de su parte –sonrió Zurvan, ganándose una mirada reprobadora de Athanasius, que sin mediar palabra cruzó la pista de baile para ir a dar con ellos.

-¿No te da vergüenza meterte así con un caballero? –preguntó Edsel mordaz.

-Sabes perfectamente que no le encuentro utilidad a eso de la vergüenza –respondió mientras jugueteaba con el lazo del cravat que llevaba el vampiro.

-Refréscame la memoria –lo incitó Edsel entrecerrando los ojos como si fuera un felino.

-¿Aquí? –preguntó Zurvan escéptico, ladeando la cabeza para mirar a Edsel con más atención, su partenaire prefería superficies más cómodas y privadas que las que pudiera ofrecerle ese club.

-Que te saltes las reglas de tu maldito trabajo merece que haga una excepción, ¿no crees?

-Me parece justo –accedió Zurvan tomándolo de la muñeca para encontrar un rincón apartado-. Solo una cosa más, ¿crees que Athanasius puede quedarse a solas con ese par sin acabar haciendo alguna locura?

-Ha evolucionado bastante, y tenemos un par de trucos en caso de lapsus.

-Eso me vale –asintió Zurvan.

Bajaron al sótano, que estaba decorado con algunos ataúdes, un par de cadenas que salían de la pared, y una especie de sofá redondo tapizado en terciopelo burdeos. Zurvan sonrió al pensar en el bonito contraste que haría la piel de Edsel cuando lo tumbara encima. Pero Edsel se le adelantó, posicionándose sobre él  a gatas, parecía un felino acechando, deliberando cómo empezar su ataque, sus ojos brillaban entrecerrados con una mezcla de fiereza y provocación. Comenzó a desnudar a Zurvan quitándole la ajustada camiseta que rezaba Bite me madly, adoraba su peculiar sentido del humor y el llamativo tatuaje que lucía en el torso. En los pectorales, encima de los pezones, se dibujaban dos espléndidas alas, que salían de una espada que bajaba por el firme abdomen, coronada por un reloj de arena, mientras que por la hoja se deslizaban dos serpientes. Le gustaba deslizar sus dedos siguiendo la tinta, haciendo que Zurvan se impacientara, le excitaba ver cómo intentaba contenerse, procuraba no perder el control para no dejar la habitación estropeada, y en estas circunstancias se veía ante una encrucijada. Por una parte estaban en un lugar público y si no eran discretos podían ser descubiertos, pero por otra el estropicio no le supondría una riña del ama de llaves ni redecorar por enésima vez su habitación. Además se lo merecía…

-Edsel ni se te ocurra –siseó Zurvan cuando vio la sonrisa malévola asomar a sus labios.

Y eso fue todo lo que necesitó el vampiro para decidirse a darle un sensual “mordisquito”.

-¡Joder! –exclamó sobándose la yugular-. Te vas a enterar…

-Esa es la actitud, que se note que me has echado de menos.

Para empezar a demostrárselo Zurvan le arrancó la camisa de un tirón, dejándole solo el cuello que estaba bien anudado con el lazo del cravat. Antes de que lo dejara con los pantalones destrozados Edsel se los quitó con rapidez, pero no la suficiente, para evitar que Zurvan hiciera lo propio con la ropa interior y lo empotrara contra la pared haciendo que esta crujiera por el choque. Edsel se giró entre sus brazos, la mejilla le sangraba al igual que los nudillos, le gustó ver el anhelo en los ojos del damphir, y que ni se planteara resistirse al impulso de lamerla. La lengua se deslizó caliente y húmeda y los labios succionaron golosos quedándose con ganas de más. Pero Edsel no pensaba ponérselo tan fácil.

Aprovechó la vehemencia con la que el damphir limpiaba sus heridas para empujarlo de vuela al sofá, sentándose encima mientras inmovilizaba sus muñecas, y lo besaba, rasgando sus labios para sentir cómo se deslizaba su sangre, espesa y cálida, con un  sabor dulce que la hacía única.

Siempre que intercambiaban sangre notaban cómo si una potente descarga traspasara sus venas, haciendo que la sangre viajara más veloz y turbulenta. Y entonces sus sentidos se agudizaban, y el tacto se tornaba enloquecedor, las caricias eran más intensas, y el olor de la sangre los saturaba, haciendo que la desearán aún más.

Edsel se deslizó por el torso de nuevo, esta vez arañando la superficie con los colmillos, dejando un leve rastro de sangre  que luego repasó con la lengua, haciendo que el damphir se revolviera, hasta que tomó el erecto miembro entre sus labios  succionándolo con urgencia. Necesitaba desesperadamente sentir cómo la sangre se agolpaba, bombeando apremiante, haciéndolo crecer entre sus henchidos labios.

