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Un poco de Color y Vida por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Saga ha decidido confesarle sus sentimientos a Shaka, ¿pero hasta que punto el decorado los aceptara? ¿O podrá esto afectar su relación laboral?

Podría separarse mas no quería…

Podría protestar mas no podía…

Ante ese ósculo tibio, inesperado, Shaka había quedado desarmado.

Dejarse llevar era una opción mas no debía… No…

Ante esa cantidad de alternaticas Shaka sólo atinó a bajar su rostro, pegar su frente con la barbilla del abogado que buscando saber la respuesta a su confesión, tomo su mentón, lo levantó con dulzura y le vio. Zafiros desbordados de emociones, turbios y sombríos. Zafiros combatiendo dentro de él, una tormenta de poderoso azul atascada en sus cuencas.

-Shaka…-buscó sus labios de nuevo… intento besarlo…

-Si lo haces de nuevo, huiré de Grecia-la amenaza. Esmeraldas desorbitadas buscando razones en zafiros tormentosos-. Si vuelves a hacerlo, esta será la última noche en que me veas, Saga Leda.

-No pensé que fueras un cobarde…-se separó, indignado-. ¿Eres el mismo que me decía que debía cambiar? ¿El mismo que se notó tan seguro para encararme?-los zafiros le miraron, decididos-. ¿Eres el mismo Shaka?

-El mismo… el mismo que te dijo que sólo vino a trabajar. El mismo Saga…-levantó su mentón, con dignidad-. No vine aquí a ser seducido, ni ser tu paño de lágrimas, mucho menos a ser tu amante-adelantó dos pasos, quedando uno al lado del otro, con sus ojos en direcciones opuestas-. Mi error fue involucrarme como un amigo…

-¿Amigo?… está claro que si hablas de huir no es porque me consideres sólo un amigo…-encaró el abogado, con sus puños cerrados, dolido, abrumado-. ¿Ahora quien no es el sincero consigo mismo?

Shaka volteó, golpeado con esas palabras, dirigiéndole la mirada más severa, más implacable. Saga no se inmutó, incluso se atrevió a acortar la distancia, dar un paso más, desafiarlo con sus esmeraldas.

-Me gustas… ¿y ante eso me hablas de huir?-reclamó, casi mordiendo cada silaba emitida-. Para luego decirme que tu error fue involucrarte como un…

-Es mi cliente-sentenció-. Un cliente más de tantos que he atendido en estos años. Y así se quedará.

-Shaka…

-Si no está dispuesto a hacerme más sencillo el trabajo, tendré que verme en la necesidad de suspender mis servicios.

-¡Por los dioses, Shaka!

-¡ESTO FUE LO QUE USTED HA PROVOCADO!-levantó la voz, enrojecido de ira-. Lo que sienta o no por usted es algo que no importa, no es una variable que tomaré en cuenta, ¡no arriesgaré mi carrera! Me ha costado mucho llegar a este punto, Sr. Leda. Y sé perfectamente las consecuencias cuando se juega con la ética profesional.

Sin decir más, dio la vuelta, salió del baño hasta llegar a la entrada del cuarto principal y colocarse sus botas. Saga por detrás se asomó en el umbral del baño, viéndolo cuando sale de la habitación, con paso apresurado. Decidió seguirlo, tratar de hacerlo reaccionar. ¿Qué había de malo? Eran dos adultos, podían manejarlo perfectamente, además, cuando terminará el trabajo dejarían de ser sólo servidor y cliente.

-Shaka, ¡espera!-lo llamó intentando hacerlo reaccionar.

-Guarden todo muchacho. El domingo les aviso si seguiremos trabajando aquí-ordenó a los dos castaños que veían todo sin entender aún.

-¡Por favor, Shaka!-el rubio volteó, con su mirada más segura e impenetrable.

-Me avisa por celular si está dispuesto a seguir mis reglas del juego en este trabajo. Si no, puedo recomendarle a otra persona. Buenas noches.

