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Competencia de verano por Yunalesca

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Notas del capitulo:

Disclaimer: KH Reborn es propiedad de Akira Amano, aunque cualquier día de estos se secuestro a la mitad de los niños, jujuju…

Pairing: principalmente 1859, RxL

Notas: Menciones de XxS… se comportan casi como un matrimonio así que no creo que a nadie le sorprenda, hehe. Como está Xanxus… lenguaje soez. Más de lo habitual, quiero decir.

Proposiciones indecentes

Reborn contempló a Lambo con poca paciencia. Se le había enredado el cuello de la camisa en una rama baja y estaba haciendo aspavientos exagerados para soltarse, con lo que sólo había conseguido que se le enganchara también el brazalete que le había colocado Cervello para mantenerle en ese periodo temporal. Parecía idiota, en aquella pose tan ridícula y derrotado por un simple árbol.

-¿Reborn?- le llamó con voz suplicante, mientras giraba sobre sí mismo intentando liberarse.

Lejos de preocuparse en ayudarle, el hitman sonrió de manera diabólica y siguió su camino sin mirar una sola vez atrás. Se acercó al pequeño promontorio al que se estaban encaminando y no tardó en divisar una apertura que parecía la de una pequeña cueva. Ya había anochecido, así que se apreciaba con claridad el pequeño fulgor que escapaba del interior. Aunque las normas de cortesía habían establecido que durante la noche no fueran habituales los ataques, no dejaba de ser una competición de la mafia y una oportunidad para atacar era siempre una oportunidad que debía aprovecharse.

Reborn colocó la mano sobre una de sus armas, preparado para lo que fuera que pudiera encontrarse, y se adentró en la cueva. No tardaron en llegar a sus oídos unas voces familiares, mucho antes de que terminase de girar el recodo y pudiera verles. Adoptó una actitud más relajada ante el dúo de Varia, pues no eran su objetivo, y se quedó escondido tras el recodo. Desde allí no podía verles pero podía escuchar con claridad.

-Eh, escoria… Esa quemadura tiene muy mala pinta ¿seguro que no te vas a morir?- retumbó hasta él la voz grave de Xanxus.

El sonoro resoplido de Squalo fue de lo más vulgar.

-Cállate y fóllame, jefe imbécil- replicó el tiburón, sonriendo con burla al ver la inquietud del moreno- Pareces tonto con esa cara de preocupación- lo cierto era que le encantaba aquella mirada que le dirigía, pero no podía dejar pasar la ocasión de fastidiarle un poco- ¿O es que Byakuran te ha dejado más incapacitado de lo que pensaba?- punzó.

El gruñido amenazador de Xanxus dejó más que claro que para él la cosa no tenía la menor gracia. Quería olvidar el tema y no volver a pensar jamás en aquella maldita tarde. Las carcajadas de Squalo, en cambio, parecían indicar que se lo iba a recordar durante muuuucho tiempo.

-Perdón-  Squalo trató de recuperar la compostura, sin demasiado éxito-. Es que es la primera vez en la vida que te he visto sonrojado, Xanxus…- aclaró antes de volver a reír.

-Cierra la boca, basura… - soltó un gruñido- Pedazo de mierda del futuro, en cuanto le vuelva a ver será un puto pollo frito- el bufido que soltó fue de pura frustración- Joder,¿cómo iba a esperarme que hiciera eso? Ha sido demasiado violento- masculló indignado. Lo único que consiguió con su irritada queja fue que las carcajadas de Squalo  aumentaran de volumen- Deja de reírte o te mataré, maldito tiburón- advirtió sin paciencia.

-No puedes matarme Xanxus… ¿Quién te va a aguantar a parte de mí?- ronroneó de manera juguetona, pasando los dedos por la espalda de su amante.

-Que cierres la puta boca- refunfuñó Xanxus, lanzándose a devorar furioso sus labios para acallarle de una maldita vez.

Desde el pasillo de la cueva, Reborn temió por la enojada réplica del jefe Varia que fuera a disparar a su capitán. Dio un paso dispuesto a intervenir; esa panda de asesinos no tenía medida y no quería que uno de los dos acabara muerto. Pero el gemido acalorado de Squalo dejó más que claro que no era un disparo lo que había recibido. Más relajado, sonrió de medio lado y se dispuso a alejarse de allí, dejándoles en la intimidad. Hasta que dio media vuelta y se encontró con Lambo delante de él. Llevaba el pelo alborotado, tenía el brazo derecho lleno de arañazos y miraba hacia el interior de la cueva con el ceño levemente fruncido.

