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Entre Espadas y Hechizos por langui

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Lunas gemelas


Agarro fuertemente la espalda de kurogane, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello, no era que así lo hiciera, paro era divertido escuchar sus quejas y maldiciones.

-¡suéltame de una buena vez!, ¡mago estúpido!- gritaba, kurogane tratando de librarse del agarre de Fey sin éxito alguno.

-¡pero Kuro-pon!, tu dijiste que nos agarramos unos de otros

-¡eso imbécil!, unos de otros, ¡no de mi!- dijo mirando a todas partes para darse cuenta que los demás habían desaparecido –¡demonios!

-¿ya te diste cuenta?-pregunto tranquilamente Fey

-maldición, ¿por qué no pudiste perderte tu también?- dijo en voz baja, casi como maldiciendo su suerte y era lógico, desde que el mago se le prendió en la espalda podía sentir su calor, y esos deseos raros de quedarse así por mucho tiempo. Agito la cabeza molesto, ¡él no era así!, ¡no quería ser así!, ¡no lo seria!, el era Kurogane un espadachín guerrero, no un idiota.

-kuro-tintin-llamo el rubio

-¡¿ahora que demonios quieres?!-casi grito, aun tenía los ojos cerrados tratando de recuperar el control de sí.  Fey señalo, hacia abajo, mostrándole las múltiples estacas de piedras filas, que los esperaban.

En menso de un segundo, el moreno saco su espada, para destruir las estacas de piedra. Llevaban cayendo cerca de 20 minutos, así que estaba feliz de tocar tierra firme, aunque en este caso sería piedra firme.

Partió en múltiples pedazos las estacas de piedras, esquivándolas ágilmente, y cayendo suavemente sobre el suelo, lo mismo hizo Fey , siguiéndole la marcha.

-a veces es útil ser espadachín-dijo sonriente, a o que kurogane lo miro con una mirada asesina.

-¿a veces?-interrogo queriendo reclamar las múltiples veces que ser espadachín le había salvado el trasero. Saco su espada de una roca donde quedo apresada en el último movimiento.

Estuvo a punto de comenzar la discusión, desde hacía días que Fey estaba insoportable,  y no es que para su gusto antes hubiese sido un angelito, pero últimamente se pasaba, aceptaría cualquier comentario irritante de la situación, que hiciera cosas sin sentido como prenderse de su espalda, o tratar de darle reparación boca a boca, peor que el dudara de su habilidad con  la espada… eso jamás.

-¡oí!, que demonios te sucede, si tienes algún problema dilo de frente- Fey lo miro con una cálida sonrisa

-kuro-pin, esta fu-ri-o-so-dijo con vos canturrona

ya párale!-le dijo entono serio y comenzó a caminar-debemos buscar a los demás- kurogane comenzaba a caminar, mientras Fey lo veía algo entristecido, ser mago era una peste, mas cuando podías sentir lo que otros no sentían, aquella aura que invadía este mundo no era un aura buena, de hecho este mundo tenía una fuerte maldición, casi similar a la que él y su hermano cargaban en celeste.

Continuaron caminando o a lo menos eso creía kurogane, miro hacia atrás y allí el rubio lo seguía mal humorado, lo cual le pareció raro, Fey era el señor de los disfraces, siempre sonriente sin importar lo mal que se sintiese, y ahora ni una sola sonrisa fingida, solo la cara de amargado.

-valla, finalmente se te acabaron las bromas-dijo para tratar de encontrar la razón de su proceder, pero no obtuvo repuesta, siguió caminando, al igual que una densa niebla se iba incrementando a su alrededor.

Final mente llegaron al final del camino, es decir al final del barranco, la niebla se había disipado según salían de ese extraño lugar de estacas de piedra, y kurogane podía ver la luna llena en el cielo.

Miro al suelo sin quererlo para divisar en ella su sombra, que increíblemente alumbraba en la dirección hacia la luna llena, miro sorprendido no por el fenómeno, sino mas bien por la ausencia de la sombra de Fey, fue cuando comprendió todo, desenvaino su espada nuevamente y con ella apunto el cuello del rubio

-¿quién eres?

