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Ser un gato vagabundo por Mariohn

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Notas del capitulo:

Declaimer: Naruto © Masahi Kishimoto.

Revizado por Natzabel

Dedicado a Ivar, para que veas que el lado ghei de la vida no es malo ;) -así con las que intentan volver gays a la fuerza a sus amigos-


Breves aclaraciones:

Los arcos argumentales en este fanfic, serán las historias entre capítulos narradas por otros personajes.

A diferencia del relleno (presiento que la mayoría lo relacionará con este) si tienen importancia dentro del universo de Ser un gato vagabundo, puesto que nos ayudará a entender las acciones de muchos personajes.

Arco argumental IV

Iruka Umino.

 

 

Se despertó abruptamente enderezándose, dándose un cabezazo contra el respaldo de la cama. Gimió debido al dolor, llevando una mano hacia la zona adolorida.

 

Intentó controlar su respiración, tratando de no alarmar a su compañero. Su cuerpo temblaba aún y su corazón palpitaba desbocado.

 

Sintió un mal sabor de boca que no ayudó a calmar sus instintos, aquellos que le decían que debía relajarse y no preocuparse por tonterías.

 

Iruka intentó poner su mente en blanco, dándose por vencido a los minutos. Suspiró sintiéndose incompetente.

 

<No debo hacer ruido> su mente gritaba. Pero el ligero movimiento a su costado frustró sus planes.

 

–¿Estás bien? –escuchó. Iruka bajó el rostro hacia un somnoliento Kakashi, quien se restregó su ojo visible con pereza. Iruka intentó esbozar una sonrisa.

 

–No te preocupes –murmuró mirando hacia el frente, intentando tranquilizarse por segunda vez.

 

–¿Estás bien? –volvió a preguntar el peliblanco, también enderezándose y obligando al castaño a mirarle. Iruka intentó controlar su expresión sin éxito. –¿Pasó algo?–

 

–Un mal sueño… nada más…–insistió el otro besando levemente los labios del jounin, cerrando los ojos y colocando la cabeza en su cuello. –Perdón por despertarte–

 

Sintió la mirada preocupada del otro, sin embargo Kakashi no dijo nada y lo arrastró con él a la cama, atrayéndole hacia su pecho y tapándolos con las cobijas.

 

Iruka cerró los ojos, abrasando firmemente el otro cuerpo mientras intentaba auto convencerse que sólo era producto de su imaginación, y no necesariamente porque algo malo hubiese sucedido.

 

Pero su instinto no lo engañaba.

 

Volvió a despertar gracias al reloj. Sintió el gruñido de su compañero, y el estruendo del aparato al caer al piso. Suspiró, intentando deshacerse del abrazo del copy-nin.

 

–Kakashi, tengo trabajo –Insistió. Sonrió de lado al ver como el ninja, como un niño pequeño se desprendía del apretado abrazo casi haciendo un puchero. Iruka besó su frente antes de levantarse de la cama y caminar hacia el baño.

 

Se miró en el espejo, notando su extrema palidez. Volvió a suspirar.

 

Su mal presentimiento no se había ido.

 

Se vistió rápidamente caminando hacia la cocina, intentando distraer su mente con el desayuno. Aún podía recordar aquel espantoso sueño.

 

–Me estoy volviendo paranoico…–murmuró para sí mismo.

 

Iruka era un Chunin. Sabía que lo era por decisión propia, y honestamente no tenía la intención de avanzar más en su carrera ninja. Adoraba ser profesor, y a pesar de lo tedioso, su trabajo en la torre Hokage tampoco estaba nada de mal.

 

¿Lo malo? No poder hacer más que esperar a que las malas noticias llegasen a él.

 

Iruka entendía que eran ninjas. Y que por ende, sus vidas iban de un extremo al otro. Lo había experimentado de primera mano con sus padres, y diariamente veía como sus conocidos despedían a gente importante para ellos.

 

Aún así no tenían otra opción, que sonreír a lo que les deparase el destino rogando porque la vida no le arrebatase a alguien importante para ellos.

 

Eran en esos momentos cuando el maestro se preguntaba que hubiera sido de sus días alejados de su aldea. Iruka era fiel a Konoha como cualquier ninja, y sabía que era cosa de la profesión que habían elegido. Pero eso no le hizo olvidar la de veces que la gente a la que él quería, estuviese a un pie de la muerte.

 

–Tsk…–

 

–¿Iruka-sensei? –Iruka salió de sus pensamientos para observar a uno de los ninken. Iruka alzó una ceja curioso.

 

–¿Si pakkun-san?– El perro lo miró de arriba hacia abajo con ojo crítico. Iruka lo observó en silencio.

 

–Te ves raro… ¿el cachorro hizo algo? –

 

Iruka sonrió negando con la cabeza –Un mal sueño– le respondió mordiendo su tostada. El ninken asintió quedándose en su lugar, aún mirándolo. –¿Sucede algo? –Preguntó el maestro. Akino se acercó también a la mesita de la cocina mirando al maestro.

 

–Es que se nos acabó el Shampoo– Respondió el otro Ninken con simpleza. El maestro asintió.

