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En tu piel por Novata

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Si uno se parara un segundo a observar detenidamente el paisaje que se expandía a sus pies, apreciaría las miles de cosas que le regalaba la naturaleza. Hanamichi contempló el enorme jardín donde estaba junto con Yohei y la princesa Haruko.

Admiró las largas hileras de diferentes tipos de flores que dibujaban un hermoso cuadro en la bien cuidada hierba. No importaba que lo hubiera visto miles de veces ni conocer cada rincón de aquel esplendoroso paraíso, nunca podía dejar de estar maravillado. Numerosos jardineros se esforzaban a diario para mantener aquella belleza natural, esmerando cada detalle, cuidando los árboles y las flores, que la mayoría de ellas fueron importadas de diferentes rincones del mundo, para regalar al olfato y a la vista una explosión de colores y aromas.

El toque humano, como las grandes esculturas situadas estrategicamente, más que embellecer algo que lo era por naturaleza, le daba un toque sofisticado y majestuoso, que no era de extrañar tratándose del jardín real, orgullo del rey y de sus súbditos. 

Bajo un enorme sauce cerca de uno de los estanques reales, estaban colocados una gran mesa blanca y a su alrededor unas sillas majestuosas donde en una de ellas reposaba la princesa Haruko. Iba ataviado de un precioso vestido de color beige y largo hasta los tobillos, que se estrechaba en la cintura para luego caer gracilmente en forma de cascada. No era el vestido más sofisticado que poseía pero era ideal para no sufrir en aquel caluroso día. Se protegía del sol del mediodía bajo un gran quitasol del mismo tono que su atuendo. Su pelo castaño estaba recogida en un perfecto moño y una diadema de preciosas piedras lo adornaba. Si uno la viera, sentada con la mirada ida, se enamoraría de ella al instante. Sus enormes ojos marrones, sus largas pestañas, sus labios rosados y finos no dejaban indiferente a nadie.

A poca distancia de ella, dos guardas reales se mantenían firmes y alertas, observando su alrededor en busca de cualquier amenaza en aquel lugar paradisiaco. Pero en realidad, Hanamichi estaba tenso debido a la llegada inminente de cierta persona que le tenía inquieto y Yohei que conocía por lo que pasaba su amigo, intentaba distraerlo en la medida de lo posible. Pero Yohei tampoco podía ayudar a su amigo, como él le gustaría, pasaba por la misma situación, aunque éste no lo supiera.

Haruko, que les daba la espalda, se levantó de repente. Los dos muchachos estaban dispuestos a seguirla si decidía dar un paseo pero lo único que hizo fue sentarse en otra silla para poder observarles. Aquello disturbó a los dos.
El corazón de Yohei no paraba de palpitar debido a la mirada intensa de la princesa que le provocaba hormigueo en el estómago, pero rápidamente se sintió decepcionado cuando se dio cuenta que el objetivo de su mirada era Hanamichi. Una dulce sonrisa se dibujó en sus labios rosados al poder contemplar al fin a la persona que le robaba el aliento.

-Señor Hanamichi -le llamó suavemente- ¿puede ofrecerme su compañía por un momento?

El pelirrojo al oír la petición de la princesa no pudo evitar sentirse molesto y a la vez incómodo. Era consciente de los sentimientos que le profesaba la princesa. No era tan ciego para no percatarse de las miradas amorosas que le dirigía siempre que podía, pero aquello le pesaba como una carga y le agobiaba, pues no le correspondía y aunque lo hiciera, su relación nunca hubiera tenido éxito debido a sus diferentes rangos sociales. Deseaba con toda su alma que sus insinuaciones cesaran lo antes posible. Deseaba rechazar su petición más que nada porque Rukawa-sama iba a aparecer en cualquier momento y no quería que los viera intimando.

-Sí princesa -le contestó resignado mientras se le acercaba para al fin quedar a pocos pasos.


-Siéntese por favor, me es incómodo hablar cuando está de pie.


-Princesa, estoy de guardia...

 

-Por favor, señor Hanamichi -suplicó con sus enormes ojos marrones.


Yohei que observaba la escena en silencio no pudo reprimir el pinchazo que le atravesó el corazón.

Hanamichi no sentía ánimos de desobedecerla y a regañitas se sentó en la silla opuesta manteniéndose recto y firme. 

Ella sonrió delicadamente y bajó la cabeza en señal de agradecimiento.

-¿Cómo ha estado señor Hanamichi?

-En perfecto estado princesa, gracias por preguntar.

Después de este escueto intercambio, se estableció un silencio incómodo entre los dos. Haruko intentaba remediarlo pensando en algún tema de conversación; su amor platónico estaba delante de ella, y aunque lo viera y hablara con él cada día, nunca conseguía dejar de sentir la excitación y el nerviosismo que le provocaba su presencia.

-¿Quiere un poco de té? -y sin esperar su respuesta, depositó el quitasol en el suelo para poder servirle el té.

-No se moleste princesa, estoy perfectamente -le dijo Hanamichi horrorizado porque una dama de su calibre se estuviera molestando en servirle té.

