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Yasashii Higeki por Manabuu

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Notas del capitulo:

Notas:

1. Haré un epílogo por lo que este no es el último capítulo. 

2. Para los que no saben Kiyoharu es el VOCAL de Kuroyume y Hitoki el bajista de la msima banda. 

3. A disfrutar! 

 

Manabuu

 

Yasashii higeki - Type B

 

 

Tiro la puerta sin detenerme en voltear, sus ojos negros y desconcertados ya se han quedado sumergidos en un pasado tan distante y próximo a la vez, que después sentiré, lo sé, remordimientos en tratarlo tan fieramente aún cuando sé que él no tiene culpa de nada.

Pero todo es una putada en este momento.

Mi cabeza cansada, mortificada no soporta órdenes insensatas. Los anhelos y metas en ciertas circunstancias parecen trastocarse y mostrarse tan viles que me provoca náuseas lo que hago.

Acomodo el abrigo negro que llevo, me enfundo bien la gorra y los mechones castaños de mi cabello ocultan mi frente, me pongo las gafas y salgo corriendo sin rumbo fijo. Por ahí creí escuchar mi nombre en labios de alguien...

¡Pues que se joda!

No estoy para nadie ahora, ¡para nadie!

Si van a ponerme trabas en mi trabajo prefiero dejar todo hasta aquí y volver a empezar de cero, porque nadie puede parar el modo en cómo quiero expresarme, ¡nadie puede decirme escribe o canta de este modo, no pueden!

¡Simplemente el día en que acepte esas órdenes dejaré de ser yo!

Camino veloz por las calles transitadas, el viento frío de finales de enero corta mi rostro, pero yo sigo yendo en su contra, como siempre lo he hecho. Observo a las personas ir por mi lado, nadie me reconoce. Suspiro y me alegro de aquello, sin embargo eso me dice también, que aún me queda un camino muy largo por recorrer.

El día en que tenga que encubrirme para caminar libremente, probablemente sea el momento en que estaré llegando a la cumbre. Sonrió tristemente, el dolor en todo momento nos acompaña.

Es como si el ser humano no tuviese nada a que aferrarse, ya que todo cambia a cada instante. ¿Qué es lo propio o lo único? ¿Hay una esencia en realidad?

Jaló mis cabellos posteriores, en qué divagaciones estúpidas estoy enfrascándome ahora...  cruzo una avenida y recorro por algunos centros comerciales.

Un grupo de jovencitas gritan y saltan frente a un escaparte lleno de televisores, paso por un lado y veo lo que ellas alaban.

Una entrevista, el presentador risueño tiene en sus manos un single, el vocalista le mira con una leve sonrisita en los labios, luego ríe, habla, vuelve a reír, y su compañero... sí tú, Hitoki, dices que Kuroyume está trabajando en el próximo lanzamiento, yo te interrumpo y re anuncio que cuando tengamos algo lo diremos, mientras tanto no. No dices nada y sonríes, yo sigo hablando enfadado y no te miro...

Soy un imbecil.

Me alejo del montón de personas que se han ubicado para ver el programa de televisión, nadie me reconoce y me siento aliviado.

Sin embargo, un hueco se forma en mi estómago.

¡Quiero que me vean...!

Jalo la solapa del abrigo y cubro mi cuello, mis pasos sin conciencia me pierden por un lugar que reconozco luego de minutos de estar sentado en una banca de madera.  

El park center está desolado a estas horas de la mañana. Pero es agradable tenerlo así para mí. Paseo la mirada por los rincones en donde lo verde debería elevarse y caer, no obstante el frío aún no permite que los árboles florezcan. Abrazo mi cintura y subo mis piernas en la banca, apoyo luego el mentón en mis rodillas y miro la lejanía nublada. Pareciera como si no existiera cielo y solo un blanco y extenso papel de arroz estuviera volando sobre Japón y el mundo, suspiro mil veces más y pienso que soy como un punto de tinta debajo de ese inmenso papel de arroz blanco. Soy un punto de tinta que puede empezar a dibujar historias sin fin si solo se lo propone, soy un punto de tinta que espera ansioso poder moverse y cubrir con tinta negra lo que mi vida quiere... soy un punto de tinta que teme perderse en el inmenso blanco también... 

Muerdo mis labios y oculto la cabeza.  

A veces siento que estoy perdido, pero nadie sabe algo al respecto. Sería fatal que lo supieran o que solo lo olieran, sería el fin, por eso me he es imposible bajar la guardia por nada, ni hacerme el débil frente a los demás, darles el gusto de verme cabizbajo o temeroso, simplemente es irracional, ya que sí eso ocurriese aquellos que corren tras mi cabeza, mi pecho y mis pies no se demorarían ni siquiera un minuto en devorarme y destrozarme y por ende desaparecerme del mundo.

Me desperezo y cuelgo la cabeza en el borde del respaldar de la banca. Inflo mis mejillas... acaso alguien en este momento estará igual de ofuscado que yo...  muevo la cabeza a un lado, es obvio que sí, pero mientras yo no lo sepa es como si no. Cierro los ojos y hago una mueca.

No debo seguir así.

Bajo los pies a la tierra y después de sacudir la cabeza me dispongo a descubrir mi muñeca para fijarme en la hora cuando...  soy cautivado.

 

 

First moment: recordé que Febrero traía consigo un dulce y tibio aroma...

 

 

-Se supone que la agenda de la próxima semana iba a adelantarse, se los repetí todo el tiempo y les dije que viesen que sus compromisos particulares no estorbasen.

¿Debería ir hoy también al park center?, ¿qué debería hacer?

-¡Ya lo sé Takashi-san! , pero se me olvidó, se supone que iría mañana a Nagoya, no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo...

¿No se vería mal verdad? Total, ya se ha vuelto una costumbre... solo una escapada a la hora del almuerzo y... ¡demonios no!, se supone que tengo que ir a las diez, sí a las diez, qué hora es...

-¡Hitoki-kun no puedes ir! Mañana a primera hora tienen la presentación en vivo por el canal 16, es imposible. ¡Y no me mires con esa cara, acaso se va a suponer que Kiyoharu-kun toque el bajo y cante a la vez! ¡No seas testarudo! Y tú, Kiyoharu-kun di algo, ¡Kiyoharu-kun!

¡Diez y once, diez y once! ¿Qué debería hacer?, ya es tarde, no me alcanzará si voy corriendo... ¿debería pedir un taxi...?

-¡Ne, Kiyoharu!

-¡Kiyoharu-kuuuun!

-¿Eh? - volteo asustado cuando siento un tirón en mi antebrazo izquierdo. La cara asustada de Hitoki y del manager me preocupan, acaso ha ocurrido algo malo ahora - qué sucede...

-¡Cómo que qué sucede, te estoy hablando como un loco y lo único que haces es ignorarme, tomar tu abrigo y...! - miro sus ojos pequeños, desvío la vista a Hitoki que me ve pálido y ausente.

-¿Qué es lo que tienes Kiyo? - mi compañero se acerca me quita el abrigo de las manos - ¿no quieres sentarte?, desde hace días andas tan tontito...

-¡¿Qué?! - le arrancho mi prenda y salgo sin decir nada. Escucho los gritos de Takashi-manager-san y voy corriendo al ascensor, justo antes que éste me alcance le digo adiós con la mano mientras que las puertas se cierran. Miro mi reloj de nuevo, deberé ir en taxi.

 

Tengo suerte en conseguir uno rápidamente. El conductor pone el auto en marcha cuando entonces al fijarme por la ventana trasera, solo por costumbre, observo a Takashi-san salir apurado y tomarse furiosamente la cara. Río ante eso y hago girar la manija para sentir el aire frío en mi cara.

Cierro los ojos y mis mejillas arden emocionadas.

Muerdo mis labios y me apoyo por completo en el asiento.

Mi corazón está latiendo muy fuerte, tanto que podría conversarme en este momento.

Al bajar en mi destino pago lo acordado y le dejo el vuelto. Camino a velocidad mientras acomodo mi cabello. Los árboles dormidos me dan la bienvenida en un pasadizo natural, mis manos no hacen más que darles los buenos días como tantos otros días pasados, mis pies chocan contra el concreto fuertemente y entonces noto que lo mejor es llegar lentamente, sin apuro, con normalidad. Mi cerebro ordena a mis miembros y ellos muy calmadamente se dejan hacer, vislumbro la banca vacía y sin mirar a ningún otro lugar me siento en silencio.

Mi pecho baja y sube profundamente, plancho mi ropa con las manos, ladeo el cuello y noto la soledad al lado izquierdo, en la otra banca más próxima a mí...

Ella no está.

Sonrío al cielo y elevo las manos a él.

Vaya estúpido que resulté ser.

Doy una carcajada y mis brazos caen a mis costados, relamo con la punta de la lengua mis labios ahora resecos.

La primera vez que la vi fue aquella mañana fría en donde el mundo quería venírseme encima. Sin embargo el mal humor, la insensatez y la ira se quedaron exhaustos a un lado cuando ella pasó apurada frente al paisaje que tenía delante y se sentara frenéticamente en al banca contigua.

