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Deus dedit, Deus abstulit por -Mikunami-

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Sabor a mentira

 

Se le había hecho tarde de nuevo; durante la noche un terrible insomnio la había atacado, reuniendo apenas tres escasas horas de sueño. Añadiendo la mala postura en la que descansó ya cercana la hora de levantarse, terminó por sentir sus músculos más agarrotados que nunca. La carrera que ejecutaba rumbo al colegio era todo un suplicio, pero tampoco se podía dar el lujo de seguir faltando, su academia era estricta y una amonestación era lo que menos le apetecía en ese instante, ya muchos dramas rondaban su vida para cargar con una boleta de retardo y un sermón del buen hábito de madrugar.

Tantas cosas en tan poco tiempo.

Estaba tan distraída por lo ocurrido anteriormente, que sus piernas no reaccionaron cuando un obstáculo se le atravesó en el camino. Estrellándose contra otro transeúnte y ocasionando que su delgado cuerpo se precipitara al suelo.

Lo que le faltaba; un buen dolor en el trasero -lamentablemente no en sentido figurado-, y que sus cosas salieran disparadas para que terminaran adornando el asfalto; la vida no se podía ver más esperanzadora, pensó irónica.

— ¿Te encuentras bien? —escuchó la pregunta al tiempo en que se le ofrecía una mano para que se enderezara, mínimo el tipo con el que terminó cayendo tenia modales. Sakura estaba a punto de aceptar el gesto, cuando levantó la mirada encontrándose con unos ojos tan negros, tan atrayentes, tan conocidos, como el propio abismo de penurias al que se decidió aventurar—. ¿Qué pasa? Estás tan pálida como si hubieses visto un fantasma —expresó sarcástico el chico al percatarse del intempestivo cambio de color en la de rosada cabellera.

Sus pupilas estaban clavadas en la pálida cara de porcelana, su cerebro se negaba a asimilar que conocía al joven frente a ella, porque de ser así, significaría que el miedo y la desesperación se habían apoderado de su ser, al tiempo en que la locura la invadiría para darle un refugio un poco más lógico al triste mundo que ahora plagaba su vida.

De ninguna manera ese sujeto que aún tenía la mano tendida, podía ser Uchiha Sasuke.

— ¿Sasuke-kun? —pronunció dudativa, retrocediendo inconscientemente, sin considerar siquiera que permanecía con medio cuerpo sobre la acera.

¡Está muerto!

Las palabras de su onírico príncipe resonaron en su cabeza, al igual que los recuerdos de días pasados, que ahora veía cual lejano sueño. Estaba plenamente consciente de que efectivamente Sasuke había fallecido, lo más sano era olvidar todo y creer que quizás un impostor terroríficamente parecido al antiguo novio de su amor, era responsable de la macabra broma.

— No me digas que ya se te olvido mi cara Sakura —insistió al tiempo en que se acercaba prudente a la de las verdes gemas. Sasuke buscó de nuevo el contacto con Sakura, nunca fue muy bueno tratando con terceros, pero simplemente estaba desesperado como para intentar cualquier cosa.

— ¡Aléjate de mí! —gritó histérica la Haruno, encogiéndose más sobre si misma al instante en que sintió el frío contacto, de los largos y blanquecinos dedos en su cabello. Al Uchiha no le quedó más que chistar contrariado. Vaya que la chica había cambiado su actitud, pero no por eso se daría por vencido, aún tenía un último recurso.

— ¿Te parezco un cadáver o un espectro, Sakura? —cuestionó cruzándose de brazos en su eterna pose de superioridad, con el mentón bien alto y la penetrante mirada irradiando ironía. Dándole el espacio y tiempo suficiente a Sakura, para que las esmeraldas volvieran a enfocarlo.

Temerosa como jamás lo había estado, se atrevió a encarar de nuevo al moreno. Sorprendiéndose de encontrar una desesperada y melancólica mirada acompañada de una lánguida y resignada sonrisa.

— Necesito tu ayuda —más de lo que ella se imaginaba—. Que dices Sakura ¿Qué tanto te importa Naruto?

