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Regalo de Noche Buena por cielphantomhive

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Notas del capitulo:

gracias por leer

 


 


La noche anterior no había sido como ninguna de las que recordara, una pelea en un bar., con una conclusión por demás impredecible, un muchacho de tan solo, si admitía lo dicho por el tabernero, diecisiete años había mandado a la lona a un hombretón del tamaño de una montaña y para no ser tacaños aquel muchacho lo busco después de que saliera del local par darle una de las cenas mas maravillosas que recordara, y una promesa.


 


Se levanto cansinamente, después de varios meses sin componer ayer por fin la aspiración toco a la puerta de su mente, escribió sobre lo primero que encontró a su paso, una servilleta con el logo de aquel café del que perezosamente regresara ayer, miro el reloj eran las 9:30 salía tarde para el trabajo, momento, no tenia trabajo, suspiro nuevamente dejándose caer sobre la alfombra mugrienta del apartamentucho.


 


Se metió abañar sin ganas y salio a la calle sin mucho animo, recorrió varias calles hasta dar con lo que buscaba, ahí en una de tantas esquinas se podía ver un pequeño establecimiento de música, entro sin ninguna prisa y recorrió el lugar con la mirada.


 


- Ase mucho que no te veo por aquí – dijo alguien a su espalda pero no fue necesario volverse para saber de quien se trataba


 


- Es que últimamente no había razón por la cual pararme por aquí- su tono era desenfadado y tranquilo


 


- Eso quiere decir que ¿ha vuelto?- pregunto el dueño del lugar, este había sido desde el principio de su carrera el lugar donde solía surtirse  de mercancía, por lo que ese hombre maduro que tenia delante conocía perfectamente bien la historia completa de su vida, de su dolor y de anhelo de verla algún día volver


 


- No, pero la inspiración esta dispuesta – su sonrisa no fue para nada disimula y era sincera


 


- Me alegro por ti muchacho – contesto, agradeciendo internamente a cualquier acontecimiento que durante es tiempo hubiese surgido, Matt se merecía ser feliz


 


- Por cierto Izzy dime, ¿tienes hojas pautadas?, es que no las veo – pregunto sin percatarse de lo ensimismado que se encontraba el señor delante suyo – Iz…


 


- Perdón no te escuche


 


- No se en que piensas pero bájate de las nubes jajajajajaja – se carcajeo y con esa sonrisa que en ningún momento abandonara su faz regreso a la pregunta inicial – ¿las hojas pautadas?


 


- En el estante a tu derecha – respondió algo tajante, pero era solo la actitud y e rubio lo sabia de sobra por lo que de inmediato de acerco al mostrador- Iz no tendrás algún instrumento para principiante, nada complicado…


 


-Por que preguntas eso… Tú el gran compositor y cantante Yamato Ishida ¿quieren un instrumento para novato?


 


- No es para mi… - sus mejillas se encendieron al sentirse en evidencia


 


- Bueno, bueno no are mas preguntas… - se inclino para sacar una pequeña caja del fondo del la vitrina que se encontraba a un costado – que te parece este…


 


- Es perfecto, ¿cuanto cuesta?


 


- El precio es lo que mas te va ha gustar de el…


 


- ¿Cuánto?


 


-Solo cinco yenes


 


- Me lo llevo…


 


De regreso a su casa miro varias cosas interesantes, cosas sencillas y cotidianas pero interesantes, el correr de los niños por el parque, la charla amena entre los ancianos de un pórtico que parecía no tener fin, una vida completa que contar y tan poco tiempo  para hacerlo. La vida que se deslizaba tranquila, el ir y venir de las personas, la agitación en los mercados y las risas contagiosas de las colegialas, los juegos tontos de los adolescentes y los colores del día, si en definitiva la inspiración que creyó perdida estaba de regreso para darle una segunda oportunidad.


 


Con aquellas hojas bajo el brazo se acerco a uno de los múltiples cafés que se encontraban cerca del parque principal de Odaiba, estos tenían una vista privilegiada, era grato sentarse en alguno de ellos; degustar un buen café y ver caer la tarde y tal vez mantenerse ahí hasta la noche, que desplegando su manto cósmico sobre su cabeza deslumbra con su beatitud.


 


Pidió un café americano mientras se acomodaba en una de las mesas cerca de la ventana, los tonos rojizos y azulados entremezclándose ya denotaban el atardecer que pronto moriría. Saco las hojas de la bolsita que las protegía, las coloco sobre la mesa y con su diminuto lapicito; que parecía haber servido por mucho tiempo a su amo; comenzó a escribir.


