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My Dearest King por Yais

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Notas del capitulo:

Advertencias: Incesto, Chan y Violación.

Gaara/Naruto 

Kankuro/Naruto

Yondaime Kazekage/Gaara 

 

 

Parte 1

Destino

 

Vivir un infierno es mucho peor cuando tienes la certeza de que, no importando cuantos gritos pidiendo ayuda des, nadie va a mover un dedo para ayudarte.

 

 

Capítulo 2

Sálvate, ya no te fallaré

 

Gaara estaba sentado en el alféizar de la ventana. Había pasado otra noche de insomnio, escuchando el reloj marcar los segundos mientras miraba expectante la puerta de su habitación, esperando aterrorizado algo que no quería que pasara y que, afortunadamente, por esa noche no ocurrió.

El crepúsculo ya había acariciado los jardines horas atrás, los sirvientes terminaron sus actividades de mañana y así como llegó la hora de la comida la dejó pasar. No tenía hambre y sabía que nadie echaría en falta su presencia en la mesa, había escuchado a Baki decir que su padre estaría ocupado con los asuntos del viento todo el día e incluso que tendría visitas de la nación del fuego.

Recargó la cabeza en el cristal.

No tenía posada la vista en algún punto en específico, a veces era el paraje, a veces el cielo. Desde que volvió del desayuno se había mantenido en aquella posición, disfrutando la calma del día que desgraciadamente traería la noche.

Los ojos se le cerraban pero no quería dormir, pues la peor sensación que tenía era despertar y darse cuenta de que las horas se le escurrieron entre pesadillas.

 

La luz de la tarde comenzaba a desaparecer cuando a lo lejos divisó un carruaje acercándose. Varios caballos lo escoltaban y siguió su camino con la mirada hasta que sólo podía ver el techo de la cabina. La respiración se le aceleró ligeramente cuando vio a su padre salir del castillo y con una sensación de desazón decidió que era momento de separarse de la ventana.

Con paso pausado salió de la habitación y atravesó los amplios pasillos sin hacer un sólo ruido. El mármol recién pulido reflejó su andante figura hasta que paró sus pasos frente a una enorme puerta labrada y adornada con plumas laminadas en oro y plata.

Metió la mano por debajo de su playera y sacó, colgada de una cinta de terciopelo, la llave de la puerta. Aquel era el único y más macabro regalo que le había hecho su padre, el acceso a la habitación que antes le perteneció a su madre.

 

Cuando el lugar le dio la bienvenida sus ojos se permitieron brillar unos instantes antes de que se volviesen a opacar y, con el mismo paso autómata que lo caracterizaba, se encaramó en el alfeizar de la gran ventana de esa habitación.

Ahora estaba al otro lado del castillo, podía apreciar el patio interior y pronto, de nueva cuenta, el crepúsculo.

 

 

 

Kankuro tenía el gusto aristócrata de la caza y Gaara, a diferencia suya, no apreciaba aquello. No porque las pobres bestias que cazaban le despertaran algún sentimiento, sino porque ir de cacería significaba todo un proceso de convivencia que detestaba.

Kankuro y Temari no serían los hermanos amorosos pero, en pos de la presencia de los invitados de ocasión, lo tratarían con extrema cordialidad  y su padre aprovecharía el momento para restregarle en algún momento, sutilmente, el cañón de la pistola contra el trasero, sólo para reírse de sus temblores involuntarios.

A veces deseaba que se le escapara una bala e hiciera lo que él no era capaz.

 

Desde su ventana veía varias jaulas, pero la más pequeña de ellas fue la que le llamó la atención. En varios lugares acostumbraban usar un Zorro para las cacerías pero en su nación acostumbraban perseguir a un Tanuki y él sabía que el pequeño mamífero debía estar en esa.

Así que mantuvo fija la mirada en aquella jaula, como si creyera que al hacerlo explotaría o desaparecería, largos minutos antes de decidir que debía pararse y salir de la habitación para hacerse cargo de la prisión el mismo.

