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Sikarios por Suri20

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Notas del fanfic:

Hola a tod@s!!! =)

Saludo a los viejos lectores de siempre y también a los nuevos que van apareciendo día tras día. Y también un saludo a los esporádicos que aparecen y se pierden, pero que siempre vuelven otra vez!

Antes tenía otra cuenta (Sicarios...y mi seudónimo solo Suri), pero ante un cambio de servidor general en la página muchos perdimos contraseñas y no pudimos editar, así que la mayoría tuvimos que empezar de cero. Eso ya fue hace tiempo, pero quería aclararlo. Aun la cuenta antigua sigue por aquí, pero esta nueva cuenta (Suri20) está actualizada y mucho más editada que la anterior.

Sobre el fanfic, les puedo contar que llevo muchos años escribiéndola. En realidad es una novela que empecé en mis años de colegio (hace muuucho tiempo) Siendo asiduo lector de esta página, decidí probar suerte un día y subir cap a cap lo que tenía. Por supuesto, la historia ha cambiado bastante de lo que empezó siendo originalmente...poco se parece en verdad a mis primeros escritos en cuadernos y crokeras (bueno, se entiende. En ese entonces tenía 16 años y otra visión de la vida). Pero estoy seguro que se ha transformado en una historia mucho mejor!

De eso ya han pasado más de 7 años (no lo puedo creer!) He avanzado menos de lo que he querido, pero la vida es imprevisible, y la inspiración también. Aún así sigo acá, entusiasmado como al principio y lleno de muchas ideas. 

Todos los 42 capítulos vigentes hasta el momento han sido numerosas veces editados. No son perfectos, pero cada vez que puedo los vuelvo a editar uno por uno para lograr el profesionalismo que esta historia y uds. merecen. Los que escriben sabrán que editar es tedioso aunque uno nunca queda satisfecho y siempre quiere más y más :P

Bienvenid@s sean tod@s entonces a este entrañable mundo: los invito a que se sumergan en las calles estrechas y oscuras de La Esperanza...pero tengan cuidado: uno nunca sabe los peligros que se puedan encontrar!

 

25 de Junio, 2015.

Notas del capitulo:

 

Para los antiguos y para los que se están sumando, les diré que en esta historia es vital el asunto del idioma, pues tanto akí como en la vida real, la forma en la que hablamos y nos tratamos muestra mucho más de lo que quisiéramos admitir.

En la trama de "Sikarios" el asunto de las clases sociales, la educación o la falta de ella, la gente decente y los marginales es realmente importante y las jergas son una forma de que comprendamos, a cabalidad, cuáles son las diferencias entre los personajes. La forma en que hablamos nos define, nos caracteriza y nos hace parte inevitablemente de algún grupo (etario y/o social). Por ello, espero puedan comprender mis motivos al escribir los diálogos de la manera más real posible. No obstante, al final de cada cap, habrá un glosario con todas las palabras desconocidas ;)

En Chile tendemos a cortar todas las palabras. Ademas somos muy buenos para tutearnos. Tenemos muchos modismos (chilenismos. Como sucede en cada país).

En ese sentido, acá se encontrarán con los sgtes. ejemplos: casi nunca decimos "para" (preposición) si no que decimos "pa", "nada" es "na", y la mayoria de los verbos los transformamos para hablar espontáneamente y tutearnos. Para eso terminamos todo con el sufijo "is", "i", "ai" (Todos se acentúan en la última sílaba). Por ej: quieres se dice: querís, entiendes se dice: entendís, vienes? es venís?, estas>estái, dejas>dejái, andas>andái, tenias>teníai... y así en casi tooodos los verbos, sean pasados o presentes. Aún así, a pesar que todos los verbos terminen con "S", los chilenos tendemos a utilizar (en los casos anteriores) una "S" aspirada: es decir, apenas suena y se pronuncia. En ese sentido, cuando en los diálogos aparezcan así escritos, los personajes y nosotros NO pronunciamos realmente esa "S". (Entonces, preguntarán, ¿por qué yo lo escribo así? Es porque los escritores transcriben esa informalidad en el hablar de la manera más rigurosa posible) 

Se que es un detalle muy puntual. Pero la idea es que comprendan nuestra forma de hablar, y que a pesar de que parece complejo, a la larga es más sencillo de lo que se ve. Así que eso. Recuerden que se utilizan así los verbos por una forma de tuternos y de hablar informalmente. (Y no se asusten que esto será solo en los diálogos! El narrador es todo lo formal y objetivo que se requiere o él mismo quiere).

Espero ahora entiendan mejor los diálogos de ahora en adelante. Ahora sí que los dejo!!

 

"Ojo por ojo..."

 

 

 

La calle principal de la población La Esperanza se encontraba a esas horas de la noche casi desierta. Por aquí y por allá se dejaban ver algunos grupos de jóvenes bebiendo y fumando. Otros, simplemente parados en las esquinas, miraban con evidente recelo cualquier movimiento de los pocos pobladores que a esas horas se dirigían cansados a sus hogares.

