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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

A ver si se edita bien esta vez =_=

 

 

Jair estaba muy nervioso, sus síntomas iban empeorando por momentos. Después de que Ilych le dejara en la sala de espera había intentado entretenerse leyendo  revistas como Más pa' Allá o Muy Flipante , encontrando artículos de dudosa fiabilidad sobre el Yeti, cuya "asombrosa imagen captada en las sendas más  ocultas del Himalaya" parecía la de un simio demasiado alto con obesidad mórbida, cosa que no le acababa de parecer descabellada, dada la actual degeneración alimenticia donde los conservantes, transgénicos... se aliaban con la globalización para llegar a todas partes.

Otro de los artículos trataba de una estadística espeluznante, afirmando que más americanos creen en el infierno y el diablo que en la teoría de la evolución de Darwin. Al llegar a una página donde se anunciaba la nueva colección de una diseñadora de ropa comestible, Jair sacudió la cabeza, decidiendo que era mejor dedicarse a escuchar las conversaciones ajenas que llegaban a sus agudizados oídos o flipar con lo brillantes que le resultaban las estrellas, antes que seguir torturando su mente con datos tan variopintos.

Fue entonces cuando escuchó el saludo del padre Elliot, al principio le alegró muchísimo que apareciera alguien conocido que le resultaba medianamente fiable, pero después de sufrir un shock agudo de feromonas revolucionadas que clamaban por carne fresca se dio cuenta de la gravedad del síndrome PMV, como lo denominaban los del COVISEM.

En ese momento no sabía qué le preocupaba más, que Aleix estuviera tan sexualmente alborotado acompañando a Roy o que una sotana le resultara arrebatadora. Respiró hondo intentando despejarse, quería hablar sobre la peculiar congregación y no sobre fantasías sexuales a cumplir.

-Hola Elliot-consiguió articular.

-¿Qué tal va todo?-indagó el cura suspicaz al notar a Jair tan agitado.

-Se han complicado mucho las cosas, han aparecido más vampiros, todos buscan lo mismo... y esta gente-dijo Jair bajando el tono-tiene unos métodos muy extraños.

-Bueno el director es bastante especial...

-Sí, lo escuché por teléfono.

-¿Lo has visto?

-No, seguro que va de cuero y tiene una harley a la que llama Luanne.

Elliot no pudo evitar reír, no iba a perderse por nada del mundo el momento en que Jair viera al señor van der Rohe, pero no quería asustar más al chico, así que volvió al tema inicial.

-¿A qué te refieres entonces?

-El tipo que tiene los ojos de distinto color persiguió a Marty con un rastrillo.

-¿Marty?

-Es un vampiro, trabajaba para el que secuestró a mi amigo Aleix.

-¿Lo mató?

-Qué va, el muy cabrón me mordió.

-¿Estás bien?

-Algo alterado en todos los sentidos...

-¿Entonces qué hacía con el rastrillo?

-Digamos que Marty no pudo entrar a buscar el libro y se llevó unas cuantas marcas en la espalda...

-Entiendo.

Ilych interrumpió la conversación, anunciando que el director iba a recibir a Jair para asegurarse de que no había peligro de vampirismo precoz y tomar notas para el informe del caso Vampiros bibliófilos, como había decidido denominar al expediente, después de que sus ayudantes desecharan otros nombres menos afortunados como mamones de biblioteca o sanguijuelas lectoras. Elliot sonrió asintiendo, levantándose junto a Jair para acompañarlo, Jair daba gracias por tener a un hombre de dios junto a él en esos momentos, tal vez el macarra se cortara delante de un oficial eclesiástico.

Al entrar en el despacho lo primero que vio Jair fue a Baudelaire que se columpiaba animadamente, sonrió al pensar en el detalle, no había nada más apropiado para un bucanero que tener de mascota a un loro. Tomaron asiento mientras Ilych buscaba unos documentos, cuando Vince entró luciendo un traje de corte italiano gris marengo, mientras consultaba la hora en su reloj de bolsillo, echó un vistazo general deteniendo su mirada en Jair, al que escrutó minuciosamente, se ajustó las gafas, guardó el reloj en su chaleco y leyó los papeles que Neumman le tendía.

