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Por una apuesta terminé siendo tu hijo por Choped

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Notas del capitulo:

Hola ! Para lo que estaba pasando últimamente 14 días es todo un récord jaja. Casi se parece a cuando empecé que ponía un capítulo semanal más o menos. Me puse a echar cuentas y resulta que este fic comenzó el 13 de mayo de 2011 por lo que ya lleva más de un año. Ains... el tiempo pasa tan rápido ~~! Y ahora mirad, capítulo 17 y detonante (ya sabrán a lo que me refiero cuando acaben de leer [?]). Es el más largo que he escrito Fiuf... x-x.

  1. 15.                  The Beginning in the End.

 

 

   Es increíble la forma en que apenas la sucesión de unos segundos pueden afectar al curso natural de la vida de una persona. Números que discurren y nunca se detienen. Susurros en voz baja entre los sedosos y caprichosos hilos argento del tiempo.

    Sólo unos segundos y una sucesión de catastróficas desdichas.

    En los mejores momentos, de esos que sabes perfectamente de antemano antes de que se produzcan que serán únicos e inolvidables en tu vida mortal, de esos que atesorarás como si lo que tuvieras en tu poder fuera la joya de mayor valor y más cotizada de cualquier universo habido y por haber, se desearía parar el tiempo; rebobinar y darle al play, ser capaz de repetirlo cuantas veces se deseara mientras se nada en el mar del sopor, la dicha, el deleite y el júbilo. Si bien de todas formas el estado de embriaguez por la buena ventura eterna acabaría por volver al ser humano presa y víctima de su propio deseo.

     Del mismo modo, también ocurre el caso contrario. Sucesos o decisiones que quisiéramos borrar o que nunca hubieran sucedido, acciones que hubiera sido mejor no realizar…

    Y sin embargo el caprichoso tiempo jamás ha cedido a las súplicas humanas; riéndose entre los inalcanzables muros de su cuarta dimensión observa, impasible, a la persona retorcerse en su agonía auto inducida. Quizá su deidad también quisiera ayudar a unos seres tan indefensos de sus propios actos estúpidos y precipitados… pero entonces ¿dónde quedaría la diversión…?

 

 

-          Mihawk… -balbuceó apenas con un hilo de voz.

   Zoro se vio a sí mismo sobre Sanji, el cual tenía los ojos entrecerrados y un ligero sonrojo que se hacía muy evidente debido a su piel de porcelana. Hasta ese momento no había tenido consciencia propia de todo lo que hacía. Sin embargo, fue oír la voz de su padre y despertar de su embrujo de perdición. Si le hubieran preguntado lo que hizo los últimos minutos no habría sabido contestar concretamente aunque se hacía una clara idea. La había cagado hasta un punto inimaginablemente hondo. Tragó con dificultad e incorporándose giró la cabeza en busca del origen de la voz.

   Mihawk continuaba allí parado, a la espera. Los brazos cruzados sobre el pecho y sus ojos destilando un odio inmensurable, aunque vidriosos. Miraba a los chicos y ellos se la devolvían; uno molesto y sin saber por qué les había interrumpido, el otro preso del pánico queriendo que se lo tragase la tierra.

    A penas habría unos cuatro metros de distancia entre ellos mas parecía un abismo insalvable del cual se resquebrajaba a cada segundo un segmento más, alejándoles, haciendo más difícil arreglar una situación que de por sí ya se habría considerado una gesta memorable solo con suavizarla. Hacerla menos dolorosa.

    Romperse por dentro un rato antes había sido lo de menos en ese preciso instante para Mihawk. ¿Qué importaba una simple chiquilla que se hacia llamar a sí misma la novia de su hijo si se encontraba precisamente a ese mismo hijo montándoselo con otro en medio del parque? Se sentía dolido, traicionado, un simple juguete de –literalmente- una noche y después si te he visto no me acuerdo. Poco menos que una putilla que le abría las piernas al primero que pasara por delante por cuatro duros* o en su caso por un poco de amor y falsas palabras bonitas. Ciertamente no sabía si estaba más furioso consigo mismo por lo inocente e ingenuo que fue o con el chico que tenía ante sus ojos. Definitivamente debería haber ido solo a la reunión con sus antiguos compañeros de facultad. De haber optado por aceptar el castigo por perder la apuesta se habría ahorrado un sufrimiento innecesario. Ahora era demasiado tarde incluso para lamentarse por eso.

