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¿Qué ha cambiado? por Radhe

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Notas del capitulo: -.- Perdón por tardar tanto
Afrodita subía rápidamente las escaleras. Estaba tan enojado que había comenzado a correr casi sin darse cuenta, subiendo todas las escaleras que lo separaban de su templo sin tomar un respiro. No se dio cuenta de que lo estaba siguiendo, su mente estaba ofuscada por la ira y no se detuvo a pensar para nada.

Se metió con prisa a su jardín, hasta encontrarse frente a su fuente. Se apoyó en ella, con tanta fuerza que dejó la silueta de sus dedos marcada en la roca. Estaba cansado de tantos desplantes, de la furia que sufría cada vez que se tropezaba con Death Mask.

Respiró profundamente y acarició una de las rosas como para trasmitirle toda la malsana sensación que se había apoderado de él tan pronto como comenzara el día. Era la historia de siempre, ya no era divertido. Odiaba sentirse así, a pesar de su disposición de enfrentarse al otro cada vez que tuviera oportunidad, la verdad era que no lo disfrutaba. Hubiera preferido ignorarlo y concentrarse en sus propios asuntos.

La rosa entre sus manos se marchitó a su contacto, afectada por la energía destructiva que despedía. Afrodita se obligó a conservar la calma para no destruir el jardín entero. Arrancó uno de los pétalos muertos, grisáceo y extrañamente pesado.

Miró entonces la fuente, profunda y turbia, cubierta de algas y lirios. Incluso había descuidado su jardín a causa de los constantes pleitos con ese sujeto. Meció el pétalo en la punta de sus dedos, y en un gesto entre dramático y juguetón lo arrojó a la fuente, cayó como si fu era una moneda pequeña y se fue al fondo. Afrodita pidió su deseo; ahogar su coraje y al causante de él.

Y la fuente debió hacer burla de su pedido, porque justo entonces Death se cansó de mirar y moviéndose con su velocidad natural, empujó su espalda y lo echó dentro de la fuente.

La caída fue rápida, lanzando un reguero de agua que empapó al Cáncer que ni aún así dejó de sonreír. Afrodita cayó con la cabeza por delante y se golpeó la nuca; sintió que se ahogaba y boqueó mientras apoyaba las manos en el borde del lado contrario. Se hincó despacio en el fondo de la fuente. No fue hasta que vio a Death que comprendió que rayos había pasado.

Entre asustado y sorprendido se levantó tan rápido como le permitió el dolor en su cabeza. Completamente empapado y con el cabello lleno de plantas. Se despejó el cabello del rostro, con una expresión descontrolada. Aún boqueando mientras trataba de tomar pie en el resbaloso fondo de la fuente. En cuanto pudo le dirigió una mirada furiosa, y ambos volvieron a enfrentarse.

-¡Malnacido idiota! Lárgate de aquí. ¡Vuelve a tu templo de porquería!

Le gritó, saliendo de la fuente de un salto y luego se metió a sus aposentos, sintiéndose demasiado furioso como para responderle de una forma inteligente. Maldita orden de no hacerle daño. Si por él fuera, lo mataría de verdad y lo dejaría dentro de la fuente, a que nutriera las aguas. Que sería lo único útil a lo que podía servir.

Dm lo siguió, mirándolo enojado, aún estaba adolorido por el golpe que le había metido Aioria por su culpa.

Piscis en un reflejo de su enojo se arrancó la túnica de entrenamiento, estaba empapada. No le importó un comino que el otro estuviera allí, a tan sólo unos pasos.

-¿Tratas de seducirme, florecita?

Preguntó con una burla que trataba de esconder su cabreo. Si por él fuera le hubiera roto el cuello hace mucho. Afrodita puso una expresión desanimada… todos habrían creído que sí, que lo había seducido y que se le insinuaba con cada pelea que llevaban a cabo. La imagen le resultaba demasiado desagradable, como si por su aspecto fuera a desear encamarse con todo el mundo. De pronto le surgió la necesidad de limpiar su nombre, de provocar tanto a Death para que jamás volviera a hacer sugerencias que acompañaran su nombre.

Pues para que el resto no siguiera creyendo que había algo entre ellos, la verdad debía salir de la boca del italiano. A él no le creerían, y de verdad le gustaría que ese cangrejo se mordiera la lengua. Con un gesto de furia que llevaba mucha coquetería implícita, le arrojó el trozo de tela empapada que antes fuera su camisa.

-Justamente. Tengo grandes planes para nosotros.

En un instante se acercó al sorprendido hombre, que no atrevió a moverse y forzó un beso. Death Mask puso una cara de franca repulsión, pero se quedó de piedra al ver una sonrisa de Afrodita y entonces comprendió el juego. Si se hacía hacia atrás parecería un cobarde que alardeaba demasiado. Se trataba de ver quien cedía primero.

Esperando que fuera el pez quien se rindiera devolvió el beso. Y Afrodita se enfureció aún más, tanto que en lugar de retroceder, le metió a mano entre la ropa mojada, acariciándole la espalda. Death, comprendió que el siguiente paso estaba en sus manos y le acaricio los glúteos por encima del pantalón empapado.

Ninguno de los dos se detuvo a pensar seriamente a lo que estaban jugando. Sencillamente buscaban la forma de descargar toda la furia que llevaban desde hacía demasiado tiempo y ya que no podían matarse, seguían intentando hacerse retroceder. No les importó lo extraño del asunto, sólo su orgullo, que no podía condescender ante el orgullo del otro.

En su constante juego de tira y afloja, se fueron obligando a ir llegando más lejos; no parecían dispuestos a ceder su cuerpo, pero tampoco tenían reservas en tocar lo que no era suyo.

En poco tiempo terminaron desnudos, tumbados sobre el piso fresco de las galerías junto al jardín. Removiendo insistentes sus cuerpos desnudos, frotándose y cambiando de posición constantemente. Ninguno estaba dispuesto a ceder su interior al otro y tampoco tenían interés en adentrarse en el cuerpo enemigo, pero no podían ceder, aún querían que el otro se rindiera.

Luego se peleaban por ver quién quedaba sobre el otro, pero tampoco ninguno quiso consentir en eso, por lo que terminaron medio apilados contra una esquina, uno con la espalda en el suelo y otro con la espalda en la pared. Friccionando ya únicamente sus caderas mientras se jalaban de cabello con saña. Estaban descontrolados, dejaban fluir todas sus emociones a lo largo de sus cuerpos, que se removían ansiosos. Sus cuerpos húmedos por el agua de la fuente se deslizaban fácilmente; los jadeos ahogados llenándolo todo, en ecos graves que se expandían por las galerías de todo el templo.

Al final, ambos cayeron exhaustos ante el placer, cediendo únicamente ante esa sensación hormigueante y poderosa del orgasmo. Se quedaron recostados ahí mismo, sin mirarse, pero muy cerca. No querían tocar al otro pero ninguno se atrevía a ser el primero en alejarse…

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