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Errores encadenados por Paz

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Notas del capitulo:

En este momento, vamos a dejar un poco de lado los errores que unos y otros van cometiendo para tomarnos un pequeño descanso y de paso conocer la reacción de Hanamichi respecto a lo que acaba de descubrir. Ha llamado la atención que se diera cuenta tan rápido, no hay que olvidar que es un periodista, y aunque va por libre, esta atento a los menores detalles, que se fija en todo y que recuerda las situaciones por las que ha pasado porque posee una memoria prodigiosa y con esta aclaración paso a escribir este capítulo...

 

Otra aclaración, a nivel personal, si veis algún fallo gramatical es debido a que mis dedos van más rápido que mis pensamientos, o algún lapsus en la trama es debido a que mi memoria ya no es tan buena y por favor disculpar mis errores en cuestión de verbos, las conjugaciones nunca fueron mi fuerte, aún dedicándome a esto. Por ello, os pido disculpas...

Creo que este es el capítulo más largo que he escrito desde que lo subí.

Errores encadenados

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 10: Impasse

 

Apenas recogió su coche, se alejo unos metros, más pronto tuvo que detenerse, lo hizo en el borde de la acera, se sentía tan impactado por lo que había descubierto que se sentía todo tembloroso, apartó las manos del volante y las estiro delante de sus ojos, viendo como sus dedos temblaban, tenía el pulso acelerado y todo él estaba en un estado de nervios, necesitaba fumarse un cigarrillo para calmarse.

 

Encontró en el fondo de la guantera el paquete de cigarrillos que tenía allí medio escondidos, para demostrarse a si mismo que ya no era adicto al tabaco, sin embargo, en ese instante necesitaba la nicotina.

 

Lo encendió con manos temblorosas, tras un par de caladas intensas qué llevó el humo a sus pulmones y lo expulso lentamente, sintió que se sentía un poco mejor, aunque el olor del tabaco ahora le producía una extraña sensación de aversión. Lo apagó.

 

Aunque creía que no tenía sentido acercarse por el apartamento de Rukawa, con toda seguridad, ese tipo sospecharía que él a su vez no había creído su torpe explicación acerca de sus nudillos lacerados y ya habría puesto pies en polvorosa, tampoco perdía nada acercándose allí para confirmarlo. Podría tratarse de un tipo confiado, y continuaba haciendo su vida normal. Ese pensamiento le llevó a preguntarse que era lo que hacia habitualmente. Seguramente que con sus contactos podía enterarse de muchas cosas y en caso contrario, no le resultaría difícil colarse en la base de datos de algunos centros oficiales.

 

Cuando se sintió más tranquilo reemprendió la marcha.

 

Media hora después estaba enfrente del edificio donde vivía Rukawa, miró su reloj, marcaba las cinco de la tarde. Salio del coche y cruzo la calle, aunque no se hubiera fijado donde pulsaba el timbre, el nombre de Rukawa y Mitsui estaba allí señalado. Hizo la llamada una y otra vez, pero nadie contesto, tal como imaginaba el pájaro se había dado a la huida.

 

Llevado por un impulso llamó al botón que correspondía a su vecino más próximo, al poco rato se escuchó la voz de una mujer.

 

-¿Quién es?...

 

-Disculpe que le moleste, estoy llamando a su vecino del “A” y no contesta nadie… sabría usted… -en ese mismo instante el sonido de la puerta le indico que le había abierto el acceso al edificio.

 

-Suba…

 

-Gracias.

 

Cuando el ascensor le dejo en el piso correspondiente, apenas se vio en el vestíbulo del mismo, observó que la puerta estaba entreabierta con las cadenas cruzadas.

 

-Buenas tardes… -observando el rostro que asomaba apenas por la rendija, donde unos ojos le miraban evaluando su aspecto- Me llamo Sakuragi Hanamichi, quería hablar con los inquilinos… -dirigió una mirada hacia la puerta que quedaba a su izquierda.

 

-¿Es usted policía? –su tono de voz daba la impresión que no se sentía muy animosa a hablar con uno de ellos.

 

-No, soy periodista. –saber que lo era podía ayudarle a que se mostrará dispuesta a contarle cosas que hubiera escuchado o visto.

 

-Espere… -la puerta se cerró, al instante, el sonido de las cadenas al soltarse le indicó que estaba por permitirle el acceso a su vivienda. Lo que era bastante sorprendente.

 

-Pase… -se hizo a un lado cuando abrió otra vez- Siga el pasillo –indicó- No se preocupe por Chest, es tan viejo como yo.

 

Asintió fijándose que volvía a cerrar cadenas y cerrojos.

 

-No tiene miedo de encerrarse conmigo? –preguntó sorprendido por su actitud.

 

-Se que es una buena persona, le vi esta mañana.

 

-¡Ah! –eso justificaba en parte su confianza. Se fijo en su aspecto, parecía una persona de constitución débil, de baja estatura, menuda, la cara surcada de arrugas pero también se veía en sus ojos sabiduría, todo lo que había vivido se reflejaba en su mirada. Sus cabellos blancos enmarcaban su rostro.

 

-Iba a prepararme un té… ¿le apetece? –preguntó dirigiéndose hacia la sala para darle acomodo a su visita.

 

-Gracias, será un placer acompañarla.

 

Fue allí donde se fijo en un enorme perrazo, estaba tumbado al lado de una chimenea apagada e indolente apenas si levanto la cabeza para ver quien llegaba, no tardó en volver a su posición favorita.

 

-Me hace compañía, pero no mucho más. –Comentó al seguir su mirada- Por favor, siéntese –dijo sacudiendo unos cojines para que se sintiera cómodo. Enseguida estaré con usted.

 

Asintió en silencio.

 

Mientras permaneció solo miró a su alrededor con curiosidad, la pequeña salita estaba amueblada con gusto y decorada sobriamente, sobre la repisa sobre la chimenea podían verse fotográficas enmarcadas. Supuso que se trataba de la familia de la anciana.

 

Cuando la escuchó regresar y vió que venía cargada con una bandeja se apresuró a levantarse para recogerla de sus manos.