 


Las notas, todas y cada una de ellas surgían en los renglones de esas pautadas paginas para formar un ritmo amable que por ahora solo resonaba en la cabeza de su compositor, su mirada destellaba y sus labios eran una tenue mueca de felicidad,  cuando hubo terminado solo suspiro para dejar su pequeño instrumento de trabajo aun lado contemplando satisfecho su obra.


 


La noche ya reinaba sobare esa parte del mundo y el se dispuso a marcharse, dejo el importe del café y una propina, nada excesivo pero tampoco tacaño. Metió sus notas a los bolsillos de su pantalones, sin saber exactamente por que se sentía cansado  y lo mejor era irse a dormir, pensó por unos instantes si por alguna extraña razón, tal vez azares del destino podría ver a  su musa, pero la idea se le hizo algo descabellada, debía conformarse con saber donde podría encontrarlo el viernes… pero eso en realidad era poco.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 Por los corredores de aquel edificio de siglos pasados resonaban los pasos presurosos de aquel cuyo mayor deseo era salir de ese lugar, intención que fue frustrada por cierto mayordomo que se interponía entre él y la puerta


 


- Aun lado Michael - dijo con un tono burlón


 


-Joven Yagami por favor hoy sea buen chico y quédese en la casa


 


- Pero no ves que me asfixio es este lugar – era solo una farsa, una actuación o era la verdad, ni el lo sabia con toda certeza, tal vez sus palabras eran una cosa de ambas


 


- Si, yo lo comprendo, pero no es necesario que salga a esta hora, mire que me volverán a llamar la tensión si lo dejo escapar


 


- Vamos no es tan malo, después de todo así puedes tener algunos minutos a solas con mi madre – pícaramente le dirigió una mirada cómplice


 


- ¿Pero que esta diciendo? -  se alarmo


 


- Lo se desde hace varios años, y no me molesta, al contrario, me gustaría mucho que ella se fijase en un hombre como tu y no en tanto mamarracho que la pretende – sus  palabras eran sinceras y confiadas, ese al que por molestar llamaba mayordomo no era si no el socio de negocios de su madre - vamos no seas malo, de todas maneras me voy a salir a si que...


 


- No, esta noche te quedaras donde pueda verte…


 


- Lo siento pero eso no será posible – su sonrisa era extensa y muy maliciosa – ayer encontré a alguien muy interesante y quiero salir a jugar con él


 


- ¿A que clase de juegos te refieres? ¿Como se llama? ¿Donde vive? ¿Desde cuando lo conoces? ahhhhhhh…. Si tu madre se entera…  espera ¿a que juegan vamos dímelo? - tomo al chico por la chaqueta y lo zarandeo un poco, mala idea


 


- ¿Para que quieres saber? - su tomo era sensual y con algo de descaro se recargo en el pecho de al hombre – ¡oh! ¿es que acaso prefieres jugar tu con migo? - ladeo la cabeza un poco descubriendo sus ojos marrones y el aludido solo se tenso ante la idea – estas celoso – sonrió mientras lentamente hacia girar sobre su propio eje al hombre junto con él – no, claro que no, pero eres demasiado distraído y algo lento para captar la situación por eso Mimi jamás saldrá contigo, te doy un consejo, no le pidas nada solo tómala entre tus brazos y bésala – termino mientras se desprendía de su cuerpo y corría ahora libre hacia la salida.


 


- ¿Como logro eso? - era un caso perdido, ni con el hijo ni con la madre daba una, suspiro cansado, pero el consejo no era del todo despreciable


 


 


 


 


 


 


Parecía que la noche seria mas fría de lo habitual y el solo cargaba con aquella chaqueta que no abrigaba mucho, pensó en regresar y cambiarla por algo mas apropiado pero se detuvo esta vez si que cesecito de su astucia para engatusar al servicial socio de Mimi, no lo odiaba pero tampoco le gustaba su trato. Bufo un poco ante sus opciones y siguió su camino tratando de ganar algo de calor al meter las manos en los bolsos del pantalón, y ahora no estaba tan seguro de que hubiese sido buena idea salir a buscar a aquel sujeto en medio de la gran ciudad.


 


Resignado decidió que lo mejor era entrar a algún lugar antes de que se congelara, atravesó la calle sin cuidado alguno, craso error, por que un auto estaba por estrellarse contra él; las luces lo segaron por unos instante, el rechinido de las llantas el silbido de los diferentes autos detrás de este, los vidrios quebrándose, todas aquellos sonidos en su conjunto aterradores para los sentidos del receptor. Mas por instinto que por convicción se hizo ovillo hasta que los ruidos se detuvieran


 


Abrió poco a poco los ojos cuando ya no escucho mas que murmullos y ahí sobre su cuerpo se encontraba otro que parecía haber funcionado como escudo, con algo de miedo intento saber de quien se trataba


 


- ¿Te encuentras bien? – lo miro para asegurarse que nada le hubiese hecho daño


 


- Si – su respuesta fue parca, no sabia que hacer – y tu…  - sus ojitos identificaron rápidamente esa cabellera rubia


 


- No te preocupes no me dieron de lleno- con sumo cuidado lo ayudo a levantarse y en cuanto ambos estuvieron de pie tomo la mano del mas joven y salieron corriendo, dejando detrás un tremendo barullo.


