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· Heart Hurt · por Haru-Tears

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Notas del capitulo:

 

 

 

"Sol brillante"

"Un nuevo comienzo, Un nuevo caer"

.

Tal y como dice el dicho: "luego de la tormenta sale el sol", esa mañana pintaba que iba a ser un magnífico y hermoso día en PathRain… ya eso era mucho que decir…

El sol deslumbraba con sus rayos las calles de la ciudad que habían olvidado cómo se sentía recibir ese sutil calor.

Eran exactamente las ocho y media de la mañana, y se podía ver deambulando por las veredas, ahora secas y bien limpias, a un devastado rubio quejándose de su suerte.

Aún no se había recuperado del todo de la fiebre y algunos dolores en el cuerpo, pero no quería mantenerse encerrado todo el día en la casa de su hermano sin hacer nada más que esperar a mejorar.

"Genial… ahora ¿qué se supone que deba hacer?..."

Como había perdido la oportunidad de asistir a una universidad, al menos por ese año, optó por buscar un trabajo de medio tiempo para hacer algo productivo durante los doscientos setenta y cinco días que estaría sin ir a un cuerpo estudiantil.

Aru había rechazado rotundamente la idea, justificándose diciendo que le parecía innecesario cargando con la vida que tenía…

.

.

*Flash Back*

.

.

- ¡Me parece innecesario cargando con la vida que tienes! –

Tal y como les dije…

- ¡Pero…!

- ¡Nada!

Interrumpe a su hermano mayor, tratándolo de incoherente e ignorante de su situación. Éste, decepcionado por la falta de apoyo de su hermanito, le contesta..

- ¡Pero entonces..! ¡¿Qué voy a hacer durante TODO un año? ¡¿Contar las baldosas de la casa? ¡Y te puedo asegurar que hasta eso lo terminaría en menos de un mes!

- Sé que eres capaz, niisan – ironiza Al, llevando sus ojos hacia arriba, ignorando los comentarios fuera de lugar de su hermano – ¿No puedes tomarte un descanso? Debes pensar más en ti.. ¡tan sólo mira cómo te encuentras! ¡No has bajado ni un grado de temperatura por la fiebre, y ya piensas en buscar trabajo!

- ¡Pero estoy bien! El tener fiebre no impide que pueda caminar o hacer cualquier otra actividad…-

- ¡Pero no es lo correcto! ¡Cuando una persona está enferma debe tomar reposo!

- ¡Pero no estoy enfermo!

- ¡Díselo al termómetro! – se queja Aru poniéndole a Ed el pequeño aparatito en la cara, mostrando la evidencia en treinta y nueve grados de temperatura.

Sonrojado e indignado por el trato de su hermano, replica al instante..

- Dios.. ¡Deja de pelearme! ¡¿Cómo es posible que tengas una contestación para cualquier cosa que diga? – se queja desesperado como un niño pequeño.

- No te peleo… es sólo sentido común, niisan – suspira resignado, pensando en todos los aspectos en los cuales Edward debía madurar..

Hacía mucho que no tenía una discusión con Aru, y eso realmente lo hacía sentir extraño.

La "pelea" duró lo que tenía que durar, al final, el hermano mayor fue el vencedor, y éste le prometió al menor que sería responsable con respecto a su salud, que no sobrepasaría sus límites y que trataría de llevar una vida normal…

Aru terminó apoyando la idea sólo por las condiciones impuestas.

Una vez decidido esto, comenzaron las tiradas de ideas de parte del más joven sobre dónde podría trabajar su hermano…y sus opciones fueron:

- Supermercado

- Verdulería

- Farmacia

- Heladería

- Kiosco

¿Todas esas cosas no eran casi lo mismo?

Cuando Ed le cuestionó aquello, su hermano comenzó a reír.

Ok… le estaba tomando el pelo.

Tenía por seguro que no quería sentarse en un puestito de nada a vender aire.

Si iba a trabajar, al menos quería algo que fuera entretenido… o mínimamente llevadero.

Lo único que se le ocurrió, como todo adolescente desesperado, fue el trabajo de… mesero..

.

.

*Fin del Flash Back*

.

.

Y allí estaba… parado frente a uno de los restaurantes más bellos, y caros, de la ciudad.

