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¡Mátate! por Chat Noir

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Notas del capitulo:

Puede que sea el más largo de todos... Lo he escrito en tiempo record jajaja... No sé, es mi capitulo más, eeehmm, decadente? y personal... Algunos de los párrafos son fragmentos que había escrito por ahí y que ya había publicado, pero decidí incluirlos porque sentí que se conectaban bien con el estado de Shuichi. Recomiendo leerlo escuchando el disco In Bocca al Lupo de Murder By Death

Bueno, lean :) 

Efecto del fin

 

Estaban tan drogados, sus labios estaban dormidos  y sus extremidades no respondían, todo movimiento parecía anacrónico, su cabeza se sentía pesada mientras el suelo parecía de espuma. Sus percepciones, su noción de espacio y tiempo ¡todo! Una metamorfosis implacable y aturdidora, como si el cielo subiera y bajara en una sinapsis mal procesada, entre hermosas formas amorfas, colores que un ser humano normal no sería capaz de imaginar. Él estaba tan drogado que se dedicó a reflexionar, volviendo a un estado de profunda confusión, donde su percepción se volvía ominosa y el letargo se alejaba entre vasos de champagne, aguardiente y un estrambótico sonido, que le recordaba al charlestón. Y pensaba, y pensaba, y pensaba, volviendo a sus acuciosas dudas y melancolías. Había sido tan feliz en las últimas semanas, olvidando sus tenebrosas alucinaciones, aquellas frases apagadas que repetía una y otra vez en hojas blancas habían cesado; sarcástico, de un humor negro muy divertido, de pesadillas sumergidas, intelectualidad anti-estética. Pero ahora que volaba, sentía que estaba hundiéndose en un mar de barro y mierda. Pensar hasta que salgan yagas, pensar hasta morir; sí, siempre pensamos, pero darse cuenta de que pensamos, por eso pensar hasta que salgan yagas, pensar hasta morir, pensar hasta vomitar bilis y sangre, hasta que se te detenga el corazón con un suspiro, en una calada de tabaco sabor vainilla. Y pensar que sigues enamorado de un fantasma, eso es lo peor: espectro necrófago que se excita hasta el punto de las arterias gastadas y las venas putrefactas se agolpen siniestramente en su carne mórbidamente descompuesta.

Siento que todo se expande, como si la vida se emplazara hacia otras dimensiones, como si todo se hiciera más grande e inalcanzable. Sí, aún más. Me duele respirar, me duele mirar, mi cuerpo parece derretirse. Me siento bien, me siento destruido; parece nihilismo corpóreo ¿Qué es lo que acabo de inventar? Me pregunto si con hongos sería distinto. Quiero morir, otra vez ¡oh, sí! Otra vez. Estoy aquí, tumbado en la alfombra venenosa, tan sucia y mohosa. Quiero morir, porque no quiero enfrentarme a lo que debí enfrentarme hace tanto. Intento de suicidio, no es malo, tampoco es tan extraño… Pero en mí sí lo era, porque todos pasaban encima de mí sin importarles nada, porque creyeron que no me importaría, porque se dieron cuenta de que sí me importaba. Me sentía fuera de lugar y debería odiar a Tohma por ser un hijo de puta, sin embargo está tan mal como yo, vomitando en un abismo complejo y turbio, entre el océano de cavilaciones perennes; las divas siempre caen. No lo puedo entender, pero así son las cosas.

