Yuki Eiri, un famoso escritor casi mundialmente, guapo, conocido por ser uno de los mas deseados por las mujeres, tenia lo que quería, un departamento en la mejor parte de Japón, un gran Mercedes color negro, dinero y mujeres como hombres se le ofrecían a montón, estaba tirado prácticamente en su sofá negro, junto con una cerveza con las mas grandes fachas que se podía ver, su cabello estaba largo y se podía ver rastros de barba en su hermosa cara, su playera de la pijama tenia marcas de cerveza y un poco quemada por la colilla del cigarro, su pantalón de la pijama estaba en las mismas condiciones que la playera, era un completo desastre igual que su departamento.
Sus ojos en ese momento estaban rojos y ya era costumbre que los tuviera así, desde el momento que leyó la despedida de su amante comprendió que el también podía llorar, y llorar mares, no mas bien océanos enteros. Ese día llego a su departamento, leía y leía la carta que le entrego Seguchi, se dejo caer en medio de la sala de rodillas y se puso a llorar como nunca en su vida creyó poder llorar, la venda de sus ojos se había caído y se dio cuenta de lo que había perdido. Se dedico a llorar y a destruir ese bello departamento que poseía dejando todo patas arriba, incluido su estudio, pero dejo intacto el teléfono por si podía llegar a obtener alguna noticia de su amante, si “su amante” porque para el seguía siendo suyo.
- hace cuanto que te marchaste shu – decía el rubio en voz alta y incorporándose un poco en el sillón hasta quedar sentado – no importa, yo esperare lo que tenga que esperar.
El rubio en todo ese tiempo había estado esperando alguna llamada del pelirrosa, pero las únicas llamadas que recibía eran de su hermana preguntando como se encontraba, y de su editora pidiendo mas y mas novelas, ni siquiera recibía llamadas de su cuñado y en parte sabia porque, ya que lo que debía esperar de su cuñado debía ser una visita.
- maldición!!, maldito seguchi – si, para el era el colmo estar esperando la visita de una persona que creía insoportable y que se sentía con el derecho de manipular la vida de la demás gente.
El escritor no había dejado de escribir novelas pero mas aplazadamente y solo para pasar el tiempo pero había tenido problemas con la editorial porque no quería ir a ser la publicidad para los libros, por lo cual por poco lo demandan, pero pensaron que no importaba mucho ya que los libros por si solos venden demasiado, así que prefirieron soportar eso y seguir ganando dinero con la venta de nuevas obras del escritor.
Esto había sido así porque el escritor no tenia planes de abandonar su hogar y menos Japón hasta recibir la visita de Seguchi o alguna llamada de Shu, ni siquiera salía a hacer las compras, siempre utilizaba el servicio a domicilio.
- que yo, un escritor famoso que puede tener lo que quiera este así por un mocoso latoso como tu, quien lo hubiera visto jaja –esto lo decía mientras se paraba para ver por la ventana, como salía el sol para comenzar un nuevo día – antes de ti, todo era demasiado fácil, yo no… yo no era así.
Y entonces el escritor empezó a hacer memoria de cómo era antes de que conociera a Shu, era una persona completamente independiente de alguien mas, no necesitaba de otra persona para estar a gusto, solo necesitaba cerveza, cigarrillos y su computadora para entrar a mundos que el mismo creaba, solo comía cuando ya era demasiado necesario, cocinaba solo para una persona y no se tenia que andar preocupando si otra persona ya había comido o no.
Si llegaba a necesitar sexo simplemente marcaba un numero e iban a su casa o simplemente agarraba sus llaves y se dirigía a un bar, hay sobraban mujeres que querían con el, el simplemente escogía a la que mejor le llenara el ojo y se la llevaba a su departamento o a un hotel, no tenia que rendir cuentas de porque llegaba tan tarde o simplemente no llegaba a casa porque no tenia compromisos con nadie, y cuando a alguna se le ocurría querer tener una relación con el, simplemente le decía la escoria y lo facilita que era como para querer tener algo serio con ella y con eso se libraba de ellas.
Ya había tenido esos pensamientos antes y quería volver a ser como era antes, así que había decidido que no le importaría que Shu se fuera de su vida, habría mucha gente que se moriría por una simple mirada de el, así que un día salio a un bar, claro esto fue cuando aun no parecía un espantapájaros viejo, se encontró con una chica y se la llevo a un hotel porque el departamento prácticamente estaba destruido y antes de llegar a algo como caricias el rubio se había ido directo a casa, ya que cuando iban a comenzar en su mente solo estaba Shu con esa bella sonrisa que le dedicaba cada momento que estaba cerca de el hasta que el lo alejo de su vida, se ponía a llorar un buen rato después de que se calmaba se encerraba en su estudio a escribir y espera a que pasara el tiempo.