La luz clara y pálida de aquel cielo de papel hizo que sus largos cabellos negros volaran y brillaran con tanta intensidad que fue una suerte que mis ojos estuvieran protegidos por las gafas oscuras que llevaba. Su piel le hacía competencia al invierno y sus labios delgados y azules no dejaron de llamar mi atención ni un instante, me perdí en ellos, en la curvatura leve que poseían y lo fino que se veían al tacto. Mis ojos no pudieron evitar recorrerle el cuerpo, me sorprendí a mí mismo fijar mi atención inquisitivamente en sus tobillos, a pesar que llevaba pantimedias el huesillo que sobresalía me decía claramente que era tan blanco y tierno que tocarlo tan solo me lo hubiese confirmado.

Ella era delgada, al extremo, pero no como esas modelos flemáticas con las cuales me cruzo a cada instante en las televisoras, no. Ella no era así, la delgadez que llevaba parecía venir del largo de su cabello, y de su cuello, de lo hermoso de sus dedos y sus uñas, de la intensidad con la que miraba el suelo...

... del modo olímpico en cómo me ignoraba.

Porque no existí para ella en los veinticinco minutos en lo que permaneció tan cerca y lejos de mí.

Y como yo era transparente y omnipotente, no me cansé de verla en la totalidad que mostraba su lado derecho para mis ojos. Incluso descubrí los hilos celestes que sujetaban con firmeza los botones blancos de la solapa de su chaqueta; la liga marrón que envolvía su muñeca descubierta; el único guante negro de lana que llevaba en la mano izquierda, el listón rojo que se prendía tímidamente en su zapatilla de charol, todo eso yo vi sin cansarme y rogando también que por favor se marchara por mi lado, para así ver si su lado izquierdo era tan hermoso o más que el derecho que solamente ella me dejaba mirar.

Y tuve suerte en que sí.

Al irse por mi lugar observé el lunar pequeñito que tenía impreso en la mejilla, muy cerca a la zona en donde el pómulo se yergue y realza el rostro.

Pero después de quedarme solo, me sentí como un degenerado al  ver casi radiografiado a esa mujer que no volteó a verme a pesar que mis rayos x le dieron con todo el poder sugestivo que tenían permitido.

En la banca del park center no dejé de pensar en ella hasta que me di cuenta que ya se hacía de noche y debía volver a reportarme como un niño bueno que regresa del colegio.

Desde entonces, a la misma hora todos los días voy a encontrarme con ella, aunque por supuesto, la persona invitada a la cita no lo sepa.

Ni una sola vez ha volteado a verme.

Ni una sola vez ha mirado la ropa que llevo, mientras yo casi me sé de memoria las bufandas que al parecer le obsesionan. No ha tenido interés en descubrir si quiera mi cara, cuando yo ya sé los colores de labiales que le gustan. Tampoco ha querido darse cuenta de mi presencia, cuando yo ya sé las muecas y pucheros que dibuja en su cara sin cesar, uno diferente ya que cada día pareciese que actúa en un dorama nuevo y completamente distinto al anterior.

Ya lo sé casi todo, entonces por qué no me miras... 

Doy un suspiro y un par de mujeres que pasan me miran intrigadas, murmuran lo pobre que me veo, que la novia me dejo plantado, pobre diablo...  sí, sí, deberían de saber que ese pobre diablo como me dicen tienen nombre y apellido y que no es cualquier pobre diablo, no y no, sino Kiyoharu Mori... par de retrasadas...  Guardo las manos en los bolsillos del abrigo, no encuentro nada dentro de ellos, con el apuro ni saqué mi cajetilla o el encendedor, por suerte sí mi cartera.

Espero un rato más, ya van a dar las doce del mediodía.

Está claro que ya no vendrá, me pongo en pie de mala gana, veo el paisaje y el cielo aburrido. Doy pasos, cabizbajo, tuerzo mi boca y entonces un par de tacones rojos corren frente a mí. Levanto la cara como un loco y veo su cara sonrojada, pero ella no me mira, pasa corriendo por mi lado con una montaña de libros y un bolso a punto de estallar, me quedo estático sin poder avanzar más y escucho el sonido horrible de un peso cayendo. Me doy media vuelta y la veo sentada, libros a un lado, bolso al costado,  y almuerzo abierto... 

Es una estudiante universitaria.

Observo mi asiento... hoy ella se quedará por un largo tiempo, arrugo mi frente y me veo ahora sí como un pobre diablo, dudo en volver a mi asiento para contemplarla pero aquello sería enfermo... y que más da, soy un enfermo, ¡es un hecho!

Pero...  la miro, ella come unas tortillitas... la montaña de libros me saca la lengua...

-¡Ahhh! - me desvanezco en el sillón largo y arrimo mi almuerzo en la mesa de estar.

Hago un puchero, tapo mis ojos con el dorso de la mano, soy patético... no pude ni...  De repente siento un bulto en mi estómago, descubro mi cara y observo la polera verde de Hitoki.

-Pesas por si no lo sabes - lo empujo sosteniendo su cintura - ¡Hitoki estás gordo bájate de mí! 

-¡No estoy gordo! - Él me mira enfadado y me avienta un cojín - ¡No estoy gordooo!

Nuestra pequeña pelea infantil dura minutos, a pesar que yo sea mucho más esquelético que mi amigo, me es sencillo lanzarlo al suelo, el ríe y me da un cabezaso en el pecho, intenta irse gateando, pero lo atrapo de las piernas, nos golpeamos sin hacernos daño, reímos, jugamos así...  ¿hacía mucho no? Ya habíamos dejado de lado estas facetas... ¿por qué? ¿estamos cambiando acaso?... no quiero que cambiemos...  mientras que esas preguntas envuelven a mi cerebro en una nube blanca, Hitoki me avienta el obento, reacciono y cojo el mío y hago lo mismo... 

Después de ese arranque ambos estamos apoyados en el sillón mirando el techo blanco y monótono. Yo tengo arroz en la espalda y Hitoki lame su dedo pulgar manchado de salsa de soja... oh ahí va chupando la palma de su mano...

-Hi-chan... - pregunto tratando de ser dulce.

-¿Mmm?

No sé como decirlo.

-Ne, Hi-chan porque una universitaria iría al park center a estudiar, no sería más fácil ir a la biblioteca... ¿Hi-chan? - lo miro y él alcanza una coca cola, gira la rosca y bebe - oye...

-Pues no sé.

Me caigo a un costado por la respuesta. No hay caso que con él...

-Será porque el campus es aburrido para ella, ¿no? - Hi-chan me alcanza la coca y yo la bebo cuando me yergo - pero es raro, no creo que haya alguna universidad cerca al park center, bueno no lo sé, vaya a saber el diablo porqué... 

-Seguro - le alcanzo la botella y él la recibe en silencio. Menos mal no empezó con sus preguntas, este cambio en Hi-chan es en realidad bueno, tal vez sí deberíamos cambiar un poco, pero solo un poco y solo en esto.

-Y a la pregunta Kiyo - él se come un arroz pegado en su cara - ¡no me digas que estás jodiéndote con una universitaria ahora!

-¡Noo!

-¡Oh vamos Kiyo, cuéntame, cuéntame! - Él insiste e insiste - al final quién es el que te ayuda a salir de los embrollos amorosos ¿eh?

-Ya basta - evito reír, ya sé a dónde llegara su chantaje.

-¿Quién te ayudo con la esposa del estilista?, quién te salvo el trasero en la última colección del Fashion club de la otra vez, quién fue corriendo con un par de pantalones Dior cuando tú....

-¡Ya basta! - ambos reímos hasta quedarnos en silencio. Hitoki espera expectante a mi lado, pero aunque quiera no puedo contarle algo, ya que simplemente no hay nada - olvídalo Hi-chan.

-¿Qué? - me pregunta asustado.

-Que no es nada, solo te preguntaba aquello, ahora limpiemos un poco, está bien que nosotros...

-¿Estás yendo en serio con ella? Vaya...

-¡Hitoki! - le grito.

-Con razón estás tan raro ahora, ¡era por eso!, ¿es linda? Diablos, ¡quiero conocerla!

-¡Te digo que no es nada! Demonios... si tan solo ella me viera... - termino murmurando, pero para mi desgracia Hitoki ya lo escuchó todo.

Al final soy lanzado al cuarto de baño. Hitoki me quita la polera, se saca la suya y me coloca la de él, que está limpia.

-¡Anda a buscarla! , aún tienes tiempo, recuerda que a las tres debemos salir.

-¡Estás demente!, no voy a ir...

-¡Qué vas! Nuestro Kiyoharu-kun ha sido flechado por el amor, esto lo tengo que ver hasta el final, anda, ¡tienes que ir a por ella!

-¿Has estado viendo muchos doramas eh? - me burlo - qué te dije la última vez, jaja...

-¡Imbecil!, solo trato de vengarme de Takashi-san por no dejarme ir a Nagoya, así que vete, pero vuelves a las tres, ¡vete!, acaso no quieres verla y hablarle, ¡vas a dejar que ella no se entere de ti, tienes que atraparla a como de lugar o no te llamas Kiyoharu Mori!

Salgo corriendo con la polera verde de Hitoki y sus palabras retumbando en mis oídos, mis zapatillas azules corren frenéticas, en mi reloj marcan la una y media de la tarde, si tengo suerte tal vez pueda verla...  y hablarle... 

Jamás he sido tímido con una mujer, jamás me he reprimido algo... siempre que quiero algo, voy por lo que deseo, no interesa si sale desastroso, simplemente el obtener mi anhelo hace que viva a mil y que mi sangre fluya y burbujee alegremente. No obstante, esta vez está siendo diferente a las demás, me pregunto por qué... 

