Estoy en la entrada de tu mansión, no sé si tocar o irme, han pasado 6 años desde que me fui, tu intentaste detenerme pero aun así me fui, en busca de un sueño que realice; convertirme en un gran artista del dibujo, pero no me llenaba como lo hacías tu, por ello regrese a tu lado, solo espero que puedas perdonarme.
Decidido toco tu timbre, la puerta se abre automáticamente, entro con duda y parsimonia, paso por el recibidor, todo luce oscuro, pulcro con aires de tristeza y soledad, que le paso a este lugar era tan bello, iluminado, tan lleno de vida.
Me acerco a la estancia, es en donde te encuentras, sosteniendo un vaso con whisky, sé que es tu bebida favorita, te encontrabas sentado en un bello sillón mirando hacia la chimenea, la cual era lo único en ese lugar que emitía calor, me empiezo a acertar lentamente, tu voz me detiene de inmediato.
- ¿Qué haces aquí?-. Me preguntaste con fuerza, te pusiste de pie, en tus ojos azules se veía molestia.
- Vine a verte-. Respondí calmadamente.
- Viniste a verme después de 6 largos años, me siento alagado-. Respondiste con burla.
- No te burles, se que cometí un gran error al irme, no vine para pedirte perdón-. Te dije con algo de orgullo, que es innecesario, manteniendo un poco la distancia. Tú te acercaste.
- Entonces, ¿A qué viniste, a burlarte de mí?-. Me dijiste, ahí fue cuando note que tus bellos ojos azules perdieron brillo, tu cabellera rubia, se veía opaca y la sonrisa de la cual me enamore se había esfumado.
- No, Alfred. No digas eso. Yo te quiero mucho-. Te dije con suma honestidad.
- ¿Me quieres? Eso es mentira, si de verdad me quisieras no te hubieras ido-. Me contestaste, mientras me sujetabas un brazo para acércame a ti.
- Me fui para ser alguien mejor para ti, quería completar mi sueño-. Te respondí.
- No tenías nada que cambiar, eras perfecto, sigues siendo perfecto-. Dijiste, mientras comenzabas a llorar.
- Alfred, no llores. Y no soy perfecto si lo fuera, no te hubiera dejado, solo soy un egoísta-. Dije sin poder evitarlo, comencé a sollozar.
- Kiku, perdóname, es que tenerte lejos de mí, me ha vuelto muy iracundo, soberbio, me hacías falta, no, me sigues haciendo falta. Intente sustituirte con otras personas, pero no son tu, eres único-. Diciendo esto empezaste a abrazarme y acariciar mi cabello.
- No, Alfred, no merezco tu amor-. Sigo diciendo, intentando dejar de llorar.
- Kiku, perdóname por odiarte, también por amarte, soy un egoísta, me olvide de tus sueños-. Me dijiste, ahí me di cuento lo mucho que me hiciste falta y el por qué regrese.
- Fui un tonto, tienes todo el derecho en odiarme, se que ha pasado mucho tiempo, no tengo la decencia de seguir aquí-. Intento huir de tus brazos, pero tú me abrazas con más fuerza.
- No, Kiku, no te vuelvas a ir, no puedo evitarlo, te amo-. Me dijiste en eso aflojaste tu agarre para verme a la cara, tus ojos empiezan a volver a su brillo.
- ¿Todavía me amas?-. Pregunte.
- Absolutamente-. Respondiste, mientras tomabas mi rostro y me besaste con ternura, respondí el beso, era el primero desde hace tanto tiempo.
- Tus labios siguen igual de suaves-. Me comentaste con dulzura.
- Y los tuyos siguen con el sabor de whiskey, ese que tanto me encanta-. Te dije y nos volvimos a besar pero ahora con mayor pasión.
Mientras no besábamos, me fuiste depositando en el suelo, pero no estaba frio, la alfombra me protegía de esa sensación, tú te quitabas tu chaqueta de cuero café, esa con la que te ves irresistible, volvieras a posicionarte sobre mí para quitarme mi abrigo, a desabrocharme mi camisa, comienzas a besar mi pecho, mi cuello, no puedo evitar soltar suaves gemidos, comienzas a quitarte el resto de la ropa, te quedas únicamente en bóxers, esos de estrellas rojas y azules, tu piel sigue siendo igual de blanca.
Me quitas los pantalones, el bóxer, quedo totalmente desnudo ante ti, tu sonríes como solo tú puedes hacerlo, te agachas hacia mi miembro y lo succionas con hambre y lujuria, no puedo evitar gemir y a las pocas chupadas se encuentra duro, lo muerdes en la cabeza y acabo en boca, tú te tragas toda mi esencia, te relames los labios.
Llevas a mis labios dos de tus dedos, los cuales comienzo a lamer, cuando están listos, los llevas a mi entraba y los introduces, haciéndome retorcer de placer. Cuando ves mi entrada lista, sacas tus dedos e introduces tu miembro en mí, me comentas lo apretado que sigo siendo, yo me limito a sonreír, comienzas a embestir primero lentamente y pausadamente, cuando llegar a ese punto en especial, mi espalda se alza del piso, ahí comienzas a acelerar el paso, después de varias estocadas, nos venimos juntos, tú en mí y yo sobre nuestros vientres.
Sales de mi cuerpo y nos cubres con tu chamarra, me abrazas por mi cintura, yo mientras me acurruco en tu pecho, besas mi cabeza.
- Te extrañe, mi Kiku-. Me dices con amor y cariño.
- Yo también, te extrañe-. Respondí.
- Ahora estaremos juntos para siempre-. Me dices.
- Si, solo estaremos, tu y yo-. Digo para descansar en ti.
Nos quedamos dormimos es ese mismo lugar, nunca volveré a irme. Te amo tanto, Alfred, mi Alfred.