 Jair intentaba regular su respiración, siempre había sentido debilidad por los maduritos interesantes, y el tipo que acababa de entrar cumplía con todos los requisitos para ser un buen ejemplar: su pose flemática, su mirada llena de austeridad y desdén, su elegancia al vestir, alto y bien formado aunque esbelto, era su maldito sueño guajiro en movimiento, el SPMV se le estaba agudizando por momentos, y no hubiera tardado mucho en hacer algo para entrarle si el señor van der Rohe no lo hubiera dejado absolutamente descolocado al abrir la boca.

-¿La guarrilla rubia al que se la chuparon es el meapilas o el bebito?

-El bebito... digo el más joven-carraspeó Ilych.

-Ven aquí blondita que tengo que mirar qué tal llevas el mono.

-Yo no tengo mono de nada-atinó a protestar Jair.

-Ja eso dicen todas pero si me hago un corte y ves sangre se te pondrá el coño dando palmas.

-¡¿QUÉ?!-exclamó Jair indignado.

-Que esos efectos que sufres se deben a la necesidad de sangre vampírica-intervino Neumman intentando dulcificar las palabras del director.

-Tranquilo Jair, el señor van der Rohe padece coprolalia pero es un reputado experto en vampirismo, sólo quiere ayudarte-lo apaciguó Elliot.

-Oh dios, Cat no te lo comentó-exclamó Ilych azorado.

-Ya lo oyó por teléfono, era más que obvio-replicó Cat saliendo del archivador.

-Cat me parece que sabes a lo que se refiere el chico-suspiró Ilych.

-Tuve que perseguir a un neófito con un rastrillo teniendo cuidado de no estropearle los setos a la Sykes, disculpa que no ahondara en nuestra congregación mientras le quitaba al chupóptero de encima y le desinfectaba las heridas-bufó Cat.

-¿Se puede saber qué demonios hace?-preguntó Jair asustado.

-Intentar mirarte los putos huecos por donde te los clavaron-respondió Vince mientras le volteaba el cuello a un confuso Jair-. Cat pásame la lupa.

-¿Le traigo el kit de observación FP o FM?

-¿Cuánto tiempo se la estuvieron chupando?

-Unos cinco minutos-calculó Cat.

-El FP, y de paso tráeme un jodido café, hace tanto frío que se me van a congelar las pelotas-se quejó Vince.

-Congelar pelotas, pelotas-coreó Baudelaire.

-¿Qué es eso de FP y M?-preguntó Elliot preocupado.

-Fase primera y media, hay tres fases: la inicial o primera, la media y la irreversible.

-¿Irreversible?-indagó el cura.

-O vampírico neófito, si intercambias sangre tres veces con un vampiro, la contaminación será irreversible.

-Quieres decir que te convertirás en uno de ellos-concretó Jair.

-Quiere decir que serás una puta sanguijuela sedienta y avariciosa que irá oliendo la sangre a kilómetros antes de encontrarla, y se pondrá como una coneja rastrera en busca de su zanahoria, intentando hincarle el diente a cualquier soplagaitas alelado que se deje-aclaró Vince.

-No se pase-protestó Jair intentando deshacerse del agarre.

-Venga bebito no te pongas perraca, que no es para tanto coño.

-Perracaaaaaaa-repitió Baudalaire.

-Soy mayor de edad no me llame bebito-se indignó Jair.- ¿Por qué tiene un loro?

-Vale blondita, ya sé que te destetaron y ahora chupas otras cosas-rectificó Vince mientras lo examinaba con la lupa.-El loro me lo regalaron.

-¿Ve algo extraño señor?-preguntó Cat ante la cara suspicaz de Vince.

-Es una de las mordidas más mierdosas que he visto en mi jodida vida, hay que ser muy marrano para hacer esta porquería-apreció Vince con una mueca de asco.

-Ya le dije que la hizo un neófito y las circunstancias no fueron muy  propicias-alegó Ilych.

