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¡Mátate! por Chat Noir

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Notas del capitulo:

He vuelto, con referecias a Poe, Lovecraft y Sartre :) malas referencias, pero referencias al fin y al cabo.

Es un capitulo desicivo, porque el final se acerca. A nivel léxico creo que es simple, quizá. Bueno eso no importa.

B-happy. 

Cuando somos jóvenes, las cosas son inmensamente fáciles bajo el alero de unos padres que puedan ‘soportar’ nuestros vicios lozanos. Vicios que año tras año van creciendo sin que pudiesen ser detenidos y agotando nuestras fuerzas, la voluntad y la confianza. Cuando somos esos ingenuos adolescentes, creemos que la amistad es un deber y la felicidad es alcanzable solo si no cometemos los mismos errores que nuestros progenitores; que sencilla es la vida al ser niños, al ser jóvenes: las esperanzas del mañana, las ganas de ser mejores, ricos y poderosos.

Nuestros padres no nos preparan para las emociones más horribles, las más hieráticas, las más sombrías; el miedo, el miedo mezclado con agonía es la peor de todas. Lloremos en silencio por un momento, para que se preparen para el momento más tormentoso, para que nuestra estrella se prepare para el instante más doloroso.

Después de esa llamada, tan generosa en cuanto a confusiones se trata, el shock fue la sensación más devastadora; los días pasaban lentos, el tik tok del reloj era como una alarma fulminante y ensordecedora.  Quería volver a ser joven, un niño inocente que no tenía idea de nada, que veía el mundo con asombro y sin miedo, porque ahora, lo que pasaba por su mente, era terror, suplicio, sempiterna angustia.

Ya no salía de su casa, la agorafobia era total y su claustrofobia parecía un recuerdo melindroso de los mejores veranos en la Toscana. Se quedaba en el balcón la mayor parte del día, vigilando aturdido, con un dejo de nostalgia, las calles noctambulas de esa enfermiza ciudad. La tumba estaba en el olvido más reminiscente, solo estar cerca de ella calmaba su ansiedad, mas la lejanía lo tenía agobiado. La melancolía del sepulcro, el animal necrófago; tal vez un ser en el umbral, con hambre sádica de masoquismo.

Miedo sí, porque eso tenía, mucho pavor de que lo encontraran, su aparente y soslayada paz se esfumaría como la bruma matutina. Cada vez que oía los pasos del corredor, cada que veía las oscuras figuras que recorrían los pasillos del edificio donde sus huesos yacían casi inertes; ahora sabía cómo fuere la sensación atroz de aquel poema de antaño escrito por Poe. Ese fantasma jamás le diría su nombre pues las pesadillas carecen de uno.

Pasaban los días como si estuviesen contenidos en un museo grotesco, adornando los muros con pavor adormecido. Cada suspiro se volvía catatónico, cada gesto una maldición intrusa; ojos rojos, temblores profetizando el desastre, piel grasosa y labios mordidos.

La noción del tiempo se había vuelto milenaria, siglos habían pasado en 24 horas multiplicadas por x números, que complejo se vuelve todo cuando lo inevitable desgarra los sentidos. De esa forma la puerta sonó, como en aquel poema de Edgar, empero él titubeo y taciturno avanzó hacía la puerta, sin afán de responder con alguna mera sílaba.

Abrió la puerta, notando la poca insistencia en los golpeteos. Abrió la puerta, el remitente de sus cartas estaba frente a él, ninguna emoción se agolpó, ninguna como el espeluznante terror. Sabía que si ese hombre estaba allí era sinónimo de desastre, caos.

«Han pasado pocos años y pareciera como si eones pasaran por tu rostro.»

«Lo mismo digo, pero de tus ojos…»

«He venido a prevenirte, el momento se acerca

« ¿Por qué eres tan severo con tus palabras? Sé perfectamente que esto tenía que ocurrir

« ¿Nos restregaremos el pesar en el dintel o me harás pasar? »

«No veo algún motivo por el que debamos atragantarnos con cianuro aquí.» caminó desconsolado, su corazón delataba su abatimiento, la apática faz enmascaraba ese terror inminente, no obstante el remitente notaba que su cuerpo temblaba con súbito descaro ¿Tanto miedo provoca el pasado? ¿O es el presente, o es quién es ahora lo que le aterra? «Ya lo sabes… pero lo que me provoca pavor no es ser quién soy, lo que me atemoriza es la idea de que estaba latente y nadie, nunca, lo notó… eso da miedo, da miedo ver que siempre estuve dentro de él… de ese niño inocente, de ese joven alucinante y esplendoroso… todo esto, la bestia noctambula, el animal insomne, el hombre inhumanamente humano… y fui amado, drásticamente, sin mediar en mí mismo.»

«Lo inevitable se acerca fúrico, lacónico e intransigente. Sé muy bien lo que se viene y creo que algo de la experiencia de este misógino Melquíades puede sostener las estructuras de un mundo que se quiebra; anticipar el desastre y re-traerte del terror. Eres el ser más despreciable, lo sé porque yo lo soy más; conozco la bajeza y la sutileza del suicidio, el cinismo rayando en la insanidad; la cordura no tiene cabida en nosotros. Te aprecio, eres lo que alguna vez quise salvar, sin embargo más sofisticado, excéntrico y maravilloso, la bestia más lóbrega. Te amo, nos amamos en nuestra necedad, en la virtud del vicio. Me quedaré y no es sugerencia, tampoco una petición, es una orden y un hecho. Como un maquiavélico, podrido y frío jefe, como un amigo, te lo digo.»

La traición no eran una palabra que entre los dos tuviera efecto, ninguno tenía algo que perder: el alma era una semilla arisca y erosionada. Se miraron, el rostro limpio y serio observaba inquieto al pequeño espectro, que melancólico atendía los ojos del ajeno. La mirada del otro es el infierno. Ambos lo sabía, desde hace varios años que esa era una verdad sin cuestionar en la lógica; no había un solo atisbo de resentimiento o prejuicio en sus orbes, ya que ellos, había aprendido a no mirar.

Cuando solía ser joven, cuando los sueños acechaban cada recoveco de su superficial cabeza, nunca imaginó que la única persona que se quedaría a su lado sería aquel famélico y perturbado personaje que le miraba intensamente con afán de salvación.

«Gracias, Tohma… pero nuestro final se acerca, macabro» lamentó con optimismo.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. Dejen comentarios :)


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