La mirada vacía, recelosa, desconfiada y arrogante de esos jóvenes era propia de la población. Todos sabían que de otra forma estarían muertos. El sector era una jungla donde el más fuerte sobrevivía; siempre había sido así y siempre sería así porque, en el fondo, todos ellos habían nacido en un espacio marginal, injusto, y peligroso.

La vida no era fácil. Aún sin ser habitantes de la población más pobre de la ciudad, siempre habían sufrido la discriminación, las miradas en menos, las pocas oportunidades de sobrevivencia, los ambientes pobres y mezquinos, y la delincuencia que surgía y se desarrollaba como enjambres. Cada cual hacía lo que mejor sabía para sobrevivir: unos vendían drogas, otros robaban y vendían a mejor precio, otros extorsionaban, otros cuantos trabajaban honradamente y unos pocos estudiaban.

Por esa razón, el sector era una colmena infecta y heterogénea de habitantes, que lo único que tenían en común era el espacio físico en el que moraban y el karma de ser considerados unos parias de la sociedad santiaguina.

No obstante esto La Esperanza, hacía varios años, había sufrido ciertos cambios que, si bien no habían terminado con el ambiente pestilente y viral propio del sector, sí había logrado imponer ciertas normas y reglas que permitían una vida un poco más digna y llevadera a los pobladores.

Tales cambios, en un comienzo, fueron apenas susurrados entre los vecinos, comentado con temor e incertidumbre en la intimidad de sus hogares; aquellos cambios incluso habían logrado adquirir el cariz de mitos urbanos, pero que con el paso de los años se habían tornado en hechos completamente reales.

Algunos osados murmuraron que había surgido una delincuencia nueva, otro tipo de pandillas que querían lograr el dominio de la población o tal vez otro tipo de poderes; otros creyeron que se trataban de vecinos extorsionadores que hacían cualquier cosa para obtener dinero, y otros -susurrando temerosos pero a la vez excitados- afirmaron que había surgido una generación de pobladores conciente y que pretendían traer la tranquilidad a la población por sus propias manos; brindar ayuda a los vecinos más necesitados a la vez que realizar lo que las autoridades siempre les habían negado: la justicia.

Una especie de héroes locales -pandillas y matones después de todo- pero que ésta vez estaban de parte de los pobladores.

Una generación política o apolítica tal vez, pero que lentamente, y en las sombras, había ido limpiando el espacio carcomido por la corrupción y la degeneración. Una generación nueva de justicieros a sueldo: mercenarios, asesinos...

Sicarios.

 

 

*****

 

(30 de Diciembre, vísperas de Año Nuevo)

 

 

El hombre maduro y obeso -apodado el Manzana por el enorme tamaño de su nariz- salió de su casa arrastrando los pies algo cansado.

Mientras recorría las calles de La Esperanza observaba los adornos y luces de la pasada Navidad. En la mayoría de los hogares todavía quedaban numerosos vestigios: un viejo pascuero de papel pegado a una puerta, un árbol pequeño y escuálido lleno de colorinches guirnaldas, luces adornando uno o que otro marco en las ventanas, pantallas de papel pequeñas a lo largo de varios pasajes, dando un leve aire de barrio chino a la población. Los colores rojos, verdes y amarillos predominando en las sombrías y estrechas calles.

El hombre bufó divertido. La población casi se veía bonita. Casi.

Sin pudor alguno eructó fuertemente mientras que con su regordeta y ajada mano se sobaba insistentemente la entrepierna. Al sentir -sin querer tal vez- un ligero cosquilleo en ella hizo una mueca deforme que más bien pudo haber sido una sonrisa. Mientras caminaba distraído hacia la botillería distinguió a la pequeña y joven vecina unos metros más allá.

Aquella chica no tendría más de 12 años, pero ello no le fue impedimento para lanzarle una mirada vulgar y libidinosa. Con descaro y actitud autosuficiente, el hombre caminó más lentamente mientras centraba toda su perversa atención en los pequeños senos que se intuían bajo la delgada polera. La chica jugaba con unos patines que de seguro le habían sido regalados en Navidad.

Aún sin despegar su soez mirada de la pequeña, el tipo se acercó al jardín donde ella jugaba.

 

-¡Natita! ¿Cómo está la niñita más linda del pasaje? -preguntó en un tono fingidamente paternalista mientras se apoyaba en la reja. La niña levantó el rostro y mostró una inocente sonrisa.

-Naaah...jajaja -expresó riendo avergonzada mientras bajaba el rostro.

-¡¡Shttt!! ¿Y no piensa saludar al tío? -sonrió de manera lasciva mientras disimuladamente miraba a su alrededor.

 

La niña, sorprendida y algo avergonzada, se acercó tímidamente y abrió la reja. Se acercó al obeso y maloliente hombre y le dio un fugaz beso en la mejilla.

 

-¡¡Pero puta que estái tímida!! Déme un abrazo, pué -dijo con los brazos extendidos. Acto seguido la niña, roja como un tomate, se le acercó y le abrazó.

