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Deus dedit, Deus abstulit por -Mikunami-

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Sombra entre flores de cerezo

 

Alimentaba a los conejos que tenían por mascotas del salón. Además se aseguraba que todo en su amplia jaula estuviese en orden.

— Ahí tienen pequeños; verdura fresca y agua vitaminizada, sus favoritos —a Sakura le gustaba destacarse por buenas acciones; ya fuese ayudando a sus compañeros como la delegada del salón, o consintiendo a los tiernos animalitos que ahora atendía. Aparte de que las actividades fuera del aula siempre la ponían fresca y de buen humor.

Sólo los alumnos con la conducta más destacada tenían el privilegio de cuidar a las distintas mascotas del colegio. Además de que podían saltarse una que otra clase durante la semana para luego reponerla pero sin el profesor.

Que mejor manera para pasar una fresca mañana de primavera que estar al aire libre.

Terminó con su labor, cerró la puerta del corral y se dirigió a lavarse las manos; pronto terminaría biología y comenzaría el almuerzo; así que decidió saltarse los últimos quince minutos que restaban de clase. Era mejor apartar un buen puesto debajo de los enormes cerezos de la escuela, nada más romántico que comer con su caballero rubio a la sombra de hermosas flores.

Un punto oscuro en medio de un vals rosa.

Al cruzar frente al umbral del edificio volvió a notar a cierta e inquietante mirada ónice; tranquila e impertérrita, otra vez el frió recorrió todo su sistema.

Sakura era una chica cauta, en estos días una no se podía dar el lujo de estar con la guardia baja; siempre atenta de todo a su alrededor distinguiendo probables fuentes de peligro, quizás costumbres un tanto paranoicas pero mejor era prevenir que lamentar. Fue por eso precisamente que tomó la decisión de ir a encarar a ese muchacho; si la cosa tomaba otros rumbos siempre tenía la opción de gritar con toda su fuerza, además no era ninguna nena débil y asustadiza.

— Disculpa ¿Buscas a alguien? —fue lo primero que se le vino a la mente para iniciar una conversación ¿Por qué otra razón estaría a las afueras de una escuela? A menos que fuese un acosador.

— ¿Te interesa? —preguntó a modo de contestación. Hasta ese instante que Sakura lo vio de frente, pudo darse cuenta de lo realmente hermoso que era el chico. Todos sus perfectos rasgos delimitados por el cabello negro, una cara algo andrógina pero con expresiones marcadamente masculinas, impoluta y blanca piel, además del cuerpo que se cargaba; alto y ligeramente musculoso, se veía fuerte. Tenía que admitir que el tío estaba como tren, quizás sin las ojeras y con un poco más de bronceado luciría más. Eso y el hecho de que el tono impertinente que había usado no le agradó en lo más mínimo a la muchacha de rosado cabello.

— Mira, no está permitido que personas ajenas a nuestra institución se paseen por los alrededores. Así que si me haces el favor de irte antes de que tenga que llamar a seguridad —el tipo podía estar como quería, pero Sakura Haruno no se dejaba amedrentar por ningún galán barato de telenovela. Iba a demostrarle ahí mismo que ella no se dejaba impresionar por ninguna cara bonita.

— Me tengo que tomar eso como una amenaza —respondió simplón. Dios ese tipo ya se le estaba haciendo cargante. Sólo porque era una dama no le daba una buena paliza —. Aparte no estoy haciendo nada indebido y técnicamente no estoy dentro del área de la escuela, si no fuera de ésta ¿Con qué derecho vienes aquí a molestarme?

La mirada de chulo, la pose altanera, la voz arrogante. Pocas personas lograban sacarla de verdad de quicio y él lo había hecho en tiempo record—. Puedo alegar hostigamiento, así que mejor vete moviendo ¿Entendido?

— Mira lo que me fui a encontrar; una princesita del orden y lo correcto. Escucha niña, mejor ve a chismear con tus amiguitas que ya perdí mucha saliva contigo —dijo para retirarse hasta un árbol cercano a la construcción, y ahí con toda la tranquilidad del mundo sentarse a observar hacia un punto indefinido. Sakura sentía que la sangre le estaba hirviendo; precisamente ese era el tipo de idiotas a los que siempre evitaba. Chicos lindos y malcriados que se creen los dueños del mundo por estar guapos. Un verdadero gancho al hígado para cualquiera jovencita con autoestima.

