Capítulo 21
— Descuida. — Las protectoras manos del castaño le abrazaron por el torso, correspondiendo el abrazo. Una risa confiada escapó en forma de suspiro. — Si tienes miedo de que al despertar de nuevo te encuentres ante una realidad diferente… yo velaré tu sueño, yo me quedaré a tu lado y no volveré a dormir si es necesario.
Juntaron sus frentes, aun abrazados sobre la cama. Se miraron con deseo mientras se descifraban mutuamente, anhelando los labios del otro su aliento se volvió uno hasta que se transformó en un apasionado beso que demandaba todo de sus cuerpos.
Las impacientes manos del castaño no tardaron en quitarle la ropa a Joey. Como había dicho, no planeaba dejarlo dormir.
Joey se entregaba con más facilidad que de costumbre. Enredó sus piernas en las caderas de Seto mientras éste lo acomodaba en la cama.
Una vez en la cama, Joey miró impaciente a su esposo, amaba el modo en el que éste se quitaba la ropa frente a él, ese modo imponente de desabrochar su pantalón antes de mostrar su miembro. La respiración del rubio aumentó, las manos de Seto continuaron dibujando su figura a caricias y besándolo dulcemente para después deslizar sus manos hacia su entrada y comenzar a introducir sus dedos.
— Duele. — Se quejó Joey entre gemidos.
— Aún no lo haré. — Tranquilizó el ojiazul.
Una vez que las quejas del rubio cesaron el ojiazul descubrió su miembro y lo rozó con el trasero del rubio que sólo pudo gemir y ponerse duro ante tal contacto.
— ¿Lo deseas? — Preguntó travieso el castaño en el oído de su esposo. Frotó un par de veces su duro miembro en la entrada del chico.
— Hazlo. — Pidió el rubio.
— Pregunté si lo deseabas.
— Lo deseo más que a nada, por favor , entra. — Suplicó Joey.
Seto metió su duro miembro de una sola estocada en Joey. El rubio gritó y acepto el placentero dolor rápidamente, dejando que su cuerpo reaccionara a tal contacto, su miembro también se endureció y un líquido viscoso brotó de este al sentir el placer de la brusca penetración. Seto tomó el líquido de la punta del pene de Joey con sus dedos y lo llevó a su boca.
— Eres exquisito “cachorro”.
Hacía mucho tiempo que no escuchaba ese sobrenombre que tanto le molestaba, pero en el sexo le encantaba que lo llamara así, era su modo de decirle que era suyo y eso lo ponía bastante.
Las embestidas fueron aumentando de ritmo a petición del cuerpo de Joey que parecía bastante ansioso, movía sus caderas para aumentar las penetraciones y su cuerpo se contraía deliciosamente para el deleite del miembro de Seto.
— Siempre se siente tan increíble estar dentro de ti. — Declaro el castaño en el oído de su esposo, éste sólo gimió. — Sentir tu calor, tu cuerpo absorbiéndome, tus gestos…sé que lo disfrutas.
Joey escuchaba la voz de su esposo, grave y sensual, sonaba como algo lejano y a la vez extraño. Después de tanto estar separados Joey supuso que era una reacción normal, lo extrañaba tanto que el estar ahora entre sus brazos era lo mejor que podía pasarle. Su cuerpo lo deseaba y lo extrañaba tanto que en un roce de sumo placer inconscientemente presionó el miembro de Seto, provocándole un súbito orgasmo. Sus cuerpos se contrajeron y ambos gimieron con fuerza.
— Este sólo es el primero. — Declaro el ojiazul entre jadeos. — Yo te advertí que hoy no ibas a dormir.
El rubio se lanzó a sus labios, exigiendo que cumpliera con su amenaza.
La noche se hizo corta entre tantos besos, caricias y placer. Joey suspiro una última vez antes de caer rendido sobre la cama. Estaba cansado y tenía mucho sueño pero su mente le impedía conciliar el sueño, tenía miedo de perder a Seto una vez más por culpa de tantas realidades alternas y en su mente la sombra de perderlo iba creciendo conforme pasaba el tiempo.
— ¿Uno más? — Sugirió el castaño, sacando de sus pensamientos al rubio. Acomodándose a su lado comenzó a acariciarlo.
— Sólo te estoy dejando descansar. —Contestó Joey, acurrucándose contra el pecho de su amado.
— Pues yo estoy listo. — Dijo Seto desafiante. — Es sólo que gemías tanto que creí que te lastimarías la garganta y tú sabes que también quiero ponerlo en tu boca.
Joey rió cómo diciendo “Eres un pervertido” ambos rieron y se abrazaron cálidamente, la sonrisa del rubio desapareció y se volvió un gesto amargo.
— ¿Qué pasa?
— Tengo miedo, ya te lo dije.
— Y ya te dije que yo estaré aquí. — Seto besó a Joey en la frente y lo atrajo más fuerte hacía si. — Si también desaparecemos en este mundo, haré lo imposible para encontrarte.
— ¡Pero Mokuba! Si volvemos a perderlo yo no podré soportarlo, no podré viajar de nuevo ¡No quiero volver a vivir cosas y no saber ni cuáles son mis recuerdos!
