Capítulo 1
¡No más!
Abrió la puerta del apartamento que compartía con su esposo desde hacía 2 años. Entro con sigilo, todo estaba oscuro. Colgó las llaves en su respectivo lugar y avanzo entre la pieza para encontrar el encendido de la luz. Al iluminar la habitación noto que en la sala había unos abrigos en el piso…una camisa… zapatos…un sostén…
Siguió el rastro presintiendo lo que estaba pasando. Reconoció algunos ruidos que provenían de la habitación, el crujir de la cama… cuchicheos… ¡Los gemidos de alguien! Eso sí ya no lo soporto. Abrió la puerta bruscamente azotándola contra la pared.
— ¡Así te quería agarrar Duke Deblin!
Ni tiempo le dio al otro de esconderse, lo habían atrapado con las manos en la masa. Estaba encima de una chica que no paraba de gemir. En seguida se levantó de la cama tratando de cubrirse.
— Espera no es lo que parece. – Trato de excusarse el oji-esmeralda.
— Ni te pregunto entonces que es porque es obvio que no es el mismo de la vez anterior.
— ¡Oye! – Brinco la chica impresionada en la cama al tiempo que lanzaba una almohada en la cabeza del pelinegro.
— Tampoco es lo que crees – Dijo refiriéndose a la chica.
— Dijiste que dejarías de ser infiel pero cada vez empeoras.
— Tris, -suplico con voz melosa- corazón. Te aseguro que todo esto tiene una explicación lógica y si me permites decírtela…
— Estoy harto, vete al diablo.
Sentenció furioso el castaño azotando de nuevo la puerta. Camino en dirección del ya conocido lugar donde siempre iba a desahogar sus penas de estos dos años de su tortuosa relación.
Se sentó en el lugar de siempre y le pidió una botella al cantinero.
— Tal vez deba llamar a alguien…necesito un lugar en donde vivir…el departamento era suyo al final de cuentas.
Pensó mirando su celular y tomo de un sorbo su bebida.
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El joven de cabellos tricolores regresaba de la escuela presuroso. Había olvidado su móvil en su habitación y no pudo avisarle a su novio que su clase de historia se había prolongado un poco más ya que debía un par de tareas y el profesor no quería aceptarlas.
— ¿Dónde estabas?
— Yami… — Hizo una pausa tratando de recobrar el aliento – es que…
— Te llame a tu móvil y no respondiste ¿Dónde estabas?
Volvió a preguntar furioso tomando a Yugi por el hombro.
— Olvide mi móvil, he tenido tantas tareas que esta mañana salí tan rápido que no me di cuenta que tenía y que no…
– Sabes que debes llamarme en cada descanso que tengas. Me preocupo mucho si no lo haces.
— De igual forma no tuve ningún descanso ¡La escuela me tiene muy ocupado! Además siempre nos vemos en casa, tampoco le veo mucho el caso a eso.
— ¿Estas descuidando la relación?
Grito Yami zarandeando al pobre Yugi.
— ¿Qué? No es eso —Dijo un poco ruborizado el menor — es que supuse que llegarías más tarde y pensaba en….
— ¿Me estas engañando verdad? Dímelo ya! No puedes ocultarme nada.
— ¿Qué? ¡Ay no! ¡Otra vez no!
— Te vi con esa zorra de Tea y no me lo niegues.
— Es mi amiga.
— ¡Patrañas! también ¡Siempre te he dicho que tu profe de historia me cae mal! Te ve muy lujurioso.
— ¡Es un anciano! —Apelo desesperado Yugi para tratar de hacer entrar en razón a su amado.
— Los ancianos son pervertidos.
— ¡Esta virolo! Nunca sé a dónde mira exactamente.
— Eso nadie te lo cree. ¡Yo mismo lo vi! Y estuve a punto de irle a partir la cara pero los idiotas de la puerta no me dejaban entrar.
r13; Me estuviste espiando otra vez ¿Verdad? ¡No fuiste a trabajar de nuevo!
— No te preocupes por esas pequeñeces, tú sabes que eres lo más importante para mí.
— ¡Yami! –Grito exasperado Yugi quitándose de encima las manos de su novio. — Estoy más que harto que siempre me celes tanto.
— Me preocupo por ti.
