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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Espero que te guste Anne :)

Gracias Nezal por bautizar a la bruja ^^

 

 

 

Aleix nunca se había cuestionado mucho su vida sentimental, y aunque lo hubieran acusado en infinidad de ocasiones de ser insensible y nada romántico, creía que no había nada de malo en entretenerse mientras esperaba a que apareciera su media naranja. También lo acusaban de ser muy despistado, cosa de la que no se había percatado hasta que un vampiro lo mordió, abriendo de golpe un mundo de posibilidades que había pasado por alto.

Cuando sufrió el SPMV cometió el error de tirarse al padre de su mejor amigo, pero según lo veía él no había tenido alternativa, intentó muchas veces ir en busca de alguien para aplacarlo pero ese maldito vampiro no lo dejaba marchar, y luego Roy se puso muy pesado con eso de las ETS y los desconocidos, cosa que le resultaba sumamente irónica. Afortunadamente Jair había sido comprensivo, y culpaba a Roy de no haber manejado la situación apropiadamente, cosa que le había conmovido mucho, además le había dado su apoyo, fue el único que lo trató con cuidado, preocupándose por todo lo que había pasado después de haber sido secuestrado por un vampiro que lo había agredido por la torpeza de Roy al no creerle.

Se sentía muy afortunado por tener a Jair, quien le demostró que siempre podría contar con él, y aunque le riñera a menudo lo hacía por su bien, no porque le supusiera un problema su comportamiento desenfadado y curioso, o porque quisiera reformarlo, Jair siempre lo había apreciado tal y como era, no como sus numerosas novias, que se empeñaban en convertirle en alguien “centrado” o “detallista” y se quejaban continuamente de lo inmaduro que les parecía. Seguro que si se hubiera tirado a la madre de alguna de ellas le hubieran dicho de todo, y probablemente le abofeteasen aunque tuviera una buena razón.

Ahora que se le había pasado casi del todo (a veces le daban impulsos lujuriosos difíciles de controlar) el SPMV, podía asegurar que Jair le atraía, de hecho si echaba la vista atrás puede que la señora Prym, Mary Sue y alguna que otra de sus ex no andaran desencaminadas en eso de que tenía una relación demasiado afectuosa con su mejor amigo. Nunca le había preocupado que Jair fuera bi, cuando se lo contó su respuesta fue algo como “qué suerte, tienes muchas más posibilidades de ligar”, cosa que no le hizo demasiada gracia a Jair, nunca se planteó que su amigo pudiera acosarlo o algo por el estilo, claro que tampoco le parecía raro que los de su equipo se manosearan tanto y ahora que lo pensaba seguro que casi todos se lo habían montado entre ellos.

El caso es que cada vez tenía más claro que quería a Jair más que como un amigo, y creía que él podía corresponderle, solo tenía que dejar de verlo como a su despistado amigo de la infancia, estaba seguro de que la falta de ropa sumada al factor sexual ayudarían. Había intentado seducirlo muchas veces y siempre le interrumpían, o Jair encontraba alguna excusa para apartarse, pero esta vez lo iba a conseguir. En el momento en el que lo besó y empezó a manosearlo sin que opusiera resistencia (aunque creyera que estaba siendo víctima de una de las trampas alucinógenas de ese vampiro chalado) supo que conectaban en todos los sentidos, nunca se había sentido tan bien con nadie, estaba muy a gusto y sabía que Jair también, por fin todo encajaba, no pensaba en cosas como qué iba a hacer para evitarle después o si tendría que darse prisa para que no le pillaran sus padres. Por supuesto que se le planteaban algunas dudas, pero esta vez podría compartirlas con total libertad y no le suponían un problema, ni le interesaban más  de lo que estaba deseando hacer.

Cuando iba de camino hacia la casa de Roy estaba totalmente decidido a ir a por todas con Jair, pero poco a poco ese sentimiento fue sustituido por uno de incertidumbre, hasta ese momento no se había preocupado nunca por cómo iba a pasar, simplemente se dejaba llevar, así que estaba empezando a ponerse de los nervios.

Por su parte Jair tenía una idea muy distinta de cómo iba a terminar la noche, al llegar a casa de su padre lo único que quería era darse una buena ducha e intentar descansar, aunque después de que se le fueran pasando los efectos del óxido de la diversión había comenzado a pensar en Aleix, rememorando el beso y otros detalles de su relación, ahora había cosas que no le parecían tan amistosas, empezaba a darle vueltas a situaciones que de pronto ya no eran tan inocentes. Decidió que lo mejor era irse a dormir y dejar para más tarde ese análisis, se dirigió a la ventana para abrirla y entonces vio a Aleix entrando y… se cabreó, mucho.

No sabía si era por el maldito SPMV o el trauma de haber sido secuestrado y atacado por un vampiro, pero Aleix estaba teniendo un comportamiento extremadamente agotador, esas continuas insinuaciones sumadas a una impulsividad descontrolada eran una combinación peligrosa que estaba decidido a frenar, no iba a dejar que lo tratase como a uno de sus rollos, haciendo lo que le diera la gana sin tenerle en cuenta.

Jair caminó airado hacia la puerta de su dormitorio, iba a borrarle de golpe a Aleix esa sonrisita que ponía cada vez que ligaba, pero cuando abrió se llevó una gran sorpresa al ver a su amigo, que en lugar de esa pose relajada que solía tener, estaba jugueteando con un llavero y mordiéndose el labio inferior compulsivamente, no lo veía hacer eso desde que estaban en primaria y se enfrentaba a su madre después de haber hecho algo malo. Lo que acabó de romperle los esquemas fue la manera en que le miró, esperaba una mirada seductora y resuelta, pero se encontró con una llena de confusión, incluso podría jurar que algo tímida e indecisa. Después de unos minutos cargados de tensión, Jair decidió dar el primer paso rompiendo el sepulcral silencio que se había instalado entre ambos.

-¿Estás bien? –preguntó preocupado por si el gas le hubiera afectado más de lo que creían.

-Sí, aunque bastante nervioso –respondió Aleix algo aliviado al ver que Jair quitaba esa cara de “te voy a patear el culo” con la que había abierto.

-Pasa y cuéntamelo –dijo Jair apartándose para que entrara.

Aleix se sentó en la cama y Jair acercó la silla giratoria de su escritorio, solían charlar así cuando Jair estaba haciendo algún trabajo para clase y Aleix remoloneaba echándose. Hablaban de bobadas como la manera en la que Salem se escapaba de casa de su abuela cuando se quedaba los fines de semana, o de chismorreos del instituto. Pero esta vez era diferente, Jair nunca pensó que se desesperaría porque Aleix hablara, normalmente prefería que estuviera calladito.

