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Competencia de verano por Yunalesca

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Notas del capitulo:

No estaba segura de poder acabar el capi para este fin de semana, pero esta tarde he tenido un poco de tiempo libre y me he puesto a ello. Así que aquí os dejo con la siguiente entrega, recién salida del horno.

Disclaimer: por ahora, KH Reborn es propiedad de Akira Amano

Pairing: principalmente 1859 HibaGoku,  también RebornxLambo y puede que otros más adelante (podéis hacerme sugerencias)

 

***************

 

Parejas disparejas

 

-Gokudera-kun- le llamó Tsuna- Gokudera-kun- insistió con creciente alarma al ver que su amigo seguía con la mirada desorbitada.

El peliplateado se había quedado completamente blanco, con la vista clavada en los resultados e incapaz de reaccionar. Tsuna podía imaginar la decepción que representaba para él que no les hubiera tocado juntos, pero tampoco tenía porque asustarle de esa manera. Es que incluso se atrevería a jurar que había visto como se le salía el alma por la boca tan pronto como los resultados se mostraron en la pantalla. Aferró las dos manos a la camisa de su amigo y le sacudió enérgicamente mientras repetía su nombre una vez más.

-Dé... Décimo- murmuró volviendo finalmente en sí. Encaró a Tsuna con expresión compungida- ¡Lo siento tanto!- se disculpó, y el castaño tuvo que sujetarlo para evitar que se arrodillase y empezase a hacer reverencias una y otra vez.

-Va... vamos... los resultados no han sido tan malos- mintió Tsuna en un inútil intento de tranquilizarle.

Al compañero de Hibari lo había dado por perdido desde el principio, así que no tenía demasiado sentido preocuparse por ello. Además, estaba seguro de que Gokudera era capaz de cuidarse a sí mismo, hubiese sido mucho peor si la pareja del guardián de la nube hubieran sido el ruidoso de Ryohei o el inútil de Lambo. Tampoco tenía mucho que decir respecto a su propio compañero.

-Haré todo cuanto esté en mi mano para mantenerle a salvo, jefe- le aseguró Chrome apretando con adoración el tridente entre las manos.

Una gota de sudor frío resbaló por la nuca de Tsuna, siendo repentinamente consciente del peligro potencial de su pareja al ver aquella arma.

-Tú concéntrate en no convertirte en Mukuro y todo estará bien- aseguró a la chica intentando contener el miedo en su voz.

Ahora que lo pensaba más fríamente se daba cuenta de que ser la pareja de Chrome podía convertirse en algo complicado, pero quien le preocupaba realmente era Lambo. Reborn perdía la paciencia y empezaba a maltratarle cuando llevaba diez minutos escasos con él, no era capaz de imaginar lo que podía pasar entre ese par en cinco días. Echó una nueva ojeada a la pantalla de resultados y sintió deseos de entrar él también en shock. Realmente parecía que sólo una de todas las parejas terminaría el juego sin intentar matarse el uno al otro.

-Haremos esto al extremo, Yamamoto- arengaba Ryohei.

-¡Por supuesto! Los juegos de rol son más divertidos cuando se viven como si fuera la mafia de verdad- coincidía el moreno con una sonrisa radiante.

Y ahí estaban, los dos confiados y optimistas idiotas que no parecían preocuparse por nada. Tsuna les envidiaba horrores en esos momentos. Saltó asustado cuando algo le tocó la pierna.

-No tiene sentido preocuparse por ello, los emparejamientos no se pueden cambiar- le quitó importancia Reborn. El castaño pensó que teniendo en cuenta su pareja, se lo estaba tomando de manera muy madura-. Además... no hay ninguna norma que impida matar a tu compañero si te cansas de él- añadió con una sonrisa retorcida.

-¡Nadie va a matar a nadie!- se alarmó Tsuna. Su tutor chasqueó la lengua en una actitud que parecía mostrar su escepticismo ante tal afirmación- Reborn- insistió.

