Capítulo 8
— ¿Qué se supone haces tu aquí?—Expresó la persona frente a Joey, acentuando el “Tú” de un modo despectivo.
Joey estaba sin palabras ¡Era Seto! Por fin estaba frente a él y no sabía que decir ni que hacer, estaba paralizado y un único pensamiento cruzaba su mente: abrazarlo.
— Si no vas a responder lárgate.
Ordenó Seto al ver al cachorro petrificado y con un brillo extraño en los ojos, cerrándole la puerta justo en la cara, mandando su retaguardia a saludar el frio piso.
— Awww~
Aulló Joey aún con la mirada perdida en el paraíso azul, cuando tocó su frente y sintió una punzada de dolor se levantó en seguida y comenzó a patear la puerta.
— ¡Ábreme tú maldito engreído!
—No hagas escandalo. — Contestó Seto indiferente desde el otro lado de la puerta.
— ¡Pues ábreme! Éste es mi camerino
Exigió Joey empujando con todas sus fuerzas la puerta hasta que logró entrar. Una vez dentro cerró la puerta y lanzó sus brazos alrededor del cuello de Seto para abrazarlo efusivamente.
— Te extrañe.
Susurró Joey más para sí que para el castaño, mientras que hundía su rostro en el hombro de éste para aspirar su aroma, imaginando como le diría todo lo que le había pasado y después escucharía “Ya todo esta bien, era solo una broma” De verdad anisaba que quitarán ese peso de su espalda.
— ¿Qué te pasa? Aléjate.
Rechazó el oji-azul más áspero que enojado, dejando que los brazos del rubio se le resbalaran como espaguetis por sus hombros. Pasándolo de largo, se dirigió hacia la puerta.
— Escucha, Wheeler, éste es el camerino de Yugi, así que has el favor de largarte antes de que llame a seguridad.
— Pero …
La frase se quedo en el aire, Joey ya lo sabía, Seto no era suyo, pero no sabía que acotar, estaba frente a su amado, por quien había hecho todo y ahora no podía ni tocarlo. Joey hizo un puchero y quiso jugar el mismo juego que nunca fallaba entre ellos.
— ¿Y entonces que haces tú en el camerino de Yugi?
— No es de tu incumbencia, lárgate.
Los ojos azules de Seto estaban completamente congelados, no demostraban ni un ápice de emociones ni seguían el juego, solo le exigían al rubio que se fuera.
— No quiero y tú no me das órdenes.
Joey negó desafiante, se cruzo de brazos y caminó hasta el otro extremo del camerino, sentándose en la silla frente al espejo con esa actitud de roca pero sin perder la sonrisa juguetona.
— Llamaré a seguridad. — Advirtió el castaño, sintiendo algo de emoción porque alguien se oponía a él.
— ¡Ja! Ni ellos ni tú me dan miedo y no me moveré de aquí.
El rostro de piedra de Seto estaba a punto de romperse, estaba exasperándose y por alguna extraña razón su autocontrol siempre estaba perfecto a no ser por ese rubio idiota que tanto había evitado en todo ese tiempo.
Por la puerta entró Duke, sorprendiéndose al encontrarse primero con el mismísimo CEO de KC ; trató de ignorarlo y se dirigió a Joey preguntando con la mirada algo que Joey interpretó como “¿Qué demonios hace éste aquí y contigo? ¡Que se largue!”. Joey solo respondió con un mohín y observó a Seto abandonar el camerino en silencio.
— ¿Qué ocurrió?
— ¿Este es mi camerino, verdad?
— Lo es, acabo de poner tu nombre en la puerta. — Aseveró Duke, entristeciendo al rubio. — ¿Qué pasa?
— Él decía que éste era el camerino de Yugi…
— ¡Ja! El increíble CEO de KC se equivocó. Ojala todos supieran que no siempre tiene la razón y que también puede perder a veces.
— Y una victoria jamás me supo tan insípida…
Joey parecía tan débil, parecía que iba a romperse solo por pronunciar esa frase. Era tan cierto, para Seto y Joey, en algún pasado, jamás existían derrotas o victorias, solo la eterna batalla ¿Desde cuando se habían cansado de pelear?
Duke se acercó lentamente a Joey y lo abrazó. Los brazos de Joey correspondieron el abrazo como un naufrago que se aferra a la orilla, pronto la camisa del pelinegro estuvo empapada.
