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Los secretos de este dia por Urd20

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Notas del capitulo:

Llegooo el 2do capi XD jajaja lo habia perdido entre mis cientos de archivos jajjaa... U_U lo siento, bueno espero les agrade. n.n

Si, ¡lo sé! – Me repetía las mismas palabras, sólo que no era internamente - Hablamos después,ok. - Colgué el telefono ruidosamente.

 

Lo único bueno es que siendo la jefa en mi propia empresa, nadie venía a decirte ¿por qué haces tanto escándalo?, ni te miraban con los ojos desubicados, ni había rumores sobre tu comportamiento bipolar. Tal vez esta última parte no era cierta, porque cada vez que abría la puerta de vidrio de mi oficina, sentía a mis empleados parar cualquier conversación y mirar sus computadoras con total seriedad.

 

Los murmullos entonces siempre existen, y como en todo lugar de trabajo hay una persona que cree puede acercársele al jefe haciéndole un favor, o en este caso contándome de que se trataba el chisme de la semana. Una muchacha con gafas gruesas, con esa vocecita chillona que sólo era capaz de aguantar porque era una excelente diseñadora grafica. Se acercó en el momento que yo bajaba por el ascensor; y ahí en completo secretismo, comenzó poco a poco a entrar en confianza, y me cuenta lo que ya tenía sospechas.

 

Saben que soy muy cambiante, en el sentido plenamente sentimental, ni llamarlo así, lo diré claro no me gusta que el plano sexual se mezcle con sentimientos absurdos de amor. Me parece que tengo un don, el cual es jamás creer que estar con alguien es para siempre.  No me involucro en el amor, o el no se mete en mis asuntos. El motivo que fuera no interesa, vivo una vida sexual plena, sin importarme que los demás no lo entiendan.

 

Porque es verdad, si ves a una mujer que tiene parejas variables, todo el mundo corre rumores, míseros chismosos que no viven su vida. Son celosos de lo que no pueden tener, o lo que no tienen el valor de manifestar. Me gusta estar con un chico diferente cada día, con una chica diferente cada semana, me gusta mi vida, no la cambiaría sólo para caerle bien a mis empleados, a mis vecinos, ni a mis padres.

 

¿Cómo me llaman? La loca de fuego, diablita, y miles de apodos con connotación sexual y mi color de cabello. Pero no tengo la culpa de ser así de desinhibida, las reglas sociales no nacieron para yo seguirlas. Si vivo conforme a sus tradiciones, perdería mi yo interno.

 

Después de esa breve reunión en el ascensor, le sonreí, sin añadir nada mas a su monologo, creo que no esperaba esa reacción. Alguien normal se enojaría, y buscaría a los culpables de esos rumores, que eran ciertos. Más no desperdiciaría mi valioso tiempo, con planes para que mis empleados crean que soy una santa. Me basta con que hagan bien su trabajo, que muestren respeto al no decir nada de sus chismes en mí delante, y sobre todo porque me generan grandes cantidades de dinero mensual, y con dinero puedo ser quien yo quiera, y tener a quien desee. Si es mi antojo hoy dormir con una chica y mañana con un chico, eso es mi vida privada.

 

Al salir de este edificio, reviso en mi moderno celular, y ya tengo unos cuantos mensajes de posibles candidatos para pasar esta agradable noche. Uhm… hoy quiero divertirme a lo grande.

 

No puedo evitar sonreír, esta tarde comienza interesante.

 

Primero antes de responder a José, Miguel o Roxana, tengo que ocuparme de visitar a un posible cliente de mis espacios publicitarios; la revista que manejo al transcurrir de los años se ha abierto un lugarcito en la ciudad, nadie apostaba a que mi negocio iba a ser un éxito, seguro pensaron que mi tiempo en la universidad lo desperdicie ligando con los profesores.

 

Ignorantes que se dejan guiar por las apariencias, fui aplicada en clases, aprendí cada detalle para destacar, es por eso que junto con Estefano al segundo año de estudios, ya abrimos un pequeño espacio para difundir noticias de farándula local, logramos posicionarnos en los barrios estratégicos, donde mi análisis de mercado dio como resultado que era el tipo de gente adecuada para el estilo que estábamos marcando.