Por qué ésta vez es tan complicada y nueva... 

Por qué esa mujer no se da cuenta de mis explosivos veintitrés años, por qué sus ojos no quieren encontrarse con los míos, por qué a pesar de ir todos los días y mirarla como estúpido ella planea que no respiro... ¡no logro comprenderlo!

¿Es qué acaso hay algo malo en mí?

¿No soy suficiente?, ¿sabe quién soy?...

¡¡Cómo es posible que no tenga la menor idea de quién soy!!

Al llegar al park center mi corazón se vuelve desquiciado por las preguntas sin respuestas, me duele el orgullo, me duele por una desconocida, me duele como nunca antes...  Corro para calmarlo, ¡quiero que este en paz, solo ella podría hacerlo reposar tranquilo si tan solo se dignase en mirarme!

Los árboles en línea, tal delgados y hermosos me dan la bienvenida, pero cuando mis ojos locos se posan en el asiento, ella ya no está.

Me detengo agotado sobre mis rodillas, mis tontas zapatillas parecen burlarse de mis esfuerzos y los graznidos de unas aves que vuelan patéticas solo me hacen ver como un pequeño tonto que es despreciado de nuevo.

Grito lleno de frustración y pateo al aire, luego con los brazos en las caderas avanzo dando grandes zancadas hasta su banca tan limpia y desierta, me arrodillo frente a ella y la golpeo con fuerza.

El dolor poco a poco se extiende por mis dedos... volteo y miro el paisaje, no cabe duda que al volver Hitoki lo intuirá todo y no se reirá de mí. Si tan solo él lo hiciera me sentiría comprendido, pero su silencio hará que me entristezca...  Desordeno mis cabellos y me pongo de pie, tal vez yo ya debería de dejar de jugar aquí y...

Camino...

Voy directo al pasaje de árboles, cuando mis ojos se posan en una cosita extraña en mi banca. Al acercarme no puedo evitar reír...

¡Todo esto es tan tonto!

El mundo se me había acabado...  estaba a punto de lanzarme al trabajo sin tener una pizca de satisfacción cuando...  ¡jajaja!

-Está mujer va a volverme loco...  ¿acaso eres irónica? - le pregunto al aire para ver si ella me contesta a través de él.

Miro el cielo y de repente creo ver en medio del gran lienzo blanco un punto rosa que se colorea en mi dirección... si ambos nos juntamos podríamos formar palabras hermosas y suaves... 

Ese fue nuestro primer momento...  el primer momento verdadero.

 

 

First moment: cuando nuestros colores se unieron dolorosamente

 

 

-¿Qué tiene?

-Mal de amores.

-¡Queeee! Me explican ahora mismo - tapé mis oídos cuando escuché la voz chillona del manager.

-¡Shhhhh!, Takashi-san callase, solo era una broma - observé a Hitoki y volví a mi antigua posición - acaso no podemos deprimirnos de ver en cuando, ¿eh?, ¡todo es tan frustrante ahora! - hice una mueca cuando vi a mi amigo salir con tremenda actuación.

-¿Y ahora qué le pasó a Hitoki-kun? - Ignoré a Takashi-san y seguí... - y tú, hombre, qué ocurre ahora, te da pena comerte este cupcake o qué.

-¡Eh, suelte eso! - le grité cuando él tomó con sus dedos el pequeño cupcake, me puse de pie y salvé mi pequeño tesoro de ser devorado - ni se atreva a volver a ponerle un dedo encima, ¡es mío! - y salí dando un portazo.

Era mi imaginación o todo el mundo estaba porfiado en molestarme... 

Huí rumbo a la cafetería, pero no pedí nada, solo me saqué un Nescafé en lata y me fui a una mesa alejada en donde coloqué en medio de ésta el pequeño cupcake, jalé una silla y después de abrir la lata me dediqué a contemplarlo una vez más.

Parecía de ensueño o yo quería aferrarme a esa idea.

La tarde en que fui obligado por Hitoki a volver a buscarla al park center y después de darme cuenta que ella ya se había marchado fue que a un extremo, encima de la banca donde siempre me sentaba, se encontraba feliz y despreocupado un pequeño cupcake con adornos de oruguitas de azúcar y chispas de colores.

Sin nada que indicara un indicio de a quién iba dirigido.

Cero palabras, tan solo su única presencia como una carta muda e intrigante.  

Lo tomé para mí.

No concebí otra historia alternativa.

Este presente, en definitiva estaba ahí solamente para mí. Aunque la humanidad en Tokio constara en miles de personas, ese cupcake solo podía ser de una sola y dirigida a otra...  es decir yo. En mi mente, solo nuestros dos mundos solitarios podían convivir en ese espacio ya casi sagrado del park center.

No podía calcular ningún otro movimiento y eso me causaba desazón y desesperación, porque después de aquel día ella no volvió a aparecer.

Fui, emocionado, al día siguiente y esperé largo tiempo, pero sus pasos no me llegaron suaves...  y también al día después del siguiente y tan solo los árboles me dieron compañía, de igual modo el día después del siguiente del siguiente... 

Parecía como si se hubiera borrado del mapa llevándose consigo algo de mí que no sé qué es.

Sin saber por qué, las ideas parecen secarse en mi mente, los colores, formas, palabras, sonidos y movimientos se han quedado estáticos en las tinieblas, es tan estúpido esto, tanto que me da rabia, pero cuando ella comienza a pasearse por mis venas contaminándome de ira noto que tampoco hay razón de sentirla...

-Cuándo vas a volver a prender el interruptor de encendido, ¿eh? - no lo miro cuando se sienta al otro de la mesa - ne, Kiyo... 

-¿Qué quieres? Has venido a mofarte de mi existencia... - le digo sin importarme lo patético que se oye eso de mis labios.

-No, ya va una semana ¿no? Si no te comes ese cupcake se va a podrir... 

-No pienso hacerlo... 

-Pues deberías de fosilizarlo...  - enarco una ceja y veo en sus ojos negros - ¡lo digo en serio!

-Por qué no te vas a otro lado a...

-Lo haría si no estuviera Suda-san por ahí...  - así que el cretino se digno en volver - por lo que arregla tu cara pronto, sabes que nos quiere colgar a ambos, ayer me dijo que solo nos queda menos de un mes para el próximo lanzamiento - río cuando Hi-chan lo remeda -  y querido amigo no tenemos ni una puta nota, qué vamos a hacer...

-¿Me preguntas? - le digo sacando un cigarrillo.

-¡Tienes que ponerte a escribir, no quedamos en que tú primero y yo después! - me dice Hitoki en una especia de histeria tan graciosa en él.

-¿Quién dijo eso? - doy una calada y entonces Hitoki espantado cubre el cupcake - qué mierda haces Hitoki, aleja tus sucias manos de él.

-¡Primero tú aleja tu puto cáncer del pobrecito cupcake! - Carraspeo y lo apago en la mesa - eres tan malo que serías capaz de ponerte a fumar al lado de esa linda universitaria y...

-¡Eh! - le grito - calla la boca, pobre de ti que lo sueltes frente a los demás.

-Vale, no tienes porque gritarme tan feo - le golpeo una mejilla y él ríe - recuerda que estoy sensible...

-¿Sensible de qué? - le pregunto intrigado.

-¡Pues de saber cómo seguirá tu dorama de vida!

-¡Vete!

-Oh sí, me voy a jugar, en vez de estar ahí como un perdedor deberías irte al park center a ver si la luna se cuela en la mañana.

-¡Vete!

Lo obligué a dejarme solo, pero le hice caso y me decidí a ir una vez más al park center.

Temeroso abordé el taxi, tuve que colocarme un par de guantes negros ya que no sabia que hacer con mis manos de lo ansioso que estaba.

-Como en una cita - murmuré para mí.

Me sentí así.

Como en la salida de las clases del secundario... viendo a la persona que me gustaba... 

Moví la cabeza, no tenía buenos recuerdos de esos tiempos, sin embargo esa emoción ya casi olvidada era la misma que experimentaba ahora, de eso estaba completamente seguro.

Al bajar e ingresar al gran parque pensé en que lo correcto sería tomarme mi tiempo y caminar muy despacio, total...  ya intuía la escena que vería, así que para qué apresurar al destino, ¿para qué? No le daría el gusto de ver mi expresión desolada tan a aprisa, está vez el juego se encontraba en mis manos y mis dudas y preguntas de igual forma.  

Desabotoné mi chaqueta y dejé que el viento acariciara mi cuello, el clima parecía suavizarse conforme avanzaba hasta mi lugar favorito, sonreí viendo al cielo, dentro de poco, tan solo un mes más  la primavera asomaría, los árboles por fin se volverían lozanos y el calor vendría en aumento... 

Una dulce brisa invadió mis pulmones conforme me iba aproximando.

La sensación de perder se estancó en mi garganta y pasó a volar por el blanco papel tapiz del cielo cuando mi boca suspiró quedito al verla.

Ahí estaba.

Tan tranquila e indiferente como pasados días.

La frente estaba desnuda, había dejado de lado el cerquillo que llevaba y ahora la dejaba a la luz del día.

El camisón ancho que traía puesto parecía hacerla brillar de lo blanco que era. Un delgado listón amarrado al cuello, las orejas rosadas con pendientes pequeños y la falda negra como a tres centímetros arriba de la rodilla me dejaron asustado, nervioso... ojeé sus zapatos de charol azul... 