-¿Están bien Xanxus y Squalo-san?- inquirió ante el coro de quejidos y resoplidos que desplegaban- Será mejor que vayamos a ver-propuso, dando un paso hacia donde se encontraban.

Alarmado, Reborn le tapó la boca y lo sacó a rastras de allí, pasándole un brazo por el cuello y apretando con fuerza para no darle opción ni a revolverse si quiera.

-Vaca estúpida- masculló el moreno en cuanto estuvieron en el exterior, lo suficiente lejos para que no les escucharan.

Lambo tosió un poco al verse repentinamente libre de la presión y miró al mayor con expresión enojada. Sólo se había preocupado por dos miembros de la familia, así que no entendía a que venía aquel trato.

-No hacía falta que te pusieras así, sólo quería saber que estaban haciendo Xanxus y Squalo para asegurarme de que están bien- le reprochó ofendido.

Siendo sincero con él mismo, Reborn no tuvo ni idea de qué le enojó más, el tono altanero con el que le había hablado o su absoluta ingenuidad. Iba a quitarle las ganas de replicarle y las tonterías de golpe. Antes de ser consciente de lo que estaba haciendo, había sujetado a Lambo por la camisa y lo había empotrado contra la pared de roca.

-¿Reborn?- inquirió Lambo, un tanto asustado por la intensidad de su mirada- ¿Qué estás haciendo?

Por toda respuesta, Reborn se apoderó de sus labios, besándole con ferocidad. Notó como Lambo se ponía rígido, quedándose completamente estático, y aquella falta de respuesta le irritó todavía más. Le mordió el labio inferior, con furia, y sintió un placer retorcido cuando Lambo soltó un quejido que le hizo abrir la boca. Su lengua reclamó sin dudarlo aquella cavidad, haciéndose dueña de sus rincones con rabia mal contenida.

Las manos del hitman se colocaron en la cintura de Lambo y los ágiles dedos resiguieron el borde del pantalón. El bovino botó por la impresión de su contacto y al instante Reborn le sintió temblar asustado bajo sus manos. Eso consiguió que recobrase parte de su cordura, que en algún momento se había ido muy lejos porque no había tenido ninguna intención de parar. Maldijo mentalmente y se apartó un poco, todavía manteniendo a Lambo aprisionado con los brazos a ambos lados de su rostro.

-¿Por qué has hecho eso, Reborn?- preguntó confundido el menor. Saltaba a la vista que estaba avergonzado, pero también podía ver la curiosidad reflejada en sus ojos verdes.

El hitman le sonrió de manera socarrona. Había recuperado el control de sí mismo, pero eso no le impedía asustarlo un poco más.

-¿No querías saber lo que están haciendo Xanxus y Squalo? Voy a enseñarte- ronroneó, pasando una pierna entre las dos del menor y haciendo un poco de presión contra aquella zona tan íntima. El modo en que los ojos de Lambo se abrieron desorbitados le pareció de lo más satisfactorio. Creyó que gritaría asustado, o incluso que se echaría a llorar, pero no hizo ninguna de las dos cosas.

-De… de acuerdo- susurró de pronto el bovino.

Reborn soltó una carcajada sin rastro de humor. Condenada y estúpida vaca, no tenía ni la menor idea de lo que estaba diciendo. Era toda una tentación, incluso sin pretenderlo. Haciendo gala de todo su autocontrol se apartó un paso de él y le sonrió con cinismo.

-No tienes ni idea de lo que estás hablando, mocoso- sentenció.

La respuesta de Lambo le dejó completamente descolocado.

-No soy un niño, Reborn. Sé que Squalo y Xanxus son pareja. Sé que tienen... sexo- bajó un poco la voz, un tanto avergonzado por la última palabra. En un primer momento no había caído en ello, pero ahora que lo pensaba... en fin, era lo lógico, debería haberse dado cuenta allí dentro- Quiero que me enseñes, Reborn- pidió, con la determinación dibujada en cada una de las facciones.

El asesino dio un nuevo paso atrás y le miró como si se tratara del mismísimo diablo. Maldita, condenada y estúpida vaca, iba a conseguir volverle completamente loco.

-Si tienes curiosidad por aprender búscate a alguien de tu edad, maldita sea- consiguió gruñir.

-No quiero a alguien de mi edad. Quiero que me enseñes tú- se obstinó Lambo, mirándole sin apartar la mirada.