 

Sonriendo maliciosamente, el hombre la apretó hasta empujarle completamente las pequeñas caderas a su entrepierna mientras con las manos le agarraba la cintura y parte de sus nalgas. La niña, repentinamente incómoda, se alejó sonriendo forzadamente, pero el hombre la volvió a apretujar sin hacer esfuerzo alguno. Con deseo malsano y contenido le acarició los cabellos largos, siguió el mechón con sus dedos y los desvió a sus incipientes pechos. Sin temor alguno los toqueteó delicadamente para luego abarcarlos con toda su experimentada y ansiosa palma.

Como intuyendo de alguna manera sus perversas intenciones, la pequeña se alejó de un salto pero con la vista gacha. El hombre la soltó con aire divertido mientras un picor anhelante le quemaba ya la entrepierna.

Como si nada anormal hubiese sucedido, se despidió de la niña con un beso sugerente y le prometió sacarla de paseo con sus hermanos a una plaza.

 

Alejándose de allí con una sonrisa macabra, el Manzana se golpeteó el miembro y con un aire petulante se dijo que, a más tardar esa semana, la violaría. Tal vez si la familia se descuidaba podría hacerlo durante la noche de Año Nuevo. Con toda la gente celebrando y bebiendo, los fuegos artificiales estallando por todos lados, ¿quién se percataría de la ausencia de la niña?

Sonriendo ansioso y de medio lado, el hombre tragó saliva. Hubiera preferido morderle los pequeños pezones y chupar su pequeña y sabrosa vagina. Hubiera preferido besarle el culito y meterle el pene bien suavecito esa misma noche, pero no podía. No, por lo menos, a su vecina.

 

¡Pero pa eso tengo a mi sobrina, pué!

 

Y era verdad. A falta de su pequeña y sabrosa vecina, bien estaría su propia sobrina, Catalina. No era ni tan pequeña ni tan bonita como su vecina, pero seguía siendo una jovencita de 13 años. Además, la chica era retrasada mental, así que con suerte podía hablar. ¿Qué mejor? Cada momento que él se sentía caliente y no había nadie más a mano, él recurría a Catalina. De hecho, el violarla a diario era lo que lo tenía tan cansado aquellos últimos días.

 

La grandiosa oportunidad había surgido una vez que su hermana la había dejado a su cargo mientras ella, separada, debía hacer unos trámites familiares en Rancagua. De eso habían pasado más de dos años, pero ni aún así se había cansado de ella. Y no es que le resultara especialmente atractiva la niñita, pero no era de esos que desaprovechaban las oportunidades que le daba la vida así como así. Después de todo, por más cara de retrasada que tuviera, su rosada y apretada vaginita le parecía de lo más normal. Y ya que su hermana trabajaba todo el día puertas adentro en un barrio de excelentes recursos, tenía todo el tiempo del mundo para hacer con su sobrina lo que le diera la gana.

 

Riéndose abiertamente mientras caminaba, el hombre pensaba que en verdad sería algo estúpido no aprovecharse de una niña de bonito y joven cuerpo, y que más encima era muda. Todavía recordaba esa primera vez en que le sacó sus calzones blanquitos adornado de pequeñas florcitas. Todavía recordaba el exquisito y tentador aroma de su coñito y cómo se lo había devorado mientras la chica boqueba como un pescado fuera del mar. Abría y abría la boca pero nada salía de ella. Seguro que a la muy zorrita le gustaba que él le metiera su pene grande y duro. Y estaba casi seguro que si, porque había veces que, cuando la penetraba rápido y duro, ella intentaba arañarlo mientras las frágiles piernitas le temblaban. Mmm...mocosa tentadora. Cada vez que intentaba arañarle o pegarle él la penetraba más y más fuerte, su pene tan duro y mojado que se corría casi enseguida.

El Manzana tragó duro y excitado, luego rió desvergonzadamente. Nunca nadie le había descubierto y ni siquiera habían sospechado de sus abusos. Después de todo, ¿cómo podría ser posible que le descubrieran si su hermana pasaba todo el día fuera y él amenazaba constantemente a la retrasada? Por ello la pequeña nunca había dicho nada.

Decidiendo que luego de comprar las cervezas la violaría nuevamente al llegar a la casa, el hombre no se percató de que una figura oscura y delgada no le perdía de vista y le seguía de cerca, aunque manteniendo una distancia prudente.

 

La figura en cuestión no mostraba vacilaciones. Se desplazaba segura, atenta, sin disimular su caminar. Ni siquiera le preocupaba que alguien pudiera estar cerca. Conocía de sobra el sector y sabía que la botillería estaba un poco alejada de las casas.

También sabía que a aquel sujeto le gustaba conversar con el vendedor y que, luego de eso, se fumaba un cigarro en la esquina bajo un foco que siempre se encontraba en mal estado. También sabía que el tipo se llamaba Gustavo, que le decían el Manzana, que era separado, y que había violado a su sobrina enferma durante más de dos años.

Sabía también que siempre llevaba consigo un cortaplumas en el bolsillo trasero, que hacía años había sido boxeador amateur y que por lo tanto se defendería...pero sabía también, con toda certeza, que para ese cerdo esos eran los últimos minutos de vida que le quedaban.

