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T:::: AMEN :::::T por Kunyko-kun

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CAPITULO 2:

Walter le mostro el lugar donde Ceres practicaba con su enorme arma, la acompañaban sus compañeros de división, y todos se quedaron algo absortos al observar al gran albino, Ceres le dice:
- No te preocupes Walter, yo cuidare de él.
Walter se marchó haciendo una reverencia y Al dice:
- Vaya, este lugar es precioso, en el vaticano vivía en unas mazmorras sin apenas ver el exterior, ni siquiera de noche...
- ¿Vivías en el vaticano?
Dijo uno de los soldados algo emocionado, Ceres sonrió al ver al vampiro mostrarse abierto con los demás, asi que cuando comenzó a hacerse de día, Ceres y Al dejaron al equipo nocturno solos y ellos se retiraron a sus respectivas habitaciones.

Al llegó a su cuarto Al se despidió de Ceres.
- Buenos días...
Dijo entrando a su cuarto, Ceres se retiró al suyo, unas puertas más alejada.

Cuando hacía más o menos una hora que Victoria se había acostado, comenzó a llegar a sus oídos lo que parecían unos sollozos.
Se levantó de su cama y escuchó de nuevo. Se oían muy amortiguados, pero sí que parecían quejidos. Se pegó en la pared, parecía venir más allá del tabique, sin sus oídos finos de vampiro no lo habría notado.

Salió de su cuarto y siguió el sonido de sollozos, parándose ante la puerta del cuarto de Al. Tocó dos veces con los nudillos.
- ¿Si?
Se oyó al otro lado, Ceres entró en la habitación con parsimonia, al hacerlo vio a Al sentado en el suelo, abrazando sus rodillas, tenía la cara algo húmeda y le dice:
- Perdón... ¿Te he despertado?
Ceres entró por completo cerrando la puerta y negando con la cabeza, obviamente mentía, sus lloros la habían despertado.
- ¿Qué te pasa Al, porque lloras?
- No es nada importante.
Dijo mirando a otro lado, Victoria ve una especie de abrecartas en el suelo, iba a cogerlo, pero Al le dice.
- Si lo tomas... hazlo por la empuñadura, la hoja es de plata.
Tomó la empuñadura de madera, y al mirarlo vio unas gotitas de sangre, casi minúsculas, al poco vio que el albino tapaba con cuidado su brazo izquierdo.
Ceres se le acerca y le dice:
- ¿Qué has hecho Al?
- No es nada... solo es un recuerdo, me hace recordar muchas veces que no debo sublevar a mi amo.
Ceres se sienta a su lado, quitándole la mano del corte lo observó, Al dice:
- Es la única forma de que un vampiro conserve una cicatriz.
El leve corte ya estaba empezando a cicatrizar, pero Ceres vio que su brazo tenía más cicatrices, levemente abultadas.
Estaban todos colocados de forma ordenada, horizontales y a más o menos unos dos centímetros de distancia uno con el otro, cubrían sus dos brazos, los costados de su tórax y la palma de sus manos, Victoria le dice:
- Al... ¿Qué?...
- Son... todas las veces que le he faltado el respeto a mi amo... Hoy es la número cien... no me entra en la cabeza, hacía ya casi 50 años que no usaba esa daga.
Sonreía a pesar de la brutalidad del dolor que se auto infligía, Victoria le dice:
- ¿Sabe él que...?
- No... No lo sabe... tu nunca le has desobedecido, si no me equivoco, su ira no es nada recomendable, de no ser por que Integra estaba presente, como tú y otros... me habría golpeado hasta la extenuación, seguro.
- ¿Alguna vez lo ha hecho?
Dijo intrigada la pelirroja, el albino negó dejando derramar de nuevo sus lágrimas y dice:
- Cuando estaba a punto de hacerlo, siempre se detenía y decía, con una sonrisa cínica...
El albino rompió en llanto de nuevo y la pelirroja lo abrazó, todo el día, intentando mitigar el dolor del vampiro de ojos rojos y rasgados.

