Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los edificios Keigo por shadow_holly

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los edificios Keigo

Mi nombre es Kikumaru Eiji. Pelirrojo, creo que soy lindo cuando me arreglo el cabello. Soy... agradable. Hace ya meses que terminé con mi novio. La razón ya no viene al caso. Comencé una nueva vida, y hasta ahora entiendo lo que es la vida de un adulto promedio. Mi objetivo es conseguir alimento y satisfacer las necesidades básicas. No me quejaría con un poco de tiempo extra para dormir.

Ya habían pasado más de tres meses, y si tenía que ser sincero su primera historia estaba lista. Tenía cerca de tres tomos listos antes de que fuera el estreno. Había cambiado de seudónimo. Y también tenía un título para su primera historia Boys love "Gomen ne Aishiteru". Esa fue la primera frase que escuchó meses atrás, cuando comenzó con ese hábito mal sano, de robar la historia de su casero.

Jiroh Akutagawa ya era su amigo, lo cual a veces le hacía sentir culpable, pero de algún modo sentía que así era su forma de apoyarlo. "espiarlo para aconsejarlo indirectamente"

¡A quien engañaba! Era un mal vecino y mal amigo, porque lo usaba. Había pensado dejar de hacerlo justo una semana después. Lo cual lo hacía recordar el pasado, justo su segundo día de trabajo.

Había conocido a Kirihara Akaya, su nuevo editor, "Él" editor. El único hombre editor ahí quien era conocido por ser el favorito de unos de los tres dueños de la empresa. Por lo tanto el tal Akaya tenía poder. Mucho para el gusto de Kikumaru Eiji. Parecía joven, no más allá de los 25 años. Tenía unos profundos ojos verdes y el cabello negro y ondulado. Era un niño bonito, no lo negaría; pero simplemente tenía algo que no le agradaba.

Cuando llegó notó que efectivamente, todos comenzaban a trabajar temprano ahí. No era como estaba acostumbrado, trabajar a su ritmo, con Fuji a su lado alentándolo y buscando maneras de extender su periodo de entrega. Kirihara se había encargado de explicarle como eran las cosas en esa editorial tan particular, era como si desde el primer instante lo tachara de irresponsable y holgazán. "Las cosas en la Editorial Rikkai son duras y perfectas, la excelencia es la mejor manera de definirnos". Eiji pensó que ser rigurosos no era igual a ser perfectos, pero tampoco era como si pudiera quejarse. Después de un discurso largo y de sonrisas burlonas de su nuevo editor al fin estaba en su nuevo lugar de trabajo. Sí, ahora tenía una especie de escritorio.

No había atrasos en su editorial, así de simple. La mejor manera de evitarlo era teniendo a los dibujantes ahí mismo –explotándolos- Luego de unas miradas intensas y algo retadoras, el de ojos verdes le ordenó que se pusiera a trabajar.

Eiji arrugo el cejo, ya tenía algunas ideas. Una de ellas era justo el boceto de su vecino y casero y uno que otro rayón sin gracia de un par chicos tomados de la mano.

Kirihara había tomado los dos pedazos de papel en su mano y se rascó la cabeza.

-Explícame esto- señaló la imagen de ese personaje acorralado en la pared con lágrimas en los ojos. El otro personaje no se veía del todo, estaba de espaldas pero Kirihara supo entonces que ahí había una historia. De esas que venden. No como el otro dibujo; de esos había en todos lados. No valía la pena.

-Pues, es un chico, que ama al otro… tu sabes "se deben de amar" – Eiji había movido los dedos índice y medio imitando las comillas en su oración. Kirihara sonrió burlón.

-No siempre… pueden relaciones exclusivamente sexuales, ¿Por qué llora?-

-Porque Lo ama – el pelirrojo rodó los ojos, no se sentía nada cómodo con ese asunto. Dibujar a dos hombres juntos, era como… Era como él y Fuji, esa era la idea que tenía a cerca del boys love. Nunca había indagado más en eso. Sobre todo porque antes de Fuji, jamás había salido con otro hombre.

-¿Y? el otro lo tiene tomado de la mano y están casi sin ropa, entonces el otro lo ama, ¿Por qué debería estar llorando?-

-Porque no está dispuesto a amarlo como Jiroh-kun lo desea, Jiroh necesita más que solo sexo y verlo una que otra vez. Él lo ama y se entrega por completo y vive oculto. Imagina cómo debe sentirse- Kirihara había rodado los ojos y suspiró.

-Ok, con eso me basta quiero que te pongas a trabajar en eso, tienes tres días- Kikumaru quiso taparse la boca y esperar a que la tierra lo tragara lentamente. Número uno había dicho el nombre del chico, número dos había hablado de más y número tres, no tenía idea de cómo acabaría la historia de su vecino.