La sonrisa se enmarco en su rostro, y la pregunta se formulo

-escoge, ¿el o …-otra voz completo la oración, detrás de kurogane otro Fey-yo?

A travesó a ambos con un solo movimiento, mirando alrededor, pero no encontró al verdadero Fey, menos al mocoso, la princesa ni a la bola de pelos.

Miro nuevamente el cielo y diviso un asegunda luna, en fase de luan llena, ambas luces se contrarrestaban volviendo finalmente su sombra neutra, según la poción  que él se hallase.

-así que este es el límite- Trazo con su espada, el límite territorial  de ambas lunas, y siguió la línea esperando encontrar a sus compañeros de viaje sin éxito alguno.

Por otra parte, Shaoran no se hallaba en una buena posición, al ver a ambas imágenes de la princesa, pese a su éxito, no lograba quitarse esa horrible sensación de atravesar el cuerpo de quien amaba, dos veces.

La niebla se despejo por completo, y al hacerlo pudo divisar a kurogane

-¡mocoso!-lo llamo, y Shaoran aun no bajaba su espada

-detente, ¿Cómo se que eres tú?-interrogo el menor.

-tengo sombra-dijo y Shaoran abrió los ojos, era cierto, las princesas falsas no tenían sombra.

- entonces…

-no nos quieren en este sitio, los demás deben hallarse en la misma situación, al parecer solo destruyendo los clones podernos reunirnos- siguió caminando, y Shaoran lo siguió dudoso, quería regresar y buscas a la princesa, pero separar sería lo mismo que empeorar las cosas, así que siguió al espadachín para ir por la pluma.

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Elige, cuál de los dos-oyó el rubio  decir al clon del espadachín

-que difícil…-se quejo- alguno de ustedes sabe cocinar sushi, se me antoja un poco de comida japonesa.

Ambos clones repitieron la pregunta, pero antes de concluirla, Fey los había atacado, desvaneciéndolos con una vara de madera con punta redonda de hierro.

-¿ninguno sabia?, que lastima.-dijo para proseguir su recorrido, pero antes de hacerlo pudo divisar ene l suelo una línea recién hecho con una espada, supuso que el autor fue kurogane, peor el motivo…-no creo que sea para mostrarme el camino- avanzo atravesando la línea, y observo el fenómeno de las sombras y ambas lunas.

Suspiro profundamente y prosiguió su camino.

Por otra parte el dúo faltante aun se hallaba en un gran dilema.

-¡kya!, ¡qué lindos!-gritaba Mokona blanca a sus clones- a Mokona le gustan su clones, tanto como los clones de la princesa, decía mirando al los otros dos clones de la princesa que no paraban de caer la pregunta.

-elige, ¿él o yo?

-…-la princesa abrió la boca, pero Mokona no le dejo hablar al adelantarse con sus griteríos.

-¡kya!, ninguno, son tan monos, ¡kya!-brincaba alrededor de los clones- mokona debería llamar a la Yuko para que vea lo lindos que son, así haríamos una fiesta.

-¿peor los demás?-preguntaba tímidamente la princesa, al ver a la bola blanca abrir el portal para comunicarse con la bruja dimensional.

-Mokona creé que se pueden cuidar solo-dijo egoístamente, comenzando a tener celos de lo lindo que se veían ambas Mokonas falsas, así de decidió no llamar a la bruja.

De la nada en dos por tres, ambas Mokonas falsas eran desvanecidas por la mokona original.

-¿Mokona?-dijo la princesa sorprendida.

-Mokona, no acepta imitaciones-se defendió la bola blanca.

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Fey camino por todo el sendero que mostraba la línea dejada por el espadachín, hasta que finalmente dio con ambos, el espadachín y Shaoran estaban avanzando a lo lejos, sonrió un poco -2 de cuatro, es mejor a nada- pensó,  pero la princesa, su pecho se encogió al pensar en su paradero, ese lugar no era adecuado para estar solo, menos con esos clones. Sí la respuesta era  errónea sería catastrófico.

Flash back

-solo uno sobrevivirá.