 

–¿Y puedes traernos esas galletas de la otra vez? ¡Estaban exquisitas!–

 

–¡Yo también las quiero!–

 

–¡Y yo!–

 

–¡Yo quiero filete para la cena!–

 

Iruka emitió una carcajada al verlos hablar a la vez. Pero les asintió recogiendo el desayuno, dejando el de Kakashi encima de la mesa, acercándose al sr. Ukki para darle un poco de agua y sacando la leche del frigorífico.

 

–¿Y Dobe-chan? –Preguntó haciendo una mueca. Aún no entendía como esos chicos podían ponerles un nombre tan ofensivo a unos pobres gatos que no tenían la culpa de tener la personalidad del dueño contrario.

 

–Salió a ver a su novio –Dijo Akino lamiéndose una pata– Dice que tiene que cuidarlo de otro gato–

 

Iruka alzó una ceja. Aún no podía entender cómo demonios un gato pudo llevarse tan bien con los ninken de Kakashi, contrario a todas sus expectativas.

 

Cuando a medio mes de la partida de Sasuke, Kakashi tuvo la ocurrencia que ya era tiempo de dar un nuevo paso, e irse a vivir juntos Iruka no cabía en la sorpresa. Y claro, el ninja estaba tan feliz como su pareja, pero la felicidad se vio opacada cuando observaron entrar al rubio gato por la ventana.

 

<¿Qué podían hacer con Dobe?> Era lo que el maestro se había preguntado.

 

Llevémoslo, para que se conozcan –Había Insistido el peliblanco. En respuesta, el maestro le había mirado como si se hubiera vuelto loco –Piénsalo Iruka. Ya has ido tu a mi casa y no te han hecho nada, además, son perros ninja entrenados

 

El maestro no estaba nada convencido, sin embargo no pudo hacer otra cosa.

 

Y se habían sorprendido mucho con el resultado. Apenas el maestro puso un pie dentro de la propiedad con el gato en sus brazos, los ninken se acercaron a él.

 

Kakashi lo miró calmado, sin embargo Iruka no podía sentir lo mismo. ¿Y si los atacaban?.

 

Pero para la sorpresa del maestro, Guruko se había acercado al gato en los temblorosos brazos de Iruka, olfateándolo un instante.

 

Iruka pensó que el animal iba a escapar, sin embargo el gato se quedó quieto y apenas y lanzado un maullido.

 

–Soy Guruko –dijo el perro. El gato lo observó curioso un momento, para hacer un leve maullido. Iruka observó atónito, como el otro perro asentía –Yo también tengo hambre. Pero Iruka-sensei nos hará carne–

 

Y él se había quedado en shock ¿le podían entender?

 

Después de esto no habían tenido grandes problemas. Afortunadamente para todos, el gato se había vuelto uno más de la familia, al igual que “Teme” el gato de Naruto.

 

–¿Novio? –Preguntó el maestro saliendo de sus pensamientos y echando leche en el pocillo de plástico. A juzgar por la cara del animal, Iruka podría jurar haberle visto sonreír.

 

–El no lo acepta, pero se nota –

 

Iruka volvió a suspirar.

 

Igual de tontos que ellos…–susurró el maestro. Tomó su bolso despidiéndose de los ninken y saliendo de la casa rumbo a su trabajo.

 

Ahora que estaba solo, el maestro pudo sentir todo el peso de su paranoia. Algo iba mal, o al menos tenía esa sensación.

 

Iruka sabía que los malos presentimientos que él sentía no eran porque si.

 

Ya en la academia, Iruka no pudo dejar de darle vuelta al tema.

 

Lo primero que se le vino en la cabeza fue Kakashi. Se sintió abrumado por la perspectiva de perderlo. A él y a los ninken, que ya formaban parte de su familia. Pero volvió a la realidad recordando que hacía apenas dos días que el jounin había vuelto de una misión S, por lo que le habían dado casi dos semanas de vacaciones. Y los presentimientos de Iruka no eran de tan larga duración…

 

Porque Umino Iruka pocas veces se equivocaba. La primera vez que este “don” se manifestó, fue un poco antes de la muerte de sus padres. Aún podía recordar el horrible sueño que había tenido, y que le había perseguido durante días. Y con horror comprobó la veracidad de este, cuando sus padres habían fallecido ante el ataque del kyuubi.

 

Pero Iruka no lo había creído hasta tiempo después.

 

Años después había seguido teniendo esa clase de sueños, que desencadenaban la partida de algún conocido, o alguien cercano a sus conocidos.

 

Y fue ahí cuando Iruka admitió que algo estaba mal.

 

Muchas personas le habían preguntado al maestro por su paciencia anormal y su habilidad para calmar o consolar a cualquier persona. Iruka nunca le había dicho a nadie que era parte de la culpa por intuir que algo malo pasaría. Y tampoco era algo como para contarlo en una conversación.

 

–¡Yo! –Iruka alzó la cabeza mientras el timbre hacía eco en sus cabezas. Se le iluminó el rostro al ver a su pareja sonriéndole animado desde la puerta. El maestro se levantó y caminó hacia el Jounin.