-¿Y bien? –le instó a comenzar Jair.

-Ni siquiera sé cómo decirlo…

-Vaya, eso es algo nuevo. Hazlo como siempre, no le des más vueltas y suéltalo.

-Esta vez no quiero meter la pata y que te cabrees…

-Bueno, hay confianza, prometo que intentaré tomármelo con calma.

-Me gustaría hacerlo bien, es importante para mí.

-Está bien, ¿quieres que prepare café a ver si te despejas?

-No sé si será bueno, después de lo de esta noche…

-Cierto, ese maldito gas nos pilló de lleno.

-Pero a ti no te vino nada mal que nos interrumpiera, ¿me equivoco?

-No voy a negar que estuviera en una situación comprometida, pero de ahí a querer atajarla así va mucho –se excusó Jair.

-Si no hubiera habido interrupción ¿habrías parado?

Jair resopló, la tregua le había durado poco, por lo menos esta vez iban a hablarlo y no habría ataque por sorpresa.

-Lo habría intentado.

-¿Eso qué quiere decir?

-¿A dónde quieres llegar?

-Hablar de estas cosas es muy complicado… Quiero saber si te gustó que te besara.

-Me parece que eso quedó ya bastante claro con mi reacción.

Aleix sonrió al escuchar la respuesta, pero esta vez la sonrisa no era de listillo sino una más bien tímida y sincera.

-¿Y crees que se debe al SPMV?

-Mis síntomas han mejorado mucho, seguramente no.

-Pero dijiste que…

-Dije que tu comportamiento se ha alterado mucho desde que te hincaron el diente, sí.

-Entonces crees que quiero que nuestra relación sea algo más que amistosa a causa del SPMV.

-Bueno, no es que crea que quieras que nos convirtamos en amigos con derecho a roce, es algo pasajero, pero me desconcierta que no pongas algo más de empeño en controlarte, creo que no vale la pena arriesgar una amistad como la nuestra por algo así…

-Vaya, debo haber hecho muchas estupideces para que pienses eso –replicó Aleix en tono disgustado.

-Unas cuantas, aunque esta situación es de locos y tampoco te culpo por ello, pero alguien tiene que frenar antes de que hagamos algo de lo que arrepentirnos.

-En eso último estoy de acuerdo pero en el resto te equivocas, ese jodido síndrome me ha descubierto muchas cosas, y no me refiero a lo más obvio, sino a cuestionar nuestra relación. Cuando nos vimos después de que me liberasen estaba muerto de miedo por la reacción que tendrías cuando supieras que había hecho…

-No es de extrañar teniendo en cuenta lo que hice cuando Roy se tiró a ese chico que estaba conmigo en clase.

-No me preocupaba tanto que me patearas el culo como que dejaras de hablarme o algo así.

-No te quejes fui todo lo cívico que podía –dijo Jair en tono cortante.

-No lo hago, sentí un gran alivio, y después empecé a… darme cuenta de lo mucho que me importa lo que pienses de mí, lo a gusto que me siento contigo, y cómo te había echado de menos.

-Es lógico, soy tu mejor amigo.

-¿También es lógico que desde que me di cuenta de que me atraen los tíos no haya dejado de pensar en cómo sería hacerlo contigo?

Jair sintió cómo se sonrojaba, normalmente mandaría a su amigo al carajo y se largaría, pero esta vez no era una de sus bromas, de hecho se preguntaba si siempre habían sido solo bromas o en el fondo eran algo más. Le asustaba todo lo que podría pasar, pero ya no había vuelta atrás, tenía que afrontar que había cosas que iban a cambiar radicalmente, aunque aún no estaba muy seguro de cuáles. Respiró hondo e intentó pensar en qué debía responder.

-No lo sé…

-¿Alguna vez has pensado en lo mismo?

-Dejémoslo en que he tenido que contenerme en alguna ocasión.

Aleix sonrió, puede que no lo tuviera tan difícil después de todo.

-Además no nos fue nada mal en Hot Blood… ¿cómo fue esa alucinación de la que ibas a hablarme cuando empezaron a gasearnos?

Jair resopló, ahí estaba de vuelta el listillo, menoscabando su paciencia.

-Si esa es tu manera de hacerme caer rendido a no ser que te vaya el bondage te estás equivocando.

-De momento preferiría empezar con algo más convencional, si alguna vez nos da por experimentar lo mismo descubro que me gusta.

-Que hables de nosotros como una futura pareja en crisis es arrebatador.

-Te diviertes mucho tergiversando todo lo que digo ¿verdad?

Jair no pudo evitar sonreír malicioso, tampoco pudo negar que disfrutaba torturando a Aleix, confundiéndolo, aunque en su defensa casi siempre ocurría después de que hubiera estado incordiándole.

-Puede que un poco.

-Creo que deberíamos intentar poner en práctica formas más sanas de divertirnos…

-No sé si en nuestro estado esa manera saludable en la que seguro estás pensando sería muy recomendable, podríamos sufrir una recaída.

-Asumiré el riesgo, además después de todo el tiempo que hemos perdido sería como una puesta al día.

-Así que según tú, comportarnos como mandriles es la manera adecuada de afrontarlo.

-¿No eran los bonobos los que se pasan todo el rato dándole al asunto?

-Muy bien listillo, es hora de que uses esa boca para hacer algo que me guste – dijo Jair esperanzado en que Aleix fuera de los que se estaban calladitos, porque como se le ocurriera soltarle alguna bobada mientras se liaban esta vez era probable que acabara partiéndole la cara.

-Creí no me lo ibas a pedir nunca –dijo Aleix mientras le guiñaba el ojo.

Jair lo haló de la camiseta dejándolo a escasos centímetros, mirándole a los ojos mientras se pasaba la lengua por los labios y sonreía, le gustó ver cómo Aleix abrió la boca para quedarse sin aliento antes de besarle, pocos segundos después sintió como las manos de este se deslizaban por su espalda hasta más abajo.

Aleix era consciente de que Jair tenía un buen trasero, de hecho solía tocárselo a menudo, no cómo lo estaba haciendo ahora, o no con la misma intención… además cuando lo hacía Jair siempre lo apartaba, por fin estaba disfrutando de poder sobarlo como le apeteciera.

Jair se retiró de los labios para ir a por el cuello, el SPMV seguía estando latente y pensó que para comenzar era mejor irse a la yugular que más abajo,  Aleix sonrió cuando sintió los labios succionar con vehemencia el lóbulo de su oreja izquierda, de pronto empezó a sentir un calor sofocante y la ropa caía en el suelo prenda tras prenda, dejando al descubierto lo que a pesar de haber visto muchas veces, nunca había estado de esa manera tan obviamente necesitada de atención.