Ambos hermanos ase miraron mutuamente, era imposible decidir ello, era inaudito, ninguno de los dos, lo haría.

Las palabras entre Fey y Yuui eran innecesarias, solo su mirada basto para sobre entender que ninguno dejaría al otro sacrificarse, antes de ello se sacrificarían, pero ese era el problema, ser hermanos quererse tanto, tanto como para soportar una maldición.

Fin del flash back

-la repuesta herrada, que era lo que atraería la furia de los condenados, ese lugar estaba maldito por que en el habitaban un par con su misma maldición, nadie viviría en ese mundo y quienes lo poblaron alguna vez ya habían muerto, pero ambos seguían con vida, las ilusiones eran solo la pregunta definitiva, buscaban que alguien los liberara, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a perder a otro.

Suspiro, la cosa se complicaba y lo peor era que ahora uno de ellos seguro tenía la pluma, no sabía su forma ni siquiera si eran humanos o algo similar, solo sabía que eran hermano o a lo menos rogaba ello, de tratarse de una pareja serian más peligrosos.

Camino a través de una planicie, en sentido contrario a sus amigos, debía encontrar a la princesa y ella no estaría adelante, más bien había quedado atrás, en la primera fase de pruebas.

Corrió lo más rápido que pudo, no era tiempo de fingir ignorancia, el peligro era alto, y la joven no podría defenderse de tal.

Llego al lugar inicial, donde habían caído y la diviso, estaba frente a sus clones y estas nuevamente reformulaban la pregunta.

-yo…-la princesa, que finalmente se atrevía responder después de múltiples impedimentos por parte de la bola blanca, que  a cada intento de hablar de la princesa esta interrumpía diciendo cualquier ocurrencia.

Fue cuando Fey apareció partiendo ambas clones en dos con su arma- ninguna- respondió el mago por la princesa, agarrándole del brazo para lanzarla al suelo, las clones se unieron en una sola y un monstro de figura difusa dio su aparición.

-¡Mientes!- grito el monstro -¡tú nos traicionaste!, ¡tú nos traicionaste!!-seguía la acusación conjunto con los ataques.

Después de esquivar múltiples golpes de humo, Fey Ataco con fuerza, destruyendo la base del suelo, había fallado,  la batalla sería algo complicada, pero estaba seguro que ganaría, debía hacerlo para proteger a la princesa.

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Caminaron algo inquietos, por más que pasara el tiempo y siguieran a un ritmo continuo, nada, no había rastros de los demás.

Fue al cabo de tres horas cuando llegaron a un catillo de naipes, y encontraron a un hermoso joven e piel tigreña, ojos y cabello blanco como la nieve. Que comprendieron el peligro de la situación.

De ese extraño hombre, emanaba un aura asesina y no era aun aura cualquiera, lo supo perfectamente kurogane cuando empujo a Shaoran a un extremo para protegerlo del ataque de ondas de viento del extraño.

-mocoso, ve a por la pluma, de este me encargo yo

El joven misterioso dejo pasar a Shaoran, no sin antes mirarlo detenidamente, para luego mirar al mayor de los intrusos.

-al menos eres sensato, ahora que los niños se han marchado comencemos a pelear como se debe- dijo kurogane, poniéndose en posición de lucha, esto tomaría mucho tiempo.

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Shaoran corría por pasadizos interminables, era increíble lo grade que era ese lugar.  Desde afuera solo aparentaba ser del tamaño de un edifico de cinco pisos.

-cuanto tiempo- se dijo Shaoran, mirando alrededor, por más que corría  nunca llegaba al final, fue cuando arto de correr como hámster en pleno experimento saco su espada para destruir esos naipes.

El corto una y otra vez para abrirse su propio sendero, peor por más que lo hacía nunca llego a ningún sitio, cansado paro, y cerró los ojos tratando de ubicar su poción en el castillo

-la superficie es pequeña… solo es una alucinación-se decía sin moverse de su sitio.

-¿una alucinación?-se oyó una vos- ¿llamas a este sitio una alucinación?-volvió a oír la voz.

-¿quién eres?-pregunto Shaoran- no venimos a luchar solo queremos la pluma-dijo al sentir el aura tranquila y apacible de ese ser.