Cáncer infernal, que evoca la muerte de manera natural, no podrías entenderlo porque querer implica más que simple ambigüedad. Sin embargo, y me explico, no estoy obsesionado con la muerte, ni con alguna enfermedad, es simplemente que soy muy enamoradizo y esa ominosa palabrería es lo que me mantiene atada a una ilusión tan desastrosa como mi cabello. Leyendo entre líneas, para entender algo, aunque sea una nimiedad, de esa congoja desesperada por llamar la atención ¿Cómo no podría doler? Si alguna vez amaste con pasión mortífera, házmelo saber. Vestido de negro, esperando algún funeral, muchos corazones rotos, en sus ataúdes de metal, han pasado. El metal es la coraza, no es que los corazones hayan fallecido. Muchos noctívagos nostálgicos como yo y muchos soberbios como tú. Cáncer de amor, un nuevo cáncer que los médicos no pueden denostar, por eso al infierno iremos a bailar. La tristeza es algo que se puede llevar, así como Atlas o se te olvida que él lleva la amargura en sus hombros. Escucho los saxofones ahora ¡Ah! Pero a ti no te gusta el Jazz ¿Cómo nos podremos llevar? Voy de negro ahora y el óbito camina descalzo porque le robé sus zapatos ¡Cómo no iba a doler! Avísame si te enamoras, para que pueda aconsejarte con el pasado que pasó en un Austin 7 y así te puedo hablar anfibologías peores que las tuyas. Tal vez mis experiencias estén más enmohecidas que las tuyas, por el tiempo sin uso. Busco un sombrero rojo para combinar con mi atuendo negro, así se podrá entrañar un poco mejor las pasiones atrevidas. Un burdel nos espera, los esqueletos se mueven bien, castañean sus viejos huesos de manera sensual y peculiar, erizan la piel, aunque para ese entonces ni siquiera tengamos la sensación activa. La fría muerte encontró sus zapatos y el cáncer siguió su camino ¡No seas diva! Eso le queda a Grace Kelly, hay asientos de sobra, es un espectáculo bohemio-aburguesado, por eso el Jazz ¡Ah, cierto! A ti no te gusta el Jazz, pero sí los burdeles… Aunque es de huesitos, bueno, ¿querías desnudos? qué mejor que hasta los huesos. Ya no puedes atravesarlos, apuñalarlos con la mirada, aquí la mirada no mata. El cáncer del amor siguió su camino. Allí viene el carnaval. Sí, es otro funeral, por eso carnaval ¿Cómo no podría doler? ¿Ya te rompieron el corazón? ¡Cantinero, un whisky doble, por favor! Melancolía, se ve mucho por acá, pero sigue bailando, la noche jamás descansa aquí. Sí, nos fuimos al infierno, pero no es cristiano. Otro funeral, muchos últimamente, ¿no crees? Bestias noctámbulas ¡Ah no! Somos nosotros, somos lúgubres, llenos de temores. Quédate un poco más, de todas formas los insomnes seguimos de pie. Estamos muertos.