 

 

- Oye – Gaara detuvo sus pasos cuando escuchó una voz detrás de él. No estaba seguro de que lo llamaran y como lo más seguro era que no fuese así, decidió seguir andando como si jamás lo hubiese escuchado - ¡Hey! Matte!! – experimentó una especie de vértigo cuando lo tomaron del hombro y con un giro asustado puso una notable distancia entre quien quiera que fuese aquel que lo había tocado y él.

Frente suyo estaba un niño, pocos años menor que él supuso, de cabellos amarillos, piel ligeramente canela, ojos tan azules como el cielo que tanto le gustaba contemplar y una sonrisa brillante, despreocupada - ¿Te asuste? – rió entre dientes como si aquello fuese una travesura.

Gaara le devolvió un gesto neutro y altivo. El rubio llevaba una playera de lino un poco arrugada y pantalones naranjas con líneas negras de muy buena pinta. Intuyó instantáneamente que debía ser uno de los nobles que llegaron en aquel carruaje.

El chico frunció el ceño ligeramente - ¿Acaso eres mudo?... O ¿Sordo? – Resolvió después de ver que el pelirrojo seguía sin hacer un solo gesto de reconocimiento -  ¿Ambos? – el rostro se le iluminó en comprensión y luego agachó la cabeza ligeramente – ¡Lo siento! – exclamó articulando de manera exagerada y el gesto de Gaara pasó a la sorpresa total cuando vio al chico intentar formar las palabras antes dichas en un lenguaje de señas del cual no tenía ni idea.

- No – escapó entre sorprendido y enfadado, antes de girarse y decidir que no quería pasar otro segundo ahí

- ¡NO! – gritó el rubio y se apresuró a darle alcance – Entonces ¡Me ignorabas! – Lo acusó interponiéndose en su paso

Gaara lo fulminó con la mirada tentado a callar al otro de un golpe, pero de sobra sabía que esa acción le traería consecuencias muy desagradables.

- Bueno pues – El rubio se acercó demasiado a su rostro, como si no tuviese noción de lo que era espacio personal – no me agradas pero necesito que me digas ¿Dónde está la cocina? –

Nadie era insolente con la familia real de Kaze, mucho menos los invitados al país y sobre todo ninguno se dirigía a Gaara de esa manera. No entendía cómo debía reaccionar, eso no le pasaba – No soy un sirviente – y esa fue la oración más larga que había dicho en todo el día.

El chico arrugó la nariz y recordó vagamente a su madre reprendiéndolo por alguna acción similar en su corta vida.

En eso el estómago le rugió.

El rubio rió y se llevó una mano detrás de la cabeza – Llegamos a la hora del té y unas galletas no me llenan ¿Sabes?, pensé que no serían tan tacaños con la comida –

Gaara lo observó con detenimiento antes de desviar la mirada a la ventana y notar que la noche ya había caído por completo. Necesitaba moverse con rapidez.

- ¿A dónde vas?, ¡¿Iremos a las cocinas?! – El rubio al ver que el otro emprendía el camino decidió seguirlo – Me llamo Naruto por cierto – le tendió la mano pero Gaara lo ignoró

 

 

 

- Entonces ¿Estamos en una misión de rescate? – Al parecer Naruto había olvidado que tenía hambre y porque, a parecer de Gaara, le apetecía molestar al pelirrojo lo había seguido.

Así que ahora, después de esperar a que los guardias se fueran, el rubio observaba como el pelirrojo sacaba algo parecido a una navaja.

- ¿Es un mapache? – Naruto se agachó para ver a la criatura – En mi casa cazaban Zorros, pero lo prohibieron porque Kyuubi la mascota de la familia es un Zorro y todos lo queremos mucho, a pesar de que es un viejo maleducado como tú –

Gaara siguió ignorándolo y metió ambas manos entre los barrotes. Con una sujetó al animal y con la otra dirigió el cuchillo afilado a la parte baja de su abdomen, apuntando al pliegue entre las piernas.

- ¡Espera! ¿Qué haces? – Naruto empujó a Gaara haciéndolo caer de espaldas contra el suelo

El pelirrojo gruñó – Cortarle los tendones –

- ¿Qué?, ¿Por qué?, ¡no era una misión de rescate! – sintió como le dirigían una mirada de escepticismo – ¡Podrías matarlo! –

- Los cazadores lo matarán, da lo mismo –

- No da lo mismo – El rubio comenzó a buscar con la mirada a su alrededor y luego sonrió victorioso - ¡Ve! – Le mostró un alambre – Yo lo liberaré – El rubio peleo durante unos minutos con el cerrojo de la jaula hasta que hizo click y al abrir la puerta el animalito salió disparado.