Él castaño salió sin darle importancia a las cosas, como siempre hacia, aunque no podía negar que si había algo que llamó su atención. Inspeccionó todos los camerinos y encontró el correcto hasta el final, antes de que pudiera tocar la perilla de la puerta el pequeño tricolor salió a recibirlo lleno de entusiasmo.
— ¡Te estuve esperando! ¿Por qué tardaste?
— Trabajo. — Respondió mecanizado como entraba en la pequeña habitación, rechazando los brazos que lo recibían gustosos.
— ¡Oh! bueno — Continuó Yugi acercándose, ignorando el gesto del castaño— lo importante es que viniste a verme en mi primer día.
— Sin besos — Dijo Seto, colocando la palma de su mano como barrera entre Yugi y él para después tomar asiento.
— Aun no llega la maquillista…
Sugirió el chico bajito con un gesto provocativo que no surtió efecto, el gran CEO seguía mirando a otra parte desdeñosamente. Para Yugi esa actitud no era desconocida, siempre era así, a Seto le gustaba hacerse el difícil y por supuesto que a él le encantaba atraerlo, sentía que el simple hecho de hacer que Seto Kaiba cayera en sus encantos era todo una proeza que únicamente él podía lograr y no solo una vez al día.
—Por favor — Suplicó Yugi de nuevo.
— Arrodillate.
El pequeño ya sabía lo que eso significaba y en seguida atendió a la orden, postrándose entre las piernas de Seto, esperando la siguiente orden, temblando de excitación. Seto lo observó desde arriba, inmutable. A Yugi le excitaba obedecer y a Seto ordenar ¿Ambos tenían lo que deseaban? Seto no.
— Y ahora — Dijo el oji-azul lentamente, a propósito, para enloquecer un poco más a su acompañante. — te concentrarás y actuarás lo mejor posible, no me hagas quedar mal.
Sentenció y abandonó su asiento así como la habitación, dejando a Yugi confundido y derrotado.
La primer escena salió a la perfección, sin embargo, después de un par de escenas Joey comenzó a fallar y si no hubiera sido por Duke y su intervención salvadora, el rubio hubiera terminado con más que un simple tic en el ojo.
— Ve a descansar — Sugirió el pelinegro masajeando los hombros de Joey. — Te traeré algo para que te relajes, no te preocupes tanto, es solo tu primer día.
— Lo sé, pero es que no puedo mantener el mismo ritmo ¡Es la primera vez que lo hago! ¿Cómo demonios se supone que todo salga perfecto?
— Nadie dijo que tenia que ser así, anda ve a tu camerino.
El ojimiel asintió y entró a su camerino, dando un gran suspiro de frustración se lanzó a la silla frente al espejo; sosteniendo su cabeza entre sus manos se preguntaba cuanto más iba a soportar todo eso. Haber visto a Seto ese día no le ayudaba a seguir, es más lo atormentaba la idea de vivir sin él; anteriormente había tenido un plan: Conquistarlo. Pero la idea se había esfumado en cuanto Duke le confirmó que se sospechaba que Seto y Yugi eran amantes y el “encuentro” vespertino le corroboraba todo, la persona que Joey había visto con Seto en aquel incidente en KC era nada más y nada menos que su amigo del alma ¿Debería sentirse traicionado? Hace solo unas horas él pensaba en arrebatarle a Seto a quién sea que fuera su actual pareja ¿Estaba traicionando?
— ¿Terminaste?
— ¿De nuevo Kaiba se encontraba en el camerino equivocado?
Se dijo el ojimiel mentalmente fastidiado como veía al susodicho por el espejo pero eso no le quitaba que se sintiera nervioso.
— ¿Qué se supone haces aquí Kaiba? ¿No sabes leer o qué?
Por primera vez en mucho tiempo el castaño tuvo unas ganas increíbles de replicar, pero hacía tiempo que había dejado ese mal habito, todos le obedecían y punto.
—Vengo a ofrecerte un trato.
— Lo siento— Rechazó Joey, rogándole al cielo que Kaiba no se diera la media vuelta y se fuera. — ya estoy en el dorama, no tendré tiempo para otro empleo.
— Descuida, es de medio tiempo.
— Habla con mi representante.
— ¿No decides tú sobre tu cuerpo?
Continuará>>>