-¿Le estaban jalando del pelo mientras lo separaban?-preguntó Elliot intentando buscar una opción que explicara semejante chapuza.

-No, se asustó al ver que Cat saltaba desde el seto con el rastrillo y reculó, quedando algo enganchado, tuvo que hacer un movimiento brusco para apartarse-explicó Ilych.

-Debió ser doloroso-se compadeció Elliot mirando a Jair con admiración.

-No, cuando un chupasangre te los hinca no sientes nada, dejan a las víctimas totalmente mamadas como si estuvieran corriendo, no se enteran de nada hasta un buen rato después-aclaró Vince.

-Ahora entiendo lo del callejón-murmuró Elliot.

-¿El qué?-preguntó Jair curioso.

-Nada, algo que el curita buenorro vio por accidente, no seas chismoso blondita-le reprendió Vince.

-Y usted va a acabar de una puta vez o qué, hay cosas más importantes que hacer hostias, deje de húrgame en la mordida-protestó Jair.

-Como vuelvas a abrir la puta bocaza para soltar mierda lo que te voy a hurgar va a ser el puto...-bramó Vince.

-Señor tranquilícese, es un crío y está sufriendo el síndrome PMV-interrumpió Ilych poniendo orden.

-Lo sé, pero es que me revienta los huevos la chusma ordinaria.

-¿Chusma yo? ¿Pero usted se oye?, si cada vez que habla...-empezó a contraatacar Jair.

-No entremos en detalles, el señor van der Rohe sufre una patología y tú no Jair, sé comprensivo-le sugirió Ilych con una mirada entre suplicante y amenazadora.

-Como digan, pero que no se me acerque de nuevo, si hay que examinarme hágalo usted.

-No te preocupes, no será necesario a menos que te vuelvan a morder, cosa que nos ocuparemos de que no suceda más-prometió Ilych.

-¿Van a sacar su súper rastrillo?-ironizó Jair.

-En serio chico, ésa no es la actitud si quieres salir entero, colabora...-le previno Cat.

-Vale, tienes razón será mejor dejarlo así.

-¿Y ahora que haremos?-cuestionó Elliot.

-Localizar los escondites de los hijos de perra de la puta noche-afirmó Vince.

-Son los hijos eternos de la noche oscura -le corrigió Jair.

-¿Los metaleros mariconazos que se la chuparon unos a otros pasando en una sola sesión a la fase de sanguijuela primeriza?- concretó Vince.

-Sí.

-Qué putos viciosillos, hay que ser burros para hacerlo de golpe, es como pasar de ser virgen a ensancharse el orto hasta dejarlo como un bebedero de patos.

-Qué bonita analogía-apreció  Jair socarrón.

-Los metaleros se dividieron, el líder está con Dante, el vampiro secuestrador, y el resto con Marty, el retrasado que mordió a Jair-expuso Ilych.

-Cat que vaya a por el retrasado, llama a Zurvan y que vayan a por Dante y el otro. El cura que se quede cuidando de blondita, yo intentaré localizar al nieto de Irina.

-Bien, padre Bedgood tenga este localizador, por si ocurre algo, cualquier cosa llame a mi móvil-dijo Ilych antes de salir.

Después de diez minutos apareció la señora Fletcher, una mujer que rondaba los sesenta años y se ocupaba de mantener la sede del COVISEM en orden, siendo una exigente anfitriona. Llevó a Elliot y a Jair a los dormitorios, trayéndoles algo de comer, que en el caso de Jair se redujo a agua, ya que debido al síndrome no podía ingerir nada hasta pasado un día.

Elliot jugueteó con las galletas mientras esperaba a que el té se enfriara un poco, detestaba quemarse la lengua. Empezaba a ponerse nervioso con Jair, las miradas que le estaba lanzando no eran nada alentadoras, se sentía como una mosca que acabara de caer en una telaraña pegajosa y enorme. Decidió romper la tensión preguntándole por su estado

-¿Qué tal llevas el síndrome ése?

-Cada vez peor-gruñó Jair.

No le gustaba ser así de tajante con Elliot, pero estaba muy ocupado intentando frenar el torrente de fantasías sexuales en las que le despojaba de la sotana y lo hacía pecar como el católico más acérrimo.