Kikumaru Eiji se las había arreglado de alguna manera poder superar ese día de trabajo y…

Sí, hacer eso la mayor parte de las noches, espiar a su vecino. Lo cual hasta hora sonaba bastante bien; si es que se le podía llamar bien a la trágica vida amorosa del rubio.

Jiroh Akutagawa tenía 22 años, era el hijo mayor de una familia tradicional, sus padres parecían ser adorables. Por lo tanto el rubio era de ese tipo de personas amables y bien educadas. Solo tenía un muy mal hábito, y ese era que se quedaba dormido a media conversación si la plática simplemente no le fascinaba. Era del tipo de personas sociables, y era curioso ver como el pequeño rubio se adaptaba perfecto a la personalidad de todos los inquilinos de ese edificio. No importaba quien, todos tenían una buena impresión. Al menos ese era el Jiroh de día.

Por la noche era donde todo se volvía más interesante. Había una vista recurrente, un joven alto de cabellos grises y de mirada color violeta. Había escuchado que su nombre era Keigo, el dueño de todo el conjunto habitacional. Llegaba algo tarde, más allá de las 11 ó 12 de la noche. Iba directo al departamento del rubio y se quedaba a veces toda la noche, otras tantas salía de madrugada.

A veces se escuchaban largas charlas entre ese par, pero otras veces parecía que el deseo mismo los carcomía por dentro. Apenas cruzaba por esa puerta el millonario y el pequeño rubio iba sobre él a besarlo. El otro no dudaba en contestar, le quitaba la ropa, prenda por prenda dejándola regada por la habitación (o al menos así lo imaginaba Eiji, por todos los sonidos que alcanzaba a escuchar) hasta llevarlo al sofá del pequeño y devorarlo ahí mismo.

Parecían un par de amantes clandestinos, porque sí… eso eran. Atobe Keigo, era un famoso accionista japonés. Era de cuna noble y por ende era multimillonario. Había conocido al rubio por pura suerte del destino y así es como había caído perdidamente enamorado de ese pequeño rubio menudito de ojos alegres. La verdad es que hasta ahora Kikumaru no sabía más al respecto, y por eso pensaba que esa frase adornaba perfectamente el ambiente de su historia.

La parte triste del asunto era muy simple, Atobe Keigo estaba comprometido, tenía ya dos años saliendo con una linda señorita, una tal Tachibana Ann. Jiroh lo sabía, sabía todo y aunque se quejara y le dolía. Porque así era, le dolía tal grado de pasar noches llorando por él. Aún así sabía que no tenía otra opción, Atobe había elegido así. Tachibana era la novia, Jiroh el amante. El rubio había llegado al grado de rogarle un poco de respeto, pero ¡era ilógico que lo pidiera! Desde un principio así lo había aceptado, pedir algo más ahora ya no tenía sentido.

Kikumaru no entendía como era que el rubio podía sonreír y ser tan dulce, después de todo lo que pasaba.

Lo que lo hacía llegar al presente, aquel rubio era su amigo… Eiji le había contado todo acerca de Fuji y de cómo había encontrado a su novio en brazos de su jefe, lo de Fuji estaba de mal en peor, a veces tenía la esperanza de que todo se arreglara, pensaba que mágicamente Fuji llegaría por el "como en esos cuentos de hadas" a decirle que todo era un error, que Eiji era el amor de su vida y que todo estaría bien. Muy al contrario de eso, había recibido un par de mensajes del castaño. Uno de ellos lo reprendía por su forma egoísta e infantil de tratar del asunto, y el siguiente había sido para dar por terminada la relación con un "Ejii te he esperado más de un mes, no puedo creer que no puedas entender que entre Tezuka y yo no hay nada, o al menos no lo había. No te puedo esperar más". Había terminado llorando en el sofá del rubio mientras Jiroh le daba unos golpecitos en la cabeza y le decía que todo estaría bien. Jiroh lo consolaba… mientras el… Bueno, no podía hacer nada. El rubio simplemente negaba todo y si le preguntaban por su vida amorosa, solo negaba todo. Kikumaru a veces pensaba que el rubio era muy ingenuo. Todos ahí habían notado lo suyo con Atobe. Simplemente eran discretos. Casi todos en ese edificio conocían a Atobe Keigo en persona (menos él). Y también sabían que el millonario y el rubio mantenían una relación.

Eso lo había notado justo una semana antes cuando había llegado de su trabajo; eran muy tarde alrededor de las 3 de la mañana. Generalmente salía a eso de las 10 de la noche, lo cual ya era tarde, pero curiosamente ese día había salido insultantemente tarde. Oishi Syuchirou estaba estacionado en su parada de autobuses, a Kikumaru le pareció curioso encontrarlo tan tarde ahí. Muchas veces lo encontraba. Según el de peli negro le quedaba de paso y era un placer esperarlo, a Eiji no le parecía nada del otro mudo y la verdad no le importaba detenerse a pensar en ello.