 

–¿Paso algo? –Preguntó curioso. Kakashi negó con la cabeza señalando el bento.

 

–Lo olvidaste en casa–

 

Iruka se rascó la cicatriz nervioso haciendo una risa tonta, e invitando al jounin a almorzar con él. Kakashi aceptó con excesivo entusiasmo, cosa que extrañó al chunin.

 

Se sentaron en el comedor de profesores alejados del resto.

 

–¿Por qué estás aquí? –pregunto el maestro cuando observó que nadie se les acercaba. Kakashi esforzó una sonrisa.

 

–Vine a dejarte el bento –

 

–Kakashi…–

 

El jounin suspiró.

 

–Naruto me persiguió toda la mañana– Admitió.

 

–Oh mi… ¿de nuevo? –Kakashi asintió.

 

–Pero también traje tu bento… después de perderlo–

 

Iruka suspiró exasperado. Ya hacía más de un mes que Sasuke se había marchado de la aldea. Y exactamente hacían 10 días que Naruto perseguía a su novio por toda la aldea, rogándole que le ayudara con Tsunade.

 

O mejor dicho, rogándole por la autorización que la Hokage en un movimiento angustiosamente inteligente, había dejado en manos del jounin.

 

Y por supuesto que en cuanto el rubio con una sonrisa de oreja a oreja le había comunicado la noticia al copy-nin, este no había dudado ningún segundo en correr a la torre Hokage, así lo había corroborado él mismo, observándolo ese día pasar a su lado sin siquiera mirarle.

 

Y por la cara de cansancio que pudo ver horas más tarde, sin mencionar los moretones en los brazos y en la espalda Iruka supo, que los problemas se les venían encima.

 

¡Y claro que tenía razón! No había día que el rubio no se parase en la puerta de la casa Hatake, decidido a casi cualquier cosa con tal de recibir la autorización tan anhelada.

 

¡Kakashi! ¡Quiero ir a buscar a Sasuke dattebayooo! –Gritaba cada día. E Iruka tuvo que admitir que la imaginación de Naruto no tenía límites. Se había ofrecido a ayudar en la casa, pasear los ninken, ¡E incluso dejar el ramen! ¡El ramen! ¡La droga personal del rubio! Iruka no lo podía creer cuando esas palabras salieron de la boca del copy-nin. ¿Y aún Naruto seguía pensando que el afecto hacia el azabache era solo de amigos?

 

Y por supuesto, Naruto no había nombrado a la pelirosa ni una sola vez.

 

El chunin conocía a su pareja lo bastante bien para detectar cuando tenía un problema, y sabía que el nivel de estrés de Kakashi aumentaba cada día. Agradeció internamente el que Naruto no le volviese a insistir a él ayuda con el peliblanco.

 

Lo siento Naruto, pero tú tienes que hablarlo con él– Fue lo único que el maestro le había respondido al rubio, y aparentemente había funcionado. Cosas de Naruto y su sentido de familia, supuso.

 

Almorzaron tranquilamente. Kakashi se veía más relajado, relajo que se terminó al escuchar los pasos provenientes del pasillo, y una voz inconfundible.

 

Kakashi hizo ademán de levantarse, pero Iruka lo detuvo.

 

–Tengo una idea –Soltó de la nada. Kakashi lo miró curioso, pero asintió volviéndose a sentar.

 

–¡Aquí estabas Kakashi-sensei! –Gritó el rubio entrando al comedor dando grandes zancadas. Un maestro lo miró mal, pero Naruto lo ignoró –¡Me dejaste esperándote en la entrada de tu casa más de una hora dattebayo!–

 

–Tenía ganas de perderme en el sendero de la vida –Añadió el copy-nin con simpleza, guardando la caja del bento.

 

–¡Eso no me lo creo ni yo! ¡Ahora vas a darme la autorización! ¡O no respondo dattebayo! –Amenazó levantando el puño. Kakashi suspiró.

 

–Y yo te dije que no. ¿Acaso piensas dejar a Sakura sola?–

 

Naruto cerró la boca de golpe, como si lo meditara un momento. Iruka, como optimista que era, pensó por un momento que entraría en razón –¡Solo hasta que traiga al teme de vuelta!– Dándose cuenta de su error al instante.

 

–¿Y si cuando vuelves ella te deja por otro?–

 

–¡¡¡¡No me casaré hasta ver al bastardo de Sasuke en mi boda datebayoooo!!!!–

 

<Como la novia> se atrevió a pensar el maestro. Miró a Kakashi quien con toda la calma que aparentaba, intentaba por centésima vez hacer que Naruto entrara en cordura.

 

Ni siquiera él sería tan optimista.

 

–¡Haré trisas tu Icha Icha dattebayo!–

 

–Naruto –Añadió el maestro al ver el aura negra de su novio. El rubio dejó de alegarle al jounin para prestarle total atención a él –¿Y si tú mismo le preguntas a Sasuke?–

 

–¿Qué? ¡¿Cómo?! –Preguntaron los dos hombres al unísono. Iruka contó hasta 5 antes de volver a hablar.