    Aún con esas cavilaciones saturándole el cerebro de información, Mihawk se mantuvo firme.

    Sanji se quedó sentado en el banco, con una pierna flexionada sobre el mismo a modo de apoyo y la otra tocando el suelo, observando de reojo al padre de su amigo con bastante enemistad por cortar lo que tanto le había costado encauzar. A decir verdad se le hacía un poco difícil mantenerle la mirada, le resultaba demasiado intimidante el sentirse como un pequeño ratón sin una madriguera en la cual esconderse cuando el halcón sobrevuela el cielo en busca de alimento; y no es que no le cayera bien el señor Dracule, pero si no fuera por él habría conseguido llevar a cabo lo que deseó desde prácticamente el mismo momento en que cruzó miradas con el peliverde por primera vez. Zoro, por su parte, ya se había incorporado totalmente y se encontraba de pie, al lado del banco.

    Hasta que no pasó cerca de un minuto de férrea tensión, el peliverde no se sintió totalmente ubicado ni protagonista de la escena. Estaba allí plantado porque la gravedad cumplía su función, de no ser así lo poco habría llegado a Saturno; la cabeza le daba vueltas, estaba mareado. Tenía pánico. Pánico por lo que pasaría a continuación. Pánico por no tener derecho a argumentar en defensa propia y por lo que debería hacer. Finalmente su turbada mente sólo alcanzó a balbucear la muletilla típica en situaciones así:

-          Papá… no es lo que parece…- fue apenas un susurro.

-          ¡Qué típico! Pensé que con la buena labia que tienes se te ocurriría algo mejor, Zoro- le espetó con desprecio Mihawk.

     Esa frase le dolió mucho al peliverde, quizá más que el simple hecho de lidiar con la situación mientras su pecho se oprimía a cada segundo de pura angustia. Porque a sus ojos él nunca había mentido respecto a sus sentimientos ni había actuado falsamente ni por interés, de forma que esa acusación impactó como una bala de cañón. Y si era así con él no podía imaginarse lo que sentiría ahora su pareja, bueno, mejor dicho, expareja; dudaba mucho que siguieran manteniendo cualquier tipo de relación después de eso.

    Zoro quiso dar un paso, acercarse al mayor; acortar el vacío sería el primer paso para calmar la situación. Creyó que el pelinegro le huiría, pero se mantuvo quieto, impasible. Definitivamente esa capacidad suya para mantener la compostura, esa aura de atrayente misterio aristocrático en cualquier situación, siempre le atrajo. Ahora esa misma aura creaba una barrera insoldable entre ellos que le impedía adivinar lo que el mayor pensaba.

-          Mihawk, yo…-comenzó a hablar.

-          No sigas- cortó sus palabras rápidamente-, casi prefiero no saberlo. Me iré a casa y os dejaré a lo vuestro.

      El mayor giró sobre sí mismo, dándoles la espalda a los chicos, dispuesto a marcharse. No era lo que había planeado en un principio. En realidad quería saberlo todo: ansiaba conocer todos los porqués que se habían ido acumulando en cuestión de días. Prefería odiar al peliverde con un motivo que dejarse llevar por meras conjeturas. Mas no pensaba caer más bajo ni tenía intención de hablar de cosas que no le incumbían para nada delante del retoño de Doflamingo; el muy asqueroso había salido como su padre.

-          ¡No, espera! Déjame que te lo explique- Zoro lo detuvo asiéndolo de la manga de la chaqueta-. No te llevas la idea que no es de esto..., de mí.