-Está bien... eres un aguafiestas jefe- replicó el bebé, utilizando en la última palabra una entonación que la hizo sonar a burla-. Hora de organizarse. Como está visto que quieren desgastarnos antes de empezar el torneo, creo que cada uno debería pasar la noche con su respectiva pareja. De todas maneras debemos estar juntos a las cinco de la mañana, así que será lo más práctico- anunció tras mirar la hora en su reloj y comprobar que pronto pasarían de las once. Podrían dormir unas cinco horas escasas, cuanto menos tiempo perdiesen mejor-. Tsuna, Lambo y yo dormiremos en tu cuarto, así que tú te irás a casa de Chrome. El resto podéis organizaos como os parezca.

-Espera un momento Reborn, no decidas por tu cuenta- protestó Tsuna- ¿Por qué no puedo dormir en mi habitación?

-¿Es que no lo has oído, inútil Tsuna? No podemos formar grupos ni si quiera al principio de la competencia, así que no puedes estar en el mismo lugar que nosotros cuando nos den las instrucciones- replicó Reborn con su falta de paciencia habitual.

Tsuna dejó caer la cabeza con resignación. Eso lo había entendido perfectamente, lo que se estaba preguntando era porque diablos tenía que abandonar él su casa en vez de ese par de bebés gorrones y acoplados. Pero no tuvo valor para decirlo en voz alta.

-Tendré que pasar la noche en casa de una chica...- murmuró sin ánimos para replicar más. Esperaba que Kyoko-chan no se enterase jamás de eso.

-No te preocupes por mí, jefe- intervino Chrome-. Estoy acostumbrada a compartir habitación con Ken y Chikusa... ellos también estarán allí- le tranquilizó.

Tsuna sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas de desesperación. Tener a aquel par rondando cerca no resultaba para nada tranquilizador.

-De ninguna manera permitiré que el Décimo pase la noche con gente peligrosa- intervino Gokudera, colocándose protectoramente ante el castaño como si le tuviese que defender de algo.

-Me parece que tienes tus propios problemas de los que ocuparte, Gokudera-kun- observó Reborn con la atención puesta en el único miembro del grupo que permanecía apartado.

-¿Hah?- inquirió el peliplateado. Siguió la dirección de la mirada de Reborn para encontrarse con Hibari. Trago saliva de manera involuntaria al verle. Por un instante había estado tan preocupado por el Décimo que se había olvidado de él.

Decir que Hibari parecía irritado era poco. Había estado obviando el hecho de que el parque estaba lleno de gente- al menos esta vez no habían tenido la brillante idea de amontonarse en su escuela-; podía sobrevivir a semejante aglomeración siempre que no cometiesen la estupidez de presentarse en grupo ante él. Pero la manada de herbívoros y sus ruidosas costumbres estaban acabando con su paciencia. Se separó del cómodo apoyo que era el árbol y avanzó decidido en dirección a su impuesto compañero. No tenía porque soportar aquello un segundo más del necesario.

-Cuando acabéis con vuestro ridículo ritual de despedida puedes venir a mi casa- dijo el moreno mientras le entregaba a Gokudera un pequeño papel-. Si me haces perder el tiempo innecesariamente... te moderé hasta la muerte- advirtió antes de desaparecer con la misma discreción con que había llegado.

Hayato miró con curiosidad lo que le había entregado el mayor. Se trataba de la típica tarjeta de presentación, con el nombre, el teléfono y la dirección escritos en elegantes letras moradas. No se le ocurría porque alguien como él tenía esa clase de tarjetas, no  era capaz de imaginárselo entregándolas a nadie, pero desde luego se cuidó de no preguntar.

-Hibari tiene razón, deberíamos intentar descansar lo máximo posible- anunció Reborn, logrando que el grupo se pusiera en marcha.

Cuando llegaron a la calle en que sus caminos debían separarse, Ryohei insistió tozudamente en hacer un círculo de ánimo puesto que no volverían a estar todos juntos hasta el final de la competición.

-Esta vez es un trabajo de equipo aunque estemos separados, así que... supongo que estaría bien- coincidió Tsuna, acabando con las protestas de los más reticentes.

Ryohei tomó por los hombros a las dos personas que tenía más cerca y pronto se encontraban todos formando un corrillo.

-¡Vongolaaa, lucha!- gritó el boxeador a pleno pulmón, consiguiendo que algunos vecinos encendieran las luces y les reprocharan su actitud a esas horas de la noche.

-Te acompañaré hasta tu destino, Décimo- ofreció Gokudera tan pronto como empezaron a desperdigarse.