 

–Escríbele una carta –Respondió como si ambos fueran alumnos. Iruka vio la expresión iluminada de su pareja. Reprimió una sonrisa antes de volver a hablar –Dile a Sasuke de tu intención por verl… por que asista a tu boda y que lo irás a buscar. Si él está de acuerdo Kakashi no tendrá ningún inconveniente con dejarte ir ¿cierto?–

 

–Por supuesto –Añadió el otro ninja, casi sonando desesperado.

 

Iruka intercambió una leve mirada con Kakashi, mientras que Naruto celebraba su supuesta victoria, agradeciéndole a gritos y saliendo veloz por un lápiz y un papel para comenzar a escribirle.

 

Ambos negaron con la cabeza. Sabían que Sasuke no daría su brazo a torcer y menos querría a Naruto cerca, no después de todos los problemas para poner tierra de por medio entre ambos.

 

–Me salvaste de esta –Añadió el ninja sonriéndole. Iruka se encogió de hombros.

 

–Al menos estarás tranquilo unos días –Respondió abrazándole. Kakashi le correspondió el abrazo suspirando en su cuello.

 

–¿No puedes pedir vacaciones para que huyamos a unas termas? –Insinuó después de unos momentos. Iruka soltó una carcajada alegre mientras negaba con la cabeza.

 

Después de despedirse de su ahora sonriente pareja, Iruka retomó las clases. Como les correspondía un examen escrito de la teoría del control básico del chakra el maestro estuvo la mitad de las horas de clase sentado y vigilando.

 

Por un momento recordó la sonrisa de alegría del rubio al ver la perspectiva de ver a Sasuke otra vez, no pudiendo evitar pensar en lo ingenuo que Naruto era. Ingenuo por pasar tanto tiempo a su lado, por pensar más en Sasuke que en ninguna otra persona y seguir con la idea de que sólo se trataba de una hermandad. Y en lo ciego que era Sasuke por no percatarse de ello.

 

Pero ¿Qué podían hacer ellos para curar esa idiotez que les caracterizaba?

 

Iruka consideraba a Naruto parte de su familia. Y sabía, aunque él no hablase de ello, que Kakashi pensaba lo mismo de Sasuke.

 

<Pero no hay nada que nosotros podamos hacer…> Suspiró al final sintiéndose algo frustrado.

 

No podían intervenir más. Se supone que con la partida de Sasuke, Naruto se percataría que algo le hacía falta. Y con un poco de suerte, se habría dado cuenta de sus sentimientos por el azabache. Y claro, si hubiera sido así el maestro lo primero que habría hecho, habría sido alentarle para traerlo de vuelta.

 

Pero nunca se imaginó que el pequeño rango de error se haría tan grande.

 

Ahora Naruto no debía ver a Sasuke. Iruka no podía permitir que el rubio fuera a verle sin aclararse el mismo ¡No habría valido de nada el sacrificio del otro!

 

Y peor, conociendo a Sasuke no dudaría en intentar asesinar a Naruto con el simple hecho de llegar al lugar.

 

Estaban literalmente de manos atadas.

 

En cuanto el timbre de la academia ninja sonó, Iruka se apresuró hacia su segundo trabajo, pensando en tomarse un café antes de comenzar su tarde.

 

Antes de llegar a la cafetería express más cercana, el maestro divisó a la pelirosa. Y por el timbre de voz que hasta sus oídos llegaba a pesar de encontrarse a más de una cuadra, el maestro intuyó que debía estarle gritando a Naruto. Y no se equivocó cuando con curiosidad se acercó un poco, divisándole con una expresión igual de enojada que ella.

 

¡Naruto entiende! ¡No puedes ir por Sasuke-kun! ¡No ahora! –Sakura parecía estar perdiendo los estribos. Además de verse cansada y ojerosa. Iruka no pudo evitar sentir algo de pena por ella.

 

¡Claro que puedo! Kakashi sensei me dijo que si el teme aceptaba podía ir a buscarle! –Escuchó a Naruto gritarle de vuelta. Iruka decidió ir a comprar su café expreso. Con toda seguridad podría escuchar la pelea desde cualquier punto cercano a una cuadra.

 

–¡Buenas tar…!–

 

¿¡¡¡¿Que no te das cuenta?!!!? ¡¡¡¡Si Sasuke realmente quisiera que fueras a verlo no se hubiera ido, idiota!!!! –Iruka miró al hombre quien su expresión alegre pasaba a una de claro desconcierto. Iruka le sonrió bondadoso.

 

–¿…des? –

 

¡¡¡Por primera vez piensa en nosotros, Naruto!!! ¡¡Nos vamos a casar!! ¡¡Y hasta ahora no hemos hecho nada!! ¡¡Faltan las invitaciones, el local, la comida y...!!

 

–¿Un café expreso? –preguntó el maestro. El dueño de la tienda pareció salir de su aturdimiento y después de asentir con la cabeza, prosiguió a servir el café del maestro.