Cuando la noche llegó de nuevo Ceres se vio durmiendo en la cama del albino, estaba abrazándola, y vio su carita de ángel algo húmeda aún.

Se levantó sin despertarlo y salió del cuarto, para ir al suyo propio y vestirse con su uniforme, subió al piso principal, donde estaría junto al equipo nocturno.
Esperaba ver al albino subir de un momento a otro, y cuando lo vio aparecer por las escaleras, con un cigarrillo en los labios y formando una coleta con sus cabellos, sonrió.
El albino recoge el cigarrillo con sus dedos y suspirando, exhaló el humo diciendo:
- Buenas noches...
Todos los presentes le respondieron con buenos modales, y el albino se acerca a Ceres para decirle:
- Gracias por haberte quedado conmigo, a veces me dan bajones y... necesito compañía...
De la nada, la mano enguantada en blanco de Alucard le arrebato al albino el cigarrillo antes de poder llevárselo a los labios.
Muy molesto, Al le encara y le dice:
- Ya veo que las buenas noches para ti no lo son... devuélvemelo...
- ¿Desde cuándo fumas estas cosas?
Al le mira cínico y dice:
- De algo hay que morir.
La primera en reír fue Ceres, luego algunos soldados, Alucard, por otra parte, espachurró en su mano el cigarrillo y dice:
- Ja... Ja... Ja... sigues siendo igual de impertinente.
- Si decides que tome como una orden dejar de hacer lo único que me hace sentir humano, lo acataré, pero... te odiaré aun más.
Dijo Al sin reparos mirándole a la cara, Alucard no dijo nada, solo se retiró con pasos acompasados, suspirando.
Cuando ya no se le vio, Al rompe a reír muy divertido.
- ¿Qué es tan gracioso? - Ceres.
- Es que... es tan gracioso verlo estresado que me... hay... me encanta ese hombre...
Dijo al fin fingiendo retirar una lágrima de risa de su rostro. Muchos soldados se reían a causa de la discusión, Al se encendió otro cigarrillo y le dice:
- Me parece absurdo que se cabree por tan poco...
- Albert, me gustaría mucho que nos hablaras de Alucard, no lo conocemos apenas... tú has pasado muchos años con él ¿no?
Dijo uno de los jefes de batallón, Ceres se interesó también, Al se apoya en una mesa y dice, mirando a todos los que esperaban una respuesta.
- Me encantaría compartir anécdotas, o cosas por el estilo pero... A penas le conozco, solo estuvo a mi lado cuando me enseñó a alimentarme... y poco más... a penas lo veía y solo era para...
Se quedó callado y dice, algo más ausente.
- Para... estar en compañía de alguien para variar.
- Bueno, ahora es algo más abierto, si te odia, te lo dice, no se lo calla...
Dijo otro soldado, Ceres no rió como los demás, se fijó en la mirada ausente del hombre y le susurra:
- No hables si no quieres, no les hagas caso.
- Es bueno tener amigos...
Dijo de últimas para caminar al exterior. Una vez allí, metió su mano derecha en su bolsillo, para agarrar con los dedos de la izquierda el cigarrillo, solo se percató de que el gran vampiro moreno esta allí cuando le habló.
- Creo que te había pedido que no hicieras eso.
Al se voltea y mirándole a los ojos, pues no llevaba esas extrañas gafas naranjas le dice:
- Lo sé, pero me apetecía.
Lo tiró al suelo y lo apagó...
Alucard intercepta su brazo, para ponerle la mano boca arriba, miró las cicatrices en esta, Al se tensó.
Alucard arremangó la manga de su chaqueta de cuero negro.
- ¿Convertirás esta desobediencia en otra cicatriz?
- ¿Cómo lo has sabido?
Dijo el otro contestando con otra pregunta.
- Ceres.- Dijo Alucard sin darle mucha importancia.- ¿Por qué lo has hecho?
- Tú no ibas a castigarme por mucho que lo desearas. Es una forma de demostrarme a mí mismo que aun puedo dejar de existir...
- A mi me parece que eres un masoquista.
- De eso también un poco.
Dijo el otro arrebatándole el brazo. Alucard dice, algo más calmado.
- Perdona que no te liberara en su momento... si quieres, puedes beber mi sangre... Ahora.
- ¿Y de que me serviría librarme de ti ahora?
Dijo el otro más que molesto.
- Tal vez... no tendrías que hacer eso nunca más, y podrías contestarme sin tener que arrepentirte... incluso podrías intentar matarme... si es que puedo morirme...
Al le mira riendo y dice:
- Aprecio mi no-vida demasiado como para suicidarme, Alucard.
- ¿Dónde está ese “amo”?
- No mereces que nadie te llame amo. No sabes ser un buen amo, Integra por el contrario sí que sabe ejercer su papel contigo, no puedes toser sin que ella te lo ordene.
- Yo no toso.- Alucard.
- ¡¡Es una frase hecha!!
Dijo molesto el Albino ¿Intentaba tomarle el pelo o qué? Al suspira intentando tranquilizarse y le dice:
- ¿Has terminado de darme la moraga?
- No... Eso nunca.
Dijo antes de desaparecer, Al dice, muy cabreado.
- ¡¡Odio cuando haces eso!!
Y entró en la mansión, como no, a pie, no se ponía a levitar por ahí si podía caminar, con lo feliz que era caminando.
Al entrar pudo ver que la actividad del lugar se había reducido bastante, y Ceres se dedicaba a conversar con los amigos de la guardia nocturna, se acerca a ellos y dice:
- ¿Alguna vez habéis sentido deseos de matar por una tontería?
Todos se quedaron algo asustados y el vampiro albino dice:
- No es nada personal... solo que esa cosa me estresa.
Dijo señalando a una pared como si el objeto de su rabia estuviera al otro lado. Ceres dice:
- Nosotros con el tiempo aprendemos a sobre llevarlo.
- Pues yo en años no lo he aguantado ni un ápice... bueno, solo una vez...- se sonrrojó y continua.- pero no quiero recordarlo.
Ceres rio y uno de los soldados dio un codazo a su compañero, Al dice:
- Albert Romasanta, ni muerto te callarás la bocaza.
Y se fue más que avergonzado, todos rieron a sus espaldas.
Bajó las escaleras, encontrándose a Walter que relataba algo en contra del vampiro de casaca roja, se sonrió al ver eso, era como en los viejos tiempos. Muy viejos tiempos...