-No sé muy bien qué te sucede, si me lo explicas tal vez pueda ayudarte-propuso Elliot, achacándole el comportamiento de Jair a los síntomas que debía estar padeciendo.

Jair respiró hondo, ¿qué era aquello? ¿Una puñetera película porno con diálogos forzados? De todas las cosas que podía haber dicho Elliot esa era la peor opción, no podría controlarse si seguía así.

-Es algo complicado... y vergonzoso-se excusó Jair.

-Vamos Jair, soy sacerdote, he escuchado todo tipo de cosas en las confesiones, no voy a escandalizarme-sonrió Elliot intentando relajar el ambiente.

-Bien, pues confiéseme, así no podrá contárselo a nadie.

-¿Eres creyente?

-Estoy bautizado y fui a un colegio católico durante años ¿eso vale, no?

-Supongo, bien Jair estás bajo secreto de confesión, cuéntame qué te ocurre.

-Me siento muy excitado. Puedo escuchar lo que hablan en el piso de abajo con total claridad, veo los colores y las luces muy brillantes, huelo la sangre y siento como corre por el cuerpo, sé dónde está Marty...

-¿En serio?

-Sí, está en el sótano de un caserón en las afueras.

-Vaya, debes sentirte muy extraño.

-Sí, pero eso no es lo que me preocupa.

-Suéltalo de una vez Jair, no te tortures, verás que en cuanto lo compartas te sentirás aliviado.

Jair sonrió con malicia, eso era una maldita provocación.

-No sé cómo plantearlo... he sufrido un fulgurante aumento de la libido.

-Bueno, a tu edad es normal, lo mismo es por acumular demasiada sangre...-intentó restarle importancia Elliot.

-No lo entiende, no le hablo de tener el día tonto, es como si de pronto fuera una ninfómana que ha estado meses en abstinencia forzosa.

-Suena grave, ¿crees que el bromuro funcionará con la sangre vampírica?

-No creo, necesitaría demasiado... estoy tan cachondo que mientras Vince van der Rohe me tocaba y blasfemaba, sólo podía pensar en lo sexy que resultaba el contraste entre su aspecto y su vocabulario, me preguntaba si en la cama soltaría esas barbaridades o sería de los que se limitan a gemir-planteó Jair mientras miraba a Elliot con fiereza.

-Interesante duda, pero no deberías darle vueltas a esos temas, mejor céntrate en el problema de tu amigo, piensa en que necesita de tu ayuda-intentó enfriar los ánimos Elliot.

-Ésa es otra, Aleix está con mi padre, ¿ha visto a Roy?

-No, me temo que no hemos tenido ocasión de coincidir.

-Pues yo tengo veintiuno y el cuarenta, eche cuentas... además se separó de mi madre por adulterio y no ha sentado la cabeza, ¿me sigue?

-Creo que intentas decirme que tu padre es un hombre ligero de cascos.

-Es un putón, una vez se tiró a un compañero del instituto, un menor de edad...

-Bueno, seguro que en esta situación sabrá comportarse.

-Le daría un voto de confianza pero cuando Aleix se pone pesado cansa mucho, y Roy no tiene paciencia...

-Es una situación excepcional, es comprensible, hay que ser indulgentes.

-¿Yo merezco indulgencia padre?

-Claro Jair, estás bajo los influjos de un vampiro, no eres tú mismo.

-Me alegra contar con su comprensión, no sabe cuánta falta me hace...

-Jair creo que te estás confundiendo, en ningún momento he pretendido insinuar que yo podría aplacar tus... síntomas.

-Creía que su deber era darme consuelo.

-Sí, pero espiritual.

-Le aseguro que en cuanto eche un buen polvo tendré paz espiritual.

-Pero para eso tendría que violar algunas cosas como el voto de castidad y...

-Olvídese de la castidad y vióleme a mí-susurró Jair al oído de Elliot mientras lo acorralaba contra la pared que estaba al lado de una de las camas.

-¿Por qué no esperas a que llegue el señor van der Rohe? Así resuelves esa duda que tienes...