-No es necesario Gokudera-kun- aseguró Tsuna reprimiendo a duras penas un bostezo-. Aunque me fastidie darle la razón, es cierto que deberíamos intentar descansar cuanto podamos.

-Es importante para mí, Décimo- insistió el peliplateado, dirigiéndole una mirada que Tsuna no consiguió descifrar.

-Aaah, está bien- accedió con resignación. Suponía que su amigo estaba preocupado por dejarlo sólo con la banda de Mukuro, o que quería aprovechar hasta el último segundo de tiempo con él porque le obligarían a pasar varios días sin su adorado Décimo, o cualquier otra absurda idea de lealtad desmedida y preocupación innecesaria de esas que sólo a Gokudera se le podían ocurrir. No podía saber cuan alejado estaba de la realidad.

 

***************

 

Miró el edificio que se alzaba ante él con aprehensión. Era un bloque alto situado al final de un callejón de escasa iluminación. Todas las persianas permanecían bajadas y el interior de las viviendas se mostraba en completa oscuridad, a excepción de una ventana situada en el quinto piso. Ese debía ser el hogar de Hibari Kyoya.

Había estado retrasando su llegada a aquel lugar con cualquier pretexto. Primero había insistido en acompañar al Décimo hasta la base de los Kokuyo y había esperado tozudamente mientras le acomodaban un sitio para dormir, con la excusa de que sólo le dejaría cuando le demostrasen que contaban con las condiciones adecuadas para la comodidad y seguridad de su líder. Luego había ido a su casa y había preparado una pequeña mochila con algunas cosas básicas, a fin de cuentas no sabía de qué medios dispondrían en el terreno de la competición. Ahora había perdido la cuenta del rato que llevaba plantado frente a la puerta de casa del moreno, inmovilizado por el nudo de angustia que se había acomodado en la boca de su estómago. ¿Hibari vivía solo o con su familia? No tenía ni la menor idea y no quería averiguar la respuesta. Era plenamente consciente de que, aunque pasara la noche a solas con él, no sucedería lo mismo que en el futuro. Y lo peor de todo era que aquella certeza le dejaba un regusto agridulce que no estaba seguro de cómo catalogar.

-No deja de sorprenderme lo abrumadoramente lentos que llegan a ser los herbívoros- observó una voz, rompiendo el silencio de la noche.

Gokudera se sobresaltó al encontrarse frente a la mirada grisácea del líder del comité disciplinario. Había estado tan ocupado intentando discernir qué era lo que sentía que ni se había dado cuenta de que se abría la puerta del edificio.

-Empezaba a plantearme la posibilidad de llevarte hasta arriba a rastras- prosiguió el moreno-, pero supongo que para mañana no habrías recuperado la consciencia después de la paliza- observó con un indiferente encogimiento de hombros.

-Bastardo- masculló el peliplateado entre dientes. Estaba seguro que lo había dicho lo suficientemente alto, pero si Hibari le había escuchado no pareció inmutarse. Se limitó a darse la vuelta con fastidio y encaminarse al interior del edificio.

Gokudera le siguió hasta el ascensor, mientras se preguntaba si aquel tenso silencio se prolongaría durante toda su convivencia.

-Puedes dejar tus cosas por ahí- indicó el guardián de la nube en cuanto abrió la puerta, señalando vagamente el espacio a la derecha.

Hayato contempló el interior de la vivienda. Era un apartamento pequeño, de esos de una sola habitación. En la parte de la izquierda, haciendo esquina, se encontraba la cocina. Luego había una mesa y algunas estanterías con libros. Un poco más allá de la puerta de entrada, el suelo hacía bajada en un pequeño escalón, donde se veía el futón desenrollado en el suelo y un armario en un lateral. Al fondo había una puerta que, a juzgar por el lugar donde estaba, no debía dar a un lugar demasiado amplio. Aunque muchos apartamentos de una sola estancia no disponían de lavabo propio, no era capaz de imaginar a Hibari utilizando el baño comunitario, por lo que supuso que debía tratarse de un pequeño aseo.

-No tengo interés alguno en recibir visitas, así que sólo tengo un futón- explicó el moreno mientras se servía un vaso de leche-. Estoy acostumbrado a dormitar en superficies duras así que no me importa acostarme aquí- dijo señalando el pequeño espacio que quedaba entre la mesa y el escalón.

