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Un poco de Color y Vida por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Saga y Hades han decidido cruzar a Shaka para obligarlo a escoger. ¿Pero acaso esa habrá sido una buena jugada? ¿Qué opinará shaka al respecto?
Kanon y Mu esperaban azorados ese día en el apartamento, sobre todo al recibir el menor de los gemelos la llamada de su hermano pidiéndole un momento para conversar. Sabían que algo ocurría, o al menos eso intuía por la forma que había llegado Saga el día anterior cuando al comprar la cadena estaba de tan buen humor. Y en ese momento, Kanon le comentaba a su pareja que la voz de su hermano se escuchaba turbia y le preocupaba. El joven tibetano preparaba un poco de té para aliviar la tensión de ambos cuando se encontraran.

Pocos minutos pasaron del mediodía cuando Saga llegó, visiblemente contrariado. El rojo de sus ojos atestiguaba la terrible jaqueca que lo aquejaba, y con pereza tomó un asiento del comedor mientras su cuñado, sin preguntar de más, le servía una taza de té relajante. Agradeció con un leve inclinar del rostro antes de tomar algunos sorbos y suspirar profundo, ordenando las ideas. Kanon se sentó frente a él moviendo sus manos nervioso y el menor se recostó al lado de su pareja, en espera en silencio por las palabras del mayor de ellos. Estaba consciente que Saga, muy distinto a su hermano, solía pensar y pensar mucho en sus acciones, culparse con ellas, condenarse y tomar decisiones a veces arriesgadas. Kanon tomaba la vida como viniera, simplemente caía, sobre quien sea, como fuera… era como lluvia, pensaba el tibetano. Kanon era lluvia.

--Me encontré con el ex de Shaka--fue lo único que dijo, y suficiente como para que la pareja comprendiera a que se debía el aire de pesadez que aquejaba al gemelo.

Saga fue bastante prudente al contarle algunos detalles del encuentro, obviando todo lo que no sería correcto comentar. Les habló que Shaka venía de Londres y que su ex lo había estado buscando durante años, que temía que la razón por la cual Shaka no diera su brazo a torcer fuera el que albergara aún sentimiento hacía ese hombre. Y que había muchas, muchas cosas que los unía y creaba una relación sumamente profunda entre ellos. Lo más importante, y lo que causó variadas reacciones en sus oyentes, fue escuchar que ayudaría al ex a encontrarse con Shaka.

--¡Estás loco! ¡Se los estás regalando!--reclamó el menor de los gemelos, levantándose del asiento. Mu permanecía en su asiento, en silencio.

--Si no hago esto, quizás Shaka jamás pueda terminar de dejuar eso en el pasado… si realmente lo es.

--Estás arriesgando mucho…--concluyó el tibetano con gesto de análisis--. Cuando ese hombre sepa que lo investigaste todo esto para saber de él, dudo que lo tome de buena forma.

--Da igual, ¿no metió las narices igual con Saga?--defendió a su hermano con ahínco--. Lo que es igual no es trampa.

--Una cosa es regalar un libro de autoayuda, otra muy distinta investigarle su pasado incluso en otro país y obligarlo a ver a su ex--remarcó Mu con verdadera seriedad. Kanon tragó saliva y Saga sintió que la migraña le aumentaba--. Yo hasta me asustaría y creería que me estás acosando.

--Suena a acoso desde cualquier punto de vista legal, lo sé--susurró contrariado--. Pero lo hago por su bien.

En ese instante fue Mu quien necesitó tomar un poco del té que había servido. Si pensaba que Kanon a veces realizaba acciones descabellada, había quedado en meras travesuras con lo que le había contado Saga. No había forma que ese hombre siendo como era tomara como un “favor” el haber invadido su privacidad.

--Sabes que no existen solo dos opciones de final en esta historia, ¿no?--preguntó de nuevo el menor, saboreando otro sorbo del té. Saga subió sus esmeraldas intranquilo y Kanon buscaba adivinar que pensaba su pareja--. Shaka puede decidir seguir con su vida e ignorarlos olímpicamente a ambos.

Si… el río podría decidir seguir su camino y no cruzar, aún, hacía ninguno de los dos.

--Al final, se consigue a otra persona como él, une su vida con él, el ex se queda sin nada, tú te quedas sin nada…

El río se encuentra con otro río y siguen su camino… quizás el río cuando llegue al mar, o al lago, ya no sea solo, sino acompañado.

Era otra opción muy viable…

--No lo sabré hasta comprobarlo--se levantó el abogado con pesadez. Su cuñado lo observó con gesto conciliador y Kanon intentaba darle ánimo con la mirada--. Iré a verlo y a invitarlo.

