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Errores encadenados por Paz

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Notas del capitulo:

Aquí llega el segundo capítulo...

Errores encadenados

 

 Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 2: Segundo error, mala praxis

 

Aunque no lo aparentaba se sentía bastante nervioso.

 

Era una figura pública muy conocida y no se sentía a gusto con el deseo de su pareja, que veía pasar los mejores años de su vida sin tener un hijo que alegrara su existencia. Él permanecía trabajando muchas horas, practicas, partidos de de entrenamiento, partidos de liga y un sinfín de causas que le mantenían continuamente lejos de su casa, su pareja, Hisashi pasaba mucho tiempo viajando de un lado a otro siguiendo sus pasos deportivos, pero había llegado el momento que deseaba detenerse, tener un hogar propio, dejar de vivir en hoteles, que aunque fueran de lujo no le satisfacían y por ello, comenzó a pedirle que le diera un hijo.

 

Se recriminaba a si mismo haberle dicho que por una rara circunstancia genética poseía los atributos femeninos precisos para engendrar.

 

Hisashi no quería entrar en razones, no comprendía lo difícil que iba a serle compatibilizar, su trabajo como deportista y su embarazo en el caso que lo consiguiera a la primera, aunque fuera egoísta, esperaba que fuera como esas parejas que se pasan años intentando quedar embarazadas.

 

No quería tener un hijo que coartara su meteórica carrera hacia el cumplimiento de sus sueños, Hisashi se aprovechaba de su buena voluntad, sabía como conseguir lo que deseaba, y en esos momentos tan críticos para su relación de pareja, él insistía en que le diera un hijo.

 

Dejo escapar un suave suspiro de resignación, tras tres meses de discusiones se rindió a sus deseos, tuvieron que buscar una clínica que se aviniera a su complicada situación, tras algunas averiguaciones, supieron que esa clínica tenía un par de demandas por mala praxis y supieron que ahí conseguirían que fuera fecundado por Hisashi a través de una inseminación artificial. El semen de Hisashi le sería implantado directamente en su interior para ser fecundado.

 

Era consciente que su caso era bastante extraño, sus padres, ambos médicos de renombre habían cuidado que nadie supiera la dualidad que había en él, fue un error por su parte contárselo a su pareja, en ningún momento pensó que le pusiera en la tesitura de tener que pasar por ese trance. Al principio todo transcurría con normalidad, hasta que se empeño en tener un hijo, forzándole a tomar una decisión, solo esperaba que fuera la correcta. Esa clínica no podía darse el lujo de verse inmersa en otro escándalo por lo que su identidad se mantendría en secreto, así como las características especiales de su cuerpo.

 

Mientras esperaba en la sala de espera se fijo de refilón en un hombre joven que al igual que él parecía esperar con impaciencia ser atendido, llamaba la atención el rojo fuego de sus cabellos, se permitió mirarle de frente, dio un suave suspiro, era muy atractivo, apartó la mirada turbado por su pensamiento, Hisashi era muy celoso menos mal que había salido un momento fuera para fumar, le había prometido dejar de hacerlo cuando naciera su hijo, esperaba que supiera cumplir con su promesa, porque era un fumador empedernido, a causa del tabaco había perdido capacidad pulmonar por lo que se cansaba enseguida.

 

Aunque no miraba hacia él, le sintió moverse con impaciencia en su asiento, luego, le oyó levantarse y dirigirse al control de enfermeras, ahora que estaba de espaldas a él, volvió a fijar su mirada en él. Admiró su altura, pensó que era un poco más alto que él, sus hombros anchos, tenía el aspecto de un deportista.

 

Al parecer aquella era una mañana muy ocupada porque todo el personal se movía de un lado a otro, lo cual era raro porque en la sala de esperaba solo quedaban tres mujeres y él, y ese pelirrojo que con seguridad estaba buscando un aseo, desde donde estaba solo podía oír sus pasos alejándose y enseguida una puerta que se abría y cerrada. Había acertado en su suposición.

 

Las miradas curiosas de las mujeres le estaban molestando, necesita que Hisashi permaneciera a su lado para sentirse más tranquilo. Él solo pensaba en si mismo pensó disgustado.

 

En ese momento apareció una señorita.

 

-Mr. Rukawa. Sígame, por favor. -le pidió.

 

Él miró hacia la puerta de salida, Hisashi todavía continuaba ahí afuera.

 

-Mi… -titubeo, todas las miradas estaban pendientes de él- … acompañante. Él tiene que…  -cerró los labios turbado.

 

-No se preocupe, la muestra ha sido recogida –dijo comprendiendo su conducta.

 

-¿Puedo verle antes? –extrañado, preguntándose por donde había entrado.

 

-Tenemos que disponerlo todo con usted… no podemos demorarlo más. No tiene que preocuparse, -pensó que le inquietaba el paso que iba a dar.

 

Asintió, dispuesto a seguirla.

 

Le pasaron a una pequeña salita.