- jeje que patético - decía al recordar esa parte de su vida después de que Shu se fue – ahh, tengo que salir aunque sea a pasear, debo despejar mi mente, no puedo seguir así – se dirigió a su recamara, se ducho y se puso una camiseta azul marino y unos pantalones del mismo color, tomo si gabardina porque estaba haciendo un poco de frió – solo espero que en este tiempo no hables Shu y que al estupido de Thoma no se le ocurra venir cuando no este – y pensándolo un poco mas, se decidió y salio a dar una caminata.
Mientras caminaba sin rumbo fijo se puso a recordar mas fragmentos de su vida de cuando shu se fue – a sido muy difícil - después de darse cuenta de que había perdido una persona que lo amaba demasiado, se había derrumbado por completo, si escribía novelas pero no con nuevas ideas, tomaba fragmento de ideas que tenia guardadas en su computadora para lograr algo decente, había comenzado a fumar y a beber mas que antes.
Por poco se echaba una broncota con la editorial pero como no habían dejado de recibir dinero por la venta de los libros se salvo, su hermana le llamaba seguido para ver como estaba, así que no se sentía tan solo aparte de Tatsuha había ido a visitar una vez, y lo había visto tan mal que este le dijo que si sabia algo de Shu se lo diría y esto se lo agradecía de todo corazón, pero no tubo mas visitas de el, lo mas seguro es que no había podido averiguar algo de el, y no lo culpaba después de todo era Seguchi el tenia esa información.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando llego al parque en donde conoció a Shu, decidió tomar asiento en una de las bancas y mirar hacia el cielo mientras recordaba todo lo que había vivido con su joven amante, lo feliz, que aunque no quisiera admitirlo, era feliz con el pelirrosa, lo había hecho recordar lo que era reír a carcajadas como hace años jamás lo había hecho.
Había podido escribir novelas con finales felices, no como siempre hacia que terminaban en una tragedia y amores no logrados, cuando estuvo con el solamente le fue infiel una vez y eso fue al principio de la relación porque se dio cuenta de que el chico lo descubrió pero este no dijo nada y solo se había limitado a encerrarse en el cuarto de huéspedes y llorar amargamente, el rubio al darse cuenta de esto se sintió morir y por alguna razón no lo volvió a hacer e incluso se lo dijo cuando le hizo el amor al día siguiente, ya que este solamente lo hizo para probarse a si mismo que se estaba atando demasiado al pelirrosa pero tonto de su parte ya que de una forma o de otra se ato mas a el y si ya la estaba desde la primera vez que lo tomo, y algo menos importante pero que también logro el pelirrosa era que el rubio no fumaba ni tomaba tanto por lo cual su salud se veía mejor que nunca, aunque ahora que se fue se veía un poco mal.
-me cambiaste Shu, aunque nunca te lo demostré y ni te lo dije abiertamente, siempre te trate mal para que no te dieras cuenta - decía un rubio mientras recordaba a su pelirrosa, porque a pensar de todo era suyo ya que lo amaba como nunca amo a nadie – si shu, te amo, MALDICION!!, porque no te lo dije antes, yo se, yo se que lo necesitabas, verdad Shu??
Pensaba mientras pequeñas lagrimas brotaban de esos hermosos ojos dorados, todo lo que había hecho su pequeño amante para hacerlo feliz y este para no ser dañado de nuevo, le hería cada vez que podía para no hacerle ver que lo tenia prácticamente a sus pies, pero el muy tonto no se dio cuenta hasta muy tarde que Shu jamás lo dañaría y en cambio cuando el chico lo necesito, porque si lo sabia, él lo había necesitado como nunca y el otro lo hirió demasiado profundo al grado que no tubo mas opción que irse y dejar sus sueños de lado.
- ya basta!! –Dijo mientras se ponía de pie y se dirigía a su departamento – no pienso esperar mas, ya sea que Seguchi me diga por las buenas o no donde esta Shu, MI SHU, iré a buscarlo, lo traeré de regreso haciendo lo que sea necesario – y con estos pensamientos se dirigió a su departamento a paso rápido.
Llego a su departamento, subió por el ascensor y cuando salio de el ya lo estaba esperando alguien que hace tiempo esperaba con desesperación.
- hola Eiri-san, supongo que sabes porque estoy aquí, Shindou- san regresa….