 

Mientras tomaban el té con masitas, se convirtió en un atento oyente, comprendiendo que la mujer debía llevar sola mucho tiempo y que su presencia era una distracción a su monotonía.

 

Escuchándola hablar se daba cuenta que era una persona culta, la soledad con la sola compañía de un perro tan viejo, no era suficiente para una persona que debió llevar una vida intensa.

 

-Tiene que disculparme…, habló y hablo y no le dejo a usted hacerlo, -dijo al cabo de un largo rato.

 

-Es para mí un placer escucharla. –era sincero al decirlo.

 

-Tiene un problema… ¿verdad?

 

-Si… -era demasiado lista para ocultárselo.

 

-¿Con quien de ellos quiere hablar?

 

-Mitsui…

 

-Ese hombre nunca me ha gustado…, siempre ha sido muy prepotente… -abrió mucho los ojos como si pensará que podía tratarse de un amigo- Disculpe… no debí…

 

-No se preocupe… no es mi amigo. –comprendió su reacción.

 

-Es un alivio –dijo llevándose la mano al pecho. Le miró fijamente, como si dudara en contar lo que creía haber oído noches atrás.

 

-El otro hombre es mucho más atento, cuando coincido con él, mantiene la puerta abierta para que pase y me cede el paso en el ascensor, no cualquiera lo hace.

 

-Rukawa…

 

-Si, ¿sabía usted que es un famoso basquetbolista? Es compatriota suyo ¿verdad?

 

-Si…, lo es.

 

-El muro es muy fino y si se levanta la voz se oye todo. –comentó.

 

-Tiene que resultar muy molesto. –dijo como incitándola a hablar.

 

-Sobre todo cuando es tarde. –asintió.

 

-Ferris-san me comentó que formaban una pareja bien avenida –al ver su mirada explicó- El hombre que me acompañaba esta mañana.

 

-Ah si, su rostro me resultaba familiar, después recordé haberle visto en la televisión. Hasta hace unos meses nunca se oía una palabra más alta que otra, pero últimamente les oía discutir demasiado a menudo.

 

Apoyó los brazos sobre la mesa inclinándose hacia delante.

 

-Dígame, Maggie… -le había pedido que la llamara por su nombre- la noche pasada… -se fijo que su mirada se sobresaltaba y como si quisiera ocultarlo, tomó la taza y le dio un sorbo largo- es importante para mi saber lo que sucedió.

 

-Le sentí marcharse, parecía muy apurado.

 

Maggie giró su mirada hacia sus retratos familiares, se levantó y tomó entre sus dedos uno de ellos, volvió a sentarse mostrándose a su acompañante.

 

-Es una mis nietas, aquí solo era una niña, ahora esta casada y tiene dos niños, siempre fue mi preferida lo reconozco si bien siempre intente que no lo supiera para que los demás no se sintieran menos queridos.

 

-Tiene que sentirse muy orgullosa de tener biznietos y poder conocerlos.

 

-No los veo desde hace mucho tiempo, a veces me llaman y hablamos, lo hicieron hace unos días, el niño mayor sufrió una caída en el colegio, al parecer no lo tuvieron en cuenta y empeoró, ahora esta ingresado.

 

-Lo lamento. –dijo sosteniendo el retrato donde una niña rubia de coletas sonreía a la cámara.

 

-Estaba preocupada y no podía dormir, así que me levante a tomarme una tila. Estaba en la cocina cuando escuche un golpe muy fuerte, me sobresalte, enseguida me llamé tonta por asustarme, estaba segura que solo se trataba que hubieran movido un mueble demasiado fuerte. Era el mismo sonido cuando tengo que arrastrarla mesa, por ello no lo tomé en cuenta, seguí tomando mi brebaje y entonces los ruidos se intensificaron al otro lado de la pared, me quede paralizada, -se llevó las manos al pecho- sentía como si mi corazón fuera a salir de mi pecho. Fueron unos momentos angustiosos, aún ahora me parece volver a escucharlos, cuando todo acabo y me tranquilice, me dije que todo estaba bien, que seguramente solo era un sueño, que yo continuaba acostada.

 

Sakuragi asintió comprendiéndola, alargó la mano y la posó sobre la suya, intentando tranquilizarla.

 

-No fue un sueño… ¿verdad? –su mirada inquieta se posó en él.

 

-No, no lo fue.

 

-Quise convencerme que lo era, porque sus palabras me resultaban extrañas.

 

-¿Sus palabras?

 

-Se repetían dos palabras, las escuché entre golpe y golpe, “la matare” –alzó su mirada acuosa hacia él- Entonces, no lo comprendí…, después si porque recordé haber notado ciertos cambios en Rukawa, era mucho más amable, mas atento, a veces veía su mano posada en su vientre, su mirada tenía un brillo luminoso como si tuviera un dulce secreto. –al fijarse en la expresión de su rostro le aclaró – Hace mucho tiempo ejercí de comadrona y aún  recuerdo la felicidad que había en los rostros de las madres primerizas. Rukawa ha tenido que sentir que una nueva vida es como un milagro.

 

Asintió sin palabras. Rukawa hizo lo indecible para salvar a su bebita, Maggie tenía razón, esa niña es como un milagro y su vida a pesar de la adversidad tenía que prevalecer por encima de todo.

 

-¿Qué puede decirme de ese hombre? ¿Sabe a que se decida? ¿A que hora sale a trabajar y cosas así?

 

-No, apenas si se dejaban notar, excepto cuando les veía marcharse con sus maletas, durante la temporada de juego, iban siempre juntos. Es autor de novela negra. –se levantó dirigiéndose hacia una puerta entrando en lo que era su dormitorio, desde donde estaba pudo ver parte de la cama. Al rato sus pasos se acercaron y volvió a su lado. Me la dio él un día que nos cruzamos, iba cargado con muchas otras y se le cayó. Me dijo que me la regalaba si podía agacharme a agarrarla del piso. La levante y se lo agradecí, desde entonces leo algunos párrafos antes de dormirme.