Gracias al cielo que todavía quedaban verdaderos príncipes encantadores como lo era Naruto; sino hace mucho que se hubiese conseguido novia, dejando de buscar el amor en los brazos de un hombre.

Lástima que en cierta medida el pelinegro tenía razón; por el momento no tenía pruebas fidedignas de que estuviese cometiendo algún acto vedado. Sakura no tuvo más remedio que tragarse toda la sarta de improperios inadecuados para una señorita y darse la media vuelta; más le valía a ese altanero no volverse a aparecer cerca de su escuela o se las vería negras. Aparte de que sentía su maldita mirada de superioridad taladrándole la espalda.

La próxima vez nadie diría que dejaron callada a la Haruno—. Idiota —masculló bajo, dirigiendo en busca de sus amigos con el honor que le quedaba.

De verdad que los patanes se encontraban a la vuelta de cada esquina.

— ¡Sakura-chan! —la alegre voz le llegó a sus oídos, apaciguando los brotes de violencia que quería desquitar contra cierto engreído, calmado por completo su temple—. Por fin te encuentro, que el almuerzo ya comenzó y de ti ni tus luces —comentó Naruto al situarse frete a ella ¡Era cierto! El plan original de ir a buscar un romántico lugar para comer se había ido por la borda. Como que los instintos homicidas retornaban.

— Perdón Naru; es sólo que me encontré con un tipo desagradable y pues se me fue el tiempo.

— ¿Te molestaron? —preguntó de inmediato el blondo. Si algo debías saber es que con los amigos de Naruto nadie se metía; porque toda la faceta de chico risueño y amigable se iba al trasto al momento de proteger a uno de sus camaradas. Los vínculos familiares y afectivos eran la cúspide en la escala de prioridades del rubio; un tesoro que debía protegerse a costa de cualquier cosa. Pobre de aquel que se atreviera atentar contra los intereses del Uzumaki.

— No te preocupes, sabes que puedo defenderme yo sola —respondió alegre de que el chico de sus sueños se preocupara tanto por ella; eran ese tipo de sencillas demostraciones afectivas lo que mantenía la llama de esperanza en el corazón de la joven de verde mirar.

Tenía que admitir que la idea de ver cómo le daban una paliza a ese vanidoso tipo le causaría un enorme regocijo -más tratándose de que su onírico amor, la impartiera por ella-; pero disfrutar de tales actos sólo ensucia el alma, mejor dejarlo para otro día.

Ahora le restaba recuperar fuerzas comiendo, para que su jornada volviese a la cotidianidad y olvidase el desagradable incidente.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Pasaban de las tres de la tarde y ella seguía atrapada en la escuela. Así como tenía sus ventajas el ser la delegada del salón y una destacada alumna, también tenía sus contras; y una de ellas era tener que quedarse hasta tarde haciendo un listado de los libros prestados la semana pasada a su clase.

Media hora después de la salida regular Sakura por fin terminaba su jornada, más que dispuesta para irse a su hogar. Bastante embotada por realizar tal registro, recogió sus pertenencias queriendo llegar lo más rápido posible a su casa, donde su madre la estaría esperando con una deliciosa comida casera y después un buen baño que le subiera de nuevo los ánimos. Perfecta culminación para la tarde.

Pero de nuevo todo el proyecto fue truncado.

— No me lo puedo creer ¿Qué haces aquí? —preguntó colérica al altivo pelinegro que ya se había memorizado; esperando por una respuesta mientras zapateaba desesperantemente, y tomaba una posición a la defensiva con los brazos en forma de jarra.

— Vaya, y yo que creí que tendrías cosas más interesantes que hacer que estarme acosando —respondió el moreno, esa chica era tan fácil de desesperar por lo menos tendría algo divertido que hacer mientras lo esperaba—. No me digas que te has enamorado perdidamente de mí y está es tu forma de demostrar que...

