Capítulo 14
— Hemos contactado con Kaiba. — Afirmó una voz del otro lado de la puerta. — Pagará el rescate.
— Demasiado fácil para que sea verdad. Seguro llamó a la policía.
Advirtió otra voz y pronto se hizo más audible. Entró en la habitación donde estábamos Mokuba y Joey, amordazados y bien atados. Todo estaba tan oscuro que solo podía escuchar las pisadas de nuestros captores. No sabía cuanto tiempo había pasado pero para mí era una eternidad y no quería imaginarme lo que estaba pasando en la mente de Mokuba ¿Estaba tan asustado como yo? Tal vez él tenía confianza en que su “todopoderoso” hermano nos sacaría de allí, quizás yo debí haber confiando tanto como él. No había escuchado su voz, ni siquiera un grito o alegato y eso me hacía sentir más inseguro.
— Prepara la cámara. — Ordenó el sujeto que acababa de entrar. — Vamos a presionar al tal Kaiba.
— ¿Qué le hacemos a éste? — Preguntó uno de ellos levantándome por los cabellos.
— ¡Cógetelo! Y asegúrate de tomar un buen ángulo. A ver si siente la presión al ver a su pareja como lo que es.
La orden me erizo cada pelo que poseía. No podía defenderme y tampoco pensar con claridad, sólo podía apretar la mandíbula y esperar una oportunidad.
— ¿Y al menor?
— A ese vamos a sacarle los ojos. ¡Quítale la venda!
Al fin escuché la desesperada voz de Mokuba intentar gritar a pesar de que estaba cubierta y ese grito fue el de guerra, no podía esperar ni un segundo más, no podía permitir que le hicieran eso a Mokuba. Saque fuerzas de no sé donde y asesté un cabezazo en la entre pierna al tipo que me hincaba para acatar la orden.
Entre la confusión comencé a moverme como loco entre lo poco que me lo permitían las ataduras. Uno de ellos me disparó en el brazo, quizás por la adrenalina no sentí nada, lo único relevante fue que las ataduras se soltaron y aproveche para arrancarme la venda que cubría mis ojos y de la mordaza que me impedía hablar. Mis pies aún atados me impedían moverme para rescatar a Mokuba del tipo que sostenía la pistola y me apuntaba con ella. Otros dos incautos entraron desarmados y desorientados, trataron de aplacarme pero yo los golpee con las botellas que encontré en la mesa y los dejé inconscientes. Después rematé al tipo que había golpeado con mi cabeza. El único que faltaba era el tipo que anteriormente me apuntaba con la pistola, ahora la dirigía hacía la sien de Mokuba y me amenazaba con sus ojos nerviosos y sus manos temblorosas.
No iba a dudar más, no le iba a dar oportunidad de si quiera negociar. Me lancé hacía él, por desgracia mis pies atados no me permitían mucho y antes de alcanzar a mi objetivo éste apretó el gatillo.
El cuerpo de Mokuba cayó al suelo y la sangre se regó por todo el piso. Mis sentidos parecieron bloquearse y mis piernas flaquearon, mi estomago se contrajo y todo pareció pasar en cámara lenta. Escuché el sonido de una bala a los lejos, difusa. Después, mientras caía al piso observando el cuerpo de mi cuñado, otra bala rozó mi oído, el zumbido me dejó tan adolorido que recordé mi cometido. Traté de ponerme de pie y atacar. Una bala atravesó mi hombro y caí hacía atrás. Seguí luchando pero sólo conseguí perder tanta sangre que mi conciencia casi me abandonó y lo que me trajo de vuelta a la realidad fueron las pisadas de los oficiales entrando al lugar.
— ¡oooorale! Que fea pesadilla. — Interrumpió Tristán.
— No fue pesadilla. — Aclaró Joey con notoria molestia.
— Pero tú dijiste que viniera porque habías tenido un sueño muy perturbador.
— Bueno si fue un sueño — Joey se golpeó en la frente y rodó los ojos preguntándose por qué su amigo era tan tonto en este mundo. — pero fue un sueño sobre lo que pasó ese día.
— ¿Qué? ¿O sea que me estas diciendo que por ponerte loco mataron a Mokuba?
Los ojos de Joey se llenaron de lágrimas. Revolvió sus cabellos tratando de eliminar todos sus remordimientos, convenciéndose de que eso era parte del pasado, aunque le hubiera gustado que todo aquello fuera sólo una pesadilla. Desde ese día Joey había soñado con eso muchas veces, era el eterno sueño que jamás desaparecería.