-entonces que soy yo…-dijo en un tono cada vez más lejano- ¿una alucinación suya?

-no lo sé, por favor entréganos la pluma, la requerimos- hablo Shaoran

-¿es tan importante para ella?-hablo la voz

-sí, lo es, estas le pertenecen sin ellas ella jamás recuperara sus recuerdos, por favor- pidió el peli café.

-¿recuerdos?- repitió la voz-porque son tan importantes, es decir está con vida, está contigo, ¿Por qué necesita sus recuerdos cuando puede hacer unos nuevos a tu lado?-hablo la voz.

-sin la plumas morirá-soltó Shaoran sin comprender porque decía todo eso así a la ligera, esa sensación de tranquilidad y confianza liberada por aquel individuo era algo jamás experimentado.

-morirá, entonces un ser no existe si no tiene recuerdos, entonces…-cayó levemente- yo no éxito, ¿si no tengo recuerdos?

Shaoran  se acerco un poco más a la procedencia de la voz, esta provenía de atrás de una carta de naipe 6 rojo, allí se escondía.

-si él no me recuerda yo no existo, si no lo recuerdo el no existe, pero aun así nos vemos, aun así nos queremos.  No, no queremos ver morir al otro.

-están malditos, no es cierto-dijo Shaoran recordando las frases de Mokona blanca antes de soltar su oreja

-no puede haber dos, en un mundo, es imposible, un error, y todo error no es aceptado en la naturaleza, el o yo- dijo haciendo una leve pausa- … peor no fuimos capaces de responder…-sonrió amargamente.

-no te parece ridículo, jamás nos habíamos visto antes, nunca supimos de la existencia del otro, pero aun así no pudimos decidir.-la voz comenzó a temblar.

-el decidió matar a todos, los mato uno por uno, dijo que no importaba hacerlo después de todo todos ya estaban malditos por nuestra culpa, así que les daría una muerte digna, una indolora

-¿qué son?-pregunto Shaoran, aun incrédulo de lo que oía, la pluma estaba cerca no había duda, pero no podía atacarlo, tal vez si oía su historia podría comprender y hallar una forma de ayudarlo y obtener la pluma sin lastimarlo.

-nacimos de diversas madre, crecimos en diversos hogares, pero somos hermanos, no debíamos nacer al mismo tiempo, no debimos nacer en luna llena, las dos lunas hermanas nos escogieron para ser los siniestros de este mundo, por naces ante su luz.

-la pluma, ¿para qué quieren la pluma?

-¿la pluma?- dijo la voz- la pluma… ese objeto blanco que cayó hace un par de días…

-Si, por favor dámela, sin ella la princesa morirá-suplico Shaoran, no quería lastimar a esa persona escondida.

-a él le gusto la pluma, dijo que su luz era hermosa tanto como la del sol, que con esta el sol regresaría y la vida volvería a renacer. Todos nuestros pecados serian  perdonados y la maldición terminaría.

-pero la pluma le pertenece a la princesa, no pueden quedarse con ella-avanzo aun poco al naipe quería ver a esa persona, saber cómo era.

-no te acerques, o morirás, si ves una luna pierdes media vida, si vez la segunda mueres de inmediato, es la maldición.

Shaoran no quiso oír más, tomo entre sus manos la carta, para darle vuelta.

Fue el momento exacto de la entrada de Fey, que con su vara ilumino todo el lugar cegando al Shaoran con el replanado.

-no lo veas-dijo Fey, parado delante del peli café- Shaoran, ve con kurogane y la princesa.

-¿eh?, ¿la princesa donde esta?

-con kurogane, yo me encargare de esto.

-pero el…

-Shaoran-kun, por favor- dijo Fey, serio pero amable, mientras Shaoran frotaba sus ojos y regresaba en busca de la princesa.

-¡tú también!, ¡tú también!-dijo la voz- ¡tú también estas maldito!- el naipe se cayó dejando verlo, el desconocido temblaba apuntando a Fey, como si viera aterrador, y incierta forma lo era, la maldición que ambos tenían, era muy similar, sobre su espalda debían lidiar con la muerte de miles de personas inocentes.

