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Me enamoré de quién no debí por dei_angel

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Notas del capitulo:

hola^^

 

Ahora si lindura, vas a hacer mío, ya estás solo, no hay nadie quien te defienda de mi. – el desconocido se acercaba a la mansión que ahora se encontraba desprotegida.

Deidara la notar que no había nadie despejó la visión de su ventana, recogiendo las cortinas que de esta colgaban, a continuación se cambió de ropa, se puso una camisa de mangas largas que se ajustaban a sus brazos, que le llegaban y apenas cubría su trasero, tenía tres botones, los cuales desabrochó y se soltó el cabello, se sentó en el borde de aquella ventana, cruzó sus delgadas piernas y se colocó el cabello rubio del lado derecho y lo peinó con suavidad. Acto seguido, se levantó y miró a través de la ventana, movió con coquetería su cabello y soltó las ataduras de las azules cortinas, cerró su habitación quedando a oscuras completamente, se metió en la cama.

El señor de gruesa voz, se escurrió por la mansión ágilmente, sin dejar de estar excitado por aquella hermosa visión.

Esas piernas, esos brazos, ese cuerpo, ese cabello…te verías preciosa gimiendo y con la mejillas sonrojadas de placer, vas a ver…te lo meteré tan duro, que no te van a quedar ganas de acostarte con nadie más…lindura - sonrió sádicamente

Cabe a destacar que el desconocido tenía una maleta con algunas cosas.

**

Itachi y Naruto salieron de la cafetería.

Naru, ¿Qué quieres hacer? – Le preguntó regalándole una sonrisa sincera.

No sé… ¿Paseamos? – se sonrojo.

¿Quieres ir a mi mansión?

Tu…mansión. – con duda asintió.

Bueno, aún no, vamos a pasear primero.

Está bien, Itachi.

Pasearon y caminaron, Itachi no se sentía bien, la verdad es que una opresión ocupaba su pecho, de pronto unas ganas de toser le vinieron, se sentó en el primer banco que vió, Naruto por su parte reaccionó de manera lenta y observó al azabache con preocupación.

El desconocido ya se adentró a la mansión, sus pasos eran sigilosos, no se escuchaban, más solo la calma, su excitación era tanta, pero tenía que camuflajearse. Siguió los pasos hasta dar con la habitación, del bolso que tenía  sacó una llave.

*FLASH BACK*

Soy Haruna, mira uno de mis sirvientes te dará una llave, la correspondiente de la habitación de Deidara. – Haruna hablaba por teléfono.

Ah, gracias.

Solo que no te descubra. Diviértete. – Colgó.

*FINAL FLASH BACK*

Por supuesto que me divertiré como nunca. – rió por lo bajo.

Y sin perder el tiempo, metió la llave por la cerradura, supuso al principio que la lindura como le llamaba, no habrá cerrado bajo llave, pero vestido de esa forma, cualquiera, cualquiera se atrevería a tocarlo, a dañarlo… - Te voy a dañar – en un momento en el cual sus pensamientos volaron ya tenía acceso, se infiltró en la habitación de Deidara.

Lo que vió lo maravilló.

Itachi, ¿estás bien? – preguntó con inquietud.

Se fue acercando poco a poco, guiado por la atracción que lo mantenía apegado al hecho de tocar, su emoción crecía y sus ojos se llenaban de lujuria. Se sentó en una de las esquinas de la cama, empezó a tocar una de sus piernas, el rubio acostado boca abajo, le permitía al otro más empuje.

Acarició la pierna con sensualidad y a cada toque quería gemir, pero si lo hacía sería pillado, aún no, se mentalizó de esa manera.

Tienes una piel suave…he estado con tantas chicas, pero ninguna me ha hecho gemir, ninguna, aunque tú eres un hombre – susurró acercando su boca a la delgada pierna dándole un beso que sonó húmedo. Sacó su lengua y la paseó por todo ese pedazo, cerrando los ojos fuertemente. Su mano derecha rozó con  la pierna derecha del rubio y la izquierda subía por el muslo izquierdo, acariciándolo lujuriosamente, sus dedos curioseaban por esa piel tostada tan delicada, era algo indiscutiblemente artístico, en ese tocar su mente se ausentó de su cuerpo obligándolo a devolverse a la tierra con una señal que le agradó y le excitó.

 Pero en eso recordó que, esa palabra, artístico…él la había empleado para alguien, si, sabía pero su memoria ante tanta emoción no identificaba ni ubicaba el recuerdo, de malas…

Separó las piernas del más pequeño con delicadeza y subió la camisa un poco, admiró su trasero y en lo que digo de admiró su trasero, sí, eso le pertenecía a este extraño. Las dos manos ahora sin oficio, se pasearon por esa parte del cuerpo. Un gemido medio dormido por parte de Deidara se escuchó en la habitación, aumentando ya, su excitación y notoria erección.

Se despegó y se alejó del cuerpo que reposaba tranquilamente, nada lo ha perturbado, nada en lo absoluto.

Eres tan hermoso… - susurró con un tono un tanto raro, sabes la verdad no sé el cómo describirlo.

Agarró su maleta y la abrió, allí se encontraba una inyectadora.

Si, es lo que piensas…

Itachi paró de toser, Naruto se tranquilizó al máximo, pensó que ya todo acabaría, pero no fue así…cuando observó el rostro de su amor, le dieron ganas de llorar.

El Uchiha, tenía sangre en su boca, lo que empezó con un mareo y una opresión en el pecho terminó con un hilo de esa sustancia roja.

Naruto… – habló con voz ronca – No le digas a nadie.

Pero yo…  – fue interrumpido.

No hables, no le digas a nadie. – Su mirada se volvió manipuladora – Te llevaré a la mansión.

¿Te ayudo?

No, gracias.

Se montaron en el auto, Haruna los seguía, pero aún no arrancaban.

Oh Itachi, no sabía que estabas enfermo, me pregunto, ¿Qué será? – Haruna conversaba con ella misma.

*Ring Ring*

¿Quién és? – Contestó su teléfono.

Hola Haruna. – Habló el desconocido.

Ah, eres tú. ¿Ya estás con Dei?

Si y créeme, no he tenido sexo con esta lindura y ya me tiene loco.

¿Y que estás esperando? Te di la llave para algo.

Lo sé, lo sé, todo a su tiempo. ¿Que estás haciendo tu? – denotó con curiosidad

Persiguiendo a Naruto y a Itachi. – contestó de mala gana

Está bien, te dejo, me voy a divertir. – se burló. – Diviértete.

Púdrete. – finalizó la llamada.

Itachi, no deberías conducir, yo lo hago. – dijo Naruto.

No, estoy bien ahora.

Ignorando las sugerencias de Naruto, Itachi prendió el carro y marcó su camino, por otro lado, Haruna los seguía.

RING RING

Diga – Contestó Itachi.

Adivina adivinador.

¿Qué quieres? – Respondió con calma, si se desesperaba, perdería…

A alguien que conoces… – Terminó con la poca conversación.

 

 

 

 


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