 


Se alejaron lo suficiente para dejar de escuchar las voces y el revuelo que levanta el hecho recién ocurrido. Sin soltar la manita lo jaloneo hasta cerca de la puerta del edificio en el que encontraba su apartamento, no fue adrede, es solo que debían escapar y bueno único lugar seguro que conocía era ese.


 


- Deberías tener mas cuidado al atravesar las calles- regaño al menor mas por no saber que decir que por enfado


 


- No me regañes, prometo fijarme la próxima vez papá – su tono era burlón


 


- Es enserio que es lo que hubiese hecho si te pasaba algo malo – su forma no era con furia mas bien parecía que estaba dolido.


 


-  No te pongas así – se acerco despacio acariciando con sutileza la mejilla del otro -  te prometo ser mas cuidadoso – esta vez lo dijo en serio y eso fue gratificado por la sonrisa del otro -  por cierto tengo dos preguntas ¿como te llamas? y ¿donde estamos?


 


- Ahhhhh… este… bueno… mi nombre es Yamato Ishida y…- estaba en problemas, si Tai creía que deseaba llevárselo a la cama se iría y jamás lo volvería a ver, eso en el mejor de los casos, en el peor y el mas acertado era que terminara en el hospital – bueno… yo… vivo aquí… -  dijo con timidez esperando lo peor.


 


 - Es sensacional ¿me invitas  a entrar?  - en verdad se veía ansioso


 


- Claro ¿si tú quieres?


 


- Que bueno por que me estoy congelando


 


Entraron al edificio y de ahí a su apartamento, no era difícil imaginar que siendo soltero y para colmo varón el lugar estuviera hecho una pocilga. Pero eso que cualquiera se esperaría no le pasó por la mente al castaño, que nada mas entrar se arrepintió desde lo más profundo de su corazón por aquella decisión. Puso cara de pocos amigos y de inmediato se viro para encontrarse cara a cara con su anfitrión.


 


- ¿Tienes donde apuntar?


 


- Si - no sabia por que le preguntaba algo así pero era mejor por ahora seguirle la corriente


 


- Como recompensa por salvarme te are la cena – era autoritario – así que apunta para que no se te vaya a olvidar nada


 


El rubio obedeció e hizo una pequeña lista de mandado, y no muy convencido dejo al chico solo en su casa. Tai le hecho un vistazo rápido a la empresa que se había propuesto, claro que para lograrla había tenido primero que sacar al dueño de esta, arremango las mangas de la chaqueta y empezó con el aseo de aquel lugar.


 


Para calentar un poco el cuarto encendió la estufa y puso una olla con agua, con la cual pensaba hervir algunos de los ingredientes que le mandara a comprar a Matt y por el otro prepararía un buen te.


 


En cuando el ojiazul estuvo de regreso no daba crédito del gran cambio que presentara su hogar, el ambiente se sentía tibio y con un agradable aroma, la cama y la mini sala estaban en orden, sobre todo despejada de toda prenda de ropa, los trastes que anteriormente estuvieran sucios y esparcidos por todo el lugar ahora reposaban limpios en la alacena que por cierto el rubio no sabia que tenia.


 


Y ahí de espaldas a el con el cabello levemente recogido con unas orquillas y un delantal rosa; accesorio que el rubio le comprara a ella en algún momento, pero que esta nunca uso por creerlo innecesario y estorboso; se encontraba ese chiquillo bastante concentrado en su tarea.


 


Se acerco con  sigilo por detrás y soplo levemente sobre su oreja, lo que provoco un leve respingo del otro y el color innegable de sus mejillas, se rió de manera abierta mientras el moreno lo observaba con malas pulgas y le arrebataba la bolsa del mandado.