 

A sólo 6 meses de inversión, ya preparábamos más de 8000 ejemplares. Pedimos apoyo a estudiantes que quisieran empezar con prácticas en el negocio de escribir; es así también que enseñándoles el arte de hacer artículos entretenidos, pasaba horas y horas en el local que rentábamos, no paraba por casa, días que me quedé a dormir encima del escritorio, y llegaba luego de una larga jornada a mi hogar, sin duda el aspecto que tenia era como salida de una orgia terrible.

 

Me acostumbre a los comentarios de mis vecinos, yo me volví la “fiestera malagradecida”, la que pasa una semana en la calle mientras sus pobres padres se matan trabajando por darme educación. Tira de ociosos, buscando un tema de conversación sin interesarle que eso me perjudica; al principio pensé en desmentir eso pero… el marketing personal es esencial, es preferible que la gente hable de uno a ser una completa desconocida. De ese modo me aseguraba nuevos clientes, ávidos por saber de los demás, y explotaba mi imagen de libertinaje para expandir el nombre de mi revista, “La cinta roja”.

 

Al tercer año en la universidad, éramos conocidos Estefano y yo en cada facultad, mis amigos y amigas jamás creyeron que esa loca idea de jóvenes, ahora requería más personal, un nuevo sitio donde desarrollarnos, es así como compramos una oficina amplia en el centro, donde la gente nunca se detiene. Nuestra forma particular de informar se debía a las páginas dedicadas a nuestros corresponsables, no se imaginan la cantidad de personas que interesadas por la fama, porque su nombre aparezca en alguna fotografía, se volvían los mejores reporteros; no sé de dónde sacaban las noticias pero si a mi público objetivo le gustaba, era bien recibido.

 

Distribuimos el trabajo en “la cinta roja” equitativamente, yo me encargaba de buscar las notas y mejorar el diseño de cada edición; en cuanto Estefano hacia alianzas con varias empresas por darle un espacio para publicitarlos, mantenía relaciones estrictamente profesionales con personas involucradas con el espectáculo.

 

El equipo perfecto: Yo era Batman, el era Robín, estrategas que seguro llegaríamos lejos; el único problema, el cual jamás cruzo mis pensamientos, nos enamoramos. Pasábamos demasiadas cosas los dos, que recordaba en ocasiones a una pareja de casados de más de 20 años, el era tan seductor, delicado, afanado con mantenerse pulcro, un metrosexual en potencia.

 

Los días que dormíamos en la oficina, eran largas noches de charlas a la luz de las estrellas, acomodábamos un par de cojines en el piso, y con una botella de vino, nos conocíamos, nos compenetrábamos. Risas por doquier, hablando de nuestros planes, que superaríamos a “¿quién soy?” la competencia; le arrancaríamos de los primeros puestos de ventas, y la gente se pelearía por las ediciones especiales de “la cinta roja”.

 

─ Estefano… ¿pensaste que esto nos sucedería? – me apoye en su hombro y mi mano se entrelazo en su brazo.

 

─ Pues teníamos un sueño, y… creo que lo logramos – Su cabeza recostada junto a la mía, era tan dulce, sentía la brisa del mar a pesar de estar a más de 5000km de distancia – Elisa, gracias por no rendirte, darme apoyo y ser mi novia.

 

─ Te quiero Estefano, me alegro de habernos encontrado – Escucho una risa suave, y con su mano en mi mentón, se acomoda para darme un beso, rozar sus labios con los míos – eso… ¿por qué?

 

─ Se me antojo. He estado meditando en como pedirte algo… y antes que amanezca quiero hacerlo: ¿Quisieras casarte conmigo? – Abrí los ojos grandemente, me emocione; como no desear pasarme más tiempo con este chico alto, delgado, con esos ojos caramelo.

 

─ Por supuesto…tu…. Te amo – No me alcanzaban las palabras y me rendí a su abrazo, lo toque fuerte, queriéndome fusionar en esa muestra de ternura – Te amo.

 

Los días siguientes fueron los más lindos y sentimentales que tuve; la presentación formal con mis padres, ellos ya conocían a mi chico, también estaban felices que su única hija encontrara a su pareja ideal.