— Tranquilo. — Seto lo volvió a besar. — También saldremos de esa, incluso en un mundo tan arruinado como el de nuestros alternos pudimos salir adelante es seguro que aquí también lo haremos. Duerme.
El ojimiel se sintió bastante reconfortado por aquellas palabras. Quizá no se sentía con la fuerza suficiente para volver a afrontar un mar de posibilidades, pero por estar con Seto tendría el valor necesario. Con ese pensamiento en mente dejó que el sueño lo venciera, la última imagen era Seto abrazándolo, una imagen que atesoraría por el resto de su vida.
Los rayos del sol se colaron molestamente por la ventana. Joey estaba tan cansado que simplemente se tapó la cabeza con las sabanas. Súbitamente, los recuerdos de anoche llegaron a su mente, se levantó como rayo y trato de buscar a Seto a su lado, no había nadie. Prosiguió a buscarlo por la habitación, ni siquiera su ropa estaba en el piso. Salió corriendo, alarmado y bajo las escaleras hecho un nudo de nervios ¡De nuevo estaba en un universo diferente! ¡Lo sabía!
— ¡Hey tranquilo! — Dijo Seto desde el comedor. — También te guardamos el desayuno.
— ¡Seto! — Exclamo Joey más asustado que aliviado.
— Buenos días Joey.
La voz de Mokuba pareció tranquilizarlo, pero de nuevo tenía miedo, no sabía exactamente dónde estaba.
— Creo que nuestro estimado Joey no tiene modales. — Completó Seto.
— En serio que deberías venir a desayunar. — Lo ánimo Mokuba. — Pareces confundido.
Con un asentimiento de cabeza Joey se acercó al comedor y tomó asiento. Miraba nervioso al CEO pero éste parecía tranquilo, seguía desayunando cómo si nada hubiera pasado. Joey no supo cómo hacer la pregunta ¿Dónde estoy? Por miedo a sonar raro así que lo hizo del modo sutil.
— ¿Y cómo va todo?
— Excelente. — Respondió el castaño.
— Algo así, pero yo creo que para mi hermano no. — Respondió Mokuba serio para después dirigirse a su hermano. — Ya te dije que esos enrojecimientos en el cuello no son normales, deberías acudir a un doctor.
Joey no comprendió a qué enrojecimientos se refería Mokuba así que dio una discreta ojeada a Seto mientras daba un sorbo a su jugo en cuanto se percató de los chupetones que traía el otro en el cuello no pudo evitar escupir su jugo.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? — Preguntaron los hermanos.
— Sí, más o menos. — Respondió el ojimiel.
Aquellas marcas eran sinónimo de su noche pasada. Lo que indicaba que todo seguía siendo normal y que su rescate había salido a la perfección. Joey comprendía que en ese nuevo universo no podía estar casado con Seto y claro que le afectaba porque según sus nuevas memorias no podían estar juntos siempre ni podían vivir juntos pero estas visitas lo hacían feliz, además Mokuba estaba a salvo y a pesar de que estaba constantemente vigilado parecía bastante animado, casi parecía que había olvidado el incidente del secuestro así que era lo mejor que podía desear para ese universo, su nuevo universo no estaba tan mal. Después de su reflexión matutina el rubio sonrió, admiró al par de hermanos que ahora, literal, eran su familia y se sintió realmente afortunado, agradeció al cielo y comenzó a devorar su desayuno.
El día de la partida de Joey se acercó, sabía que tenía que volver a esconderse por un tiempo ya que, ahora que sus memorias volvieron, había sido atacado una vez más en ciudad domino. Seto lo llevó hasta el aeropuerto para despedirse de él.
— Ten un buen viaje, no olvides estar en contacto. — Recomendo el ojiazul, tendiéndole su maleta a Joey.
— Lo sé, tendré mucho cuidado aunque solo ciudad domino es peligrosa, allí ya nos conocen.
— Es un verdadero problema pero recuerda que te visitaremos en cuanto me sea posible.
— Pero estamos siendo muy obvios. — Dudó unos instantes— No estamos casados, ni podremos estarlo y Mokuba ya se dio cuenta.
— Hablare con él y no tienes de que preocuparte. — El castaño tomó la mano de Joey y la besó sutilmente. — Pero prefiero esto a volverte a poner en peligro, a los dos. — Ambos pusieron una expresión seria, detrás de ellos el anuncio del vuelo de Joey resonó. — Si nos amamos encontraré el modo de que estemos juntos.
— Me aseguraré de recibirte muy bien.
Fue lo último que contestó el rubio antes de abordar su avión. Seto sonrió y dejó que el avión partiera. Pasaron dos meses y Seto no tocó a la puerta de Joey, fue hasta el tercer mes que el oji-azul se apareció en su puerta.
— ¿Aún me recibirás muy bien? — Acentúo el “muy” de forma pícara.
— Quizá deba maltratarte.
Dijo Joey con lágrimas en los ojos, estaba empezando a creer que no lo vería y tenerlo allí era una bomba de felicidad para él. Se lanzó a los brazos de su amado, aspiró su aroma y disfruto de su cálido contacto, lo abrazó cómo si nunca lo hubiera hecho. Seto sonrió y lo condujo dentro de la casa, cerró la puerta con la promesa de no dejarlo dormir mientras él estuviera allí.
FIN