Gokudera asintió sin atreverse a encarar directamente a su compañero. Parecía ser el único que se sentía incómodo con aquella situación, claro que eso era de esperar. Dejó la maleta junto a la cama, se quitó los pantalones que colocó en el suelo y se introdujo en el futón, sin atreverse a mirar al moreno hasta que se encontró bajo la seguridad de las sábanas. Hibari se había terminado su bebida y estaba sentado en el lugar que había escogido para dormir, aguardando con aparente desinterés.

-Buenas noches- le deseó el peliplateado, sin saber muy bien qué más podía decir.

Hibari resopló, mostrando su irritación ante aquel protocolario intercambio de palabras. Apagó la luz y se recostó en el suelo sin molestarse en contestar.

-Buenas noches- concedió al fin, tras unos segundos.

Gokudera contuvo un suspiro. Le resultaba realmente extraño estar en la misma habitación que Hibari de aquella manera. Su yo del futuro se encargaba de no darle descanso hasta que caía rendido de puro agotamiento, así que no había tenido tiempo para plantearse que se sentía al estar junto a él. Ahora que lo pensaba, era bastante agradable la sensación de tener alguien a su lado, notar la caricia que producían los cabellos negros en su mejilla cuando le creía dormido y se acurrucaba a su lado, o el simple hecho de despertarse por las mañanas junto al calor de su cuerpo. Su familia siempre había sido bastante desestructurada, así que era extrañamente agradable esa sensación de no estar solo. Hibari también parecía estar siempre solo, así que debía ser lo mismo para él. Dejó escapar el aire con pesadez y se incorporó hasta quedar sentado sobre la cama. Después de haberse pasado toda la noche buscando cualquier excusa para evitarle, no podía creerse lo que estaba a punto de decir.

-No me importa compartir la cama contigo- ofreció, y las palabras salieron de sus labios como poco más que un susurro a media voz. Sintió los nervios acumularse a flor de piel mientras aguardaba expectante una respuesta.

-Hn... nunca he escuchado de un león que se acueste junto a un cervatillo indefenso- fue la ácida réplica del mayor.

Gokudera apretó con fuerza la sábana entre las manos, infinitamente irritado ante aquella respuesta.

-Bien- espetó mientras se dejaba caer sobre el colchón.

Tampoco era que estuviese esperando que ocurriese nada entre Hibari y él. Al contrario, lo que quería era olvidar por completo lo que había pasado en el futuro y dejar de sentirse estúpidamente culpable por ello. Entonces... ¿Por qué le había molestado tanto aquella contestación? Se volteó de espaldas a su compañero y se cubrió con las sábanas en un movimiento demasiado enérgico, dejando por fin que toda la ansiedad e inquietud acumuladas a lo largo del día hicieran mella en él. El estrés y el agotamiento emocional parecieron invadirle de pronto, sumiéndole en un profundo estado de somnolencia.

Lo siguiente de lo que Hayato tenía conciencia era de un sonido tintineante que había conseguido despertarle con suavidad. Se incorporó sin molestarse en reprimir un bostezo, y le llevó unos segundos recordar donde se encontraba cuando abrió los ojos y no pudo reconocer la habitación.

Hibari estaba en la parte del apartamento dedicada a la cocina. Sobre la mesa había varios platos de algo que no alcanzaba a ver, y la tetera colocada sobre el fuego empezaba a emitir el característico silbido que indicaba que el agua estaba lista.

-¿Tomas el té con o sin leche?- inquirió sin molestarse en darse la vuelta para mirarle. Parecía saber perfectamente que ya se había despertado.

-Eh... con- fue la escueta respuesta de Gokudera cuando consiguió recuperarse de la impresión.

Por supuesto, aquello no era para nada como levantarse con el Hibari del futuro a su lado, pero tenía que reconocer que también resultaba extrañamente agradable. Sintió como su estómago se encogía en un escalofrío al darse cuenta de que definitivamente le gustaba despertarse y encontrarlo a su alrededor. ¿Qué diablos le estaba pasando? Sacudió la cabeza para sacarse aquellas tontas ideas y se puso en pie, caminando torpemente hasta la mesa.