Parecía una muñeca muda...

Muda y hermosa. 

Noté en su rostro una delgada línea de cansancio...  me inquieté cuando advertí su mano vendada...

¿Enferma?

Pregunté al viento... 

¿Por eso no viniste estos días?

Pasé saliva porque mis labios estaban resecos...

¿Me dejaste ese obsequio como compensación?

La miré de lleno, ansioso como un niño que mira a su madre...

Pero... ¿ya no te marcharás así? ¿Verdad que sí?...  Si lo haces, por lo menos déjame una señal más específica.

Al poco ella se fue sin haber respondido las tontas preguntas de un idiota hombre que ni siquiera puede alzar su voz para decirle tantas cosas que duelen.

Los siguientes días iba como desaforado a la misma hora.

Escapándome de los compromisos, retrasando los horarios y entrevistas en la televisión y la radio... todo por ella.

Tan solo para verla y hablarle en silencio. Ya que era lo único que podía hacer.

-No piensas avanzar un tanto con ella...  - Hitoki seguía insistiendo en acompañarme.

-No. - le respondía escuetamente.

-Por qué no intentas por lo menos, ¡tengo una idea!

-No quiero escuchar tus tontos planes Hi-chan, olvídalo... 

-Ne, no me hables así, es un buen plan, además... con quién crees que hablas, estoy retrasando todo para que Suda-san no nos joda la existencia, ayer cuando te fuiste vino y le hecho la bronca a Takashi-san, dice que los directivos se van a reunir con nosotros, quieren lanzar el próximo single a lo grande y lo peor de todo es que: ¡ni siquiera lo has escrito!

Hitoki tenía razón.

No tenía cabeza para crear...  ella la ocupaba totalmente.

Ella y sus intrigas...

Ok, no había intrigas pero... ¡ah demonios!

-Solamente déjale esto en la banca, pero tienes que esperar a hasta que venga ella, dices que donde se reúnen hay como una especie de subida... ¿no?, entonces te será fácil ver cuando ella viene, le dejas esto y te vas... ¡ella sabrá que tú fuiste, solamente ella! Jajaja y ya verás que algo bueno sucede luego, ¡tienes que hacerlo!

Las palabras alocadas de mi amigo me taladraban el cerebro.

Los ojos negros de Hitoki parecían brillar de la emoción.

-¿Y porqué esto? , ¿no es cursi? Va a pensar que soy un idiota...

-¿Y qué? A las niñas les gusta las cosas dulces, y ¡no es cursi!

-Y porqué justamente éstas...  ¿no me olvides?

-Los significados son importantes hombre, "no me olvides" es la ideal.

Es demasiado directo... 

Ah, suspiro tontamente... muy directo.

He llegado con una hora de anticipación, las manos me sudan.

El pequeño bouquet se tambalea porque mi cuerpo tiembla como loco. De vez en cuando voy hasta el borde del camino de árboles y miro si ella viene. Pero nada.

Aún es muy temprano para que ella...

-¡Tienes que esperarla! No te puedes ir, sino vamos a seguir como tarados esperando a que el foco se te ilumine. ¡Que la fuerza te acompañe!

¡Ah mierda, me voy a morir de la ansiedad!

Estoy seguro que pronto haré un nuevo camino de tanto que paso por el mismo lugar esperándola...  Ya son las diez y quince y ni rastro... 

Ajustando fuertemente el bouquet entre mis dedos vuelvo a fijarme en el camino...

La sonrisa se me desparrama por el concreto y tengo que recogerla tan rápido como pueda antes que ella pase por encima y la destroce. No estoy a menos de diez metros de su banca y tengo la imperiosa necesidad de correr hasta ahí y dejar encima las flores pequeñas, esa distancia es tan larga que una vez hecho mi trabajo me volteo y lo que veo a es a ella caminando a paso seguro hasta su lugar.

Mejillas sonrojadas, garganta seca, solo huyo...

Ella lo ha visto todo...

No hay ambigüedades.

Corro por el camino de árboles, avergonzado, maldiciendo a Hitoki, no obstante algo me detiene, mis piernas hacen stop y mi cuerpo se voltea rápidamente.

Quiero verla...

Quiero ver lo que ella hace con mis flores...  un no me olvides, tan solo alguien que quiere ser recordado por siempre, las regalaría... 

Me escabullo por fuera del camino... gateo por los arbustos, ensucio mis guantes torpes, hasta que... levantando la cabeza llamativa...

Ella sonríe.

Las huele.

Las mira.

Lleva sus ojos al camino.

Se levanta.

Las huele.

Sonríe... 

Y yo corro sintiendo que mi corazón está a punto de estallar.

De repente un no me olvides está pintado en mi cara, mi mente crea colores, formas, palabras, sonidos y movimientos, mis manos pican... y en mi lengua se pinta una palabra que va retumbando como mi corazón, se agita tanto que empiezo a tararear, y de repente las palabras empiezan a bailar en frente de mí, las veo claramente...

¡Sonrío!

¡Siento que he vuelto!

Al llegar no hablo con nadie, las miradas furiosas, los gritos por mi irresponsabilidad, no digo nada, tan solo busco hojas desesperadamente, otro tanto de lápices y mis ojos vuelan al cuarto de composición...

-¡Esto es una falta de respeto!

-Suelte mi brazo ahora.

-¡Cómo es posible! - una mirada a Hitoki, él ya lo sabe todo sin preguntar.

Me salgo del agarre y en medio de gritos cierro tras mí.

La voz de Hitoki se alza y yo desconecto mis oídos.

Me vuelvo sordo...  deberé bucear dentro de mí... 

Un no me olvides... yo haré que no lo hagas.

 

 

 

Next moment: ¿acaso fuimos engañados por el nebuloso aroma de Febrero?

 

 

 

Prácticamente me hundí en mí.

Podía sentir el agua tibia recorrer mi cuerpo y entrar en mis oídos traviesa, pero eso no me molestó. Cada cosa que lograba vislumbrar con mis ojos de pez servía de aliento para seguir, todo el mundo rodeante, incluso mi cuerpo sin forma me alentaba a continuar...  pero sobretodo esa sombra que creí reconocer... 

No tardé mucho y me di cuenta que era ella la que había creado el escenario con sus líneas ondeantes.

Para cuando regresé a la superficie, para respirar, pude notar en el cielo nocturno hermosas líneas rosas enlazadas a unas blancas.

Eran nuestros destinos, yo lo sabía.

Sin más vueltas que darle, éramos nosotros encontrándonos día con día.

Si todo esto yo lo hacía tortuosamente lento y ella igual... entonces para que agilizar una comunión que tarde o temprano sucedería. Sonreí sin más.

Yo seguiría aguardando, porque enfermo o no, me gustaba de ese modo.

Satisfecho.

En paz. Podía sentir mi corazón latir lentamente.

Con la letra en mis manos observé a Hitoki dormir junto con el bajo. Su cara levemente húmeda me decía que había luchado hasta el final de seguro con el manager, el staff...  el buitre de Suda-san y seguro con los directivos que pedían avances diarios como si fuésemos máquina de escribir.

-Hi-chan...

-¿Mmm? - lo vi tallarse los ojos - qué pasa ya está oscuro, mmm... 

Me arrepentía de dejarlo solo algunas veces con toda esa carga, si bien Hitoki era bastante dócil, era sencillo enojarlo cuando lo abrumaban constantemente y si eso pasaba era mejor alejarse de él de inmediato porque su lengua se activaba y...  todos temblábamos, incluso yo.

-¿Terminaste? - me preguntó adormilado.

-¿Y tú? - me senté a su lado.

-Maté a esos mierda - un bostezo, ¿deberíamos dormir?, no podemos, lo lamento - ¿y Kiyo?

-Vamos a trabajar ahora, ya está lista.

Sus ojos se iluminaron en la oscuridad, lo vi rascarse la melena negra y arrancarme de las manos la letra y las correcciones.

-¿No me olvides? Jajajaja! No puedo creer que soy tu muso indirecto.

-¡Eh! - le golpeé la cabeza - algo bueno tenías que hacer...

-¡Eso me dice muchas cosas, pero trabajemos ahora!

La noche se convirtió en día para los dos.

Y aunque quisiese no podía parar, debía trasladar mis descubrimientos y expresarlos en sonidos, todo para dejar boquiabiertos a los que no creían y dudaban de nosotros.

Los vería asombrarse y maldecir por lo bajo que éramos jodidamente impredecibles.

Haría eso.

Porque era mi pequeña venganza.

Y sin usar juegos sucios, vengarse limpiamente era lo mejor.

Para cuando amaneció ya podía escuchar los tres minutos y veinte segundos que duraría la canción. Hitoki movía sus dedos con precisión, y hacía algunos cambios sin consultarme, aunque después volvía a dejarlos tal como estaban y de nuevo conjugaba lo que había modificado...  Yo tirado en el suelo tarareaba sin cesar colocando la letra a la melodía, borraba notas, comentaba con él, volvía a perderme...

A las seis de la mañana grabamos la melodía A en nuestro miniestudio rudimentario, como le llamábamos en tono de burla y no porque no fuese así, sino porque de ahí habían nacido buenos éxitos.

A las siete teníamos en mano el demo, sin la melodía B, ya que esa la haríamos cuando Masahide-san volviese de su viaje, ya con él quedaríamos los arreglos adecuados para después grabar oficialmente.

