Capítulo 19
Después de la escena en el hospital Seto y Joey estaban un tanto descolocados respecto a los últimos acontecimientos. Al llegar a lo que sería su época, los esposos se tomaron de las manos, temiendo haber fallado en su misión. Tristán estaba allí, con su típica bata blanca y esos anteojos que no le quedaban para nada, controlando la situación desde su inseparable pantalla de cristal.
— ¡oh! Están aquí. — Dijo apenas prestándole atención a la pareja. — Lo vi todo desde aquí, bien hecho. Mokuba está en su habitación, acaba de llegar de la escuela y para su información en algunos días empezaran a tomar conciencia de su nuevo universo alterno.
— ¿Qué significa eso? — Inquirió Joey, recibiendo por parte del científico una mueca de fastidio antes de responder a su pregunta.
— Eso significa que en unos días serán parte de éste universo y si algo cambio en sus personalidades ustedes irán cambiando con los días.
— Ahora entiendo porque no me sentía yo cuando estaba en el otro universo. — Concluyó el rubio.
— Es correcto. No te sentías tú porque de a poco te ibas transformando en tu alterno.
— Seto. — Llamó Joey tímidamente, tomándolo de la mano con más fuerza. — ¿Quieres que veamos a Mokuba?
— Creo que sí. — Respondió con una sonrisa melancólica y agregó refiriéndose a Tristán. — Gracias por todo, Mokuba está bien gracias a ti.
— Te lo debo. Tú me apoyaste y esto era lo menos que podía hacer. — Se estrecharon las manos cordialmente. — Ahora me preguntó qué haré. — Dijo Tristán más para sí que para los demás. — Quiero descansar de tanto embrollo aparte de que ya le tengo miedo a abrir otro portal dimensional.
— Yo creo — Dijo Kaiba en tono burlón. — que deberías de dedicarle algo de tiempo a tu querido novio.
— ¡Así es! — recalcó Joey con ahínco. — Si no lo cuidas te dejará y entonces volverás a usar la máquina para recuperarlo y déjame te informo que en un universo alterno Duke no es tu pareja y está muy desilusionado de ti.
— ¡No me asustes!
Gritó Tristán y salió en busca de su adorado y abandonado novio. Los esposos rieron y aún tomados de la mano se dirigieron hacía lo que sería la habitación de Mokuba.
El pulso de ambos estaba acelerado. Tenían miedo de pensar que todo era ilusión o que Mokuba estaba vivo pero que detrás de esa puerta les esperaba una terrible noticia. Seto tocó la puerta con decisión, el golpeteo de sus nudillos en la madera hizo eco. Joey tragó duró y escrutó los ojos azules de su esposo, sonrió conciliadoramente. Por fin la voz de Mokuba autorizó su entrada y sin más preludios Seto dejó la mano de Joey y corrió hacia su hermano. No podía creerlo, estaba allí con vida. No quiso parecer sentimental, empero, no soporto las ganas de darle un abrazo a su hermano, lo sostuvo entre sus brazos por un largo tiempo.
— ¿Hermano? — Interrumpió Mokuba extrañado, extrañado y apenado. — ¿Qué ocurre?
— Nada, nada. — Confirmó Seto sin despegarse de su hermano.
— Es muy extraño esto. —El pelinegro se revolvió entre los brazos de su hermano, tratando zafarse. Miró hacia la puerta y notó la presencia de Joey. Se sonrojó. — Vamos hermano, Joey está aquí.
Seto enmudeció. Si Mokuba pudiera saber todo lo que había sucedido su actitud sería otra. Lentamente lo soltó y revolvió sus cabellos azabaches, ambos sonrieron.
— Perdona la escena Joey. — Corrió Mokuba a disculparse. — mi hermano trabaja demasiado, pero es genial verte ¿Cuándo regresaste a Japón?
Seto y Joey intercambiaron miradas. Mokuba parecía referirse a Joey familiarmente pero no como si viviera en esa casa. En seguida Seto trató de cubrirlo.
— Acabo de recogerlo en el aeropuerto.
— Así es Moki. Seto fue por mí.
— Ya veo. — Expresó no muy convencido y agregó. — ¡Me da mucho gusto verte! En verdad me preocupe cuando tuviste que irte, tu brazo no estaba completamente curado pero después del incidente todo fue un caos y esos tipos iban detrás de ti ¡ah! Pero me alegré también cuando me enteré de que habían atrapado a dos de ellos. — El pelinegro se quedó pensando unos segundos y pregunto con suma preocupación. ¿Es seguro que estés en Japón?
— Yo …
— Claro que lo es. — Se adelantó a decir Seto.
