Capìtulo 2: Promesa
“El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho “
Borges
Si El tuviera que elegir entre todas las estaciones, sin lugar a dudas diría que la primavera era su momento preferido del año. Por alguna razón, parecía que la gente estaba de mejor humor y se ocupaba un poco de su felicidad, haciéndole la vida un mas fácil a quienes eran objeto de las manias y caprichos cotidianos de la “gente popular”.
Ser el hazmerreír del salón era duro, y las bromas iban y venían haciéndole los días terriblemente pesados. No solo eran las bromas hechas, sino que en aquel momento, planear las maldades para su persona parecía ser evento del momento. Todos tiraban ideas, acotaban, reían pensando en las desgracias que causarían y como subirían su popularidad pisoteando a quien sea.
Podía escucharlo tan claramente, que incluso tapándose los oídos sentía como sus respiraciones le acariciaran los oídos en una muda tortura. Era otra de sus maldiciones, aquel sentido del oído tan agudo, ese olfato específico, su vista tan clara...todo servía para escapar. Era como si desde siempre su cuerpo se hubiese adaptado para poder huir de allí, para sobrevivir manteniendo el control, sin dejarse ganar por aquella bestia interna que amenazaba con salir a cada momento.
Naruto dejó la maleta a un costado y cansado, apoyó la palma de sus manos sobre las rodillas al encorvarse para recuperar el aliento.
No es que los dos pisos por escalera fuesen demasiado, o que el peso de la maleta fuera excesivo, sino que respirar se le hacía difícil. Sentía que las bocanadas de aire que daba , lejos de inflar sus pulmones, solo lo ahogaban mas produciéndole una desesperante sensación: su garganta se cerraba.
Su rostro acariciado por el sol estaba ligeramente pálido, como un papel de esos reciclados con una fina capa de pintura blanca, y sus ojos azul celeste estaban dilatados mientras observaba el ir y venir por el pasillo. Mucha gente, un pasillo angosto, poco aire...muy poco aire.
Retrocedió un paso, el pánico lo estaba matando y el piso ahora se convertía en escalera. Sus manos se estiraron intentando aferrarse a la baranda al perder el equilibrio, y cuando desistió de eso, esperando la caída, su espalda había sido detenida por algo.
Se llevó la mano al pecho, su nueva vida se veía arruinada por la torpeza de sus pasos. ¡Había sido tan ingenuo al pensar que su pesar se debía a alguien más allá de si mismo!
Giró aun inclinado hacia atrás con la espalda pegada a esa firme salvación, y los ojos negros y penetrantes de aquel héroe se clavaron en su mente.
-yo..-dijo, respirando como podía, con leves gotas de sudor en la frente y la presión arterial por las nubes-perdóname- sus orbes se cerraron con fuerza ¡De seguro lo golpearía, le diría a todo el mundo lo torpe que había sido y su sueño de “vida nueva” acabaría en el fango!
-Ten mas cuidado la próxima vez, podrías haberte lastimado- Las manos pálidas y fuertes se aferraron a sus hombros ayudándolo a subir esos tres escalones perdidos , y cuando finalmente la tierra firme llegó, su rostro intentó dibujar una leve sonrisa mas por desconcierto que otra cosa. ¿Por qué no le había hecho alguna burla, qué esperaba? Buscó en esos ojos negros la respuesta, después de todo nadie hacía las cosas sin esperar algo o cambio y de seguro su “héroe” lo chantajearía con aquella información. Definitivamente no iba a suplicarle.
-Soy Itachi Uchiha, encargado de este piso. Veo que necesitas una mano con esto- Y sin darle tiempo a nada, tomó la maleta naranja y comenzó a caminar hacia la derecha esquivando a los alumnos que corrían de un lado al otro. El piso de madera rechinaba en el ir y venir, las pisadas se escuchaban fuertes aturdiéndolo un poco , logrando que inconscientemente su paso se apresurase para acercarse mas a su reciente guía.
Naruto caminaba como autómata detrás de aquel sujeto de cabello negro amarrado en una coleta baja- Disculpa..Soy Naruto Uzumaki, me asignaron la habitación 203- dijo un poco mas recuperado, o intentando parecerlo, pues por alguna razón esos ojos negros le habían dado cierta sensación de seguridad y confianza. No recordaba haber visto a alguien con unos ojos como esos, tan negros como su cabello, y una sonrisa tan suave y cálida como la que tenía Iruka sensei. Itachi parecía un personaje sacado de un cuento, de seguro con una gran gentileza y grandeza, algo digno de reyes.
-Naruto - dijo volteando un momento el mayor, solo para ver que aquel chico lo seguía. Por alguna razón le resultaba sumamente atrayente su aspecto y se notaba a leguas que algo le había pasado en esa escalera. Sus ojos claros aun estaban algo perdidos y los leves temblores se notaban un poco en los hombros angostos de aquel rubio. Se preguntó entonces cómo podía ser tan inseguro luciendo de ese modo, de seguro sería muy popular en un colegio solo de varones, solo lamentaba que le hubiese tocado justo esta habitación.
