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Habia una vez por RedGlassesGirl

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—diálogos.

"pensamientos".

(N/A: nota del autor)

[1], [2], etc. Notas al pie.

*para estar al tanto de mis actualizaciones pueden visitar mi Livejournal, busquen la dirección en mi perfil*



CaperuWolf y el Businessman feroz.

(Basado en: Caperucita roja, un cuento de Perrault)

Autora: Redglasses Girl.

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— ¿Recuerdas el camino verdad?

— Si, mama Jennifer.

— No hables con extraños en la calle….especialmente con los Yakuza. [1]

— Claro.

— Y no te entretengas demasiado. Seguro Yuu-chan tendrá hambre sin su bentou con él. [2]

— Por supuesto.

— ¡Y ve por la sombra! ¡Ten cuidado y que te diviertas! — grito Miko viendo a lo lejos al chico mientras agitaba su mano desde la entrada de la casa. Ese buzo rojo realmente le sentaba perfecto, apenas lo vio supo que tenía que comprárselo, fue irresistible.

Los cabellos dorados del flequillo del joven sobresalían de la capucha y se mecían con el ligero viento de otoño. La prenda enmarcaba perfectamente su agraciado rostro y el color contrastaba con su pálida piel, sus rizos y sus ojos verdes.

Camino alegre las cuadras que debía hasta la estación de trenes entre hojas secas y un lindo paisaje otoñal que le brindaba al barrio otro toque más especial. Aunque la primavera era hermosa con las flores de Sakura adornando las veredas esta temporada no tenía tanto que envidiar tampoco. El cambio al llegar a la jungla de asfalto fue notorio: menos arboles, más gente. Aunque ya era la costumbre y por más que su vista se le fuera hacia los lados para admirar las rarezas que circulaban exponiendo las distintas modas de ese mundo intento contenerse de dispersar demasiado su atención.

No sea que otra vez se dejara llevar siguiendo a algún 'espécimen extraño' de esta sociedad y terminara una vez más perdido para que Yuuri le diera el mismo aburrido sermón de siempre. Amaba a Yuuri, odiaba sus sermones. Eran demasiado tediosos.

Podía evitar dispersarse mirando gente, o mirando vidrieras, tecnología, animales raros, tiendas raras, y muchas otras cosas más. Pero había un logotipo y un cartel que en su mente encendían una alarma con sirenas y ruidos de alerta a quilómetros de distancia.

Starbucks.

Oh, delicioso café con leche y doble crema extra. Y caramelo, avellana, chocolate extra, vainilla y cualquier otra cosa que se le cruzara por delante en los frasquitos que esperaban sobre la mesita con los palitos, las pajillas y el azúcar para agregarle. Obviamente tamaño "Venti", el más grande, el de medio litro. Siempre había dinero y tiempo para parar en el Starbucks, sin importarle un comino las advertencias de su adoptada madre Terrestre.

Ojala esa delicia caliente que se derretía en su boca tan cremosa durara mas. Pero nunca era así, siempre se perdía en el momento de degustación y para cuando volvía la realidad era para ver su vaso vacio. Pero la fortuna estaba de su parte, la diosa le había sonreído. Otro local de la misma cadena de cafeterías lo esperaba si se alejaba de su camino una cuadra hacia la derecha. Y así lo hizo, otra vez dejando de lado el sabio consejo de la voz de la experiencia.

Lo malo es que cuando rompes las reglas y caminas en las nubes mientras lo hace pensando en cualquier cosa y papando moscas, una serie de eventos desafortunados puede desencadenarse. Como ver otro Starbucks a lo lejos y recordar que te habías prometido probar el Machiatto Caramelo con frutilla hace ya una semana y al final nunca lo hiciste. Pero eso suponía salirte aun más de tu ruta….Aunque ¿a quién le importa cuando no te das cuenta que te estás perdiendo?

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Que hermosa criatura había descubierto. No podía sacarle sus ojos de encima. La gracia con la que ordenaba, observar en detalle la pose en la que esperaba a un lado su orden delineando con los ojos cada centímetro del joven cuerpo. Ojala no tuviera ese buzo tan holgado para poder admirarlo mejor, pero tenía que admitir que ese color le gustaba. Era como la capa roja del torero que atrae al toro. Lo más exquisito para la vista eran ese par de ojos esmeralda y la pequeña mirada que le dedico al darse vuelta antes de salir. Además de la forma en cómo abrió su boca para tomar la pajilla del vaso y haciéndose el infantil desentendido encaminarse a la puerta. ¿Acaso buscaba provocarlo?