-No me molesta en absoluto

Y cuando estaba a punto de coger la tetera, Hanamichi en ademán de pararla, chocó su mano contra la suya. 
Ella, a causa del sutil contacto físico, se sonrojó como un tomate.

Hanamichi alejó su mano rápidamente y se levantó patosamente del asiento para disculparse. 
Sin embargo, antes de que pudiera decir cualquier cosa, una voz masculina y fría se dirigió a él.

-¡¿Cómo te atreves?!

Hanamichi giró la cabeza en dirección de la voz y dio con un el hermoso hombre que le tenía desde hace mucho tiempo emizmado. Rukawa Kaede sacó su espada y la alzó de forma amenazante contra el pelirrojo. En sus ojos se leía el odio y los celos y antes de que Hanamichi pudiera ofrecer alguna disculpa, vio como el pelinegro se abalanzaba hacia él.

Lo último que recordaba antes de caer en el inconciencia fue el grito agudo de la princesa y la voz preocupada de Yohei.

************************************************************************************

-Mmm...¡¿qué hago yohei?! -preguntó hanamichi mientras resbalaba entre sus dedos la lata vacía de un refresco que le había regalado su amigo.

Estaban sentados en un banco municipal que se encontraba en un parque que habían descubierto cuando eran mas jóvenes. El sol brillaba resplandeciente en aquel cielo azul pero no podía calentar a los habitantes de aquella ciudad por culpa del frió viento que soplaba sin parar ya hacia un par noches.

-Hazlo... -respondió solamente Yohei dando pequeños sorbos al café caliente.

-¿El qué? -preguntó éste, tirando la lata vacía en la cesta de basura.

-Declararte...

-¡Estás loco! -grito alarmado el pelirrojo mientras negaba rotundamente con la cabeza- ...¿pero crees que es buen momento?

-Mmm no sé...

-¡¡Éste tensai tienes un dilema!! ¡Me tienes que ayudar? -le demandó el pelirrojo mientras le zarandeaba por el cuello de la camisa casi haciendo derramar el café que tenía Yohei en la mano- Normalmente resuelvo mis problemas solo porque soy el mejor jajajaja. ¿Te acuerdas cuando teníamos que buscar una excusa para saltarnos las clases? Pues yo-

-No te vayas por las ramas Hanamichi. ¿Te vas a declarar o no? -le contestó mientras depositaba el café en el suelo por precaución.

El pelirrojo le miró serio. Yohei se sorprendió al ver su semblante; eran tan pocas las veces que le veía tan serio y sobre todo preocupado.

-Te has declarado a 50 chicas sin tapujos, porque va a ser diferente con Haruko.

-Es que esta vez es diferente...la quiero de verdad...la quiero muchísimo y además es la primera chica que me ha considerado como un amigo...yo no quiero que después de declararme perdamos la amistad que nos tiene unidos.

-Yo de ti me esperaría un poco hasta que se recupere un poco del rechazo...y luego puede que lo intentes.

Hanamichi no le contestó; parecía considerar lo que le estaba aconsejando su amigo. Después de varios minutos, se levantaron al fin para ir al colegio. Aunque era mediodía y que se habían saltado las clases de la mañana, decidieron presentarse al colegio más bien por costumbre y en el caso de Hanamichi, porque tenía entrenamiento aquella tarde.

Nada más entrar a la cancha, lo primero que hizo fue buscar con la mirada a su amada Haruko, pero no la encontró. Por el rabillo del ojo, Kaede vio la melena deslumbrante del culpable que le había dado una paliza el día anterior pero se esforzó en no prestarle atención. Hanamichi que también se percató de su rival, reprimió las enormes ganas que tenía de propinarle una paliza por miedo que Akagi le echara del equipo. No toleraría más violencia.

Se dirigió rápidamente a los vestuarios sin prestarle ni una miserable mirada al que había robado el corazón de su amada y Kaede, que le observaba disimuladamente, sintió como un nudo se iba formando en su garganta. 
Mientras se cambiaba de ropa, Hanamichi repasaba mentalmente los insultos que deseaba decirle al kitsune asqueroso y aquello solo conseguía enfurecerle más. Se sentó en el banco para intentar disipar las vibraciones asesinas que le embargaban y así no cometer un crimen atroz, y apoyó su cabeza contra la taquilla antes de cerrar los ojos. Sin saber el sueño acumulado que tenía encima, se dejó llevar a los brazos de morfeo, cansado de tantas emociones y sentimientos.

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-Hanamichi, despierta amigo -dijo una voz preocupada.

Esta vez le llegó con nitidez y al abrir sus ojos, se encontró con los preocupados de su amigo Yohei que llevaba en la mano un paño húmedo y rojo. Al intentar levantarse, un dolor agudo le atravesó la cabeza y Yohei le sujetó el hombro para movilizarlo.

-¿Qué ha pasado? ¿dónde estamos? -le preguntó mientras llevaba la mano a la cabeza.

-Estamos en nuestro cuarto. Has recibido un fuerte golpe en la cabeza ¿no te acuerdas de lo que ha pasado?