-Ahora mismo no la recuerdo-siguió Jair en su avance.

-Además es un hombre atractivo y un entendido en vampiros, seguro que sabe cómo quitarte el mono.

-Quíteme la ropa y deje lo demás para otro momento-sugirió Jair.

Elliot empezaba a sentirse como una doncella inocentona, y eso le resultaba irritante, era un cura católico, había visto de todo, no iba a ponerse mojigato por un muchachito demasiado salido.

-Oye, no te equivoques, no soy ningún puritano.

-Lo sé, los de su gremio suelen estar muy puestos en estos temas-rió Jair desabotonándose la camisa.

-No soy virgen ni nada de eso...

-Lo suponía, es de agradecer que así sea.

-En serio, no soy un curita corruptible e ingenuo, así que deja el numerito.

-Lo que me gusta no es eso, no pretendo ultrajar a un religioso.

-¿Entonces?

-Estoy cachondo y usted está muy bueno, no le dé más vueltas... no voy a meterme en su forma de vida, sólo quiero un polvo, uno de los buenos, prometo dejarle en paz después.

-Se supone que iba a cuidarte, a encargarme de que no hicieras locuras.

-Y eso es exactamente lo que está haciendo, porque si no acabamos en la cama tendré que irme a buscar a alguien que lo reemplace, y dadas las circunstancias no creo que fuera conveniente.

-Eso sonó a chantaje...

-No sea alarmista.

Elliot iba a responderle, pero se distrajo observando el sensual streaptease que Jair estaba haciendo, se debatía entre hacer lo que debía y lo que empezaba a desear. Después de unos diez minutos en los que sopesaba la situación, decidió que lo mejor era dejarse llevar y ayudar al chico, después de todo ciñéndose a lo práctico eso era lo único que lo iba a aliviar, y si no accedía algún degenerado podía aprovecharse de tan urgente necesidad, definitivamente era un acto de caridad.

Una vez  aparcadas las dudas y las pegas Elliot se puso manos a la obra, ya que iba a hacerlo y tendría que confesarlo, más le valía sacarle partido.

Terminó de deshacerse de la ropa de Jair y dejó que le quitase el alzacuellos con los dientes, nunca había entendido qué le encontraban de erótico a esa prenda, suponía que era una especie de fetiche de lo prohibido, aunque en este caso en particular lo que sucedía era que Jair quería irse directo a su yugular.

En el momento en que Jair se percató de que estaba como loco por la velocidad y el calor de la sangre fluyendo por el níveo cuello de Elliot, se separó aturdido, le asustaba tener la certeza de que quería saborearla, y en ese momento un pensamiento más aterrador cruzó por su mente, ¿y si Aleix no se controlaba y acababa violando y desangrando a Roy?

Era simplemente grotesco, confiaba en que su mejor amigo estuviera demasiado entretenido en descubrir esa parte de su sexualidad y no pudiera dejarse arrastrar por la sed. Para su tranquilidad obtuvo una certera respuesta, la voz de Marty se hizo presente en su cabeza: "no te preocupes sólo pueden tomar pequeñas cantidades, rasgar la piel por breves segundos en pequeños cortes que cicatrizarán en seguida, sólo quedarán algunas marcas".

La cosa se estaba complicando, tener al retrasado hablándole telepáticamente mientras intentaba follarse a un cura y desangrarlo un poquito sin que se diera cuenta, no era tarea fácil. Hacía mucho que no se sentía coartado, recordó sus inicios adolescentes, cuando su padre le sonreía cómplice y él se moría de vergüenza, mientras su madre prefería pasar por alto sus escarceos con chicos.

 

 Ser el hijo de un hombre tan liberal y una mujer tan preocupada por los modales y la discreción, era un arma de doble filo, le había costado mucho conciliar ambas posturas, y según su abuela materna lo había conseguido, era un perfecto ejemplar de zorra victoriana, que encubre sus "vicios" bajo los modales más refinados.

¿Había algo más victoriano que hacerle una mamada a un cura mientras, calibraba la velocidad en sangre que tenía cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, excitándose como nunca?