-Se siente bien, jajaja, patear el culo de...

-Ya deja de ser rencoroso Hi-chan...

-¡No lo soy! ... ellos me jodieron ayer a mí. Ne, Kiyo, ¿nos cambiamos de ropa?

-Vale.

Riéndonos ambos nos sacamos las poleras y las intercambiamos, no podíamos volver a casa, ya que podrían pescarnos desprevenidos e iniciar nuestro desalojo sin consultarnos. Así que como otras tantas veces, intercambiar ropa era lo mejor, nos verían más despiertos que un bebé y encima cambiados.

A las nueve en punto se presentaron ante nosotros una avalancha de gente con cara se asesinos en serie. Incluido nuestro manager, no lo culpábamos, era su trabajo, pero a veces jodía tanto que daban ganas de descuartizarlo.

Todos ellos, hasta los técnicos de producción, los jefes de producción y el jefe ejecutivo se plantaron ante nosotros y tomaron asiento en una mesa llena de colillas y botellas de coca cola. Hitoki y yo de pie fumando nos dedicamos a contemplar la puerta sin decir nada.

-El tiempo ha llegado a su fin, hemos traído unas propuestas de audio, solo deben de elegir unas lyrics sencillas, será un éxito.

Escuché la voz de Suda-san, ojeé para ver a nuestro manager, tenía los ojos acuosos, inmensos y asustados. No tenía ganas de hablar... codeé a Hitoki.

Me miró e hizo un gesto, le dejaría cobrárselas a él.

-¿Y bien?

-No nos interesa - acotó Hi-chan.

-¡Hitoki-kun! No están en posición de refutar de esa manera - increpó Takashi-san.

-¿Y quién dice que no? - volvió a decir mi amigo en modo desafiante.

-¿Cómo te atreves? - miré a Suda-san cuando se puso de pie.

-No somos sus esclavos y para que sepan, ayer de noche recibimos una oferta bastante buena de otra compañía y justamente...

-¡Hitoki-kun! - el manager se puso de pie.

-Es que ustedes no dicen que no quieren saber nada de nuestro trabajo, están poniéndonos una pista que no es creada por Kuroyume, no podemos aceptar eso, además...   - Hitoki me miró.

Tomé una calada más, apagué la colilla en la mesa y fui al cuarto de composición.

Traje conmigo el reproductor, lo conecté, coloqué la pista y antes de darle play, dije:

-Ya tenemos listas las lyrics, la canción principal está casi completa. Falta juntarla con la melodía B, que solo nos tardará cuatro días mientras llega Masahide de viaje, le llamé hace una hora me confirmó que el jueves vuelve. Será un pack de dos canciones, aún no decidimos con Hitoki si incluiremos un track remix del último album.

Y coloqué play.

Y me fui a fumar a un costado para observar mejor sus caras.

Fue chistoso.

Takashi-san quería desmayarse y al poco vino y nos abrazó a ambos diciéndonos que éramos crueles por no haberle informado que ya la teníamos lista.

Los jefes de jefes de producción y ejecutivo empezaron a murmurar en silencio y Suda-san, su rostro cambió de lo más pálido y horrendo a un rojo al vivo que me dio la satisfacción de saber que habíamos ganado, una vez más.

Se fijó el lanzamiento para dentro de un mes.  

La grabaríamos a finales de Febrero y la reproducción se haría una semana después. Me reuniría cuanto antes con los diseñadores para ver los aspectos de las portadas y los respectivos boocklets, también se habló de la grabación del video promocional, pero se vería a la par de la grabación en estudio.

-Ni creas que has ganado ésta vez.

Fue lo único que Suda-san me dijo antes de darme la mano cuando se despidió.

Los días corrieron con exactitud.

La canción estuvo lista y aceptada por todos.

Después de esa tormenta en donde se quería mi cabeza sobre una bandeja de plata me encontré con las alabanzas hipócritas de todos los días.

Sin embargo, el verla a ella tan puntual como siempre en el park center hacía que eso dejara de importarme.

Porque no dejó de faltar ni un solo día.

Porque no pude darme cuenta, ¿verdad?

No me fijé en su rostro cansado y afligido.

No, no lo hice.

Era solo un niño tonto que creía ser adulto, tan solo importó mi propio placer sin ver las heridas que llevabas clavadas a la vista del mundo.

Hasta ahora, a veces... no,  miento.

Solo ahora he recordado tu vago rostro en medio de lo verde que emergía arrastrando el Febrero que se nos iba. Solo ahora.

Porque con mi dolor decidí enterrarte, sin saber quizás que dentro de canciones que creaba estabas tú ahí tan muda como siempre.

Sin mirarme una sola vez.

Ni una sola.

Había algo extraño en ti.

¿Por qué lucías cada vez tan cansada con la montaña de libros que llevabas?

-Tal vez está en exámenes.

Hitoki me daba ánimos racionales.

-Puede tener problemas económicos.

Masahide iba un poco más allá...

-Si tan solo le hablarás lo sabrías.

Ambos coincidían en eso. No obstante no tenía lengua para hacerlo, mi voz estaba acaparada en el estudio viendo detalles para el nuevo single.

-Cuando esté listo, le hablaré.

Era mi intención inicial.

Hasta que las heridas físicas se hicieron visibles.

Primero muy delicadamente.

¡No lo supe! ¡No lo entendí!

¡Debí haberte ayudado en ese mismo instante entonces...!

Un curita sobre la mejilla.

Un vendaje en la muñeca izquierda.

Maquillaje y polvo de más.

Y tus ojos extraviados, mirando siempre al suelo.

¿Sentías que te acompañaba en silencio?

No hablaste ni una sola vez conmigo...  o te sentías libre a mi lado, olvidando lo cruel de tu realidad. Ignorando y cerrándote más y más en la soledad.

Sin saber qué pensar te volví a dejar un bouquet de ánimos en la banca.

Tontas flores...  no era lo que necesitabas.

Mi tonta canción...  la que sería un éxito, estaba dejándome un mal sabor en la boca.

Estaba todo listo para la grabación del video promocional, solo dos días y la grabación en masa de la nueva producción iniciaría, los boocklets aún no estaban listos, tan solo las portadas se veían maduras y relucientes,  no sabían que su existencia no saldría a la luz... 

Fue entonces cuando sucedió...

Huí para verte.

Porque sentí que si no lo hacía sería demasiado tarde.

Una punzada minutos antes de la reunión general, de repente el blanco del cielo borró las líneas rosas de tu vida y solo una mancha de tinta negra lo cubrió.

Desesperación, el aire me faltó y lo supe sin saberlo... tenía que volar a verte.

Corriendo por el park center mi corazón bombeaba miedo y tristeza...  temía algo.

No era mujer o madre para intuir el mal con esa horrible exactitud que ellas tienen para con los seres que aman, pero yo lo percibía. Mis manos, mis uñas, mis piernas y mis pies me lo gritaban.

Cuando llegué no estabas.

Perdido y tembloroso me paseé por el lugar esperándote.

Pasaron las horas, y agotado me senté en mi lugar.

Sujete mi cabeza y forcé mis cabellos fuertemente.

Había pasado algo malo... lo sabía.

Lo supe y lo confirmé cuando te vi corriendo... con los ojos llorando...  un golpe en tu rostro blanco y hermoso lo coloreaba de violeta...  tus cabellos negros, en pánico, se movían frenéticos, no brillaban...  el cuello rojo, la blusa desgarrada a un lado, dejaba ver tu hombro azul, tan delgado y humillado que quise cubrirlo con mi abrigo para que no se avergonzara de lo que le pasaba. Las rodillas delgadas y arañadas...  Sé que mis ojos te dolieron... 

Te lanzaste a la banca y ahí, en silencio lloraste sin hacerlo.

Temblaste de terror...  y yo no hice nada.

Salvo apretar mis puños y juntar pistas que eran obvias.

Tan irónico.

Tan dulce, suave e irónico.

Tus vestidos de todos los días ocultaban muy bien lo que sufrías.

El maquillaje matutino alimentaba tu mentira.

Las bufandas que pensaba que amabas tan solo te ayudaban a escapar de las miradas curiosas de la gente...

El odio se apoderó de mí.

¡¡Cómo era posible, cómo!!

¡El era un animal!

¡Quién fuera que lo hiciese lo era!

Te miré por largo rato, con mi voz a punto de estallar.

No sabiendo qué hacer o decir... sintiéndome con un niñato que no puede ofrecer soluciones a la altura, tan solo un observador más...  ¡No quería ser eso! ¡Deseaba ser un apoyo, uno resistente!

No lo controlé.

Parado en medio de la nada que nos unía te lo grité.

Sin pensarlo, solo sintiéndolo.

-¡El treinta y uno, el treinta y uno te esperaré aquí!

Tu mirada fija en el suelo se heló, tus manos crispadas, sé que me entendiste.

Lo sé.

Quiero creer que sí.

-¡¡El treinta y uno te daré algo, no faltes!!

Y corrí.

Estúpidamente corrí sintiendo sus lágrimas en mi piel.

Estaba lloviendo.

O yo llorando.

 

 

Last moment: y Febrero terminó...

 

 

Llegué mojado a la compañía.

En plena reunión con mis ojos rojos y mis labios rotos.