La puerta se cerró. El abogado se quedó en silencio, pasando una mano por su cabello, desesperado, pensando en cómo las cosas podrían terminar así. En porque simplemente Shaka se negó a ceder. Ni siquiera respondió su beso, sólo lo dejó hacer. Tan ensimismado estaba tratando de ordenar sus pensamientos que no se dio cuenta cuando el mayor de los castaños muy relajadamente le puso la mano en el hombro, como si de amigos de la infancia se tratase, chasqueando levemente la lengua mientras renegaba con la cabeza. Saga lo miró de arriba abajo buscando alguna señal que le haya podido dar para sentirse tan en confianza.

-No es el primero, ni creo que será el último. Desde que conozco a Shaka jamás ha metido su vida sentimental en el trabajo. Incluso, ahora que lo pienso-ahora le colgó el codo en el hombro del abogado y Saga lo miraba con desdén. Si no fuera porque estaba a punto de decirle algo sobre Shaka le hubiese aclarado de una cual es su posición-, ni siquiera le conocemos familia a Shaka. ¿Verdad Aioria?

-Shaka no ha salido con nadie, no se le conoce pareja…

-Y créeme que Aioria ha intentado metérsele en las piernas ¡y nada!

-¡¡AIOROS!!-reclamó el menor sonrojado hasta las orejas. Aioros lanzó una carcajada y se alejó del abogado, no sin antes darle una palmada en la espalda con gesto de amistad. Saga lo miraba extrañado. Par de locos, se dijo a los adentros.

-Vámonos entonces. Esperemos a ver qué dice Shaka.

Los castaños recogieron todo y se fueron, tal como Shaka lo había ordenado. Saga se quedó pensativo, recostándose finalmente en el umbral de la puerta de su habitación. Las palabras de los dos ayudantes y las de Shaka revoloteaban en su cabeza, creándole ciento de conjeturas. No podía dejar de pensar en ello.

Durante el sábado intentó comunicarse con Shaka sin tener éxito. El rubio no contestó llamada alguna ni prestó atención a ningún mensaje de texto que le enviaba. Seguía fielmente su premisa de no hablar ni realizar negocios los sábados. Para hora de la tardes ya Saga sólo escuchaba la contestadora. Enfurecido, el abogado ya no sabía que pensar al respecto. Ese beso no fue respondido pero tampoco se alejó, ni respondió con violencia. Pudo ver en sus ojos esa pelea interna buscando no ceder, con ello se sentía más seguro, no le era indiferente a Shaka pero entonces ¿por qué tomar esa actitud? ¿Por qué poner encima su trabajo? No tenía sentido, su relación como clientes terminaría apenas la decoración acabara. Luego de esos sólo serían dos hombres que se conocían y se gustaban. No tenía sentido, la complicación que Shaka le veía al asunto no era algo natural para Saga.

Mientras tanto, durante todo ese día Shaka se la pasó meditando en lo ocurrido, armándose mil y unas razones del porque no rechazó de inmediato ese beso, el porqué no respondió con malestar y sarcasmo al momento y, sobretodo, porque con ese hombre había terminado por violentar todos sus límites. No entendía, no entendía porque terminó quedándose con él unas horas más en esa cena, porque le regaló el libro, le preocupó tanto su estado emocional y terminó emocionado cuando mostró mejora. No comprendía porque su actitud cuando lo vio con ese otro hombre… porque los celos…

Abrumado y harto de pensar intentó distraerse con muchas cosas. Desde yoga hasta un poco de gimnasia, en la tarde se dispuso a trotar sin importar que estuviera lloviznando. Terminó haciendo algunas compras en el súper y llegando a su casa a hora de la noche, donde quiso distraerse escuchando música. Pero no, no podía, no podía quitarse a ese hombre de la cabeza.

Terminó ya a las doce de la noche con varios libros regados con él en la cama, una colección especial que él preservaba con especial cuidado. Todas del mismo autor, el mismo autor del libro que le regaló a Saga.

