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The enemy and the Lover por Raike

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La nieve comenzaba a caer copiosamente en la parte centro de Asgard, tapando las huellas de un caballo que galopaba de forma rápida y confiada por un estrecho camino cubierto ya de nieve. El fiel corcel de color blanco parecía conocer a la perfección el trecho en el cual avanzaba, mientras llevaba una preciosa carga a cuestas…

Se trataba de dos personas, la del frente con una capucha negra, bajo la cual se podía ver el brillo de algunos estandartes que adornaban su abrigo, los cuales le identificaban como el capitán de Asgard del norte. La otra persona iba a sus espaldas, escondiéndose tras una capa roja bordada, abrazando de forma fuerte al que iba delante de él, con miedo de caerse, con miedo de que alguien los viera.

-"Pero que demonios estaba pensando al acceder a venirme con él, por Athena, no se que me está pasando, las cosas ahora irán en una vorágine tan intensa y desconocida que nadie siquiera va a poder detenerla cuando el momento llegue… soy un idiota… nos arriesgué a ambos por un momento de debilidad… No soy digno de llamarme un caballero entrenado espiritualmente… No lo soy"- Eran los pensamientos de Shaka de Virgo al momento de posar su cabeza sobre la espalda del caballero asgardiano que le guiaba a terrenos desconocidos para él.

-"Nunca pensé tener la oportunidad de tenerle a mi lado de esta manera, sentir sus delicados brazos en mi cintura, ver a sus ojos azules y reflejar mi imagen en esas pupilas tan limpias, oler esa esencia a perfumes exóticos que le embalsaman… es una belleza y no me importa si he de luchar con todas las tropas de Asgard del sur por él… No voy a dejar que se regrese al lado de Loki jamás…"- El contraste entre las mentes de Siegfried y Shaka era evidente, mientras uno temía por la seguridad de los demás, el otro simplemente pensaba en que era realmente feliz de tener al caballero. Uno dispuesto a sacrificar sus sentimientos por el bien común y el otro decidido a luchar por lo que estaba convencido que merecía tener. El punto de vista general y el individual convergían en cada hilo de sus mentes y…

Cuestión curiosa…

Era que ninguno de los dos estaba en el lado equivocado…

El viento helado golpeaba el rostro de Siegfried, quien sonreía, guiando las riendas de su fiel caballo mientras entraba a una especie de paraje alejado del camino principal donde antes transitaban. Shaka notó cómo se desviaban y su inquietud creció un poco, hasta el grado de dejar que su melódica voz saliera de su garganta y se alzara un poco más allá del murmullo del trote del corcel y del viento que helado y cargado de copos de nieve los golpeaba dulcemente, para que Siegfried escuchara un:

-Adonde vamos?

-Es una sorpresa, una muy agradable, por cierto- le contestó su compañero, alzando un brazo para señalar con su dedo índice una cabaña escondida entre los abetos, pequeña y de apariencia acogedora. –Es una de mis propiedades, estoy seguro que será de tu agrado… -comentó sonriendo, pensando en que a ninguno de sus prisioneros de guerra iba a tratar con tanta amabilidad como lo estaba haciendo con el rubio, aunque bueno, este personaje no era un prisionero cualquiera y…

No era prisionero a la fuerza…

-Hai…- fue la tímida respuesta de Shaka, quien se aferró más a la cintura de Siegfried y esperó en silencio el resto del trayecto, el cual pasaron sin mayores problemas.

El capitán del norte fue quien desmontó primero, tomando la delgada cintura de Shaka y ayudándole a bajar galantemente, aprisionándolo de manera fuerte de los hombros, guiándolo frente a él y empujándolo de a momentos.

-Siegfried?- Preguntó Shaka contrariado, volteando su cabeza para encarar al capitán y ver el porqué de su repentino cambio de actitud.

-Guardias- fue la única palabra de Siegfried, el cual con sus ojos pedía disculpas por el trato, y cuyas pupilas no retiró de las de Shaka hasta que éste no hubo asentido y susurrado un:

-Comprendo…

Siegfried entonces le hizo caminar rápidamente hasta entrar a su cabaña, dentro de la cual estaban 2 soldados del norte, sentados cómodamente tomando un poco de café. Los ojos de ambos se abrieron con sorpresa, no solo por ver a su capitán frente a ellos, sino por la presencia tan mágica del misterioso personaje de la capa roja…

-Capitán! Él… es… usted… - trató de hablar uno de ellos mientras el otro retiraba todas las pertenencias de ambos de las mesas.