Realmente, el que fuera a cenar allí, era, como lo llamaba Ed, "un privilegiado de algún Dios"… y eso que no era cien por ciento creyente…

- Creo que hoy engordaré de tantas mentiras…

-.-.-.-.-.-.-.-

- ¿Edad..?

- Dieciocho.. – 1ra mentira.

- ¿Referencias académicas?

- Hechas.. – 2da mentira.

- ¿Disponibilidad de horarios y trabajos en fin de semana..?

- Por supuesto.. – 3ra mentira, ya se arreglaría con eso.

- ¿Estatura mínima 1. 60?

- S-si…. – golpe en el alma. 4ta mentira.

- ¿Preparatoria hecha?

- ¡Sip! – 5ta men… oye, ¡eso es verdad!

Ahora mismo, nuestro pequeño se encontraba en la elegante oficina del secretario del dueño de los restaurantes "Cassanova". Los cuales habían millones en varios países.

El dueño debía ser un ricachón con suerte… o eso era lo que Ed pensaba.

El restaurante, tal y como lo prestigioso que era, estaba decorado y detallado en cada ángulo del gran salón.

Las sillas y las mesas con una ubicación excelente para una perfecta y cómoda visión, tanto si uno deseaba mirar por las bellas ventanas de bordes blancos o los dos televisores plasma que se encontraban en la pared del norte y el otro en la del sur.

El salón estaba envuelto de colores cálidos, rojizos mezclándose con el crema y pequeños detalles en blanco.

La limpieza, la comodidad, el bienestar y la buena comida eran los objetivos fundamentales de aquel delicado e impecable lugar.

- Bueno… sólo haría falta que llenes la plantilla de solicitud y que el responsable de las referencias académicas me las traiga, y así… ¡estarás dentro de la tripulación! – sonríe con gracia un hombre con un sobresaliente pequeño rulito rubio como cabello y con una musculatura formidable, dejando escapar una gran carcajada.

- Ja… ja …jeje… bueno… esteemm señoorr…. – achica los ojos tratando de leer la diminuta placa de identificación que llevaba el hombre - ¿Anstring?

- Armstrong.

- juju… bueno… entonces lo veré en la tarde cuando le traiga los documentos. – dice mientras se aclara la garganta y suda una gotita.

- Está bien muchacho. Estaré esperándote.

Se levanta por fin de su asiento ya con la intención de irse, realmente tanta limpieza y brillo lo deslumbraba y comenzaba a molestarle. Debía acostumbrarse… ése sería su lugar de trabajo a partir de la semana entrante.

- ¡Oye! ¡Joven!

Antes de que pudiera siquiera tocar el picaporte de la puerta de salida, Ed se voltea extrañado por la inesperada reacción del grandulón.

- ¿Qué sucede? – pregunta con su mejor sonrisa ya perdiendo la paciencia.

- No… es sólo… una curiosidad. Niño… ¿no estás muy chico.. como para tener dieciocho años?

Vena hinchada.

Ok… calma… esa fue tu primera entrevista de trabajo… las primeras impresiones siempre son cruciales.

- Es hereditario… soy así… - explica con su mejor sonrisa tensa y sudando a mil por segundo al haberle golpeado en donde más le dolía.

- ¡Oh! Disculpa, no era mi intención – pide perdón viendo que aquello le había afectado demasiado al rubio.

- Sii.. siii….. adiós…

Tragándose las mil y un palabras feas que pudo haberle gritado en la cara, de no ser porque era el secretario de su ahora nuevo jefe, abre la puerta lo más aprisa que pudo con la intención de salir disparado de ese lugar que ya entraba a desagradarle desde el principio.

Pero antes de siquiera poder hacer la mitad de todo eso, choca fuerte e inesperadamente con alguien que intentaba entrar al cuarto…estuvo a punto de caerse directo al suelo pero pudo mantenerse en pie..

- ¡Auuch! ¡Oye mira por dónd…!

- ¡Disculpa! ¿Estás bien? ¿Te he lastimado?

Rayos.

Cómo se notaba la diferencia de tratos. Debía cambiar un poco su carácter.

Su conciencia lo golpea interiormente mientras suda una gotita.