Ambos intentaban tomarlo con algo más de calma pero era complicado frenarse, era como si después de tanto tiempo se dieran cuenta de lo mucho que lo deseaban, lo que sumado a los rescoldos del SPMV se lo ponía muy difícil.

Una vez desnudos Aleix gateó sobre Jair sin apartar la mirada de su entrepierna, hasta la que descendió pasándose la legua por los labios, le gustó la mirada entre alarmada y anhelante de Jair, sabía lo que estaba sintiendo porque él también había experimentado el excitante palpitar de la sangre, su cálido olor mientras corría por la venas agolpándose en un mismo lugar mientras clamaba por liberarse, era una sensación peligrosa que ponía a prueba el autocontrol. Por un instante pensó que le frenaría pero Jair respiró hondo sin dejar de mirarle a los ojos y abrió las piernas dejando que acabara de acomodarse, ese gesto le resultó encantador, fue su manera de demostrarle que confiaba en él y estaba dispuesto a arriesgarse. Y Aleix no pensaba defraudarle, sin romper el contacto visual bajó lentamente agarrando el duro pene para empezar a lamerlo con una lentitud e intensidad tortuosas, Jair jadeó al sentir como el calor le envolvía, echó la cabeza hacia atrás mordiéndose los labios, iba a costarle mucho contenerse, al notar los movimientos vacilantes de Aleix se apoyó en los codos y vio cómo probaba poco a poco hasta donde podía abarcar y cuánto debía succionar para conseguir hacerle gemir. No quería pensar sobre qué era lo que había probado a hacer con Roy, pero parecía que el sexo oral no era una de esas cosas.

Por su parte Aleix estaba sorprendido de cómo sentía a Jair en  su boca, tan firme y cálido, y  juraría que un poco más grande que al principio, resbalaba entre sus labios para luego frenarse dejándole a él marcar el ritmo, había pensado que podía llegar más lejos, pero Jair le había llenado la boca y aún no se aventuraba a comprobar qué tal funcionaba a pleno rendimiento.

Escuchar a Jair gemir de placer y gruñir de frustración era divertido, no es que lo hiciera deliberadamente, pero cuando aumentaba el ritmo acababa al borde del atragantamiento y volvía a aminorar, acabó por centrarse en el glande del que empezaba a fluir algo de líquido que le hizo más fácil la labor, pero entonces la sangre bombeó con más ímpetu y estaba al borde de intentar probarla, además sentir cómo Jair se tensaba vibrando bajo su tacto le estaba haciendo perder el control, así que haciendo uso de toda su fuerza de voluntad frenó, ganándose un lastimero gemido a modo de queja.

Jair se desplomó resoplando, sintiendo cómo Aleix trepaba para quedar cara a cara, frotó la nariz contra la suya y cuando le miró sonrió ladeando la cabeza antes de besarle con lentitud, entonces sintió un deseo apabullante de rasgarle los labios y supo que Aleix también lo sentía. Se separó dándose la vuelta, quedando ambos de lado a escasos centímetros.

-Jodido síndrome de mierda –bufó Jair.

-Es una putada –concordó Aleix.

-Será mejor que no usemos la boca para nada más hasta que acabemos.

-Lo intentaré –prometió Aleix algo dudoso, no estaba muy seguro de poder controlarse.

Jair suspiró antes de rodar para ponerse encima de Aleix, mientras se acomodaba giró las caderas cadenciosamente haciendo que sus penes se rozaran y que Aleix se arqueara jadeando en busca de más contacto, entonces Jair se estiró hasta llegar a la gaveta de la mesa de noche, de donde sacó un tubo de lubricante que abrió, echando bastante en sus manos. Sonrió al ver la expresión incómoda de Aleix al sentir el contraste frío sobre su piel. Cuando Jair acabó Aleix se acarició tomando entre sus dedos algo de lubricante que esparció cuidadosamente entre las nalgas de este, que levantó las caderas para darle mejor acceso. Sentir los largos dedos moverse en su interior despacio, adaptándose poco a poco a lo que experimentaban estaba acabando con la paciencia que le quedaba, Aleix estaba decidido a tomárselo con calma esta vez, quería saber qué le gustaba a Jair y conocer bien su cuerpo, ya no se trataba de buscar alivio, además ver cómo se exasperaba y buscaba acelerar las cosas le ponía mucho.

-Estoy listo –dijo Jair mientras empujaba a Aleix dejándolo tumbado.

-Como gustes –replicó Aleix sonriendo.

-Eso está mejor –asintió Jair mientras se deslizaba sobre Aleix.

El movimiento fue lento pero certero, y cuando estuvo del todo dentro Aleix soltó un sonoro gemido de satisfacción. La mezcla de calor y presión le resultaba abrumadora, cuando la fricción empezó poco a poco le tocó el turno a Jair para sonreír, ahora no era él el que estaba desesperado por ir más rápido, o no aún.

Unos minutos más tarde ambos estaban al borde de perder el control, notaban cómo su propia sangre corría a toda velocidad bombeando con fuerza, sabían que estaban a un paso de besarse con demasiadas ganas así que Jair apoyó sus manos sobre los pectorales de Aleix y empezó a balancear las caderas con rapidez, los jadeos y las respiraciones entrecortadas se hicieron cada vez más pesados y roncos, Aleix sintió cómo Jair le apretaba estremeciéndose, justo cuando paró en seco sonriéndole con malicia. Pero esta vez no le pareció divertido, invirtió posiciones y retomó el movimiento embistiendo con fuerza, haciendo que la expresión divertida de Jair se tornara en una abandonada, las ganas de probar su sangre le estaban volviendo loco, y no estaba seguro de poder evitarlo cuando perdiera el control del todo, así que hizo un último intento intensificando las embestidas con la esperanza de llegar al clímax antes de probar a llegar a los labios de Jair, que se los estaba mordiendo con saña por el mismo motivo, con tanto ímpetu que acabo haciéndose la sangre.

Al ver a Jair desmadejado, dejándole el control mientras se retorcía de placer, Aleix casi terminó, solo pudo contenerse unos segundos más, cuando Jair se pasó la lengua por los labios limpiándose la sangre de una de las comisuras, en ese momento ambos sintieron el calor estallar, corriéndose con fuerza mientras se quedaban sin aliento.

Un rato después, cuando pudieron hablar sin perder resuello, Aleix se giró sonriéndole a Jair.

-Creo que tenemos un problema con eso de la sangre y el sexo –dijo Jair resignado.