Llegó a su cuarto, no sin antes echar un vistazo al de su amo, cerró la puerta y se arrojó sobre la cama, para susurrar.
- Me aburro...
- Pues des abúrrete...
Dijo una voz que le hizo dar un grito de mujer (XD) Al se reincorpora y dice:
- ¡¡Allanamiento de morada!! ¿Te suena de algo?
El moreno le ignoró, estaba muy reconfortado, sentado en la mesa de la habitación, con una copa de contenido rojo (¿Adivinas?) entre los dedos, se relamía gustoso.
Al suspiró, era incorregible.
- ¿Así que solo una vez no deseaste deshacerte de mí? Mmm, refréscame la memoria Romasanta.
Al se sienta al borde de la cama, abriendo levemente las piernas apoyó sus antebrazos en las rodillas y suspiró, se deshizo la coleta, jugando unos momentos con la goma elástica, luego dice:
- La vez... que más te deseé... a pesar de que estabas ahí... no te sentí ahí.
- A mi me parece que lo disfrutaste.
- Lo hice... pero luego te odié por utilizarme como a un desecho.
Se incorporó, sacando de su bota un cuchillito no muy grande, Alucard sonrió bebiendo el líquido carmesí de su copa y dice:
- Eres incorregiblemente salvaje.
Al posó la hoja del arma sobre su barbilla y dice:
- Si, puede que sea cierto.
Luego lamió lascivamente el filo, provocando un corte en su lengua, manchando sus labios blancos de rojo carmesí, Alucard se puso muy serio aspirando el ambiente.
La copa en sus manos se convirtió en un amasijo de cristales y el contenido se derramó por su brazo.
Al rió y dijo, muy bajito, en forma de susurro.
- Vamos... ¿No tenías sed? No me vas a negar que esa vez disfrutaras bebiendo mi sangre.