-          ¿Y qué idea quieres que me haga?- el menor se quedó callado. No tenía nada con qué contestarle. Por mucho que deseara explicárselo tampoco tenía un argumento con el que luchar de modo que bajó la cabeza y murmuró bajito:

-          Sólo que veas más allá de esto; no es lo que parece.

     Mihawk se soltó del agarre del peliverde sacudiendo el brazo levemente, e interpuso su mano izquierda entre ellos cuando Zoro trató de volver a cogerlo. Con los ojos cerrados y tallándoselos con la mano que le quedaba libre remugaba interiormente. Para los dos chicos que le observaban aquel gesto simplemente habría sido una forma de mostrar el hastío que la situación le producía, sin embargo no era sino una forma de controlar sus propios sentimientos y no mostrarlos en público. Suspiró cansado. Querer y no querer a la vez, que mala combinación. No le concedió el perdón a Zoro (estaba demasiado dolido para ello y su corazón no se podría arreglar solo con tiritas temporales), fue como mucho una pequeña tregua. De poderse comparar con algo sería como la persona que lleva hundida en el agua demasiado tiempo, más del que sus pulmones son capaces de soportar, y de pronto alguien le agarrase del brazo y le sacara a la superficie; la persona continuaría teniendo problemas para respirar, pero ese oxígeno sería un bálsamo paliativo, lo cual no significa que no le dejaran caer y volviera a ahogarse al segundo siguiente. De modo que abrió los ojos y encaró los negros de su hijo que parecieron sonreír, aliviados.

     En ese instante, Sanji, bastante molesto con la forma en que se estaban comportando esos dos se levantó airado del banco, pateando una piedra de tamaño no muy grande con una fuerza excesiva innecesaria, mandándola a volar unas cuantas decenas de metros más allá hasta chocar con una pared. Con las manos en los bolsillos avanzó un par de pasos hasta quedar a la altura de padre e hijo. ¿Qué tanto se traían entre manos como para tener que hablar con secretitos?

-          Zoro, no tienes por qué portarte así. No estábamos haciendo nada por lo que tengas que darle explicaciones a tu padre. Ya estamos mayorcitos como para decidir lo que hacer y con quien hacerlo, vamos.  Pasa del viejo y vayamos a otro lugar a continuar con lo que estábamos haciendo - dijo mientras cogía al peliverde de la mano y le instaba a moverse. Sin embargo no tuvo tiempo ni dar un paso antes de ser derribado por un puñetazo de Mihawk que impactó de lleno en su mejilla, derribándolo.

-          Viejo lo será tu padre. Eres la cosa más irritante que he conocido después de Shanks- dijo sacudiendo la mano adolorida por el golpe-. Diviértete con el proyecto de ameba. Ya vi la verdad detrás de todas tus mentiras, me marcho.

         Zoro que presenció toda la escena con ojos y boca abiertos por la impresión, no pudo reaccionar a tiempo y para cuando quiso gritar su nombre en un intento desesperado de que se detuviera, ya había desaparecido de su vista doblando alguna de las esquinas próximas. Preso de la frustración dejó que se le escaparan las fuerzas, cayendo de rodillas al suelo, justo al lado de donde Sanji había caído redondo.

         Si hubiera un hueco para miserable, patético, ruín, idiota, inútil, imbécil, gilipollas y un montón de adjetivos más todo junto en una sola palabra en el diccionario, sin lugar a dudas saldría su foto acompañando la definición. Sin ganas de contenerlas, regueros de saladas gotas de fuego rodaron por sus mejillas.

-          Mierda… -murmuró apretando los puños de frustración. Seguidamente comenzó a golpear el suelo con los nudillos repetidas veces, alternando de derecha a izquierda. La sucesión de golpes, cada vez más fuertes fueron raspando la piel hasta que la sangre comenzó a manar de ellos. Pero él ya no sentía el dolor del resto de su cuerpo, solo la quemazón en su pecho.