— Mira, no te lo tengas tan creído niñato —cortó mordaz—. Si tienes a una que otra desesperada tras tu humanidad muy tus asuntos; a mí lo único que me interesa es que estás aquí como zopilote buscando una presa —por fin soltó todo lo que pensaba respecto al de cabellera azabache, y al parecer por la ligera mueca de sorpresa del otro no se esperaba que alguien lo fuese a "enfrentar"—. Así que más te vale no rondar con malas intenciones a uno de los estudiantes.

— Muy bien; te bastara saber que no le pienso hacer ningún "mal" a nadie, sólo quiero ver a una persona en particular, después de eso me marcho y todos felices —expresó lacónico—. Así que deja de fastidiarme, que no soy el único aquí con instinto de ave carroñera —quizás de verdad Sakura estaba exagerando, después de todo fue ella la que llegó con actitud agresiva en esta ocasión. Intentar ser conciliadora una vez más podría traerle buenos resultados.

— ¿Por qué mejor no preguntas por la persona que buscas, en lugar de parecer un acosador mirando desde las sombras? Yo te podría ayudar soy delegada de mi grupo así que...

— No me interesa —interrumpió de inmediato—. Eres la única que me ha notado hasta ahora y por mí, si eso se mantiene mejor. Además yo mencioné que quería "ver" a alguien, no entablar contacto con esa persona.

Pudo notar como el aura del joven se volvía taciturna redirigiendo la vista hacia la nada; ese chico irrefutablemente la atraía de una forma extraña. No era gusto o por la apariencia física, menos por su personalidad tan "encantadora", simplemente tenía un no sé qué, que la instaba a seguir encarándolo. Una mirada perdida que le recordaba mucho a alguien.

— No nos conocemos de antes ¿verdad? —preguntó ya que definitivamente se le hacía familiar esa serena pose desesperanzadora.

— Quizás en otra vida fuiste una insoportable chiquilla que se moría por mis huesos —resopló sarcástico—. Nunca te había visto y no creo que esto dure mucho.

— Es lo más seguro —quizás eran figuraciones suyas posiblemente lo confundía con alguien más, el punto era ¿Con quién?

Sin proponérselo, la chica de jade mirar se quedo haciéndole compañía; aparte de que sentía una casi morbosa curiosidad, de averiguar si de verdad las intenciones del otro no rayaban en algún acto vandálico. En última instancia ese era un juego de paciencia.

Al bruno joven no parecía incomodarle su presencia; todo lo contrario, para él Sakura era tan abrumadora como los pétalos que bañaban los alrededores, a los quince minutos lograbas habituarte a ellos ignorándolos totalmente. Después de todo no era la primera vez que enfrentaba a una atosigadora, y pese a que había perdido la práctica interactuando con demás seres vivientes; era una condición perfectamente soportable, todo con tal de lograr su objetivo.

— No creo que encuentres a quien buscas; a estas horas ya sólo falta que salgan los del coro. De verdad te podría auxiliar si me lo pides —ofreció de nuevo la chica.

— Ya dije que no me interesa. Seguramente tienes cosas mejores que hacer en tu casa, así que márchate.

¿Qué necesidad tenía ella de seguir ahí? ¿Qué la impulsaba a aguantar las respuestas ácidas? Se levanto de su posición sobre el césped y se dispuso a irse. Sabiendo que volvería a encontrar al atípico joven.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

No era común que Naruto faltase. Desde que el chico rubio entró en aquella escuela, Sakura sólo podía recordar tres o cuatro ocasiones en las que se ausentó; con el mismo patrón que está vez.

Simplemente desaparecía; si uno lo iba a visitar a su casa no había nadie; hablarle por teléfono era igual de infructuoso; no se podía localizar por mensajes y menos por e-mail. Llegaba dos o tres días después alegando enfermedad; excusa obviamente falsa. No le justificaba a nadie más que a los maestros -a quienes les contaba una sarta de mentiras- y luego fingía que tal asunto nunca ocurrió, poniéndose al corriente con las clases y evitando el tema a costa de cualquier cosa.