-Pero ha sido genial –apuntó Aleix sin dejar de sonreír.

-Sí, pero tenemos que ir a hablar con Mitcham.

-Antes deberíamos hablar de nuestra relación.

-Dejemos esa conversación para cuando hayamos solucionado el lío de los vampiros.

-Vale, pero podemos seguir teniendo sexo mientras tanto ¿no?

-Veamos que nos aconseja Mitcham.

Aleix asintió efusivo, dándole a entender a Jair qué se la pelaba lo que les dijera el médico, y Jair se limitó a resoplar empezando a entender a qué se refería la gente cuando hablaba de las complicaciones que tenía liarse con un amigo.

 

El Covisem estaba desbordado después de la intervención de Vince y Louanne en Antena Paranormal, la invitación que esta había hecho a la comunidad sobrenatural en nombre de los caminantes del amor, estaba causando ciertos problemas debido al dudoso éxito de su convocatoria, y es que no contaban con los recursos adecuados para atender a tantos seres que querían reinsertarse en la sociedad, aunque no fueran sobrenaturales…

Así que habían tenido que recurrir a los servicios del Covisem, que convocó una reunión urgente para establecer prioridades. Vince, Ilych, Cat y Zurvan, intentaban ponerse de acuerdo.

-Bien, intentaré resumir los distintos focos que precisan de nuestra intervención –dijo Ilych mientras encendía una pantalla gigante y señalaba con un puntero.

La primera imagen que salía era una marabunta de desarrapados que tropezaban unos con otros intentando huir de algo que les hacía poner cara de doncella en apuros. Durante unos tensos instantes el silencio se hizo incómodo, Cat negó con la cabeza mientras empezaba a considerar con seriedad incluir el rastrillo en su arsenal de armas personales, mientras Zurvan suspiraba pensando en el cabreo que iba a pillarse Edsel si volvía a dejarlo plantado un día más. Fue Vince quien alzó la voz, poniendo toda su atención en el asunto que les ocupaba.

-Pero qué mierda es esta, ¿ha habido una fuga masiva de tarados de algún puto frenopático  o qué? Porque de todos esos mamarrachos que corren descoordinados como jodidos pollos sin cabeza, podría apostarme el culo a que todos son humanos simplones.

-Técnicamente esto no es asunto nuestro, si quisiera perseguir a humanos trabajaría para la pasma –objetó Zurvan.

-Le secundo, ¿qué más nos ocupa? –apoyó Cat.

-Por ahora dejaremos esto de lado, pero tendremos que asegurarnos de que los seres sobrenaturales no se metan en medio de la confusión que se está montando en los caminantes del amor para aprovecharse –aclaró Ilych.

-Yo de momento a eso solo le veo ventajas –Sonrió Cat.

-Pasemos pues, a cosas menos mundanas que puedan satisfacer su honorable concepto del cumplimiento del deber –dijo Ilych con sorna mientras alternaba su mirada de Cat a Zurvan.

-Pero qué bien hablas coño –exclamó Vince con entusiasmo.

Cat y Zurvan intentaron controlar la risa, fallando estrepitosamente cuando Baudelaire  intervino.

-Habla coñooo…

-Dejen de reírse pedazo de mamones, Neumann ignóralos y sigue, no saben apreciar el puto arte de la dialéctica.

-Putooo…

Después de la segunda intervención de Baudelaire Ilych cruzó la habitación, lo metió en la jaula y la tapó con un paño negro, cosa que le valió unos cuantos piropos más, subidos de tono.

-Como alguien vuelva a reírse antes de que acabe la maldita reunión voy a por el rastrillo –advirtió antes de proseguir con los puntos de la noche.

-Somos todo oídos –lo animó Zurvan.

-Bien, lo que más nos urge en estos momentos es rescatar a Roy, y por ende neutralizar a Livius, me he estado documentando y ahora mismo lo más factible es recurrir a los servicios de Madame Basemeth.

-¡La zorra de Everild!, la puta que te parió Neumann ¿es que no te acuerdas de lo que pasó la última vez?

-Aunque quisiera no podría olvidarme de… eso, pero como bien dije es nuestra mejor opción.

-Pues estamos jodidos, yo a esa vieja no me vuelvo a acercar –dijo Cat tajante.

-Le tengo más miedo a Edsel que a ella, si le dejo plantado otra vez me desangra y me entierra en el jardín, así que me voy ya –anunció Zurvan mientras se levantaba.

-Panda de lloricas, siempre me toca la peor mierda a mí –se quejó Vince.

-¿Quiere refuerzos jefe? –preguntó Ilych conteniendo la sonrisa.

-Ríete, pero esa zorra podría jodernos vivos, coge munición extra…

-Descuide, los técnicos están terminando de acondicionar el furgón blindado.

-Qué les sea leve –dijo Zurvan desde el umbral a modo de despedida.

-Por cierto, aún no me has entregado el informe del rescate de Elliot –dijo Ilych mientras apagaba los monitores.

-Nadie me ha notificado que tuviera esa misión –respondió Zurvan sorprendido.

-¿Cat? –preguntó Ilych esperanzado.

-Ni idea…

-Que nadie se mueva de aquí hasta que no averigüe a quién se le asignó esa misión.

Todos guardaron silencio mirándose con el ceño fruncido, muy pocas veces habían tenido errores de ese tipo, solían darse cuenta antes de que salieran de la sede.

-Puede que se haya traspapelado y nadie haya ido a rescatarlo aún –sopesó Zurvan.

-O que haya ido algún mamarracho de menor rango y se lo hayan merendado –bufó Vince, odiaba tener bajas por errores burocráticos.

-O que nos hayan hackeado… -apuntó Cat sin atreverse a elucubrar más allá.

Pasaron unos tensos minutos de silencio mientras Neumann comprobaba los expedientes, hasta que su voz retumbó por toda la sede perjurando que le daría la paliza de su vida al cretino que les hubiera hackeado.

-Como si lo tuviéramos poco complicado… -suspiró Zurvan.

-Pues vas a tener que joderte y pedirle ayuda a tu zorra y al chupóptero medieval para ir al rescate del meapilas –informó Vince sin pestañear.

-Genial, les va a encantar… -ironizó Zurvan.

-¿Alguna otra misión que se haya “traspapelado”? –preguntó Cat.

-De momento no, pero estaremos alerta  -respondió Ilych.