Gaara arrugó el ceño - ¿Y ahora? –

- ¿Qué? –

-Se darán cuenta de que alguien lo dejó huir –

Naruto varió su sonrisa – Pues ¿Eso importa?, está libre y… ¡¿Por qué querías cortarlo?! –

- Para que no pudiera correr – Naruto hizo un gesto de incomprensión total – Si no corre no hay cacería – fue tan simple que el rubio no supo que sentir por el chico.

- Me voy – dijo percibiendo que tenía la garganta seca al tiempo que se volvía al castillo

- Traerán a otro – sentenció Gaara – Pero si creen que están enfermos dejarán de hacerlo y probablemente los maten a todos –

Naruto detuvo sus pasos – ¿Acaso odias la naturaleza? –

- Odio la vida –

 

 

 

La cena fue desagradable, aterradora y agobiante. Su padre no le dirigió la mirada y él le rehuyó porque le tenía pavor. Descubrió que el pequeño rubio era el príncipe del Fuego y cuando recordó que era el prometido de su hermano mayor, sintió una especie de “algo” que no pudo identificar.

Caminó de vuelta a su habitación pensando que, por la mirada extraña que el rubio le dedicó, le desagradaba al príncipe.

 

Se acurrucó contra uno de los pilares que sostenían las cortinas de su cama y enrolló todo su cuerpo con las cobijas.

Ahora volvería a esperar, escuchar los segundos pasar y mirara la puerta con insistencia, esperando que la suerte de ayer se repitiese ese mismo día.

 

Sin embargo no fue así. Las manos le comenzaron a sudar y la respiración se le aceleró como siempre que veía girar el pomo de la puerta y entrar por ella la alta y fornida figura de su padre.

- Otousan – susurró desesperado y al hacerlo se dio cuenta de que ya había comenzado a llorar pues las lágrimas entraron a su boca.

La figura se acercó con paso pausado y a cada uno la sombra se hacía mayor. Gaara se pegó al poste tanto como pudo y las pupilas le temblaron de terror cuando sintió el peso extra de su padre sobre la cama.

- tsch, ¿Ya estas llorando? – el hombre alargó la mano y acarició la mejilla del menor con un dedo para retirar las lágrimas – Gaara –

- O..Otosan hoy..no por fa…vor – articuló entre hipidos

- Te dije que no me llamaras así – lo atrajo hasta sí y comenzó a desatar las cintas que amarraban la parte trasera de su bata – cuando te tengo de esta manera –

- No, por favor no… - el menor sintió como le despojaba la ropa y pasivamente dejó que lo hiciera, temblando todo el cuerpo

- Sshh Gaara, te gustará, lo sabes –

El chico negó contra su pecho pero ya no dijo nada. Ya sabía que el mayor no pararía.

El hombre aspiró contra su cabello – me encanta tu olor, tu piel Gaara mírame – empujó su barbilla con suavidad hacia arriba para que sus ojos conectaran – tus ojos son como los de tu madre – y lo besó. Apretó su pequeña mandíbula para que abriera la boca y mezcló la saliva de ambos.

Gaara se ahogó en sus lágrimas cuando su padre lo pegó contra la cama y comenzó a quitarse la ropa ante su triste mirada.

Cuando pudieron sentir sus pieles desnudas, pegándose una con la otra el mayor deslizó los dedos por el abdomen del menor, subió a su pecho y los enredó en la cinta de terciopelo que Gaara llevaba alrededor del cuello.

- Me alegra que la sigas cuidando – bajó la cabeza hasta sus pezones y comenzó a lamerlos, succionando primero con delicadeza y luego fuerte hasta ponerlos rojos.

 

El menor recordó aquella noche que su padre lo había descubierto dentro del cuarto de su madre. En esa época aún se sentía desolado porque todos lo ignoraban y como era su cumpleaños número 9, el noveno aniversario de la muerte de Karura, decidió charlar un poco con las sabanas pretendiendo que eran ella.