-Regalé uno de los libros más importante para mí a un perfecto desconocido… ¿Cómo te explicas eso, Shaka?-­tomó uno de los libros, hojeándolo por encima-. Lord Simons Whorther, alias Hades-pasó uno de sus dedos por la escritura del nombre-. Hay cosas que simplemente no pueden ser…

Un resoplo acumulado de amargura y cierta resignación. Shaka se deja caer de nuevo de espalda, viendo el decorado de mármol sobre sí, escuchando el sonido del agua caer… recordando…

Hacía frio, era invierno. Aquella tarde se las había arreglado para salir de su casa sin necesidad de ser llevado por chofer, hasta un acuario que abrió sus puertas hace unas semanas. Cubierto por un abrigo de pieles marrón y un gorro que discretamente ocultaba sus facciones, su cabello amarrado y recogido para que nadie lo reconociera; esperaba con unos lentes oscuros dentro del acuario, viendo fijamente la piscina de delfines. Pronto lo sintió llegar a sus espaldas. Reconoció el aroma a cedros que desprendía su singular colonia y la forma que se detuvo tras de él, sin tocarlo, pero con su poderosa presencia fría que lo mantenía cautivado.

-Me alegra verte, Shaka-le saludó, con el notable acento alemán que le llamaba tanto la atención. Shaka se fijó en el reflejo del vidrio para visualizar a su compañero. Un abrigo de cuero y piel lo cubría por entero, con botones cruzados a la derecha de su pecho, cuello triangular que mostraba a dentro un grueso suéter negro cuello alto. Un sombrero de alas del mismo material del abrigo cubría sus facciones y su cabello negro serpenteaban sobre su cuerpo-. Te ves hermoso…

-Igual, usted.

Volteó para verlo. Verificaron que no hubiese nadie y por fortuna, aún no había suficiente público por lo cual, se arriesgaron, se acercaron… se abrazaron. La cabeza de Shaka se mantuvo oculta en el hombro del mayor, más alto que él y quien aferró con sus brazos el cuerpo del hindú, con gesto sobreprotector, pasando sus labios por las mejillas frías de porcelana.

-Lamento que siempre para vernos tengamos que estarnos escondiendo-se disculpó y ya Shaka había perdido el número de veces que esas palabras se repetían en cada encuentro.

-No se preocupe. Yo con tener esta oportunidad me considero afortunado.

Se separaron y pasaron toda la tarde caminando en los enormes pasillos del acuario, mientras él le comentaba de unas nuevas conferencias y de algunos nuevos descubrimientos en el campo de la psicología y el psicoanálisis, adelantos que Shaka escuchaba complacido y comentaba con increíble pericia. El hombre de negro le sonreía, con ternura, cada vez que hallaba respuestas tan elaboradas y certeras del joven que era su estudiante, su tutorado, discípulo y amante. Y al final del recorrido, que hicieron sin tomarse de manos, evitando ser demasiado evidentes, se fueron hasta un departamento que el doctor tenía alquilado para trabajar y el cual era el lugar para escapar de las miradas, olvidar lo ético, olvidar que no sólo era su maestro sino que estaba casado… olvidar que no sólo era su alumno sino el hijo de un buen amigo… olvidar que en todos los sentidos era prohibido…

Recordar…

Cuanto dolía recordar…

Cuando Shaka abrió sus ojos, para su sorpresa, había dejado escapar una lágrima de nostalgia. Había olvidado cuando fue la última vez que recordando lo ocurrido había llorado, pero ciertamente, en ese momento no pudo evitar hacerlo de nuevo.