Si, provocarlo, a él. Al lobo vestido en traje de Armani.

Lentamente tamborileo sus dedos sobre la pierna que tenia cruzada sentado cómodamente en el sillón pensando en algún maquiavélico plan para acercarse a ese joven. Sus ojos clavados en el olfatearon al instante la duda en cada cabeceada hacia los lados que dio el chico fuera del local. Para su suerte, estaba perdido.

— Buenos días. — dijo la grave voz políticamente correcta y amable, pero en el fondo algo picara.

— Hola.

Su timbre de voz era más varonil de lo que imaginaba siendo que tenía una pinta tan angelical, pero le quedaba perfecto. — ¿Necesitas ayuda? ¿Estás perdido?

— Necesito ir al domo en Jingu. [3]

Que salvaje y despreocupada manera de responder. Le encantaba. — Ahhh… — se hizo el sorprendido y alegre, aunque la sonrisa no tuvo que forzarla. — Bueno entonces….Tienes dos maneras de llegar, pero viendo la hora que es…— hizo una pausa mientras simulaba observar su Rolex. —…si tomas por el centro estará todo lleno de gente que vuelve a entrar al trabajo después del descanso del almuerzo. Pero no te preocupes, se una ruta para que puedas evadir todo ese contratiempo. Dio las indicaciones con la gracia y el estilo de un sofisticado hombre de negocios importante como él era.

—Gracias. — Fue como música para sus oídos. Y ni hablar del regocijo en esa sonrisa del millón de dólares que le regalo el rubio. Lo vio alejarse alegre sabiendo que el muchacho estaba convencido de sus palabras. No lo pensó dos veces y partió en la otra dirección.

Nadie podría competir con él a la hora de desplazarse por el centro de esa ciudad atareada y llena de gente, zigzagueando y sabiendo como escudriñarse entre las multitudes sin nunca aminorar su paso ni derramar una gota de sudor. En cuestión de quince minutos estaba frente al lugar, y sabía que a su pobre presa extranjera le tomaría al menos otros quince minutos en llegar a destino por la ruta que había indicado.

Estaba repasando su siguiente plan con cuidado sentado en el cantero circular de un gran árbol que adornaba la entrada cuando escucho algo interesante en medio de una banal conversación ajena entre adolescentes.

— Shibuya, ¿vamos ya?

— Ah, no, yo no puedo. Mi madre me mando recién un mail a mi celular, dice que Wolfram viene para acá con el Bentou que me olvide. Es mejor que lo espere aquí, el no va a saber donde estaremos dentro peor yo puedo buscarlos más tarde cuando me reúna con él.

— ¿Vas a estar bien?

— Si no hay problema. Mi madre hasta me dijo como viene vestido….está emocionada porque el compró un buzo rojo con capucha creo…

Risas y algo más continuó después de eso, pero no era el tema importante. Lo importante era que este chico aquí presente tras de él en algún lado del cantero suponía un grave problema en sus planes. Tendría que deshacerse de él, aunque agradecía la información extra como el nombre de su angelito.

Desde que vio al posible problema en cuestión sonrió y se sintió satisfecho, su problema era más pequeño y debilucho de lo que pensaba. Además era bastante idiota de paso, ya que fue más fácil que de costumbre engatusarlo para llevarlo al interior del domo, y ni que hablar hasta el baño. Donde se encargo de cerrar bien la puerta y trabarla desde afuera. ¡Hasta ni se había dado cuenta del engaño aun encerrado! Podía escuchar los tontos pedidos de ayuda y algo acerca de que la cerradura posiblemente estaba rota.

A lo lejos diviso al angelito encapuchado, recién en ese momento noto el paquete en sus manos que seguramente siempre había llevado y era lo que se suponía tenía que entregar. Pero no hoy, no este día, porque hoy se había topado con un hombre de negocios feroz lleno de ansias de devorarlo.

— ¡Hola! — saludo demasiado emocionado para su gusto pero ya no había nada que hacerle. El chico lo observó con clara faceta de no entender que hacia el ahí obviamente. — Sabes, esto debe parecer raro, pero tuve que venir en taxi aquí cerca a hacer unos recados para la oficina y termine rápido. Cuando vi el domo te recordé y pensé en si habrías tenido problemas de llegar bien. Justo aquí atrás mío escuche a un chico joven hablar de alguien y creo que eras tú…

Si fuera cualquier otro el que la usara seria una estúpida y muy mala excusa, pero él tenía un don que desde su juventud supo aprovechar. Sabía como decir las cosas y otorgar esa aura de espontaneidad y hacer que todos le creyeran. El era capaz de decirle alguien que había una vaca arriba de un árbol y hacer que le creyeran, no por nada había escalado a gerente de una compañía en tan solo unos meses cuando a otros les toma años.