 

Lo planeamos todo, aunque sin descuidar nuestra pequeña mina de dinero, o sea nuestro trabajo, ya nos faltaba poco para acabar la universidad; paseábamos por las tardes buscando un departamento acogedor, los dos durmiendo en una cama; ya lo veía a Estefano madrugador, preparándome un desayuno y llevándolo a nuestro dormitorio. O si no diciéndome para ir a la playa en las noches, jugar en la orilla mientras el agua nos moja hasta los tobillos.

 

Que simpática vida hubiera tenido con él. Tan normal, tan lejos a lo que yo ahora soy. El sentido de las cosas cambia si lo ves desde otra perspectiva. Porque para todos excepto mis padres, mis amigos y mi novio, yo sólo traía problemas, era una desvergonzada, que traía mala fama a nuestra comunidad.  Para mis verdaderos conocidos, y quienes me importaban, yo era la chica trabajadora, dispuesta a apoyar a extraños, que era algo sentimental con la vida, y brindaba una sonrisa a quien lo necesitara.

 

Llegue por fin al lugar pactado, una cafetería hermosa por fuera, adornada con colores tan vivos, frescos. Será divertido; además la confianza que desprendo es suficiente para que mi cliente se entere que soy una mujer astuta, de negocios, y que la inversión no es en vano, si no multiplicare sus ganancias a corto tiempo.

 

¡Aquí voy! – Me acomodo los lentes oscuros; al ingresar al recinto ya percibo un par de miradas alrededor de mi anatomía, el venir con una minifalda blanca no es mala idea. – Disculpe busco a alguien llamado Mattew.

 

El joven mesero se desvive por atenderme, y me acompaña directamente hacia una mesa que da la vista a la calle. Ahí en esa pequeña estancia, se encuentra una chica muy bien vestida, de espaldas a mí. Tomo aire y con la mejor sonrisa me presento.

 

─ Buenas tardes, ¿usted es la señorita Mattew? – Ella asiente, se levanta para estrecharnos las manos, posteriormente me invita a acompañarla – gracias.

 

─ Espero que le fuera fácil dar con la dirección, me encanta venir a esta cafetería – Sin duda es mejor no llevarse por las apariencias, con la voz que tiene y sus muecas, debo decir que es toda una niña – Tienen estos dulces esplendidos, debe probarlos… a si, disculpe, puede llamarme Mónica.

 

─ Tienes razón parecen deliciosos, pediré algunos – Ya sabiendo cual iba a ser mi táctica, llame al mesero para ordenar lo mismo que mi compañía – bueno Mónica, déjame confesarte que supuse trataría con algún ejecutivo malhumorado, y estaba algo nerviosa, pero contigo me siento muy a gusto para trabajar – Termine mi bien calculada acotación con una sonrisita vacilante.

 

─ jajaja ¡ay que linda! Bueno Elisa, conmigo siéntete libre, es mejor ver esto como un simple compartir, en lugar de negocios, ¿no te parece? – Asentí, y me anime a imperceptiblemente morder mi labio inferior – A mi también me alegra mucho que estés tu aquí conmigo, además eres tan joven para ser dueña de “la cinta roja”… - Ese ligero intento de coquetear, me daba las pautas para seguir alimentando su ego, y tal vez le muestre a mi cliente algo más que una edición de mi revista.

 

─ Dime Eli, ya que estamos entre amigas – justo llega el mesero con mi pedido, y no dejo de observar su rostro, sus ojos se pierden en la calle y toma un trago de su jugo de naranja – ups… lo siento jejeje, en fin mira los gráficos que te he traído, para que veas la tendencia en ventas de “la cinta roja” – Ligeramente acaricie su mano que se asentaba cerca de mi porción de pastelitos, con esa tonta disculpa, ella se sonroja.

 

Las horas pasaron y aunque me aburre cuando se empeña en relatarme sobre sus gatos perezosos, que en cuanto llega a casa se lanzan encima para que ella les de cariño; yo muestro la mirada más dulce, y por debajo de la mesa, leo un par de mensajes de texto de mi buzón del celular.