 

 

Tal como era su costumbre, luego de bromear con el vendedor de la botillería, el Manzana se dirigió a la esquina y se puso a fumar tranquilamente un cigarro. Distraído y notando que por la ansiedad del próximo encuentro con su sobrina estaba caliente y duro, ni cuenta se dio cuando aquella figura se le acercó, ahora sigilosa, tan cerca que podría respirarle incluso en la nuca.

Sin motivo alguno el hombre sintió de repente un extraño escalofrío que le recorrió el cuerpo entero; como si de pronto la punta de una cuchilla helada le hubiera recorrido la espalda. Contagiándose de temor sintió en seguida una presencia ajena a la suya. Con una rapidez inhabitual en él y con los ojos bien abiertos, se volteó tratando encontrar la fuente de su miedo.

De pronto, un grito agudo y exiguo salió de su boca cuando vio a centímetros suyo una siniestra figura. Con el corazón latiéndole a mil pero reparando en que la figura en cuestión era nada menos que un hombre, el tipo contuvo el aliento. Con dificultad trató distinguir sus rasgos. Sin embargo le fue imposible. Lo único que pudo notar fue su cuerpo delgado y un jockey negro. 

O eso le pareció.

Inseguro, estrechó con cautela la mirada y llamó al sujeto con el nombre de un amigo. Perfectamente podría tratarse de una broma, ¿no? Sin embargo, más temprano que tarde supo que aquello no era una broma...y ese tipo mucho menos un amigo.

No. Algo no andaba bien.

 

Con creciente temor notó que el tipo aquél se le enfrentaba tranquilo. Sus fuertes piernas estaban levemente separadas y el velado mentón en alto. Las manos -que reposaba en sus muslos- estaban levemente crispadas, y sin duda alguna pudo notar en ellas el frío y mortal brillo de una cuchilla.

En silencio, la oscura figura negó lentamente con su cabeza sin mover ni un músculo más. De pronto -y más rápido de lo que tarda una persona en pestañear-, el hombre dejó caer la botella de cerveza al suelo mientras rápidamente sacaba de su bolsillo trasero su cortaplumas. Sin embargo, ni su experiencia con los golpes ni la ventaja de su peso le permitieron acuchillar al tipo, pues éste había reaccionado tan increíblemente rápido que evitó sin mayores problemas la mortal estocada.

Estupefacto y pasmado ante las destrezas del desconocido, el obeso hombre no tuvo tiempo de adivinar ni advertir su próximo y letal movimiento. De una veloz y certera jugada el tipo le rebanó despiadadamente la muñeca derecha haciendo caer, al mismo tiempo que el cortaplumas, un chorro incesante de sangre espesa y maloliente al suelo.

 

 

Un grito desgarrador rompió la silenciosa noche. Vecinos de las cercanías se asomaron temerosos tras las ventanas. No es que ese tipo de situaciones fueran muy inusuales en la población, pero siempre era bueno saber de quién se trataba.

Si alguien reconoció el grito del Manzana o si reconocieron a la figura que se encontraba frente suyo amenazante, nadie dijo nada. Sabían por experiencia propia que era un suicidio meterse donde no les llamaban. Después de todo, aquel hecho sería otro ajuste de cuentas, un ajusticiamiento más. Algo les decía que era mejor que el tipo muriera. Oojala rápidamente y sin mas griterío.

Preocupados pero aún más intrigados, los vecinos tratarían de respirar más tranquilamente. Con una impasibilidad sorprendente se asegurarían de dejar todo bien cerrado, se acostarían, y se darían las buenas noches; después de todo, ya la mañana se encargaría de revelar el rostro exánime de un cerdo más.

 

 

Pasados unos pocos minutos después de aquel exiguo pero violento suceso, la figura se alejó levemente del cuerpo. Por un minuto pareció contemplarla con insistencia, casi con un brillo diabólico en la mirada.

¿Es que acaso el asesino se regodeaba en su propia barbarie?

Tal vez. Como fuera, en esos instantes recorría el cuerpo con su mirada tratando de decidir cuál era la mejor parte para cercenar. Aquello era esencial. Era la prueba máxima del cumplimiento efectivo de su trabajo. Cortar un pequeño y representativo trozo de cuerpo demostraba que el trabajo se había realizado de buena forma y a la persona correcta.

Por ello el tipo se demoraba tanto al lado del cadáver. Aquello era su deber. Si no lo hacía infringía peligrosamente las normas. Y él no estaba dispuesto a hacerlo. Hacía muchos años había jurado con sangre respetar cada una de ellas. De otra forma, no había manera de ser un asesino con ética, un asesino de élite: un Sicario.

 

Luego de un par de segundos el asesino se decidió por fin.

Sin mucho cuidado rasgó la camiseta del hombre y se dispuso a rebanar el tatuaje ordinario que llevaba sobre el hombro: una mujer desnuda de tetas enormes y mal dibujadas que tenía una serpiente rodeándole las caderas. Con extrema pericia acabó su cometido. Con inescrupulosidad agarró en sus enguantadas manos el sanguinolento trozo de carne y lo metió en una bolsa que guardó, así sin más, en su bolsillo. Luego de eso se puso en pie lanzándole una última mirada.