A Zurvan no podría gustarle más la vista, Edsel tenía un aspecto demoledoramente erótico, su pálida piel contrastaba con el terciopelo oscuro, su rostro tenía las mejillas levemente sonrojadas, y le perdía ver cómo se llenaban cada vez que bajaban para envolverlo. Que solo llevara puesto el cravat  le hacía apreciar lo esbelto y deseable que era su… apetitoso cuello.

Ese pensamiento fue interrumpido bruscamente cuando sintió cómo los colmillos de Edsel rozaban peligrosamente su glande. Tiró de la rubia cabellera separándolo para darle la vuelta y aplastarlo, inmovilizándolo mientras deslizaba sus dedos ensalivados entre las firmes nalgas.

No hizo falta demasiada estimulación, Edsel alzó sus caderas y sintió como Zurvan le daba la vuelta para quedar frente a frente. Le sonrió satisfecho al ver esa mirada frenética que presagiaba una buena sacudida. El damphir resopló ante la expresión llena de suficiencia, le complació ver cómo era sustituida por una de anhelo cuando lo embistió enterrándose en él de un solo movimiento, arrancándole un profundo gemido, que fue seguido de otros mientras incrementaba el ritmo, haciendo que el sofá crujiera bajo su peso. Le encantaba  hacérselo a Edsel con rudeza, sin preocuparse lo más mínimo de mantener algún tipo de control, ver cómo esa figura aparentemente frágil soportaba gustosa que la  clavaran contra el sofá, exigiendo más desbocaba su pulso y hacía el placer insoportable.

Por su parte Edsel sentía que no podría soportarlo mucho más, parecía que iba a quebrarlo, ver cómo intentaba prolongar la satisfactoria agonía era agotador, necesitaba un empujoncito final. Así que se incorporó lo suficiente para hacer palanca e invertir posiciones, necesitaba tener mejor acceso a la palpitante yugular.

Cuando Zurvan sintió los colmillos hundiéndose en él, jadeó con fuerza, y cuando Edsel succionó apremiante embistió con fuerza llegando al clímax, mientras el vampiro seguía degustándolo dejándose ir satisfecho.

-Por cosas como esta no me gusta hablar del trabajo –atinó a decir Zurvan cuando recobró el aliento y vio la sangre en las paredes, el piso, las ropas y el sofá, que además habían sufrido arañazos y algún que otro desperfecto más.

-Justo por las cosas que a mí me encantan –replicó Edsel sonriendo travieso.

 

A mitad de camino Athanasius fue interceptado por Livius, Jair no lo vio porque estaba hablando con Marty, y Aleix no quiso alterarlo, además tener a Roy lejos no le venía nada mal, estaba harto de que le interrumpiera cada vez que intentaba intimar con Jair. Así que fue a espiarlos aprovechando la distracción.

-Voy al baño –dijo a modo de excusa.

-Vale, pero no hables con nadie ni aceptes caramelos de extraños –ironizó Jair.

-Sí mami –bufó Aleix arrancándole una sonrisa.

Cuando llegó a donde estaban charlando Livius y Athanasius se quedó perplejo, la conversación era bastante surrealista:

-¿Me estáis diciendo que precisaís de mi ayuda para mantener a salvo a vuestro amante? –preguntaba Athanasius con expresión confusa.

-Oh no, no tenemos ese tipo de relación, de momento sólo es mi llave para navegar por el mundo del presente –explicó Livius.

-¿También os han embrujado?

-Yo nací embrujado, por eso a veces me pierdo del todo y necesito buscar la luz, pero no la del sol, necesito una tenue como la luna que me rescate sin abrasarme.

-Y vuestra luz no es la del amor, ya que no es vuestro amante al que pretendéis que custodie, ¿quién es entonces?

-El papaíto de su princesa –respondió Livius batiendo palmas emocionado y señalando a Aleix.

-Hola -saludó sonriendo sin saber qué más decir.

-Hola niño travieso, ¿has venido a bailar con tu princesa? –preguntó Livius curioso.

-No deberías llamar así a Jair, lo cabrea mucho –advirtió Aleix.

-No te preocupes por su papá, no voy a hacerle daño, pero necesito quedármelo un poco más –dijo Livius después de leerle el pensamiento a Aleix.

-Genial, pero no es muy educado meterse en la mente de los demás…

-Pero no quiero que estés triste, para que veas que no miento dejaré que vayas a ver a Roy si Athanasius te acompaña y me promete que no dejará que se marche.