-¡así es!, no te contengas, puedes salir, cualquiera de los dos que vaya a morir en este lugar no afectara a nadie. Solo los liberara.

-¡hay!, ¡hay!-asintió- pero… ¿serás capaz de matarme?-dijo dudoso el extraño, poniendo un dedo sobre la comisura de su boca- miles lo han tratado nadie lo ah logrado- sus ojos brillaban detrás de la gruesa capa que lo cubría escondiendo su rostro. Sus manos temblorosas las extendía y de estas comenzaba a formarse humo en forma de armas, una espada para ser exactos, la cual se solifico en fracción de segundos.

-lo dudo…-respondió Fey, al verlo, era la viva imagen de Fey, su hermano, es era su maldición, ambos hermanos no se conocían, ambos eran gemelos por nacimiento lunar, considerados como una maldición por haber opacado al sol.

Todos morían por hambre y sed, las plagas se multiplicaron hasta devastar todo, la única forma de resolver el problema era simple, matar a uno de ellos, peor el primero un asesino innato que solo vivía para obedecer a su madre que lo protegió de todos desde su nacimiento, y el segundo, un joven querido por todo quien lo miraba, no por ser bello ni emanar esa aura de paz y seguridad aunque eran un complemento perfecto, sino por mostrar la imagen del ser amado más importante para uno.

Ninguno fue capaz de decidir, porque uno con su madre muerta recientemente encontró en ese hermano suyo por nacimiento lunar a su madre revivida en su persona, el otro por leer los sentimientos del otro se dejo cegar por la lastima y compasión, no deseaba volverlo a ver sufrir.

Ninguno dijeron ambos a los ancianos del tribunal.

-ninguno…

 Y estos mandaron asesinarlos, fue cuando el mayor los mato a todos con su gran fuerza y habilidad de controlar el viento.

La lucha entre Fey y el joven de identidad reconocida comenzó, tal como Fey lo esperaba este no solo adquiría la imagen de la persona amaba sino también su habilidad y la capacidad de llevarte a la locura con el sentimiento de culpabilidad por herirlo.

-cuando lo ven a él y sobreviven pierden la mitad de su vida, cuando me ven a mi mueren en mis manos o se suicidan al fallar en su cometido-decía el joven.

-de verdad es una horrible maldición, más horrible que la mía, porque yo si se quien soy- ataco Fey, cerrando los ojos, si lo veía fallaría, su corazón estaba al límite, la culpa, angustia y el deseo de desaparecer lo estaban volviendo loco.

Su respiración era agitada, por más que golpeaba al desconocido, este aun se paraba como si de un fantasma se tratase.

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Kurogane, seguía esquivando los ataques del peliblanco, una y otra vez, poco a poco, empezaba a tomar ritmo a su velocidad y forma de combate, creía que pronto seria capas de atacarlo, solo debía resistir un poco más las heridas que aquellos ataque ocasionaban en su cuerpo.

-no eres muy hablador-dijo tratando así de calmar  a la princesa que tenía los ojos angustiado mirándolo conjuntamente con Mokona que no dejaba de gritar y darle porras.

Fueron en los últimos tres ataques después de destruir casi todo el castillo de naipes que atino a golpear al peli blanco, cuando vio de la nada aparecer a Shaoran para rematarlo.

El peliblanco cayó al suelo, y de su boca comenzó a salir sangre mesclada con diamantes.

 -aun sigue vivo, pero están inconsciente-dijo kurogane mirando a la princesa para calmarla, mientras Shaoran la cubría con un manto, el frio se hacía más intenso.

-Fey aun lucha con el otro-dijo Shaoran, cuando vio que de la nada similar a un zombi, el peliblanco se levantaba, sin prestar atención a los viajeros, se adentraba lentamente para ir al encuentro de su hermano, y el resto, lo seguía de cerca, aparentemente ese excelente guerrero ya estaba muy enfermo, pero pese a su condición aun seguía reguardando y protegiendo el castillo de naipes ya su hermano.

Llegaron al lugar donde la segunda batalla se llevaba a cabo.