Sin poder evitarlo, sonrió de medio lado bajo el pañuelo que tapaba su nariz y boca, mientras recordaba cómo el hombre había abierto los ojos desmesuradamente antes de sentir el mortal acero de su sable en el cuello.

 

"De parte de Catalina y tu hermana...que esperan que te pudrái en el infierno, maricón"

 

Asegurándose de que todo se había llevado a cabo como correspondía, se alejó de allí sin mirar siquiera a su alrededor.

Sabía que muchos habían escuchado sus gritos de ayuda desesperados, pero también sabía que ninguno sería lo suficientemente estúpido para entorpecer su trabajo. También sabía que nadie lo reconocería. Pero por sobre todo sabía, con toda seguridad, que al siguiente día murmurarían -algunos con miedo, admiración y/o resentimiento- su famoso apodo. Lo que, a decir verdad, no le preocupaba en lo absoluto. 

 

Como fuera, a la mañana siguiente toda La Esperanza sabría que el violador apodado el Manzana había sido asesinado por el ya mítico Indio Jack.

 

 

*****

 

 

A primeras horas de la mañana en La Esperanza ya se había corrido la voz.  

La calle 1º de Mayo hervía de gente. Una masa enorme y heterogénea de gente se apiñaba alrededor de unas cuantas barreras y cintas plásticas -las que impedían el paso- puestas para la ocasión por Carabineros 1. Además, unos cuantos de éstos se paseaban exigiendo distancia, tranquilidad y orden.

El cabo Ramiro Loyola -nuevo en la comisaría de La Esperanza- se paseaba con estudiada y fingida seriedad. Miraba de tanto en tanto al bulto deforme cubierto con una lona negra en el suelo, a sus compañeros de turno que facilitaban la labor del detective, y a la gente que se apiñaba alrededor del cerco policial.

Queriendo demostrar más importancia de la que realmente tenía, se encaminó hacia un grupo de vecinos bastante ruidosos que murmuraban y elucubraban en voz alta la posible identidad del asesinado. Dándose aires de superioridad y con las manos dentro de los tirantes de su chaleco antibalas les dijo. 

 

¿Por qué no se van para sus casas? Aquí no hay nada que ver.

 

Lo que a ellos les sonó bastante absurdo, pues si algo había que hacer en esos precisos momentos era ver lo que sucedía en la calle.

Lo que sucedía era que el cabo Loyola aún no estaba al tanto de las costumbres e idiosincrasia de los pobladores de La Esperanza.

A la par del temor reverente, el respeto, y hasta la admiración que éstos sentían hacia esa especie de "justicieros", también sentían y padecían de una morbosidad que muchas veces llegaba a rayar en la desubicación. No podían evitar sentir un extraño temor y cosquilleo en el vientre al saber de un nuevo asesinato. Dejar las labores rutinarias de lado para contemplar el cuerpo inerte de algún vecino conocido era una tarea obligada. No podían evitar sentir una enorme curiosidad que les carcomía de excitante forma las entrañas...y tampoco podían evitar preguntarse: ¿Quién será esta vez? ¿Lo conoceré?

Tales sucesos siempre servían para descubrir las caretas de numerosos pobladores: que un buen vecino agradable con los niños había resultado ser un violador, que un padre de familia había terminado siendo un extorsionador y estafador, que tal chico simpático era un drogadicto que golpeaba asiduamente a su madre, que tal madre golpeaba a sus hijos etc., etc. Al final, con aquéllas muertes se despejaba un velo de mentiras y falsas apariencias que terminaban produciendo, a largo plazo, una especie de tranquilidad en las personas y el sector.

Todos sabían que no tenían los medios económicos para exigir y recibir justicia por parte de los órganos del Estado, y también sabían que no podían tener fe en los castigos, pues la "puerta giratoria" de delincuentes y asesinos en Chile nunca había terminado. Por tales razones, a muchos -en su desesperación- no les quedaba de otra que recurrir a los servicios de estos asesinos a sueldo, de forma de lograr por sus propios medios, y de maneras más baratas y menos burocráticas, una verdadera justicia...

O la ley del Ojo por ojo, que en La Esperanza no era una utopía, sino un lema; una forma de ver y vivir la vida.  

 

 

*****

 

(La Esperanza, horas más tarde)

 

El verano en Santiago había llegado para quedarse, y a pesar de los casi 35º de temperatura éstos no impidieron la vida normal de ciertos vecinos, ni la morbosa curiosidad de otros. Cerca de la calle 1º de Mayo un par de vecinas comentaban en las afueras de sus casas sobre lo sucedido.

 

-Oh ¡¡jamás me lo hubiera imaginado!! Se veía un gallo tranquilo, flojo pero tranquilo. Escuché que lo taparon súper rápido, porque los que lo encontraron dijeron que estaba con el poto 2 parado, sin pantalones... -y bajando la voz en un imperceptible susurro agregó- Y creo que tenía ¡¡su propio pene ensartado, vecina!!

-No sé qué pensar...pero está claro que fue un ajuste de cuentas. ¿Le viste la cara de satisfecha que traía la hermana? Te apuesto todo lo que tengo que fue ella quien contrató a un sicario y se mandó echar al ¡¡degenerado ése!! ¿Quién sino?