 

Es así que después de 3 vasos de jugo de naranja, una docena de panquecillos dulces, los cuales debo desaparecer de mi sistema, incrementare mis horas en el gimnasio. Moniquita, me afirma que está encantada con la presentación sobre las ventas de mi publicación, firmamos contrato por dos años con términos exactos para una futura expansión de los servicios; quise ocuparme de los gastos pero mi juguete de esta noche no me deja, así que la observo desde la calle mientras ella se queda conversando con el mesero.

 

─ Listo, vámonos – Se aproxima e intenta cogerme del brazo, sin embargo me hago la desentendida y busco algo en mi bolso, de ese modo ella se queda caminando por su lado y yo por el mío – Te gustara mi casa, te presentare a miko y shito – oh no, esos mininos trepándose en mi regazo, no.

 

─ Mónica preciosa, ¿Qué te parece si te invito a mi casa? Es cerca de aquí – Le pongo un pucherito y ella no demora en aceptar, cuando quería darme un abrazo la detengo con mi mano – Espera, tengo que hacer unas llamadas.

 

─ Si, si no te preocupes jejeje ya habrá tiempo para mimos ¿verdad? – Levanto una ceja sabiendo que esta vez me metí con una amante de lo tierno, con tal de que en pleno sexo no me este poniendo nombres como: osita, bebita, etc. Podre seguir concentrada – Mi auto esta allá.

 

-Ajá, anda adelantándote – Le doy un beso volado, y Mónica se va flotando por sus nubes imaginarias, seguramente le leyeron demasiadas historias de las princesas – Por fin me deja sola.

 

Marco el número de Luca, mi asistente. Me he alejado todo el día de mi oficina, y tengo que estar al tanto de cada evento. Suena, suena y nadie responde. Doy un par de vueltas en mi mismo sitio. Sin embargo el bonachón de Luca debe haber abandonado su teléfono en algún rincón.

 

Ya me disponía a alcanzar a mi cliente, cuando el decimo mensaje de Katrina entra en escena.

 

“Mi conejita roja, vamos, no sé que hice mal, contéstame. Te estoy esperando en tu casa, todo tiene solución, responde mi llamada, o llámame a cualquier hora, conejita te adoro”

 

Me sobo la cabeza con resignación, ¿Por qué no entiende que fue sólo una noche? Que jodida mujer, recuerdo que la conocí en aquel supermercado cerca a mi casa, y un par de palabritas hicieron falta para que ella misma se entregara a mí como postre en la mesa. Acaso esperaba que luego del revolcón que nos dimos, le rogaría para que se convierta en mi novia… tonta chica, no debes enamorarte.

 

Lo que me molesta es saber que estará ahí en la entrada de mi vivienda, y conociendo como es de celosa, en cuanto vea a mi acompañante, me armara un escándalo peor del que tuve la semana pasada. Ya la junta de vecinos me mando un oficio firmado por unas 40 personas, pidiéndome expresamente que en “favor de la moral y buenas costumbres” me limitara a realizar esos espectáculos tan  bochornosos. ¡Vaya! Sarta de cucufatos, si supieran que ese papel lo arrugue en cuanto termine de leerlo, para después depositarlo en el tacho de basura.

 

─ Cariño apresúrate – sacando una mano por la ventana de su volvo rojo, Mónica está impaciente porque la desnude.

 

─ Si, lo siento, ya voy, falta una llamada más – ¿Qué opciones tengo?, decirle que tuve una urgencia, y que pasara con mi noche de sexo desenfrenado…uff. Estúpida Katrina. No queda otra cosa, hago uso de mis habilidades para la actuación – oh vaya, ya veo – Me voy aproximando a mi cliente para que escuche atentamente las frases que suelto – entonces tengo que ir al hospital, si doctor, en 10 minutos. Gracias.

 

─ ¿Pasa algo cariño? lo siento pero oí tu conversación – La miro con tanta dulzura, y le cuento que mi hermano “ficticio” esta internado, al parecer una crisis de asma. Y como no tengo más familia que cuide de “Juancito”, es el primer nombre que se me ocurrió. Yo como su hermana mayor debía irme inmediatamente – Oh que pena, espero se recupere pronto.