-¿Y Athanasius no me morderá ni nada por el estilo?

-Por supuesto que no, es un caballero.

-Cierto, desconozco la circunstancias, pero os ayudaré para que podáis dormir tranquilo.

-Eso no suena muy bien en los labios de un vampiro…

-Dadme un voto de confianza.

-Vale, pero estaremos de vuelta en diez minutos.

“Serán más que suficientes”, pensó Livius al verlos alejarse hacia la puerta. Después le mandó un mensaje a Marty para que dejara a Jair a solas y poder acercarse sin ser interrumpido.

-Hola niño precioso –saludó Livius.

-¿Dónde tienes a Roy y para qué demonios te lo has llevado? –preguntó Jair a la defensiva.

-Para que pasee conmigo y me cuente cosas, pero no te preocupes por él, lo trato con cuidado, y lo devolveré pronto.

-¿Cuánto es pronto para un vampiro?

-¿Por qué te resistes al niño travieso? –dijo ignorando la pregunta de Jair.

-¿A quién?

-A tu amiguito revoltoso.

-¿Aleix?

-¡Sí! –celebro Livius que por fin lo entendiera.

-Si te refieres a sus insinuaciones, te informo de que se deben a que está bajo el síndrome PMV.

-¿Y eso qué es?

-Lo mordió un vampiro…

-Ah, pero no solo es por eso.

-Claro que sí, está muy salido y lo intenta con todo el que tiene cerca –contradijo Jair.

-No solo siente lujuria, puedo verlo en sus ojos…

-Oh claro, se me olvidaba que tú tienes una súper visión vampírica –ironizó Jair.

-Está bien, ya te darás cuenta tú solo. Buenas noches, niño precioso –se despidió Livius.

Y entonces vio a Aleix regresar, tenía esa sonrisa seductora que ponía cuando intentaba ligar, pero esta vez no se la dedicaba a ninguna chica, lo estaba mirando a él y eso lo puso nervioso.

-¿Qué tal? –preguntó al ver la expresión inquieta de Jair.

-Bien…

-¿En serio? Porque estás muy pálido y no tienes buena cara –dijo mientras le acariciaba la frente para tomarle la temperatura.

-Puede que esté algo cansado –respondió Jair temblando bajo su cuidadoso tacto.

-No me extrañaría nada, últimamente has sufrido mucho estrés –dijo deslizando la mano por el cuello, jugueteando con el cabello.

-Debería irme –dijo Jair intentando apartarse.

-Te acompañaré a casa y te ayudaré a relajarte, porque eso es lo que necesitas –susurró en su oreja haciéndolo estremecer.

-Puedo ir solo, gracias –rehusó Jair.

-Shhh deja que te ayude,  te prometo que te va encantar –volvió a susurrar.

A Jair le temblaban un poco las rodillas, nunca había visto a Aleix ponerse serio para insinuarse, siempre lo hacía en broma o lo interrumpían antes de que pudiera ir más lejos. Y ese Aleix seguro de sí mismo y gentil aunque decidido lo ponía muy nervioso. Levantó la mirada para enfrentarlo, pero antes de que llegara a sus ojos se quedó hipnotizado mirando al cuello, aún le costaba resistirse a la “llamada” de la sangre. Eso debía ser, el maldito síndrome atacando de nuevo. Tenía que frenarse antes de hacer alguna estupidez. Pero le costaba mucho si Aleix lo tomaba de la barbilla para acercarse.

Y entonces reparó en un significativo detalle, el lunar que estaba en el cuello de Aleix había desaparecido. Y la cicatriz de su barbilla también. Este no era Aleix… ese maldito bastardo se la había vuelto a jugar. Tenía que haberse dado cuenta antes.

Cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza, repitiéndose una y otra vez que estaba siendo víctima de una alucinación. Y al abrir los ojos estaba solo. Respiró aliviado, y escuchó la voz de Livius retumbar en su cabeza. “Pero te ha gustado, ya no puedes negar que le correspondes al niño travieso”.

Deseó ir tras él para patear su vampírico culo. Pero entonces Aleix apareció, mirándolo preocupado.

-¿Qué ocurre?

-Que un imbécil me ha estado incordiando.

-No puedo dejarte solo, aunque creía que estabas con Marty.

-Tuvo que irse –lo excusó Jair preguntándose en qué momento se le había ocurrido dejarlo solo en ese antro.

En ese momento Aster anunció el cierre del concierto, anunciando que iban a estrenar un tema nuevo titulado “Mis sangrientas feromonas”.