-Él es aliado del sur- habló Siegfried pasivamente, mientras empujaba a Shaka para que tropezara y cayera al piso, retirándole la capa roja con cierta brusquedad para dejar ver la cara del rubio. Ninguno de los guardias sin embargo reconoció al poderoso personaje, justo como el capitán había previsto, éstos eran simples soldados que nunca habían salido de Asgard y que no tenían más conocimiento de los otros caballeros del mundo más que sus nombres…

-Que quiere que hagamos con él?- preguntó el otro soldado que había ya terminado de empacar sus pertenencias

-Amárrenlo, manos al frente, no es necesario con los pies, pero si véndenle los ojos, no quiero que identifique el camino cuando después de interrogarlo lo pierda entre los bosques llenos de nieve… Este hombre aprenderá que lo peor que pudo hacer en su vida, fue abandonar su cálido hogar para venir a morir en los campos helados de Asgard…- Siseó Siegfried de manera cruel, haciendo reír a sus dos soldados, quienes cumplieron sus órdenes al pie de la letra.

Cuando terminaron, se voltearon solo para ver a su capitán sentado cómodamente en un mullido sillón.

-váyanse ahora, avisen al palacio que regresaré mañana, pero no digan nada del rehén aún, esa será mi buena nueva de mañana, si se que una palabra sale de sus bocas… les cortaré la lengua- dijo medio en broma, pero por su mirada ambos hombres supieron que Siegfried era capaz de eso y más aún.

Ambos salieron de la cabaña, tomando sus caballos y partiendo de manera lenta hacia el palacio, donde dirían previas órdenes de Siegfried, que el capitán se había quedado patrullando cerca de su propiedad y que no necesitaba refuerzos…

-Ya se fueron?- se atrevió a hablar Shaka en un susurro, al sentir que la cabaña estaba en un profundo silencio, tenía sus manos atadas, al igual que los ojos vendados, con nudos no muy apretados, pero si algo incómodos… jamás en su vida le habían hecho eso…

-Ya, se retiraron tiene poco.- Contestó Siegfried levantándose y caminando hacia él, gozando de la fragilidad del rubio al cual ahora rodeaba como si fuese una presa herida e indefensa y él el depredador que fuese a devorarle.

-Podrías entonces… quitarme las amarras de una buena vez?- pidió Shaka

-No… de hecho, esas amarras son geniales para el interrogatorio que pienso hacerte… y para tu próxima tortura también. –dijo con gran aplomo Siegfried.

-Tor…tura? De que estás hablando? Que interrogatorio?- contestó el rubio ya más preocupado, revolviéndose entre los nudos, sintiendo como los fuertes brazos de Siegfried lo rodeaban, cómo el atlético cuerpo del capitán del norte bajaba hasta quedar sentado junto a él, en esa cálida piel de oso blanco tendida en el piso a manera de alfombra.

-Pues verás…. Antes de abandonarte a tu suerte en medio de la nada, debo asegurarme que eres culpable de los cargos que se presumen en tu contra, sino… imagínate culpar a alguien inocente…- Siegfried se separó de Shaka tan solo un momento, para comenzar a retirar su abrigo, su camisa… ante el estremecimiento del caballero de Athena quien apenas podía percibir sus movimientos de tan nervioso que estaba.

Así que cuando Siegfried, completamente desnudo se acercó a sus espaldas y lo abrazó Shaka no pudo reprimir un temblor en todo su cuerpo. La delgada tela de su túnica no estaba más protegida con su capucha roja llena de pesada pedrería, así que tras la nívea tela podía sentir delineadas cada una de las formas del capitán del norte, el cual empezó deslizando predadoramente sus manos al pecho del rubio, quien atado, no pudo defenderse siquiera…

A fin de cuentas… ¿quien dijo que quería defenderse?

Siegfried movió al rubio, girándolo de forma lenta para dejarlo frente a él y sentarlo en su regazo, posando las delicadas manos en su pecho, mientras atacaba sus labios con pasión, recibiendo una satisfactoria respuesta del santo de virgo, quien lo buscaba con el mismo deseo. Su boca luego pasó al cuello del rubio, siguiendo hasta su oído, donde lamiendo incitantemente el lóbulo, comenzó a susurrar sus "acusaciones"

-Shaka de virgo, sexto santo de Athena, se le ha acusado de rondar intencionalmente por la taberna del pueblo, en busca del capitán de Asgard del norte…

-Hm… - Gimió levemente Shaka, sintiendo lo incitante de ese susurro, escuchando a la vez, cómo las manos de Siegfried rompían la tela de su túnica de la parte de los hombros, bajándola hasta tener su pecho desnudo. –Siegfried yo…

-Calla, el acusado no puede hablar, al menos no ahora…- susurró en su oído de nuevo, pegando su piel a la de Shaka, sonriendo al sentirlo temblar –Los testigos dicen, que en una ocasión, usted robó el corazón del capitán… cómo se declara de esos cargos?