 

Sakuragi se fijo que era un libro de bolsillo, lo ojeo por encima, sacó una libreta de tapas negras que siempre llevaba encima escribiendo en ella el alias que tenía, investigaría por ese lado, también apuntó la editorial.

 

-Gracias por contármelo. –dejó el libro a un lado.

 

-Eso era lo que quería saber…

 

-Si, eso era.

 

-¿El esta bien?

 

-No, no lo esta.

 

-Lo siento… pero me asuste tanto, que no fue capaz de reaccionar.

 

-Tranquila, él no se lo va a reprochar. En lo único que tiene que pensar es en la recuperación de su biznieto. Llamé a su nieta… seguro que le dará buenas noticias.

 

-Lo haré… gracias por su compañía. –supo que su visita había concluido.

 

-Ha sido un placer conocerla, Maggie y si me lo permite, me gustaría volver otro día. –vió el brillo esperanzador de su mirada cuando escuchó sus palabras, ni siquiera el comprendía porque las había pronunciado.

 

***********************

 

Apenas se quedo solo supo que no podía quedarse allí, tenía que marcharse lejos, nada de lo que había hecho conseguía salirle bien.

 

No le gustaba le mirada inquisitiva de ese tipo, y mientras llenaba su maleta con todo lo que pudiera llevarse, pensó que tal vez Kaede le había engañado al decirle que no le conocía, era sospechoso que apareciera en su casa justo cuando Kaede había logrado escapar.

 

Le dio la impresión que cuando vió su mano supo que él era el causante del estado en que dejo a su pareja, pero como podría saberlo si se había escapado y no había conseguido averiguar donde se encontraba. En ninguno de los hospitales había sido recibido un herido en sus condiciones, tampoco en clínicas privadas, había llamado a algunas, le constaba que en su estado no podía haber ido muy lejos y lo que le molestaba era la incertidumbre de su paradero, por ello, en venganza había revelado a través de la red social su estado.

 

No podía llevarse todo lo que le pertenecía, además de una maleta llenó también un bolso, reviso su mesa de trabajo, recogiendo algunas cosas que le interesaba conservar, fue entonces cuando abrió un cajón y vio la libreta del banco, miró su saldo y supo que apenas si le alcanzaba para sostenerse durante un par de meses, su editor estaba tras él para que le entregara en la fecha fijada su ultimo libro, manuscrito que ni siquiera había empezado a escribir.

 

Recordó la cuenta conjunta que tenía con Él y sin ningún remordimiento se dirigió hacia el lugar donde estaba guardada la cartilla, si se daba prisa podía pasarse por el banco y cancelarla, seguro que con aquello tenía para vivir una temporada, aunque él no había ingresado su parte en esos últimos meses, le constaba que Kaede si lo había hecho, lo confirmó cuando vió la cantidad,  su mirada se desorbitó exclamando.

 

-¡¡¡Wooowww!

 

La guardó en su bolsillo. Cargó con todos sus bultos, en el recibidor vió dentro de un plato de adornó la llave del coche de Kaede, pensó que se le llevaría, tenía un maletero más grande. Salió del piso cerrando la puerta con un portazo, el ascensor le llevo hasta el garaje, guardó sus bultos y se sentó en el asiento del conductor con expresión satisfecha, metió la llave y le dio al encendido, enseguida el motor comenzó a ronronear suavemente.

 

Segundos después abandonaba el garaje y se unía a la circulación, en el banco no le pusieron ninguna inconveniente en retirar la suma de dinero que solicito, para que no pareciera sospechoso, dejo una cantidad minima. El sobre abultaba bastante, por lo que a modo de precaución lo disimuló entre las hojas de un periódico que había comprado para ver si encontraba alguna noticia respecto a su ex porque no cabía ninguna duda que esa relación estaba finiquitada para él.

 

Una hora después la autopista se abría ante él, pisando el acelerador de su descapotable y dejando el viento despeinara sus cabellos.

 

Una vez más tenía que recomenzar su vida, ya había perdido la cuenta de las veces que le había pasado. Se preguntaba que había de malo en las parejas que elegía, al principio eran perfectas, tenían una maravillosa relación y cuando creía que era el definitivo todo se estropeaba. Kaede había sido quien más le había durado. Ahora pensaba que cinco años a su lado, eran demasiados. Pensaba que de haber tenido ese hijo que tanto deseaba, hubieran sido muy felices. Más él le engaño, quisieron hacerle creer que habían cometido un error, él era demasiado listo para que esa triquiñuela fuera verdad. Kaede le había engañado con otro, por eso no quiso abortar. Ahora eso ya no importaba, él estaba libre y seguramente que Kaede había muerto desangrado en algún callejón.

 

-Un problema menos… -musitó.

 

Había estado conduciendo durante horas sin detenerse y cuando vió el snack de carretera decidió detenerse a comer algo porque ya estaba hambriento. Se fijo en el sobre que tenía en el asiento del copiloto, apenas aparcó bajo la sombra de un chamizo, lo tomó entre sus dedos y lo escondió debajo del asiento.

 

Había poca gente pudiendo elegir mesa junto a la ventana, desde allí podía ver su coche, temeroso que alguien pensara en llevárselo, dejándole no solo tirado en la carretera sino también en la más absoluta ruina. La camarera le sirvió un jarro con café mientras esperaba que le hiciera el pedido.

 

Leyó los distintos menús que figuraban en carteles sobre las paredes y eligió uno de ellos.

 

Algunos minutos después estaba comiendo con autentico apetito, fue entonces cuando empezaron a llegar camioneros sentándose en la barra y también ocupando las mesas que estaban vacías.

 

-¿Podemos sentarnos contigo?

 

Supo que se dirigían a él y apartó la mirada del cristal, fijándose en los dos jóvenes, al momento dirigió su mirada alrededor viendo que el local se había llenado. Distraído en comer y en no apartar la mirada de su coche demasiado tiempo no había prestado atención a su alrededor.

 

Asintió con un gesto.

 

Se sentaron frente a él.

 

Durante los primeros minutos estuvieron callados mientras esperaban su comida, luego escuchó la pregunta que le dirigían.

