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· Heart Hurt · por Haru-Tears

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- Y recuerda… No te precipites. Sólo toma uno por día si es que realmente lo necesitas. Todo estará bien.

.

Explica paciente el doctor, despidiendo en la entrada del hospital al joven rubio que disponía a irse.

.

- Está bien.. – contesta débilmente el muchacho, guardando en uno de los bolsillos de su campera el medicamento recibido.

En verdad, no podía ocultar el desconsuelo y la tristeza con la que cargaba.. No podía.

Se sentía.. Desprotegido.

.

Sentía… Miedo.

.

- Edward… - llama el adulto – No te preocupes. Vamos a superar todo esto. Y digo "vamos", porque yo te ayudaré en todo lo que requieras. Puedes visitarme o llamarme las veces que precises y yo cancelaré todos mis horarios y tendré un turno especial para ti. – dice mientras trata de animarlo con una sonrisa.

Nuestro protagonista alza la mirada, llevando sus ojos hacia los del amable señor.

No quería que el mayor se molestase tanto sólo por su persona.

No se creía nadie como para tener al doctor en exclusividad. Aunque sabía muy bien, que John sentía un cierto cariño de abue-nieto con él.

Y… siendo sincero… él experimentaba exactamente lo mismo.

- Muchas gracias por toda su ayuda… En serio. Lo valoro mucho… - contesta aún con pesadez.

Odiaba verse débil ante la gente.

Sólo lo avergonzaba más de su problema, de su vida.

- Lo mantendré al tanto de la situación. Pronto volveré… - agrega esbozando una sonrisa, un poco sin ganas.

- Te agradecería que me hicieras ese favor – responde sonriente, notando aún el desanimo del chico.

Edward lo saluda con un leve apretón de manos y, tras una última mirada, comienza su viaje descendiendo por las escaleras de la entrada principal.

Bueno… lo peor ya había pasado.

O… apenas estaba comenzando…

Ya ni siquiera sabía qué le depararía el destino con respecto a su vida en general.

No se sorprendería si otra "desgracia" ocurriera.

- ¡Edward!

Se escucha el llamado del médico que había dejado atrás.

Ed se voltea en dirección al hospital.

Visualiza al hombre saludando con toda la energía del mundo, llamando la atención de varios pacientes que entran al edificio.

Suda una gotita al espectar tal escena.

- ¡Nos estamos viendo! ¡Mucha suerte! ¡Cuídate! – exclama sonriente, agitando sus brazos con puro animo.

El rubio deja escapar una sonrisa un poco más alegre y calmada, devolviéndole con gracia el gesto al mayor.

Nunca supo lo que es tener un padre, o un abuelo. Pero quizá el cariño que le brindaba aquel hombre.. se asemejaba a eso.

Le hacía falta…

Le hacía bien…

…..

El doctor puede ver cómo Edward se va alejando por el resbaladizo camino de la vereda. Encontrándose ésta aún llena de nieve, cualquiera podría matarse de un golpe con suma facilidad.

Sonríe ante la tonta idea, riéndose un poco.

Siendo adulto, también se podía disfrutar como niño.

Pero no podía comprender cómo él, teniendo esa posibilidad ya siendo mayor de edad… Edward, que es apenas un adolescente, no podía disfrutar lo mismo.

Algo había detrás de todo el asunto.

Aún tenía ciertas dudas con respecto al rubio.

Como por ejemplo: ¿Por qué en el diagnóstico de Edward aparecieron porcentajes de alcohol y rohypnol?

¿En qué se andaría metiendo el chico?

¿Qué pasaba en su vida?

Tarde o temprano, debería averiguarlo. No es normal para un joven tener semejantes resultados, por más mínimos que fueran, en algo tan simple que podría ser un análisis de sangre.

La sola idea de que una pequeña cantidad de … droga… estuviera recorriendo su cuerpo como si nada, lo alertaba. Ya que Edward no era esa clase de persona…

Y… tratándose de una droga…

Que es….

, en el noventa por ciento de los casos,…

Muy usual… entre…

.

.

.

Los violadores…

- …Dios Santo… - se lleva una de sus manos a su rostro, suspirando hondamente.

No sabía qué pensar ante esto…

¿En qué se andaba metiendo el pequeño?

Al ser un sedante muy fuerte… Esas.. basuras de personas lo utilizan cuando ven que tienen la oportunidad, dejando a la "víctima" totalmente impotente ante cualquier acto en contra de su voluntad.

Casualmente recibía varios pacientes que, además de sobrellevar el trastorno de la violación, sufrían los efectos de ingerir dicha droga en su organismo. Podían llegar a crear dependencia de la misma…

Lamentablemente… es muy común en estos días…

Pero… pensar que Ed… estuviera sufriendo algo… parecido…?

No, no.

No podía ser… Debía ser otra cosa…

¡Cualquier cosa menos eso!

.

.

Cualquiera….

.

.

Menos… …. eso….

"Estrella solitaria"

"Luz apagada"

Camina silencioso, como siempre, en la ciudad. Encontrándose ésta "abandonada" a esas horas.