 

¡¡No pienso hacer nada sin el teme Sakura-chan!! ¡¡Además, esas cosas se hacen con tus padrinos dattebayo!! ¡Y mi padrino no está!

 

Mientras el agua caliente de la maquina caía sobre el sencillo vaso, Iruka escuchó un sonido estridente proveniente de la entrada. La gente en la cafetería hizo un amago de levantarse para salir a mirar. El maestro se quedó en su sitio tranquilo.

 

¡¡Eso dolió dattebayooo!!

 

¡Tenía que dolerte idiota! ¡Además, podías elegir a cualquiera! ¡A cualquiera! ¿¡Acaso no quieres casarte ya?!

 

–Señor, el café –Insistió Iruka al encargado, quien se ponía en puntillas intentando mirar por la ventana.

 

¡¡Sin Sasuke no me caso!!

 

–El café –Insistió el maestro. Suspirando, se acercó el mismo a la maquina, sacando sencillo de su bolsillo y caminando hacia la puerta, ahora llena de gente.

 

¡Me tienes harta! Sasuke-kun esto, Sasuke-kun esto otro... ¿Has pensado alguna vez en lo que yo quiero? ¿En lo que YO necesito?

 

Iruka intentó hacerse paso entre las personas, que no dejaban de mirar la discusión de la pareja en la calle. El maestro comenzó a impacientarse, ahora dando empujones mientras intentaba proteger su café de brazos descuidados.

 

¡Sasuke es una mala influencia para ti y lo sabes! ¡Hasta ahora todo el mundo sólo se acercaban a hablarle por ti! ¡Porque todos piensan que no es más que un traidor!

 

En cuanto consiguió salir de la masa de gente, el maestro procuró encontrar un asiento lo bastante cerca para poder escuchar, y lo bastante lejos para no ser notado por ambos.

 

¡Sasuke no es...!

 

¡Claro que lo es!¡Es un traidor que me... que nos abandonó por su estúpida venganza! ¡Y nos hizo buscarle durante años! ¡Años sufriendo por él! ¿¡Alguna vez nos ha agradecido todo lo que hemos hecho por él Naruto?!

 

El maestro negó con la cabeza. Sakura definitivamente estaba a más de tres pasos de distancia de comprender la relación de esos dos.

 

¡¡¿Alguna vez te ha dicho gracias?!! ¡Por supuesto que no! ¡Porque no le importamos! ¡Porque no le importas!

 

Iruka divisó la expresión muda del Uzumaki.

 

¡No le importas y no le importarás nunca! ¿Por qué crees que se fue entonces? ¡No le importó la boda de su mejor amigo! ¡De la única persona que realmente parecía preocuparse por él! ¡Te abandonó Naruto!

 

Iruka le dio otro sorbo a su café evaluando la situación. Sakura parecía al borde del colapso, diferente de Naruto que cada vez se veía aún más resuelto.

 

¡Tú no entiendes Sakura-chan!... el teme… –Naruto habló mirando al piso.

 

<No hay nada peor que el ciego que no quiere ver> Pensó el chuunin mirando a la pelirosa atento. Iruka sabía que en el fondo tenía razón; Que Naruto jamás había pensado en ella. Y por cómo se veían las cosas tampoco lo haría.

 

¡No es bueno para ti Naruto! ¡Y nunca lo será! –Insistió casi derrotada. Naruto la fulminó con la mirada levantándose del piso.

 

¡Tu no pensabas antes así Sakura-chan! ¿Quién te metió eso en la cabeza dattebayo?

 

Iruka cerró los ojos al sentir como la pelirosa lo golpeaba. Cuando el maestro se atrevió a volver a mirar, Naruto se encontraba tirado cerca de un árbol que oscilaba peligrosamente.

 

¡Nadie lo hizo Naruto! ¿No lo has visto? ¡La aldea lo aborrece! ¡Nunca serás Hokage si sigues juntándote con él! ¡Nunca!

 

Iruka vio a Naruto levantarse. Tenía una expresión decepcionada y enrabiada como hacía tiempo el maestro no le veía.

 

¿De modo que así has pensado todo este tiempo Sakura-chan? –Preguntó lentamente. Sakura abrió los ojos con sorpresa –Ya me lo imaginaba… ¿Se lo dijiste, no? ¡Con razón el teme no quería aceptar dattebayo! –suspiró impaciente– ¡O quizás por eso se fue! ¡Porque le dijiste eso y…! ¡O porque alguien le dijo algo! –Naruto miró ceñudo a todos los que pasaron– ¡Por eso el teme se fue! ¡Porque tú y esa manga de idiotas le metieron tonterías en la cabeza!

 

Iruka volvió a darle otro sorbo a su café, más que sorprendido. La gente a su alrededor intentaba concentrarse en sus asuntos, pero pendientes a la pelea, justo como él. El maestro simplemente no podía creerlo. ¿Cómo Naruto se las arreglaba para llegar a conclusiones tan estúpidamente equivocadas? Era algo que él nunca entendería.

 

Y a juzgar por la expresión furiosa y sorprendida de la chica, ella tampoco.