Reborn podría haberle estrangulado en ese momento. También podría haberse deshecho de sus principios, arrancarle la ropa y violarlo sin más. Tras unos instantes de lucha consigo mismo, decidió comportarse como el adulto que era y no aprovecharse de un adolescente. Por mucho que fuera endiabladamente tentador y descarado. Sonrió con sorna y decidió hacer lo que mejor se le daba: esconder lo que Lambo le hacía sentir tras la burla y el cinismo.

-¿Por qué? ¿Estás enamorado de mí?- se mofó.

Lambo se sonrojó violentamente ante su pregunta y desvió la mirada hasta el suelo, dejando muy claro que el hitman acababa de acertar de lleno.

-Enséñame, Reborn- suplicó a pesar de la vergüenza que le embargaba.

-Condenada vaca- masculló el mayor.

¿Cómo iba a negarse ante eso? Volvió a juntar sus labios, y esta vez el beso fue mucho más calmado, más dulce, acompañado de la húmeda caricia de la lengua de Reborn, que le delineó sensualmente el contorno de los labios y le hizo gemir con suavidad. Esta vez, Lambo le devolvió el beso, sujetando al mayor de las mejillas como si temiera que cambiase de opinión y se escapara de él. Esta vez sí, Reborn coló la mano bajo la camisa con estampado de vaca y acarició la suave piel, logrando que un estremecimiento recorriera al menor de la cabeza a los pies.

Las manos de Reborn podían ser duras y despiadadas, y golpearle con una fuerza que sin duda le haría llorar, pero ahora se deslizaban por su cuerpo con un cuidado abrasador, y le desabrochaban lentamente los botones de su camisa con una paciencia que no le había mostrado jamás. Lambo gimió en su boca cuando Reborn pasó un dedo por su entrepierna, delineando sin pudor la incipiente erección por encima del pantalón.

De pronto el menor se sintió alzado del suelo, y se dio cuenta de que Reborn le había tomado en brazos y empezaba a caminar.

-¿Re... Reborn?- balbuceó, abochornado-. No soy una chica.

-No, desde luego que no- coincidió el asesino-. Pero esta noche eres mi amante- sentenció llevándolo hasta una frondosa zona cercana.

Los árboles les esconderían de miradas indiscretas y el suelo tenía una generosa capa de hierba verde, mullida y blanda. Reborn le depositó allí y le besó largamente antes de deshacerse de sus ropas. Lambo jadeó cuando sintió su cuerpo desnudo pegado al propio, la endurecida entrepierna del asesino rozando contra su propia erección. Contuvo el aliento cuando notó sus manos expertas acariciando su miembro, con una lentitud que sólo se podía calificar de tortura. La boca de Reborn había bajado hasta su cuello y trazó un húmedo camino hasta llegar a su oreja y mordisquearla con suavidad. El mundo se volvió un lugar totalmente acalorado y sofocante cuando el mayor aceleró el ritmo de sus caricias, masturbándole sin dejar de recorrer con aquella lengua inquieta su mandíbula, su cuello, cualquier parte de piel a su alcance. De repente Lambo sintió una oleada de calor abrasadora, y Reborn se vio obligado a darle un profundo beso para silenciar los gemidos que se le escaparon durante el orgasmo.

Cuando abrió de nuevo los ojos, el hitman le miraba con una sonrisa ladeada bailando en los labios. No había nada de burla en ella, era íntima y cálida y consiguió erizarle por completo la piel. El bovino se mordió el labio inferior, indeciso, sin tener muy claro que hacer a continuación. Reborn rió por lo bajo.

-No te preocupes, vaca ingenua, voy a enseñártelo todo- ronroneó.

Acto seguido se introdujo dos dedos en la boca, humedeciéndolos, y los extrajo con tanta lentitud y sensualidad que Lambo volvió a notar cómo le subían los colores y le hormigueaba la parte baja del vientre. Aguardó con expectación cuando le vio inclinarse sobre él y acariciarle de manera sinuosa el trasero hasta llegar a su entrada.

-Oh- fue todo lo que acertó a murmurar Lambo cuando notó la intrusión, y dejó escapar de golpe todo el aire al ser consciente de que tenía los dedos de Reborn en su interior.

Era extraño, y un poco incómodo, pero sobre todo era algo muy íntimo entre los dos. Y se tornó en algo totalmente excitante cuando empezó a moverse de forma experta, haciéndole sisear en una mezcla de placer y dolor. El asesino continuó explorando su interior hasta que todo rastro de molestia desapareció y sólo le quedó un coro de gemidos ahogados y ganas de más. Reborn sonrió de medio lado, satisfecho de las reacciones que le provocaba, y se apartó de él lo justo para cambiar sus dedos por su abultada erección, que presionaba de manera insinuante sobre su entrada sin llegar a adentrarse en él. 