-Hum...Puede ser. Lo que más me da pena es la niñita...es retrasada la pobre ¡¡y es casi mudita!! El hueón 3 tenía la papa 4 para violarla...¡¡pobrecita!!

-Sí, ¡¡Dios mío!! ¿Y escuchaste quién fue?

-¿Quién fue qué?

-¡El que mató al viejo, po!

-¡¿Ya se sabe?!

-No se qué tan cierto es, pero por ahí me dijeron que el que lo mató fue... -bajó el tono hasta casi ni escucharse ella misma- fue... el tal Indio ése, ese viejo que es el que mata de las formas más terribles. Por cómo lo encontraron, y porque creo que marcó al "manzana" todos dicen que fue él.

-¡Capaz, po! ¿Qué sabe una? Como sea y aquí entre nos...yo creo que le dieron su merecido no más. ¡¡Era un desgraciado!!

-Sí. Yo pienso lo mismito. ¡¡Ese infeliz no hubiera estado ni medio año en la cárcel!! Mira. Yo no soy una persona mala pa desearle la muerte a nadie. Aún estas cuestiones me dejan tiritona...pero de verdad que en el mundo hay gente mala, y hay muchos que no merecen vivir.

-Si, po. Y como una es pobre e ignorante la pasan a llevar en todos lados. Seguro los jueces y los abogados se hubieran puesto de parte de esa pobre infeliz. ¿Qué prueba iban a tener si la cabrita es muda? ¡¡No, vecina!! Si el mundo ya está cambiado. Lamentablemente hay que buscarse ayuda...por otros lados.

-Hum...eso parece ah...

 

 

Unas casas más allá donde se encontraban conversando las mujeres, un hombre de edad madura, un poco canoso, calvo en la coronilla y con una enorme panza se encontraba mirando la televisión echado en un sofá ordinario.

Sujetaba con apremio un vaso de cerveza mientras hacía zapping sin entretenerse en nada particular. Estaba aburrido, era sábado y no debía ir a trabajar. Hacía años que se encargaba de un taller mecánico, y si bien nunca había logrado ascender ni era el dueño, le dejaba unos cuantos recursos que gastaba en un sinnúmero de vicios. Después de todo, casi no tenía responsabilidades ni a nadie a quién mantener.

 

Pero el hombre que miraba ausente y con cara de idiota la televisión no era un hombre soltero. Era -o más bien había sido- un padre de familia. Sin embargo su mujer ya había muerto hacía varios años, y el único hijo que le quedaba vivo pasaba poco tiempo en la casa.

Recordándolo de pronto hizo una mueca de desagrado. Era un malcriado y un flojo. ¡¡Un zángano!! Creía que cuando quisiera podía entrar y salir de su casa. Siempre insolente, seguro de sí mismo, llegando a dormir por las tardes y salir por las noches... siempre arrogante cuando le lanzaba billetes para que comprara comida o mantuviera limpia la casa. ¿Quién mierda se creía?

Molesto, despegó la mirada de los comerciales y la dirigió a un pasillo donde se adivinaban algunos cuantos pequeños cuartos más.

Ahí estaba el muy hijo de puta; llevaba casi una semana en la casa y sólo lo veía pasearse por las tardes en busca de comida. No tenía idea a lo que se dedicaba el muy vago, aunque tampoco es que le importara mucho. Desde siempre se habían llevado mal y los años y las circunstancias no habían hecho más que profundizar su mutua animadversión.

 

Volteando a ver la televisión de nuevo, pensó -como lo había hecho millones de veces en su vida- que nunca debería haberse fijado en Julia, su difunta esposa. Desde que la había conocido todo le había salido mal, y obviamente el fruto de una relación precoz, enferma y no correspondida no podía haber traído nada bueno. Años de vida desdichada, de pobreza, de peleas, de sexo obligado y malavenido. En resumen: una mierda de vida.

De pronto, y como si sus desdichados pensamientos se hubieran materializado, hizo repentina aparición el hijo.

 

Era un tipo de tez morena, cabello largo y una mirada algo amenazante. No tendría más de 25 años y aunque se veía joven, había algo en su rostro y su mirada que lo hacían parecer mayor. No viejo, sino curtido: como si hubiera padecido numerosas situaciones desagradables en su vida.

Sin embargo, a pesar de tener a diario una cara de pocos amigos, el joven se veía en esos momentos extrañamente alegre, y aunque si bien no sonreía abiertamente, algo se podía intuir por su mirada divertida.

 

Mientras caminaba por el pasillo hacia la cocina el padre lo observó molesto y terminó por enfurecer del todo al advertir en él esa extraña expresión que llevaba. El joven no hubo siquiera alcanzado abrir el refrigerador cuando el hombre le gritó:

 

-¡¡¿Y tú?!! ¿De qué mierda te estái riendo? ¿Acaso no tenís que trabajar? ¿trabajái supongo, no? ¡¡Porque yo no mantengo a zánganos!! ¿Escuchaste, Pablo? ¡¡No mantengo zánganos!!

 

De inmediato el semblante del joven se deformó en una mueca de odio y fastidio.