— Supongo que sí mientras sigan creyendo que somos familiares. — Respondió Mokuba más aliviado. — Sí no se hubiera hecho ese mal entendido sobre que somos primos, todos seguirían creyendo que Joey era el principal sospechoso y que únicamente quería sacarnos dinero.
Joey palideció y buscó un lugar de donde sostenerse, no podía seguir de pie sin sentir nauseas.
— ¿Estás bien Joey? — Inquirió Mokuba mientras Seto se adelantaba a sostenerlo.
— Sí, es por el viaje, me hace sentir mareado.
— Lo llevaré a su habitación. No te preocupes Mokuba, yo me encargo.
Seto ayudó a Joey a ponerse de pie y lo condujo hacia una habitación. Mokuba aguardó en su habitación y una risita traviesa se escapó de sus labios antes de continuar con sus actividades.
Una vez que entraron a la habitación y hubieron cerrado con llave, Joey se tumbó en la cama y cubrió sus ojos con el dorso de la mano.
— ¿Qué ocurre? — Seto se acercó a la cama y tomó asiento cerca del rubio. — ¿De verdad te sientes mal? ¿Quieres ver a un médico?
— Lo sabía. — Dijo Joey con voz trémula. — Las cosas no están bien, hay algo malo.
— Patrañas. Lo único “malo” que percibí fue que al parecer huyes de esos secuestradores.
— Y todos piensan que en verdad somos familia — Agregó amargamente. — ¿No te das cuenta?
Seto permaneció mirándolo inmutable. Joey resopló y se acomodó frente a su esposo. De nuevo estaba frente a un mundo alterno, donde pasaba Dios sabe qué y era probable que de nuevo su relación cambiara, incluso Tristán lo dijo y ante eso no podía estar tranquilo, una marea de emociones comenzaba a inundarlo. ¿Y sí no eran pareja en ese nuevo mundo alterno? ¿Podría Joey soportar de nuevo lidiar contra mil situaciones que quizás jamás se había imaginado?
— Qué probablemente, mañana, cuando despertemos, tú y yo seremos de nuevo unos desconocidos— Declaró el rubio sin poder contener las lágrimas.
— Eso no va a pasar.
— ¡Va a pasar!
— Bueno, sí pasa usaremos la máquina del tiempo y ya.
— ¡No es tan fácil!— Joey rechazó las manos que intentaban abrazarlo y consolarlo. — Tú sabes todo lo que se puede destruir al cambiar el pasado. ¡No lo intentaré más!
— ¿Entonces te gustaría que éste universo se quedará así?
— No planeo cambiar nada. No entraré a esa máquina del tiempo. ¿No te das cuenta? En cada universo no podemos estar juntos y si lo estamos nuestros seres queridos sufren o no podemos tener algo ¿Qué no es obvio? No podemos tenerlo todo en ésta vida.
— Pues yo no me daré por vencido. — Sentenció Seto. Tomó a Joey por los hombros y le obligó a mirarle directamente a los ojos, a pesar de que las lágrimas de Joey le impedían apreciar la seriedad de la mirada azulina. — Seguiré buscando el mundo en donde pueda tenerte a ti y a Mokuba. No importa cuánto tiempo tarde.
— Eres muy necio.
Sollozó Joey, tratando inútilmente de limpiarse la cara. ¡Genial! estaba hecho un completo desastre mientras su esposo seguía allí de pie y listo para afrontar cualquier batalla. Joey sintió que tal vez, en la relación, el que siempre amaba menos era él y eso era perder ante Seto y eso sí que jamás se lo permitiría. Trató de recuperar la compostura, pero lo único que resultó fue una torpe sonrisa de disculpa.
— Es sólo que no podría vivir sin ti. — Dijo el oji-azul pacientemente.
Seto acarició la nuca de Joey, desplazando su dedo índice alrededor de su rostro, entrelazando sus dedos entre la melena rubia, recorriendo lentamente con su mano hasta tocar los labios carmesí de su esposo. Las lágrimas aún estropeaban el rostro de Joey. Seto las secó para poder seguir acariciando el rostro de su esposo. Besó sus ojos y después sus labios, acallando los pequeños gemidos que emitía el rubio por haber llorado. Lentamente su cuerpo envolvió el del ojimiel, recibiendo una cálida respuesta por parte de éste.
— No quiero dormir. — Susurró Joey en el oído del oji-azul.
— Descuida, yo me encargaré de que no duermas ni un poco. — Respondió lascivamente mientras le quitaba la camisa.
Joey rio para sí mismo. Su esposo no podía estar hecho de acero pero valla que siempre tenía las respuestas adecuadas en el momento indicado.
— Me refiero a que mañana— Aclaró el rubio, alejándose de los arrumacos de su esposo. —cuando despierte, seguramente estaré en otra dimensión alterna y eso me aterra.
— Ya te dije que eso no pasará.