-Recuerdo al señor Rukawa enfadado...la princesa...¿Con quién está? -Le preguntó preocupado.

-Está en buenas manos, no te preocupes -le dijo mientras le limpiaba la herida de la frente.

-¿Qu...qué ha pasado? -le preguntó el pelirrojo al ver la sangre que era absorbida por el paño.

-El señor Rukawa te dio un fuerte golpe con el mango de la espada...pasó tan rápido que no me dio tiempo para pararlo. ¿Seguro que te encuentras bien?

-Sí solo un poco adolorido.

-La princesa Haruko se puso muy furiosa...nunca le había visto gritar de aquella manera...

Sin embargo a Hanamichi no le importaba mucho la reacción de la princesa. Era la del señor Rukawa que le tenía atormentado. Sabía porque le había golpeado con tan fuerza hasta perder la conciencia. Porque el señor Rukawa era una persona muy celosa, se lo demostró varias veces en el pasado cuando veía como su amor, la princesa Haruko, no apartaba los ojos de aquel mono pelirrojo. Y hubiera querido hacer desaparecer a Hanamichi pero no podía hacerlo; trabajaba bajo las ordenes del reinado, pero hablaría con su padre al respeto...

Unas lágrimas de desamor fluyeron tristemente de sus ojos semiabiertos ante la estupefacción de su amigo.

-Hana...Lo siento amigo. Sé que debe ser doloroso...

-Si no lo vives, es muy difícil que sepas por lo que estoy pasando, pero espero para tu bien que nunca tengas un amor no correspondido como el mío -le contestó sinceramente mientras se limpiaba las lágrimas.

Yohei se tragó sus palabras, no deseaba decirle a su amigo que estaba equivocado y que al igual que él, profesaba un amor hacia una persona que nunca le correspondería.

-Su mundo parece mejor... El otro Rukawa es tan accesible y el idiota de mi doble es...

Se tragó el obsceno insulto que iba a soltar; después de la tristeza, le embargó la rabia y la impotencia al recordar el sueño del que había despertado hace poco.

-¿Sigue enfadado con Rukawa?

-Sí...Estaba hablando con tu doble...le preguntaba si debía confesarse a Haruko o esperar...

-No creo que sea buena idea que lo haga ahora, sobre todo después de que le haya rechazado Rukawa tan solo un par de días.

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-¡Sakuragi!

Hanamichi se despertó sobresaltado. El corazón le latía con fuerza a causa del susto que le había provocado Akagi al despertarlo de aquella manera tan poco sensible.

-¿Qué haces durmiendo? ¡Ve a entrenar con los demás!

-¡Vale gori! ¿Es que este tensai no puedo tomarse una cabezadita de vez en cuando?

 

El capitán le miró furioso pero no le dijo nada. Tenía que ir al baño urgentemente, ya le pondría los puntos sobre las ies cuando vacié su vejiga. 

El pelirrojo se levantó del banco masajeándose las cervicales; había dormido en una posición bastante rígida y le dolían un poco. Se encaminó lentamente hacia la cancha recordando el extraño sueño que había tenido.

Soñó con él mismo, estaba estirado encima de una cama en una habitación pequeña y decorado a lo medieval. tenía una herida bastante fea en la frente y a su lado, estaba Yohei curándosela. Vestían unos trajes que le recordaban a los de los guardas o soldados del siglo XVII y XVII típicos de las cortes reales. Estaba hablando con él sobre algo que parecía bastante serio y que al parecer le afecta a él más personalmente porque estaba llorando. De aquella conversación recordaba algunos fragmentos; decía mucho el nombre Rukawa y creía haber entendido que también hablaban de la princesa Haruko...

Pero lo que más le extraño, aunque no hubiera entendido de lo que realmente estaban hablando, era que sentía cosas, sentimientos que nunca había sentido antes. Sintió un amor profundo, doloroso y desesperado, un sentimiento que comparado al que profesaba por Haruko le dio un poco de vergüenza al ver lo infantil y puro que era en comparación. Pero no era suyo, era como si hubiera invadido a otra persona que resultaba tener la misma cara que la de él.

Un golpe en la cabeza le despertó de su ensoñación, giró la cabeza para maldecir al mal nacido que se había atrevido y se topó con las enormes fosas nasales del capitán Akagi que parecian echar humo.

-¡Deja de soñar despierto y haz 30 vueltas! -le estepó furioso.

-Sí, gori...-dijo Hanamichi por lo bajo temiendo que le propinará uno de sus famosos golpes y se fue corriendo a dar vueltas.

-¡Y deja de llamarme gori!!

-¡Nunca! -le contestó riendose por lo alto con su escandalosa voz.

Rukawa que estaba en un rincón observando lo ocurrido no pudo evitar una media sonrisa que trató de disimular rápidamente. Aunque estuviera enfadado con él y que tuviera unas enormes ganas de propinarle una paliza, nunca podría dejar de divertirle la sencillez de aquel pelirrojo.     

 

 

TBC

 

Notas finales:

Espero que este capítulo os haya gustado :)     


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