— ¡Ah, Yuuri!

La felicidad en ese rostro al pronunciar ese nombre no le gusto para nada ¿Qué era ese brillo en esas esmeraldas? No sabía pero le molestaba. — Seguramente ¿un amigo tuyo verdad? Estaba hablando con otros acerca de que estarían cerca de los baños en el interior bateando o algo así…..Cosas de chicos supongo, yo ya no estoy 'en la onda'. ¿Te parece si te acompaño? Ya que me quería asegurar de que llegaras bien, prefiero hacerlo por completo.

— Como quieras.

— Perfecto.

Claro, perfecto, todo era perfecto. Especialmente la condescendencia del jovencito, no parecía tener sospecha alguna. Pero lejos de parecerle idiota como el chico anterior y fastidiarle, que este lindo rubio fuera tan confiado lo ponía de buen humor. Apenas pusieron un pie dentro de los baños y dio un vistazo sin ver a nadie en el lugar se encargo de que por la puerta de entrada nadie volviera entrar. Trabando con sutileza la misma y poniendo el cartel de 'personal limpiando' del otro lado.

No aguantó más ahora que lo tenía a su merced. Se abalanzó y lo acorralo contra una pared impaciente. Lo extraño es que el chico no estaba conmocionado, ni por lejos. Es más, estaba tan tranquilo que era extraño y solo le observaba serio con ese par de lagunas verdes. Esa actitud le pareció desafiante, eso le excitaba.

— Tus ojos se ven raros, brillan demasiado...

— Son para verte mejor.

— Ah, pensé que era por los lentes de contacto…..Y creo que tienes algo sobre tu nariz….

— Es para olerte mejor.

—No, es polvo. Deberías quitártelo antes de que te de alergia o algo….Y creo que tus dientes… — están amarillos por el tabaco y fumar no es bueno iba a decir pero fue interrumpido por varios ruidos que le llamaron la atención.

— ¡Son para comerte mejo-…..!

Las patadas en la puerta la habían abollado, la traba ahora estaba quebrada y el hombre de negocios ahora en el piso desmayado. Wolfram tan apacible como siempre levanto la vista y observo a Conrart. — Sabes, podría haberme encargado yo solo….Me arruinaste la diversión.

El mayor no dijo nada y se recompuso de su modo Berserk e ira total en tan solo unos segundos para dedicarle una de sus sonrisas marca registrada. Si su hermanito estaba bien, ya todo estaba bien también. Solo quedaba sacar a Yuuri del baño que cada vez gritaba más fuerte, especialmente maldiciendo a Wolfram por ignorarlo todo ese tiempo.


— Y eso es porque Greta no debes hablar con extraños estando sola... — comento el general mazoku, Gwendal Von Voltaire, con la niña en su regazo. —…podría pasarte lo que a Wolfram. No siempre estará Conrart para defenderte y no tienes 50 años de carrera militar como para jugar con él antes de partirle la cara.

— Además al final el que salió mas mal parado fue Wolf…..Ya que no tenía el pasaporte en regla cuando vino la policía….— agrego Conrart mientras acomodaba su patito de goma entre los demás amigurumis[5] con los que habían estado jugando.

— Entonces ¿Cual es la moraleja?... ¿No hablar con extraños o siempre tener tus papeles en regla?


-Fin-

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Notas finales:

[1]Yakuza: mafia japonesa.

[2]Bentou: caja de almuerzo que usan comúnmente en Japón.

[3]Starbucks: Wolf es adicto al café de la tierra y puntualmente al de esta cadena de cafeterías bastante conocida. Esto es info oficial de un CD-Drama donde Yuuri y Wolfram están en la Tierra y se habla unos momentos acerca de esto, también hay una ilustración donde se ve al rubio dándole café de esta marca a sus dos hermanos en el típico vaso de la cadena. Los tipos de cafés que se nombran en el fic son reales.

[4]Jingu: otra cosa más que corresponde al CD-Drama donde Wolfram y Yuuri están en la Tierra. Yuuri lo lleva a Jingu, un lugar donde hay un domo de bateo con el mismo nombre para practicar Baseball.

[5]Amigurumi: muñecos tejidos a croché con lana. Los que teje Gwendal.


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