— ¿Y si esta vez estas casado con alguien más? — Seto arqueo una ceja, incrédulo. Joey interpretó el gesto e insistió. — No tienes ni idea de lo problemático que es viajar en el tiempo. Y no me mires con esa cara de: “estas drogado, no sé dónde sacas esas situaciones tan improbables” ¡Son muy probables!
— Estás paranoico.
— ¿Eso crees? — Joey se separó un poco más y explicó dramáticamente. — Ok, en este universo somos familia, por no decir “primos” eso significa que no podemos estar haciendo “este” tipo de cosas, sería incesto. Por ende no podríamos casarnos y nadie debería de saber de nuestra relación. Si de por sí ya es suficientemente escandaloso que ambos seamos hombres, no necesitamos más achaques moralistas.
— ¿Y? — Dijo Kaiba cínicamente. — Mientras pueda estar contigo me da igual si tengo que mentir, mantenerte alejado de todo mundo o matar. Me da igual lo que tenga que hacer con tal de estar contigo.
La mirada decidida de Kaiba chocó con la de Joey, infundiéndole el valor necesario, alejando los miedos, transmitiéndole el sentimiento de unidad. Joey se abrazó al cuello de su amado, cerró los ojos e imploró al cielo que ese sentimiento no se extinguiera nunca, incluso aunque vinieran cosas peores.
— Descuida. — Las protectoras manos del castaño le abrazaron por el torso, correspondiendo el abrazo. Una risa confiada escapó en forma de suspiro. — Si tienes miedo de que al despertar de nuevo te encuentres ante una realidad diferente… yo velaré tu sueño, yo me quedaré a tu lado y no volveré a dormir si es necesario.
Juntaron sus frentes, aun abrazados sobre la cama. Se miraron con deseo mientras se descifraban mutuamente, anhelando los labios del otro su aliento se volvió uno hasta que se transformó en un apasionado beso que demandaba todo de sus cuerpos.
Las impacientes manos del castaño no tardaron en quitarle la ropa a Joey. Como había dicho, no planeaba dejarlo dormir.
Joey se entregaba con más facilidad que de costumbre. Enredó sus piernas en las caderas de Seto mientras éste lo acomodaba en la cama conforme seguía llenando de besos su cuerpo.
Joey estaba demasiado impaciente, enseguida se escabulló de los besos de su esposo y se colocó de tal modo que podía besarlo y con sus manos liberó al miembro de Seto. Lo acarició desde el tronco hasta la punta, deteniéndose en la punta para masajearla con el pulgar. Un gemido escapó de la boca de Seto y una sonrisa traviesa se dibujó en los labios del rubio. El oji-azul no pudo esperar más, no cuando Joey era quién tomaba la iniciativa. Lo colocó en posición, detuvo fuertemente las caderas del rubio y sus miradas se encontraron, Joey asintió casi ansiosamente y se aferró al cuello del castaño.
— Hazlo ya. — Gimió en el oído de Seto.
Su pulso se aceleró y el oji-azul no lo dudo más, de una estocada lo penetró.
Joey gimió una y otra vez por la brusca intromisión y Seto no hizo ningún movimiento, se sentía demasiado bien y aunque su deseo era más fuerte siempre tenía en claro que nunca iba a lastimar a su amado, pero para su sorpresa fue Joey quién comenzó a moverse, se empujaba con un delicioso ritmo sobre el castaño. Sus gemidos eran esplendidos, toda una melodía para Seto quién ya no soportó más ser un espectador y atrajo a Joey hacia él, pegando sus cuerpos, dejando que su abdomen se encargara del placer del miembro de Joey y él se concentró en el nuevo ritmo de las embestidas.
Se sentía tan bien estar dentro de Joey, hacérselo de ese modo. Cada vez que tocaba un punto de placer los gemidos de Joey se intensificaban y sus manos se aferraban con más fuerza a su cuello y descendían por su espalda, arañándolo como muestra del intenso placer que le provocaba.
– Seto…ahhh…..Se…ahhh
Escuchar su nombre era lo que más placer le provocaba al CEO y de cuando en cuando se detenía por algunos instantes para sentir las caderas del rubio moverse pidiendo más y de nuevo esa voz tan sexy rogar al más puro estilo uke.
— Por favor…
— Dilo. —Exigía Seto, dejando sus labios a centímetros de tocarse, en un exquisito suspenso.
— Seto….Seto….más….más fuerte….¡¡ahh!! justo allí.
El punto clave estaba cerca, el clímax del rubio se sentía en el palpitar de su miembro. Seto lo aferró aún con más fuerza y obligó a sus caderas a penetrarlo más profundo, con más fuerza, mientras con sus labios hacía una profunda marca en la piel del ojimiel, muy cerca de su cuello. Los gemidos de Joey se combinaron con gritos de placer y dolor hasta que se vino en el abdomen de ambos, su respiración trataba de normalizarse pero Seto aún tenía mucha energía como para dejar que su lindo esposo descansara después de un orgasmo.