 

Durante toda la semana había tenido que soportar las escenitas del desgraciado de su padre, y aunque no lo tomaba en cuenta, no podía evitar sentirse hervir de rabia. Parecía que una sustancia parecida a la hiel se le escurriera ácida y corrosiva por la garganta.

Hacía mucho tiempo en todo caso que ya no bajaba la cabeza y se tragaba los deseos de mandarlo a la mierda, pero ése día era uno especial y no pensaba perder el tiempo. Por ello, se limitó a taladrarle de forma asesina y sin contestarle nada tomó un tarro de duraznos del refrigerador y enfiló hacia su cuarto.

El imbécil de su padre ya le había amargado lo suficiente su maldita existencia...no le permitiría amargarle ni estropearle ese buen momento.

 

Dejando al viejo cacareando solo en el living entró en su pieza; un cuarto pequeño con los muebles justos y necesarios: la cama, un velador y un armario. Sorprendentemente, en aquel cuarto reinaba un orden y una pulcritud que no se condecía con ninguna otra habitación de la casa.

Era ese detalle uno de los tantos en donde se notaba más gráficamente la diferencia entre él y su padre. Si bien no pasaba largas temporadas en su casa, la pieza era de él y estaba bajo su responsabilidad; nadie más que él mismo entraba, ni siquiera su padre.

De esa forma lograba que el único refugio seguro que tenía -además del laberinto- se mantuviera lo suficientemente habitable y aséptico. Tal como a él le gustaba.

 

Con la expresión que tenía antes de toparse con su padre se recostó en su cama y encendió la televisión. Ya eran casi las dos de la tarde por lo que los noticiarios ya habían comenzado.

Mientras cuchareaba los duraznos del tarro recorría la programación en busca de una noticia en particular. Sabía que a esas horas las informaciones no serían muy completas, pero quería saber qué sabían los periodistas exactamente. Ya en la tarde se enteraría de todo mucho mejor.

Luego de un rato se detuvo en un canal que mostraba un gran grupo de personas rodeando un cerco policial. En la parte inferior de la pantalla la noticia rezaba así: Macabro asesinato en población La Esperanza.

Sonriendo de medio lado se acomodó mientras subía el volumen. No quería perderse ningún comentario de la periodista:

 

"...exactamente, Soledad. El hecho sucedió, según información de  Carabineros, durante la noche de ayer. Se presume que la victima pudo haber fallecido cerca de las dos de la madrugada. Las personas están impactadas por la terrible forma en que se encontró el cuerpo de la victima. Aún no hay versiones oficiales pero se maneja un posible ajuste de cuentas. Hasta el momento se sabe que la victima era el señor: Richard Peralta Zepeda, de 52 años. Era separado y vivía en la casa con su hermana, la señora Johanna Peralta Zepeda (quien no quiso hacer declaraciones a la prensa), también separada y su sobrina, Carolina Sánchez, de 14 años.  

Carabineros baraja dos presuntos móviles para este terrible asesinato: el primero sería una riña callejera (según versiones de sus propios vecinos, al parecer, tenía graves problemas de dinero), y el otro móvil que se baraja (aún extraoficialmente) es un ajuste de cuentas.

De hecho, según declaración extraoficial de Carabineros, lo más seguro es que la víctima haya sido asesinada por un sicario. Sí, Soledad. Tal como escuchas: un asesino a sueldo. Ya todos sabemos que en este y otros sectores periféricos (desgraciadamente) esa posibilidad no parece remota. De hecho, hace años que se ha hecho común este tipo de actos delictivos. Y al parecer la práctica se ha ido popularizando y asentado, lo que ha mantenido muy preocupado al gobierno y a las autoridades últimamente.

Intentamos hablar con algunos de los vecinos sobre el suceso, pero nadie quiso negar o afirmar esta posibilidad. El Teniente Pizarro, en tanto, declaró (hace sólo unos minutos) que es muy común que, por miedo a represalias, los vecinos no se atrevan a delatar a los culpables. De hecho se presume, incluso, la presencia de varios testigos, pero hasta el momento son sólo sospechas que a lo largo de esta terrible jornada se irán esclareciendo.

Lo que sí queda claro, Soledad, es que el señor Peralta fue asesinado con ensañación. La víctima fue encontrada sin pantalones y hay quienes dicen haber visto el cuerpo con los genitales mutilados insertos en la cavidad anal (por supuesto, Carabineros no ha querido referirse al tema). Otros incluso afirman que la boca y mejillas presentaban profundos y largos cortes. Lo que sí ha afirmado Carabineros es el corte de un tatuaje que la víctima tenía sobre un hombro. El Teniente Pizarro ha manifestado que este escalofriante "robo" no sería un acto fortuito pero que, por lo mismo, será una pista clave en la captura del (o los) asesinos.

Por ahora los peritos siguen investigando la zona mientras el cuerpo de la víctima ya fue trasladado al Servicio Médico Legal (donde se espera algún familiar acuda a reclamarle). Eso hasta el momento, Soledad. Por lo menos, y según declaraciones de Carabineros, no quedan muchas dudas sobre el móvil del asesinato. El propio Teniente ha afirmado que acá se utilizó el mismo modus operandi de algunos de los grupos de sicarios del sector. Según el Teniente, los sicarios  ya son casi verdaderas pandillas locales que por dinero u otros beneficios se toman la justicia o poder por sus propias manos.