Observa a la persona con la cual se había topado…

Era un joven de cabellos negros un poco revueltos, piel tostada y unos ojos verdes realmente muy llamativos. Llevaba puesto una camisa blanca con un moñito negro debajo del cuello de ésta, arriba un chalequito negro y pantalones de igual color, así como los zapatos finos y bien lustrados. Todo en él se veía impecable. Como esos muñecos caros que no se sacan de sus cajas…

- Discúlpeme, debí haber tocado la puerta antes de intentar abrirla, perdone por el inconveniente. – dice el extraño muchacho inclinándose demostrando su pena por lo sucedido.

- Eh... no… no te disculpes…! – una cosa que odiaba Edward, además de la leche, era sentirse culpable, y la suma amabilidad del de ojos claros sólo lo hacía sentirse peor – B-bueno… ya debo irme, ¡adios!

En tan sólo dos segundos el rubio había desaparecido totalmente de la vista del morocho, el cual quedó algo pasmado por lo sucedido.

- Es un chico interesante, ¿no? – comenta gracioso el señor Armstrong mientras se acomoda en su asiento – parece que tendrás un nuevo compañero, Aaron – finaliza sonriendo mientras espera la reacción del otro.

- ¿Qué? ¿Será mi compañero? ¿Va a trabajar de mesero, aquí?

Pregunta con un gran asombro reflejado en su rostro…

-.-.-.-.-.-.-.-

Eran exactamente las cuatro y treinta y cinco de la tarde.

Hacía un calor insoportable y aún tenía asuntos que atender. Debía rellenar esa plantilla de solicitud y encontrar a alguien que pudiera completar la referencia que el tal Armstrong requería si deseaba comenzar a trabajar en el restaurante.

- Demonios… ¡qué metedura de pata! ¡Todavía ni comencé a trabajar allí y me llevo por delante a un empleado del lugar!

Se lamentaba Ed… aunque no había tiempo para quedarse pensando en esas cosas.

Siente una brisa fresca golpeando suavemente su espalda y nuca, relajándolo un poco por las altas temperaturas de ese día.

Aunque debía admitir que hacía mucho que no veía el sol, y le agradaba la idea de al menos poder disfrutarlo un día.

Vivir de los días nublados, humedad, lluvias y tormentas.. no le gustaba para nada. Por más acostumbrado que estuviera…

Lleva su rostro al cielo y siente cómo los acogedores y cálidos rayos del sol acariciaban su faz dulcemente. Otra brisa fresca lo abraza con una irresistible calma y sencillez.

Sí… hacía tiempo que no se relajaba de esa manera…

Suspira un poco más aliviado y comienza a pensar quién podría rellenar la referencia.

Nuevamente frustrado, continúa su camino hacia la biblioteca. Allí podría completar la solicitud tranquilo sin el bullicio de la ciudad.


Riiiiing…. Riiiiing…. Riiiiing….!

Una pequeña pero muy bonita casa era atormentada por el persistente ruido del teléfono sonando.

- ¡Ya voy! ¡Ya voy! -

Al, que se encontraba en la cocina, busca una servilleta y se seca lo más rápido que pudo sus manos mojadas y ágilmente corre hasta la sala del comedor, donde estaba ubicado el teléfono de color negro fino colgado en la pared.

Descuelga el auricular con su mano derecha mientras terminaba de secar la otra en el delantal celeste que llevaba puesto.

- Hola, residencia Elric ¿Quién habla?

- ¡¿Dónde está Edward? – se escucha una voz frustrada que expresaba rabia e impaciencia.

Ni bien la escuchó, pudo descifrar fácilmente de quién se trataba.

- No se encuentra disponible…

¡No me vengas con estupideces! ¡Debió haber llegado a las tres de la tarde! ¡Son las cinco!

La voz masculina no parecía estar de humor para excusas.

- Lo siento, pero en estos momentos no está en casa – responde cortante Al.

Se escucha un suspiro de resignación del otro lado de la línea, ¿intentaba calmarse?

Escucha, mocoso. Si no veo a Edward HOY dentro de una hora, yo mismo iré a buscarlo, y te puedo asegurar.. que no volverás a ver a tu querido hermanito en buenas condiciones.

