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Por una apuesta terminé siendo tu hijo por Choped

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Notas del capitulo:

Siento el retraso, se me olvidó totalmente que ya tenía este capítulo escrito ^^'''

12.   Segundo asalto. Sumando un nuevo jugador.

 

 

 

Notaba un peso extra sobre su pecho y no lo reconocía, además de un terrible dolor de cabeza acompañado de incómodos pinchazos. Alzó el brazo, tanteando a ciegas qué podría ser lo que tenía encima. Textura suave y tersa, tacto cálido y electrizante. Un segundo… todo aquello le sonaba. Abrió uno de sus azabaches ojos encontrándose con la escena más sofocante que pudiera descubrir cualquiera nada más despertar. Y por si fuera poco el cuerpo de su acompañante totalmente sobre el suyo le tenía inmovilizado. ¿P-Por qué tenía a Mihawk totalmente abrazado a su cuerpo, y además con esa cara de felicidad?

 

    Pasaban los minutos, el moreno continuaba tan plácidamente dormido, feliz en aquella posición y sin la menor intención de moverse. Mientras él, desconcertado, no le sacaba la vista de encima. Debía reconocer que le encantaba estar en esa posición, disfrutar del contacto ¿cuántas veces se disfrutaba de situaciones así con la persona que más amas?  Pero las preguntas comenzaban a acumulársele en la cabeza. Por bonito que fuera tenía que haber pasado algo porque lo último que recordaba era estar bailando en la barraca y luego… luego nada. Aunque por la cara de felicidad del mayor seguro que era algo bueno, lo que sí podía asegurar es que uno de sus pasatiempos fue beberse hasta el agua de los floreros. ¡Menuda resaca tenía!

 

    Mihawk se revolvió ligeramente, despertando del mundo de los sueños. Acurrucándose mejor contra su compañero alzó la vista para verle, cruzando sus miradas.

 

-         Buenos días, ¿qué tal has dormido pequeño?

 

-         Bien, gracias. ¿Pero qué es eso de pequeño? Si somos casi iguales… -le reprochó con un mohín-

 

-         Siempre serás mi pequeño- dijo trazando círculos con el dedo sobre su pecho- Te quiero- le sonrió y besó dulcemente en los labios- Iré a ducharme.

 

   Se levantó, desperezándose por el camino y entró en el cuarto de baño que cada habitación de la casa traía incorporado. Zoro le miraba embobado, ains… esa puñetera sonrisa le traía de cabeza. Bajó la mirada de sus labios para descubrir que… ¡Iba desnudo! Se escondió bajo las mantas, sonrojado por las vistas tan sugerentes que acababa de ver, descubriendo así que él estaba en iguales condiciones. Sobresaltado dio un pequeño bote de la impresión, pero al estar enredado entre las sábanas cayó inevitablemente al suelo.

 

-         ¿Va todo bien?- oyó que le preguntaba su padre desde la ducha-

 

-         Sí, claro… jeje, sólo me he enredado con las sábanas… (me ha pasado xD)

 

Mihawk, bajo la lluvia de la regadera reía para sí. Su hijo volvía a ser el mismo despistado, torpe e inocente de siempre. Como cambiaba respecto al Zoro que descubrió la noche pasada. Sin embargo seguía adorándole, sus dos facetas incluidas. Al salir de la ducha descubrió que el chico ya se había marchado, seguramente a desayunar, por lo que le imitó en el ejemplo, tenía que recuperar fuerzas tras lo de ayer.

 

     El peliverde bajó corriendo al comedor en cuando pudo. Y el moreno no tardó en unírseles. Regalándoles una sonrisa antes de sentarse en la mesa. Estaba más feliz y simpático que de costumbre, incluso radiante, pensó Zoro. Lo cual contrastaba con la habitual faz de serio amargado que presentaba siempre. El hecho tampoco pasó desapercibido para el resto de comensales, en especial de una pareja de rubios muy cotillas. Durante el resto de la comida y hasta que Luffy secuestró al resto de jovenzuelos para jugar, el pelinegro no perdió de vista a su hijo ni un segundo. Aún no terminaba de creerse lo que pasó entre ellos, pero no se arrepentía de haberse dejado llevar.

 

   El chico con sombrero de paja se los llevó a una parte más despejada de la hacienda, donde dos árboles asemejaban formar una portería con sus troncos. No era su casa pero se conocía cada recoveco de memoria. Para aquella mañana había pensado en algún partido de algo y como sus amigos siempre le decían que sí, decidió por todos que disfrutarían de un emocionante partidito de fútbol.

 

   Todos chutaban y paraban la pelota por turnos, ya que como sólo eran cinco, finalmente, pensaron que lo mejor sería una competición a penaltis que un partido. Entre Luffy que parecía que se le alargaban los brazos por la manera en que llegaba a todos los chuts y los trallazos que metía Sanji, el juego estuvo bastante reñido desde el principio. Aunque estaba claro que el ganador sería uno de esos dos bestias, Nami también estaba dando guerra, no permitiría que los hombres la ganaran.