— Cuando desperté — Continuó narrando el rubio. Un nudo en su garganta le impedía continuar con fluidez. — Estaba en un hospital. Las enfermeras no respondían mis preguntas, sólo me traban dulcemente y me advertían que tuviera cuidado, llevaba muchos días en terapia intensiva. Pasaron dos días desde que recuperé la conciencia, ya podía tener visitas y Yugi, Tea, Duke y tú fueron a visitarme.
— ¿Nosotros? — De nuevo interrumpió Tristán, esta vez emocionado. — Eso es porque en tu mundo aún somos amigos ¿cierto?
Joey asintió con una débil sonrisa en los labios y limpió las lágrimas de su rostro. Tristán se acercó un poco más a su amigo y le pasó un brazo por el hombro, dándole unas palmaditas tratando de consolarlo, luego siguió preguntando.
— Pero si somos amigos ¿Por qué tardamos tanto en visitarte? ¿No se permitían visitas?
— En parte era eso. — Respondió el ojimiel. — aunque en realidad ustedes tenían miedo de hacerme enfrentar toda la realidad. Seto tenía miedo de eso mismo, por eso nunca me visitaba cuando estaba consiente pero siempre estuvo a mi lado, incluso cuando dormía, sabía cuando él se quedaba a cuidarme, sin embargo, también tenía miedo de enfrentarlo y por eso fingía dormir. Cuando sentía que ya se había ido abría mis ojos y rememoraba todo lo que había pasado ¿Cómo iba a contárselo? El funeral de Mokuba pasó y ni siquiera estuve presente ¿Fui muy cobarde? — Preguntó sin esperar respuesta. — Me dieron de alta y tuve que ir a declarar, era el único testigo así que lo que dije fue vital.
Dije que habían tenido una pequeña riña entre ellos, hubo algunos tiros y uno de esos tiros desató mis amares y cuando me di cuenta de que habían matado a Mokuba me puse agresivo y por ello me dispararon más.
Seto escuchó todo y desde ese día no me preguntó más. A veces también sueño en la reacción de Seto cuando se enteró. ¿Estará enojado conmigo por que le escondí esa parte de la historia? Yo sé que él me odiaría pero no soportaría perderlo.
— Hey… Seto es demasiado frio. Yo también me preguntó si tiene sentimientos. ¡Sin ofender! — se apresuró a decir Tristán para luego balbucear nervioso. — Aquí es tan frio y gruñón... tú sabes.
— Aunque no me lo creas, en mi mundo Seto puede ser la persona más frágil de todas, es por eso que superarlo todo fue tan difícil y a decir verdad creo que no lo superamos. Por eso, en cuanto supimos que te ibas del país para conseguir ayuda con tu proyecto Seto fue el primero en apoyarte con la condición de que nos dejaras usarla para traer de nuevo a Mokuba.
— Valla — Suspiró Tristán rascándose la cabeza confundido. — ahora muchas cosas tienen sentido.
— Como sea. — Apuró Joey recuperando el ánimo. — tengo que regresar y solucionar eso, ahora tengo pistas importantes y debo llevarlas de regreso. Gracias por escuchar mi terrible pesadilla.
— De nada viejo. — Sonrió el castaño, dándole una cálida palmada en la espalda. — Para eso estamos, más bien gracias a ti por confiar de nuevo en mí.
Joey se disculpó y fue al baño a lavarse la cara. Ahora estaba todo lleno de lágrimas y mocos.
— ¡Óyeme tú desobligado! — Entró intempestivamente Duke por la puerta. — ¿Qué no planeas ir a…
La pregunta se quedo en el aire cuando Tristán y Duke cruzaron sus miradas. Hacía tanto tiempo que no se veían. En secreto, ambos habían planeado todo un discurso para el día en el que se encontrarán, un discurso en el cual harían altanería de su feliz vida sin el otro, sin olvidar, claro, un par de insultos sutiles que le jodieran todo el ego al otro pero que no pudiera defenderse porque se vería ardido. Era impresionante como sus mentes aún estaban conectadas, por el resentimiento, pero al fin de cuentas conectadas.
El encuentro fue tan repentino que no podían ni pronunciar el nombre del otro para saludar.