 

Sakura se acercó lentamente al chico, notando un papel que se encontraba en el piso. Lo recogió lentamente, y le echo una mirada antes de romperlo ante los ojos del rubio.

 

¡Eso era…!

 

Sasuke-kun…–dijo, comenzando a alzar la voz– Sasuke-kun…¡¡¡Sasuke-kun!!! ¿Es todo lo que puedes pensar? ¡SIEMPRE se trata de él! ¡Para cualquier cosa! “Que tiene que opinar el teme” “Que quiero que el teme esté presente” “No Sakura-chan, porque saldré con el teme” –gritó haciendo una pobre imitación del rubio –¡En toda nuestra relación jamás has pensado en mi! ¡Todo siempre tenía que ver con él!– Sakura golpeó el árbol, furiosa. ¡Siempre me han dejado atrás por él! ¡Siempre!

 

Las lágrimas corrían por las mejillas de la kunoichi. Iruka observó el ceño fruncido de Naruto, serio como pocas veces se le había visto.

 

Si tanto te molestaba mi relación con Sasuke…–Murmuró después de unos minutos– No tendrías que haberte relacionado conmigo– Dijo, dándole la espalda a la chica y caminando hacia el extremo opuesto a Iruka.

 

–Wow…–fue lo único que pudo decir el castaño al ver semejante desplante en el chico. Terminó de tomarse el té y miró la hora. Como aún disponía de algo de tiempo Iruka caminó hacia Sakura, no sin antes dejar el envase en un basurero de camino.

 

La chica aún se encontraba en la misma posición que había quedado cuando Naruto se marchó. Iruka sintió algo de pena por ella.

 

–Sakura –Murmuró poniendo una mano en su hombro– ¿Estás bien?–

 

La kunoichi miró al profesor un segundo, para luego abandonarse en los brazos de este, llorando amargamente en su pecho. Iruka se limitó a darle palmaditas en la espalda, preocupado por la actitud de la chica.

 

–Na…Naruto, él…–Dijo la pelirosa con la voz quebrada. El maestro la condujo al asiento más cercano.

 

–Lo sé Sakura, pero cálmate –murmuró. La chica seguía lloriqueando.

 

–No…¡N-no sé que ha-hacer sensei! Ese idi-idiota está tan obseciona-nado con él que yo…–

 

Iruka la dejó balbucear un momento, mientras conseguía tranquilizarle. No necesitaba ser empático para darse cuenta de lo mortificada e inútil que debía de estarse sintiendo.

 

–Escucha, no soy quien para darte un consejo pero…–La chica levantó la mirada hacia el chunin. Iruka tomó aire antes de hablar– Eres adulta, y sabes lo que quieres y lo que te conviene. Lo tuyo con Naruto fue…una camaradería que ambos confundieron con amor, con amor que ninguno de los dos siente por el otro –Dejó escapar un suspiro. La pelirosa negó con la cabeza, aún llorando –Sakura…es hora que veas la realidad por ti misma. ¿Realmente quieres pasar el resto de tu vida con alguien que ama a otra persona? –

 

–Na-naruto me ama a mí…–Hipó llevando sus manos a su rostro. Iruka la miró comprensivo.

 

–Sakura…–

 

Después de unos minutos, Iruka se disculpó con Sakura y caminó hacia la torre Hokage. Rodeado de informes y ninjas que aún no entendían como llenarlos correctamente el chunin no había podido dejar de pensar en Sakura. Tan madura que él pensaba que se veía…

 

Quiso evitar pensar más en la relación del rubio, concentrándose en echar una mirada a los informes y conversando de vez en cuando con Izumo.

 

A la mitad de la tarde un hombre, de apariencia bastante herida entró al salón con un informe en la mano. A Iruka le llamó la atención su aspecto y su expresión severa, además de que no hacía más que mirar hacia todos lados, como si se sorprendiera de ver a tanta gente en una misma sala.

 

Iruka lo observó preguntar a un ninja algo para ganarse en su fila. El maestro jamás había visto a ese ninja, buscando en lo recóndito de su memoria alguna señal para recordarle.

 

–Disculpe, el informe –Dijo con una voz bastante más tranquila que la el chunin creía que tenía.

 

Iruka revisó el informe sorprendiéndose al ver del lugar en el que venía.

 

–G-gracias por su trabajo –Tartamudeó sin querer. El hombre asintió dándole la espalda. Iruka quiso levantarse y preguntarle por Sasuke, sin embargo antes de siquiera moverse el hombre yacía en el piso desmayado.

 

Los ninjas se amontonaron alrededor mientras que otros hacían amago de llamar a algún ninja médico.

 

Shizune apareció al minuto, acercándose al cuerpo mientras ellos intentaban darle espacio para que la mujer hiciera su trabajo.

 

–Se desmayó por el cansancio– Dictaminó antes de hacer algunos jutsus y trasladarlos a ambos al hospital. El maestro miró hacia donde minutos antes estaba el ninja preso de sus pensamientos.

 

¿Qué era esa mala sensación?