--Primero come, ya cociné algo y creo que necesitaras tener el estomago lleno--aconsejó el menor con una cordial sonrisa. Saga agradeció de nuevo, sentándose una vez más mientras masajeaba su cabeza. Mu se levantó de la mesa para ir a servir los platos--. Cociné un poco de pollo agridulce con arroz, y una ensalada silvestre.

--Gracias, Mu--murmuró antes de sentir las manos de su hermano en la cabeza, ayudándolo con el masaje. A diferencia de lo que sentía con los dedos de su hermano, Saga no se sobresaltó ni sintió esas corrientes agitándole los nervios como cuando fue Shaka quien le hizo el favor. Aún así, desconocía que su hermano tuviera tanta habilidad para ello--. Pensé que sólo sabías golpear con tus manos, Kanon.

--Con Mu se aprende de todo--susurró con una sonrisa--. Ya veras, aviéntate con todo, todo saldrá bien. Mejor arrepentirse por algo mal hecho que por algo nunca hecho.

Y la filosofía de Kanon parecía tener mucho sentido, por muy arriesgado que sonara.

Tardó alrededor de dos horas entre el almuerzo, el reposo y arreglándose para la noche. Sacó su abrigo de gamuza negro, vistió un traje negro de etiqueta, con botones de oro, uno que sólo usaba cuando eran eventos especiales. Una camisa azul celeste con finas líneas doradas brillantes dentro del traje, una corbata de azul y dorado; era su vestimenta. Los zapatos lustrados, de marca y con una pequeña hebilla de oro a los lados, discreta y elegante, más el cabello que su hermano le ayudó a atar hacía atrás. Una palmada fuerte en la espalda para espabilar los nervios, una sonrisa animada del cuñado para hacerle sentir acompañado, y Saga partió del lugar en su auto, repitiéndose mentalmente su discurso.

--¿Crees que salga bien?--pregunto el de cabellos lavandas algo nervioso. Kanon le sonrío abrazándolo por detrás, atrayéndolo hacía él.

--Cuando me tocó decidir entre mis inclinaciones y seguir las normas de la casa, huir de casa sonaba tan descabellado como lo que está haciendo Saga. ¿Qué iba a hacer fuera de mi familia, sin dinero, sin estudios? ¿Y mírame ahora?--dejó un beso húmedo en el oído de su pareja--. De no haberme arriesgado, quizás no te hubiera conocido… quien no arriesga no gana Mu, me alegró que mi hermano lo haya aprendido a tiempo.

--Kanon…--susurró el menor recibiendo las caricias de esos labios en su cuello, de esas manos en su abdomen.

--No me arrepiento de los días que pasé con hambre en la calle, las noches que amanecí arreglando auto de otros para tener que comer, una colcha para dormir en el garaje, dinero para estudiar--se encontró los jugosos labios de su pareja, besó con pasión, enamorado, como si fuese tan sólo ayer que lo hubiera conseguido--. Enfrentarme a la sociedad por mis gustos, no me arrepiento si ese era el precio para conocerte…

--Amo tu fuerza, tu temple… tu determinación--le secundó buscando sus brazos, besándolo, estrujándolo entre sus brazos para hacerle sentir cuanto lo anhelaba--. Confieso que fue lo que me sedujo cuando te conocí en ese taller mientras estudiabas en la noche. Cuando te encontré armando las maquetas del proyecto con tu cuerpo lleno de grasa pero tus manos limpias, para traerla lo más presentable posible, usando cuanto material de desecho conseguías a la mano.

--Admite que me veías sexy con grasa--el tibetano se rio con dulzura, hasta que sintió los labios de aquel apresar de nuevo los suyos, besarlo…

--¡Que rápido cortas el ambiente romántico!--desvió sus labios hasta la oreja del otro. Mordió--. Te veías endiabladamente sexy con grasa…--siseó provocativamente.

Y así ellos en el lenguaje de las caricias decidieron decirse cuanto amaban al otro y cuanto agradecían no haber escatimado nada a arriesgar, con el único fin de ser felices…

De la misma forma, Shaka meditaba en ello en su apartamento, luego de haber llegado y se hubiera tirado a la cama a meditar en lo ocurrido, en lo que sintió. Dejando su maletín a un lado, su abrigo sobre el sofá de la sala y quitándose los lentes de montura, Shaka veía con dolor el trabajo de yeso en su techo, pensando en todo. Simons se veía bien, tal como esperaba no había menor indicio de fracaso en él. Tomó una buena decisión y pese a todo, Shaka también tomó la suya. A pesar de no haberlo planeado así, decidió levantarse del lodo donde lo dejaron abandonado, sin vender su dignidad, su cuerpo, su orgullo. Shaka jamás se vendió por mucha hambre que hubiera tenido que pasar por largos meses.

