Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The One Night Stand por Fallon Kristerson

[Reviews - 25]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me resiento con el hecho de que no me han dejado rr, pero como muero por seguir publicando las contis de este fic, pues aqui está es segundo capi ¬¬

Terminó de vestirse y bajó las escaleras. En la cocina, su madre canturreaba distraída una canción, mientras servía tres desayunos completamente distintos. Uno de esos era el suyo. Oyó como el el piso de arriba su hermana le gritoneba algo sobre a una secadora nueva a su hermano menor. "Kami-sama, a estas horas de la mañana..." Comió lo más rápido que pudo y dejó atrás un rápido "gracias", antes de salir corriendo. En la esquina de la calle le esperaba su mejor amigo. Jiroh lo saludó con una cansina sonrisa, mascullando algo como "buenos días".

-¿Qué tal tu fin de semana? –preguntó el lirón luego de volver a bostezar. Comenzaron a caminar tranquilamente y sin prisa de llegar al colegio.

-Lo mismo de siempre –respondió franco el acróbata y el Akutagawa entendió. No es que le emocionara demasiado la vida nocturna de su amigo, pero este le había dejado claro que no escucharía cualquier opinión ajena.

-¡Anikiii! –oyeron depronto los dos adolescentes a sus espaldas. Gakuto echó un rápido vistazo por encima de su hombros y luego tomó a su amigo de la mano y lo jaló consigo.

-Vamos, no tengo ganas de cargar con la pulga –siseó el chico, refiriéndose a su hermano menor.

-Ustedes realmente son un caso –murmuró cansado el lirón, cuando por fin dejaron de correr. Gakuto lo ignoró y siguió caminando. –En serio, no deberías tratarlo así...

-Hago muchas cosas que no debería –respondió el pelicereza indiferente.

-Pero es tu hermano... -"por no decir tu gemelo" agregó mentalmente.

-¿Y?

Jiroh se detuvo y lo miró seriamente. Al ver que Gakuto no mostraba ganas de oir nada más. Sacudió la cabeza y corrió a alcanzar a su amigo. Entraron por el portal de la gran escuela, saludando a quien conocieran, mientras que se les unían algunas otras personas.

-Y, ¿que tal su fin de semana? –preguntó tan originalmente Taki, quien arrastraba consigo a Hiyoshi. Este solo les dignó una miraba de aburrimiento, mientras que dejaba que su sempai llenara su silencio. hishido solo puso los ojos en blanco al ver al grupito de alumnos de segundo grado, acompañados por el honguito de primero, hundido en tan animada conversación.

-Lo mismo de siempre –fue la respuesta unísona y todos se sintieron a morir. No había mucho de qué hablar. ¿De qué deberían hablar? Eran estudiantes de preparatoria, en cuyas vidas lo más importante supuestamente era el estudio. Aún así, siempre alguien encontraba algo de qué hablar, y todos acababan diciendo algo de una manera u otra. Los días de los chicos eran aburridos y monótonos, simepre lo mismo, las mismas clases, los mismos profesores y los mismos compañeros de salón. Lo único que variaba eran los almuerzos y las tareas. Para eso sí había creatividad...


-Digan, ¿qué planes para las vacaciones de verano? –preguntó entonces en la salida del campus, luego de haber sobrevido un día más sin enloquecer entre las tediosas clases y los entrenamientos y reuniones diarias de cada uno de los clubes. Taki se encogió de hombros y Hiyoshi solo meneó la cabeza, murmurando algo como "nada en especial".

-Mis papás quieren ir a Mallorca este año –comentó Jiroh emocionado ante la diea, sonriendo ampliamente. -¿Qué hay de ti?

-Lo de siempre: casa de campo.

El chico de la gorra no parecía muy emocionado ante la idea, pero, como cada año, trataba de hacer lo mejor de aquello. Gakuto por su parte solo bufó.

-Bueno, no importa, aún faltan tres semanas, créanme que eso es mucho considerando que un solo día se me pasa como una eternidad –dijo el pelicereza. Y había hablado por todos. Se despidieron y cada uno se fue por su lado.

-¿Entonces no hay planes para las vacas? –preguntó Jiroh y luego bostezó. Gakuto negó.

-Mi padre ha iniciado un nuevo proyecto junto con un nuevo socio, por esa razon no podrá viajar. Y es lo suficientemente bastardo como para no dejarnos viajar a nosotros solos –respondió el acróbata con rencor. Jiroh lo observó un poco con lástima. Le parecía una cosa estúpida que su relación con su padre estuviera echada a perder.

-¿Nuevo socio?