Bajo tierra, allí, bajo tierra. Ataúd mortífero ¿Qué solemne discurso te puedo dedicar? Verás, te enterré seis metros bajo tierra. Sigo hablando de la tierra, ¿Y los gusanos qué? Ellos tienen que comer tu carne putrefacta, la guerra comenzará por el pedazo más tierno. Vástagos, bastardos de caníbales que comen tus sesos e intestinos, procreando; llanto, amago de lágrimas. Tú me dijiste: soy un hombre de corazón sensible, de amores inconclusos, de llanto fácil, de egocentrismo iluso. Yo dije: inocente romántico de amores mustios, que no te enamoras porque no olvidas y el poema más vil se acerca al abismo, porque eres tú el producto de la imaginación más brutal; yo que te quiero y tú te vas. Sentencia mórbida, quimera mortuoria, el epitafio tiene tus iniciales, es lo único que dejarás para la posteridad de un futuro sin nombre. Bajo tierra, con los insectos sedientos de sangre, ¿Dónde quedó el corazón? El mío se rompió, entre el fuego y el tiempo, entre llanto fulgurante. Correspondes la emoción ahora muerto, pero yo soy el muerto, ahí está el  de esa respuesta. Me tienes escuchando tus alaridos a lo largo de los siglos, cariños marchitos, labios carcomidos; vodka a medio beber. Correspondes, ahora, la emoción más imperfecta. Carrozas fúnebres de color pastel. Ruego que me quieras, en tu santo sepulcro, porque yo te quiero bajo tierra, seis metros bajo tierra ¿Y los gusanos qué? Aman el sexo en tus entrañas, aman el grotesco amor que tú me dabas. Poemas en prosa, eso me dijo aquel señor de los ojos diabólicos. Melancolía, ahora mi compañía, porque te marchaste, entre sangre carmesí ¿O era escarlata, o bermellón? Cierro mis ojos, anhelo una señal ¿Ahora me correspondes? Le hablo a tu tumba, a los seis… no, ahora son, siete metros bajo tierra. Ya no te veo, sólo está la sombra ominosa a través de un duro cristal. Susurros, bisbiseos ¿Correspondes la emoción añeja? Como vino, como drogas, como orgasmos en la oscura noche. Lloro por ti, el tiempo se hizo perenne ¿Cómo fue que te amé? No lo recuerdo. Claustrofobia, grita la catacumba. Cacofonía. No hay un final. Tú me dijiste: la ambigüedad de las palabras deja abierta puertas carcomidas por fantasmas agresivos, puertas que no deberían ser abiertas, puertas con candados oxidados, puertas llenas de suspiros añejos. Yo te dije: detrás de esa puerta no existe ni vida ni suspiros, hay sólo hastío. Tú me dijiste: ¿Dónde quedó el corazón?; silencio, más allá de las palabras. Siete metros bajo tierra, ocre; yo te enterré veinte leguas bajo el subsuelo. Ahora, llueve y el cielo grisáceo parece eterno.

¿Cuándo te enterré? En estos desvaríos drogadictos, yo te he enterrado, pero ¡Para amarte más! Soy una bestia inmunda, pero que escribe mejor que tú. Al fin algo mejor que tú, después de tu egocentrismo narciso, todos son mejores que tú. Por eso, ahora me doy cuenta, soy un sádico que te quiere humillado; lo quiso Kitazawa y ahora yo. Enfermo y maldito ¿Tú o yo? Si me aceptases devuelta, las cosas serían catastróficas: un amor trágico. Sabor a oxidada sangre, no obstante, yo siempre un paso más adelante que tú: soy adicto, depresivo y suicida, todo lo que tú nunca fuiste, que añoraste ser y que te dio miedo intentar ¡Que hermoso se oye! Los efectos pasan, así como ahora. La droga abandona mis sentidos, el fluir absurdo de pensamientos defectuosos. Pensar y pensar más allá de la cordura.

«Tohma, soy igual que Kitazawa, solo que más bajo, con cara de decadente y nada guapo.»

« ¿Qué mierda dices?»

«Que soy un bastardo.»

«Tú no eres igual que Kitazawa.»

« ¿Cómo no?»

«Tú eres peor, solo por el hecho de que eres mejor que él.»

«No lo entiendo.»

«Yo tampoco...»

Se levantaron mientras la habitación volvía a su forma original, el cuerpo ya respondía, mas lánguido se movía y el hambre amenazaba con volver. Existía el cansancio como ente en estado depresivo. El timbre sonaba y la puerta se oía forzada, gritos enfurecidos, la marihuana aún ensordece a los oídos y las palabras se vuelven balbuceos histriónicos. No hay momentos de paz cuando la fuga parece claudicar, cuando la esperanza parece un plato de con carne añeja ¿Por qué tanto ruido? Hasta yo siento que estoy en lo alto de una nube en el subsuelo. Alejados pasos tambaleándose, ellos siguen como si nada, buscando un rastro de adicción o sólo un cigarro que no esté totalmente consumido. Todo era para relajarse, es la próxima etapa de los decadentes, la calma antes de la tormenta o un libro de trama lenta. Angustia. Golpeteos insensatos ¿Qué es lo que acongoja tanto afuera? Pues, sencillo o, quizá, no tanto.

Notas finales:

No sé que más decir 

Saludos!


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