Estaban hasta el cuerno de mi comportamiento, dejar al productor sin avisar, dejar a todo el staff contratado para ese día, gritos y gritos... la portada del single mirándome, y las "no me olvides" tan tontas en mi rostro y las letras que decían Kuroyume... y Hitoki con los ojos desbordados, asustados...

Me descontrolé.

La mesa se volteó a un lado y los cafés calientes se destrozaron.

Mi voz gritando contra todos, solo por ella.

¡¡Por qué la violencia!!

¡¡¿Por qué era mujer?!! ¡¡Por eso, era una mierda!!

¡Por qué  se dejaría maltratar, por qué ella no podía apoyarse en nadie, por qué no podía salir a flote y volar y desaparecer de...!

-¡¡Kiyoharu-kun, cójanlo!!

Tomé hojas, lápices y corrí.

Me atraparon en el intento. Pataleé, mis ojos ardían pero no lloré, ¡no les daría el gusto, no así!

Pero Hitoki me empujó dentro del cuarto de baño en el momento justo en que tres asistentes del staff se acercaban con miedo para detenerme. Desde suelo en donde las losetas parecían brillar, lo vi temblar apoyado en la puerta... apretar los puños y no saber qué hacer, mientras afuera todos nos maldecían.

Porque estábamos malditos... lo supimos desde que nacimos.

Desde que comprendimos lo que nos hacía diferentes estuvimos condenados... jóvenes y desgraciados...  Mordí mis labios... lo lamentaba, lamentaba no poder ser más fuerte y valiente...  de qué me mofaba, de qué, ¡de la mierda de vida que tenía! ... supe que estaba vacío cuando vi los golpes en su cara...  yo no tenía poder, no lo poseía ni para envalentonarme con los que día a día me mangoneaban diciéndome cómo componer.

-¡¡Llamaremos a la policía, a una clínica, necesita medicación!!

Hitoki sin saber qué hacer.

Temí que fuese el fin, después de todo...  yo era más extremista que él, a quién todo parecía irle en calma y sin contratiempos. Siempre era yo el que le traía problemas, entonces... 

Entonces él se agachó sin verme.

Cerca a mi oído lo escuché susurrar.

-Pensaré en algo... 

Atolondrado, loco... mi lengua le habló con una voz que no era la mía... 

-Solo dame una hora, solo una hora - dije desesperadamente - solo una hora y les daré lo que quieren, no puedo darle esa basura a ella... 

-Kiyo...

La puerta retumbando.

Lo siento por dejarte de nuevo el trabajo sucio...  no soy así... lo sabes, pero solo un poco más Hitoki...  hay un motivo que me duele...  Mis ojos desorbitados, nuestros ojos desgraciados se miraron...  sabía que lo sentía.

-Llamaré a Masahide, dime algo, ¡tienes que decirme algo! - me tomó de los hombros violentamente - ¡di algo!

Lo vi claro.

-Yasashii Higeki... - los ojos de Hitoki se agrandaron - rosa, negro...  rápido, contraparte... Febrero... 

-¡Vale! Retrasaré todo, ¡lo haré!

Un golpe más a la puerta, Hitoki se separó de mí y tomando una bocanada de aire la abrió y se escabulló luego de echar el seguro por dentro y tirar la llave a mi lado. Los gritos se volvieron insaciables a su demanda.

-¡Stop a la producción!

Locos, gritaban locos... ya habían empezado a reproducir.

Pero la voz de mi manager hizo que... 

-Eso no es cierto. La producción en masa iniciará mañana, llamaré de inmediato.

Sonreí.

Cerré los ojos y los sonidos dejaron de elevarse. Estaba de nuevo dentro de mí, pero ésta vez, el escenario lo pondría yo... ya no tú.

En un cuarto blanco...

Recordé nuestra historia...

Sweet irony... 

Tú lo eres más que nadie en el mundo.

En mi tardanza, en tu tardanza...  Siendo egoístas en nuestro modo de ser, aún así, yo solo pude asentir en silencio viendo tu dolor camuflado.

Oh, fue por casualidad que se acercaron el uno al otro.

El destino nos la jugó así. Sin consultarnos siquiera, como siempre actúa egoístamente, que más da enlazar a dos autodestructivos...

Oh, nuestra respiración, es el blanco invierno.

Cuando Febrero empezó lo noté con claridad, si nuestros ojos no pueden unirse en el cielo, nuestras respiraciones sí y formar sueños de niebla como nuestras vidas.

Oh, mientras tanto, el tiempo corre en nuestra contra.

Desde el principio lo supe, que no serías mía. Porque había algo atándote cruelmente aún cuando tus trajes mostraban lo contrario. Sin embargo... dime tus excusas, un rostro feliz...  un rostro asustado... un rostro golpeado...  quiero oírlas todas, con tu mudo lenguaje.

Ésta última melodía, para tus ojos, no es mas que una tragedia demasiado suave...
Una dulce ironía, en mis ojos se refleja una comedia demasiado triste.

El tonto arlequín que busca hacer llorar de risa a la princesa, ha perdido... No ha sabido alegrarla a ella que estaba tan sola y confundida.  

¿Es que acaso solo sirvo para cantar?

Qué mierda de ironía para mí...

Que dulce ironía para ti... 

No puedo alcanzarte, ya que Febrero solo nos dio sus veintiocho días para vernos...  ¿me bastará solo eso?

No puedo llorar porque no sé tu nombre... 

Ni siquiera puedo gritarle al viento que me gustas... 

Nunca sabrás tampoco si soy yo el que te mira... 

¡Qué ironía!

Yo no quería una dulce ironía... no la quería.  

Tan solo tener prolongar más este Febrero...  

Pero el tiempo ha vuelto a correr en contra nuestra.

Cierro la página, por el momento, cuando vienen a rescatarme. Sus sonrisas cansadas me dicen que han logrado postergar todo por unas horas. Solo me toca a mí darles lo que quiero...  

Y eso haré.

Si con mis manos no puedo intentar salvarte, entonces lo haré con mi voz, porque quieras o no, la escuchaste gritando por ti.

-Me gusta, me gusta... - Masahide no cesa de leer la letra una y otra vez - esto sí es Kuroyume....

-¿Hitoki también piensa lo mismo? - miro a todos lados - dónde está él.

-Comiendo, iba a estallar de ansiedad, lo hubieses visto, se sentó a espaldas de la puerta del baño y se negó a levantarse, se quedó ahí por tres horas seguidas pelándose de frío...  porque habían llamado a esos tipos del tópico para que te dieran un calmante, así que se plantó ahí y les dijo que sobre su cadáver pasarían...  Todos nos asustamos mucho, ya sabes que cuando quiere se pone medio tocado y no hay quien le controle, salvo tú, obviamente. Se ha peleado con medio mundo por ti... - sonreí como bobo, ya tendría que compensarlo después - Ahora mismo empezaremos directamente con la melodía, y grabaremos a la par el video promocional, ya les alcanzó Hitoki y tu manager la tendencia del video, mañana estará el escenario, así que hoy sale ésta canción.

-Vale.

-No dormiremos.

Asiento en silencio y veo entrar a mi amigo.

-Hitoki... - viene con un cargamento de comida, y un sixpack de coca cola - oye...

-Traje repuestos, hablamos después Kiyo, ¡hoy no dormimos!

Y no lo hicimos.

La melodía estaba en mi cabeza.

Tan diferente y precisa, que la canción que habíamos creado antes se quedó pequeña frente a esta nueva.

La letra lista... 

Cantada solo para ella... que parece estarlo perdiendo todo...

Con esto espero poder... poder darle algo que haga que ella me mire a los ojos... 

Tiempo record dijeron.

Estaban mofándose de nuestras intenciones, pero fuimos fuertes al imponernos frente a los que dudaban una vez más en nosotros.

No estuvieron seguros al escuchar la canción terminada, sus caras descompuestas me dieron náuseas... quisieron cambiar la introducción y ciertas partes de las lyrics pero no lo permití. Era mi presentación y yo mandaba en la producción, quisieran o no. Por lo que según ellos, darían su veredicto al  ver cuando grabáramos el video promocional.

El estudio estuvo lleno, los colores que pedí...  las luces que acordamos... todo tal cual. Un escenario sencillo, tan solo deseaba que las luces fueran las adecuadas a los momentos críticos de las lyrics. Las tomas se dividieron en esos aspectos, de igual modo los vestuarios, decidí llevar guantes...  ya que me recordaban a ella.

Al iniciar, sentí un agujero en mi estómago y no por la multitud que nos veía como a especimenes a los que llevarían al laboratorio. No.

Sino porque era mi modo de decirle a ella que yo recordaba muy bien toda nuestra historia en medio del park center.  Así que con los ojos cerrados y mi voz descomponiéndose huí de la cámara por un momento, evite mirar al igual como ella hacía conmigo... pero después dejé de lado eso... ya que estaba cantando para ella... solo para ella...  las tomas parecieron eternas... 

Sé que Hitoki también se impregnó de ese sentimiento, lo vi en sus ojos cuando le tocó grabar sus partes y en su seriedad al hacerlo... 

Ambos, cada uno por su lado...  elevamos las manos y agregamos una vida más a nuestro sueño de oscuridad.

En medio de las tinieblas nuestros cuerpos brillaban y se unían con ese dolor que no tiene nombre. Porque mis ojos la buscaron desesperadamente en esa cámara que no dejaba de mirarme... ¿era ella? ¿Estaría ahora esperándome...?  Esperándome hasta el treinta y uno... cuando la primavera ya habría vuelto a nacer.