 

Por enésima vez se obligó a poner orden a sus prioridades y concentrarse en el trabajo, decidiendo que iría a echarle una mirada al extraño ninja a la salida. Mal que mal, él había estado ahí cuando se había desmallado.

 

Un poco antes de salir de su agotador turno del día Iruka observó a Naruto entrar y pasar de largo donde la Hokage. El maestro negó con la cabeza, anticipándose a lo que venía y apresurándose por revisar los 5 informes que le quedaban del día.

 

Cuando revisaba el último, un sonido estridente se escuchó.

 

–Oh dios –Dijo en voz alta, agradeciéndose al último ninja por su trabajo y recogiendo todo.

 

Cuando se encaminaba hacia la sala donde archivaban las misiones se topó con un Naruto magullado y maldiciendo por lo bajo.

 

–¿Qué te paso? –Preguntó con cortesía. A juzgar por su expresión y los evidentes golpes, había hecho enojar a la Hokage. No había otra opción.

 

–Quería que enviaran mi carta en calidad de urgente ttebayo… –susurró sacando la carta del bolsillo– Pero Tsunade oba-chan dijo que el correo urgente no era para andarse mandando correspondencia –Naruto frunció el entrecejo, evidentemente frustrado –¡Pero si no fuera urgente, no le hubiese dicho dattebayo! –Gritó tirándose los cabellos.

 

Iruka sonrió un poco.

 

–Mañana puedes enviarla Naruto –Le alentó sonriendo, haciéndole señas para que lo siguiera hacia la sala de almacenamiento de archivos. Naruto aún se encontraba molesto, pero lo acompañó todo el camino, haciendo planes para cuando tuviera que partir por Sasuke.

 

–Y…supongo que podemos quedarnos unos días a vacacionar. ¡Escuché que el ramen de Yinsei es genial dattebayo!–

 

Iruka asintió mientras almacenaba los informes del día.

 

–Oye Naruto…–dijo el maestro, recordando la pelea con la pelirosa durante la tarde. Naruto dejó de balbucear para mirarlo con curiosidad –¿Cómo ha estado Sakura?–

 

Naruto cambió su expresión alegre a una de total enfado. Iruka se golpeó mentalmente, aunque decidió insistir.

 

–¿Paso algo? –

 

Naruto tragó saliva antes de agregar;

 

–Ella no quiere que valla por Sasuke–.

 

Iruka tuvo la sensibilidad y el tacto suficiente como para mostrarse sorprendido, pero de sorprendido no tenía nada.

 

–¿Por qué no?–

 

–No sé– Admitió– ¡Pero estoy seguro que ella tiene que ver con la partida del teme!– Dijo enfurruñado.

 

Iruka abrió los ojos esta vez con la sorpresa brillándole por toda la cara. Definitivamente, la asombrosa capacidad de Naruto para saltar a las conclusiones equivocadas no acababa de sorprenderle.

 

Y volvió a sentir lástima por Sakura y por Sasuke.

 

–Naruto, no creo…–

 

–¡Yo!–

 

Ambos dejaron la incómoda conversación para ver a un sonriente Kakashi en la entrada de la habitación. Naruto saludó al sensei, hablando de trivialidades mientras abandonaban la torre Hokage.

 

En cuanto la pareja quedo sola, Iruka recordó al ninja desmayado y caminó al hospital acompañado de Kakashi.

 

–¿Para qué vamos a ir a verle? Podemos pedir un informe mensual o algo si queremos saber de Sasuke. Tsunade me lo dijo ayer– Dijo el copy-nin enfurruñado cruzándose de brazos.

 

–Ya te lo dije. Yo lo vi desmallarse. Es lo mínimo que puedo hacer– Kakashi le frunció el ceño. –Además… ¿no es más confiable preguntarle a alguien que ya ha estado ahí? Sabes que esos informes se equivocan muy a menudo–Le hizo ver.

 

–Aún así…–Iruka le tomó de la mano arrastrándole hacia el recinto.

 

En el hospital a nadie le sorprendió ver a un sonriente Iruka arrastrando a un enfurruñado Kakashi. Ya era sabido que el gran Sharingan Kakashi odiaba el hospital con toda su alma, y que no podía entrar en el si no era arrastrado por su sonriente pareja, la única persona en el mundo por la que el copy-nin había accedido a “semejante barbaridad” al juicio de él. Por lo que ninguna enfermera o médico hizo ningún comentario, limitándose a saludarlos y escabullirse hacia otro lugar. Sólo por si acaso.

 

Después de 15 minutos donde Iruka intentaba calmar a su muy celoso-enfurruñado novio, mientras intentaba averiguar donde el ninja de Yinsei se encontraba hospitalizado; fue la bondadosa Shizune quien llegó a su rescate y se encargó de averiguarlo.

 

–Aunque no podrán verle por mucho, ya que está muy debilitado –Comentó caminando hacia el ala de internados– No sé como ese hombre no se murió por tanto esfuerzo–

 

Entraron en la pequeña habitación, donde en la sencilla cama blanca de hospital se encontraba el ninja recostado. Al verlos, levantó una ceja con curiosidad. Iruka se apresuró a hablarle.