Lo primero que decidió Shaka es ir a un lugar menos aglomerado. Las afueras del Londres fueron su opción más viable, allí a cambio de limpiar el piso, pedía pan, comida. Duró semanas haciéndolo, aprendiendo a limpiar, con sus ropas de marca hecha harapos, con su cabello dorado sujetado en una cinta desteñida que consiguió en un basurero. Pronto una familia le regaló además de la comida por la limpieza del jardín, unas mudas de ropas de uno de sus hijos. Dormía en la cochera de un bar, con algunos retazos de telas que tenían guardados, hediendo a grasa y humedad. Sobrevivió de esa forma durante algunos meses, sin más norte que él no venderse, recordando las suculentas comidas de su casa, los lujos, toda esa comodidad que había perdido…

Recordando su orfandad…

Podría haber esperado de su padre esa reacción, pero de su madre…

“¡Yo tuve un varón!”

No… de ella no hubiera esperado esas palabras que lo marcaron para siempre.

Fue entonces que un noble carpintero proveniente de china lo encontró, mientras limpiaba los vidrios de una panadería del barrio. Le ofreció su casa, nada cómoda, sencilla, pero lo suficiente para tener donde dormir y comer. Junto a su hijo y nuera, el hombre le dio un lugar en su familia. Poco a poco, agradecido empezó a aprender con él los artes de la carpintería, luego, los de herrería. Pronto empezó a verle gusto a la decoiración, ver los rostros de felicidad de los clientes al darse cuenta que habían logrado plasmar lo que buscaban. Shaka empezó a usar sus conocimientos para desentrañar las necesidades de ellos y el negocio fue tomando respaldo. Se había cortado el cabello como indicio de que había comenzado una nueva vida, había que dejar el pasado…

Y escuchó, la salida del nuevo libro Remodela tu Vida. Shaka sintió el sobresalto. Simons cumplió, al menos, con esas palabras.

Lo compró… entendió… y decidió empezar a remodelar la suya propia, aunque para ello tuvo que tirar las bases…

No se arrepentía, tampoco, del camino que tomó. Aunque a veces la soledad se recostara a su lado y le susurraba todo lo que había perdido, no se arrepentía de lo que habían alcanzado, de cómo había alimentado su orgullo y estaba seguro, que si algún día tuviera que encontrarse con su padre que lo abandonó a su fortuna, o con el hombre que le destrozó su futuro; con la frente en alto y el orgullo arraizado les diría que no se arrepentía de ninguna de sus decisiones, y que fuera de lo que quizás ambos hayan pensado de él, se levantó con mayor fuerza, con mayos determinación. Se creó un espacio, se hizo de un nombre. Lejos de ellos, de sus brazos, de su protección, Shaka se levantó y brillaba como estrella en el firmamento.

Seguía corriendo…

Lo seguiría haciendo…

--Soy Shaka Espica. Decorador de Interiores, ganador de los premios de Athenea en la edición XXI. Nombrado personaje del buen vivir por la revista Cosmopolitan en el Verano pasado. Invitado por el canal Live & Love como decorador de renombre en Athenas, mostrando la mansión de la familia Andreatis--se repetía con su mirada más filosa, pulsante, decidida--. Soy Shaka Espica, y alcancé todo esto, sin su ayuda, sin vender mi orgullo, mi dignidad… mi cuerpo.

Porque cuando lo juzgaron en la universidad, adjudicaron sus calificaciones a los favores en la cama que le hizo a Simons…

--No necesité vender mi cuerpo…--zafiros que de nuevo se enturbiaban…

Aunque no le hayan creído… tal como lo hizo en su tiempo en la universidad de la UCL, lo hizo con la decoración. Alcanzó sus meritos por sí mismo.

Escuchó el toque de su puerta. Se extrañó. Shaka se levantó de la cama, tranquilizándose por unos minutos. Recordar le dolía aún… no tener la oportunidad de enfrentar a su padre y restregarle lo que hizo por sí mismo, era, como una deuda pendiente.

Dejó todo de lado para salir de su habitación y ver quien lo buscaba. Se asomó por el visor y quedó congelado al ver la imagen del abogado detrás de la puerta. ¿Pero cómo? ¿Y cómo supo a donde vivía?

--Sr. Leda--saludó al abrir la puerta, con el rostro más severo que pudo imprimir a sus facciones. Saga veía que aún no se había cambiado--. ¿Qué hace aquí? ¿Ocurrió algo en su casa?--intuyó pensando que quizás ocurrió algún accidente y Aprhodite le dio su dirección, aunque sinceramente lo dudaba.