Alucard se puso en cuestión de segundo frente al albino, que se retiró un poco hacia atrás, viendo la cercanía de su rostro al del vampiro inmortal.
- Eres un...
Comenzó Alucard, y algo más serio Al le dice, mirándole directamente a los ojos.
- ... Desgraciado estúpido que no sabe cómo ha vivido tantos años sin poder siquiera verte de lejos...
Las lágrimas llenaron sus ojos, pero continúo hablando.
- Alucard te he echado de menos.
Antes de que las lágrimas se pasearan por las mejillas del albino, Alucard las detuvo con sus labios, en un cálido beso en sus mejillas.
- Lo siento... siento haberte dejado solo.
- Hay algo más horrible que tener que aprender a llevar una vida de vampiro... y es tener que aprenderlo solo.
Dijo el albino claramente afectado. Luego cerró levemente los ojos, se acercó al rostro del moreno y lamio tímidamente sus labios, manchándolos de rojo pasión, la misma que en esos momentos le invadía.
Alucard se relamió gustoso, vibrando al reconocer el sabor de esa sangre que tanto le hacía perder la cabeza y la voluntad.
Tomó de forma salvaje los labios de su pupilo, saboreando su sangre y su saliva, una combinación monstruosa.
Tras unos minutos, lo fue recostando en la cama, donde se dedicó a besar su cara, mientras el vampiro albino suspiraba quedamente.
Llegó a su cuello y olisqueó su yugular, deseoso de profanarla salvajemente.
- Bebe...
Sugirió el albino sutilmente, Alucard no se lo pensó dos veces e hincó sus colmillos en su cuello, que provocó el suspiro de placer de su siervo y que le tomara salvajemente de su nuca y sus cabellos, presionando para intensificar el acto pagano.
- Ahh... amo...
Dijo extasiado el joven...
Una vez saciado, Alucard se acercó al rostro adormilado del joven y le dice relamiéndose.
- Bebe de mí.
- No... No...
Dijo sutilmente el albino, Alucard le mira a los ojos y pidió una explicación.
- ¿Por qué?
- No quiero perderte.
Dijo sin reparos, para continuar.
- Si dejo de ser tu siervo... ¿Qué te obligaría entonces a localizarme?
Alucard le miró algo apenado, tantos años sin ver al joven le habían costado muchos cabreos inesperados y gente que había pagado el pato, normalmente eran vampiros sin clase que le divertían unos minutos, pero... en ocasiones habían sido personas apreciadas por él... normalmente el pobre Walter, que no tenia culpa de nada.

Alucard acaricia el rostro del joven y dice:
- Mil y una veces te encontraría... sabes que no puedo estar sin ti.
- Aprecias mi sangre no a mí.
Dijo con un nudo en la garganta. Alucard se acerca de nueva cuenta al albino, a su rostro, tomó sus labios de forma dulce y le susurró.
- Aprecio tu sangre por que es la tuya...
Al rompió a llorar en brazos del moreno. Este le arrumó unos minutos, solo hasta que su momento de sensibilidad pasara.
- ¿Dónde está la fiera hambrienta que eres?
Dijo Alucard más que excitado, el albino le miró pícaro y suspiró deseoso de no desaprovechar la noche.
- Búscala.
Dijo mientras paseaba su mano derecha por el muslo de su amo, Alucard hizo un movimiento con su cadera, juntándola a la del albino que gimió gustoso sin reprimirse.
- Mmm, aquí esta...
Dijo el moreno juguetón, Al se recreó con la sensación de volver a sentir a su amo sobre su cuerpo.

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