Porque su corazón se siente, igual de doloroso, que en aquel tiempo…

Para el día domingo, Shaka respondió por fin la llamada de Saga, donde le decía que aceptaría sus condiciones porque realmente quería que fuera él quien decorara su casa. Le dio su palabra de no mencionar nada de lo ocurrido y el rubio, por momentos dudó en si era correcto aceptar la propuesta o mejor terminar el asunto por la raíz, evitar ver de nuevo ese hombre que le estaba moviendo fibras intimas que prefería mantener encerrada por mucho tiempo. Por más que extrañara lo que es tener una compañía, un igual con el cual compartir, con el cual ser un igual… por mucho que extrañara lo que era ser amado…

Terminó aceptando lo inevitable… Saga Leda estaba captando su atención demasiado rápido. Lo hizo desde esa cena en el restaurant, desde que se vio reflejado en él.

Porque ciertamente los dos necesitaban amar…

Pero para Shaka el amor dejó de ser una opción.

Aún así, terminó aceptando.

Para el lunes, de nuevo estaba frente a frente a ese hombre, quien pese a lo que Shaka habría pensado, lo esperaba con una mirada fría y penetrante. De alguna manera, esa actitud al recibirlo y tratarlo fue un golpe inesperado para él. A pesar de ello, Shaka le mostró sus opciones para la sala principal, la segunda habitación y la cocina, esperando su respuesta. Al contrario de lo que pasó cuando le mostró el diseño de su cuarto, Saga observó con cierto desdén y sin fijarse en detalles, simplemente asintió mientras viraba su mirada al computador.

-¿Está de acuerdo con ellos?-preguntó contrariado el decorador.

-Sí, me gusta-respondió secamente. Shaka miró sus diseños con cierto dolor.

-No parece estar muy convencido…-Saga subió su mirada con seriedad.

-Tú eres el decorador. Tú sabes. Y creo haberte dicho que no sé nada de colores y te ocuparías de todo.

Los ojos azules se abrieron desmesuradamente ante esa respuesta y sentir el golpe de lleno en su pecho. No estaba acostumbrado a que las cosas cambiaran de esa forma y de alguna manera se sintió lastimado. Sin decir más, tomó sus diseños y salió del despachó, limitándose a hacer lo que iba a hacer.

Distinto a la semana pasada, Saga no estuvo al pendiente de llevarles comida ni de cuanto avanzaban. Tal como le había prometido a Shaka, se mantuvo en distancia, con una actitud fría cuando les tocaba hablar. El rubio lo veía irse a los tribunales con cierta desazón y a los pocos días, terminó llegando a su casa como si se sintiera asfixiado. La ley del hielo lo estaba lastimando más de lo que hubiese pensado. Decidió entonces acelerar el trabajo.

Mientras eso ocurría, Saga no dejaba de pensar en lo ocurrido, en cómo le dolía tener que fingir indiferencia para Shaka, el tener que guardarse las miles de preguntas que le surgían hacía el rubio e intentar entender el porqué lo trató de esa forma cuando lo besó. ¿Por qué lo amenazó con irse de Grecia? ¿Por qué para él era tan grave trascender de la relación laboral? Terminó haciendo algo que nunca en su vida había hecho y que superaba también su ética: investigarlo.

-No Saga. De Shaka Espica apenas hay información desde hace 4 años. No tiene antecedentes, no se le conoce familia, sólo se sabe que llegó a Grecia hace 4 años y no ha vuelto a salir.

-¿Sabes de donde venía?

-Por la información del pasaporte de Londres, pero no consigo un Shaka Espica que se le parezca en Inglaterra.

El español revisaba de nuevo la base de datos con cierta pesadez. Si no fuera porque Saga lo había salvado de un asesino serial hace unos años y al cual, lograron capturar y condenar con la pena máxima; el ibérico no se hubiera prestado para usar los medios del gobierno en algo tan casual como investigar la vida de un decorador.

-Te conozco muy bien como para saber que no harías esto si no te llamará demasiado la atención. ¿Pero no crees que exageras, Saga?

-Si hay alguien que exagera aquí, creo que es él. El asunto es porque-miró de nuevo la información que tenía su sistema-. ¿Crees que puedes buscar información de él en Londres?