Luchaba por recuperar algo de cordura, con un esfuerzo sobrehumano logró dejar de succionarle los bajos para subir a los labios e iniciar un frenético beso, al cura le gustaba marcar el ritmo y Jair se dejó llevar hasta que notó que estaba a punto de terminar, sin que ni siquiera le hubieran estimulado la entrepierna. Nunca creyó que el sabor de la sangre le resultara tan sabroso, notar el calor propagándose en el interior de su boca le desbocaba el pulso. Eso unido a la visión que resultaba Elliot era todo un festín de sensualidad, bajo esas ropas oscuras se escondía un cuerpo bien moldeado, de piernas firmes y torneadas y músculos marcados, el cura estaba en buena forma, pero lo que más le gustaba era esa piel suave y blanca, deliciosa al tacto e incitadora para su boca. Acarició los dorados cabellos, estaban húmedos y despeinados, dándole un aspecto entre travieso y aniñado.

 

Suspiró de placer notando la mirada escrutadora de Elliot sobre sí, se preguntaba si el cura habría notado el corte que le había hecho en la lengua o simplemente estaba extrañado por sus desaforadas reacciones.

Por su parte Elliot estaba demasiado entusiasmado con la vehemencia de Jair, llevaba bastantes meses cumpliendo con el voto de castidad y años sin caer en la tentación de decantarse por romperlo con alguien de su mismo sexo, comprobar que los jóvenes estaban así de desprejuiciados y entusiastas era una grata sorpresa, los de su generación se habían torturado mucho con ese tema, y cuando entraban al trapo se cortaban demasiado, era una experiencia nueva y abrumadoramente placentera practicar sexo salvaje. Sintió una punzada de culpabilidad al reparar en la diferencia de edad.

-¿Sucede algo?-cuestionó Jair mientras masturbaba ambos miembros moviendo las caderas y su mano de forma certera.

-No mmm sólo...

-¿Sólo?

-Me acabo de fijar en la diferencia de edad...

-No pareces llevarme más de cinco años.

-Gracias... auch.

-Lo siento, me he dejado llevar tienes unas orejas muy apetecibles.se excusó Jair por el mordisco que acababa de propinarle en el lóbulo derecho.

-No importa, me tomó desprevenido, ¿entonces no te parezco mayor?

-Para nada, estás jodidamente bueno y pareces un chiquillo. Pero yo no le veo nada malo a liarse con alguien mayor, de hecho el director van de Rohe me pone muchísimo...

-Tiene su punto, cierto...

-¿Entonces?

-Bueno ya sabes lo que dicen de los curas y los jovencitos...

-Entiendo, pero bueno, tú eres una excepción, son los jovencitos los que te acosan a ti.

-Visto así... aunque no debería ceder.

-Bobadas, eso sería discriminación, si vas a incumplir los votos los jovencitos merecemos nuestra oportunidad.

-Ok-asintió Elliot sonriente-creo que deberíamos acabar antes de que nos dé por filosofar sobre la influencia de la religión en la sexualidad.

-Eso sería antierótico... mmm-gimió Jair al notar los ágiles dedos de Elliot abrirse paso en su interior.

No tardaron mucho en rematar la faena, ambos tenían prisa por distintos motivos. Elliot fue cuidadoso al principio, en cuanto notó que Jair se amoldaba bien empezó a propinarle embestidas profundas, aumentando la velocidad cada vez que notaba la placentera opresión ceñirse en su miembro.

  Jair notaba la sangre bombeando a todo tren, cosa que le provocaba intensificar el ritmo, acabando en una postura  que les daba libertad a ambos para moverse de una manera desenfrenada. Jair sentía un calor sofocante producto de la sangre que sorbía de la boca de Elliot cada vez que se besaban, y así acabó, justo después de notar como Elliot alcanzaba el clímax lo besó con una pasión desmedida que lo hizo retorcerse de placer, después de las últimas estocadas y de que la sangre desbordase las comisuras de sus henchidos labios.

Había sido el polvo más bestial que echaran en sus vidas, hasta ahora...

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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