 

-¿Es tuyo ese coche? –señaló con el pulgar hacia donde estaba ubicado, el chico que estaba sentado junto a la ventana.

 

-No…, tengo que entregarlo en Bakersfield. –no estaba dispuesto a llevar a nadie con él.

 

-Que coincidencia, nosotros vamos cerca… podrías acercarnos. –dijo él otro chico.

 

-Lo lamento no puedo, me insistieron mucho en que no subiera a nadie.

 

-Pero no lo sabrán si lo haces. –insistió el otro chico.

 

-Lo sé yo… y para mi es suficiente.

 

-Por supuesto…

 

Dando por concluida la conversación y también su comida se levantó y se dirigió hacia la cajera para pagar su consumición.

 

Minutos después arrancaba y partía de allí, lo último que vió fueron sus rostros a través del cristal como atentos a su partida, no podía saber que días después volvería a coincidir con ambos. Se fijo en un grupo de moteros que estaban cargando gasolina en sus motos, en ningún momento, se le ocurrió pensar que podían formar parte de ese grupo.

 

***********************

 

Las dos horas que había pasado junto a la simpática anciana, habían transcurrido sin sentirse, y aunque la jornada laboral para algunos empezaba a terminar estaba seguro que Frank seguiría sentado en su escritorio, con una pila de carpetas con casos sin resolver.

 

Como era habitual cuando se presentaba en la comisaria, no iba con las manos vacías, llevaba una caja enorme con donuts de distintos glaseados, aquella tarde antes de apersonarse allí entró en una tienda para abastecerse de dulces. También compró café con la seguridad que él  iba a apreciarlo, porque era mucho más rico que el que hacían allí, dependiendo de quien lo preparaba o salía aguado o era del color del alquitrán y tan espeso como si lo fuera.

 

Entró en el edificio como si estuviera en su casa, saludando a unos y otros con total confianza y ofreciendo los donuts a aquellos con los que tenía más confianza.

 

Finalmente llego hasta su mesa y tal como había supuesto allí estaba Frank, en mangas de camisa, arremangadas y con una carpeta abierta delante de él, unas fotografías aparecían extendidas por su mesa.

 

Cuando le vió se apresuró a guardarlas, más no tan rápido que no pudiera echarles una ojeada.

 

-Café y donuts –dijo abriendo la caja mostrándole los dos últimos que quedaban.

 

-Gracias… ¿Qué te trae por aquí? Han pasado meses desde la última vez que te dejaste ver por aquí.

 

-He estado ocupado… -comentó sentándose frente a él, enseguida tomó su café, le quitó la tapa y comprobó que todavía humeaba.

 

-¿Qué tal Lucy? –pregunto tras dar un sorbo a su bebida.

 

-Empezó la universidad, me llama algunas noches para contarme lo que hace. Dice que echa de menos mi comida. –sonrió.

 

-Me alegro que este bien y contenta, me habías dicho que deseaba ir a UCLA.

 

-Su amiga Lisa, solo podía asistir a Berkeley, como ella tenía la opción de elegir prefirió irse con ella. Al menos se que están juntas y me siento mas tranquilo.

 

-Ahora que estas solo, puedes comenzar a buscar una buena mujer que te caliente la cama. –dijo con expresión seria.

 

-Ya no estoy para eso, si no lo hice cuando Lucy necesitaba una madre, menos ahora. –dijo con una sonrisa.

 

-¿Por que no? Eres joven, bien parecido, no tienes ni una cana y conservas todo tus cabellos rubios, tienes unos ojazos de impresión, esas pestañas onduladas, un sueldo fijo, una bonita casa, eres el partido ideal, ellas tenían que caer rendidas a tus pies.

 

Su mirada verdiazul se posó en él durante unos segundos, como si estuviera evaluando el sentido real de sus palabras.

 

-Si no supiera que no te intereso, pensaría que me estas tirando los tejos, pero considerando que eres un buen chico, que te conozco desde hace mas de quince años y que solo vienes a verme aquí cuando quieres información, considero que es esto último es el motivo de tu presencia.

 

-Extraoficialmente –comentó mirando alrededor para ver que nadie estaba cerca para escucharle.

 

-De acuerdo, siempre y cuando no estés metido en una lio.

 

-Siempre condicionando tú ayuda. –dijo con una sonrisa- Me he visto envuelto en un asunto que me queda grande. No me mires así. Si cuento con tu ayuda puedo resolverlo mas rápido que si lo intento por otros medios más tortuosos, ¿tú no querrás que tu hermanito se vea metido en un lio de verdad? –preguntó con toda inocencia.

 

-En que asunto te has metido…

 

-Un intento de asesinato.

 

-¿Quuuuueeé?

 

-Baja la voz quieres que se enteren todos… -miró alrededor, pero eran los únicos que quedaban en la sala- Te contaré todo, pero sin dar nombres de los implicados.

 

-Salgamos de aquí… tengo la impresión que este asunto me va a desbordar. –dijo levantándose y bajando las mangas de la camisa para luego ponerse la chaqueta- Mi coche esta en el taller

 

-Tengo el mío ahí aparcado –dijo Sakuragi aceptando su propuesta. Se sentiría más tranquilo hablando fuera de la comisaria, así no tendrían la impresión que estaban conspirando. A menos que Mitsui saliera del estado, la policía podía dar con él y detenerle donde estuviera.

 

Las carreteras estaban bastante congestionadas y la circulación era lenta.

 

-Cuéntame ahora eso que me dijiste.

 

-Todo empezó hace cinco meses, me ofrecieron un trabajo muy  bien remunerado si consiguió hacerme con los datos de un disco duro.

 

-Espionaje industrial –le interrumpió Frank volviendo a mirarlo censurable.

 

-No, buscaba datos de un posible delito… -se apresuró a decir- Se trataba de una clínica de fertilidad, hubo algunas muertes y mis clientes pensaron que se trataba de algo más que simples accidentes, la investigación que hubo y los consiguientes juicios declararon que se trataban de fallos humanos, y como las mujeres que habían muerto eran desheredadas de la fortuna, dieron carpetazo al asunto con una pequeña indemnización para los familiares de las víctimas, mala praxis dijeron.