>> Resbaló un poco más, llevándose una de sus manos al lugar donde estaría su corazón mientras la otra la apoyó en el adoquinado para mantener el precario equilibrio en el que se encontraba. No tenía sentido lamentarse de un ser tan mísero como él. Era su culpa, maldecirse de sí mismo y su fortuna sería concederse una compasión que no merecía. Pero aun y así dolía, dolía y mucho. No pudo evitar volver a musitar un último-:…mierda…

 

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  Caminaba a paso raudo, dando vueltas sin sentido por las calles del pueblo. Desde donde estaba se escuchaba ligeramente una música alegre. Miró alrededor buscando su origen esperando que saliera de algún coche pero ninguno circulaba en ese momento por allí. De modo que supuso que el concierto ya habría comenzado y lo que escuchaba no sería más que el eco amortiguado por los edificios del folk rock de Magö de Oz. Miles de personas estarían bailando y saltando al ritmo de la animada melodía mientras agitaban sus puños al cielo gritando y coreando la letra envueltos entre la energía especial que conferían los conciertos en vivo. Qué diferente parecía todo desde su punto de vista.

  Mihawk querría haberse marchado totalmente de allí tal y como le dijo a Zoro pero mira por donde, era el mismo Zoro quien tenía las llaves de su BMW. Hasta en eso el destino tenía que reírse en su cara. No tenía intención de volver porque volver significaría verle y si le veía de nuevo no estaba nada seguro de si tendría la misma entereza como para sólo pedirle las llaves y pasar de él de nuevo mientras mantenía el fuego de la furia en su mirada. Seguramente el peliverde intentaría detenerle de nuevo y entonces… entonces no sería capaz de darle la espalda.

   Conocía a Zoro desde hacía bastante tiempo como para creer que todo aquello había pasado por la mala e intencionada fe de él de hacerle sufrir a propósito, lo cual le daba qué pensar. Sin embargo, ante la duda, prefería marcharse. No es que huir fuera con él pero tampoco era masoquista. Con que el crío le hubiera roto el corazón una vez tenía suficiente.

    Suspiró por enésima vez. Lo había hecho más veces en esa noche que en toda su vida. Sin ánimos para sumarse a las personas con las que había venido al festival decidió seguir dando vueltas por las calles, total, no tenía nada mejor que hacer. Quizá con un poco del aire menos saturado de las partes más alejadas al bullicio se le aclararan las ideas.

 

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     Durante unos tres minutos estuvo sollozando y murmurando sucesivos mierda, al cuarto se prohibió seguir haciéndolo. Mientras lloraba llegó a la conclusión de que no tenía derecho a hacerlo y, de igual manera que había caído en ese turbulento huracán que amenazaba con arrancarlo todo de raíz, pensaba salir de él de alguna forma. Si en su mente cedió ante Sanji porque se lo debía por hacerle sufrir con sus mentiras, también le debía a Mihawk el pleno derecho y razón de enfadarse con él y no querer verle durante el resto de su vida.

      Se enjugó las lágrimas y se colocó bien con las piernas cruzadas; los brazos atrás, aguantando el peso. Querer proteger la relación que tenía con el mayor sin que nadie se enterase le condujo a mentirle a Sanji y mentirle a Sanji a herir y provocar que justamente la relación que quería proteger se fuera por el desagüe. Más irónico no podía ser. Ante esa ocurrencia comenzó a reírse a carcajada limpia de sí mismo.

-          Soy un puto desastre.

-          Sí, estoy de acuerdo contigo por una vez, marimo- el rubio recobró la conciencia a tiempo de escuchar el último comentario y no se resistió a opinar al respecto mientras se sentaba.

-          Oh, ya has vuelto a la vida.

-          Tsk, no me lo recuerdes, el viejo pega fuerte- acotó mientras se palpaba la mejilla herida, la cual se había hinchado y comenzaba a adquirir un color poco agraciado de hematoma-. Demasiado.

-          Te lo mereces.

-          Supongo.

      Durante un rato no se dijeron nada más. Sanji porque seguía preocupado por si el golpe le dejaría marca permanente en su rostro de porcelana. Zoro porque cavilaba respecto a qué hacer a continuación. Podría echarse todas las culpas que quisiera pero no se rendiría tan fácilmente.