-¿Has estado alguna vez con un hombre?- preguntó Reborn. En respuesta Lambo le fulminó con la mirada, indignado. Era obvio que no- Puede que te duela un poco- advirtió.

-No soy un llorón, Reborn- replicó el bovino-. Bueno, tal vez un poco, pero no voy a llorar- le aseguró.

Claro que era más fácil decirlo que hacerlo. Soltó un quejido lastimero cuando notó la intrusión en su interior. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos con fuerza, negándose a dejar escapar una sola lágrima.

-Vaca tonta- le insultó Reborn con cariño, y colocó las manos tras su cuello, obligándole a encararle.

Le besó, robándole el aliento con cada uno de los roces de su ávida lengua y deslizando sus manos arriba y debajo de su miembro, hasta que Lambo se olvidó por completo de porque había estado a punto de llorar y sólo pudo pensar en el hombre que tenía sobre él. Y entonces Reborn se movió en su interior, y el mundo empezó a dar vueltas ante el placer que sintió con sus embestidas. Le siguió de manera instintiva en aquella danza hipnótica, que cada vez se tornaba más acelerada conforme les embargaba la necesidad. Entonces se dio cuenta de que Reborn le miraba con una media sonrisa en los labios, cálida e incitante, y de la absoluta intimidad que se había formado entre los dos. Gimió, y de pronto sintió como llegaba al clímax y se ahogaba de nuevo en oleadas de placer. Reborn no tardó en seguirle al notar la presión de las contracciones sobre su miembro, dejando escapar un sonido a medio camino entre un gruñido y un jadeo de puro placer. Mientras intentaba normalizar la respiración Lambo desvió la vista, incapaz de sostener la intensidad de la mirada azabache sobre él sin sonrojarse estúpidamente. No se atrevió a enfrentarle hasta que notó que Reborn se movía para salir lentamente de su interior. Le miró con algo de miedo. ¿Qué se suponía que iba a pasar ahora? Vio como el hitman se levantaba y le acercaba la ropa con una mueca impenetrable en el rostro.

-Vístete, no quiero una vaca resfriada- le dijo, con el tono eternamente irritado que utilizaba con él.

Lo supo en ese instante. No quería que todo siguiera como antes. Lo tenía muy claro. Puede que ese hombre fuera un arrogante, egocéntrico y sádico asesino, puede que le irritase hasta tal punto que había perdido la cuenta de las veces que le había intentado matar.... Pero se había pasado media vida haciendo locuras para llamar su atención, y ahora tenía muy claro el motivo. Estaba loco por él. Y no iba a dejarle escapar sin intentarlo al menos.

-Reborn- le llamó-, yo…- sintió los nervios acumulándose en su estómago ¿Tan difícil era decir dos simples palabras?- te…- susurró casi sin fuerzas.

-Lo sé- le interrumpió Reborn, sonriendo de manera retorcida-. Yo también te quiero vaca estúpida. Y ahora vístete- exigió.

 

OoOoOoOoOoOo

 

Gokudera abrió los ojos con pesadez, y se llevó un susto de muerte al ver a Hibari plantado con cara de pocos amigos a pocos centímetros de él.

-Duermes mucho- se quejó el líder del comité disciplinario-. Pasan de las diez.

-Tsk, ¿y de quién diablos crees que es la culpa?- masculló un enfurruñado Hayato, mostrándole la cara interna de los brazos. Tenía un mordisco, varios arañazos y una zona amoratada a la altura de la muñeca. Y eso sin mencionar como tenía de marcado el cuello o las caderas.

-Hmph- fue la respuesta de Hibari, que se puso en pie y le dio algo de espacio para su aseo matutino.

Hayato se puso en pie e hizo una mueca. Le dolía todo el cuerpo. El día anterior habían tenido una de las peleas más duras de toda la competición. Se habían encontrado con el padre del Décimo, que hacía equipo con Orégano. Ninguno de los dos sabía que la chica poseía llamas de la niebla, así que ver su chapa brillando en llamas violetas había sido toda una sorpresa. Y una afortunada casualidad, se dio cuenta, porque no se les hubiera ocurrido nunca.