-¿Qué hora es?- preguntó el peliplateado, tratando sin demasiado éxito de reprimir un bostezo.

-Las cuatro y media- respondió el mayor, al tiempo que depositaba una humeante taza de té con leche ante él.

Sólo en ese instante Gokudera fue consciente de la expresión de agotamiento y las leves ojeras que surcaban el rostro del guardián de la nube.

-¿Has dormido algo?- preguntó con cierta preocupación.

-¿Cómo voy a dormir con alguien tan ruidoso a mi lado?- inquirió. Chasqueó la lengua al ver la expresión de extrañeza en el rostro de su compañero, visiblemente fastidiado por tener que añadir algo más-. Tu respiración resonaba por toda la habitación, y tu corazón no ha parado de latir en toda la noche.

Sólo entonces recordó Hayato lo que el Décimo le había contado cuando estuvo en el hospital. Al parecer Hibari tenía el sueño tan ligero que incluso el sonido de una hoja al caer le despertaba, por lo que suponía que le habría resultado bastante incómodo compartir su espacio privado con alguien más. Era más que obvio que tenerle allí era una molesta obligación para el moreno.

-Perdón por mantenerme vivo- fue la resentida respuesta de Gokudera. Tomó la taza con las dos manos y le dio un largo sorbo, sin poder evitar el puchero enfurruñado que se acomodó en su rostro, frunciendo sus labios.

Hibari le contempló con curiosidad. Había esperado una respuesta cortante y airada, si había algo que definía al peliplateado era que estallaba como una tormenta de verano ante la mínima provocación.

-Bueno... no hay nada que se pueda hacer- le quitó importancia, sentándose también para tomar su desayuno.

Para cuando alguien llamó a la puerta de la vivienda con dos enérgicos golpes, ya habían recogido los platos y guardado el futón en el armario. Hibari abrió para encontrarse con una de las integrantes de Cervello, quien le devolvió la mirada con su habitual impasibilidad. La mujer sacó de su bolso un aparato electrónico parecido a un pequeño ordenador.

-Hibari Kyoya y Gokudera Hayato califican para la entrega de información- anunció tras comprobar que ambos se encontraban presentes. Escribió algo en su computadora y esta no tardó en expulsar un pequeño papel que dobló cuidadosamente antes de entregárselo al moreno-. Aquí tienen el emplazamiento del juego- indicó, para luego meter su mano en una pequeña bolsa de tela que llevaba anudada al pantalón y extraer dos cadenas de las que colgaban algo parecido a chapas metálicas-. Estas son tus acreditaciones identificativas, deben llevarlas obligatoriamente al cuello de manera visible, salvo que les sean robadas por otro participante del torneo. Si los dos miembros de una pareja pierden sus acreditaciones, la pareja será automáticamente descalificada- añadió, al tiempo que entregaba a cada uno de los chicos la chapa con su respectivo nombre grabado en ella.

Gokudera tomó la cadena y, tras mirarla con desconfianza un instante, se la colocó alrededor del cuello. Al acto el colgante empezó a emitir una pequeña llama roja. El de Hibari, por su parte, brillaba con un intenso tono violeta.

-Las chapas funcionan como emisor. Cada una brilla con la llama de voluntad de su portador, permitiendo que el jurado pueda tener localizado a cada jugador dentro del recinto de juego- explicó. Volvió a rebuscar en el bolsito para sacar un montón de pequeños sobres, todos ellos idénticos y sellados con cera-. Por favor, elijan ahora cual será su objetivo durante el torneo- pidió, ofreciendo los sobres a los guardianes.

Hibari se adelantó y, sin demasiada ceremonia, escogió uno al azar. Se disponía a abrirlo pero la voz de la mujer le interrumpió antes de rasgar el sello.

-Mi tarea por ahora ha finalizado- anunció la Cervello- Pueden ponerse en marcha a partir de este momento. Recuerden que deben presentarse en el recinto de juego antes de las ocho- indicó antes de desaparecer como si de un fantasma se tratara.

Gokudera dejó de juguetear con la cadena para acercarse a Hibari.

-¿Qué pone?- se interesó, asomándose por encima del hombro del moreno.