 


- El agua ya esta caliente vete a bañar que para cuando salgas tendré lista la cena


 


El rubio percibió el gran esfuerzo que ese muchachillo estaba haciendo así que acato las ordenes del castaño sin chistar. Y efectivamente para cuando termino de su relajante ducha el aroma de la comida recién preparada hizo presa de su olfato. Se sentó a la mesa y el otro acerco las cosas. Se acomodo a su lado y solo dio las gracias por la comida, comenzando con aquel ritual que por primera vez realizaba acompañado


 


Cansado de tanta solemnidad el mayor de ambos intento hacer la platica y lo único que se le ocurrió fue contarle un chiste muy malo por cierto y simplón, mas para sorpresa suya el otro casi se cae de espaldas de la risa y es que hay personas así, que se ríen a mas no poder de las cosas mas absurdas, pero gracias a eso la conversación afloro de forma mas natural y ambos disfrutaron de ella.


 


Y como en estos días de invierno oscurece mas rápido aun que no lo crean apenas eran las ocho cuando el moreno decidió que era hora de retirarse


 


- Entonces te veo mañana en el café de la esquina del parque – Matt no quería que lo de hoy se repitiera, por lo que pensó en concertar una cita, no una romántica pero si algo mas amistoso


 


- Si, pero no me vayas a tener esperando - Tai también estaba entusiasmado, estaba quedando con alguien, era la primera vez que alguien le ofrecía llevarlo a otro lugar que no fuera su cama


 


- No te preocupes  estaré temprano - lo miro embelezado, le había ofrecido acompañarlo hasta donde fuese que viviese pero el otro se rehusó rotundamente alejando que con que lo dejara donde lo encontró era mas que suficiente, no muy convencido acepto


 


- Adiós – estaba por retirarse cuando una mano lo detuvo


 


- En la primera cita se acostumbra despedirse con un beso – no supo de donde le salio el valor, mejor dicho descaro para pedir semejante cosa


 


- Para la otra – dijo mientras con habilidad felina se zafo del agarre – no lo pidas solo tómalo, de acuerdo – le guiño el ojo estando ya algo lejos de su alcance


 


- De acuerdo - respondió cuando esa silueta se perdió al igual que la primera vez


 


Se enfundo mejor la chamarra, fue cuando en uno de los bolsillos noto algo mas o menos pesado, recordó para que lo quería y suspiro con un “se lo daré mañana”


 


 


 


 


Entro a su casa y el aroma que el dejara aun se encontraba en el ambiente, como desearía tenerlo toda la noche a su lado, compartir la tibieza de su cuerpo, su mente volvía como en antaño a construir castillos en el aire y sus mas de mil sueños muertos revivían y un millón mas nacían a cada instante, y con aquellas quimeras promesas de un futuro mejor fue cerrando los ojos para dejarse arrastrar a la tierra de Morfeo donde los pensamientos tienen forma y la felicidad nombre.


 


 


 


 


 


Tai entro con sigilo a la gran casona, como de costumbre todas las luces se encontraban apagadas y la oscuridad parecía su cómplice, arrastrándose por las sombras llego a su dormitorio, abrió la puerta y se adentro con gran rapidez.


 


- Hoy as llegado mas temprano de lo habitual Tai – la mujer castaña que se encontraba cómodamente sentada a en la orilla de la cama se levanto con parsimonia


 


- Madre ¿que haces aquí?-  pregunto algo aturdido de verla


 


- Pero si hasta juraría que as visto un fantasma, - la sonrisa le salio limpia – y en verdad debí sorprenderte para llamarme madre y no por mi nombre como acostumbras


 


- Tienes razón, pero ya estoy mejor Mimi, así que dime ¿que es lo que quieres?


 


- Ahora si estoy hablando con mi hijo, pero dejemos eso de lado y dime ¿en donde estabas a estas horas? - a pesar de ser una inversionista, Mimi Tachikawa era de las mujeres que justan dejar que su belleza se luzca, con los ojos miel, el cabello castaño claro y una piel blanca era toda una diva en el mundo financiero.


 


- ¿Que deseas? Por que como sea una tontería mas te vale salir inmediatamente de aquí


 


- Ah! Taichi por dios te cabo de hacer una pregunta y tu ni siquiera la respondes, o la ignoras…


 


- Ambas, desde cuando tu vienes aquí preguntando algo como eso, es decir ¿como si te importara?, no has sido una madre para mi en diecisiete años no vengas a tratar de serlo ahora, porque no te queda


 


- Tal vez no he estado contigo pero créeme que siempre he estado al pendiente de ti, y me preocupa como andas; es decir, mírate, vistes como pordiosero, es que acaso no te alcanza el dinero que deposito en tu cuenta para que te vistas decentemente…


 


- Eso es todo lo que te importa - esta vez grito, su mirada era acuosa, en ella se notaban la claras muestras del llanto que estaba por salir, se acerco con parsimonia y la tomo entre sus brazos aquellos que en algún momento pudieron destrozar a cualquiera ahora buscaban el calor del regazo de una madre – así estuviera desnudo jamás me faltaría ropa si tu me abrazaras de esta manera, porque ni con la ropa mas cara del mundo me puedes regresas las noches en que necesite de tu calor…