 

-Creo recordar el caso… ¿la clínica sigue en activo? –Preguntó- Creo recordar que había sido inhabilitada para seguir actuando.

 

-Si fuera así esta incumpliendo la norma, pero no lo creo posible porque tras esa fachada encontré un delito más grave. Entregue a mi cliente el informe de mi trabajo, una copia de la cinta y todo lo necesario para que supiera de qué iba todo. Ellos solo querían saber si existía mala fe en esas muertes y por ello cumplí dándoles lo que quería cobré y acabe con ellos. Sin embargo, me aseguré que un paquete con la información pertinente llegara a manos del FBI, han transcurrido desde entonces cinco meses, no se si creen que ha sido una tomadura de pelo o están investigando para caer sobre todos ellos, lo que sea, ya no es problema mío.

 

-Y ese intento de asesinato que mencionaste….

 

-Coincidí allí con una pareja que iban a realizarles una implantación, supongo que pensaban que allí tenían buenos médicos para llevar a buen fin un embarazo. Siempre he creído que cuando una pareja va en busca de un hijo, es porque esta dispuesta a todo por él, es una gran responsabilidad criar a un hijo, ¿no? –se distrajo un momento para mirarle.

 

-Si…

 

-Eso me parecía. Yo por ejemplo, no podría ser un buen padre, siempre estoy de un lado a otro, viajando continuamente y moviéndome de un continente a otro. –se justificó a si mismo en alto.

 

-Hanamichi… ¿estas pensando en adoptar? –preguntó sorprendido un tanto por su apresurada manifestación de paternidad.

 

-No… -y cerró la boca para no seguir diciendo más de lo que debía.

 

-Entonces, ve directo al grano…, estamos a punto de llegar al cambio de sentido y todavía no se que quieres de mi.

 

Respiró con fuerza y exhalo el aire de sus pulmones.

 

-La clínica se equivocó…, el supuesto padre de la criatura no lo es y cuando les propusieron abortar se mostro encantado, pero la… -hizo una pausa de un par de segundos- …madre no quiso. Se negó rotundamente. Este mediodía tuve una charla con el ginecólogo que le trataba y supe que el hombre fue a verle preguntándole si existía un modo de que abortara sin su consentimiento. Al darle una negativa supongo que al llegar a casa perdió el control y le dio una brutal paliza con el fin de matar a la bebita, hasta donde yo se aún no lo ha conseguido.

 

-La mujer… ha hecho la denuncia…

 

Sakuragi no le sacó de su error.

 

-Imposible…, esta sedada y su estado es grave.

 

-Como lo sabes?

 

-La recogí la noche anterior, alrededor de la medianoche.

 

-¿A qué hospital la llevaste?

 

-A ninguno. Me dio un teléfono para que llamara a alguien. Así lo hice y se hicieron cargo de todo.

 

-Y te lo has tomado como algo personal.

 

-Es personal… al principio no sabía porque me importaba su seguridad, pero ahora es diferente. Esos idiotas de la clínica utilizaron mi semen para implantárselo, soy el padre de la bebita.

 

-¿Tu semen?

 

-De alguna manera tenía que meterme en la clínica sin despertar sospechas, como iba a imaginarme que eran tan torpes. –se justifico.

 

Frank le miró, la seriedad que veía en su rostro le hizo sonreír al principio, luego no pudo evitar reír a carcajadas.

 

-No tiene ninguna gracia. –dijo cuando se tranquilizó.

 

-Perdona, tienes toda la razón, es algo grave. –Intento no sonreír, pero los labios se sacudían incapaces de quedarse quietos- El cazador cazado… va a ser un inconveniente para ti, la madre de tu futuro hijo, casada  y para más inri mujer. –conocía la orientación sexual de su hermano.

 

-Te equivocas, no esta casada y no es una mujer. Es  un hombre –reveló para borrar de su rostro esa sonrisa idiota.

 

Frank se quedo mudo, mirándole con los ojos muy abiertos, desconcertado, cuando pudo hablar solo dijo.

 

-Quieres embromarme porque me reí…. lo siento, ya me disculpe.

 

-No es ninguna broma. ¡Quiero que ese desgraciado pague por lo que ha intentado hacer! No es que me haga mucha ilusión saber que voy a ser padre, pero no voy a dejar el hecho que intento matarla.

 

-¿Por qué hablas del nonato como si fuera una niña? ¿Le han hecho una ecografía?

 

-No lo se…, su ginecólogo no me dijo que pruebas le habían realizado, me da la impresión que no, él la mencionó como su bebita.

 

-Comprendo…, conoces el nombre de ese tipo. –también a él comenzaba a caerle muy mal, tenía razón al sentirse enfurecido.

 

-Solo se que se apellida Mitsui, pero tengo su seudónimo. Al parecer es escritor de novela de serie negra. Su vecina me contó algunas cosas que estuve escuchando.

 

-Hay vecinas muy cotillas, por eso prefiero una casa independiente.

 

-Maggie es una mujer encantadora, vive con un perrazo, tan viejo como ella. Su familia vive en otro estado y solo la visitan muy de tarde en tarde, por lo que me recibió muy animada y luego de hablarme de su larga y emocionante vida, de contarme jugosas anécdotas, me puso en antecedentes sobre lo que había escuchado la noche de autos. No te diré lo que me dijo, si quieres puedes ir tú a hablar con ella.

 

-¡Lo sabía! – exclamó Frank con gesto trágico.

 

-¿Qué cosa? –preguntó mirando hacia el retrovisor para hacer la maniobra de aparcar.

 

-Que tu presencia iba a darme más trabajo.

 

-Para eso son los parientes, ¿no?

 

Apenas traspasaron el umbral de la casa, Frank se quitó la chaqueta que colgó de una percha del armario próximo a la salida.

 

-¿Quieres una cerveza? –ofreció mientras iba hacia la cocina y abría la nevera.

 

-Se te agradece.

 

-¿Hay alguna cosa que no me hayas contado? –preguntó abriendo su lata y bebiendo directamente a morro.