-Buenos , es aquí- dijo abriendo la puerta haciéndose a un lado. La habitación era simple, pero bastante completa. Una ventana con vista las canchas de tennis de la escuela, dos camas individuales una a cada lado, acompañadas con las respectivas mesas de luz, velador y dos pequeños escritorios con sillas de madera oscura. Un placard para compartir, un baño con ducha.
-Parece que tu compañero ha tomado esta cama- dijo señalando la que estaba junto a la pared- por lo que te toca la ventana- apoyó la maleta sobre la cama y se volteó a mirar al recién llegado – En este mismo pasillo hay una cocina, están los baños comunitarios y todo lo demás lo encontrarás en el instructivo que se ha enviado por mail. El wifi es sin clave-finalizó y poniendo una mano sobre la cabeza rubia, revolvió sus cabellos con suavidad- Naruto kun, estoy a tu disposición. Mi habitación es la 210- se encaminó a la salida – El no es tan malo, solo algo solitario y huraño- y el encargado desapareció tras la puerta dejando a un rubio aturdido y confundido. ¡Finalmente estaba allí!
Había pasado una hora y el rubio aun seguía sentado en la cama mirando por la ventana. Había acomodado su ropa, escasa por cierto, en una parte del placard dejando espacio para su compañero de habitación. Afuera todo era muy ruidoso, se escuchaban las risas de los chicos quienes parecían agruparse en el pasillo y chusmear sobre diferentes temas. Aunque tenía la puerta cerrada y su audición era demasaido buena, aquella habitación parecía ahislarse de todo lo demás, o tal vez era el quien se ahislaba.
Naruto volviò a suspirar, poco a poco habìa recobrado el control sobre su cuerpo y habìa dejado de temblar. Apoyò la frente sobre el frìo vidrio de la ventana, estaba helado. Con seguridad esa noche harìa mucho frìo o con un poco de suerte, nevarìa.
Abriò la notebook con cuidado mientras se metìa entre las cobijas y se recostaba.
“Iruka san: Estoy escribiéndole para cumplir la promesa que le hice. Un correo diario es mas que suficiente aunque ud. me insistiò. Despuès de todo, tambièn lo extraño un poco ahora. La habitaciòn es muy bonita, y mi compañero fantasma me ha dejado la cama junto a la ventana. Solo he visto su maleta sobre la otra cama y de el ni rastros. Me siento algo ansioso, después de todo nunca he convivido con nadie. Esta noche nevará de seguro, cuidese. Cariños
Naruto”
Antes de darse cuenta, el click sobre “enviar” había hecho su trabajo, y sonriò con pesar antes de cerrar los ojos. Naruto comenzaba a sentirse adormilado, sus parpados pesaban y solo atinò a acomodarse en la cama aun con la Notebook encima. Estaba sintiendo como la adrenalina bajaba y sus mùsculos comenzaban a relajarse, suspirò, bostezó, y el sueño terminó por vencerlo. Eran las 9 de la mañana, y aunque pensò que era vergonzoso dormirse nuevamente cuando apenas hacìa 2 horas se había despertado, recordò las palabras de Iruka “No temas ser tu mismo Naruto, veràs que todo mejorarà si lo haces”.
La puerta se abrió con fuerza, y se escabulló entre quienes estaban en la entrada de su habitación solo con la misión de perturbar su estado zen-colèrico. Caminó casi dando zancadas, sus piernas largas se movían rápidamente mientras se acercaba a la cama donde habìa dejado la maleta.
-¿Es qué acaso no tienen nada mejor que hacer?- se preguntó mentalmente, y un leve sonido hizo a sus nervios crisparse de repente. Un suave susurro, una respiración pausada, el viento golpeando contra la ventana a espaldas suyo.
Sasuke Uchiha ladeó el rostro, sus ojos oscuros e intrigantes escudriñaron la imagen de su nuevo compañero de habitaciòn durmiendo plácida mente con la notebook encima. ¿Era idiota o qué? Volvió a girar, solo podía encontrarse con el rubio cabello de ese chico que aparentaba su misma edad, aunque solo había podido ver parte de su rostro moreno y el espacio que ocupaba debajo de la cobija. Se sentò en la cama apoyando ambos codos sobre sus rodillas y la mejilla sobre la palma de su mano, se sorprendió al encontrarse demasiado ensimismado haciendo suposiciones al respecto. Era extraño, después de todo a Sasuke nada le interesaba.
El cuerpo del rubio casi parecía perderse entre la oscura cobija marrón, era un poco mas bajo que el, podìa suponerlo debido a la extensión de su cuerpo en la cama, y tambièn pudo notar que era muy delgado. Se puso de pie entonces, y sin percatarse ya estaba parado junto a la cama observando con curiosidad el nuevo especimen.