 


-Tai yo…


 


- Ya te lo dije si no tuviste entrañas de madre antes, ahora no vengas a ofrecerme algo que ya no necesito - se separo de forma brusca mientras agachaba la cabeza escondiendo sus ojos marrones detrás de sus cabellos – vete por favor Mimi estoy cansado y quiero dormir


 


-  Lo quieras o no siempre necesitaras de tu madre - y con esto ultimo salio de aquella habitación


 


Mimi es una mujer fuerte, pero, ninguna en ningún lugar del mundo podría estar impávida frente a tales reclamos, es difícil dirigir una empresa multinacional y criar a un niño, y ella había ordenado mal sus prioridades, daba gracias diariamente a ese dios en el que su hijo creía, porque ella no era devota de ninguna religión; de que el no estuviera en malas compañías ni mucho menos tuviese algún vicio.


 


 


 


 


 


 


 


Matt se levanto con una gran sonrisa, tenia un excelente humor y parecía querer volar, o como si en algún momento la magia brotaría de sus manos, calentó lo poco que quedara de la deliciosa cena de la noche anterior y desayuno tranquilo y sin prisas, después recogió, pensando que todo el esfuerzo de Tai seria en vano si el no hiciera un esfuerzo por conservarlo.


 


Salio a al calle para llevar la ropa sucia a la lavandería y de ahí al mercado a comprar algunas cosas que de seguro le serian útiles si por la tarde su invitado decidía prepararle nuevamente la cena. Sonrió nuevamente era como una esposa, con aquel delantal y las orquillas en su cabellera, probando sus guisados y sonriendo de satisfacción con el resultado, no era una esposa, era su esposa. Serian tan felices si el aceptase quedarse, no podía darle mucho, aparte de su cariño, no poseía nada de valor que obsequiarle, pero eso no importaba demasiado, de todos modos el castaño no estaba acostumbrado a muchos lujos, lo sabía por sus vestimentas.


 


Esos eran los pensamientos del rubio mientras caminaba por la calle, sin saber lo equivocado  que estaba y lo rápido que lo descubriría.


 


 


 


 


 


 


 


La mañana se fue veloz las clases eran aburridas, la campana sonó anunciando el receso, todos los alumnos salieron corriendo, de inmediato se formaban los típicos grupitos,  cada uno con sus amigos, pero Tai era distinto, solo los miraba sin acercarse a nadie, el era alegre y sociable por naturaleza pero aquellas personas superficiales no le simpatizaban en lo mas mínimo.


 


Todos los días varios de aquellos muchachos intentaban entablar una conversación y él parecía ignorarlos, por lo que la mayoría se hartaba y lo dejaban en paz, he igual que en toda escuela también hay los que no comprenden lo que significa “no”, y uno de ellos era Davis Motomiya, un chico moreno, cabello y ojos castaño oscuro, su intenciones no eran buenas y Tai lo dedujo desde su primer encuentro, por lo que trataba de no topárselo. Pero había días en los que eso era sencillamente imposible.


 


“Como hoy” pensó el castaño


 


- Hola Tai – saludo más cerca de lo necesario, mientras su bolita de amigos observaban algo retirado -  como esta el alumno más popular de la escuela – soltó con burla pues sabia de su actitud de alejarse de todos


 


- Oh! Mejor que nunca Davis, pero estaría mejor si te alejaras de mi persona, sabes no me gusta que contaminen mi campo visual


 


- Te crees muy listo Yagami – lo tomo por el codo halándolo así si  - pero sábete una cosa


 


 - ¿Qué?, por que déjame decirte que tu idiotez ya no es un secreto


 


 -  Me gusta tu sentido del humor, solo espero que sigas teniéndolo después de la paliza que te daré saliendo de la escuela, y no se te valla ocurrir escaparte o ir de llorón


 


- No, claro que no, eso te lo dejo a ti


 


Davis estaba por alejar algo mas cuando la voz de uno de los profesores llamo su atención y el aludido rápidamente desaprecio.