~corte de llamada~

Al, que seguía sosteniendo el auricular, deja su mirada en la nada, reparando en todo lo que el hombre le había dicho. Cada palabra; y con cada entonación.

Cuelga el auricular lentamente y con cuidado en su sitio, con la cabeza gacha.

Sus grandes y bellos ojos cafés grisáceos se cristalizaban nuevamente...

Lo único que venía a su mente en esos momentos era…

¿Por qué?

¿Por qué la vida… podía llegar a ser tan brutal e injusta para ellos?

Especialmente…. Para su hermano…

¿Dónde? ¿Dónde estaba Edward en esos momentos?


- ¿"Número de licencia de manejo"? Pero… ¡no tengo! ¿Será un requisito para ser camarero?

Deliraba rellenando la solicitud un rubio con ideas erróneas en una de las grandes mesas de lectura de la biblioteca, las cuales eran hechas de madera de alta calidad, muy agradable al tacto y a la comodidad.

Las blancas baldosas brillaban por el reciente aseado. Se podía percibir un fresco y dulce aroma en todas partes del gran edificio .Los enormes ventanales dejaban entrar los finos rayos del sol, que chocaban con las paredes de madera y las estanterías llenas de libros de todo tipo, creando un ambiente cautivante y atrayente para los amantes de la lectura.

- Bueno… terminé. Ahora el problema es la referencia – concluye ya cansado y sudando una gotita.

- ¡¿Edward?

Su pequeño pirincho rubio sobresaliente se eriza al escuchar el tan repentino llamado de atención.

Al momento de voltearse, queda totalmente petrificado al ver de quién se trataba.

- Es… usted…

Cabellos oscuros, al igual que sus ojos y piel blanca, inconfundible; era él.

El hombre se sienta a su lado rápidamente, con "preocupación" escrito en la frente.

- ¡¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien? ¿Qué te pasó ayer? ¿No te lastimaste por la caída, no?

El niño se sorprende por tanta atención y consideración de parte del mayor. No puede evitar sonrojarse un poco al sentirse alagado.

- Eh…sí. Ya me encuentro mejor. Sólo fue por el golpe que esta mañana me sentía un poco mareado, pero eso es todo.. – comentaba al principio atreviéndose a ver su mirada, pero… tenía algo que le hacía esquivar esos ojos negros – Me enteré por mi hermano que usted me había llevado hasta la casa de él. Realmente quería disculparme por las molestias que pude haberle causado… - decía con cierta pena por comprometer a un desconocido en su situación.

- No te preocupes, No fue nada.

Suspira con alivio cerrando sus ojos y acomodándose mejor en la silla.

- Sinceramente me diste un gran susto cuando te desmayaste. Que bueno que no te haya pasado nada grave – sonríe con su característica honestidad - ¡Oh! ¡Perdona! Mi nombre es Roy Mustang. Soy empleado de la biblioteca. Es un gusto conocerte, Edward.

- ¡Igualmente! – le devuelve la sonrisa - ¡Ah! Sí… eso ¿cómo sabes mi nombre?

- Lo decía en uno de tus libros. Así pude ubicarte en la agenda y llamar al número encontrado.

- Muy listo… - sonríe Ed muy a su manera levantando una ceja.

- Es un don que se me ha dado. No soy de presumirlo demasiado – le devuelve el gesto imitando la sonrisa del menor.

- ¡Oh! Tenemos a un arrogante por aquí! - sonríe con gracia Ed, mientras mira cómo el mayor dejaba escapar una pequeña risita - Por cierto, nunca te había visto por aquí ¿eres un nuevo empleado?

- En realidad no, trabajo únicamente los viernes sustituyendo a la bibliotecaria principal que es amiga mía.

Le explicaba mientras colocaba a un lado el portafolio que traía consigo.

- Pero hoy es sábado ¿Qué viniste a hacer?

- Nada – suda una gotita mientras se rasca la mejilla - simplemente me paseo por aquí buscando algún libro interesante que leer.

En esos momentos, Roy recuerda el motivo por el cual se había acercado al niño…

- Oye… no es por metiche ni nada por estilo, pero… - se gira un poco y lo mira fijamente – fue muy temerario lo que has hecho anoche, salir con el clima en esas condiciones… ¿Qué es lo que viniste a buscar para que te arriesgaras así?