Habían llegado ambos muy exhaustos a los condominios, principalmente por la hora. Oishi amablemente llevaba el portafolios del pelirrojo mientras le preguntaba a cerca de su día. Justo cuando estaban por tomar el elevador notaron que no eran los únicos ahí. El susodicho Atobe Keigo estaba ahí y para completar el cuadro de tensión en ese elevador, Mukahi Gakuto y Oshitari Yuushi parecían llegar de algo así como una cita. Lo podía deducir por que el otro pelirrojo tenia las mejillas rojas por algo de alcohol y el lentes parecía no soltar su brazo.

Eiji había desviado la mirada, desde un inició en ese lugar había tenido una muy mala relación con Mukahi, por otro lado Oishi saludaba con una reverencia gentil a todos los presentes.

Gakuto fue quien rompió el silencio con una frase, de muy mal gusto según Eiji, en ese elevador. "¿Ya vas a follar?"

El aristócrocrata alzó una ceja y soltó un bufido de molestia y solo lo miró de reojo. Luego concentró su mirada en Yuushi.

-La próxima vez que saques a ese a beber asegúrate de que mantenga la boca callada- Las palabras de Atobe eran simples, el tono frio y déspota ya estaba implícito en su timbre de voz. Yuushi suspiró y jalo a Gakuto dándole un pequeño golpecillo en su cabeza.

-Gakuto y yo estaremos callados, eso no quiere decir que nos divierta ver cómo usas al dormilón como tu juguete. Si no lo amas déjalo Atobe, tienes una vida él debería hacer la suya- Después de eso vino un momento de silencio incómodo. Eiji miró anonadado a todos ahí. Gakuto lo miró desafiante y le resopló un "a ti no te importa"- después de eso la pareja bajó del ascensor. Oishi parecía estar perdido, ni siquiera había prestado algo de atención en las palabras, solo cuando vio el "adorable" bufido de molestia de Eiji alcanzó a comprender algo. No mencionó nada hasta que Atobe y ellos bajaron y el millonario fue directo a la puerta del rubio.

-¡Son unos cretinos! – Eiji había mirado a Oishi mientras lo invitaba a pasar a su casa, como casi todos los días. Después de todo, el pelinegro lo llevaba a casa después del trabajo. Lo mínimo que podía hacer era ofrecerle un poco de café.

-Eiji… ellos son así, no lo tomes personal- después de haber azotado su puerta y dejar sus papeles regados por algún lugar miró al fin al médico que estaba de pie mirándolo. Eiji tuvo su gran idea en siglos, no sabía mucho sobre el rubio. Todo lo que sabía era por lo que llegaba a escuchar a través de su puerta. Oishi por otro lado tenía ya un año viviendo ahí. Desde que se habían inaugurado los edificios. Era el primer cliente formal.

- Tú los conoces de más tiempo ¿verdad? ¿Me cuentas?- El pelirrojo lo miró graciosamente, sabía que, al menos hasta ahora Oishi era el único ahí que nunca le decía que no a nada. Oishi era… era… No sabía cómo definirlo, pero tampoco era como si fuera solo un conocido. Oishi era… era la persona en quien primero pensaba cuando tenía algún problema. Oishi era casi siempre la persona que lo hacía sonreir después de todos los problemas que tenía día a día. Solo sabía que Oishi era~

-No es correcto hablar de los vecinos Eiji- El pelirrojo había fruncido el ceño, pero supo que al menos tendría que sacar algo de información.

- nya~ por favor Oishi~ - después de ese nya observó como el médico se relajaba y comenzaba a contarle.

-pues… según sé ellos iban a la misma universidad… Yuushi-san y Gakuto-san diseñaron estos edificios. Atobe les compró su proyecto. Son amigos desde la infancia.

- ¿y Jiroh?- rodó los ojos un poco, después de todo esa era lo único que importaba.

- él... también es su amigo. Akutagawa-kun es quien se encarga de administrar el lugar y tratar con los clientes, imagino porque. Mukahi y Oshitari no son muy amables pero Akutagawa siempre es amable con todas las personas.

- humm… todos saben entonces que Jiroh y Atobe son amantes… - Oishi pareció suspirar, Kikumaru supo que, Atobe era muy obvio. Al menos ahí todos lo sabían.

-Eiji… eso es algo personal, a nadie le importa más que ellos- después de escuchar esa frase había pensado que tenía razón. Sus problemas eran de ellos. Sí, claro eran de ellos.

Eso pensaba, que era su problema y que podría pensar en otra historia, es más ¡Contaría su historia de amor y desamor con Fuji de ser necesario! El problema radicaba en que, Kirihara adoraba la historia y que cuando Eiji le había contado que tenía una nueva historia… lo había mandado al demonio.

La historia estaba por estrenarse… un par de días a lo mucho. Lo cual provocaba dos cosas. Número uno, su primer descanso y número dos, el peligro de que Jiroh lo descubriera.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).