 

Edsel estaba satisfecho, por fin el damphir se iba a dignar a pasar la noche con él en vez de con esos pandilleros que tenía por compañeros de trabajo, lo único que le preocupaba era que Athanasius insistía en asistir a un recital de música sacra que se celebraba a las afueras en una antigua mansión que habían convertido en un pequeño hotel, así que tenía que buscarle compañía, a ser posible alguien que evitase que se metiera en líos. Después de mucho pensarlo, mientras consultaba la agenda, Tommy le pareció la mejor opción, era inofensivo y estaba familiarizado con el ambiente sobrenatural, además de tener lazos afectivos (aunque fueran más bien de naturaleza carnal…) con el vampiro, así que decidió llamarlo para ver si estaba libre.

-Diga.

-Buenas noches Tommy, soy Edsel ¿me recuerdas?

-Sí, ¿ha pasado algo? –preguntó Tommy con suspicacia.

-No te preocupes, es solo que noto a Athanasius algo disperso, creo que le vendría bien compañía humana, sé que suena peligroso pero Zurvan estará, y me preguntaba si podrías acompañarnos esta noche.

-¿Zurvan es el damphir?

-Sí.

-¿Por qué va a acompañarles?

-Libra esta noche… Oh ¿no sabías que somos pareja?

-Algo le oí a van der Rohe, pero como usa ese vocabulario con todo el mundo no suelo tomarle en serio.

-Entiendo, ¿entonces te animas o tienes algo más interesante que hacer?

-La verdad es que… -Tommy respiró hondo intentando pensar bien qué debería decir.

-¿Qué…? –Le instó Edsel.

-Supongo que no me vendría mal el asesoramiento de Zurvan.

-¿No te valdría con el mío?

-No lo sé…

-Piénsalo bien, no sé en qué tema quieres asesoramiento, pero seguramente todo el Covisem acabe metiendo las narices, conmigo solo tendrías una amigable charla para ampliar conocimientos, sin “consecuencias”.

-¿Eso me lo dices para camelarme o Zurvan te ha cabreado?

-Lo segundo, además de que su trabajo me resulta bastante molesto.

-Vale, ¿y qué se supone qué vamos a hacer si voy?

-Tú y yo nos veremos un rato antes y charlaremos, después nos encontraremos “oficialmente” y mientras yo y Zurvan damos un paseo por el hotel, tú y Athanasius van a un concierto y se ponen al día.

-Está bien, ¿en la misma dirección de la última vez?

-Sí, entra por el jardín trasero. Graba mi número y llámame cuando llegues.

-Ok.

-Por cierto, ¿qué tal andas de SPMV?

-Ya casi repuesto del todo o eso me ha dicho Benjamin.

-¿La convalecencia ha sido dura?

-Bastante…

-Pues encárgate de hacérselo saber a Athanasius, seguro que hay algún momento idóneo para mencionarlo.

-¿Esa sugerencia chantajista se debe a algo que aún no sé?

-Puede que sea yo el que no lo sepa, en cualquier caso carpe noctem ¿me explico?

-Alto y claro.

-Chico listo, hasta después, y ponte algo elegante.

-Vale.

 

Tommy suspiró intentando calmarse, aceptar la invitación de Edsel le había parecido la mejor opción, tenía que enterarse de qué ocultaba la familia de Randy. En sus visitas al Covisem para tratarse el SPMV había oído algunas conversaciones sospechosas en las que nombraban a una tal B. y a los Sykes, le resultaba raro que la abuela de Randy fuera amiga de van der Rohe y benefactora del Covisem, y Randy le había mencionado algunos detalles que no le acababan de cuadrar. Lástima que ahora estuviera tan ocupado con Jordan, si no estaba seguro de que él mismo se hubiera dado cuenta de que le estaban ocultando algo importante. Además estaba ese vampiro que los seguía, lo había visto varias veces pero ni Randy ni Jordan se percataban de su presencia. Benjamin le había advertido de que al ser Athanasius un vampiro tan antiguo iba a notar que se le agudizaban los sentidos muchísimo, pero no había esperado poder oír conversaciones a tanta distancia, ni detectar a cualquier vampiro que estuviera en un km a la redonda. Con el bromuro le habían aplacado la libido pero seguía estando totalmente alerta, sensorialmente hablando.

Por otra parte no quería meter al Covisem por medio si no era totalmente necesario, ya había tenido bastante después de enrollarse con uno de los hermanastros de van der Rohe, lo último que quería era cabrear a un tío que tenía a mano tantas armas. Aunque pedirle información a un vampiro que estaba liado con un damphir le resultase arriesgado, era menos peligroso que aventurarse a buscar por su cuenta con la ayuda de Salem y compañía.

Después de rebuscar en el armario se puso unos pantalones de pinzas grises y un suéter de cashmere negro, esperaba que eso contentase a Edsel, lástima que cuando llegara al jardín trasero ni este, ni Zurvan ni Athanasius tuvieran buena cara.

-¿Buenas noches? –saludó Tommy.

-Hemos tenido un repentino cambio de planes –informó Edsel-. Curiosamente Zurvan, que tenía prohibido hablar de trabajo en casa, hoy ha decidido dejar de lado esa regla para pedirnos ayuda, empiezo a creer que la usa a conveniencia, me siento utilizado…

-Coincido con vos en vuestra suspicacia –lo apoyó Athanasius-. Su actuar es sospechoso si por norma tenía mantener en secreto sus misiones.

-¿Y qué es lo que le ha hecho cambiar de opinión? –preguntó Tommy intentando desviar la conversación de los tintes de pelea marital que estaba tomando.

-Nos han hackeado, haciendo que dejáramos de atender una misión urgente –dijo Zurvan ignorando los reproches contenidos de los vampiros.

-Me pregunto si algún fantasma se ha colado en su red –Sonrió Edsel.

-¿Y la ayuda la quiere para…? –preguntó Tommy reconduciendo la conversación de nuevo.

-Rescatar a Daniel… digo Elliot de  las garras de Dante –respondió Edsel haciendo que Athanasius sonriera maliciosamente.

-¿Me estoy perdiendo algo? –preguntó Tommy confuso.

-Es una laaarga historia –suspiró Edsel hastiado.

-Pero el tiempo apremia y debemos ser raudos para ayudar al sacerdote –intervino Athanasius, cortando a Zurvan, que estaba a punto de preguntar quién demonios era Daniel.

-¿Debemos? ¿Todos? –Tommy no estaba nada convencido de que debiese acompañarlos.

-¿Athanasius te hizo “algo” y ahora le temes a los vampiros? –picó Edsel.

-Nada que no anhelase si mal no recuerdo –se defendió el aludido.

-Está bien, ¿cuál es el plan? –dijo Tommy dándose por vencido.

-Tengo el coche lleno de armas –Sonrió Zurvan.