Coloqué mi alma en la canción y nuestra historia silenciosa...  nuestro secreto.

Al finalizar los aplausos reventaron los globos de dudas.

¡Éxito! Lo tenían pintados en los labios y sus bolsillos se llenaron de expectación.

¡Hipócritas...!  Hasta hacía minutos no creían en nuestro sueño. Kuroyume era algo insólito para ellos, no comprendían nada de nosotros...   

No obstante les sonreí como siempre cuando alabaron el trabajo, no tenía de otra que asentir y no confundirlos más con pensamientos que ellos se cansarían en descifrar.

Pasaron las semanas...  no me aparecí por el park center.

Producción del boocklet... lista de entrevistas, presentaciones en la T.V...  grabaciones en masa del single y del video promocional, previos en la radio, hice todo mi trabajo sin escaparme ni una sola vez, tan puntual que hasta el mismo Hitoki se sorprendió.

Haría todo lo que quisieran, pero el treinta y uno era mío y de nadie más.

Me preparé con entusiasmo y miedo a la vez.

Juntando con días de anticipación una copia del Yasashii Higeki y una cinta del video.

Como un niño de nuevo.

Tan tonto, ¿verdad?

Ese día llovió...

Los árboles de cerezo lloraron también y el camino de siempre se hizo doloroso...

No fuiste.

No te culpé, pero sí a mí.

No quise creer que no volverías más... aun cuando, desde el momento en que te hablé, era lo que seguiría irremediablemente.

Con mi trabajo en las manos me quedé en medio de la lluvia hasta que se hizo de noche y debí partir...  esperanzado aún, volteando como un loco cuando creía ver alguna sombra... 

No supe que más hacer.

Era tuyo desde antes de nacer de mis labios. Yo no debía tenerlo.

Dejé mi regalo para ti en medio de tu banca totalmente húmeda. Sabiendo firmemente  que solo tú podrías reconocerlo.

Al voltear, antes de irme,  miré el papel transparente de celofán ser golpeado por la lluvia. Deseé que tú en cualquier lugar que estuvieses no fueses lastimada.

Caminé por las sombras grises que daban los árboles.

Y empecé a tararear tu canción cantada por mí... como un susurro le decía adiós a Febrero que había hecho que vinieras a mí...

Mi voz se encendió entonces y cante... 

A ella que nunca me miró a los ojos... 

A ella que nunca pronunció palabras...

Han pasado tantos años desde ese día... y desde ese single.

Sonrío tristemente. Era una historia que había olvidado.

He cambiado demasiado ahora, pero en este momento al verlo cantar en la cámara de sonido he recordado esa historia de triste amor.

Mao-kun... Mao-kun es... 

Es alguien difícil de olvidar.

Justamente en este momento, quince años después más o menos... están haciendo un album en honor a mi banda, Hitoki se rió cuando lo supo, yo no... Tan solo levanté los hombros y dije bueno, gracias... y Hitoki siguió riendo en mi cara. Pero algo nos hizo enmudecer... al leer la lista de canciones... 

-Yasashii Higeki, SID...

-Yasashii Higeki...  ¿la cantará tu amigo? , mmm, qué coincidencia ¿no? - Hitoki no agregó más y calló. También sería para él doloroso recordar esos días... después de no tener respuesta de ella, me deprimí severamente...  pero esa es otra historia.

-Al parecer sí...

-Te quedaste cortado... 

-Tú también...

Tomando un café... 

Mis manos pican de ansiedad... como una cita.

-Pareces demente...  vete...

-¿Qué coño estás diciendo Hitoki? ...  demente estarás tú...  - mi amigo bebe una coca cola, ésta imagen se me hace conocida -  no te cansas de beber eso...

-Era mentira eso de que la coca tiene cocaína, ¿no me digas que recién lo sabes? - Hitoki ríe y se la bebe toda -  estás más desactualizado...

-¡Oye! - le grito y bebo mi café.

Permanecemos en silencio y mi mente vuela al estudio de grabación... Mao-kun grabará hoy, según Takashi-san que ahora lo ve y lo sabe todo. Hemos vuelto a contactarlo, ahora que Kuroyume renacerá de nuevo... 

¿Debería ir a ver a Mao-kun?

Muerdo mi uña. Tal vez se vería mal ya que es un album tributo y qué diablos tendría yo que hacer ahí, cuando es como una especie de sorpresa y...  me acerco de nuevo la taza a los labios y me doy cuenta que ya no hay café. Enciendo un cigarrillo entonces... doy una calada, expulso el humo... ¿qué debería hacer?

-Deberías de ir.

-¿Eh? - Hitoki se acerca y me quita el cigarrillo de los labios, lo apaga luego en la tapa rosca de su coca cola - qué tienes...

-Que vayas, pareces enfermo, si tanto quieres verlo vete y velo, ¡odio tener que decirte las cosas, ya tienes cuarenta y cuatro años y sigues con lo mismo!  Y si Mao-kun te deja un cupcake te lo comes ahí mismo, no vayas a fosilizar otro de nuevo.

-¡Qué mierda hablas! - me sonrojo por la risotada que da Hitoki - deja de burlarte, lo del pasado no tiene nada de risible.

-Lo sé. - El semblante de Hitoki cambia drásticamente - Por eso te digo que mejor hagas lo que quieres, el mañana, tal vez, te lo impida...

Una punzada hace que me duela el pecho...

Como un tonto chiquillo me fui corriendo rumbo a Shibuya.

Hitoki tenía razón...  no quiero perder cosas que sé, me son importantes...  como Mao-kun y su infantil forma de ser.

¡Aj, pero qué diablos, esto parece una estupidez!

No me reconozco... 

Es una tontería.

No iré.

Total, no es como si fuese a desaparecer... 

-¿Kiyoharu-kun, dónde estás?

Miro la fachada del estudio mientras tengo a Takashi-san en el móvil.      

-¡¡Tengo tu agenda de hoy, vuelve!!

-Te hablo al rato - le corto.

-¡No me hagas es...!

Demasiado tarde.

Ya lo hice.

Me coloco las gafas oscuras y con paso seguro ingreso.

Se sorprenden al verme. Me señalan el segundo piso, es ahí donde están todos reunidos, le guiño un ojo a la asistente que estaba a punto de llamar por el anexo para anunciarme  y le digo que no lo haga. Les daré una sorpresa, le digo.  Ella sonríe y suspira.

Yo me marcho por el ascensor...  y entonces mis piernas tiemblan... 

Como una estupidez... 

Plancho mi ropa mirándome en la pantalla circular superior que oculta la cámara de seguridad... 

No toco la puerta al llegar, la entreabro y veo a los técnicos concentrados... una cara conocida... Yuya-kun por ahí...  su manager Toshio-san...  alguien me reconoce, está a punto de abrir la boca, cuando mi dedo índice sobre mis labios le indica silencio. El ríe y asiente, abre la puerta y se pone a mi lado, aún en el marco de ella.

-Mao-kun está fantástico, jeje, si hasta parece que fuese una canción de SID, a su manager se le ha caído la mandíbula.

Lo miro en la cámara de grabación...  me resulta curioso... es como verme a mí mismo cuando grabé por primera vez Yasashii Higeki. El pecho reluciente, mi voz sonando con todas las fuerzas que se me permitía, cantando con un motivo oculto en mi corazón.

Mao-kun luce exactamente como yo...  un adulto que es un niño.

Escucho los comentarios del asistente de sonido, pero después su voz se apaga y solo tengo ojos para la persona que canta una de mis canciones...  Los cuatro minutos con treinta y ocho segundos parecen una eternidad cálida y pacífica...

Me siento tonto... 

No quiero, yo... 

-¡Buen trabajo, bravo! - al reaccionar logro ocultarme detrás de la puerta a tiempo.

Observo como todos aplauden tu trabajo, el manager y tu compañero de banda te dan palmaditas en la espalda. Tú luces tímido ya que recibes elogios de más. Tan diferente a cuando las cámaras están tras de ti... ahí, tu personalidad se enciende y las enfrentas sin miedo, envalentonándote con todo... pero si algo sale descontrolado, te conviertes de nuevo en el chiquillo que se sonroja cuando le pido cigarrillos y tantas otras circunstancias que numerarlas ahora sería agotador.

Estoy a punto de entrar cuando te veo venir a la salida apurado, voy hacia la máquina dispensadora de cafés y solo cuando estás de espaldas dirigiéndote al elevador...

-¡Mao-kun! - te llamo fugazmente, muerdo mis labios al ver tu sonrisa y tu cara roja...

Ladeo la cabeza y ajusto mis gafas...  mis ojos vuelan a ver tu cuello... 

-Vaya sorpresa, Kiyoharu-san...  pensé que...  -  enciendo un cigarrillo, tartamudeas, ¿de nuevo nervioso? - bueno que...

Doy una calada, una línea de humo blanco nubla tu visión, me adelanto para salvarte.

-En realidad no iba a venir - miento, carajo miento y no sé por qué -  pero me pasé un rato, ¿ya grabaste? - miro a un lado, despreocupado... pero mis dedos húmedos me delatan, mas tú, ni siquiera puedes saberlo.  

-Em, sí, ya lo hice - mi pregunta es tonta...

Miro al suelo, veo tus zapatillas negras... una excusa... ¡tengo una excusa para que los dos...!