--No. Shaka…--buscaba las palabras adecuadas para hacerse entender--. Bueno, sucede que fui a la convención de psicología que había en hoy, con el autor del libro que me diste--los ojos de Shaka se abrieron un tanto, contrariado--. Entonces, pensé que te vería allí…

El rubio bajó la mirada con cierta desazón, un leve pulsar en el pecho, sin saber cómo actuar.

--Ayer me enteré de la actividad. Me dio curiosidad conocer más de ese autor al que tanto admiras--el rubio volvió a subir su mirada contrariado. Las esmeraldas intentaban mantenerse firme, aún en el umbral de la puerta--. Fui pero no te vi, aún así…--titubeó por un momento--, quería invitarte…

--No recibo invitaciones de…

--Conocí a Lord Simons en persona.

Los ojos azules se abrieron desmesuradamente, mostrándose turbado, muy turbado. Se sostuvo del umbral de la puerta con cierta pesadez, mirándolo fijamente, buscando entender lo que estaba sucediendo. ¿Qué Saga conoció a Simons? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué clase de designio de Buda era ese?

Los zafiros buscaban respuestas en los ojos esmeraldas del abogado. Saga buscaba las palabras para convencerlo. Era un momento donde ambos estaban inmersos en una colisión donde uno la propiciaba y el otro se negaría a asumir.

--¿Conociste a Lord?--preguntó de nuevo, aún incrédulo.

--Verás, me gustó mucho su presentación del libro “Saliendo del fracaso”. Quise usar mis influencias--“no te imaginas cuanto la he usado”-- para encontrarme con el autor y conversar. Es bueno ser abogado del estado--acotó con una media sonrisa. Shaka permanecía en silencio, viéndolo visiblemente impresionado--. Le hablé de ti--el temblar en el rubio, la mirada que se desviaba a cualquier punto lejano--, y le comenté que te llevaría, que eras un ferviente seguidor de sus libros y… bueno… por eso…

--¿Le dijiste mi nombre?--preguntó, contrariado. El abogado renegó con su rostro.

--¿Por qué habría que hacerlo?--se excusó encogiendo hombros. Shaka bajó su mirada de nuevo, asustado, ya sudando frío con todo lo que estaba pasando--. No… ¿no me dejaras pasar para comentarte los detalles?

Shaka no pudo siquiera meditar antes de haberle dado el espacio para que el abogado entrara a su sala, turbado, realmente conmocionado. Tampoco se preocupó en el porqué le invitó a sentarse ni mucho menos el porqué fue a la cocina a servirle un poco de café. Lo único certero fue que en cuanto estuvo solo en la cocina se reclino en el mesón con sus ojos desorbitados, temblando como nunca lo había hecho en esos años, con esa sensación de vacío en el estomago que le mareaba. Intento calmarse, pero su corazón latía enfurecido, realmente conmocionado, buscando respuesta, ordenando sus ideas…

--Creo que vine en mal momento--escuchó a sus espaldas y volteó, con sus zafiros turbios, mirando las esmeraldas analíticas del abogado--. Pensé que te gustaría conocer en persona al autor de los libros que tanto… buscas--dijo lo último en un hilillo de voz.

--Yo… no… no sé…

--Esta noche lo veré en el hotel, el restaurant en la azotea. Le dije que iría acompañado de la persona que me dio el libro y a quien le agradecía haberlo hecho--voz cortada, miradas encontradas buscando razones, miles de ellas--. ¿No te gustaría acompañarme?

Shaka lo observaba sintiéndose entre la espada y la pared, acorralado, quizás por el destino que lo obligaba a enfrentar algo que ya había esperado por mucho tiempo. Por las palabras de Saga, el rubio comprendía que no era más que una maldita casualidad. Le había comentado su admiración por ese hombre, era común pensar que Saga se enteraría de la actividad en cualquier momento, el hecho de que haya ido también era normal… decidir intervenir para unirlos como agradecimiento… hacer que conociera al hombre que dijo admirar… todo se veía como algo que podría ocurrir. ¿Cómo tomaría el abogado si él se negara? ¿No daría sospecha de algo más?

La cabeza le bombeaba de más, provocando que en un segundo le diera la espalda al abogado, buscara sostenerse en el mesón, temblando ligeramente. Era como si obligatoriamente al rio le tocaba cruzar en una vertiente… debía decidir… y no se sentía preparado para ello. Levantó la mirada, lo enfrentó…

--¿Iras conmigo?--la pregunta del abogado, temblando… por respuesta…

--Está bien…--cerró puños, ojos, corazón… alma…--. Iré a… conocerlo…

Conocer el Simons que no lo necesitaba en su vida…

Al Simons que siguió escalando a costa de su caída…

Y era hora de decidir…
Notas finales: Muchisismas gracias por sus comentarios. Seguiré actualizando y estare respondiendo en cuanto pueda ^^

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