Todos los recuerdos viajan en su mente como un mar incontrolable, todo él lloraba, los ojos llenos de vida que demostró, se fijaban al vació y solo salía de esos labios que no se movían la palabra, o más bien el nombre…Deidara…
Se durmió. Ese lugar le daba paz, pero en su dormir, alguien se sentó a su lado y lo miraba de forma totalmente amorosa, quisiera esa persona aliviar el ardor de su alma, pero no podía, porque ni siquiera ese desconocido era capaz de aliviar su pena, cuanto extrañaba ser niño y no un hombre.
¡Itachi! No tenías que hacer eso – se sonrojó aquel hermoso niño
¡Es mi deber!
Siempre fue tu deber, pero ahora es mi turno…
¿Por qué Deidara no contesta? – Sasuke llamaba.
En definitiva iré a la mansión Namikaze. – Sasuke estaba preparado para ir hasta allá, sentía, no, más bien presentía que todo su mundo se derrumbaba
Itachi, lamento todo esto, yo no debí sentirme atraído por el novio de mi hermano, eso es algo malo, yo no sé porque tuve que sentir esto, pero, no, seguramente que cuando vea a Sasuke en esa reunión todo se va a aclarar y volverá a ser como antes. Yo amaré a Sasuke, tu a Deidara – se iba quebrando su voz, su alma no aguantaba, quería a Itachi, pero algo dentro de él le decía que tuviera cuidado con lo que deseaba, su lado malo, si es que tenía, estaría a punto de volar por los aires – no sé si aguante.
Veo que no hay tanto tráfico, ya quiero verte mi ángel – decía Sasuke de lo mas entusiasmado viendo que faltaba solo media hora para ver a su amor.
Será mejor que me duerma – Pronunció Naruto. Se quitó la ropa y se colocó una bata de dormir que le llegaba hasta los muslos. Luego se acostó y depositó su corazón dañado en la almohada con Itachi entre su alma y un deseo escondido entre las sabanas… “Te deseo Itachi…”
Todo estaba oscuro, en su mente ahora yacía vacía y a lo lejos de su tacto una mano acariciaba su mejilla pálida, ¿Quién era? No tenía ni la más mínima idea. Abrió con lentitud los ojos negros que poseía, borrosos veía, se acomodó en el sitio y lo único que salió de sus labios era un recuerdo que no se escuchó, las fuerzas que ahora quedaban eran súbitas.
¡Hola! – Dijo aquel.
Hola – se escuchó de parte del otro. Itachi no tenía ganas de hablar pero aquellos ojos que miró, lo impactaron, una reminiscencia se hizo presente en su corazón.
¿Itachi-sama?
Y fijó su mirada en la de esa persona, sus ojos se abrieron de forma sorpresiva, al fijarse en tal ternura de imagen, un chico que no pasaría de los 19 años, con unos hermosos ojos llenos de inocencia
¿Itachi-sama, le sucede algo? – Preguntó acercándose más, un poco tímido.
No nada, es que tienes unos ojos muy lindos. – Honesto como siempre.
¿Eh? – La sangre se le subió a la cara, como prueba de ello a la vergüenza que poseía, y el contraste de su piel, hacía un resaltador natural, dándole vida a un muchacho que de pintura, sería un ser muerto.
Le deje el informe, ya dentro de poco comenzará otra reunión. – Ese tono de nuevo, su alma en quiebra, pero se concentraba en no perder la compostura de presidente que tenía.
¿Qué hora es?
Son las 5:30Pm.
Bien, ya voy – Se mareó momentáneamente.
¿Se encuentra bien?
Si, gracias – le sonrió de forma segura, lo que hizo sonrojar al menor de los dos.
Le ayudaré – El más joven lo tomó del brazo y en ese momento…
¿Tú eres ese chico, el de la oficina? – Itachi sonrió, le hacía bien estar con ese joven.
Bueno yo – se sonrojó – si soy el chico de la oficina, Itachi-sama – bajo la mirada.
A Itachi un sentimiento de ternura lo embargó de forma abrumadora, tenía ganas de abrazar al chico de manera muy posesiva, pero no lo haría, se lo quedó mirando fijamente, eso le hacía sentir desconocido.
¿Itachi-sama?
No me llames Itachi-sama, sólo Itachi. – se acercó al joven, le daba un aire familiar pero no sabía.
Está bien solo Itachi.
Y dime tu nombre, no lo sé – pronunció Itachi con curiosidad
¡¿De verdad no te acuerdas de mí Itachi?!
Dei ya te voy a ver y volveremos a hacer el amor – Dijo Sasuke que ya había llegado a la mansión namikaze tocó la puerta y le abrió la ama de llaves.
Joven, ¿Qué desea? – Preguntó con educación
¿Está Deidara? - Interrogó con deseo.
SI está, ¿usted es?
Soy Uchiha Sasuke.
Fue caminando hasta que se topó con una habitación cerrada – Seguro que estas ahí amor – estaba toda oscura, entró lentamente y se posó en la cama on cuidado, empezó a acariciar el rostro – Que suave es su piel…
Itachi, yo soy…
Nada más que las ilusiones volaran y estuvieras con ese rubio, pobre de ti hijo mío que has sufrido…pero ahora es que te falta hijo…