Joey quedó tan exhausto después de, a saber cuántas, salvajes rondas que no estaba tan seguro de haber logrado que Seto se corriera después de aquel oral en el cual se había empeñado tanto en hacerle con tal de que ya lo dejara descansar. Se levantó un tanto confuso, hacía un poco de frio y descubrió que de nuevo se encontraba en un cama solo.
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Joey y Seto alternos, regresaron a su universo justo como Tristán había dicho. Se encontraban en una callejuela sucia y solitaria. Seto recordó que en una callejuela similar se había estrellado su auto mientras viajaba con el otro Joey pero obviamente éste Joey no lo sabía. No sé molesto ni en preguntar dónde estaba su auto.
Ninguno de los dos se dirigió la palabra, se limitaron a limpiar sus ropas y tomar su respectivo camino a casa.
Joey caminaba con lentitud y con las manos en los bolsillos. No estaba seguro si se encontraba en el universo correcto y tampoco era que le importara mucho. Fijó su mirada en el asfalto y se sumió en sus pensamientos. Había tenido contacto con el Kaiba del pasado, le había dicho las cosas que quería cambiar de su presente ¿cambiaría algo? Era probable que no, por lo visto Kaiba había cumplido su promesa de no mover ni un solo dedo para cambiar su pasado, tristemente sólo le quedaba esperar, esperar y ponerse al día de su propia vida. Todo estaba justo como lo recordaba, empezando por las calles que lo llevaron hasta el apartamento que compartía con Duke. Se sonrió a sí mismo. Sí, aún tenía a Duke y eso era lo único importante ya, o al menos eso era lo que como siempre, quería creer con todas sus fuerzas.
Abrió la puerta y se encontró justamente con el pelinegro, se encontraba al teléfono y no dejaba de caminar nerviosamente de un lado a otro, en cuanto lo vio corrió a abrazarlo.
— ¡Joey!
— Hola de nuevo.
— ¿Dónde te habías metido? Llevo dos días buscándote.
— Lo lamento, necesitaba pensar.
— ¿Pensar? — Preguntó receloso. — Pues es un misterio que también Seto Kaiba haya desaparecido. ¿Estabas con él?
— No.
— Ya veo. — Dijo no muy convencido por la seca respuesta del otro.
— Te extrañe.
Confesó Joey. Aferrándose al pelinegro con más fuerza. Buscó sus labios y los besó lentamente. Pidiéndole inconscientemente al pelinegro que jamás lo abandonara. No quería ni siquiera separarse de ese dulce beso. El pelinegro tuvo que esforzarse para poder siquiera hablar.
— Luces triste ¿Estas bien? — Susurró Duke sobre sus labios.
— Sí, simplemente hace mucho que no tenemos tiempo para nosotros.
Volvió a devorar los labios de Duke ansiosamente. Lo condujo a la cama. Una vez más Duke Deblin le haría el amor mientras él se imaginaba que era Seto Kaiba ¿Cuál de los dos? Se preguntó mientras desabotonaba la camisa de Duke. Realmente ya no importaba, sólo quería borrar cualquier recuerdo.
Seto Kaiba hizo exactamente lo mismo que Joey, ir a su casa. No tenía sentido regresar la mirada, estaba harto. Había sido un día extremadamente confuso y ya ni siquiera sabía a cuál de los Joey deseaba más. Era momento de zanjarlo todo y aunque había tenido acercamientos muy buenos con ambos rubios, prefería olvidarse de todo y centrarse en los progresos de su empresa. Recordar y torturarse con él hubiera ya no importaba más, acababa de aprender que una simple acción altera todo un universo. No tenía una máquina del tiempo con la cual regresar y aún si lo hiciera era demasiado arriesgado.
— ¡Hermano! — Espetó Mokuba al verlo entrar en la mansión. Corrió hacía él, dándole un fuerte abrazo, agradeciendo que estuviera bien.
Seto correspondió el abrazo. Él también estaba feliz de que Mokuba estuviera vivo y no muerto como en el mundo alterno. Sabía que no podía tenerlo todo y su realidad no era tan mala después de todo. Tal vez no tenía a Joey a su lado, lo había herido terriblemente y había sido especialmente cruel con él pero al final Joey ya no necesitaba de él, tenía a alguien que curaba sus heridas y por mucho que ese hecho lo enloqueciera había cambiado en ese viaje al mundo alterno, se sentía incluso más maduro.
— ¿Dónde habías estado en estos días?
Kaiba no respondió la pregunta. Se separó de su hermano y se encerró en su despacho.
CONTINUARÁ>>>>