El rubio se sorprende por la pregunta tan repentina e inesperada.

No podía encontrar las palabras exactas para responderle…

Recordar que había fracasado en su proyecto tan esperado, el entrar a una universidad y lograr ser alguien en la vida… sólo hizo que la decepción lo dominara nuevamente, sin poder contestarle aún al mayor...

No puede evitar agachar la mirada, escondiendo su rostro entre sus mechones por la pena…

Tiririn Ti-tiririn…. Tiririn Ti-Tiririn…!

Se escuchaba una musiquita chillona proveniente de uno de los bolsillos del pantalón de Edward.

- ¿Y eso? – pregunta curioso Roy.

- ¡Ah! ¡Disculpa! Es mi celular...

Saca rápidamente el aparato color rojo de su bolsillo y atiende la llamada.

- ¿Si? Habla Edward, ¿quién…?

¡Niisan! ¿Dónde estás?

- ¡Eh! Aru…!

Baja un poco la voz considerando que se encontraba en una biblioteca.

- ¿Qué sucede, Aru? ¿Qué pasa?

¡Es "él" niisan! Llamó a casa ¡Está furioso! Dice que tienes una hora para ir y que si no te ve… que… si no vas…- no puede evitar dejarse ir en llanto. Llevaba tiempo tratando de opacar sus lágrimas, pero ya le era imposible.

- ¡Aru! No-no te preocupes… ¡no me pasará nada! Por favor… no llores…

Roy observaba confuso al pequeño; cada reacción, cada expresión. Aunque no entendía muy bien lo que decía ya que hablaba casi en susurros.

- ¿Dónde es que quiere verme?

En tu cas… digo… en el mismo edificio, el Temple Loue, en su oficina.. – suelta con tristeza y un molesto dolor en el pecho.

- Está bien. Escucha Aru; no hagas nada innecesario, todo estará bien. Confía en mí, ¿sí?

Trata de calmar a su hermano. Lo cual era difícil; ya no era un pequeño niño ingenuo que podría tragarse cualquier cosa que un mayor le diga, de todas formas ¿cómo se le puede afirmar a alguien que el cielo es de color violeta… cuando irrevocablemente es azul?

La situación era complicada, y los llantos de Aru no brindaban al joven mucho ánimo.

- … volveré,... ¿sabes? ….te lo prometo… no te preocupes….

Luego de una pequeña despedida corta la llamada y, para la atención de Roy, apaga su celular.

-¿Era tu hermano? – pregunta suponiendo que, por la mirada perdida del muchacho, algo andaba mal.

- Sí… debo irme. Se me hace tarde para algo importante…

Pero al terminar de decir esto, recuerda que aún la hoja de las referencias académicas estaba totalmente en blanco y que ¡debía entregarla hoy!

- ¿Todo en orden?

Ed mira a los ojos de Roy, viéndose reflejado en ellos. Tenía que pensar en algo, y rápido, se le estaba haciendo muy tarde. Pero ¿qué? ¿Qué podría….?

Y si…. Tal vez….?

- ¡Señor Mustang! Puede… usted… ¿Podría…? … Eehh…

Éste levanta una ceja sin comprender lo que el menor trataba de explicarle. Lo cual era… complicado.

- ¿Podría completarme esta referencia académica y entregársela al secretario del restaurante Cassanova? ¡Por favor! ¡No se a quién más podría pedirle esto! – confiesa desesperado mirándolo con súplica.

- ¿Eh? Pero… es una "referencia" . Las referencias personales son documentos donde una persona da información sobre otra, detallando sus fortalezas y debilidades o cualquier otra información …que sea relevante para quien la recibe….y yo… recién te conocí ayer …– le explica sudando una gotita. – y como es una de carácter académico, deberías pedírselo tus ex –profesores de la secundaria… ellos conocen tu capacidad intelectual y tu disposición para el trabajo.

Edward, exasperado por el horario y sin entenderle ni dos palabras, insiste..

- ¡Por favor! ¡Invente cualquier cosa, no importa! ¡Realmente me haría un favor enorme si lo hace! Yo ahora debo irme… pero lo veré el próximo viernes ¡sí o sí!

En eso, se levanta.