-No me parece una idea demasiado brillante ir a por Dante, deberíamos comprobar antes si Elliot está siendo retenido contra su voluntad –sopesó Edsel.

-Teniendo en cuenta que los vampiros suelen anular la voluntad de sus víctimas eso sería algo complicado de discernir, por no mencionar el hecho de que Elliot estaba bajo los efectos del SPMV cuando fue a la casa de Dante –apuntó Tommy.

-Todas esas circunstancias atenuantes nos van a complicar mucho, por el bien de Elliot deberíamos ayudarle a recordar su pasado –propuso Edsel.

-¿Quién es la hechicera más insigne de la zona? –preguntó Athanasius.

Zurvan parpadeó confuso, no acababa de gustarle que Athasius y Edsel manejaran información que desconocía, y más si ello implicaba ir en busca de brujas en la compañía de dos vampiros y un mortal, que estaba igual o más despistado que él.

-¿Por qué  Elliot no puede recordar su pasado? ¿Qué Athanasius sugiera recurrir a la brujería en lugar de a la psiquiatría se debe a que sigue bastante desactualizado o es por otra cosa? –A Tommy tampoco le acababa de gustar esa complicidad entre ambos vampiros.

-No se debe a mi desconocimiento sobre la vida moderna, supongo que Edsel debió precisar que el pasado al que se estaba refiriendo era una vida anterior, sospechamos que Elliot podría haber sido un miembro de nuestra familia –aclaró Athanasius.

-Oh joder… -exclamó Zurvan.

-Oh querido, reserva tu entusiasmo para cuando confirmemos nuestra hipótesis y sepas con certeza de qué distinguido familiar hablamos, te prometo que te va a encantar –Sonrió Edsel.

-Y en el Covisem el médico no está preparado para afrontar estos casos… -cuestionó Tommy.

-Es más efectivo y rápido acudir a una bruja, y la más eficiente para esto creo que es Madame Basemeth –explicó Edsel.

-Genial, seguro que a Everild le hace una ilusión bárbara conocer a Athanasius, lástima que esta noche vaya a estar muy ocupada, Vince va a hacerle una visita para que nos ayude a neutralizar a Livius y poder rescatar a Roy –informó Zurvan.

-Vaya manía que tienen ahora los vampiros de tomar rehenes –bufó Tommy.

-¿Podrías hablar con Dante y enterarte de qué tal está Elliot? –preguntó Zurvan a Edsel esperanzado.

-Muy bien, pero tú te vienes conmigo –Sonrió Edsel desconcertando al damphir.

-Vale, ¿Y Athanasius?

-Tommy puede hacerle compañía en lo que volvemos –respondió Edsel ampliando aún más su inquietante sonrisa.

 

-Por mí vale –dijo Tommy sintiéndose afortunado por quedarse al margen de ese encuentro.

-Vayamos antes de que me arrepienta –apremió Edsel mientras se encaminaba hacia el coche de Zurvan.

-Hagan el favor de portarse bien –se despidió Zurvan mirando suspicaz a Tommy y Athanasius.

-Dadlo por hecho –replicó Athanasius con solemnidad.

 Media hora después Tommy estaba de lo más entretenido escuchando batallitas de Athanasius, empezaba a creer que sería una noche tranquila cuando de pronto Athanasius guardó silencio y su mirada se tornó incisiva, provocando una oleada de escalofríos en la piel de Tommy.

-¿Qué pasa? –preguntó Tommy a la defensiva.

-A mi parecer el padre Elliot tiene derecho a conocer sus raíces, le ayudaría a entender lo que el destino le aguarda.

-Pues ya se lo descubriremos cuando Madame Basemeth tenga un hueco en su apretada agenda.

-Sé bien lo poderosas que pueden ser las brujas, no habría complicación en que también nos atendiera esta noche.

-No sé dónde vive…

-Yo sí, no preguntéis cómo, limitaos a venir conmigo.

Y antes de que Tommy pudiera replicar Athanasius lo tomó en sus brazos y empezó a dar grandes y ágiles saltos por los tejados, haciendo que el chico se aferrase a él sin mediar palabra.

 

Cuando llegaron a la casa de Everild Basemeth sintieron miedo y desconcierto a partes iguales, ni Athanasius ni Tommy estaban preparados para afrontar situación semejante, uno porque a pesar de su antigüedad jamás había visto a una bruja comportarse así y el otro porque de todas las posibilidades que había imaginado ninguna contemplaba aquel horrendo panorama.

-¿No nos habremos equivocado de lugar? –preguntó Tommy con un deje de esperanza.

-Neumann y van der Rohe están aquí… -atinó a decir Athanasius con ojos desorbitados.

-Eso ya lo veo, pero que Neumann tenga un ataque de risa mientras…

-Lo sé, no lo entiendo ¿es normal en estos tiempos ese modo de proceder?

-Puede que las que salen en la televisión afirmando ser videntes y todo eso, monten numeritos por el estilo, pero no creía que a las que no fingen… las que de verdad lo son les fueran esos rollos… ¿Qué hacemos ahora?

-Acercarnos para intentar hablar con Neumann, tal vez él pueda explicárnoslo.

-Si conseguimos que deje de reírse…

-Probemos suerte.

 

Diez minutos después consiguieron que Ilych frenara su ataque de risa, y les explicase a intervalos que Madame Basemeth había sufrido un pequeño percance mientras preparaba una pócima, inhalando ciertos polvos tóxicos que la habían dejado bastante perjudicada, nublándole la razón.

-¿Y eso te hace mucha gracia porque…? –indagó Tommy.

-Everild nunca se ha llevado demasiado bien con Vince, ni con el Covisem en general, normalmente nos insulta durante un buen rato y después escucha lo que queremos decirle, a veces nos ayuda y otras nos echa de su propiedad mientras amenaza con agredirnos. Pero después de intoxicarse con el brebaje que estaba preparando  su comportamiento ha cambiado radicalmente y pretende que Vince se comporte como un caballero y le cante una serenata –dijo Ilych antes de romper a reír de nuevo.

Athanasius y Tommy parpadearon escépticos mientras miraban cómo Vince seguía armando lo que parecía un equipo de escalada.

-¿Qué pretende hacer Vince? –preguntó Tommy suspicaz.

-Pregúntale… -Sonrió Ilych secándose las lágrimas.

Pero no hizo falta, en ese momento Vince se dirigió a la fachada del caserón tirando un ancla de escalada al balcón donde la bruja se paseaba canturreando algo que pretendía ser romántico.

-¡Oh, pero qué atrevimiento! Primero hay que cortejar y luego ya vendrá la invitación a entrar –dijo Everild mientras atrapaba el anclaje con una mano para volver a tirarlo, dejándolo clavado en uno de los castaños del jardín.