A Sakura en particular siempre le pico el bichito curioso, que pedía respuestas ante las sospechosas actitudes de su amigo. Efectivamente no era algo que hiciese con cotidianidad, pero aun así sabía -llámese instinto femenino- que había razones mucho más fuertes que las que suponían la mayoría de los que los rodeaban, para tan misteriosa actitud.

Hoy era el segundo día de falta, y todos sabían que de Naruto no se sabría nada hasta que él mismo hiciese acto de presencia.

Si mal no recordaba la Haruno, también luego de su desaparecimiento era común que llegase algo deprimido; se distraía con facilidad y dejaba su hiperactiva actitud por otro par de días.

— ¿Me pregunto si esta ocasión será igual? —meditó saliendo por la puerta principal de la institución. Quizás lo mejor era no pensar tanto las cosas; llevar con calma la vida y dejar de estresarse por asuntos que no le incumbían ¿A quién engañaba? Todo lo relacionado con su rubio sol le incumbía; eso y que se aburría de muerte cuando el blondo faltaba—. Otra tarde con lluvia de flores —comentó distraída al ver a los cerezos revolar por el cielo.

Un segundo ¿Qué hace dos días no era también la última ocasión que vio al bruno? Ahora que lo pensaba el acosador no se había presentado.

Estaba aburrida y no quería llegar a casa para ponerse a hacer quehacer; mejor entretenerse un rato jugando a los detectives.

Rodeó todo el perímetro de la academia y revisó los jardines colindantes; tras cada árbol e incluso entre los arbustos; sin importar las miradas curiosas de muchos de sus compañeros, y descubriendo en el acto a varias parejas con las hormonas muy revolucionadas. Por lo menos no era la tarde monótona que de otra forma le hubiese esperado.

— A lo mejor y no vuelve —expresó disgustada—. Seguramente ya se aburrió de espiar al alumnado.

— No me digas que realmente crees que no tengo nada mejor que hacer, que ser un pobre y patético tipo con problemas de interacción social.

El tono irritante que tan bien conocía; como si sus palabras fuesen un conjuro que invocaba al diablo; ahí tras de ella se apareció el occiso—. Jeje, culpable —pronunció mientras sacaba la lengua con infantil actitud.

— Más bien pareces tú la pobre desesperada, que se carga una falta tremenda de vida social.

— Sólo revisaba mi hipótesis de si te volvería a ver; además que de parece que necesitas una cuidadora que ande tras tus malos pasos.

Le causaba cierta gracia encontrase con aquel tipo; no podía darse el lujo con cualquiera de ponerse a discutir; además luego de que el chico la hacía enrabietar se sentía liviana y cómoda, una excelente forma pasiva de sacar toda su agresividad nata.

— Ahora que lo pienso, nunca nos presentamos, pasamos directo a atacarnos verbalmente.

— ¿Qué te hace creer que quiero conocerte? —contestó grosero, acomodándose los flequillos rebeldes que caían por los lados de su cara.

— Sakura Haruno mucho gusto. Y si no quieres darme tu nombre no tendré de otra que ponerte un apodo —aquel comentario logro que el azabache contrajera ligeramente las cejas—. ¿Qué te parece señor escabroso? O nocturnito; dios es tan fácil con tu apariencia, pareces un vampiro o algo así —¡maldita niña malcriada! En su vida alguien se atrevió siquiera a pensar algún chascarrillo en su contra, y ahora llegaba ésta con su actitud de "no me importa el físico" a ponerle sobrenombres.

— Mi nombre es Sasuke, cría, y más te vale que no lo estés gastando.

 

Notas finales:

Si supieran lo que me costó, y aun así siento que salió aburrido; por lo menos se hace el intento. A mi parecer por lo menos puse más dudas sobre la mesa; espero que haya salido de esa forma.

Me agrada Sakura, es mejor persona cuando no se deja cautivar por cierto Uchiha; además no creo que esté tan OoC; digo para los que vayan al corriente con shippuden se darán cuenta que ahora tiene razones para odiar a Sasuke. De cualquier modo si no logro con el cometido avísenme.

Espero que les haya entretenido siquiera un rato, muchas gracias a todos los que leen y más a los que se toman la molestia de dejar un comentario:

ggbmiharu; Valo y Sawara Emily.


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