— Lo sé y te lo agradezco, pero no es razón para que discutamos hasta porque la mosca pasa cerca de mí.
— Por eso uso insecticida, no me gusta que nadie ni nada te toque.
— ¡Lo vez! ¡Es eso! La última vez golpeaste a mi maestro de literatura.
— Puso su mano en tu cabeza.
— ¡Siempre me espías! No me tienes nada de confianza y las cosas no pueden seguir así. Te tengo que llamar cada 5 minutos o sí no, sales del trabajo solo para saber en dónde estoy. Y ya no lo soporto más. ¡Me voy!
— ¡NOOOOOOOOOOO!
Yami corrió desesperado y se abrazó a los pies de su amorcito, tratando de detenerlo.
— ¡No te vayas! ¿Qué haré sin ti?
El pequeño Yugi salió de la casa con Yami a rastras, los vecinos los veían raro.
— ¿Qué ven? Metiches ¡Es mío!
Seguía reclamando Yami mirando asesinamente a los vecinos.
— Esto es muy en serio — Dijo Yugi deteniéndose mientras hacía la parada a un taxi. – Quiero el divorcio.
Esas palabras retumbaron en la mente de Yami que a causa de la impresión sus manos le fallaron y soltó a Yugi , solo pudo ver como el taxi se alejaba por la avenida.
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— Seto…Amor…
La voz melodiosa se escurrió sutilmente por la habitación para pasar desapercibida por los oídos del aludido que continuaba concentrado en su computador.
— Amor…
Repitió el rubio avanzando entre la habitación deteniéndose a abrazar a su amado y pegar sus labios al oído de este para susurrarle sensualmente una vez más.
— Los niños están con mi hermana… hace tiempo que no estamos juntos… te extraño mucho… te necesito.
Completo la frase al tiempo que lamía lascivamente el lóbulo del castaño que continuaba sin prestar mucha atención.
— Ahora estoy ocupado.
– ¡Siempre estas ocupado! – Reclamo Joey fastidiado dejando caer pesadamente sus brazos a sus costados.
— Es importante.
— ¿Más importante que nosotros?
— Tengo que terminar el balance general de la empresa.
— ¡Eso se hace hasta fin de año! ¿No puedes posponerlo aunque sea unas horas? ¡Siempre trabajas!
— Es que es…
El castaño estaba tan concentrado que ya ni respondía. Acción que termino con el último gramo de paciencia del rubio.
— ¡Hace once meses que no estamos juntos! ¡No juegas con los niños! ¡No hemos salido de vacaciones! ¡No llegas a dormir o no llegas a cenar! Y cuando estas…pareciera que no estas ¡Incluso ahora no me estas escuchando!
— De verdad estoy…ocupado.
-¿Me engañas?
— No. — Respondió Seto con un tono frío y mecanizado.
— Ni siquiera te creo. ¡Ya! Estoy muy harto…quiero el divorcio.
El sonido de los dedos de Seto tecleando fue lo único que se escuchó en el incómodo silencio que le continuo a la frase que cortaba su relación. Acto seguido la puerta del despacho fue azotada por el rubio.
Tomo las llaves de su auto y se dirigió a un lugar bastante conocido para él, el único lugar donde podía relajarse de tan tortuosa relación.
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-¡Yugi!
Grito Tristán alegre de ver un rostro conocido. Guardo su celular y se dirigió a donde su amigo para conducirlo hacia la mesa.
— Hola Tristán.
— ¡Qué bueno que te veo! Justo ahora estaba llamándote.
— Olvide el móvil.
— ¿Te paso algo verdad?
Yugi asintió con tristeza a punto de llorar. Su amigo casi podía adivinar de que se trataba.
— Ya decía yo que era raro verte sin Yami pegado a tu lado, pero siéntate y cuéntamelo todo, trataré de ayudarte en lo que se pueda.
— Gracias amigo pero creo que esta vez…
Tomaron sus asientos y antes de que Yugi completara la frase la puerta del bar se abrió otra vez. Por esta iba entrando su amigo Joey y parecía tener mala cara.
Por lo visto hoy todos vienen a desahogar sus penas…como siempre.
Pensó Tristán haciéndole señas a Joey para que los acompañara. Iba a ser una noche deplorable.
Continuará>>>