-           ¿No vamos acabar lo que te pedí, cierto?-preguntó de pronto el rubio.

-          No. Deber cosas a la gente me ha dejado en la situación que estoy ahora.

-          Comprendo. Siendo totalmente sincero no me arrepiento, de hecho quisiera que hubiéramos terminado lo que empezamos o incluso repetirlo mil veces, pero siento que por mi culpa te pelearas con tu padre.

-          Supongo que aprecio en cierta medida tus disculpas, pero ya no tiene caso. Se ha ido- Sanji le observó confuso, sin saber exactamente a qué se refería le miró esperando una mayor explicación por su parte. El peliverde resopló. Las mentiras fueron la base de su desgracia actual así que ya era hora pavimentar su nuevo camino con verdades-. Se ha ido de que ya no quiere volver a verme. Y supongo que no lo hará, ya que no nos une ningún lazo más allá de que me salvara de morir atropellado una vez. No somos familia, ni padre e hijo, ni primos lejanos ni siquiera vecinos del mismo edificio. No somos nada, al menos ya no…- ante esas palabras el rubio abrió un poco los ojos en exclamación pero no tanto como se hubiera imaginado Zoro- ¿Acaso no te sorprende?

-          No, que va. Sí que me sorprende. Aunque de alguna manera me lo esperaba.

-          A buenas horas mangas verdes- le reprochó.

-          ¿Qué querías? Si te lo hubiera preguntado directamente no lo hubieras admitido jamás- razonó Sanji apoyando los brazos en sus rodillas flexionadas y paseando la mirada por alrededor. Estaba todo muy tranquilo, como si nada hubiera pasado. De fondo se podía percibir cuando se guardaba silencio el sonido amortiguado del concierto.

-          Supongo que tienes razón en eso.

-          Y puestos a suponer cosas, ya que no sois parientes me imagino que él era la novia misteriosa y no Kuina -expuso acertadamente no como pregunta sino como afirmación.

-          Sep. Kuina sólo es una vieja amiga que por casualidad me encontré en el mejor momento para trolearte. Aunque eso en sí haya sido el detonante de este desastre.

-          Eso explica que tampoco te resistieras mucho por enrollarte con un tío.

-          ¡Oye!- se sonrojó Zoro- tampoco es para que lo digas así. Pero se podría decir que sí.

-          ¿Le quieres?

-          Por supuesto.

-          Entonces ve por él. No dejes que emm… bueno, un malentendido bastante subidito de tono acabe con todo.

-          No es tan sencillo. Pero ya sé lo que voy a hacer.

-          ¿Sí? ¿Entonces que demonios haces hablando aquí conmigo en vez de ir por él?

-          Dejar que se calme. Sería capaz de noquearme como a ti nada más verme y eso no ayudaría.

-          No dejas de sorprenderme desde hace un rato, marimo. De veras, ¿qué te ha sucedido? Tú nunca has sido tan elocuente ni perspicaz desde que te conozco.

-          Supongo que la adversidad me ha hecho madurar. Casi muero una vez, ¿recuerdas? Así que me imagino que mi cerebro se puso a funcionar desde entonces- y sin embargo, por muy en marcha que esté, continúo sin recordar eso…, pensó.

     Después de decir eso, Zoro se puso de pie y alargándole la mano a Sanji le ayudó a incorporarse también.

-          Fue un gusto, supongo, conocerte este verano- dijo con duda el peliverde mientras le alargaba la mano.

-          Sí, igualmente- contestó el rubio estrechándosela.

-          Esto ya lo pensé, pero ahora te lo digo: habríamos sido grandes amigos en otras circunstancias, o puede que algo más- confesó Zoro mientras se alejaba de allí.

-          Cabrón, no me des esperanzas- replicó Sanji a media voz sin atisbo de enfado, solo algo contento.

-          ¡Adiós!

      Fue una despedida algo inusual. Desde luego Sanji no se imaginó de ningún modo viviendo algo como aquello de esa forma. Sonrió de medio lado mirando hacia el lugar por el que se había ido Zoro, quizá conocerle había hecho que algo dentro de él cambiara también.