-Maldita hija de perra, podría ser mi puñetera abuela y quiere que la corteje –bramó Vince.

-El amor no tiene edad –replicó Everild antes de volver a canturrear.

-Cierto es, pero hay caballeros a los que las bellas artes se les resisten, dadle un poco de tiempo para que encuentre una canción digna de vos –intervino Athanasius siguiéndole el juego a la bruja.

-Aprovecharé para arreglarme un poco mientras buscan –dijo la bruja antes de meterse dentro del caserón.

-Me cago en mi puta vida, quieres que busque una cancioncita digna de esa bruja cabrona, ¿crees que a la muy guarra le va a gustar oír toda esa mierda?

-Claro que no, mentidle –replicó Athanasius tajante.

Vince guardó silencio, mirando fijamente a ese vampiro recién salido del Medievo, después miró a Neumann que seguía riéndose entre dientes a intervalos y por último a Tommy, que se limitaba a observar la escena expectante. No creía que ninguno tuviera derecho a decirle qué hacer. Desde luego no un vampiro que acababa de pasar varios siglos echándose la siesta y menos el inconsciente jovencito que por accidente lo había despertado para luego zumbárselo. Puede que a Neumann le hubiera hecho caso, siempre había sido un subordinado ejemplar, el que ponía algo de orden en medio del continuo caos que su trabajo suponía, pero esa noche parecía demasiado risueño y no estaba por la labor de intervenir.  Pocas veces había visto así a su estratega, era el resultado del cansancio y el estrés, Neumann necesitaba un descanso o un nuevo compañero de trabajo, se había resistido a buscar a otro después de que el que tenía se fuera a una misión que se alargó más de la cuenta, pero ya era demasiado tiempo, y a pesar de que se las habían apañado bien, este caso les estaba desbordando. Aunque le supusiera un dolor de cabeza, Vince iba a tener que seleccionar a alguien para que trabajara con Neumann. Pero ya pensaría en eso cuando hubiera acabado su cometido de esa noche. De momento iba a desquitarse con Everild, le daba igual que estuviera colocada, no era problema suyo que a esas alturas se le fuera la mano preparando uno de sus brebajes, si quería romanticismo que se preparara. Vince sonrió mientras le asentía a Athanasius.

-Se te ve muy puesto en eso del peloteo amoroso, ¿algún jodido consejo? –preguntó Vince enarcando una ceja mientras ladeaba la cabeza.

-Si sois apasionado será convincente.

Cuando Vince en lugar de mandar a Athanasius a la mierda decidió aceptar su sugerencia Ilych supo que su jefe daba por perdida la noche, y que él hacía rato que ya lo había hecho, a veces era preferible dejarse llevar por la corriente a luchar contra ella, total tampoco podrían sacar mucho de Madame Basemeth en ese lamentable estado, lo único que le quedaba por hacer era disfrutar del espectáculo.

-¿Tiene algún instrumento musical a mano? –preguntó Tommy con genuino interés.

-A no ser que con la cuerda de un arco se pueda hacer música…-respondió Ilych divertido.

-No pienso volver a hacer esa mierda Neumann, y para que te enteres tengo una jodida guitarra en el puto maletero –replicó Vince mientras se volvía hacia la furgoneta para ir a buscarla.

-Esto cada vez se pone mejor –dijo Tommy sorprendido.

Cuando volvió guitarra en mano, Everild ya estaba en el balcón ataviada con una capa roja de terciopelo. Athanasius tomó la guitarra para acompañar a Vince, y cuando dio los primeros acordes empezó a derrochar poesía.

-Ojalá las putas musas me llenen la cabeza de chorradas, y una bravura desquiciada me trastorne, para superar el asco que me inspiras y así poder cantarte mariconadas que te pongan  el coño dando palmas.

Athanasius tosió atragantado, paró de tocar y miró a Vince reprobadoramente. Se acercó a él y en tono bajo le reprendió, para después dirigirse a la bruja.

-Perdonad a mi amigo, tanta es la emoción que le embarga que olvidó reprimir su soez vocabulario, lo que quería decir es que espera que la musas inunden su pensamiento de gloriosa poesía y le den valor para poderos alabar, despertando así vuestro amoroso interés –se disculpó Athanasius.

-Qué galantes, seguid, seguid –celebró Everild.

Athanasius comenzó a tocar de nuevo. Mientras Tommy comentaba que era una pena que no hubiera traído a Baudelaire para hacerles los coros.

-Me jodiste la tranquilidad, tu puta imagen me perturba sin tregua, desde que te conocí supe que menuda zorra estabas hecha –continuó Vince.

-Siente que vuestra vigorosa belleza le turba y vuestra valía le desborda, dejándole lleno de pura zozobra –corrigió Athanasius.

-Te arrastraré fuera de tu jodida casa para llevarte al prado, a ver si a oscuras me animo y te la…

-La raptará preso de su incontenible pasión, para contemplarla a la luz de la luna y embriagarse de su abrasadora mirada  -lo interrumpió Athanasius.

-Te pondré en cuatro, y tomando impulso me arrojaré sobre tu puñetera espalda para empotrarte contra…

-¡No! Quiso decir que devorado por la ansiedad la tumbará, y llevado por un éxtasis incontrolable con manos temblorosas la colmará de afecto.

Everild miraba de uno a otro risueña, y cuando terminaron volvió a entrar.

-¿Pero qué pretendéis al hablarle así a una dama?

-Ella me pidió una jodida serenata, y eso de que sea una dama es la coña más flipante que se ha dicho esta noche –respondió Vince encogiéndose de hombros como si nada.

-Debíais haberos comportado galantemente.

-Esa mierda no tiene porque ser excluyente –rebatió Vince sonriente.

-Sois un degenerado incapaz de proferir nada que no sean vulgares groserías, no hay nada de galantería en esas infames bajezas que salen de vuestra sucia boca –replicó Athanasius indignado.

-Pues yo creo que esa zorra se ha quedado a gusto –contradijo Vince.

-Si así es, ¿por qué en vez de bajar se ha quedado dentro de sus aposentos?

-Estará abrumada por la florida palabrería que le acaban de dedicar –respondió Tommy risueño.

-Puede que le faltara mostrar un poco de entusiasmo, seguro que si le pide que baje de una forma más enérgica y amorosa le hace caso –opinó Tommy.

-Me parece una idea cojonuda, qué coño, lo voy a intentar.

-Por favor, esta vez hacedlo con un lenguaje cortés –pidió Athanasius abochornado.