Pero cuando su padre lo encontró, sentado a la orilla de la cama, y sus ojos se cruzaron fue como si el adulto se planteara el verlo por primera vez. Esa noche Gaara creyó que su padre por fin lo aceptaba, pues le había acariciado la cabeza y con una sonrisa lo sacó del lugar para llevarlo a su habitación.

Lo recostó sobre la cama de una manera bastante peculiar y pasó la llave de la habitación por encima de su cuello – Esto es para ti Gaara – le susurró casi con ternura y fue la única vez en la que el pelirrojo sonrió al estar entre los brazos del mayor.

Después de eso comenzó a tocarlo de manera que él no conocía y lo ponía nervioso. No quiso contradecir al mayor porque era la primera vez que lo notaba, pero no le gustaba, no le gustó y lloró para que parara. Cosa que evidentemente no hizo.

 

Ahora tenía 13 años, había pasado los últimos 4 siendo besado y embestido por su padre mientras él le rogaba para que ya no lo hiciera. Justo como la semana pasada, justo como ahora.

- Gaara – el pequeño estaba aferrado al respaldo de la cama, apretando la madera y lloraba mientras gemía adolorido – eres tan delicioso – lo obligó a inclinarse para poder entrar mejor y el menor lanzó un mitad grito mitad sollozo – Ya casi – y con un par de embestidas más se vació en su interior.

 

El menor cayó en la cama. Sintiendo las manos agarrotadas, agotado, dejándose llevar por una ansiada inconciencia y una noche en que el cansancio lograría que no tuviese pesadillas.

 

 

 

A la mañana siguiente se tuvo que enfrentar, no sólo al dolor de saberse vivo… sino también al de montar a caballo gracias a Naruto.

 

- ¿Por qué? – El rubio se acercó al pelirrojo cuando Kankuro comenzó a platicar con Kushina, dejándolo libre pues todo ese tiempo habían estado charlando entre ellos.

El pelirrojo simplemente lo ignoró

- Gaara – El rubio apenas conoció su nombre a la hora de la cena y era la primera vez que lo escuchaba decirlo. Dirigió la mirada hacia él pues le gustó como sonó en sus labios - ¿Por qué odias la vida?, si es fascinante –

El mencionado se permitió hacer un gesto de entre dolor y compasión por el menor.

A Naruto le llamaba la atención Gaara, porque era incapaz de comprenderlo; y el pelirrojo comenzaba a agarrar gusto por Naruto, la ingenuidad que desprendía le encantaba e irritaba a la vez de una forma bastante peculiar.

El príncipe de Konoha sonrió – Mira – señaló a Kushina y Kankuro que comenzaban a alejarse – ahora podemos ir a cualquier otro lado –

- ¿Por qué? – Gaara era pasivo y no entendía al rubio.

- Porque tu hermano es tan aburrido como el paseo –

- Verdad – corroboró su interlocutor e intentando pensar sólo en el momento, le indicó otra dirección al caballo y Naruto con una sonrisa lo siguió.

 

 

- Éste es el lago – explicó Gaara bajándose del caballo y haciendo una mueca al caer al piso – nos buscarán aquí y diremos que los caballos tenían sed –

- Bien – y sin más el príncipe de Hi comenzó a quitarse la ropa para lanzarse al agua – Suna es horrible, hace mucho calor – le dijo al otro que sólo atinaba a mirarlo impresionado por su actuar tan despreocupado.

- ¿Y no te gusta? – preguntó acomodándose en el pasto, bajo la sombra de un árbol.

- ¡Para nada! – se zambulló de cuerpo entero.

- Pero vivirás aquí toda tu vida, cuando te cases con Kankuro –

- ¡Tal vez no! – y nadó de un lado a otro como si el tema le fuese indiferente.