-Así es –dijo Gakuto-. Es más, hoy se supone que saldremos a comer para conocer al sujeto. Mi padre parece muy emocionado con la idea de trabajar con ese tipo.

-¿Cómo así?

-No lo sé, está muy enfrascado con el trabajo y dice que su nuevo socio es un capo en su área –contestó el pelicereza, dándo por concluída la conversación. Jiroh asintió. Sabía que como presidente de una importante compañía productora de aparatos electrónicos el señor Mukahi andaba poco en casa, y que las pocas veces que estaba presente en el hogar, si no dormía o miraba televisión, se la pasaba sacando en discussión los defectos y la forma de ser del mayor de sus dos hijos. Y sabía cómo eso irritaba a Gakuto.

-Bueno, yo me voy por este lado –dijo entonces el Akutagwa cuando llegaron al cruce en el que se separaban las dos calles en las que vivían los dos chicos: Gakuto iba por la derecha y a Jiroh le tocaba tomar la izquierda. Se despidieron con un rápido saludo de manos y siguieron cada uno su camino.

El pelicereza pateó aburrido un lata que se cruzó en su camino. Realmente le habría venido bien un viaje en esas vacaciones, estaba asqueado del repetitivo ciclo vicioso que era aquella ciudad. "Pero no, el señor imbécil no quiere que su familia viaje sin él. ¡Ja! Como si de todas maneras fuera a pasar mucho timepo con nostoros si viniera también... De seguro se la pasa encerrado en su mundo de negocios y ni que me fuera a quejar, es mejor que cuando no está ausente..." pensó frustrado el chico mientras buscaba con la mirada dónde había caído la lata para volver a darle una patada.

*Flashback*

-Ne, Oka-san –preguntó con su voz chillona, infantil y fingida, el menor de los Mukahi-, ¿vamos a viajar a alguna parte este año?

Gakuto puso los ojos en blanco, aunque esperaba también oír la respuesta. Suzume, la mayor de los hijos, miró su plato de cereales con aburrimiento. Sin embargo, la madre negó con expresión decaída.

–No, su padre no puede viajar este año por el nuevo proyecto. ¿No, cariño?

Dicho "cariño" no respondió, solo siguió leyendo en el periódico. Pero Gakuto la miró escéptico, saltando de su silla.

-¿¡Qué! ¿Por qué no? Podemos ir solo los cuatro... –exclamó. El padre bajó el pariódico y alzó la mirada. Gakuto percibió que su vida, o almenos su propina, peligraba.

-Porque no –fue la cortante respuesta. Gakuto bufó molesto y se dejó caer en su silla, dándole un furioso mordisco a su pan.

-Kotaro, mastica bien... –dijo rápidamente la madre, tratando de desviar el tema. Suzume se había levantado y puesto su plato en el lavatorio, y luego había vuelto y ahora se concentraba en su leche. Realemente detestaba los desayunos de los domingos, al igual que Gakuto. Kotaro no dejaba saber si realemtne le agradaba comer en la misma mesa que su padre.

-Ya que sacaron el tema...- prosiguió el padre, dejando de lado su periódico. Mañana saldremos a comer con el nuevo jefe de Tatami Corp.

Cada miembro de la unida familia miró de distintas maneras al señor.

-¿Tatami Corp? ¿Los productores de juguetes? –preguntó Kotaro.

-Así es.

-¿Tu nuevo socio, cariño?

-Así es.

-Yo no voy.

-Así... No, Gakuto, vas a ir –se corrigió rápidamente el padre, mirando a su hijo de manera amenzadora. Este ni se inmutó y solo alzó una ceja.

-¿Y si no aparesco?

-Olvídate de tu propina por el resto del año.

El chico bufó molesto ante la práctica solución de su padre. –Pero mañana es lunes...

-Si quieres el martes no vayas al colegio.

-Genial –exclamó Kotaro, pero Gakuto se mantuvo firme.

-Prefiero ir al colegio que salir a cenar contigo y quien fuera tu nuevo socio –fue su mordaz argumento. El señor Mukahi se inclinó hacia delante y una mueca que pareció querer ser una sádica sonrisa apareció en su rostro.

-No te he preguntado si quieres ir, Gakuto.

*Fin Flashback*

-¡Volví! –gritó por toda la casa, dándole igual si alguien respondía. Pero aún así, alguien se hizo oír.

-¿¡Por que no me esperaste hoy! –protestó Kotaro, saliendo de la cocina. Llevaba puesto un mandil y sus manos estaban mojadas.

-Porque estorbabas. De hecho, lo sigues haciendo.

-Mira quien lo dice –devolvió el menor, mirando a su gemelo de manera burlesca y retadora. Gakuto lo ignoró y se dirigó a la cocina. -¡Oye, no me ignores!