Hibari abrió el sobre y sacó el contenido. Escrito en letra de imprenta se podía leer "Obtener todas las acreditaciones identificativas del elemento niebla". Su objetivo le arrancó una sonrisa de los labios. No podía ser uno más adecuado a su odio por los ilusionistas.

Gokudera simplemente resopló al leer el contenido. Ahora comprendía porque cada una de las chapas brillaba en el color de la llama de su portador y la necesidad de llevarlas a la vista. Parecía que tendrían que enfrentarse a un grupo bastante problemático, pero tampoco creía que el resto de objetivos fuera más fácil.

-Conozco el lugar- dijo Hibari tras leer el otro papel-. Es una montaña situada al sur de aquí. Hay aproximadamente una hora en autobús, y luego cerca de cuarenta minutos andando por zona boscosa- expuso.

Hayato frunció el ceño. A esas horas no circulaban autobuses por lo que tendrían que localizar un taxi. Eso supondría cerca de dos horas de trayecto, sin tener en cuenta las sorpresas que Cervello hubiese preparado para la parte del recorrido a pie.

-Entonces deberíamos ponernos en marcha- instó Gokudera, recogiendo la mochila que había traído de su casa.

El moreno le imitó, cargándose al hombro la bolsa que también él había preparado antes de cerrar con llave. Su compañero estaba abriendo la puerta del ascensor cuando le tomó del hombro, impidiéndole entrar.

-Vamos a dejar las cosas claras desde el principio- propuso Hibari-. Es obvio que a ninguno de los dos nos entusiasma la idea de colaborar, pero es necesario por el momento. Tengo mis propios motivos para querer llegar al final del juego, y sé que puedo conseguirlo porque, a diferencia de ti, yo soy fuerte- expuso con su habitual arrogancia-. Así que limítate a no ser un estorbo en mi camino- sentenció.

Gokudera escuchó el discurso en silencio, mordiéndose el labio inferior con tanta rabia que le resultó extraño que no empezara a sangrar. Entró en el ascensor sin atreverse a mirar al moreno. No importaba si era diez años en el futuro o el presente, parecía que Hibari nunca sería capaz de valorarlo. El Hibari del futuro le había dejado muy claro que solo era un irritante chiquillo con el que podía hacer cuanto se le antojara porque no era capaz de oponerse a él. Su compañero actual le acababa de pedir que no fuese una molestia, mostrándole el mismo desprecio. Y lo peor de todo era ser consciente de que tenía razón. Cada vez que intentaba mirarlo a los ojos se daba cuenta de que, después de lo que pasó entre ellos, simplemente no podía enfrentarse a él.

-Bien- murmuró con más sequedad de la que pretendía.

Hibari enarcó una ceja, francamente sorprendido ante la docilidad de la respuesta. Cuando supo que Gokudera sería su compañero había sentido bastante alivio. No le hubiera importado ser emparejado con Yamamoto, quien a veces mostraba tener una habilidad que sin duda merecía su atención. Tampoco le hubiese causado un gran problema participar junto a Tsuna. Aunque conseguía irritarle la mayor parte del tiempo, sabía que merecía la pena por ver parte de lo que el Vongola era capaz de hacer. Pero cuando vio el nombre de Gokudera junto al suyo supo que esa era la mejor opción. A fin de cuentas era el único que había tenido el descaro de meterse en sus peleas y salvarle la vida sin preguntar, el único que se atrevía a recostarse despreocupadamente contra él cuando su cuerpo le fallaba como si no tuviese nada que temerle. Tenía que reconocer que Hayato tenía agallas para no ser más que un herbívoro, y eso en cierta manera le agradaba. Pero parecía que por algún motivo, aquel carácter orgulloso y siempre dispuesto a la lucha estaba amenazando con desaparecer. Su mirada se afiló mientras contemplaba con suspicacia la vista clavada en el suelo del menor. ¿Quién diablos había conseguido domesticar a aquel herbívoro? Y lo más importante... ¿por qué no había sido él?

 

 

Notas finales:

La semana que viene se presenta bastante liada para mí, así que no creo que pueda actualizar. De toda maneras intentaré no tardarme y poder poner la continuación prontito.

Gracias a todas por el apoyo que me dais, vuestros comentarios me animan a seguir con más ilusión todavía con este fic de esta pareja que es tan especial para mí.

 


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