Por un momento la pregunta la hizo olvidar toda la apabullante sensación de pánico, así como el incesante titiritar de su cuerpo.

¿De verdad le importaba tanto el Uzumaki como para arriesgar su salud mental -por mencionar lo menos- por él? Ella que se la pasaba profesando sobre el verdadero amor y toda la aflicción que este podía acarrear. Trago largo y amargo antes de pretender contestar.

— Yo…

— También lo amo, Sakura.

Bip, bip, bip…

La alarmar le sacó de su letargo. El blanco techo de su habitación fue lo primero que percibieron sus verdes gemas al abrirse de par en par. Tanteó las suaves sabanas de su cama, sin comprender en su totalidad que se había tratado de un sueño. Pasó sus manos por su cara, y al percibir la irritación en sus ojos causada por las ligeras lágrimas que aún estaba soltando, al igual que el sudor frío extendido por su frente, supo que verdaderamente había despertado.

Demasiado real para tratarse de una ilusión.

Repentinamente se sentía demasiado descompuesta como para querer asistir a clases.

¿Qué tanto te importa Naruto?

Más de lo que Sasuke-kun creía.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Llevaba cerca de treinta minutos despierto. Si había dormido fue más que nada para olvidarse de su contexto, dejarse llevar por su idílico mundo de ilusiones, en donde todas las fantasías románticas con las que alguna vez se atrevió a vislumbrar su futuro, aún estaban presentes y eran posibles de realizar.

¡Hola mi nombre es Uzumaki Naruto dattebayo!

Deja de gritar niño, no me interesa conocerte.

Todavía se le figuraba irrisorio, que hubiese podido amar con tanta intensidad a ese bastardo prepotente y altivo. A pesar de su carácter agrio y arisco, de la vanidad y el orgullo que se cargaba, de todo lo que se esforzaba por mantenerse distante de cualquier relación que aventajara un beneficio inmediato. Terminó siendo el completo dueño de su corazón, así como él era la única persona capaz, de hacer sentir al moreno que el alma se le escapaba en un suspiro de genuina dicha.

¡¿Qué fue eso? !

Un beso dobe ¿No me digas que no sabes lo que son?

¡Eres un idiota! ¡Me refería a por qué me diste uno!

Porque me dio la gana.

Sus cristalinas cuentas se volvieron a empapar mientras más dichosos recuerdos arribaban a su enmarañada cabeza. Los días que pasó a su lado, cada momento, cada experiencia, fuesen buenas o malas.

¿Por qué siempre dices Dattebayo?

Mi madre decía algo similar ¿Acaso te molesta?

En absoluto.

Lo único que quería era olvidarse por completo de que alguna vez conoció a Sasuke, enterrar el pasado, escapar una vez más. Dejar de sufrir por sus idiotas equivocaciones, después de todo, el único culpable de lo que le pasó a su amadísimo principito gélido, era él y su estúpida obstinación de creer que al final la vida les sonreiría.

Mañana nos iremos, le pedí a mi hermano que me ayudara con lo de la emancipación.

Siempre juntos dattebayo.

Hasta que no puedas más conmigo dobe.

Promesas que nunca se cumplieron, un cuento de hadas destinado a fracasar; arrastró al moreno a su propia destrucción y él salió limpio de todo el circo.

¡Fue tu culpa maldito engendro! ¡Tú corrompiste a Sasuke!

Los reclamos, los llantos, todo lo percibido ese día se adhirió a su cabeza con temible nitidez; el como el cuerpo de un moreno mayor a su caballero se interponía para evitar que a él lo golpearan. El desasosiego teñido de esperanza, mientras el olor a desinfectante y la blancura de las paredes chocaban sus sentidos. Luego de eso, un entierro del cual fue excluido, una lápida solitaria y un mar de mentiras.

— Perdón… Sasuke, de verdad… lo siento tanto —chilló abatido sintiendo que el pecho le reventaría de un instante a otro, su cuerpo presionaba la almohada tan fuerte a su rostro, que le costaba respirar.