Jair bufó mientras Aleix reía. El resto del local aplaudía dándole su aprobación al tema.

-Hay que reconocer que estos chicos se superan en cada canción –dijo Aleix divertido.

-Pura poesía –concordó Jair sarcástico.

-No seas aguafiestas –dijo Aleix tomándolo de la cintura para atraerlo hacia él.

A Jair le extrañó el gesto, a pesar de que era algo habitual que lo hiciera, siempre había sido de una manera desenfadada y casual, pero ahora se sentía distinto… más íntimo. Un escalofrío recorrió su espalda cuando sintió los labios de Aleix rozar una de sus orejas antes de susurrarle que si no le gustaba la música podían marcharse: “Seguro que en mi habitación estaremos más cómodos”. Y que lo dijera en un tono algo ronco no ayudaba a que Jair mantuviera la calma, además  ese olor especiado y dulce le resultaba embriagante, y Aleix solía usar colonias más ligeras. Eso era… Livius debía estarlo manipulando de nuevo. Pero esta vez no iba a cometer el error de asustarse, no iba a darle esa satisfacción a ese maldito tarado, iba a enfrentarse a la alucinación sin amedrentarse.

Cedió ante la presión que ejercía la mano de Aleix en su barbilla, abrió los ojos justo cuando lo tenía a escasos centímetros, y se sorprendió ante la mirada decidida con que lo observaba.

-Por fin un poco de colaboración por tu parte –dijo Aleix dedicándole a continuación una seductora sonrisa.

-¿Es el síndrome PMV el que te hace ponerte tan romántico? –replicó Jair sonriéndole con descaro.

-No te subestimes Jair, tú eres capaz de mucho más que eso…

-Si lo dices así no podré resistirme –sonrió Triunfal acortando la distancia.

Creyó que cuando lo besara la alucinación se desvanecería, pero sólo se hizo más tangible. Tenía que reconocer que el Aleix imaginario besaba muy bien, tal vez fuera porque en su imaginación todo era como le gustaba. Aunque no recordaba que dejar que le mordieran los labios con tanto ahínco le gustara, ni que pasaran tan rápido a sobarle el trasero, pero esas manos grandes y ágiles sabían moverse bien. Cuando se quedaron sin aliento Jair se separó un poco y atraído por la sangre acelerada bajo la yugular se acercó para besar el expuesto cuello, empezando por ese lunar tan sexy que…

-¡Joder Aleix! –exclamó Jair separándose bruscamente.

-¿Qué pasa? –preguntó Aleix aturdido.

-Eres tú de verdad…

-¿Estás bien? –se preocupó ante la extraña reacción de Jair.

-Pensaba que estaba alucinando… literalmente.

-¿Eso es un cumplido?

-Joder, creía que Livius…

-Ah no, nada de excusas –protestó Aleix-. Es obvio que te estaba gustando, mira la tienda de campaña que tienes montada en los pantalones.

Y entonces, como si los dioses hubieran escuchado las plegarias de Jair todo se nubló haciendo irrespirable el ambiente. Se escucharon maldiciones y sollozos, los ojos les escocían y apenas podían ver sombras, al otro lado de la pista se escuchaban alegres carcajadas y mucho jaleo.

Desde fuera Livius y Roy observaban el caos estupefactos. Ninguno se habría imaginado que ese tipo que vestía como una folclórica hippie atacara el club junto a una fulana gótica. Cada uno había tirado un bote de gas desde las ventanas.

-¿Por qué están sollozando y quejándose de dolor? –pregunto Xabat conmocionado.

-No lo sé, me limité a coger la botella que estaba en el baúl del sótano –respondió Mary Sue encogiéndose de hombros.

-Te dije el baúl del ático –dijo Xabat negando con la cabeza.

-¿Y tú que tiraste? Se están partiendo de risa…

-Oxído nitroso, sólo queríamos que estuvieran receptivos para interrogarlos, y ahora tendrán que recibir atención médica por intoxicación –se quejó Xabat.

-Un error de cálculo lo tiene cualquiera, no te centres en lo negativo –respondió Mary Sue citando uno de los libros de su gurú.

-Será mejor que nos vayamos, me noto muy negativo –replicó Xabat arrancando la furgoneta.

-Creo que deberíamos ir a recoger a mi hermana –propuso Mary Sue.

-Ahora no es un buen momento, carezco de paciencia para guiar a alguien más que comparta tu genética –dijo Xabat zanjando el tema.

En la penumbra del callejón Jarek se carcajeó con regocijo, puede que fuera el óxido nitroso, pero que Mary Sue tuviera una hermana le resultaba jodidamente divertido…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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