 


- Yagami…- suspiro cansada – otra vez peleando – no fue una pregunta era una afirmación


 


- No es que me guste Inue-sensei – bajo la cabeza en forma apenada – pero es que ese tal Davis ya me trae harto, con sus aires de grandeza, es hora de que alguien le enseñe una lección


 


 - Tal vez pero me gustaría que fuera otro y no tu, ya te lo tienen advertido otro pleito como el de la vez pasada y te expulsaran, lo sabes, yo no puedo estar interviniendo por ti siempre, en primera por que no soy tu tutora y segundo por que me arriesgo y tercera por que siento que te fomento esas locuras tuyas, se que no eres un mal chico pero el que constantemente te metas en líos da a ver lo contrario


 


- Intentare no darle mas dolores de cabeza Inue-sensei  - esta vez la miro directo a los ojos, ella era la única a la que le hacia caso, era una mujer que aunque no desprendía una radiante belleza como su madre, de alguna manera era atrayente, talvez fuese ese carácter alegre o aquella dulzura con la  le habla a todo el mundo, fuese cual fuese el porqué se sentía satisfecho de saberse cuidado aun que solo sea por la maestra de la escuela.


 


- Te tardaste mucho Yagami…


 


- Lo siento es que las personas tan importantes como yo tenemos un itinerario muy ocupado, por lo que no puedo estar perdiendo mi tiempo así que con su permiso


 


- Con que te gusta la comedia veamos que tal te va en la tragedia… chicos a él


 


De los costados dos de sus compinches se abalanza contra Tai, los eludió fácilmente, dos mas se acercaron, de una certera patada mando al suelo al tercero y con fuerte puñetazo al cuarto, los otro se lanzaron  y ahora bailaba al mejor de los ritmos, evitando cada uno de los golpes y regresándolos sin ningún esfuerzo, eso hasta que no se percato de un quinto que se le abalanzaba, ni de un sexto que se colgó de su cuello, y con su corpulencia hizo que diera de lleno en el suelo, los otros rápidamente lo sujetaron impidiéndole moverse


 


- Eres un mal nacido, no seas cobarde pelea como los hombres


 


- Oh! Tai lo siento pero por hoy tendrás que conformarte, mi valentía se quedo en casa, junto con mi compasión


 


- Maldito hijo de… - recibió una patada en el costado


 


- No estas en posición de insultar….jajajajaja


 


 Entre su salida de la escuela de la que no había salido muy bien parado y su tarea se percato que llegaba tarde a su cita, con mayor esfuerzo del que pensó se cambio de ropa, se vendo como pudo algunos cortes que tenia en los brazos, busco el antiséptico, y unto algo de pomada en los moretones que tenía en diversas partes de su cuerpo, en casos como esos agradecía que nadie le esperara, por que de lo contrario se habrían espantado de ver entrar a un zombi por la puerta.


 


Se dirigió al lugar donde cierto rubio lo esperaba, y por primera vez en su vida deseo con todas sus fuerzas quedarse en aquel apartamento, que aun que pequeño le brindaba la calidez de un hogar.


 


Ya pasaba de la hora señalada por unos minutos y ahí a lo lejos reconoció de inmediato la cabellera dorada que se movía buscándolo, se encontraba sentado en una de las mesas fuera del café, la suave brisa vespertina soplaba amena mientras alguna que otra hoja aun sujeta a la vida que le brindaba el árbol, por fin cedía a la irremediable muerte cayendo de manera armoniosa al suelo para alimentar a las que en la futura primavera vendrían después de ella, se notaba ya impaciente, intento olvidar su malestar, y con sigilo se acerco por detrás


 


- ¿Estas esperando a alguien guapo? – su tono era sensual y su mirada desprendía la alegría de verlo, pero el otro solo se llevo las manos al pecho como tratando de impedir que su corazón abandonara su cuerpo


 


- Tai me asustaste  - lo miro de arriba a bajo, traía puesta la misma ropa que el día anterior, esa con la que lo conoció, ¿es que no tenia otra?, se pregunto mentalmente, así que ya no había mas – vamos


 


-  ¿A donde?– pregunto


 


-Ya lo veras


 


Recorrieron varias tiendas de ropa, donde para deleite del mayor el pequeño se probo atuendo tras atuendo, algunos conservadores y otros un tanto atrevidos que hacían sonrojar al de ojos azules, y es que Tai tenia ocurrencias bastante divertidas, le modelaba desde un traje sastre hasta un vestido, un conjunto de colegiala, con lo que sinceramente se veía bastante bien, pero de inmediato lo mando de regreso a quitarse eso


 


No llevaban mucho pues el rubio no tenía que digamos dinero a montones, por su parte Tai pensaba que estaba mal hacerlo gastar, pero como Yamato adivinara sus pensamientos lo consoló.


 


- Me sentiría honrado si su majestad – dijo arrodillándose, se encontraban en medio de un parque y no había mucha gente – usara algo que yo le he regalado


 


Tai sonrió asintiendo, pasearon un rato más, una manzana de dulce que compartieron ambos fue su primer beso indirecto y la ensoñación para ambos aun no terminaba.