 

-No que yo recuerde… -su mirada acerada se poso en él- Ya sabes como soy, nunca doy mi nombre si no es imprescindible.

 

-¿Cuál diste?

 

-No tiene mayor importancia, nunca lo sabrá, -su mirada seguía fija en él-De acuerdo, Sendoh Akira, es un amigo que vive en Japón.

 

-¿El que estaba planeando sobre la ciudad de Kobe el mismo día que se produjo el terremoto? –preguntó, su hermano le hablaba de los amigos que había dejado en Japón.

 

–Ese mismo… -le vió tomar nota del nombre, le paso los datos que había apuntado en su libreta- Ahora lleva el control de la empresa familiar. Al parecer su padre ha delegado en él la mayoría de sus negocios, a consecuencia de una apoplejía no puede dirigirlos como el quisiera y su hijo ha demostrado su valía.

 

-O sea que no hay ningún riesgo que se aparezca por aquí.

 

-Ninguno.

 

Mañana a primera hora me ocupare de saberlo todo respecto a él.

 

-Gracias.

 

-Te quedas a cenar conmigo –dio por sentado.

 

-Si me ofreces una cama te lo agradezco, no me siento con ánimos para volver hasta mi apartamento.

 

-Sabes que esta también es tu casa. –dijo con una sonrisa- No necesitas pedírmelo.

 

Acabada su bebida pasaron a la cocina y mientras Frank cocinaba, bebieron otra cerveza mientras continuaban una amena charla, al concluir dieron cuenta de los alimentos y tras meter todo en el lavavajillas y ponerlo en marcha, salieron al porche llevando en la mano otra cerveza, se sentaron en un balancín de cara a la calle, por la carretera apenas si circulaban coches, era aquella una comunidad tranquila y los que veían pasar eran vecinos que regresaban a sus casas.

 

La noche había llegado y las estrellas titilaban en el cielo, como puntos de luz y ellos estaban silenciosos dejándose llevar por la tranquilidad que allí se respiraba.

 

Cuando ya creí que no iba a sacar el tema, Frank lo hizo.

 

-¿Vas a reclamarle a tu hija?

 

-Ni siquiera le conozco… he coincidido con él dos veces antes de anoche, estoy seguro que él ni sabe que me ha visto, si es que se ha fijado en mi. Frank, él la defendió con su vida, aún sabiendo que era de un desconocido, si pudieras verle como le dejo.  –apretó los dientes para contener la furia que una vez más le invadía ante su recuerdo.

 

-¡Tranquilo! Daremos con ese desgraciado y si no tenemos con que acusarle, revisaremos hasta su última declaración de impuestos, seguro que podemos empapelarle por unos cuantos años. –prometió.

 

-Sabía que podía contar contigo.

 

-Anda ve a dormir, estas que te caes dormido.

 

Hanamichi no rebatió sus palabras.

 

-Buenas noches, Frank –dijo levantándose.

 

-Buenas noches, Hanamichi, que tengas felices sueños. –le deseo.

 

-Igualmente, hermano.

 

Frank le siguió con la mirada hasta que la puerta se cerro tras él, escuchó sus pasos subiendo las escaleras y el ruido que hacia desde su habitación por encima del porche donde el continuaba sentado.

 

Recuerdo de Frank, quince años atrás

 

Recordó la impresión que recibió cuando quince años atrás abrió la puerta de esa misma casa y se encontró delante de un muchacho de unos dieciocho años, luego supo que tenía veinte, que se presentó diciendo.

 

-Me llamo Sakuragi Hanamichi, mi padre en su lecho de muerte me dijo que aquí vive mi madre que viniera a reunirme con ella.

 

-Lo siento, pero te ha debido de dar mal la dirección –le dijo al ver al chico oriental que tenia delante.

 

-Oh… -la desilusión que vió en su mirada le conmovió, aún así hizo ademán de cerrar la puerta- Espera, tengo una foto de ella de cuando se casaron, a lo mejor la conoces –cuando vió la imagen supo que no había ningún error, abrió la puerta mosquitero y le hizo pasar.

 

Le enseño el retrato que adornaba la pared del salón encima de la repisa de la chimenea.

 

-¡¡Es ella!! –Exclamó entusiasmado el joven y volviéndose hacia él preguntó- ¿Cómo se llama? ¿Puedo verla?

 

-Su nombre era Margaret Sullivan. –al ver su mirada apena supo que le había comprendido- Mis padres fallecieron en un accidente de trafico hace cinco años.

 

-Lamento no haber podido conocerla… yo era muy pequeño cuando se separó de mi padre –dijo con pesar y haciendo ademán de marchar.

 

-¡Quédate, puedo contarte cosas de ella!

 

Y esa noche hablaron mucho y se conocieron mejor, llenando los vacios que había en el relato de cada uno, en sus propios recuerdos, cuando llegó el nuevo día supo que no podía dejar a su hermano vagando en una ciudad que no conocía. Aunque estaba casado y tenía una hija, no tuvo ninguna duda acerca de la bienvenida que su esposa le daría cuando le dijera quien era.

 

Vivió con ellos durante los siguientes cinco años, luego su trabajo le alejo de ellos, como bien había dicho su trabajo como periodista le llevaba de una ciudad a otra, de un país en guerra a otro, siempre arriesgando la vida, hasta que el mismo se canso de dar tumbos y se quedo definitivamente en la ciudad y aunque le ofreció su antigua habitación, acepto de buen grado su negativa.

 

-Aunque me quede en la ciudad, voy a estar viajando de un lado a otro, ya sabes que tengo mi propio apartamento, allí tengo el cuarto oscuro donde puedo revelar las fotos que hago y tengo todo el material necesario para realizar mi trabajo. Además no os molestaré con mis entradas y salidas intempestivas a altas horas de la noche. ¿Lo comprendes?

 

-Por supuesto…

 

-Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa, tienes mis números –llevaba un par de móviles, porque a veces se olvidaba de recargarlo- Si necesitas que cuide de Lucy dímelo y me quedo con ella todo el tiempo que sea preciso.