 

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     El tiempo que estuvo dando vueltas sirvieron para enfriarle la cabeza lo suficiente. Seguía enfadado con Zoro, eso no se iría tan fácilmente de su mente, mas ya no era la furia del principio sino más bien una especie de resentimiento que estaría siempre en su corazón.

     Continuaba teniendo ganas de marcharse de allí, pero sin las llaves de su coche y sin dinero (dejó la cartera en la hacienda a posta al suponer que en un lugar tan concurrido habría peligro de perderla) no tenía modo de regresar a menos que quisiera pasarse caminando toda la noche. Además no sólo quería ir de vuelta a la casa del campo que había estado compartiendo con los demás este último mes y medio sino que quería largarse lejos, muy lejos, lo más lejos que le llevara el depósito de gasolina. De modo que después de meditarlo un poco se fue al lugar donde vio aparcado su deportivo negro (de algo tenían que servirle las vueltas que dio antes).

      Al llegar, grande fue su sorpresa al descubrir la figura del peliverde apoyada contra la puerta del conductor de su coche, el cual estaba en modo descapotable; los ojos cerrados y los brazos cruzados, mas colgando entre una de sus manos descansaba el llavero de su vehículo. Zoro estaba pensativo, incluso parecía estar repasando mentalmente algo. Mihawk frunció algo el ceño, no le venía en gana verle en ese momento pero necesitaba las llaves que él tenía, así que finalmente cuando estuvo lo suficientemente cerca dijo:

-          ¿Qué haces aquí?

-          Te estaba esperando- Mihawk no se esperaba esa respuesta así que tras su semblante de seriedad se dibujó la duda-. Pensé que querrías esto- levantó las llaves- así que vine.

        El mayor se quedó perplejo ante esas palabras. No sabía que responder exactamente ni qué intenciones estaría ocultando su ex-hijo diciéndole aquello.

-          ¿Así sin más?

-          Así sin más- cuando el mayor avanzó un par de pasos Zoro lanzó las llaves un par de metros al aire para volver a atraparlas luego y metérselas de nuevo en el bolsillo-. Pensé que de este modo me escucharías.

      Mihawk volvió a fruncir el ceño, esta vez más que antes. Ya sospechaba que no podría ser plata todo lo que reluce. Sin embargo si quería las llaves debería escucharle.

-          Habla- espetó molesto-, y que sea rápido.

-          Será rápido, no te preocupes- el peliverde inspiró cerrando los ojos y lo soltó lentamente mientras la decisión se instauraba en su mirada-. Lamento lo ocurrido. Sé que no vas a creerme cuando te lo diga, es lógico, pero igualmente, deseo que lo sepas.

>> Lo de Sanji fue un malentendido, culpa mía, pero un malentendido a fin de cuentas. Le mentí diciéndole que tenía novia cuando casi me acorrala entra la espada y la pared, es decir, cuando casi descubre nuestra relación. Bueno, que teníamos: asumo que ya no es así. Por eso cuando salió corriendo lo seguí. Me sentí culpable por ello y luego me pidió que le regalase una noche… y bueno, cuando me quise dar cuenta tú habías llegado.

-          ¿Esperas que me crea algo como eso?

-          Me gustaría pensar que sí, aunque sé que es difícil.

-          Pues no me lo creo, pierdes el tiempo. Con eso y con la otra garrapata con la que estabas. La encontré en el mercadillo.

-          ¿Te refieres a Kuina? Es una vieja amiga y cuando me la encontré le pedí que se hiciera pasar por mi novia para engañar a Sanji. Parándome a pensarlo era un plan demasiado absurdo como para que saliera bien, lo siento- dijo apenado, agachando la cabeza.

-          Es decir, que reconoces que me engañaste- fue una afirmación y no una pregunta. La voz le tembló ligeramente mientras lo dijo. La conversación le estaba afectando más de lo que creyó.

-          … Se podría decir que sí. De lo cual me arrepiento mucho. Mi intención era sólo era hacer las cosas lo mejor posible y lo cagué todo.