 

─Si, yo también, perdóname Mónica por arruinarte la velada – Mi segunda profesión seria especializarme en ser actriz.  – Te llamo mañana.

 

─ claro mujer, primero es la familia, ya tendremos tiempo para pasarlo las dos solitas – Me da un beso en la mejilla y se marcha en su auto, sin antes dejarme su número telefónico de casa, de su oficina, y hasta su dirección – Bye Elisa.

 

El gran peso de encima me lo quite, me doy media vuelta para dirigirme a la próxima avenida, desde ahí ya buscaría un taxi. Porque por aquí no pasan salvo buses, uhm… ¿Dónde sería bueno ir a esta hora?, le daré una llamadita a Lorena, tal vez me deje pasarlo en la comodidad de su departamento en la playa.

 

Es entonces que el sonido de un claxon tocado varias veces, me obliga a despertar de mis sueños, y saber quien provoca tanto ruido. Para mi sorpresa la cariñosa Mónica está de vuelta.

 

─ ¿Te perdiste? Sólo debes seguir de frente y girar en la próxima esquina a la derecha, desde ahí ya te podrás ubicar – ¡Por favor que se vaya!, acuérdate de tus odiosos gatos rechonchos – Tengo tus números preciosa…jejeje

 

─ No tontita, deja que te lleve al hospital, vamos sube, es una emergencia ¿no? – Una vez en un millón los pretextos tenían el derecho de fallar, le agradecí el gesto tan amable, y no queda otra que recordar donde la ambulancia llevo a mi hermano ficticio – y bueno Elis… ¿por dónde es?

 

─ Eso quisiera saber… jajaja son los nervios, es por la calle beta – Su mano se desprende de la palanca de cambios para dar con mis muslos – Tranquila, no le pasara nada a Juan

 

─ Claro… - dudo mucho que un personaje creado por mi imaginación muera de un ataque asmático. Rayos, ¿Cómo salgo de este aprieto? – Llamare a mi prima, ella seguro sabe el nombre del hospital – Recordé a Ivana, la muchacha con la que Salí por una semana, trabajaba como enfermera de… de… ¡Jodido nombre ingles del hospital!

 

¿Por qué seguía conmigo Mónica?, a pesar de que le dije que tendría que amanecerme en el hospital, y que aun no me dejaban pasar al lugar donde Juancito descansaba. En cuanto llegamos al “silver wings” hable en privado con Ivana, explicándole a groso modo lo que sucedió y necesitaba su ayuda para salir de este aprieto, ella se rio de mi largo rato, cuando por fin se calmó, accedió a ser parte de mi mentira, sin embargo, luego cobraría el favor.

 

─ Tu ganas, te daré lo que desees, ella representa a una empresa con la que necesito tener buenos negocios, me entiendes, no puedo arriesgarme – La tome de sus hombros para que supiera lo tensionada que estaba – vamos preciosa, por el cariño que me tienes… dile que sólo pueden estar familiares.

 

─ Jajaja ¿Quién diría que la diablita estaría tan inquieta y suplicante? Jajajaja Esta bien mi “fueguito”, te sacare de encima a esa tipa de ahí… a cambio – Ella se sentía poderosa al tenerme en sus manos – hagámoslo aquí.

 

─ehhh… tu quieres… - no hubo necesidad de confirmarlo, se lanzo a mis labios, comiéndomelos, torturándome con su escurridiza lengua – genial, pero ¿si viene alguien?

 

¬─ No pasara nada mi fueguito, ven caliéntame – me muestra entre sus dedos unas llaves, al parecer desde que entramos en este cuarto, ella tenía en mente saciar sus ganas con mi cuerpo – Aun recuerdo como me tocas, ven aquí – Con sus manos en mi cintura, va descendiendo hasta que encuentra el borde de mi minifalda.

 

─ Te voy a quemar preciosa… - Dicho esto, ya la noche era cuento común, la haría mía hasta que no tuviera fuerzas para respirar, o tal vez hasta que sus gritos inundaran todo el ambiente de este hospital.

 

Notas finales:

Espero sus comentarios, criticas y cualquier señal de vida n-n


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