~~~XxX~~~
— ¿Y qué viste? — Preguntó Tristán por enésima vez.
Joey buscó rápidamente por su cerebro vacío, apretando los dientes buscaba con la mirada una excusa para zafarse.
Kaiba continuaba pegado al monitor, totalmente ajeno del drama que ahora vivía su esposo.
— Típico de él, ignorar personas y más cuando lo necesitan. Bastardo. — Masculló Joey por lo bajo.
— No me hagas perder la paciencia Wheeler. — Advirtió el científico, amenazando al cachorro con un extraño aparato que emitía descargas eléctricas. — Dime que fue todo lo que pasó en tu viaje.
— El viaje — Balbuceo el rubio un par de veces, acomodando las ideas rápidamente en su cerebro. — bien, bueno, este, verás, primero, si bueno, al principio…
Joey Wheeler vio una venita brincar en el ojo izquierdo de su ex amigo y optó por describir su sentir cuando llegó a ese futuro por vez primera.
— Todo era demasiado brillante, tan cegador, mi cuerpo se sentía tan pesado y mis oídos zumbaban tanto que mi cabeza dolía, me sentí tan pesado que perdí la conciencia y la recuperé hasta que sentí mi cuerpo golpear con el piso.
— Ajá…continúa. — El chico castaño de bata no perdía detalle, anotando todo en su tableta de cristal.
— Entonces…
Detuvo su relato y se quedó pensando largo rato. Si decía que lo primero con lo que se encontró fue con ese Tristán con pinta de científico loco seguramente lo iban a descubrir y lo mandarían de vuelta al pasado. Miró a Kaiba con ojos de perrito ilusionado y se recordó que aún quería permanecer en ese futuro, tenía muchas cosas que aclararse.
— Entonces — Continuó Joey, confiando en que sus cursos de actuación al fin servirían de algo. — Me encontré con ustedes, mis amigos… — su memoria era mala, empero, podía recordar algunas cosas con una increíble lucidez. — estábamos por comer el almuerzo así que comenzaron a hacerme preguntas y salí huyendo, después regresé y ya.
— Ya veo. ¿Qué hay sobre la cicatriz que tu “yo” joven presentaba en el labio? — Inquirió Tristán pensativo. — Balbuceaste algo de que Seto había sido malo contigo y haciendo cuentas no recuerdo que hayas tenido una pelea en ese día que te mande al pasado.
— ¿La cicatriz? — El cachorro de ojos melados prefirió omitir esa información. — no tengo idea, estuve muy poco tiempo.
Tristán se quedo pensando largo rato. El rubio rezaba porque todo pasara rápido y no lo descubrieran.
— Termine. — Anunció Seto, rompiendo la tensión del interrogatorio. — Creo que cada 38 días se abrirán portales en diferentes coordenadas, es por ello que ya he programado todo para avisar cuando y donde se ha producido un viaje sin tener que usar la máquina.
— ¡oh! Bien. — El científico se acercó hasta donde Kaiba y le mostró unos nuevos planos. — Esta vez modificaré la máquina en seis dimensiones, ya no parecerá un espejo, ahora será como un diamante, así podremos controlar el paso de materia.
— Me agrada eso. — Declaró Seto con una sonrisa.
Joey no pudo evitar asombrarse. La sonrisa de Kaiba era tan… ¿Cómo describirla? Era algo tan novedoso para él que permaneció observando, haciendo comparaciones exageradas con el Kaiba de su mundo.
— Tardaré más tiempo, pero ya tengo a mis chalancitos trabajando en ello.
— Has trabajado muy bien en sólo tres años. No podría exigirte más.
Y de nuevo allí estaba la enigmática sonrisa del oji-azul. El rubio continuaba tratando de comprender como había llegado a eso.
Durante todo el camino a casa Joey continuaba fantaseando en lo genial que sería quedarse por siempre en ese mundo, con un esposo comprensivo, un amigo un poco loco pero su amigo al fin.
No podía negar que se sentía celoso por ver a su actual pareja con Tristán, en el fondo siempre supo que cuando ese par se volviera a ver debería de estar preparado para perder a Duke, ya que, por más que el dados lo escondiera, amaba demasiado a Tristán y no estaba satisfecho por su ruptura. Tenía que aceptar que su relación con Duke se basaba en el apoyo que habían recibido el uno del otro al sentirse solos. Quizás no era amor, sólo era la gratitud de poder tener a alguien en quién confiar, alguien que siempre lo iba a proteger, simple gratitud que no era equiparable con lo que siempre sentía al estar cerca de éste nuevo Kaiba. Todo parecía confuso ¿acaso se estaba disculpando?