-Ya veo....  ¿ya sales? Que tal si vam... - mas mi boca es interrumpida por tu voz apresurada y extraña.

-En realidad tengo asuntos pendientes, me disculparás, pero yo te llamaré, jeje... cuídate.

Y te vas... 

Desapareces por el elevador y solo reacciono cuando el filtro me quema las yemas del índice y el pulgar.

-Pero quién se ha creído...  - pateo a un lado... 

¿Enfadado?

¡¡Obvio que sí!! Tengo asuntos más primordiales y al solo verme él se larga dejándome con una disculpa idiota, ¡¿qué asuntos puede tener?! ¡¿Qué asuntos más importantes que pasar el rato conmigo?! ¡No le doy mi tiempo a cualquiera!

-¡Oh, Kiyoharu-san, buenos días!

-¡Qué, qué quieres, no ves que no estoy de humor... maldita sea!

Bajo por escaleras, pero es una...  cuando mis ojos dan con Yuya-kun en la recepción...

-¡Eh, Yuya-kun!

Lo veo asombrarse y bajar la cabeza en modo de saludo.

-Kiyoharu-san, cómo le va, jeje... no se supone que no debería estar por aquí...

-Así parece - busco la cajetilla en mi bolso - qué acaso tienes algo qué ocultar.

-¡Claro que no! - el tipo ríe, toso un poco, vale, él no tiene la culpa.

-Olvídalo, sabes dónde está Mao-kun - enciendo el cigarrillo.

-¿Mao-chan? Mmm, pues nop...  ya se fue, creo... ni me esperó.

-Ya veo - te ofrezco uno para que fumes conmigo - tienes con qué encenderlo.

-Ah sí, jeje... em, ya me voy.

-Parece que todo el mundo está muy apuradito por aquí...  - estoy irritándome - de repente el sonido del móvil se activa.

Una ráfaga de luz parece cambiar mi estado, miro la pantalla y veo el nombre de mi manager. Ni hablar...

-Dime - miro a Yuya-kun mientras tanto - no puedo ir ahora...

-¡Yuya-kun te dije que no te fueras, solo Mao-kun tiene permiso! - volteo escuchando la reprimenda de Takashi-san por el móvil - oh, Kiyoharu-san, buenos días.

-Espera un momento - le corto al mi manager - buenas Toshio-san, Mao-kun ya no se encuentra...

-Tuviste mala suerte, se acaba de ir de viaje, jajaja, ya sabes ese muchacho es un atolondrado...

-¡TOSHIO-SAAAN! - miro a Yuya-kun... ¡bingo! Con qué se fue de viaje.

-Y a dónde se fue... -pregunto.

-Pues a dónde más, jajaja a... - Yuya-kun se lanza sobre su manager y le cierra la boca.

-¿Que es lo qué...? - le hago una señal para que me espere, mientras intento calmar a Takashi-san miro como Yuya se desvive por callar a su manager...

Así que Mao-kun no quiere que nadie sepa dónde está...

No puedo informarme más ya que Yuya-kun prácticamente se fugo con Toshio-san.

Aún tengo en la línea a Takashi-san que parlotea sin cesar. No me queda de otra en este momento...

-¡Kiyoharu-kuuun!

-Deje de gritarme, y ahora si no quiere que me fugue averigüe de inmediato a dónde ha ido Mao-kun, lo único que sé es que se fue de viaje.

-¿Mao-kun? De qué estás hablando... oh, no, no me la vas a hacer de nuevoooo, ni hablar Kiyoharu-kun, ni hablaar, no voy a caer en tu juego.

-Pues bien. Me largo - me mordí la lengua - da igual el lugar, cancela la agenda de estas dos semanas. Adiós.

-¡Kiyo...!

Corté.

Al instante recibí la llamada de Hitoki.

Takashi-san estaba en crisis y todo por mi culpa, mi amigo ríe y dice que también quiere vacaciones porque nuestro single le está sacando canas verdes, le digo que se tome su tiempo y se fugue igual. Me dice que llamara luego, pero a quien recibo en su lugar es a otra persona.

-Habla Takashi-san...

-Ok, qué desea, estoy ocupado ahora - miento - le llamo luego...

-¡No!... ya sé en dónde está Mao-kun.

Sonreí al techo.

Doy una calada.

Aunque te escondas en el fin del mundo yo te encontraré Mao-kun...  río, pero después me detengo al ver mi cara de desquiciado en el espejo de la recepción.

Sin embargo no todo resultó tan fácil como me lo esperaba. Takashi-san me dijo dónde estaba, la localidad, incluso la hora de su embarque, hasta la ropa y maletines con los que se fue, pero se negó a darme la dirección, alegando que aún no la conseguía, ya que no era la de sus padres, sino de otro familiar y eso requeriría dos días más.

No insistí, ya que sabía que eran sus artimañas para hacerme cumplir por lo menos tres días de agenda y después soltarme cuando viese que podría salvar su pellejo. Hay que reconocer que la edad y la experiencia le han enseñado como tratar a Kuroyume. Sin embargo los días se fueron en un abrir y cerrar de ojos, aquello me dio tiempo también para comprar ropa y ver todo lo relacionado al viaje.

-Se vería mal que te desaparecieras como un loco.

Sí, eso decía Takashi-san al borde la histeria cuando tachaba los compromisos que ya habíamos cumplido y ordenaba los que no.

-Solo fúgate. Si quieres te cubro.

Sí, eso era lo que decía Hitoki todo el tiempo y hacía que a Takashi-san se le pusieran los pelos de punta.

Pero al cuarto día le di la razón a Hitoki y me largué.

Husmeé, o mejor dicho le hice husmear a Hitoki en la agenda del manager y encontramos la dirección en la que se estaba alojando Mao-kun.

Tomé las dos maletas gigantes, mi bolso...  y me fui.

Aunque ahora, parado frente a un portón de madera gigante, siento que ha sido una estupidez venir detrás de él.

¿No es tonto o desesperado?

Río al recordar que ya no tengo veinte años...  entonces, ¿por qué lo he hecho?

Aprieto con fuerza el bolso de mano.

-El mañana tal vez ya no pueda ser.

Las palabras de mi amigo se prenden en mi cabeza. ¡Maldito Hitoki!

Sin pensarlo elevo mi mano y sostengo el botón del timbre con fuerza... una vez más y otra más...  tres serán suficientes...  Pero si no es Mao-kun quien atiende, entonces me iré.

Espero un momento...  ¿acaso no habrá nadie dentro?

Hago una mueca. Es fastidioso estar parado en un lugar así como idiota y...  en el momento justo en que estaba por dar media vuelta, escucho el sonido de la cerradura girando. Acomodo mis lentes...  mi garganta está seca, pero al ver tu cara despreocupada, tu cabello trenzado como el de una niña pequeña...

Río antes de que me veas, lo suelto con furia por hacerme esperar.

-Demonios, no me digas que estás en plena orgía homo allá dentro...

-¡Mierda! - río al escucharte, te empujo a un costado sin lastimarte y entro a la gran casa.

Un patio enorme y un poco descuidado me da la bienvenida.

-Permiso...  - digo en voz alta, giro a verte y  tu boca abierta da risa - eh, trae mis cosas.

-¡¡¿Ah?!!

-Que jales mis maletas - termino la frase y te oigo gritar y suspirar después.

De repente un par de niñas salen corriendo con cupcakes en sus manos, sus caras llenas de azúcar me hacen recordar...

-Tío Maonyaaan, mami preparó cupcakeeees.

-Tío Maonyan, quién es ese señor...

Volteo y miro a Mao-kun, ¿tío Maonyan?

-Solo un amigo niñas, váyanse a jugar.

-¡Pero estabas jugando con nosotras! ¡No es justo!

-Jajaja, ¿tú estabas jugando con ellas...?  - me burlo.

-Ah... Kiyoharu-san...  ¿quieres un cupcake?

Me sonrojo sin saber por qué... ¡mierda nooo!

-Y si Mao-kun te deja un cupcake te lo comes ahí mismo, no vayas a fosilizar otro de nuevo.

¡Maldito Hitoki!

 

 

Fin del Type B

 

 

 

Notas finales:

 

El capi iba a ser en extremo largo, así que haré un epílogo.

Ne, ya se que está pareja no es nada comercial... pero bueno me gusta así, por lo que le haré un epilogo para la próxima vez que suba el capi.

Está vez le toco a Kiyoharu-san ser la voz principal y fue complicado, ya que tuve que separar a un Kiyoharu de veinte años y otro del doble de edad que siente cosas que no debería sentir a su edad.

Traté de enlazar ambas historias con un solo tema como el de la violencia física, el capi anterior, en donde Mao-kun era víctima de bulling y el de ahora en donde la mujer de la cual se encantó Kiyoharu era maltratada de igual forma.

Busqué que la canción intentase salvar a personas... sin saberlo Kiyoharu-san, en un mundo distinto al de él estaba Mao-kun sufriendo un tipo de violencia que es muy común en todas partes, aunque sea lamentable decirlo. Y a veces un mensaje inconciente puede ser captado por otros y provocar calma... 

Bueno espero que me lean la próxima vez con la última parte de esta historia. Que ahora no estoy muy segura... haha, pero bueno se hará algo.

Nos vemos en Promesas inevitables y por aquí en Yasashii higeki.

 

Manabuu 

 


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