 

-Lo tendré en cuenta y tú ya sabes que para cualquier problema que tengas tu hermano mayor puede ayudarte.

 

Y así había sido desde entonces.

 

Fin del recuerdo de Frank

 

***********************

 

Durmió de un tirón, cuando despertó la claridad del sol entraba de pleno a través de la cortina abierta. Le faltó poco para tirarse de la cama, se quedo sentado descalzo, mirando a su alrededor en busca de sus alpargatas, finalmente tuvo que arrodillarse en el suelo y buscarlas debajo de la cama, allí estaban, se las calzó y se dirigió al aseo, tras llevar a cabo su primera necesidad, vaciar su vejiga, abrió el paso del agua caliente y espero unos minutos hasta que comenzó a salir tibia, solo entonces se desnudo y se metió debajo del chorro de agua, recogió en la palma de su mano una chorro de champú para pasárselo por sus cabellos, enjabonándolos y frotándolos hasta quedar satisfecho, permaneció bajo el chorro del agua hasta asegurarse que no quedaban rastros de espuma. Cortó el paso del agua y solo entonces tomo la pastilla de jabón y comenzó a deslizarla por su pecho y vientre, dejando a su paso una capa de espuma blanquecina, cuando se dio por contento se enjabonó los brazos, frotándose con energía, como si buscara despertar sus músculos. Apoyó su pie en el borde de la bañera y también paso la pastilla de jabón en toda la extensión de su pierna y muslo, cuando acabó con una, continuo con la otra. Como solía hacer siempre, dejaba para lo último su entrepierna, porque apenas se tocaba se excitaba y no era cuestión de empalmarse al principio, porque se conocía y sabía lo que podía ocurrirle el aseo íntimo lo dejaba para el final.

 

Aquella mañana no fue diferente a otras.

 

Media hora más tarde y abochornado contra si mismo porque en el momento de correrse el rostro que se había metido en sus pensamientos era el de Rukawa y eso le turbaba porque era consciente que no tenía que mezclar sus sentimientos con el trabajo y Rukawa era eso para él, un nuevo caso a resolver, aun cuando no llevaba una placa como su hermano.

 

Acaso más adelante Rukawa cuando se recuperara le permitiera hacerle una entrevista, con ese pensamiento se apresuró a vestirse y descendió al piso de abajo, tal como pensaba Frank le había dejado una nota pegada a la nevera con un imán.

 

"Hanamichi, dormías profundamente cuando salí, no he olvidado lo que me has pedido, apenas sepa algo te llamare.

 

No te marches sin comer algo sólido, he notado que estas más delgado que la última vez que te vi. Te he dejado preparado huevos revueltos y tortitas, supongo que sabes usar un microondas, o si no utiliza el horno.

 

Frank".

 

Volvió el papel del otro lado y escribió detrás su respuesta. Volviendo a sujetarla con el mismo imán.

 

Calentó su desayuno, aunque estaba fuera de horario, cuando concluyó se dirigió a la nota y añadió otro comentario.

 

Cuando cruzaba el jardín en dirección a su coche, tuvo la sensación que alguien le observaba, por lo que se volvió inesperadamente no dándole tiempo a la vecina que tenía su hermano a esconderse tras la cortina, esa si que era una vieja cotilla pensó con una amplia sonrisa en el rostro.

 

Una hora después llegaba a su destino, la clínica donde estaba ingresado Rukawa.

 

Subió las escaleras apresuradamente y cruzo el hall hacia la recepción.

 

-Buenos días, bellas damas –saludo con una alegre sonrisa a las dos jóvenes que allí estaban, inclinó la cabeza para ver sus placas- Brenda y Lucinda, encantado de saludarlas, me llamo Sakuragi Hanamichi y tengo ingresado aquí a un amigo.

 

-Sabemos quien eres… -le contestaron con una sonrisa- Kogure-sensei quiere que le vea antes que vayas a la UVI.

 

-Así lo haré –y con una cálida sonrisa se despidió de ambas.

 

Mientras se dirigía al despacho de Kogure-sensei se iba preguntando el porque había pedido que fuera a verle, pensaba que la única razón que encontraba es que tuviera malas noticias que darle, ese pensamiento consiguió que sintiera como se le atenazaba el corazón, como un estrujón, como si sus latidos se detuvieran en ese instante, apenas unos segundos, enseguida esa sensación cesó y solo quedo un sentimiento de miedo.

 

Alzó su mano y con los nudillos llamó a la puerta, al escuchar la voz invitándole a entrar así lo hizo, apenas traspuso el umbral vio que no estaba solo, dos personas más le acompañaban, una mujer de aspecto distinguido, alta y delgada y un hombre de aspecto varonil y cabellos canos, sus ojos azules y su aspecto le resultaron familiares y enseguida comprendió que debían ser los padres de Rukawa.

 

-No te quedes ahí, quiero que conozcas a los padres de Rukawa-san. –dijo Kogure-sensei.

 

Se acercó hasta ellos, más tranquilo respecto a sus funestos pensamientos, ahora sabía que no tenían razón de ser.

 

Al escuchar sus nombres comprendió porque la fisonomía del hombre le resultaba conocida, se trataba de un reputado científico, que investigaba junto a su esposa todo lo referente a la genética humana, para así comprender el principio de las enfermedades y arrancar de raíz los males que asolaban el cuerpo humano, sus reputaciones habían alcanzado a traspasar las barreras de su propio país y las revistas médicas sacaban a la luz monografías con sus estudios.

 

Era la primera vez que se relacionaba con personalidades de tan alto rango, quedando sorprendido cuando la mujer en lugar de estrechar su mano, tras una leve inclinación de cabeza, le estrechó entre sus brazos.

 

-Gracias, por ayudar a mi hijo, tu rápida actuación le ha salvado la vida.

 

La calidez de su abrazo le dejo sin aliento, turbado porque recién entonces se dio cuenta lo que significaba el abrazo de una madre y del que él había carecido.

 

En ese mágico instante para él, la vibración de su móvil consiguió hacerle reaccionar.