Sus hombros se notaban algo angostos bajo la remera, podìa ver claramente los huesos de sus clavìculas perdiendose bajo la ropa. Su rostro, de costado contra la almohada, se notaba terriblemente cansado y las ojeras surcando sus orbes secretos le parecieron curiosas. Sasuke se inclinò un poco mas, unas extrañas marcas surcaban la mejilla que pensò de seguro era càlida. ¿Còmo podìa ser de otro modo con ese color de piel? Se reprochó mentalmente, sus dedos finos y pálidos se estiraron solo con el objeto de dejar de mirar sin tocar, y su dedo índice comprobó que esas mejillas bronceadas eran suaves y tersas, cálidas como la sensación de tener el sol encima en una tarde de invierno.
-¿Què crees que haces, Ototo?- y la voz le llegò como un balde de agua frìa sobre la cabeza, y Sasuke al encontrarse con las manos en la masa, solo pudo voltear con el ceño fruncido.
-¿Acaso nadie te enseñò a tocar la puerta, Itachi-sempai?- dijo haciendo ènfasis en lo ùltimo, logrando que el rostro del mayor ensanchara la sonrisa.
-Oh..veo que ya conociste a Naruto Kun, tu nuevo compañero de habitaciòn- susurrò bajo, mientras se acercaba a Sasuke y apoyaba una mano sobre su cabello, revolvièndolo. El menor suspirò con cierta resignaciòn, y apartando su extremidad de la càlida mejilla, se volviò sobre sus talones con intenciones de ir hacia su cama, aunque no contaba con que la humanidad de su hermano no se apartara impidièndole el paso.
-¿Què mierda te pasa? Muévete a un lado- reclamó, y los ojos negros de su hermano mayor bajaron hasta la imagen del rubio quien dormía plácidamente acurrucado con la notebook encima. Tomò la màquina, cerràndola, y dejàndola a un costado en la cama solo sonriò – Se ve bastante bien- dijo sobre el oido de su Ototo.
Sasuke sintió como le herbía la sangre y sus ojos negros se encontraron con esos similares a los suyos-... es un dobe, de seguro lo es- dijo intentando quitarle importancia al comentario, aunque no lo habìa negado. Itachi estaba a punto de replicar, pero una mirada limpia y transparente se filtró en su campo visual llamando su atención.
-Naruto Kun- dijo el mayor, sonriéndole con dulzura al pequeño rubio quien levantaba las manos mientras estiraba brazos y piernas al removerse entre las cobijas- em..em...- y repentinamente despertò del ensueño, sentándose de golpe en la cama aferrándose a las cobijas como si su vida dependiese de ello. Itachii continuò sonriendo, contrastando con la expresiòn de mal humor de su amado ototo.- Naruto kun, este es mi hermano Sasuke, tu compañero de habitación.
¿Còmo habìa llegado a esa situación? Aquellos dos lo miraban fijamente, y se aseguró mentalmente que pretendìan algo. De seguro era la burla por casi haber caido por las escaleras o por ser tan estúpido. Sus ojos celestes se desviaron hacia un lado,y mordiéndose el labio amargadamente, suspirò.
Sasuke por su parte, estaba que trinaba. ¿Por què SU hermano le hablaba asì a ese nuevo? Lo miró fijamente, sus ojos negros reflejaban ese instinto de competencia que siempre había caracterizado a su familia.- Dobe, no son horas de dormir- le dijo, y recibió un conscorrón en la cabeza que lo confundió. ¡No solo que lo miraba como idiota, sinò que lo defendìa!
-Ya dejalo en paz Sasuke, se bueno con el. - El rubio se sonrojó ligeramente avergonzado ante esas palabras, y se puso de pie inclinándose hacia Sasuke para saludarlo formalmente.
-Soy Uzumaki Naruto, espero que nos llevemos bien...y no soy dobe- le dijo aun mirando el piso, y Sasuke solo se preguntó por qué el rubio no lo miraba a los ojos. Su cabello rubio y lacio caía sobre su frente ocultando sus orbes celestes, y cuando se levantó, los ojos negros del menor de los Uchiha se clavaban sobre los suyos con intensidad.
Naruto no pudo negar que el parecido era increible, pero esa mirada era tan dispar comparada con la de Itachi, que volviò a bajar la mirada. Odio, Sasuke lo odiaba, lo podìa percibir en su mandìbula apretada, en sus cejas levantadas.
“Te prometo que lo traeré de vuelta, te doy mi palabra”.Recordó, y su rostro se tornó algo pálido al sentir como sus piernas comenzaban a temblar casi sin poder contenerse de caer al piso. -Con permiso..- dijo, sudando frìo, y su rostro se perdió tras la puerta del baño al entrar y cerrar la puerta detrás suyo.
-Ototo, lo asustaste- le dijo Itachi, que mas allá de la broma, había reconocido esa expresión en el rostro del pequeño rubio..
-Es un dob...- pero sus palabras fueron reprimidas por la mano de Itachi sobre su boca- Sasuke, cuida de Naruto- y sin mas, salió de la habitación tan repentinamente como habìa entrado. El menor de los Uchiha solo se quedó con la cabeza llena de dudas y una expresión amarga en el rostro. No era niñero de nadie, y mucho menos guardaespaldas.
Y Naruto aun estaba en shock..