Errores Encadenados
Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen
By Paz
Capítulo 3: Tercer error, empleadas ineficaces
Veinte días más tarde, acudió a su primera consulta después de haber sido inseminado, su ginecólogo, el Dr. Ferguson se disculpo por su ausencia, pero alabo las cualidades médicas del que le sustituyo.
Le comunicó que la técnica utilizada por su colega, era muy empleada y que daba muy buenos resultados, es decir recogió óvulos de su ovario y los situó en sus propias trompas de Falopio junto al esperma de su pareja para conseguir así que fuera fecundado. También le avisó que ese sistema era motivo de frecuentes controversias en el terreno ético y moral.
Le escuchó en silencio, mirándole fijamente, como diciéndole que eso para él ya no tenía mayor importancia, todo lo que deseaba saber era que habían fracasado, mientras siguieran intentándolo Hisashi le dejaría tranquilo y él podría seguir jugando.
Tras las pruebas que le hicieron para comprobar su estado, este dio positivo.
Su karma había decidido jugársela porque Hisashi resultó tener un esperma de excelente calidad según el entusiasmado médico fecundándole a la primera. También le comunicaron que el resto de su semen había sido congelado y que podía disponer de él como mejor le pareciera.
-¡¡Puede tirarlo!! -exclamó más enojado consigo mismo que contra Hisashi y contra el médico por hacerle pasar por esa tesitura y ante la mirada sorprendida de ambos añadió- Le tengo a él para conseguir más. ¿No le parece suficiente razón? –quiso quitar aspereza a su exabrupto.
-Por supuesto… -el médico asintió esbozando una sonrisa.
Cuando minutos después salieron de la consulta, Hisashi le abrazo cariñoso.
-Tendremos un hijo precioso.
-Será una niña –afirmó rotundo.
Hisashi le miró sorprendido.
-¿En que te fundas para decirlo?
-No tengo ningún fundamento, solo esa certeza. Será una niña –nuevamente afirmó con el único deseo de fastidiarle, pues así era como él se sentía.
-Estoy seguro que será un niño, un precioso niñito, al que le enseñaras a jugar, será tan bueno como tú.
Miró para otro lado, frunciendo el ceño, estaba loco si creía que iba a ser él quien se ocupara del bebé. Él tenía bastante con llevarlo encima nueve meses.
-Tú querías un bebé, pues ya vas a tenerlo. Tú serás su padre y su madre. –afirmó.
-No estas hablando en serio.
-Por supuesto que si, te dije que no estaba preparado para tenerlo, pero tú insististe, ahora ya vas a tenerlo, después de que lo eche fuera será todo tuyo –estaba tan resentido que soltaba esos desplantes.
Hisashi estaba conduciendo, por lo que no se distrajo, más sus pensamientos no eran nada agradables. No podía creer que Kaede fuera tan egoísta, un hijo era el regalo más maravilloso que podía desear, tener hijos y formar una familia, encontrando la estabilidad emocional que necesitaba. Alargó la mano para recoger su cajetilla de tabaco.
-No puedes fumar… dijiste que lo dejarías, o ¿tampoco piensas cumplir tu promesa?
Estrujó la cajetilla entre sus dedos.
-¿Estas contento? –pensó que podía esperar un poco más para fumarlo cuando él no le viera. Iba a ser una tortura, hizo la promesa en un instante de debilidad, aun sabiendo que no la cumpliría.
-Gracias…
A partir de esa mañana adoptó un comportamiento inusual. Se mostraba huraño y desatento con su pareja sobre todo cuando comprendió que tenía que ir al club y explicarles que tenía que dejar de jugar. Solo con pensar en esa reunión se ponía más nervioso.
Hisashi justificó su comportamiento como consecuencia de su maternidad y se armó de mucha paciencia.
Ninguno de los dos podía imaginarse la perturbación que les iba a caer encima.
Kaede llamó a su entrenador, quien a su pedido se puso en contacto con el dueño del club accediendo a la reunión que solicito.
Su turbación al explicarles lo que le sucedía dio paso al desconcierto de sus dos interlocutores que parecían expresar en sus rostros que creían que se estaba burlando de ellos. Cuando se convencieron que su embarazo no era ninguna broma, ellos bien sabían lo poco proclive que era a bromear, su sentido del humor era cero.
Propuso como alternativa rescindir su contrato con el club. Sin embargo, el dueño del club planteo una opción que él no había considerado, estaría sentado en el banquillo durante los meses que su estado no fuera notorio. Sus entrenamientos serían suaves, nada que malograra su embarazo, si la prensa se hacía preguntas porque no jugaba, se les diría que tenía una lesión, no sería la primera vez que se lesionaba, por lo que sería creída. Cuando volviera a reaparecer, podía incorporarse a su equipo como si se hubiera recuperado.
Aceptó el trato y todos quedaron satisfechos.
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Había trascurrido más de veinte días, cuando inesperadamente, Nancy Sullivan, enfermera en la clínica de fertilidad “Los sueños realizados” encuentra entre diversos tubos de ensayo, y matraces, uno con un dudoso contenido, miró la etiqueta y leyo el nombre del donante Mitsui Hisashi, porque no le cabía ninguna duda que aquella pasta reseca era esperma.
Introdujo el nombre en la base de datos y comprobó que el receptor había sido inseminado y que había dado positivo, pensó que nadie se daría por enterado de que el resto de la muestra no había sido congelada, si por alguna causa fuera necesaria acabarían dándola por perdida, así que no tuvo un instante de duda en guardar el frasco en su cartera para hacerla desaparecer.
Esa tarde, al cruzar el parking en dirección a su coche pasó por delante del contenedor de basuras dejando caer en su interior la prueba que en parte la acusaba de descuidada al no darse cuenta de congelarla apenas se procedió a la inseminación.
En el instante de hacerlo no podía imaginar que meses más tarde se iba a cuestionar la eficacia de su trabajo, cuando se comprobó que no había ninguna prueba concluyente de la existencia de ese frasco y su contenido.
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Entretanto, en otro lugar Sakuragi Hanamichi estaba embarcado en un nuevo trabajo ajeno al hecho que con su actitud en la Clínica “Los sueños realizados” iba a producirse un nuevo incidente por mala praxis y aunque su nombre no figuraba entre los implicados un nombre saltó en todas las noticias: Sendoh Akira.
No tardó en conocerse la identidad del donante, se trataba de un empresario japonés, solo hubo un inconveniente, en las fechas que se suponía estaba donando su esperma se encontraba efectuando una gira para promocionar su empresa, su estancia en la ciudad de la luz estaba avalada por numerosos testigos. Un hombre que nada sabía de ellos hasta que su nombre fue mencionado por casualidad durante una recepción.
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Todo se destapó de forma fortuita. Durante una comprobación de las muestras que se mantenían congeladas, apareció una cuyo donante no figuraba en la lista de implantaciones, sino como donante para el banco de esperma. Al investigar más a fondo, se descubrió el fallo, no habían implantado a Rukawa Kaede el semen de su pareja, porque aunque buscaron la muestra no apareció y si en cambio le implantaron la de un desconocido, porque cuando intentaron ponerse en contacto con él, descubrieron que el número telefónico no figuraba en ninguna lista y que la dirección no era correcta y que nadie conocía a la persona en aquel lugar.
Pronto, los responsables de la Clínica “Los sueños realizados” se pusieron en contacto con los implicados con la clara intención de disculparse del error cometido, ofreciéndoles la posibilidad de abortar porque según las leyes del país el aborto a petición estaba permitido durante los nueve meses de embarazo.
Continúa en el próximo capítulo…