-Como si me interesara oír lo que tienes que decir –dijo el acróbata sacando una botella de agua del refrigerador.

-Imbécil –siseó Kotaro antes de salir del lugar dando grandes zancadas. –Ah, y mamá dice que estés listo para las siete.

Gakuto maldijo el momento en el que su padre decidió a llevarlo a comer. ¿Para qué? ¿Para presumir de la esposa que tenía? Ciertamente su madre era bonita y de muy buena reputación. ¿Ese sujeto tendría familia también? ¿Es que quería comparar a los hijos? Con su padre todo era posible...

El chico subió a su habitación y tiró la puerta. Sobre su mesa había un terno negro. "Demonios", pensó el chico. "Bueno, al menos es uno normal..." se consoló. Apartó la ropa formal y se sentó a la mesa para prender la computadora y conectarse. Una vez que ya no había nada que hacer, o mejor dicho, cuando ya no sabía qué hacer, apagó el aparato, uno de los últimos modelos de la empresa de su padre, y se tiró sobre la cama. Luego de un tiempo, se le cerraron los ojos.


-Espero que se comporten –fue la última advertencia que recibieron los gemelos, e indirectamente también la madre, antes de salir del carro. Gakuto suspiró cansinamente, sintiendo que la corbata lo asfixiaba. "No sería mala idea" pensó pesimista el chico, mientras entraban al restaurante. Instantáneamente se les acercó uno de los empleados.

-Buenas noches, ¿en qué les puedo servir?

-Buenas noches, tenemos reserva bajo el nombre Mukahi.

-Ah, sí, su invitado también ya llegó –informó el mozo, sin decir nada más acerca de que si el sujeto venía acompañado o no.

La familia fue llevada a una mesa, en la que ya les esperaba alguien con la carta en la mano. Al verlos, el sujeto se levantó para saludarlos, sonriéndoles "amistosamente". Le dio la mano a su padre y los dos hombre intercambiaron un par de palabras y se rieron. El pelicereza alzó una ceja y se fijó en el nuevo socio de su padre... y fue entonces que Gakuto lo vio bien, cuando Gakuto sintió como todas las desgracias posibles le caían encima, como Gakuto quiso que lo partiese un rayo o que la tierra se abriese bajo sus pies. "No... no, puede ser que..." Entonces fue cuando Gakuto reconoció a alguien, a quien creyó que jamás volvería a ver, mucho menos ahí.

-Familia, este es el señor Oshitari –informó el padre y Gakuto se sintió listo para morir. Ahora no le vendría mal que la corbata lo ahoracara.

-Buenas noches –saludó amablemente el peliazul, descubriéndo entonces también a Gakuto. "¿¡Pero qué...!" pensó sorprendido, pero claro, no lo mostró.Gakuto apenas se atrevía a mirarlo, por temor a que lo reconociero o, peor, dijera algo. Solo una cosa se dio cuenta: traía lentes. "¿Habrá estado con lentes de contacto esa noche? O tal vez no estaba con lentes si quiera y puede que tenga tan mala vista que no vio mucho de mi aspecto..." pensó un poco esperanzado.

-Oshitari-san, este es mi esposa, Temari –presentó el señor Mukahi.

-Es un placer, Oshitari-san –dijo la señora como era debido.

-El placer es todo mío –repsondió Yuushi y le sacudió la mano. Gakuto sintió que eso duraría toda la eternidad.

-...y mis dos hijos, Gakuto y Kotaro –terminó de presentar-. Tenemos todavía una hija, la mayor, pero esta tenía ya un compromiso el día de hoy. Gakuto es el mayor de los gemelos.

"¡Rayos! ¿Y qué fue con eso último?" pensó el acróbata con los nervios de punta, más aún al ver como el peliazul le tendía la mano con una sonrisa de discreta burla.

-Todo un placer, Gakuto –pronunció con especial entoncación el adulto, al aceptar el chico la mano.

-E-es... Lo mismo digo, Oshitari-san –murmuró el chico y se soltó, poniendose rápidamente a salvo entre su madre y su hermano en la mesa. Pero era obvio que no estaría a salvo en ninguna parte de ese condenado restaurante, al menos no esa noche. Pidieron de comer, y pronto los adultos estuvieron envueltos en una animada conversación, en la cual de vez en cuando también se metía Kotaro con sus comentarios de niño bueno e interesado. En cuanto a Gakuto por su lado, se resignó a concentrarse en su comida y a no dar señales de vida.

-Oh, ¿juega tenis? –comentó en un momento la señora Mukahi con una inocente sonrisa-. Kotaro también, y bueno, Gaku también, pero antes.