 


Llegaron al departamento del rubio y Tai de inmediato se acerco al refrigerador, Matt solo lo miraba atento de todos sus movimientos, la sonrisa calida que desaprendía y anhelo que todo fuese siempre así. Terminaron su cena  y tal vez era buen momento para marcharse.


 


- ¿No piensas llevarte la ropa? – pregunto al verlo salir de ahí sin nada


 


- No – contesto parcamente pero al ver el dolor en aquellos ojos color de cielo le hicieron pensarlo mejor – esta ropa me la diste tu, y es algo muy valioso para mi, por eso es que no quiero que mi desdicha toque algo que para mi es casi como un sueño, así que cada vez que nos veamos vendré directamente aquí para cambiarme… - se avergonzó un poco, era como si estuviera dando una orden, cosa que en verdad no era – ¿esta bien… si … hago eso? – dijo mas tímido que nunca


 


 - Claro que si - ahora entendía – ah por cierto compre algo que de seguro te va a gustar puedes verlo, está en la bolsa de color rojo - sus ojos brillaban con algo que el menor no supo descifrar


 


- ¿Qué es? – se acerco a esta, la tomo y miro el contenido, sus mejillas se tiñeron de carmín intenso


 


Matt lo escruto todo ese tiempo y al verlo ahí parado sin decir nada, comprendió su error, Dios pero si Tai solo estaba jugando cuando… era un muchachito,  lo advirtió correr y sus extremidades se endurecieron, lo había perdido.


 


Reacciono lo mas rápido que pudo para salir tras él, pero su sorpresa no tuvo limites al verlo, no salir, sino encerrarse en el baño que estaba cerca de la puerta de salida.


 


 


- No tardare - dijo la vocecilla desde dentro


 


No habían pasado ni diez minutos cuando las bisagras rechinaron y el rubio se mantuvo a la expectativa, como quien espera un evento trascendental, primero se escucho al chico pidiendo que por favor no se fuese a reír, acto seguido salio de su escondite.


 


Ishida Yamato casi se cae de espaldas, frente a el tenia todo a cuanto belleza se refiere, unos mocasines cafés con las tobilleritas blancas, enmarcaban junto a una faldita redonda color azul rey, unas piernas delgadas y bien formadas, su blusita blanca era de corte holgado, disimulando perfectamente la falta de ciertos atributos, una diadema del mismo color adornaba su cabellera marrón y el toque final se lo daba una gargantilla negra. Era simplemente perfecto.


 


- ¿Te gusta? – pregunto con timidez


 


- No… - a Tai se le cristalizaron los ojos, mentiría si dijese que en ese momento no quería tomarlo, vestido así y con aquella expresión de inocencia, era la imagen del pecado – Me fascina…


 


Termino, mientras se acercaba provocadoramente al menor, con cuidado de no despegar su vista del pequeño rodeo con sus brazos la fina cintura de este, fue cerrando su abrazo para sostenerlo algo se lo impidió.


 


- Ahgg.. – gimió el menor, las contusiones de la tarde lo regresaron a su realidad


 


- ¿Te hice daño? – pregunto espantado


 


- No… es solo que… - se mordió los labios, al intentar retirarse y rozar contra el ojiazul le causaba mayor molestia


 


- ¿Dime que te paso? – exigió mientras, mas por reacción que por intención levanto parte de la blusita que cubría aquel cuerpo – ¿quien te hizo esto…? – pregunto aun mas desconcertado al encontrarse con varios cortes y moretones


 


- No es nada… - dijo intentando alejarse, estaba avergonzado con las actitudes del rubio – suéltame - no es que de verdad lo quisiera, sencillamente no estaba acostumbrado a tanta cercanía, ni mucho menos a la inspección a la que estaba siendo sometido – te dije que me soltaras - se escucho el golpe


 


Yamato estaba en el suelo, de la comisura de sus labios asomaba una delgada línea de sangre, el rubio se limpio e intento acercarse, pero el otro solo observo el cuadro por escasos segundos, seguidamente tomo sus ropas y salio del lugar.


 


Corrió lo mas rápido que sus doloridas piernas se lo permitían, el frió de diciembre golpeo sus miembros y fue hasta entonces que se percato de su verdadera situación por la prisa había olvidado cambiarse, se coloco la chaqueta y camino hacia su casa, así a plena vista, cualquiera que lo viera diría que era una chica, de noche y con aquella cara de ángel, bueno solo diré que mas le valía haberse quedado con el músico.


 


Camino un poco cuando sus miembros comenzaron a entumirse, las noches en la ciudad de Tokio no son nada favorables, mucho menos en aquella estación tan gélida, ya no estaba tan lejos de su casa, por lo que desistió de entrar a algún lugar a ganar algo de calor para su entumecido cuerpo, solo faltaba una cuadra; cuando alguien lo llamo, sin pensar en las consecuencias se volvió.