 

–Soy Iruka Umino, lo vi desmayarse hoy –Se inclinó un poco– Quería saber cómo se encontraba–

 

El ninja lo miró un momento, para posar su mirada en Kakashi y luego en él otra vez. Al final esbozó una sonrisa.

 

–Me encuentro mejor, gracias. Es un alivio que fuera en ese lugar y no en el camino–

 

Iruka asintió pensando rápidamente en cómo abordar el tema que les interesaba.

 

–Disculpe pero no había podido evitar leer que usted proviene de Yinsei –El aludido asintió con curiosidad– Y pues… hace más o menos un mes que uno de mis ex alumnos se fue hacia allá y... –

 

–Ya veo… ¿Y ustedes quieren saber de él? –Iruka asintió– ¿Es legal preguntar eso?–

 

Iruka vaciló un momento, pero fue Kakashi quien intervino.

 

–No le estamos preguntando por las misiones que realiza, sino si se encuentra en buen estado de salud –Dijo aún un poco enojado. El ninja asintió.

 

–¿Y de quién se trata?–

 

–Sasuke Uchiha–

 

La puerta fue golpeada interrumpiendo la conversación. Iruka pudo vislumbrar un breve aspecto sombrío en el sujeto mientras mencionaba su nombre, temiéndose lo peor.

 

Miró a Kakashi quien abrió la puerta, notando que el peliblanco no había mirado la expresión del ninja enfermo.

 

–Disculpen, pero Tsunade-sama los llama con urgencia– Susurró una enfermera– A Iruka-kun y Hatake-san–

 

–Disculpe, tenemos que irnos. Espero se recupere –Dijo rápidamente el maestro antes de salir de la habitación.

 

E-¡Espere! –Escuchó tras la puerta pero no había tiempo. Mientras caminaban a paso rápido hacia la torre Hokage, Iruka sintió como la preocupación que le venía de la noche anterior se acrecentaba con cada paso que daba.

 

Y el maestro sintió como comenzaba a sufrir un ataque de nervios cuando entraba a la torre Hokage.

 

–¿Estás bien? –Preguntó Kakashi preocupado cuando apenas y entraban al lugar. Iruka apretó su mano y dio un gran respiro antes de responderle.

 

–Tan solo estoy preocupado–

 

Kakashi asintió guiando al maestro hacia la sala de la Hokage.

 

Cuando abrieron la puerta, y descubrieron a Tsunade sentada en el escritorio con expresión sombría, Iruka no pudo evitar pensar que su mal presentimiento era verdad.

 

Y cuando ladeó la mirada y observó a un chico castaño sentado en una de las bancas mirando al suelo derrotado no pudo evitar palidecer, y mirar a Naruto mientras su compostura perdía solidez.

 

–Lamento llamarlos a esta hora, pero hay algo importante que debo comunicarles…–

 

Y mientras contaba las pulsaciones de su acelerado corazón preparándose para el golpe Iruka no dejó de pensar que de una u otra forma no podían luchar los designios del destino.

 

Del destino de ser un ninja.

 

 

 

Continuará.

Notas finales:

 

Seh, soy una mala mujer… Mala por demorarme tanto en actualizar y encima de todo, que la actualización sea una gran y soberana mier… ¡Pero le puse amor al cuento! Así que no me maten.

Bien; y volvemos a los arcos, dirán algunas. ¡Pero…! Pensé que no tenía ninguna gracia continuar la historia sin que supieran por lo que pasaron los otros personajes. Aburrido, pensé.

Y ya se, les debo una disculpa. Ni siquiera recuerdo cuando pasó de la última vez que actualicé. Pero tuve que volver a la universidad. Y para bien o para mal, la universidad tiene un lugar antes que la escritura en mi lista de prioridades. Al menos, por ahora. Así que espero que sus almas caritativas, las mismas que sufren por el idiota-no-tan-idiota Sasuke comprendan a esta humilde-pero-floja escritora aficionada.

Además de lo difícil que fue escribir este capítulo. ¡Tuve que documentarme horrores! Pero como adoro el KakaIru no fue nada desagradable. Aunque sí fui una buena alumna esta vez, y me preocupe intentar captar los pequeños detalles de su vida en común, aunque no haya resultado mucho que digamos…

Así que, volviendo a lo complicado que fue escribir este capítulo, he de advertirles que la historia no acaba. De hecho, estoy pensando ya en una segunda temporada, todo basado en la popularidad que tenga este fanfic. Y dependiendo de aquello, también publicaré un plus, dedicado a nuestros queridos dobe-chan y teme-chan. Simple y llano marketing, mis queridas lectoras.

Antemano agradecerles por los comentarios que vinieron y que ojala vengan, y a mi inseparable beta-reader a quien aún le debo su regalo de cumpleaños (insisto, la universidad tiene la culpa)

¡Abrazos desde Chile!

Mariohn.

PS: http://mariohnasakura.deviantart.com/#/d497cjq es la ficha de Kei Uzumaki. Y lo sé, dibujo como las… pero hice el intento, al menos. ¡Dejen un comentario en su pequeña ficha por favor!


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