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¡Mátate! por Chat Noir

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Notas del capitulo:

He regresado :) y sin mayores comentarios :D

Gracias por leer :3

 

Estúpido sueño ¡no! alto, no puedo culpar al subconsciente; estúpidas emociones, malditos recuerdos en bermellón, nadie puede luchar contra ellos, son tan fuertes como Sansón y rufianes como Loki.

 

Y el sol, impúdico e hipócrita ¡Salvaguardas la penumbra y te olvidas de que la noche acecha, eterna y dantesca, para volver y esclavizar a las almas torturadas! ¡Te creemos y somos tontos, porque el crepúsculo mata todo, y todo acaba cuando circulas perenne por la vastedad de un universo egoísta! ¡Hiriente y nuestros miedos intactos, allí yacen, escondidos entre las claras estrellas, llorando y riendo! ¡Vástagos! ¡Telarañas putrefactas, bellezas mórbidas! ¡Insectos repulsivos, que se arrastran entre la carroña descompuesta, entre el pus, fluidos orgásmicos y la sangre coagulada en el suelo! Suelo, que llamamos… memoria.

 

Esa memoria trae consigo, entre el suicidio y la nada, el recuerdo más sanguinario, la reminiscencia del Amor. Ser auto-consciente, autómata independiente, andrógino desvergonzado ¡Sádica escoria!

 

El Amor, un prostituto violado, inocencia esclavizada entre el sexo enfermizo y emoción nostálgica de reciprocidad afectiva. Sí, ese era yo.

 

Te he vuelto a escribir, a pesar de que ahora puede que estés muerto o en medio de un polvo sentimental.

 

¿Puedo confesarme de la manera más patética?

 

Sigo amando la manera en la que me mentía; muchas veces pensé que lo hacía porque no deseaba romperme una vez más el corazón. En cierta forma, él me quería, ¿Cierto?

 

Muchas veces se me ha cruzado por la cabeza volver y amarlo. Una obsesión no es tan fácil de olvidar, no es sencilla de engañar; amo la manera en que solía violarme, queriendo desquitar su odio y agonía en mi cuerpo. Recordar su pene desgarrando mi entrañas, sus labios quemando mi piel; sus palabras de odio, de cariño, de desesperación. Frases desgarradoras, no era mejor que Kitazawa. Era bajo y repulsivo, un engendro, una bestia macabra; sus lágrimas, cuando se arrepentía, cuando se daba cuenta de lo vergonzoso que era, de lo vomitivo y, como yo en estos momentos, patético. Lo odié.

 

Seguía con él, a pesar de que en el fondo, me daba asco; lo amaba tanto que aún ahora me duele. No soy humano, o tal vez, soy demasiado humano. El lenguaje puede ser tan confuso.

 

Pero él me ha olvidado, lo sé.

 

Vi, hace poco en el televisor de un café, que está con Suguru; él debe conservar la inocencia que yo perdí entre sus piernas. Ahora él disfruta la depravación de una grotesca relación llena de odio. Llora su desamparo y negligencia, la violencia física y psicológica; él ahora ama su belleza cruel y sucia, los ruegos y suplicas. Yo sigo amando eso.

 

Se nota que he perdido toda mi herencia, de recato y perversión disimulada, japonesa. No temo el contarte esto, aunque mis rasgos nipones sigan evidenciando esa tradición. He cambiado, o tal vez si hipócrita sonrisa siempre ha albergado esta emoción lábil y siniestra. Pero lo que sí sé, es que nada tiene sentido ahora. Nociones de distopía y frustración. Sí, soy más humano de lo que me atrevo admitir.

 

Haré una pausa, quiero contarte en esta misma carta lo que haré a continuación…

 

 

 

Lo he llamado, después de años. Que graciosa experiencia. No reconoció mi voz –está más ronca y desgastada -, mas cuando le dije quién era me pareció que la suya desapareció por un segundo y que, de pronto, se tornó… aliviada, hasta, podría decir, que feliz; la mía también, por un instante, volvía a ser Shuichi. Me preguntó lo típico, te lo podrás imaginar. Debes estar sorprendido, decepcionado. La irrelevancia de la conversación, nos llevó a la consternación: me suplicó mi paradero y yo sólo callé. Dijo que me buscaría, pero el teléfono que ocupé era un celular muy viejo que yo aún guardaba de mis días en Japón, sin GPS y menos una dirección a la cual adherirse para un sorpresivo encuentro; dijo que me quería y yo sólo guardé silencio; dijo que me quería y yo, y yo, perdí mi aliento. Que poco poético. Que cliché más obvio. Dijo que todo era mentira, yo amo la forma en que miente, yo corté; diez minutos de conversación, hice añicos el aparato, hice añicos mi dignidad, hice añicos mi cordura.

 

Llanto. Dime que hice bien. Dime que hice mal. Un acto intrincado y horrible he cometido. Doy pena.

 

Me he masturbado un montón de veces pensando en él, tratando de revivir las sensaciones explosivas y consecutivas que su mano le daba a mi falo, pero mi cuerpo ya no recuerda eso… soy un lisiado que aceptó la perdida de un miembro. He tenido sexo con putos y rameras, tratando de encontrar su aroma a hombre dolido y traumatizado, para satisfacer el dolor; sólo me he encontrado conmigo y el aroma a sexo inmundo. Me he drogado y embriagado, queriendo hallar su sabor, el amor. Cocaína adornando mi nariz, y no encontré su reflejo, la alucinación de sus ojos gatunos. Vodka en bolsa, para saborear la costosa cerveza que él adquiría con tanta devoción; una llamada y me di cuenta que esos placebos jamás surtieron efecto, me sentí más desamparado y feliz que nunca. Ambivalencia.

 

Tengo miedo y ahora no hay placer al escribir. Mi cuerpo arde en horror y suplica por un poco de amor. Quisiera aplacarlo, quisiera no llorar con este rostro hierático y envejecido.

 

Te digo adiós, no para siempre…

Shuichi.

 

 

 

Notas finales:

Bueno mis niñas y niños, sería el final de esta carta/capitulo.

Besitos y no se olviden de los reviews ;3


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