Ni un auto, ni una persona, ni un alma se haya visible por las calles.

No tenía más planes por hacer.

Ya había visitado a su hermano, tal y como quería, y había ido a lo del doctor… llevándose una dolorosa noticia.

.

No importa…

.

Al final…

No importa…

.

Según el profesional, todo estaría bien en su cuerpo si es que seguía las indicaciones dadas con el medicamento.

No tenía por qué temer sobre eso…

Pero…

Ni loco regresaría al Temple Loue… Al menos por esa tarde.

¿Cómo enfrentaría la mirada de Bradley en esos momentos, sabiendo que intentó… casi matarlo por no cumplir sus órdenes?

No, no podría ir ahora. Debía aclarar sus ideas y ver una forma de…

.

- ¡Aauch!

.

Exclama en una queja, habiéndose chocado contra alguien, OTRA VEZ.

¡Genial!

No podía ser más torpe por falta de tiempo.

Ya muy disgustado se encontraba consigo mismo. Pero no había razón para seguir echando más leña al fuego!

- ¡Disculpe señor, no veía por dónde iba! – pide perdón mientras hace una pequeña inclinación.

Estaba cansado de repetir la misma escena con cada extraño que se le cruzase por la calle.

O su vida era muy monótona, o él… superaba los límites de la distracción.

Luego de la disculpa, y sin esperar siquiera la respuesta del otro, da unos pasos hacia delante pretendiendo seguir con su camino, dejando al desconocido detrás de él.

.

.

.

- ¿Edward?

.

.

.

Escucha una voz pronunciar lentamente su nombre, con suma perfección.

Se para en seco.

Un cosquilleo recorre todo su cuerpo, desde los talones hasta la cabeza.

¿Qué era esa sensación tan… única?

¿Acaso… sería posible que…?

.

No, no.

.

¡Cómo podía serlo!

Sería un regalo divino que eso sucediese. Ya mucha mala suerte tuvo en el día.

No debía ilusionarse…

No tenía por qué ilusionarse…

.

Se voltea hacia la persona, decidido a descubrir de quién se trataba y cómo lo conocía.

No tenía ánimos para seguir perdiendo tiempo. Por más que no hiciera nada en especial esa tarde… su cabeza aún le daba vueltas a todo lo sucedido esa mañana, tenía cosas que pensar y…

- Eres….¿Eres tú, Edward?

Insiste con ánimo el extraño, notándose en él un cierto entusiasmo al haberse encontrado con el rubio.

.

El chico cae rápidamente a la realidad. En serio… debería cambiar esa costumbre de volarse por las nubes…

Suspira pesadamente, sintiendo cómo el ambiente se volvía más frío. Comenzaba a refrescar nuevamente...

Se reacomoda su bufanda roja, cubriéndose hasta sus labios, mientras llevaba sus ojos dorados hacia el desconocido que requería su atención…

.

.

.

Podríamos utilizar en estos momentos la palabra "petrificado", "absorto", "inmóvil"…

Pero ninguna sería tan fuerte o significativa para lo que le sucede al rubio ahora…

Abre sus ojos completamente ante la sorpresa que vislumbra.

Fueron unos segundos congelados en el tiempo.

Toda la ciudad dormida. Sólo él y esa persona, se encuentran latentes en esa vereda blanca.

Mágicamente… comienza a nevar. Como si la propia naturaleza hubiera preparado el momento únicamente para él.

.

.

No podía hablar.

¡Se había quedado mudo!

¿Cómo podía reaccionar en esa situación?

La persona, evidentemente mayor, se extraña al no recibir una respuesta.

.

- ¿Qué acaso… me equivoqué? ¿No.. tu nombre no es Edward, verdad? Pero… estaba seguro… ¡Oh! ¡Lo tengo justo en mi agenda! – comenta rápidamente con un leve rubor en sus mejillas.

No podría olvidar el nombre del niño ¡Estaba segurísimo que no se lo había olvidado!

Pero, al no ver una reacción de parte del menor, la única sospecha que tenía era que se había equivocado..

Saca de uno de sus bolsillos una pequeña agenda. Mientras se dedica a husmear entre sus páginas, Edward lo observa aún sin poder creer…

Siente cómo su corazón comienza a palpitar aceleradamente.

Su respiración se volvía agitada, dejando escapar toda la ansiedad que sufrió durante todos esos días al haber, inexplicablemente, pensado tanto en esa persona…

No podía creerlo…

No…

- ¡Aquí está! ¡Sip! "Edward Elric" ¡Sabía que no estaba equivocado! – exclama el mayor con ilusión al haber encontrado el nombre en su agenda.

Edward aún no reaccionaba.

Y como siempre… reconocía los rasgos inconfundibles de esa persona, que se hacían notar perfectamente ante el clima:

Ojos oscuros… al igual que sus cabellos, y piel tan blanca y bella como la misma nieve.

Sí… era….

Era…

.

Él.

.