-          Eres despreciable. Lárgate, no quiero volver a verte- Mihawk estaba comenzando a perder las maneras y temía explotar ante él también.

-          Lo nuestro, es complicado y quizá no estamos hechos para estar juntos, pero tal vez sea por eso que también quiero intentarlo y por eso  te quiero- hizo una pequeña pausa para ver la cara de desconcierto de la persona que tenía delante, en la cual el mayor trató de fritarle que se largara de nuevo mas la mascara de frío distanciamiento que se había puesto amenazaba con terminar de quebrarse a cada palabra que añadía al discurso- Mihawk, me has hecho sentir cosas sin proponértelo que nunca antes había sentido. Ya desde que me salvaste la primera vez de ser atropellado, yo he querido tener algo más que una bonita amistad. Cuando me propusiste ser tu hijo vi una posibilidad, una luz, al final de un largo túnel y pienso hacer que esa luz venga- avanzó los escasos dos pasos que les separaban y le agarró decidido por el cuello de la camisa atrayéndole a él hasta juntar sus labios. Desde ese mismo día por la mañana que no se habían besado y sin embargo todo era tan diferente ahora… Igualmente Mihawk se dejó porque en el fondo de su destrozado corazón lo deseaba tanto o más que un Zoro que puso todos sus sentimientos en ese contacto. No fue brusco, no había intenciones de llegar más allá, solo la pasión que podría juntarles de nuevo- Una vez  aceptaste salir conmigo sólo por cuidar de mi salud- continuó hablando cuando se separaron-. Sé que cometí fallos imperdonables, pero… ¿por qué no te das cuenta de que lo que digo es verdad? ¿Por qué no quieres admitir que te quiero?

-          Sé que me quieres, supongo.

-          ¿Entonces?

-          Ya no sé lo que siento yo… Después de todo lo que has hecho, creo que ya no sé nada respecto a ti- dijo tajante.

-          Me lo imaginaba- terminó por aceptar, decepcionado, Zoro. Luchó por lo que amaba y había perdido. Era hora de retirarse-. Entonces me iré.

-          ¡Espera! Dame las llaves antes.

-          Oh, eso es lo mejor. No te las daré.

-          ¿Eh?

      El peliverde se sacó el llavero de bolsillo y saltó por encima ayudándose de la puerta para caer en el asiento del conductor. En un segundo hizo contacto con las llaves, el motor rugió y el vehículo comenzó a moverse. Cuando empezó a moverse Mihawk intentó seguirlo corriendo pero la ausencia de tráfico que retuvieran el avance del vehículo a esa hora hizo que en poco rato hubiera demasiada distancia entre ellos. Entonces, el BMW se detuvo.

-          ¡No pienso desaparecer tan fácilmente, recuérdalo! Quizá ahora me marche pero… no te dejaré escapar tan fácilmente, ¡TE AMO!- Mihawk se quedó mirando la figura del peliverde girada sobre el asiento mientras pronunciaba aquellas palabras. Quería creerlas, quería y aún y así le costaba tanto… que en aquel momento que le robara el coche era lo de menos- Ah, por cierto, ¿qué clase de apuesta fue esa por la que terminé siendo tu hijo?

      No tenía muchas esperanzas puestas en que contestara, en concederle esa última petición. Sin embargo esperó un minuto, dos, tres… de haber querido alcanzar el coche en ese momento habría podido mas estuvo quieto, en el mismo sitio con la cabeza gacha y los puños apretados. Cuando Zoro creyó que ya no recibiría respuesta volvió a colocarse bien en el asiento dispuesto a marcharse y entonces:

-          Una comida- el peliverde volvió a girarse, creyendo haber oído mal-. Fue una comida. ¡Quién perdiera tendría que invitar a todos los demás a comer y tú ya sabes cuánto comen Luffy y Shanks!