Todos sintieron sus corazones partirse en dos al ver como el otro hermano era atravesado por una espada, siendo partido en dos por la sobra del agresor.

-¡Princesa!-grito Shaoran empujando a la verdadera y corriendo a agarra a la falsa

-¡Fey!- grito kurogane corriendo conjuntamente con Shaoran para tomar el cuerpo, mientras el joven de cabellera blanca caía al suelo agonizando soltando lagrimas y susurrando – ¡madre!- podía observarse como extendía su mano tratando de llegar al cuerpo de la imagen de su madre.

Las lágrimas caían sin parar de los ojos Mokona, que lloraba la muerte de una Yuko falsa, mientras Fey tomaba del hombro a la princesa.

-no están locos-dijo a la joven de pelo café, mirando como todos los presentes mencionaban sus nombres y lloraban sus muertes apretando sobre sus manos una mitad de el extraño ahora muerto y desangrando, de verdad el poder de la ilusión del hermano menor, era bastante fuerte- calma pronto despertaran de la ilusión, ahora que ambos están muertos la maldición ha desaparecido.

-pero… ¿por qué tenían que morir ambos?- hablo débilmente la princesa soltando lagrimas.

-ese era su deseo, morir juntos-dijo Fey, recordando las palabras del joven anónimo, que dijo “de que sirve vivir sin la persona nada, de que sirve seguir sin ella, yo quiero protegerlo, pero él no saben ni siquiera quien soy, quiero morir peor no me deja hacerlo, somos hermanos y no nos conocemos… pero aun así si debemos morir preferimos morir juntos”

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Las risas no paraban por parte de Fey, al molestar kurogane

-así que… soy tu persona más im-por-tan-te- decía Fey

-¡cállate!, ¡no es verdad!- amenazaba con el puño Kurogane maldiciendo a ambos hermanos malditos.

-pero, Shaoran llamo a la princesa, Mokona a Yuko y tu….a moi-dijo señalándose- si no lo soy, porque me llamaste, inclusive lloraste

-¡hi!, ¡hi! ¡hi! - Dijo Mokona- además el dijo que solo se veía a la persona amada.

-cállense los dos, esto es un error- perseguía kurogane a Mokona y Fey- pero ahora lo solucionare, no corras cobardes.

-aun así no lo entiendo, porque no pude ver a nadie, ¿yo?… ¿no tengo una persona especial?-dijo la princesa

-no- negó Shaoran- tu eres especial por eso no viste a nadie, aun no tienes tus recuerdos completos, pero una vez que los tengas, veras quien es tu persona especial-decía tranquilo y algo triste.

La princesa terminaba de acomodar las cruces de ambos hermanos, rememorando al que nadir había logrado ver, sus ojos negros y cabellera del mismo color con la piel blanca, era idéntico al otro pero a la ve distinto, los enterraron juntos por que ninguno de los dos quiso separarse sin importar que todo se halla tratado de una simple ilusión.

Al anochecer, se pudo contemplar levemente los rayos del sol que comenzaban a apagarse, la maldición había concluido, la princesa tomo la pluma del as de espadas donde se hallaba resguardada por un conjuro débil el cual el mago logro romper.

Otro viaje había concluido, y pese a no aceptarlo Kurogane se sentía aliviado de que todo llegase  a su fin, la simple idea de perderlo había sido una experiencia aterradora, más que la de haber visto morir a sus padres.

Miro al rubio ayudando a la princesa a tomar la pluma y se juro a si mimo que lo protegería sin importar nada, porque de verdad él era su persona amada, ya no había duda de ello.

-kurogane, ¿porque estas destruyendo esas piedras?- pregunto Mokona intrigada, conjuntamente con Shaoran que no dejaban de verlo

-¡que les importa!, ¡tengo derecho a entrenar!-dijo furioso, al darse cuenta de que final mente aceptaba estar completamente enamorado de ese bufan sin chiste.

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Cap. 2, cumplido, se que muchas me odian por tardona y dedicarme a sacar fic inconclusos, peor tiene final tarde o temprano lo tiene, tratare de subirlos lo más pronto posible T-T

!No me maten aun quiero vivir!

 

 


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