 

-Disculpe… -vio que se trataba de Frank y atendió la llamada- ¿Le has encontrado? –escuchó sus palabras.

 

Quienes allí estaban se fijaron en el brillo que apareció en sus ojos y en la sonrisa satisfecha que curvo sus labios.

 

-De acuerdo, voy para ahí… -cortó la llamada y miró a sus interlocutores- Les ruego que me disculpen, tengo que marcharme.

 

-Comprendemos que tengas que atender tus propios asuntos –dijo con voz afectuosa la mujer.

 

-Por de pronto, lo único que me interesa es conocer el paradero del desgraciado que dejo así a vuestro hijo, por lo que he averiguado, lo que buscaba era matar a la bebita.

 

La reacción de las tres personas fue de impacto, fue entonces cuando el Rukawa-san se adelantó un paso preguntando.

 

-Si no tiene inconveniente quisiera ir con usted.

 

-Ninguno…

 

-Yo también voy… -se mostraba tan firme que ninguno de los dos se negó a llevarla.

 

Durante el trayecto hasta la comisaría, Sakuragi les contó todo lo que había averiguado desde que recogió a Rukawa malherido, sin olvidar estar atento a la conducción, respondiendo a sus preguntas con toda la sinceridad que era capaz sin descubrir ante ellos la verdadera razón por la que se involucro tan profundamente, porque al principio solo era porque sentía pena por el hombre maltratado por defender a su bebé, más ahora sabiendo formaba parte de él, no podía dejarlo pasar.

 

***********************

 

No esperaba que su hermano llegara acompañado, por lo que apenas recibió el aviso, se levantó, se puso la chaqueta y espero que subieran.

 

-Buenos días, Frank… -saludó formalmente- Son los padres de Rukawa-san –dio sus nombres.

 

-Frank Morris… -se presentó a si mismo estrechando sus manos- Por favor, siéntense. –ofreció las sillas que había delante de su escritorio, dejando de su hermano sacara una de otra mesa próxima. Cuando todos estuvieron sentados a su alrededor miró a su hermano y le comento- Esto a pasado a tener prioridad, oficialmente estoy metido en este caso desde que apareció la primera victima.

 

-¿Qué quieres decir?

 

-Mitsui Hisashi ha aparecido en un barranco. Muerto y torturado. –dejo a la vista una fotografía con su rostro golpeado.

 

-¿Cómo fue?

 

-No puedo hablar de ello..., lo que si puedo decirte es que descubrí que no era trigo limpio, durante los últimos diez años se había movido mucho, y en cada lugar que se detuvo, formaba pareja hasta acabar mal. Lo mismo que ha hecho aquí. Se había criado dentro una familia desestructurada, su padre alcohólico y su madre maltrataba constantemente, antes de los trece años ya había pasado por diferentes centros de acogida de menores, del último escapó con quince, presentaba una clara tendencia a la violencia que sabía reprimir según le convenía, por ello ha podido llevar relaciones aparentemente normales hasta que algún desencadenante desata neurosis y responde violentamente.

 

-¿Por qué no lo detuvieron?

 

-Ha tenido diferentes nombres, su pista se perdía cada vez que dejaba una ciudad. –respondió a la mujer.

 

-Comprendo…

 

-No deseaba que acabara así.  –murmuró Hanamichi.

 

-Ni tú ni nadie.

 

-El huyo porque comprendió que me dí cuenta que estaba implicado.

 

-Si, puede, pero no le pusiste una pistola en el pecho obligándole a marcharse. –dijo su hermano.

 

-No, no lo hice. Aunque sabiendo lo que hizo…  -dejo en el aire lo que pensaba.

 

Tres pares de ojos se volvieron a mirarlo. En uno había temor, en otro simpatía y en el tercero resignación.

 

-Discúlpelo… -se apresuró a decir la mujer, al tiempo que posaba su mano en su brazo e intentaba acallarle.

 

-No se preocupe, señora, mi hermano es muy dado a dramatizar.

 

-¡¡Su hermano!! –ahora era la pareja quienes sorprendidos miraron a los dos hombres que no tenían entre si ningún parecido, no habían podido refrenar su sorpresa.

 

-Por parte de madre… -les aclaró Hanamichi.

 

-Discúlpenos. –dijeron a un tiempo.

 

-No es necesario… -se apresuró a decir Hanamichi- No son ustedes los primeros en asombrarse, ya estamos acostumbrados. Miró a Frank- ¿Qué ibas a decir?

 

-Se encontró un coche en las proximidades, y al investigarlo comprobamos que esta a nombre de vuestro hijo, lo llevaran al depósito y pueden recogerlo allí  dentro de un par de días, después que la policía científica tome las huellas y recoja cualquier elemento sospechoso que pueda encontrarse en él.

 

-De acuerdo, yo les acompañaré –se ofreció Hanamichi.

 

-Te diré cuando puedes pasarte a recoger la orden para retirarlo. –dijo Frank, miró al matrimonio- ¿Cualquier cosa que puedan necesitar de mi estoy a su disposición?

 

-Gracias, ha sido un placer conocerle –y Rukawa-san estrechó su mano con firmeza.

 

Cuando la mujer estiró su mano hacia él, Frank galantemente, la llevó hacia sus labios en la acción del besamanos.

 

-El placer ha sido mío.

 

-Gracias.

 

Hanamichi se despidió con un gesto, sus ojos brillaban divertidos.

 

Cuando estuvieron en la calle Rukawa-san expreso su deseo de tomar un taxi para que les llevara de regreso a la clínica.

 

-No es necesario… voy hacia allí. –comentó.

 

Y una vez más hizo el mismo camino.

 

***********************

 

Esa noche cuando regreso a casa al ir a sacar una cerveza fría se fijo en la nota que le había dejado y una sonrisa ensanchó sus labios al leer su respuesta: "Yo también te quiero. Hanamichi.

 

P.D. Estuvo delicioso."

 

Continúa en el próximo capítulo...

 

Paz

Notas finales:

Como habitualmente me pasa empiezo a escribir y acabo enredándome con asuntos familiares, bueno, así conoceréis un poco más acerca de Sakuragi.


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