No les había quedado más remedio que atacar, y Iemitsu había demostrado ser digno de su fama y les había hecho pelear con todo lo que tenían. Durante un rato, incluso pensó que perderían, y tuvo suerte de que Hibari estuviera tan cerca suyo cuando Orégano le disparó por la espalda, porque estaba tan centrado en evitar los ataques de Iemitsu que sin duda habría recibido el balazo si Kyoya no le hubiese tirado al suelo en el último momento. Al final Hibari había utilizado a Roll para encerrar al padre de Tsuna en una esfera invertida, y después de eso no les costó demasiado conseguir la identificación de Orégano. Pero la paliza que se habían llevado no se la quitaba nadie. Hibari incluso tenía una fea herida en el costado derecho, aunque se había empeñado en decir que él era fuerte y que la lesión no era grave.

-No necesito que un herbívoro cuide de mí- había protestado cuando le propuso atender su herida.

Había tenido que pelearse dos veces con él, una para que dejara de llamarle herbívoro y otra para conseguir ponerle la dichosa venda. Creyó que después de eso, Kyoya caería rendido al llegar la noche. Nada más lejos de la realidad. Se había tumbado a unos metros de él y le escuchó dar vueltas y resoplar durante largo rato.

-¿Quieres dormir conmigo?- ofreció Gokudera.

-No te necesito, pequeño animal- le replicó.

Y allí había seguido, dando vueltas hasta que finalmente terminó por levantarse y tumbarse junto a él, mirándole enfurruñado como un niño que no quería darle la razón. Hayato se había limitado a quitarse la ropa, haciendo un esfuerzo por contener la sonrisa triunfal, y después de eso había perdido la cuenta de las veces que Hibari se había hundido en él. Al menos le había quedado muy clara una cosa, y es que el moreno tenía razón: la herida no podía ser tan grave después de la nochecita de sexo que le había dado.

-Hay que ponerse en marcha, herbívoro- a la última palabra de Hibari le siguió el gruñido molesto de Gokudera y el resoplido hastiado del moreno-. No deberías perder tiempo con tonterías- atajó, sin querer dar el brazo a torcer-. ¿Seguro que tu gato podrá encontrar a Sawada Tsunayoshi?

Hayato asintió con la cabeza. Si no le fallaban los cálculos, sólo les quedaba por conseguir la chapa de Chrome. Como la chica estaba con Tsuna, no deberían tener problemas para encontrarlos, ya que de algún modo Uri parecía saber donde se encontraban las demás cajas de felinos. Siempre y cuando el maldito gato estuviera dispuesto a hacerle caso. Cargó su anillo de llamas y el animal no tardó en aparecer, moviendo la cola y con expresión contenta.

-Uri- Gokudera le dio un par de palmaditas cariñosas en la cabeza y el gato ronroneó complacido- ¿Puedes encontrar a Natsu? Tenemos que dar con el Décimo- le explicó. Cuando estaba de buenas, su mascota le entendía tan bien como si de un humano se tratase.

Uri emitió un sonido extraño, entre un maullido y un rugido, que Gokudera tomó por un  sí. Tras refregarse mimosamente contra la pierna de Hibari, el gato empezó a corretear dirección norte.

-Bien, vayamos a por esa chapa y terminemos de una vez con esta tonta competición- sentenció el guardián de la nube.

Aquellas palabras, dichas con evidente fastidio, dejaron muy claras las ganas que tenía de deshacerse de él. Y a Hayato le dejaron un tremendo vacío en la boca del estómago que le resultó muy difícil de ignorar. Subía como si se tratara de un dolor casi físico y se instalaba en su pecho sin intenciones aparentes de marchar. Apretó los puños de manera inconsciente. Hibari tenía razón, era el último día de la competencia. Sólo tenían que pedirle a Chrome su identificación y habrían completado su objetivo. Y después de eso se separarían y no volverían a compartir esos momentos de intimidad. Tuvo que hacer un esfuerzo por mantener una expresión impasible, aunque lo cierto era que tenía ganas de gritar de frustración al ver la indiferencia que mostraba Hibari. Deseaba con todas las fuerzas que las cosas fueran de otra manera, pero no había nada que él pudiera hacer. Una vez acabada la competencia todo volvería a ser como siempre, y su relación, o lo que fuera que tuviese con Kyoya, se habría acabado para siempre.

Notas finales:

Notas finales: Bueno, parece que ya tenemos una pareja bien encaminada... A ver si la otra toma ejemplo.

No sé si el próximo capítulo será el último o el penúltimo, pero por ahí anda la cosa. Muchas gracias por leer y comentar, nos vemos la semana que viene ^^


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