-Es una lástima que lo haya dejado –comentó Yuushi con una sonrisa que al acróbata se le antojó peligrosa y hambrienta.

-Pero yo sí sigo jugando –se volvió a meter el menor de los gemelos, tratando de llamar la atención otra vez sobre sí.

-Me da curiosidad, ¿por qué dejastede jugar? –preguntó el peliazul, frustrando el plan de Kotaro. Gakuto parpadeó sorprendido, sonrojándose ligeramente. "¿¡Qué me pasa!"

-Eh... no lo sé, me aburrí. Así, nada más...

-Pero si quisieras, podría volver a jugar un partido, ¿no?

-Cla-claro, supongo –murmuró Gakuto, más para sí, que para los demás.

Los adultos siguieron conversando. Kotaro ya parecía haberse rendido y Gakuto ni prestaba atención. Solo mantenía la mirada fija en su plato, clavándole su tenedor a su lomo fino a la plancha, percibiendo de vez en cuendo algunos fragmentos de la conversación que se llevaba a cabo en la misma mesa, oyendo cosas comos "genio", "muy joven", "estudiar", etc. Y así transcurrió todo, y parecía que la atención siempre quería volver a caer sobre Gakuto, hasta que este tuvo suficiente y huyó con la excusa del baño.

-¡Maldición! –gruñó tenso el chico, dándole una patada al retrete. Cuando por fin salió del cubículo en el que se había encerrado se acercó a uno de los lávabos y se lavó las manos. Si alguien se enteraba estaría acabado. "A menos que sea mamá y que ella me perdone por ser mal hijo... ¿¡Pero qué estoy pensando! ¡Es obvio que le da un patatús y quedrá en estado de coma!" ¡Se suponía que jamás se volvería ver con ninguno de sus amantes y no podía haber excepciones! Decidió lavarse también la cara (sin importarle el traje), sentía que le ardía, en especial las mejillas y los ojos. Cerró los ojos y sumergió el rostro en el agua fría. Ihaló profundamente y volvió a abrir los ojos. Y casi murió de un infarto.

-¿Qué pasa? Tienes la cara de haber visto un fantasma.

A sus espaldas estaba parado el dichoso peliazul, con la dichosa sonrisa seductora y sus dichosos ojos azules clavados en él. "Maldito bastardo" pensó el menor y se dio la vuelta.

-¿Qué quieres?

-Nada, solo vine al baño.

-Cla-claro –tartamudeó Gakuto, sintiendo que se quedaba sin cartas ante ese sujeto. Yuushi sonrió satisfecho, acercándose un poco más al chico hasta acorralarlo. Gakuto soltó una exclamación de sorpesa, tratando de retroceder, hasta quedar sentado encima de la plataforma de los lávabos. Yuushi sonrió triunfante.

-Vaya, vaya, ¿me tiene miedo el gatito juerguero? En serio, ahora por fin comprendo por qué me parecías conocido cuando te vi en el club... Tienes los mismos ojos que tu padre.

Gakuto bufó ofendido, ese sujeto se estaba pasando. Lo miró directamente hacia esos ojos zafiros y frunció molesto el ceño.

–Lamento descepcionarte, pero yo no te tengo miedo –sonrió mordazmente-. En lo más mínimo. Y si vuelves a compararme con mi padre, te juro que haré que quedes incompetente enla cama por el resto de tu vida.

-Ah, ¿es en serio? –preguntó fingiendo sorpresa el adulto. Gakuto no desvió la mirada, sonrió triunfante.

-Ajá, así e...

Pero ahí se quedó su atrevimiento. Unos labios lo callaron con maestría y sus manos fueron apresadas por encima de su cabeza contra el espejo. El chico trató de zafarse, pero cuando sintió una mano acariciar su abdomen no pudo evitar gemir dentro de la boca del peliazul. Este, satisfecho, se separó del adolescente y le dirigió una última sonrisa. Sin más se acomodó un poco la ropa y salió otra vez del baño. Sin embargo, justo antes de salir, se detuvo en el marco de la puerta y se giró hacia el desconcertado pelicereza. Y sonrió una vez más.

-Por cierto, deberías saber que tu huída fue muy obvia, hasta para tu hermano.

Y sin más, dejó solo al chico, quien ahora, más que nunca, estaba siendo víctima de un ataque masivo de sentimientos inumerables. Y Yuushi por su parte, pensó en que no había sido tan mala idea trabajar con el Mukahi. Su próximo encuentro con el curioso gemelo no estaba nada lejos.

Notas finales:

esta vez sí, reviews? :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).