- ¡Muchas gracias! ¡Lo recompensaré con algo! ¡Nos vemos el viernes, temprano!

Corre rápidamente hacia la salida, dejando en la mesa ambos papeles, el formulario y la solicitud, y a un Roy muy confundido.

- Ehh… exactamente… ¿qué hora es "temprano"?

Le pregunta al aire.

Y… además… ¿qué podría escribir/inventar en aquel papel en blanco?


- Edward…. Se puede saber…. ¡¿Qué estabas haciendo?

Golpea fuertemente con su puño la pared de color blanca un hombre con una fuerza y brazos bien hechos. Llevaba un curioso parche en el ojo derecho y un gran bigote que le daba un toque de seriedad y severidad en todo su mirar.

Se encontraban en su oficina, finamente decorada y con los detalles justos. Dando a entender que era un hombre que amaba el orden y la organización puntual, lo cual el joven Elric parecía no saber apreciar ni aplicar.

Disgustado lo mira, esperando una explicación racional y creíble como para poder aceptarla. Pero como el joven se limitaba a mirar la nada y aún teniéndolo frente a él, el hombre, que ya tenía la paciencia por los suelos, se acerca al muchacho y lo agarra del cuello de su campera negra, acercando y mirándolo directo a los ojos dorados que tanto llamaban la atención en la gente..

- No es la primera vez que me retas en tu silencio… Edward – le dice en voz amenazante – YO te saqué de la miseria en la cual vivías cuando murió tu madre, YO te salvé de vivir en la calle, a TI y a TU hermano ¿Y así es como me lo pagas? ¿Esta es tu forma de agradecerme?

Ed contemplaba la alfombra color crema debajo de sus botas negras… como si esta le dijera qué hacer en una situación así…

- Tuve un inconveniente… como ya debe saber, mi vida no gira alrededor de usted… King Bradley – menciona afrontándolo con la mirada. Tenía miedo… sí…. Pero eso era lo que realmente pensaba y venía ya hace tiempo queriendo escupírselo en la cara… aunque no pudo evitar que su corazón latiera a mil por la adrenalina… al intentar rebelarse…

Bradley sonríe sin poder creer lo muy lejos que podía llegar ese chiquillo.

Con su mano izquierda, la cual tenía libre, corre uno de los mechones del rubio detrás de su oreja, lo cual el menor detestaba que la gente hiciera, y se acerca lentamente a su oído..

- A los niños que no obedecen las ordenes que se les impone, merecen hacerles un castigo, ¿no? – susurra amenazante.

¿Qué?

¿Dijo… castigo?

No…

Cualquier cosa…

¡Menos eso!

Ed abre completamente sus ojos expresando el horror en ellos.

Siente cómo lame el lóbulo de su oreja, haciéndolo estremecer y alertándolo al mismo tiempo..

- ¡De-déjame..! – intenta en vano soltarse del hombre, ya que, como anteriormente hemos notado, su fuerza era digna de admiración.

El hombre suelta la remera que sostenía con su mano derecha y toma el rostro del niño girándolo hacia un lado, dejando expuesto totalmente su cuello, y susurrando en él…

- Hace tiempo un cliente te está esperando en la habitación 204. Como lo has hecho esperar, te duplicaré el horario de trabajo de esta noche – apenas con la punta de su lengua lame sutilmente el cuello del rubio, quien no puede evitar dejar escapar un tembloroso suspiro, encontrándose desesperado por alejar a aquel hombre. – Más vale que le des el placer más delicioso de toda su vida… sino… te las verás conmigo…

Acto seguido, lo suelta separándose sin delicadeza de él, haciendo que caiga al suelo sin piedad.

Edward se lleva su mano hacia su cuello, aún sintiendo en la zona ese indeseable cosquilleo que le había provocado aquel ser...

- Cuando termines tu trabajo, quiero que te vayas directo a tu habitación correspondiente… ahí – sonríe maliciosamente – te estaré esperando con la cena lista…

-.-.-.-.-.-.-.-

Y ahí se encontraba… frente a la puerta de madera blanca que detallaba en dorado el número "204"…

Esta sería una noche… muy… muy larga…

.

.

Bueno...

.

.

Hora de trabajar…

 

...


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