 

   Tras unas pocas rondas más, Usopp y Zoro fueron eliminados. Uno por miedo al balón y el otro por falta de concentración. Mientras los otros tres continuaban con la batalla campal ambos chicos se sentaron a una banda del improvisado campo de juego. El peliverde no dejaba de darle vueltas a la forma en que se había presentado el día. Mihawk encima de él, ambos desnudos… pensando mal todo apuntaba a que habían hecho el amor. ¿En qué situación le dejaba eso? Es decir, debería estar dando botes de alegría y, en vez de eso, se recalentaba las neuronas innecesariamente “Tsk, maldita resaca…, si al menos me dejara recordar algo…” Porque ¿para qué sirven ese tipo de buenos momentos compartidos con la persona que amas, si no eres capaz de recordarlos? Aquello le traía frustrado. Lo había deseado tanto tiempo y cuando llegó la ocasión no estuvo en pleno uso de sus capacidades mentales.

 

    Se le ocurrieron dos situaciones posibles para resolver el problema. La primera y más lógica: repetirlo. Aunque la veía algo improbable, sólo imaginarlo ya le revolucionaba las hormonas. Y la segunda: preguntar. Esta última tenía la ventaja que, al menos en apariencia, tenía un porcentaje más elevado de cumplirse. Sí, definitivamente sería mejor preguntar. Sin embargo, cuestionando lo ocurrido, sin una base de la que partir, puede que pareciera inseguro y arrepentido, y eso nunca. Cada minuto, cada segundo al lado del moreno había sido especial, mágico, único e incluso hasta cierto punto, un regalo con fecha de caducidad. Tanto en los aspectos buenos como en los malos. Ahora el dilema consistía en preguntar y arriesgar o, vivir con el inexistente recuerdo de una noche de pasión.

 

    Comenzó a revolverse el pelo, como si con aquel brusco movimiento sus dudas desaparecieran. Usopp, sentado a su lado en el césped le observaba desconcertado. ¿En qué estaría pensando su amigo para comportarse así?

 

-         Zoro- dijo, tocándole el hombro- tío, ¿estás bien?

 

No sabía que contestarle. Lo que es él se encontraba perfectamente. Sin embargo su mente era tal cacao que incluso encontrar las palabras adecuadas para hablar suponía un gran esfuerzo desenmarañando el complejo entramado que eran sus cavilaciones.

 

-         Pues depende de lo que consideres bien.

 

   Usopp rodó los ojos ¿cuántos posibles “bien” había en ese contexto? ¿Acaso estirarse de los pelos para parecerse al calvo de la once, era estarlo? El moreno miró a su compañero con la expresión “¿tú que crees?” dibujada en el rostro, a lo que el peliverde contestó:

 

-         Creo que ayer por la noche, antes de que llegarais, me acosté con Mihawk.

 

   Ahora sí que el moreno estaba  sorprendido. En cierto sentido, normal que su amigo estuviera tan alterado. Si él estuviera en la misma situación lo más probable es que es que no supiera que hacer con ella. Pero parándose a pensarlo… ¿no era eso lo que Zoro quiso desde el principio, tener una relación más íntima con su padre? Bastaba de preguntarse cosas a sí mismo, lo mejor era dejar que el peliverde lo explicara.

 

-         ¿Tan malo es eso?- preguntó no muy seguro de ser el comienzo adecuado para la conversación que buscaba, y más a sabiendas de que su amigo no era muy asiduo a ellas-

 

-         No, no, no. En absoluto. Me atrevería a decir que sería el día más feliz de mi vida si me acordara de él. ¿Crees que se enfade si le pregunto? Porque si lo hago sin saber nada pensará que lo he olvidado. Y si lo he olvidado es que no me gustó. Y si no me gustó es que no le quiero…

 

   Antes de que siguiera soltando posibles “Y síes”  el moreno le tapó la boca.

 

-         A ver, Zoro, ¿no crees tú que aunque no te acuerdes de nada, si él te quiere, le dará igual?

 

-         Bueno, dicho así…

 

Se quedaron en silenció. Zoro reflexionando las palabras y Usopp distraído con la vista puesta en Nami, que en ese momento estaba chutando un balón a Luffy. El peliverde se fijó, riéndose sin poder evitarlo.

 

-         ¿De qué te ríes?- le espetó ligeramente molesto el narigudo-

 

-         Nada, nada. Y luego soy yo el idiota enamorado- Usopp se sonrojó ante el comentario-. ¿Te gusta?

 

-         No, sí. Bueno, no sé. Es que… de todas formas, ella jamás se fijaría en alguien como yo.

 

-         Eso no lo sabrás hasta que lo intentes- trató de animar a su amigo- mira, ahí viene tu oportunidad- susurró disimuladamente-

 

-         ¡Hola chicos!- dijo la pelinaranja añadiéndose a la conversación- Ese par de bestias locas – les señaló con el dedo – me han eliminado. ¿De qué estabais hablando?

 

-         Ah, pues…. De que sería interesante ir esta tarde al pueblo y ver el mercadillo. Además creo que luego hay un concierto en la plaza ¿Te apetece venir?

 

Nami lo meditó un poco. Quizá este fuera un buen momento para juntar a su hermano y al peliverde. Pasear por las antiguas e intricadas calles empedradas del pueblo resultaba fascinante y capaz con suerte se topaban con la tal Kuina y podía continuar con su plan.

 

-         Claro – sonrió falsamente – Ya que estamos podríamos ir nosotros solos, sin nuestros padres, quiero decir.

 

-         Perfecto entonces. A la tarde iremos nosotros solos a disfrutar de las fiestas – sentenció Zoro -.

Notas finales:

Uan fiestecilla sólo de chavales??  A ver que sale de ahí xDDD

Bueno, Besos a todos, espero vuestras opiniones ^^ y  ya nos veremos en el siguiente :D


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