- Se… - menciona sintiendo sus ojos acuosos y mejillas levemente sonrojadas por el frío - … Señor…

Su corazón dio un golpe en su pecho, creando un agradable calor en la misma zona.

.

¡Estaba tan nervioso!

.

El mayor lo mira depositando nuevamente la agenda en su bolsillo, sin comprender qué quería decir el pequeño.

Para sorpresa y alerta del rubio, el de ojos oscuros comienza a acercársele, atravesando el camino de nieve, mientras caen sobre él graciosamente varios copitos del cielo.

Se detiene estando a unos metros del niño, observándolo algo extrañado.

.

- ¿Qué tienes? Estás todo rojo. No habrás pescado un resfriado, no? – comenta con gracia - ¿Cómo estás? ¡Hace mucho que no te veo! Ahora mismo estaba yendo para la biblioteca a ocupar mi turno…

El mayor contaba, pero Edward seguía mentalmente aprisionado por sus emociones.

Esa sonrisa, esa amabilidad, ese… ser tan único.

Realmente.. es inconfundible.

Es Él. Y está frente suyo. Ahora. Como si nada.

.

.

.

Fueron unos segundos los que bastaron para sorprender al mayor, unos mágicos segundos en donde todo lo que importó en esos momentos… fue esas dos almas unidas en la nieve.

Siente cómo unos pequeños brazos lo rodean rápidamente, y un cuerpito helado se aferra fuertemente a él.

Todo.. en un abrir y cerrar de ojos..

Ante la gran sorpresa de la situación, no puede evitar perder el equilibrio y caer sentado en la nieve,.. aún con el niño en brazos.

Todavía desconcertado, puede sentir la respiración agitada del pequeño chocar contra su pecho, haciéndolo, inconscientemente, estremecer un poco. Además por el frío de la nieve.

.

- E… Edward? – es lo único que puede salir de sus labios.

No se esperaba tal reacción del rubio..

Quien en estos momentos se dedica únicamente a abrazar con todas sus fuerzas el cuerpo del hombre, buscando un calor inexistente.

.

Clima: dos grados bajo cero.… ¿Qué más esperaba?

.

El de ojos oscuros siente cómo el niño refregaba su rostro contra su pecho sin parar. Las manos temblorosas de éste sujetaban con fuerza su espalda…

Y… puede escuchar…

.

Pequeños gemiditos…

Acaso… ¿Estaba… llorando?

.

- Ed… - vuelve a llamar, ahora preocupándose por el niño - ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

Edward parecía encerrado en un sueño. Envuelto por millones de recuerdos…

.

Todo lo que había padecido durante la ausencia de este ser tan especial…

Y que ahora estando allí, sentía… una pequeña, pero muy poderosa, esperanza.

.

- Se-señor… ¡Señor Mustang! – exclama entre lágrimas encorvando sus cejas hacia arriba, afirmando más su agarre.

Esos pequeños gemiditos antes escuchados, son el gran esfuerzo que implica al no querer llorar..

Pero eran lágrimas... de felicidad.

- Edward… - susurra para sí, Roy. Frustrándose al ser ignorante de lo que le estaba pasando al rubio.

.

Éste, sumergido en su mundo, era víctima de interminables sensaciones, deseos, esperanzas…

Con esta persona, … se sentía con toda la libertad de mostrarse tal y como era.

Si quería sonreír, sonreiría.

Si tenía que enojarse, se enojaría.

Si tendría que llorar… simplemente… lloraría.

Así de fácil, así de humano.

En esos momentos, no dejaría escapar a ese ser tan especial que con sólo estar, su vida parecía volverse increíblemente bella, al menos por un día.

Si en verdad existe un Dios para él… ¿Acaso éste podría permitirle unos minutos de felicidad?

.

.

Y así…

Como si éste mismo respondiera a su pregunta…

En un delicado movimiento.. Siente unos dedos deslizándose lentamente por su espalda, donde una mano es depositada, mientras la otra es llevada hasta su nuca, acurrucándolo aún más entre unos brazos fuertes y protectores.

..Correspondiendo así.. el abrazo tan significativo para él… El que tanto le hacía falta..

Abre un poco sus ojos, descubriéndose apoyado en el hombro del mayor. Podía sentir una dulce fragancia que lo invadía vertiginosamente, embriagándolo sin piedad. El aroma del señor Mustang.. sin duda alguna, era tan exquisito…

Ahora lo tenía mucho más cerca de lo que nunca se habría imaginado.

Aún con algunas pequeñas lagrimitas recorriendo sus sonrojadas mejillas, se aferra rápidamente a él, sin perder tiempo. Temía que todo fuera una ilusión para él… Sólo una imagen "bonita" que al fin y al cabo desaparecería como todas las cosas buenas que tuvo alguna vez..

- Ed… -

Insiste nuevamente Roy, acariciando lentamente la espalda del niño, brindándole confianza y seguridad.

.

En una última bocanada de aire, en un último soplo del viento, en el último copito de nieve que cae, en un último suspiro… dice:

- Vamos a la biblioteca….

Quiero que me cuentes todo….-


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