 

-Descálcese y quítese la ropa, luego póngase la bata y estos patucos en los pies, después cruce esa puerta. –le indicó dejándole solo tras comprobar que había comprendido lo que le explicaba. Por su actitud se dio cuenta que se mostraba muy renuente a esa prueba. Aunque todo se llevaba muy a la callada, no se habían podido evitar algunos comentarios y por lo que había escuchado iban a inseminarlo. De cualquier manera no era algo que a ella le afectara, se había limitado a recoger la muestra de semen del pelirrojo y entregarla para el procedimiento habitual, del resto se ocuparía el médico que le asistía.

 

Rukawa no podía saber que pensaba la persona que le asistía en ese instante, porque de haber sido capaz de leer sus pensamientos hubiera detectado enseguida la incongruencia que acababa de expresar, por ello tras proceder a cumplir sus instrucciones, atravesó la puerta que le llevaba a una sala, de blancas paredes, luminosa y aséptica.

 

Una enfermera que estaba disponiendo instrumental en una mesilla metálica se volvió.

 

-Ubíquese ahí…  -señalo una silla, más tarde supo que se trataba de una silla ginecológica con estribos utilizada para el examen manual de pelvis, vagina y recto.

 

Así lo hizo, enseguida ella acudió a su lado.

 

-Relájese, adelántese un poco, eso es, recuéstese y ponga los pies en los estribos.

 

Esa postura era humillante pensó, cuando se encontró boca arriba, las nalgas casi en el borde de la silla, rodillas y caderas flexionadas 90º. Le puso un paño por encima tapándole, aunque le dejaba expuesto. Cerró los ojos y los puños por la humillación por la que le hacia pasar Hisashi, lamentando no haber sido capaz de negarse a sus pretensiones, ¿por qué tenía que pasar por eso? No quería tener hijos…, bueno si quería, pero no es ese momento, aún le quedaba mucho tiempo por delante, cuando tuviera que dejar el basquetball y pudiera dedicar todo su tiempo a cuidarlos.

 

Se escucharon pasos y enseguida una voz tenue se escuchó. Si hubiera podido le hubiera golpeado, sin embargo, se limitó a apretar más los labios.

 

-Ya esta lista la siguiente paciente…

 

Escuchó un suave siseo acallándole.

 

-¿Dónde esta el Dr. Ferguson? –preguntó en un murmullo la enfermera, un tanto sorprendida por la presencia de otro ginecólogo.

 

-Una urgencia… tuvo que marchar… póngame en antecedentes. –pidió sintiéndose como un idiota por sustituirle en un caso tan atípico.

 

-Al paciente va a someterse a una inseminación… -se escuchó como pasaban las hojas de su expediente ginecológico, el sonido como metálico, le indico que estaba estudiando sus radiografías.

 

Al cabo de unos minutos que se le hicieron interminables le escuchó que se acercaba a él. Siguió negándose a mirar.

 

-Soy el Dr. Harris, su ginecólogo me ha pedido que le sustituya –le explicó a modo de disculpa por su torpeza, aunque nadie le había advertido que se trataba de un hombre- Supongo que su médico le indicó el procedimiento a llevar a cabo. –Al ver el rostro poco amistoso del paciente, se sintió obligado a explicárselo- Colocaré el semen en la parte superior del útero por medio de una cánula plástica muy fina, no sentirá ninguna molestia, esto dura entre diez y veinte minutos. Lo más importante es la sincronización, a su pareja puede resultarle incomodo, porque tiene que darnos su muestra de esperma enseguida y tiene que estar disponible en el momento exacto de la ovulación. –se le hacia extraño decirle esas palabras a un hombre.

 

-Lo sabemos… -murmuró abriendo los ojos y mirando fijamente al hombre que estaba ubicado entre sus piernas entreabiertas y del que solo veía su cabeza inclinada, la sabana que le cubría no le permitía ver más.

 

-Entonces voy a proceder con la inseminación. –anunció.

 

Los movimientos de la enfermera y del ginecólogo se hicieron evidentes, estaban disponiéndolo todo para que aquel nuevo paso en su vida fuera algo trascendental, él no lo sabía pero en aquel instante, había dado un paso de gigante.

 

Sabía que no era él primer hombre en quedar embarazado. Había leído de un transexual que se había inseminado artificialmente porque su mujer no podía ser madre, los constantes problemas que tuvo, porque los especialistas rechazaban su solicitud, siendo discriminado, hasta que un banco de semen accedió a practicarle la inseminación artificial, por ese motivo, él había rechazado de plano ser considerado un espécimen, un bicho raro, porque la naturaleza había sido generosa con él al proporcionarle ambos órganos reproductores.

 

Y aunque su caso no era único, no deseaba que se diera a conocer.

 

Sentía cierta incomodidad al sentirse como si el ginecólogo estuviera hurgando en su interior, intento relajarse, pensar en otra cosa, hacerse a la idea que no estaba allí e inconscientemente su mente le jugo una mala pasada, una imagen de un hombre que no era Hisashi se presentó ante él.

 

Se regañó consigo mismo por pensar en el pelirrojo en aquel instante, cuando posiblemente los espermatozoides de Hisashi alcanzaran su ovulo fecundándole.

 

Continúa en el próximo capítulo…

 

 

Notas finales:

Estaré ausente, el tres de enero actualizaré la continuación, así que aprovecho la ocasión para desearos a todas/os unas felices fiestas y un año nuevo lleno de nuevas ideas, felicidad y todo cuanto deseeis. ¡Hasta pronto!!


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