Hablaría con Jiraiya y le rogaría como en antaño porque le permitiese nuevamente cambiar de escuela, ahora categóricamente también huiría de la ciudad. Le dolería dejar a sus amigos, pero simplemente era mejor que afrontar los acusadores irises de Sakura. No sabía cómo es que ella terminó descubriendo al moreno, pero se dio cuenta que al volver a encarar el pasado con la imagen de su amor, todo su temple se hacía añicos sin el menor esfuerzo. Ya luego se las apañaría para regresar a la ciudad a visitar el cementerio durante el aniversario de sus padres, así como al principio de la primavera, la época en la que Sasuke falleció.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

"Con un había una vez, comienza la historia de amor… en la cual se necesita a la princesa y su noble caballero."

Tenía jaqueca y estaba aburrida, uno de sus tantos anhelos era poder desmayarse y encontrar pretexto para irse a casa a descansar. Como era de suponerse Naruto faltó ese día a clases. No había puesto a Gaara al tanto de la situación y creía mejor mantenerlo en la ignorancia por un tiempo; aunque lo negase, el pelirrojo llegaba a actuar muy precipitadamente cuando del rubio se trataba.

¡Naruto por favor! ¡Te suplico que me expliques!

¡Aléjate de mí Sakura!

Aunque últimamente no había tenido las mejores ideas del mundo. Ir a la casa del rubio luego de su fallida declaración de amor, terminó siendo otro desliz; pero en ese momento ella estaba tan desorientada y nerviosa, que cualquier explicación racional le serviría para estabilizar su temple. El blondo no le dio ni oportunidad de explicarle lo de Sasuke, se limitó a gritarle que dejara de decir incoherencias, que el Uchiha había muerto frente a sus ojos y cualquier cuestión que tratara de argumentar ese hecho, simplemente era una estupidez.

Y ahora el fantasmagórico recuerdo del de los ónices la amenazaba hasta en sueños. Aún se consideraba lo bastante cuerda, como para intuir que seguramente era su auto-castigo por meterse en lo que no le interesaba, por despedazar -inconscientemente- al rubito. Rezaba porque efectivamente, la descarriada fantasía de la mañana, fuese únicamente producto de su agotamiento psicológico.

Un suspiro abatido abandonó sus rosados labios.

De verdad que nunca se imaginó -ni quiso jamás figurarse- que aquel encantador muchachito de resplandeciente sonrisa y alma generosa, de inquebrantable voluntad, siempre dispuesto a defender sus ideales; pudiese esconder penas más grades que todo su radiante ímpetu ¿Dónde quedó el Naruto que parecía poder contra el mundo?

"Los príncipes siempre salvan a la doncella; son fuertes y gallardos a todo se enfrentan, ellos sacan por sí mismos el coraje y vencen a la fiera que amenaza la paz del nuevo día. "

— Muy bien chicos todos a sus lugares la señorita Kurenari, maestra de lengua, entró al salón imponiendo respeto, a pesar de ser una profesora muy jovial la mujer tenía su carácter—. Antes de comenzar la clase, como tutora de este grupo tengo que informarles algo. Por cuestiones familiares, el joven Uzumaki abandonara nuestro alumnado a partir de hoy.

Los murmullos no se hicieron esperar, así como más de una chica que le pidió a la profesora una explicación más detallada, o que le rogaba porque todo fuese una simple jugarreta. Naruto era un verdadero astro, era absurdo que con su espléndida vida pudiese el siquiera considerar abandonarlo todo.

— ¿A qué se refiere la sensei, Sakura? —el tinte de preocupación en la voz de Gaara contrastaba enormemente con su mueca impertérrita. El bermejo no era de las personas que se perturbaban fácilmente, pero enterarse por labios de una maestra que su mejor amigo se mudaba, sin siquiera tomarse la molestia de comentarle algo, llanamente era preocupante.

Las emociones en la de cabello rosa estaban rogando por desbordarse, primeramente el enojo y la decepción antes que la tristeza ¿Cómo se atrevía ese bobalicón rubiales a huir de nuevo de sus problemas? El Uzumaki por más dolido que se encontrara, no tenía el derecho de escapar en cada ocasión que se viera eclipsado por la amargura.

Era su obligación actuar antes de que fuese muy tarde.