- No existe el tal vez, vivirás en Suna y se te va a borrar esa tonta sonrisa que tienes –

Naruto paró los juegos con el agua y le dedicó un gesto confundido al pelirrojo – El destino no está escrito en piedra – citó a su nodriza y sacudió su cabello para salir del agua y acompañar al otro – Gaara ¿Por qué odias la vida? –

- ¿Tú por qué la amas? – respondió con rapidez

- Porque es… me gusta estar vivo – inhaló el aire – respirar, comer, reir… -

- No te gusta llorar – cortó el pelirrojo – y eso es la vida. Dices que Kankuro es aburrido pero aun así te obligarán a casarte con él y espero que cuando lo hagas seas infeliz, para que dejes de decir tonterías -  

- Gaara… - Naruto dejó escapar preocupado

El pelirrojo frunció el ceño y sin previo aviso empujó al rubio sobre la hierba, posicionándose sobre él – No sabes nada –

- Y tú sí – retó

- Más que tú – y sin más se acercó para besarlo. Sus labios chocaron por meros segundos y cuando se separaron las mejillas de ambos estaban arreboladas.

 

El viento comenzó a correr y agitó las ramas de los árboles a su alrededor.

 

- Gaara – el rubio le sonrió tímido al pelirrojo - ¿Crees que me pudiera casar contigo? –

El mencionado se echó para atrás, apretando los labios y puños en el proceso – No –

- Pues verás que si puedo – los ojos de Naruto brillaron determinados y a Gaara le hubiese gustado creerle.

 

 

Sin embargo, sólo estuvieron 3 días más en Suna y Kankuro se encargó de monopolizar a Naruto de tal manera que Gaara sólo pudo observar, triste y lleno de rencor, como su hermano mayor se ganaba al rubio y hacía que ya no tuviese ganas de mirarlo.

Cabalgaron a solas, observaron las nubes y las estrellas con sendas sonrisas. Era evidente que Kankuro al igual que Naruto amaba la vida y que la sombra de una persona como Gaara era innecesaria en su vida.

 

Cuando se despidieron, a pesar de que todos observaban, le hubiese gustado recibir un beso y no el simple abrazo de 2 amigos que se dejarían de ver por un tiempo. Otra  gran razón para odiar la vida y el suplicio que continuó.

 

Hasta esa noche, cuando todos había ido a dormir y él se volvía a acurrucar en su cama aterrorizado porque su padre aparecería, el Kazekage entró y como siempre comenzó a desvestirlo mientras el lloraba… esa noche, mientras el mayor violaba su cuerpo laxo y sin voluntad, Kankuro apareció en el rellano.

 

Había rogado durante 4 años porque ese momento llegase, quería que alguien lo salvase y justo cuando perdió la esperanza ocurrió.

Tal vez el mayor no lo odiaba tanto como él creía, tal vez evitaba mirarlo porque, al igual que su padre, él también veía a Karura cuando lo miraba y tal vez si lo quería, pues no se tentó el corazón para atravesar con su espada el cuerpo del hombre que había sido su ejemplo a seguir toda su vida.

 

- Gaara perdóname – lo abrazó y era la primera vez que lo veía llorar – no sé por qué deje que pasara esto en mis narices –

El pelirrojo no contestó. Aún estaba en shock y no sabía que sentir… tal vez no sentía nada, tal vez no asimilaba que su padre estaba muerto a 3 metros de donde ellos estaban.

- Naruto me habló mucho de ti, no puedo creer que siendo tan joven él pudiera hacer que me diera cuenta de lo mucho que te he fallado –

- Naruto – Gaara apenas articuló

- Kami, perdóname –

 

El pelirrojo dejó escapar una lágrima. Naruto.

 

Notas finales:

Gracias a: Steve y Haruhi28 por sus comentarios, espero nos sigamos leyendo porque me dan ánimos. ¡2 comentarios Yuju! XDD.

Bsos

Yais

PD: Honestamente, si fuese Gaara (Me habría desangrado en la tina cof cof) también amaría a Naruto ^_______^.

PD 2: Los únicos que se parecen en esa extraña familia son Gaara y su padre… el resto ¿Serán todos hijos de Karura? (Lo de los ojos es una cosa extraña que suelo, junto con muchos, imaginar gracias a Jotaka cuando pienso en Snarry O,o)


Capítulo 3: Bastardo ¡Yo!

Sasuke/Sai + Madara

Madara&Itachi


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