 


- Mira nada mas, pero si es Yagami… - dijo en tono burlón Davis – quien diría que tienes esas aficiones - se rió tranquilamente  - solo venia ver como te encontrabas, pero veo que no hace falta si puedes andar en el frió vestido así, aun que déjame decirte que no te ves nada mal – se acerco y con una porra que traía en las manos levanto la barbilla gacha del aludido


 


- Quítate de mi camino – dijo bajo, esta furioso pero la exposición de su anatomía aquellas temperaturas le harían muy difícil moverse


 


- ¿Qué dijiste, no te escuche bien? – se estaba burlando a su antojo de el


 


- Que te quites de mi camino – grito e intento correr hacia la puerta de la mansión que se veía tan cerca y al mismo tiempo tan lejos, pero sus pies fallaron y dio de lleno contra el concreto


 


- Por Dios, permítame ayudarla a levantarse señorita – se rió aun mas retirando la porra de sus pies con la que lo hizo tropezar


 


- No te me acerques infeliz – sus ojos reprendían un odio jamás visto – Ahgg… - intento no gritar cuando el arma de Davis se estrello directo sobre sus muslos


 


- Intenta darme ordenes otra vez, vamos inténtalo - retaba una y otra vez - o tal vez prefieras otra cosa – se arrodillo pasando sus manos sobre la piel expuesta – lo dije en serio cuando mencione que no te veías mal… - su tono cambio al igual que la expresión de Tai


 


- No me toques – grito soltando golpes sin pensar, uno de ellos dando en el rostro de su agresor  - no me toques, no me toques – gritaba una y otra vez


 


A partir de ahí todo pasó como un sueño, por la fuerza lo arrastro hasta un callejón seguro de que no los molestarían, Davis lo sujeto a la fuerza mientras sus manos profanas recorrían su cuerpo, sin mucho esfuerzo deslizo su mano por debajo de la falda y toco su miembro calido, se relamió los labios y la pesadilla comenzó.


 


De un rodillazo se lo saco de encima, sus puños se cerraron con tanta furia que sus palmas sangraban, el dolor se volvió inexistente, todo sufrimiento se redujo al mínimo, levanto las piernas, y una certera patada se estrello contra la mandíbula de quien anterior mente lo tuviera sometido, Davis intento correr pero Tai estaba fuera de si, dio un salto haciendo girar su cuerpo y cayendo entre su ahora presa y la salida.


 


- Tu mismo has elegido tu tumba – murmuro – ahora comprobaras que el cielo también puede ser el infierno, vamos Davis intenta golpearme, intenta matarme. Vamos intenta matarme


 


Sus palabras resonaban en los oídos del otro; aterrado por el rápido cambio; ahora los ojos del castaño ya no desprendían furia, ni ningún otro sentimiento, estaban vacíos. Una segunda patada lo mando casi al fondo del callejón, de inmediato se coloco encima y mientras golpeaba una y otra vez ese rostro repetía


 


- Yo no te pertenezco, yo no le pertenezco a nadie  - su rostro era sereno y sus facciones una replica humana del clima – debajo suyo se encontraba ahora un muchacho agonizante con la cara desecha. Se levanto con desgano, miro a su alrededor, paresia como si estuviese extraviado, con la ropa llena de sangre – te veo mañana en la escuela Davis y espero que podamos ser amigos…  - soltó como si nada


 


La lluvia comenzó a caer, una llovizna para después soltarse como tormenta, mojo y lavo absolutamente todo, como si el cielo quisiese borrar lo sucedido aquella noche.


 


Entro por la puerta principal, parecía manía el que todo permaneciera vació, las luces apagadas y el frió del exterior no fue comparable al que en ese momento sintió.


 


- Estoy en casa – dijo en vos alta, solo el silencio respondió


 


Su cuerpo no resistió mas y se dejo caer en medio del recibidor, por instinto intento protegerse haciéndose ovillo, las lagrimas salían y si nadie estaba para recibirlo, mucho menos para consolarlo, así que pronto esas pequeñas muestras  de dolor se convirtieron en un torrente de emociones, ya no sollozaba, ahora lloraba abiertamente, dejando escapar alguno que otro grito de desesperación e impotencia. Al igual que la tormenta de afuera, los relámpagos y el trueno que descargaban algo de furia del Creador, el también lo hacia mientras observaba sus manos manchadas de sangre. Cuantas veces debía suceder eso para que por fin encontrara paz.


 


Continuara….


 


 


 

Notas finales:

me gustaria saber sus comentarios


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