— ¿Profesora, puedo ir al baño? —se apresuró a preguntar mientras el incontrolable drama se propagaba en el salón. En cuanto vio la señal positiva de Kurenai e ignorando los reclamos del Sabaku, a paso veloz se alejó del aula.

El desolado pasillo le daría la suficiente privacidad como para permitirse llamar a la casa del Uzumaki.

— Contesta Naruto, por favor contesta —rogaba porque su niño sol levantara el maldito auricular. Conociendo a Naruto -cuestión de la últimamente dudaba en demasía- podía anticipar que éste haría algo precipitado, y si lo que le dijo ese tal Kiba era cierto, desaparecía sin dejar el menor rastro y con la prontitud con la que se le permitiese actuar.

El timbre del teléfono seguía sonando histérico y en la casa de Naruto no parecía haber señales de vida, su móvil no daba ni tono, al parecer estaba apagado. Y la desesperación de Sakura se acrecentaba a cada segundo.

Podía quedarse ahí unos minutos más, luego volver al aula y esperar a que la jornada finalizara e ir donde la residencia del Uzumaki en la que seguramente ya no estaría, o huir de la escuela, ser castigada un mes, pero quizás encontrarse con Naruto y hacerlo entrar en razón.

"Era su príncipe, aquel caballero encantador, él que la llevaría a conocer un mundo de ensueño donde toda historia tiene un final feliz. Con un dulce beso, con una promesa de romance eterno."

Antes de darse cuenta estaba corriendo por las escaleras de emergencia, que daban directo a los enormes jardines posteriores a la edificación.

Entre saltarse la barda del colegio y encarrilarse a la parada del autobús, se percató de que todo su dinero se había quedado en el aula al lado de sus cosas. Ahora la carrera se extendería varias manzanas antes de llegar a su objetivo. Una señal de alto, le dio espacio suficiente para recuperar el aliento perdido; maldecía no estar en ningún club que la obligara a ejercitarse apropiadamente, su condición física era un asco.

— No resultará lo que planeas. Lo puedes amarrar y aun así se negara a escucharte.

Volteó inmediatamente la cabeza, intentando descifrar de donde habían provenido aquellas palabras. Pese a que la calle estaba transitada, no había nadie lo suficientemente cercano a ella. La situación ya le estaba de verdad aterrando.

— Vamos Sakura es tu imaginación, ahora concéntrate para correr —estaba a punto de volver a la marcha cuando, al otro lado de la avenida, pudo haber jurado que Uchiha Sasuke pasó tan apurado como ella lo estaba hasta hace un segundo. Después de salir de la inicial anonadación, tan pronto como la señal de siga se situó sobre su cabeza, no dudo en seguir al espectral joven.

Ahora inequívocamente no estaba alucinando, unos pasos frente a ella en dirección contraria a la que se dirigía, podía distinguir la negra cabellera del joven que tantos problemas le había acarreado. Sus piernas se apresuraron hasta el límite, pero el transito propio de la ciudad ofuscaba sus oportunidades para darle alcance al chico. Vio que giró en una esquina y perdió el contacto visual con él.

— Seas lo que seas no te vas a escapar —al momento de dar la misma vuelta que el otro, y por la velocidad y agitación que llevaba, no pudo evitar tropezarse con alguien.

— ¿Estás bien? —inquirió contra quien chocó, ya que Sakura apenas pudo evitar quedar de cara al suelo. Al momento de levantar la mirada no podía creer lo que estaba observando. Deja vu era la mejor forma de definir la situación.

— Sasuke-kun…

— ¿Conoces a mi hermano?

 

Notas finales:

Me retrase mucho. Realmente no tengo excusa, pero el semestre ha sido una verdadera tortura de la que apenas estoy saliendo. Intentare actualizar lo más rápido posible antes de perder de nuevo las ideas, que están no aparecen todos los días.

Espero que el capítulo haya valido la pena, quizás vaya un poco rápido, pero de verdad no quería alargar las cosas.

Gracias por leer, y a quienes cometan de verdad que su apoyo es invaluable:

Haru chan; Valo; Soledad; Chebe-kun; axekitsune; Lua; sayukimi y shao_Kino.


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