Eso por el momento, Soledad. En el despacho de la tarde informaremos los avances de la investigación de este macabro asesinato. Cualquier aspecto que se nos informe..."

 

Bajando nuevamente el volúmen, el joven se removió sobre las sábanas con una mueca triunfante que bien podría haber sido una especie de sonrisa. Al parecer sabían lo justo y lo necesario: que había sido un sicario el asesino, que nadie quería hablar ni corroborar tesis, y que seguirían investigando.

En vano, se dijo mentalmente.

Pero estaba tranquilo. Después de todo, nadie se había atrevido siquiera a mencionar el apodo del principal sicario sospechoso. No sabían las autoridades y menos sabrían los detectives. Además, nadie sospechaba siquiera de él. Sólo unos pocos compañeros de su banda sabían su verdadera identidad. Y eso era primordial en una agrupación tan complicada, perseguida e investigada últimamente.

 

Sabía que se estaban viviendo momentos difíciles. Como nunca, las autoridades querían terminar con esas "pandillas justicieras" que ponían en entredicho los órganos estatales oficiales y legales pertinentes. El problema de base -él lo sabía muy bien- era el hecho de que unos seres sin importancia alguna, unos marginales como ellos les estuvieran robando el lucrativo monopolio de la justicia. Además de tan vil robo, con su actuar lo único que demostraban era la evidente ineficacia de los organismos oficiales.

Si aquello antes había sido una sospecha o un secreto a voces entre la ciudadanía, ahora, y gracias precisamente a esos pandilleros, era un hecho irremediable e irrefutable.

Ahora, la ley del ojo por ojo parecía desarrollarse como una forma nueva, más justa y al alcance de los más pobres. Y lo peor de todo,para las autoridades, hasta ahora en completa impunidad.

 

Apagando la televisión  el moreno se puso de pie. Estaba satisfecho con su labor. Todo marchaba según lo planeado. De su bolsillo sacó un costoso celular y revisó un mensaje que le había llegado. Parándose cerca de la ventana lo leyó:

 

Buen trabajo. ¡Y feliz año nuevo!

 

Reconoció en el acto el número.  A la vez que lo volvía a meter en su bolsillo pegó un bufido, como una leve carcajada despectiva con la boca cerrada.

¿Es que acaso se esperaban otro resultado? ¿Que fallara acaso? ¿Que lo descubrieran? Si había sido así estaban todos locos: ellos y también su padre.

 

Contemplando arrogante las atiborradas y mugrientas techumbres que se veían desde su ventana, el moreno se toqueteaba el pelo ensimismado, recordando las palabras -y sin querer también los golpes- de su padre todos esos años; sus quejas, sus retos, sus constantes molestias, sus burlas y menosprecios.

¿Qué si acaso no trabajaba? ¡¡Ja!! Claro que lo hacía ¡¡y de qué manera!! Si supiera que era el mejor, el más destacado, el más temido...

 

Se mearía de puro saberlo, pensó.

 

E imaginando las posibles reacciones de su padre al saber su ocupación, esbozó una sonrisa siniestra mientras se alejaba de la penosa vista y paseaba por el estrecho cuarto.

El pensar en la posibilidad de contarle y verle la cara de espanto, o bien el pensar que cuando él quisiese podía hacerlo desaparecer de la faz de la tierra lo hacía sentir muy bien. Hasta se sentía misericordioso, por que por su voluntad el muy puerco vivía. Sí, claro que era misericordioso ¡¡misericordioso y peligroso!! Y eso era bueno. Muy bueno.

Después de tantos años de abusos y sufrimientos, él ya era grande y poderoso. Ya nunca nada sería como antes. Hace mucho tiempo que las cosas ya no eran como antes.

 

En su vida desgraciada y sin sentido, lo único que había valido y valía la pena era ser un sicario. Pero lo mejor de todo no era ser un sicario cualquiera. No, claro que no.

Lo que lo llenaba de satisfacción y adrenalina, orgullo y arrogancia era ser, a sus 23 años, uno de los mejores y más temidos sicarios...

 

El indio Jack.

 

 

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1 Carabineros: Fuerza policial de Chile.

2 Poto: Jerga o chilenismo universal. Se refiere a las nalgas, posaderas, al culo, etc.

3 Hueón: Garabato universal (es decir, los decimos los chilenos de todas partes y de todas las clases sociales). Es tan común que ya es parte de los diccionarios y enciclopedias oficiales. Esta palabra tiene 2 concepciones. Inicialmente se decía de forma positiva y quiere decir "amigo". Actualmente sigue significando lo mismo pero en la mayoría de los contextos tiene una carga negativa. Es por tanto tbn una palabra y adjetivo peyorativo que puede significar estúpido, tonto, bobo, etc.

4 "Tener la papa": Es un dicho y significa que alguien (en este caso) tenía la facilidad, la oportunidad, todas las probabilidades de hacer algo de forma muy fácil.

 

 

 


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