     No podía creérselo, Mihawk, aquel sereno hombre que cautivara sus sentidos, gritando en medio de la noche con las mejillas húmedas probablemente por las lágrimas que quiso ocultar en esos minutos que no dijo nada. Demasiado surrealista y sin embargo hizo que de sus ojos también amenazaran con brotar las lágrimas. Le amaba demasiado. Entonces sin decir nada más se giró de nuevo sobre el asiento, asió bien el volante y apretando el acelerador el coche comenzó a ganar velocidad hasta desaparecer al doblar un recodo.

 

  Dentro del coche, saliendo del pueblo y entrando a la autopista Zoro pensó para sí mismo:

      No sé que harás tú, pero pienso buscarte y cuando lo haga, ya no podrás odiarme por esto, y entonces, bueno, solo el futuro dirá…

 

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Día XX Mes XX Año XXXX

 

     El rumor marino se escuchaba resonar una y otra vez contra las rocas, sin ser violento, simplemente una sencilla melodía de fondo que relajaba y calmaba el espíritu. Las rocas ascendían varias decenas de metros sobre la superficie de espejo que era el mar en calma en aquél instante, el cual lamia mansamente la arena de las calas colindantes. Sobre aquel acantilado había un mirador. En él, varias personas admiraban las maravillas de la naturaleza. Algunos solo miraban a la inmensidad del océano, otros se sentaban en la barandilla para sacarse fotos o bien se la tomaban del paisaje en general.

      Una de aquellas personas permanecía un poco más alejada que el resto, cobijada a la sombra de un árbol. No es que le molestara arrimarse o estar cerca de otros individuos, solo que ese espacio era perfecto tal y como estaba en ese momento, por lo que le apetecía disfrutar de él. Le encantaba aquél lugar, era uno de sus favoritos y como tal era capaz de mirarlo con ojos diferentes a como lo hacían el resto de los visitantes.

     La brisa marina sopló, indicándole al individuo que ya era el momento de comenzar a moverse. Salió de la sombra del árbol para caminar entre la grava de piedras redondeadas por los elementos hasta llegar unos veinte metros más allá, donde a un lado de la carretera se había establecido un aparcamiento medio improvisado. Llevaba gafas de sol para protegerse de las radiaciones solares, lo cual impedía saber el color de sus ojos.  Cuando llegó subió a su coche, un deportivo de líneas muy elegantes, y abandonó el lugar para incorporarse a la vía.

      La carretera en apariencia pintada acorde con el contorno de la costa, la recorría entera hasta que se bifurcaba en una mayor que ya conducía a sus circulantes a una autopista. De modo que aunque estuvieras en marcha se podía disfrutar completamente de la belleza del lugar. La brisa de nuevo hizo de las suyas agitando el cabello del conductor y consiguiendo que tintinearan los tres pendientes dorados que llevaba en la oreja izquierda. Apenas aparentaba tener más de veinte años. Éste sonrió de medio lado, estaba feliz, por fin. Mientras conducía a poca velocidad cogió su móvil del salpicadero y marcó un número. No pudo evitar que su sonrisa se expandiera mientras esperaba que alguien al otro lado de la línea le contestara.

 

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El móvil sonaba incesantemente, obligándole a salir corriendo de la ducha para alcanzarlo. Sólo le dio tiempo a anudarse una toalla a la cadera. Cuando cogió el aparato la llamada entrante apareció como número oculto mas no se había pegado la carrera en vano así que descolgó.

-          ¿Diga?

-          Soy yo.

Notas finales:

Pues bien, no sé si lo habéis notado todos... pero este es el FINAL. Final de esta historia. Las últimas frases.... bueno, eso os invita a elegir si queréis una secuela o no. Es decir, está preparado para que este fic continua en esa segunda versión ;D.

Tendría tantas cosas que decir que no sé por dónde empezar, así que no diré nada de momento y a ver como avanza esto ^^.

Espero que os guste y hayáis disfrutado leyéndolo. Para mí fue un gran placer escribirlo y ojalá fuera igual para vosotros. Besos y abrazos para todos ♥. Nos estaremos viendo en Northwestern y quién sabe?, quizá nos veamos aún más pronto en alguna otra parte.... ;)


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