-Siegfried… deja de jugar!- Pidió Shaka confundido, tratando de soltarse los amarres de las manos, obteniendo como respuesta un abrazo furtivo del capitán, que lo hizo suspirar un poco y desistir de su "lucha"

-Responde… como es que te declaras de esos cargos?- preguntó ahora pasando sus labios al cuello del virginiano besándole desbocadamente.

-Yo… culpable…- siguió el juego, el cual se estaba volviendo morbosamente interesante, sobre todo cuando Siegfried retiró el rosario que pendía antes en su cintura, depositándolo en el suelo, para luego romper lo que quedaba de la túnica, tomando con una de sus manos la hombría del santo de Athena, susurrándole:

-Vas a ser castigado entonces por tus malas acciones Shaka… aunque estoy seguro que disfrutarás de tu castigo…

 

*-*-*-*-*-*-*-

 

-Y bien, ahora solo nos resta esperar a que esos inútiles se rindan de una buena vez… los tenemos completamente rodeados!- dijo Alberich con alegría, sirviéndose un vaso de vino y haciendo lo propio con el recipiente de Syd, quien lo miraba entre fastidiado y fúrico.

-Porqué de todas las misiones que tenemos… siempre tienes que venirme a fastidiar la mía?- le dejó ir Syd a quemarropa, mientras observaba la mueca de disgusto del guerrero de Zeta con una sonrisa burlona.

-Porque eres el único que se queja de mí, y porque me divierto- fue su única respuesta antes de que alguien los interrumpiera:

-Se han rendido! Van a desalojar el lugar y quieren hacerlo en son de paz!

La voz del soldado hizo a ambos levantarse, Syd se mordió el labio inferior antes de suspirar y decir:

-Déjenlos irse, no creo que…

-Mátenlos a todos, Siegfried dijo que no tuviesen compasión, no vas a empezar a desobedecer ahora, no es así Syd?- Interrumpió Alberich haciendo que Syd le diera la espalda y comenzara a caminar al interior del nevado bosque

-Entonces tu tienes el mando ahora Alberich, no me necesitas para dar las órdenes que solo Odín sabe como escuchaste…

-Ya lo han oído, acaben con todos, y vuelvan al palacio luego de dejar un equipo resguardando el sitio, andando!- gritó Alberich para perderse entre la espesura del bosque siguiendo a Syd.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

-Aaahhh Siegfried!- gimió Shaka mientras sentía que el capitán del norte le llenaba su interior con su simiente, al mismo tiempo en que el caballero de Athena se estremecía entre sus brazos, dejándole en la mano la prueba del intenso placer que se había desbocado en su cuerpo…

Siegfried tomó la capa de Shaka que se hallaba tirada a un lado de ellos, al momento en que se recostó con el delgado cuerpo desnudo del rubio sobre él, lo acunó contra sus brazos dejando una estela de besos en la frente de Shaka el cual correspondía besando su pecho, acomodándose en un sutil abrazo, ya sin las amarras en las manos y sin la venda en los ojos.

-Tenías razón… ese castigo no convence a nadie- le susurró Shaka suspirando mientras cerraba sus ojos lentamente.

-Mmm entonces tendremos que ser más rigurosos la próxima vez… -Rió divertido Siegfried mientras lo abrazaba con más fuerza y le advertía: -No vas a regresar con los del Sur… no me importa tener que pelear por ti… vas a quedarte conmigo siempre…

-Siegfried…- fue el único susurro de Shaka, el cual se perdió en la oscuridad de la noche invernal, arropándolos con su juego de estrellas sobre la cabaña donde se habían probado lo mucho que las circunstancias adversas pueden unir a las personas.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

 

-Cómo que no ha llegado?- gritó Loki enfurecido, viendo que era ya de madrugada y que Shaka no se había aún reportado a la mansión de Garm, por su mente pasaron miles de pensamientos oscuros, desde la deserción hasta la traición del rubio santo de Athena, pero… todos sus hilos se cortaron cuando dos de sus secuaces espías llevaron a un soldado con el uniforme del norte ensangrentado.

-Señor Loki! Esta persona salió de la propiedad de Dubhe hace unas horas, él junto con otro soldado iban comentando la captura de un hombre rubio de capucha roja…- dijo el espía aventando al soldado a los pies de Loki

-Que tanto de eso es cierto?- preguntó Loki enfurecido, a él nadie le capturaba a nadie! Y menos a su estratega!

-El rubio… esta en manos del señor Siegfried ahora… no le va a dejar vivir…- Dijo histérico el soldado, el cual terminó siendo aplastado por la furia de Loki, el cual, gritando, mandó a ensillar el caballo y a juntar a sus mejores hombres…

-Nadie! Nadie me quita lo que me pertenece! Y Siegfried va a saber quien soy yo ahora!- Bufaba molesto mientras recorría de forma rápida los pasillos del palacio de Garm…

Notas finales:

By Raike

 

raike_chan@hotmail.com


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