~~Ø~~
— Hermano.
Llamó por tercera vez Mokuba a la puerta del despacho de su hermano. Con voz dudosa llamó una última vez, al no tener respuesta decidió entrar.
Seto se encontraba sentado detrás de su escritorio, recargando los codos en éste, con las manos entrelazadas colocadas al nivel del mentón, sumido completamente en sus pensamientos. Mokuba tuvo que tocarlo para llamar su atención.
— ¿Qué ocurre? — Preguntó Kaiba. Fingiendo normalidad comenzó a acomodar papeles y a leerlos al azar.
— ¿Estás bien?
— Si. — Dijo el mayor restándole importancia a la pregunta. — ¿Qué se te ofrece?
Mokuba lo miró con esa cara burlona de quién no ha creído una sola palabra de lo que ha escuchado.
— ¿Estás así por lo que sucedió ayer en el estreno del drama?
— No sé de que me hablas.
— Si sabes.
— Estoy ocupado. — Bufó hastiado el CEO y continuó con sus labores. — No me molestes cuando estoy trabajando.
— Estabas como ido hace un momento ¿estabas pensando en lo que pasó?
— Sacar a flote una empresa requiere una fuerte estrategia, por ahora todo va excelente y debo de encargarme de que todo siga así.
— Sabes perfectamente que no me refiero a eso.
La pregunta se estampó implícitamente en el rostro de Seto, enarcó una ceja y continúo mirando a su hermano.
— Joey. — Declaró el pelinegro con una sonrisa picara.
— Ya sabía que ibas para allá. No hay nada que decir.
— Lo estabas molestando antes de que yo llegará ¿cierto?
— ¿Ahora eres defensor de los débiles? Además ¿por qué habría de molestarlo? Sólo teníamos una charla de trabajo.
— ¿Entonces porque lucía tan alterado?
— ¡Qué se yo! el tipo es un cobarde, desapareció por no sé cuantos años ¿Cómo diablos voy a saberlo?
— Te vi tocarlo de un modo “extraño” — Argumentó Mokuba con un tono más serio.
— No te andes por las ramas y sé directo.
— Si es así ¿Qué sientes por Joey?
— No es relevante en mi vida. — Respondió Seto sin dejar de revolver documentos por todo el escritorio.
— Esa no es una respuesta. ¿Qué piensas sobre él?
— ¿Por qué te importa tanto? Ni tu amigo es.
— Pero tú eres mi hermano y claro que te he notado diferente, pareces más ansioso y ayer que te vi cerca de él te veías muy distinto. A mi me preocupas tú.
— ¿Tan extraño me veo?
— Ayer estabas irreconocible, Yugi estaba muy preocupado. ¿Por qué estas así? ¿Es por culpa de Joey?
— Psicólogo gratis. — Ironizó el mayor de los Kaiba, prestándole al fin atención a su hermano. Contar un poco de todo lo que tenía en su mente le pareció al fin una buena idea. Además de que sólo así se desharía de su terco hermano, que cuando algo se le metía en la cabeza no había quién lo hiciera cambiar de idea. — ¿Por qué estoy “así”?
El castaño se quedó algunos instantes buscando en su mente las palabras adecuadas, una vez que creyó hallarlas comenzó a decir.
— Tengo ganas de desquitarme con ese maldito canino pulgoso. — Resumió el CEO descaradamente. Luego añadió de modo pensativo. — En el pasado, el perro Wheeler y yo tuvimos algunas discusiones pero cuando llegó el día en el que al fin me deshice de él y nunca volví a verlo, eso me molestó y me sigue molestando porque no fui capaz de seguirlo humillando.
Mokuba no pudo evitar hacer muecas al no comprender la lógica de su hermano. Continuó en silencio, aguardando a que terminara lo que tenía que decir.
— Cuando comenzaron las grabaciones sabía que me encontraría con el perro, lo que no me esperaba era que él me recibiera con un abrazo y que dijera que me extrañaba. ¿Sabes como me sentí?
El pelinegro parpadeo un par de veces, incrédulo. Prefirió guardarse su respuesta y esperó ansioso por el resto del relato.
CONTINUARÁ>>>>