Vince lo miró de soslayo mientras carraspeaba aclarándose la voz, antes de volver a llamar a la bruja le dedicó una amplia sonrisa que no vaticinaba nada bueno.

-No te hagas de rogar chochete, vente para abajo que escocida te voy a dejar –clamó Vince haciendo que Athanasius se echara las manos a la cara negando con frustración.

-Es que acaso no tenéis un ápice de pudor o piedad.

-En este trabajo esas mariconadas son un puto estorbo.

-Vais a enojar a esa hechicera, y creedme cuando os digo que no os conviene despertar su ira.

-Qué va, está colgada como una mona, mañana no se va a acordar ni de su jodido nombre.

De pronto Everild volvió a salir al balcón, portando una ballesta y algunas flechas.

-Queridos, como me sonaban sus lindos rostros intentaba recordar sus nombres, curiosamente no he podido… pero sí me he acordado de que uno de ustedes se dejó esto hace mucho en mi sótano –dijo la bruja agitando la ballesta.

-Mamona déjate de bobadas y saca la piñata que tengo ganas de darle al palo –dijo Vince siguiendo la sugerencia de Tommy de ponerle más entusiasmo al asunto.

Athanasius desesperado desistió de intentar convencerle y optó por el uso de la fuerza, tapándole la boca con una mano mientras con la otra le sujetaba la cabeza, Vince al verse coartado decidió seguir con su discurso de manera gestual, haciendo una serie de gestos con las manos que podrían interpretarse como bastante fálicos.

Esa táctica tan efusiva parecía haber funcionado, porque la bruja envalentonada decidió que subir a la baranda era una gran idea, y justo cuando iba a coger impulso, un dardo tranquilizante le dio de lleno en un costado, dejándola KO en  el suelo del balcón.

El vampiro y Tommy  miraron contrariados a Ilych y Vince, que atónitos se dirigían hacia los setos de donde provenía el disparo, cuando un chico de pelo ondulado y rubio, algo más bajo que ellos, les salió al paso.

-¡¿El cabronazo rubiales?! –exclamó Vince sorprendido.

-Buenas noches jefe, me alegra ver que ha empezado a practicar el noble arte de la serenata –replicó el aludido sonriendo inocentemente.

-¿Acabaste con esa misión? –preguntó Neumann con alivio.

-Sí, y hasta me dieron unas semanas de vacaciones, acabo de incorporarme a mi puesto oficial –respondió, esta vez sonriendo con sinceridad.

-Cojonudo, ¿y quién es el hijo de puta que te ha mandado aquí?

-Cat me dijo que necesitaban refuerzos.

-¿Te puso al día? –cuestionó Neumann.

-Solo me dijo que era urgente y que tuviera cuidado con Madame Basemeth.

-¡¿Y lo mejor que se te ocurrió fue clavarle un puto dardo?!

-Bueno, es que pretendía subirse a la baranda del balcón y se la iba a pegar…

-¿Cómo coño crees que lo hubiera conseguido con lo mamada que está?

-Es una bruja, tendrá sus recursos…

-Me cago en la zorra de tu madre pedazo de mamón, ahora tardará un huevo en despertase, eso si lo hace, porque con la mierda que ya llevaba encima lo mismo le da  un ataque y la espicha.

-Pues si tan jodida iba tampoco sería un portento…

-No me jodas Thomson, ya sabes cómo son las brujas, esta vez hay que pringar.

-Es la alternativa más factible, las otras son más arriesgadas y no pienso certificar un estado de emergencia para que puedas usar todo el arsenal de armas –sentenció Neumann.

-Cat es el único que me comprende, no sé porqué soy tu compañero –se quejó Thomson.

-Porque si fueras el suyo ya nos hubieran juzgado por genocidas –suspiró Neumann-. Por cierto, yo también te he echado de menos –dijo en un tono más bajo y socarrón.

-¿Ya terminaron con las mariconadas? Porque vamos a tener que cargar a esa pendeja hasta la puta furgoneta.

-¿Zurvan sigue liado con la sanguijuela? –preguntó Thomson al notar su ausencia.

-Si te refieres a Edsel sí, fueron juntos a ver qué tal sigue el padre Elliot.

-Creía que tenían por norma no mezclar trabajo y vida privada… ¿Y el vampiro juglar es…? –siguió preguntando Thomson.

-Athanasius, y el chaval es Tommy, puedes ir leyendo el informe de camino a la sede –dijo Neumann dando por finalizado el interrogatorio.

-Te lo vas pasar de puta madre –sentenció Vince mirándolo divertido.

-Seguro que sí… por cierto, ¿cómo es que no se trajo a Baudelaire?

-¿Tanto lo echas de menos? –preguntó Neumann sarcástico.

-Oh no te pongas celoso, es solo que hubieran hecho un gran dúo.

-Dejen de chismorrear y muevan sus jodido culos, tenemos que empaquetar a la bruja –bramó Vince instándolos a volver al trabajo.

-Ya veo que sigue tan simpático como siempre, ya que estamos, alguno podría aclararme a qué han venido, Cat no me dio los detalles y me metió mucha prisa…

-Nosotros veníamos para que nos ayudara a neutralizar a un vampiro muy antiguo que puede manipular mentes de forma colectiva y crear visiones, entre otras cosas –aclaró Ilych.

-Nosotros queríamos que Madame Basemeth nos instruyera en el noble arte de la regresión –dijo Athanasius.

-¿Y para qué cojones necesitan eso? –preguntó Vince irritado, no le parecía que fuera a surgir nada bueno de ello.

-Athanasius cree que tiene que ampliar sus conocimientos si quiere tener alguna salida laboral, lo mismo hasta le presenta una solicitud de trabajo –respondió Tommy mirando divertido a Vince.

-Cuando pille al gilipollas del damphir se va a cagar, solo tenía que mantener a raya al chupóptero de su novio y al resto de la jodida familia, y acaba mandándomelos a todos para que me jodan.

 -No exagere jefe, seguro que están trabajando en algo importante, o eso me dijo Cat cuando le pregunté por qué no habían llevado más personal.

-No llevamos más personal porque son unos jodidos mariquitas que podrían mearse encima si una bruja cabrona les maldijera o alguna pajada de esas.

-No deberíais tomar en vano las maldiciones de las brujas

Mientras llevaban a Madame Basemeth  a la sede del Covisem, Cat averiguaba quién había hackeado su sistema. Se trataba de un antiguo enlace con el Vaticano, que acabó ex comulgado y actualmente iba por libre. Después de dar con su expediente e indagar un poco, vio que conocía a Elliot Bedgood, y decidió ir a averiguar por qué Rosario Vandone había impedido que fueran a rescatar al cura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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