-Tengo algunos contactos pero… ¿por qué no le preguntas directamente?

-Crees que si fuera tan sencillo estuviera haciendo ahora de acosador-resopló con cansancio-. Si lo sé, estoy loco-se dijo a sí mismo, sonriéndose mientras rascaba un tanto su cabeza-. Ese muchachito me ha puesto la vida de cabeza en sólo tres semanas. ¿Puedes creerlo?

-Debe ser especial porque tú eres señor “nadie puede dominarme”-comentó jocoso, prendiendo un cigarrillo. Saga al notarlo le tomó el tubo encendido y lo apagó en el cenicero, sin mediar palabras. El español lanzó un bufido de inconformidad-. ¡Qué necio te pones!

-Deja de estar fumando y por favor, investígame más al respecto.

-Veré que puedo hacer…

El abogado salió sin más, dejando al investigador policial a cargo de su pequeño encargo personal.

Para cuando llegó de nuevo a su casa todo estaba en movimiento. Aioria pintaba las paredes de la sala, Aioros se ocupaba de la cerámica de la codina mientras que Shaka terminaba de lijar los umbrales de las puertas y marcaba con lápiz una serie de líneas en la pared. Al verlo entrar, el rubio se quito los guantes y sacudió un poco su jean llenó de polvo para acercarse e informarle sobre sus nuevas decisiones. Dentro de la oficina, Saga lo hizo entrar, intentando de todas las formas mantener demasiado tiempo la mirada y mostrar su actitud más fría.

-Cree un cronograma de las actividades que estaremos haciendo para la decoración, esperamos que en tres semanas podamos culminarla por completo-le pasó el cronograma impreso y Saga lo vio de reojo-. Noté que no se ha mudado como me había comentado antes de comenzar, así que me tomé la libertad de extender el horario hasta las once de la noche, para así acelerar el proceso-el griego veía el horario con cierto dolor. Era evidente que ya Shaka quería acabar. ¿Acaso su indiferencia no le dolía?-. El lunes vendrá mi compañero, un decorado de exteriores también muy cotizado y suelo hacer los trabajos en conjunto con él. Aprhodite Lethys se encargará de mejorar la fachada de la casa además de ayudarme a coordinar los arreglos del interior-el abogado fijó su vista en un día marcado en el calendario la semana siguiente.

-¿Y qué pasa el 20 de Septiembre?-preguntó directamente, intrigado.

-Ah, ese día no estaré aquí porque tengo otro compromiso, pero Aprhodite se encargará de coordinar todo, así que no se perderá ese día-el abogado desvió la mirada contrariado.

-Entiendo. Entonces está bien-el rubio volteó para buscar la salida-. Por cierto-Shaka volteó con interés-, ya me falta poco para terminar el libro, quizás en unos días te lo devuelva.

Hubo silencio.

Shaka lo miró con una expresión de dolor y pesar incontenible. Saga por estar viendo el monitor, evitando a toda costa ver las expresiones de él, trataba de verse inflexible. Regresar el libro, lo único que los unía y eso, que lo había hecho sentir que en algún momento era más que un cliente para el rubio… Esperaba que Shaka le dijera algo al respecto. Que le dijera que podía quedarse con el libro… o…

-Está bien… estaré esperando.

Cerró la puerta. Saga enfocó sus esmeraldas dolidas a la madera, terminando por sujetar su cabeza entre sus manos, sin saber qué hacer con lo que se había gestado.

Mientras un Shaka, de pie aún tras la puerta, empezaba a sentir que le estaba afectando… demasiado…

Notas finales: Spoiler 08: "-¿Son cosas mías o huelo a amor y dolor en el ambiente?-comentó el sueco meciendo su cabellera celeste a la cual le acababa de hacer una permanente.
-Pues…-comentó Aiorios-, no sé qué le pasa a Shaka pero cada vez está más ausente y ¡ahora puso un horario hasta las once de la noche!
-¡¡Nos quiere matar!!"

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